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jueves, 3 de enero de 2013

UNA MUCHACHA FALANGISTA PUEDE SALVAR A LA MONARQUÍA



DOÑA LETICIA ES DE LOS NUESTROS. PUEDE SALVAR A LA MONARQUÍA

LOS ROCA SOLANO FUERON FALANGISTAS

Hay mar de fondo a todos los niveles, incluso en Zarzuela pero doña Leticia contra quien se ha despotricado lo suyo (me incluyo yo mismo) puede salvar los muebles. Esta guapa chavala de Oviedo ha demostrado que viniendo del común -she is a commoner, baby- está dando sopas con honda a otras princesas con pedigrí, o de mayor alcurnia, pongamos los Middleton, y eso que su abuelo era un taxista y su padre un periodista y su madre una enfermera. Vamos que entre el Fontán y la calle Uría, una flor de jara transformada en lirio.
La princesa se está haciendo cargo del descontento popular que reina y la animadversión imperante contra los políticos que se embolsan sus buenos cuartos. Toiene tacto, no se siente protagonista pero sabe cómo actuar en la sombra y ha metido en vereda a su marido, que es un borbón al fin y al cabo.
Es ella la verdadera princesa del pueblo, una tarea que supieron ejercer aquí nuestras grandes reinas desde doña Urraca y doña Gonterodo hasta Isabel de Castilla quien de un plumazo desmochó las torres de los castillos de los nobles tiranos señores de horca y cuchillo que oprimían al pueblo con portazgos, tasas y gabelas por medio de usureros fementidos, pasando por doña María de Molina y María Cristina de Battemberg. Esta chica de Oviedo ha demostrado lo mucho que puede hacer la voluntad - fijaos en su barbilla: denota entereza, es el mismo prognatismo de los Austrias, que se transforma en laxitud bobalicona y un si es no es lujurioso en los borbones- y ha experimentado toda una transformación, una metamorfosis y encima es española, no es griega, sino más española que don Pelayo. A lo mejor ella es la goda que viene de la pata del Cid y los otros, unos chupones, unos advenedizos. Le ha dado al Felpillo dos hijas preciosas, que parecen la estampa de dos "feeries" y eso que la historia de España no es lo que se dice un cuento de hadas. Conozco a su familia, a través de los Martinez Zapìco de Sotrondio.
Tengo algún disco de Menchu Álvarez del Valle. Que me regaló María Martinez una vez en Londres.
Su abuelo era un taxista ¡qué pasa! y de soltera tuvo sus rollos. Es una mujer moderna que conoce la vida, una chica del común, pero su ejercicio como heredera consorte del trono ha sido un verdadero tour de force.
Dicen los que la conocen que es una malabarista consumada del perfeccionismo. Sabe que para reinar hay que tener los ovarios bien puestos en este país y madera de actriz. Por el momento no sale mucho en la prensa de la entrepìerna, menos mal. Por eso no se gastó su imagen y a mí me recuerda a otra ovetense de pro Carmen Polo de Franco, de la que nadie pudo decir ni un tanto así, y cuya memoria maltratan ahora los rogelios pero que era toda una señora de Oviedo, del linaje de los Polo. El comandantín iba a verla cuando salía del colegio de las Ursulinas subido en un caballo blanco. Ya se sabe que el General no lo que se dice un adonis, sólo un militar ferrolano de apariencia insignificante, ni muy alto de estatura, exiguo plexo solar por lo que a su familia le parecía poco partido aquel oficial que estaba siempre de semana en el cuartel del Milán y le llamaban de África cada dos por tres por lo que tenía que acudir todas las tardes cabalgando su caballo blanco arriba y abajo de la calle Uría.
Y el capitán Franco Bahamonde tenía que volverse resignado al Tercio con un rictus por sonrisa. Otra vez a torear a los moros, la bala que lleva tu nombre y dirección nunca avisa y como las cartas hay que ponerlas el tampón y recibirlas.
Doña Carmen demostró ser una buena reina del pùeblo en una monarquía destronada pero que salvó los muebles traspilados por el putero de don Alfonso XIII.
Supo estar en la sombra. Lo hizo bien. Doña Leticia a la que llamaban don Ficticia, blanco de las envidias y a la cual sus paisanos a veces critican como criticaron a la esposa del anterior jefe de Estado pues menudos son los carbayones, las lenguas boquimuelles sigue los pasos de su noble paisana contra viento y marea. Y lo hará bien. Los Borbones tienen mucha suerte de contar con esta muchacha de Oviedo en la familia. Siempre caen de pie....

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