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jueves, 20 de diciembre de 2018



MARISOL DE ESPAÑA

Antonio Parra


Dallo mi hierba trillo mi parva muelo mi trigo y me como mi pan. Y me pago mis copas. Y como el Gijón ya no hay quien lo toque porque la nostalgia se apodera de los espejos y de los paneles embonados de madera noble aunque las musas siguen correteando por los veladores de mármol donde escribieran los poetas o los bancos de crepé donde alguna vez yo vi con un dedalico de más de borgoña en las tripas a las ninfas pegando brincos y no era más que Carlos Oroza que trataba de ligar a dos noruegas y les contaba un chiste que ellas entendían chapurreando el lenguaje universal de las manos (creo que era el de las novicias mudas que hablaban del padre Juan...) busco barras al otro lado de la M30 donde Madrid pierde el cinturón de los convencionalismos provincianos y se convierte en Kansas City. Por ejemplo en el Valtins que regenta mi amigo Moncho un vasco de las encartaciones mayores no sé si de Ondarraoa Lequio Lequeito o Echanove pues vizcaíno es el hierro de todas formas vizcaíno es el hierro que os encargo corto en palabras en hechos largos. Así es también un poco el vasco de mi barrio. Pero con esa simpatía que sólo tienen los de Bilbao y esa llaneza de los que tomaron chiquitos por la siete calles anda la ostia. Mucho señorío, sí. Mucho señorío. Mis mejores amigos nunca fueron de derecha. A la derecha la encuentro hostil suspicaz muy maricomplejines y aburrirá a las ovejas y a la izquierda poco más o menos pero los bohemios en la España indiferente siguen siendo los de siempre. Ya se sabe al amigo el culo al enemigo por el culo y al indiferente pues que se le aplique la legislación vigente. Y la Derechona se ha vuelto masoquista y majadera vigila su tapia y le va la marcha. ¿Es que por detrás les gusta más? Tiro siempre la boina entre rojos y parto mi hogaza con los menesterosos de afecto y los huérfanos y huérfanas del amor. Ramón es un anfitrión con sabiduría de calle que dicen por Nueva York. Las ve venir de largo y tiene esa delicadeza y exquisitez los buenos mesoneros del país que solo pueden tener todos aquellos que han formado parte de un orfeón. Canta primoroso. Esa experiencia les da un sentido interpretativo y coral de la existencia. Tiene una calva prematura unos ojos grandes una nariz perfecta y tallada a cincel y toda esa displicencia de los euskaldunes que ven la vida cantar y correr. Así que el burladero que yo tenía en el Gijón lo he trasladado al Valtin. Albergue seguro. Sus talanqueras de cristal tapan mi próstata renqueante y mi taleguilla ya para no demasiados trotes. Uno en medio del ardor del vino puede cantar mal, ver visiones, mandar a tomar vientos a un coronel de Estado Mayor que se va a Bosnia a cobrar dietas y encontrarse con el almirante tunante que no resulta tal sino un remero. Cía. Cía. marinero. Ramon ese nos tomó por isidros el otro día. Decía que había mandado una flota y no era más que un bravonel que sólo se había embarcado en el estanque del Retiro para pasear coimas ninfas de toldo y arandela o mozas de fortuna que guardan el cantón. Pero a veces en estas travesías del desierto que son mis hégiras polvorancas uno tiene un sentido eucarístico de la vida y de la solidaridad humana y eucarístico es el vino. Sangre de Cristo. En él y en el pan quiso quedarse con nosotros N.S., aunque yo más de una vez he visto al diablo más perverso en cuclillas dentro de una botella. Uno busca asideros y talanqueras donde refugiarse. De mis dolencias físicas ni por pienso y no voy a darle aquí al lector entretenimiento haciéndole una relación circunstanciada de mis alifafes dolamas y de las cazcarrias que me afligen al vadear las salas de los hospitales. Seguramente daría el do de pecho. Prefiero hablar de Pepa Flores. La Marisol de mi adolescencia. Por aquello de que la vida es una tómbola me la encuentro elegante y comunera alta y delgada y eximia sentada en majestad igual que una madona en una tajuela junto a la barra. Fuma discretamente. Gestos de novia antigua. Uno entiende a la vista de esta mujer que tuvo chispa y tuvo ángel cómo puso a media España y a media Hispanoamérica boca abajo. Recuerdo cuando vivía yo en Staten Island mi vecino colombiano Arnaldo emigrante en Nueva York tenía en un trono su fotografía como si fuese una virgen o una diosa y puso a tres de sus hijas con su nombre Marisol Pepa I y Pepa II. Fue el mito de nuestra infancia y de nuestra inocencia. Después quiso desdecirse del mito de la imagen o del cliché que la sambenitaron con el franquismo no sé por qué porque en este país de camándulas hay gente que le saca punta y partido a todo y se nos hizo roja pero ella tambien es gualda y muy española. Y en este periodo – María Pineda, Bodas de Sangre, Caso Cerrado- demostró ser una primerísima actriz de recursos felicísimos. Para empezar esos ojos. Yo no sé si Pepa se sentía comunista lo que sí sé es que habla un buen ruso y que sus películas de la primera incubación tuvieron gancho y mucho éxito en la Unión Soviética tampoco sé si llegó a amar tan profundamente a Antonio Gades padre de sus tres hijas como algunos dijeron lo que me consta es que es toda una señora amante de su discreción de su privacidad y de su libertad. Venía de los Coros Danzas y fue un festival de la Casa de Campo donde la reclutó Goyanes después de verla actuar pero ella nunca quiso que la confundieran con el Platanito ni con la Carmen Sevilla ni con la Lola ni con la Nietísima ni con esa parte truculenta del franquismo que a golpe de talonario de la prensa de la entrepierna ha vendido su dignidad. Ella triunfó y no tuvo que volver su alma al diablo para volver a triunfar. No cedió la piel a Esaú por un plato de lentejas. Delgada elegante con los mismos ojos azul celeste que a mí me recuerda las primaveras incandescentes del 63 o del 64 y su voz estallando por todos los patios de luces de las viviendas de España sigue haciendo la esfinge pero a lo que más recuerda por su rostro esbelto e iluminado es a una cariátide griega. Ramón detrás de la barra vigila sus movimientos y la protege. Olía a guiso y a familiaridad al mediodía y las madres llamaban desde la ventana a los niños que jugaban en la calle. Ese grito de llamada hoy sería imposible... “Cayetano, Palomita... a comer en los dichosos años. Como no subáis en dos minutos bajo y os caneo una paliza.”. La voz de aquella niña de Málaga sonaba en todas las radios peticiones del oyente. La vida es una tómbola.. Tómbola. Y su cara aparecía en todas las pantallas. La íbamos a ver al cine Montija. Cintas ciertamente de no mucha calidad artística a lo mejor pero que tallaron nuestras almas. Yo me entusiasmé con Santiago de Compostela por aquella película Ha llegado un ángel en que trabajaba Marisol y había un profesor cascarrabias y un estudiante de la casa de la Troya de Pérez Lujín que tenía un flequillo que se subía para arriba con solo soplarlo(el pobre ya ha muerto)  la vida es una tómbola. Sí. Sí. ¿Lo habrá sido también para Pepa Flores? No me atrevo a formular esa pregunta a mi ídolo por temor a romper la magia de una arcano. Baste decir que todos tuvimos trece años y nos enamoriscamos de una ojizarca con coletas de plisada falda y calcetines negros a la que de trimestre en trimestre veíamos crecer. Los abrigos les caían todos grandes y hacía mucho más frío los inviernos pero eran más hermosas las primaveras y hasta más ardientes los veranos. Ahora ahí sentada tiene Marisol la majestad y dignidad de una Madona o de una española que afronta sin alharacas ni fervorines el reto del climaterio evoca a la impasibilidad de la gloria, el taburete del Valtins es su verdadero trono. Marisol ha llegado un ángel acaba de cumplir los 59 y la mayor parte de sus admiradores somos sesentones o setentones. Pero no pude por menos de darle las gracias a esta señora y un beso en la mano. Ella es una de nosotros. Una española de verdad con el nórdico mirar ojos claros y serenos. Una mujer del pueblo. Este encuentro en el Valtins de mi amigo el vasco ha sido como una epifanía. Por lo que a mí respecta seguiré siendo un escritor bohemio aunque me gustaría que esta noche hubiera estado conmigo Juan  Pla. Este tipo de situaciones y de reportajes él las bordaba. No he pretendido hacer una exclusiva ni un panegírico. Además entrevistas a Pepa para qué. Esta mujer te daría para escribir un libro con sus reflexiones. Lo titularía La prudencia en la mujer o la Lozana andaluza pero me pierdo por tales esquinas. Esta exclusiva quedó en una mirada de agradecimiento unas palabras en ruso y este articulito. El mito de mi adolescencia al año que viene cumplirá sesenta años. Esa es la noticia y la maula.

13/02/2007

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