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sábado, 22 de diciembre de 2018

LOS TEMPLARIOS VUELVEN A LEON

Un peregrino húngaro promueve una ecoaldea junto al castillo de Sarracín

Attila Otott dejó su vida de ajetreo y se asentó en Vega de Valcarce para este proyecto templario.


Attila Otott alquiló hace un año una gran casa solariega en el corazón de Vega de Valcarce, desde la que despliega su trabajo. M. F. -
Attila Otott alquiló hace un año una gran casa solariega en el corazón de Vega de Valcarce, desde la que despliega su trabajo. M. F. -
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Manuel Félix
09/07/2018
Se llama Attila Otott Kovacs. En octubre cumple 44 años y en 2013 decidió dejar su vida de comodidades en Bélgica. Nació en Hungría y optó por vender su apartamento de Budapest para empezar una nueva vida en el Bierzo, con una misión muy especial, la de ayudar y reunir todas las voluntades posibles para restaurar el castillo de Sarracín, del que quedó enamorado espiritualmente cuando realizaba el Camino de Santiago.
Desde hace apenas un año está asentado en Vega de Valcarce. Alquiló una gran casa solariega en el corazón de este acogedor pueblo y en la fachada del singular edificio se pueden leer sus planes y objetivos. «Camino Castle Project» reza sobre la puerta de entrada, junto a un cartel en el que explica el «Estado de la Misión». La idea es ayudar a reconstruir el Castillo de Sarracín para crear lo que llama «castillo-albergue único en el Camino y retiro espiritual especial».
A todo ello se une la promoción de la construcción de una especie de «ecoaldea» en el entorno de la ladera de la fortaleza. Todo con estilo y materiales tradicionales, y tratando de llevar y asentar allí una especie de pueblo ancestral, donde los protagonistas son herreros, carpinteros y un largo etcétera de profesiones en declive.
Attila Ottot tiene contactos con templarios de diversos países europeos, especialmente de Madrid y también de Estados Unidos. Lleva un año intentando recabar apoyos de asociaciones y peregrinos para su causa. Cuenta que todo lo hace sin ánimo de lucro y con una misión que parte de su fuerza espiritual recibida del Camino de Santiago. De hecho, en su casa de Vega no cobra a nadie, a los necesitados por dormir o comer. Se conforma con la ayuda directa para su causa. Por ejemplo, si un arquitecto pasa por ella, puede dejar su trabajo técnico, y así otras personas y profesiones.
Asegura que todo puede parecer utópico, pero este peregrino húngaro sostiene que lo tiene muy claro y su proyecto abarca diferentes frentes para recabar apoyo, «conectando a personas y personas que entienden el espíritu del Camino». De hecho, está creando un equipo de trabajo internacional para dar forma y realidad a su idea de ecoaldea con los artesanos locales y «castillo albergue» para dar retiro a los que llevan vida ajetreada

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