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martes, 22 de enero de 2013

EL VATICANO NO HA PEDIDO PERDON POR LAS MASACRES DE CRISTIANOS ORTODOXOS EN YUGOSLAVIA


Holocausto serbio. Los pecados mortales de la iglesia. Una mancha en los pontificados de pio doce y de j. pablo segundo

 

El reciente indulto por la corte de la Haya a dos generales croatas genocidas en la guerra de kosovo en 1991 y del carnicero de Tirana el albanés Rumush Haradnaj vuelve a poner contra las cuerdas la justicia. Dura lex sed lex pero sólo para los vencidos. Yo estaba pegado a la radio la noche en que los americanos, ingleses y aviones de la coalición otanista bombardearon Belgrado. Sentí horror y vergüenza casi de ser español porque en mi país la prensa y la opinión se decantó por el lado de los turcos kosovares y los enviados especiales como Pérez Reverte hacían lírica con los nombres de Sarajevo. No se nos contó que en la gran desbandada y huida hacia Belgrado de los habitantes de Kosovo y Metopia la soldadesca muslímica entró a saco en las aldeas abandonadas. Las pocas ancianas que quedaron por no poder huir hacia el norte fueron violados en nombre del Profeta. Es la misma táctica que utilizó Almanzor cuando encauzaba sus razzias de primavera Castilla arriba en tiempos de la reconquista, tierra quemada. Pegar fuego a lo que encontraran a su paso, violar hembras, y si capturaban a una moza la llevaban a los harenes de Córdoba. En el caso de Serbia, Bulgaria y Rumania las cristianas poblaban las habitaciones privadas del gran bajá. Poco dijeron nuestros cronistas de esta infamia. Llovía sobre mojado porque el holocausto yugoslavo ha sido barrido debajo de la alfombra. En los años 40 el gobierno títere de Tuchman el croata ante la estupefacción de sus patrocinadores italianos y alemanes realizaron una limpieza étnica. Más de un millón de serbios fueron liquidados por las famosas escuadras ustashes de los croatas pro hitlerianos, unos 200000 fueron obligados a la fuerza a abrazar la fe católica, 70000 judíos y 20000 gitanos fueron remesa de los trenes de la muerte con destino a los KZ. En fin un horror. El cardenal de Dubrojnik monseñor Stepinac que fue apresado por los hombres de Tito y después liberado no movió un dedo ante el cainismo de aquellos creyentes a los que obispaba; es más: fue beatificado por el papa Juan Pablo II el cual – un pecado imperdonable en un pontífice- secundó el plan norteamericano de la balcanización de Yugoslavia tras la muerte de Tito. Y el propio Pío XII egregia figura y eximio gigante del pontificado pareció condonar aquellos crímenes. Convendría sanitar la historia. Billy tomó su fúsil y Caín mató a Abel. No en vano yo me atreví a escribir seminario vacío los pecados mortales de la iglesia. El dulce Jesús ha sido tergiversado y distorsionado por no pocos eclesiásticos que utilizan el evangelio como escudo para dar cobertura a su ansia de poder. Es el pecado de soberbia, la lujuria, la avaricia llegan después. Roma debería pedir perdón pero se encastilla en su derecho de primogenitura y esta obcecación no es sólo piedra de escándalo para los creyentes que aún recuerdan los desmanes de las cruzadas y el saqueo de Constantinopla en 1294 sino que ha cerrado el camino al ecumenismo. Para mí es un consuelo que después de las masacres hayan surgido voces tan maravillosas como la de Dvina Ljubobich. EL Señor escribe al derecho con tuertos renglones, como dijo santa Teresa

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