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jueves, 10 de enero de 2019

LUNA DE ENERO SIGUE "HISPANIA PECCATRIX"










LUNAS DE ENERO

Lunas fuertes de enero cuando las gatas tienen celo y en las radiantes noches los árboles desnudos tiemblan bajo la helada. Había pasado las navidades en su tabuco acariciando sus recuerdos circundado de libros y de papeles, cercado por las Nueve Meses y padeciendo vía las ondas una España infesta de bustos parlantes, pseudo periodistas  y blablá tertuliero. El diablo reinaba en el éter. Le vino bien a su salud el ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo por Internet que celebró el patriarca Cirilo de Todas las Rusias el adalid que luchaba contra las fuerzas oscuras. Aquella orgía de voces angelicales, iconostasios de marfil el Pantocrátor en lo alto de la cúpula, casullas recamadas y el diacono que cantaba:
— Xristós rasdaets piite i pklanite yevó (Cristo ha nacido venid en adoración)
La catedral de la Epifanía de Moscú, la luz está viniendo del Este, estaba inundado de caras guapas hermosas rusas con velo blanco viejos creyentes y niños que recitaban los compases del Credo y del paternóster en eslavo, todos se habían la letra y conocían el sentido apostólico de lo que pronunciaban aguantando de pie las dos horas que duró el oficio. Liturgia triunfal que se refería a un mundo de belleza y de redención el ceremonial rico y antiguo que se cumplía a rajatabla a las ordenes del magister puntero que iba señalando a los oficiantes los pasajes de las lecciones y de los himnos que habían de entonarse. Sintió Arije que Bizancio tenía la clave del legado evangélico y todo un contraste con las catequesis perroneras, los lugares comunes e incluso las herejías que pronunciaba ex cátedra desde Roma el Impostor. Y todo un contraste con la vida de aquellos días en España: atropellos de violadores en cuadrilla. Llegó la manada. La pregunta cotidiana era a quien iba a forzar esos energúmenos. En Andalucía pactos y cabildeos de la pastueña grey. La hora del consenso y de la rendición. Tres putas se desnudaron en la Plaza de San Pedro y aparecieron en los posts metiéndose un crucifijo por donde amargan los pepinos. Tiempos de profanación y desolación. Ierusalem desolada estque cantó Jeremías. La Bestia utiliza a la serpiente disfrazada de mujer. Pigtail profería sus blasfemias de siempre faroleaba, quería ponerse medallas en los cataplines:
            Los de Podemos follamos más y mejor que los de la ultraderecha,
La palabra ultraderecha y fascista no se le caía de los labios a los de Youcan que se sentían amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento que arrasaba. Mucho presumir de potencia sexual y seguro de que el miembro no se les ponía erecto para cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije no tenía que ver con la ultraderecha. Era un anarquista, un rebelde como lo fue Jesucristo contra el Sanedrín y se sentía satisfecho consigo mismo por haber dado testimonio pero sus días los transcurría oculto  era un emboscado en su esconce y las noches las pasaba en blanco a causa del dolor de España que lo afligía. Después de salir de la cárcel por haber asesinado a la funcionaria roja (fue una lacra en su vida pero tenía demasiado temperamento) se refugio en el sotabanco de Majadahonda. Le había quedado una pequeña pensión, podía pagar el alquiler, el resto lo gastaba en tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada sabía de su familia. Etsi había venido a verle dos veces a la cárcel pero desde el año 92 no volvió a saber de ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella mañana amaneció radiante. Los niños de Madrid había sacado a la calle sus camionetas, sus hombres araña y las muñecas que les trajeron los Reyes Magos. La Epifanía era una noche mágica. Ponía fin al misterio de las Doce Noches y Saturno dejaba de gobernar el mundo. Durante este intervalo ocurrían bajo el imperio del dios oscuro así conocían a Saturno los romanos y para aplacarlo celebraban las saturnales. Las doce noches venían marcadas por la tragedia de trifulcas en el hogar, asesinatos, borracheras, eclipses, pues el sol se ocultaba y no quería alumbrar la Tierra, terremotos e inundaciones. Estas dos semanas eran sobre todo un reclamo a la melancolía que sentía el hombre ante el tiempo que pasa y la vida que se va. Este espíritu pagano había renacido en las sociedades antes llamadas cristianas. Había que ponerle a los pascueros y a papá Noel que se deslizaba por toda la Europanevada en su trineo buena cara. Ho. Ho. Ho. En Alemania no dejaban de cantar "O Tannenbaum".
Pese a sus dolamas, tanto espirituales como corporales, se sentía contento por dar testimonio, la luz fue hecha y las tinieblas no pudieron con ella, cantaba el último evangelio.
Había llegado la hora de romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer. Allí todo seguía igual que hacía diez años. El Santis en la barra y la Leonor en su chiscón la cual al verle llegar le hizo esta salutación de bienvenida:
—Coño, yo creía que te habías muerto.
No supo qué decir ante tal insolencia. Pidió lentejas, gachopo y una botella de vino. De postre arroz con leche y un chispacito de coñac.
Había tres o cuatro individuos en la barra discutiendo acaloradamente sobre la derrota del Madrid ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó el local satisfecho y por aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó su buen humor pero ya en el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban arcadas pero no podía vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la parada final se acurrucó en un banco.
—¿Se encuentra usted mal, señor? ▬ una buena samaritana sintió piedad de éll.
—Si llamen a una ambulancia. Me muero.
Llegó una ambulancia y Arije fue conducido de inmediato a urgencias. Allí perdió la consciencia. Cuando despertó estaba en el quirófano de Puerta de Hierro rodeado de tubos de mascarillas y de electrodos, enchufado a una maquina todo su cuerpo. La medico, una muchacha joven de cantarina voz y acento asturiano, se acercó:
 — ¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas y cachopo, algo de vino y un poco de aguardiente.
—¿Dónde?
—En un bar regentado por amigos míos
—Señor, pues en las lentejas le colaron belladona ¿No se dio cuenta? Es un veneno que puede causar la muerte a un caballo pero al parecer es usted hombre de complexión fuerte.
—No. Las lentejas estaban buenisimas.
—Le hemos hecho un lavado de estomago. Creo que se recuperará. No obstante, quedarán secuelas.
Arije no maldijo a los que le quisieron envenenar. Lo aceptó como castigo por sus pecados y un aviso del cielo para no volver a pisar nunca un chigre, cualquier taberna de mala muerte, una fonda sin homologar. Dios le había salvado de las garras de Erifos y de la Leo. Otra vez la Divina Misericordia estuvo de su parte. Aunque tampoco hay que fiarse de las fuertes lunas de enero cuando las gatas entran en celo.

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