ARIMATEA
Antonio Parra
Se acerca la pascua hoy es Miércoles
Corvillo y ayer fue Martes Lardero con Lunes de Carnaval el día antes, son viejos rastros de una fiesta medieval
superviviente que ya carece de sentido
pues aquí ya no hace penitencia ni el tato y la única penitencia que tenemos es
desayunarse cada mañana el sapo de los informativos y vivir como corresponde
nuestro tiempo de silencio. Todos los
años tenemos por costumbre algunos de mi
curso reunirnos en Arévalo previa visita a la Virgen de las Angustias ante cuya
imagen se prosternó otrora nuestra Reina
y genuflexión ante la tumba de María de Guevara la protectora de San Ignacio.
Un padre nuestro a las Benditas Animas por los fallecidos del grupo que la
muerte va clareando las filas del consorcio de los antiguos curillas y ya les
hemos cantado el gorigori a muchos.
Luego comida en la Pinilla tostón del bueno y
regado con los mejores caldos de las Morañas. Para a media tarde largarnos a
una iglesia de un pueblo cercano cuyo nombre no diré. Allá cantamos
la Passio a tres voces con gran solemnidad en fa bordón y con esa majestuosidad
del canto llano que deja a Mozart a la altura del zapato y lo siento por lo que
piensen algunos melómanos pero aquí el espíritu está por encima de la letra. Y
en música cuanto más sencillo mejor y no lo toquéis más que así es la rosa.
Creo que ningún texto salido de la
pluma de hombre supera la divinidad de este pasaje de San Juan en el que se
alcanzan cimas narrativas nunca superadas. Nosotros al recitar la monodia de
los versículos nos sentimos como en una nube. Milenaria cantinela llena de
penetración psicológica, de misericordia y de perdón en que se cuenta un hecho
histórico que ahora la corrección política trata de negar o amañar a su propia
conveniencia.
Es la fuerza en el maravilloso pathos
calado de concisión y de agilidad diacrónica del latín elevada a la enésima
potencia y no el latín clásico sino una lengua muy posterior el que fue lengua
franca de la iglesia del medievo pero la melodía entra en simbiosis con el
canon recitativo y luego están los tres tonos: el tenor del cronista, el
contralto de la vox populi, de Pilatos, el Sanedrín, Pilatos, el Buen Ladrón, y
el bajo del que personifica al Maestro. Durante toda la edad media solía
cantarse a la cuaresma en los atrios de las iglesias. La pasión caló
profundamente en el alma del pueblo, fue fuente de inspiración del arte popular
y los diferentes pasos quedaron plasmados en las tallas de los imagineros. Se
trata de un hecho central de la historia humana que no admite ni claudicaciones
ni concesiones. Hay un pasaje al final de esta narración en que el evangelista
cuenta cómo José de Arimatea el discípulo oculto de Jesús y que se había
mantenido a distancia de los acontemientos
“propter metum Judeorum” (por
miedo a los judíos) a pedirle le entregue el cuerpo del Señor para
embalsamarlo. Ese miedo electriza a toda la historia y es muy de hoy. Cristo se
sublevó contra él y llamaba gallinas a sus discípulos, hombres de poca fe. No tengáis
miedo. Pero a ver quien es el majo que
se atreve a ponerle el cascabel al gato; claro él era el Hijo de Dios y
nosotros pobres pecadores llenos de complejos y de respetos humanos y que para
colmo tenemos todos los días que comer. Antes cuando los obispos gastaban mitra
y nadie se atrevía a cortarles las ínfulas de por detrás o el báculo doctoral
este miedo esa sensación de canguelo ante las fuerzas oscuras y el qué dirán
pero ya quedan comos prelados de la talla de un Gelmirez y aquí lo que tenemos
es al tal Blaquez por ejemplo que hace encaje de bolillos para contemporizar y
adobarlo todo para que el arrebatado Bedoya desde las páginas de su órgano
diario les dé su aprobación y no los excomulgue a los de la conferencia
episcopal. Aquí está la esclava del Señor.
Pues muy bien. Pero antes no era así.
Pedro vacila al caminar sobre las aguas y se escucha el grito que sonó por
primera vez en Tiberíades. Sálvanos Señor que perecemos y Él vuelve a castigar
nuestro encogimiento de hombres de poca fe.
Nosotros no sabemos si pertenecemos
al cupo de los de José de Arimatea más bien creo que sí pues en el grupo del discípulo
que tiró de navaja y le cortó la oreja a Malco en el huerto de los olivos creo
que no estamos. Hay mucho acurrucadillo en nuestras filas, otrora prietas y
hogaño en merma, pues no están los tiempos para muchas alacridades. Los hay
misacantanos otros que lo dejamos ya con la tonsura – no nos echaron fue una
opción nuestra- sobre nuestros occipucios. Tuvo la culpa alguna que otra
romería como aquella a la que nos largamos Pipe el sobrín del obispo de Oviedo
y yo de San Vicente de la Barquera.
Es una vida la que dejamos a nuestras espaldas
pues la mayor parte de nosotros estamos a punto de alcanzar la jubilación y
algún miembro del grupo vive ya de a hecho en la residencia sacerdotal, el
asilo de los curas y por último los hay que son abuelos y van por el tercer o
cuarto matrimonio. Nos une sin embargo frente a nuestra senectud y a la ceniza
y el pelo blanco que unge nuestras cabezas la fe moza y vivificante “ad Deum qui laetificat juventutem meam” (al
Dios que alegra nuestra juventud) de nuestro tiempo de ilusión alevín.
Claro que precisamente nuestra
debilidad y nuestras carencias lo que nos da fortaleza para no contemporizar
con alguna de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Y fue precisamente un
friolero y un acojonado – toda su vida tuvo miedo- como don Pío Baroja aquel al
que no faltaron arrestos para proclamar las verdades del barquero al
diagnosticar los males que nos aquejan pues aquí el separatismo siempre fue un
cáncer con muchas metástasis.
Por ejemplo, el gran escritor vasco siempre
fue del pensamiento que el problema catalán como en su día lo fue el portugués
es una cuestión judía que renace de vez en cuando pues en este país vamos sin
solución de continuidad desde la mierda hasta la guerra civil. Es el genio de
Avinareta que vuelve triscando por sus
fueros. Don Pío no era precisamente del bando de Arimatea. La piedra rechazada
por los arquitectos es elegida como roca basal. ¡Qué grande Baroja, qué
intuitivo, qué genial! Cuya biografía
recomiendo pues sus dichos mantienen una actualidad imperecedera y acaso
expliquen esa corona de espinas que el judío Carod, buen discípulo de Companys
otro del clan, responsable de nuestra guerra civil que trajo al pobre Azaña a
mal traer, nos ha pasado por el pico en
mimo sacrílego, sin que se hayan producido aquí trifulcas tan graves como las
de las viñetas del profeta, ni se haya procesado al irreverente pues los jueces
se lavan las manos como Pilatos. “Et in
hoc homine nullam invenio causam, etc” Tampoco el horno está para bollos
pues controlan el call de Gerona donde don Narcís nos toca el órgano y por las
noches nos ponen en antena a don Cesar
Vidal, un libro nuevo cada quince días oye ¿Cómo podrá? Pero aquí si no eres
del Sanedrín y no estás en su horma no te bautizas y están haciendo
maravillosamente la maniobra de la tenaza. Atacan por los dos flancos. Por la
izquierda y por la derecha lo que les convierte en poco menos que invencibles
aparte de temibles.
Al fin y al cabo Cristo es el abanderado
de nuestra libertad. “eleuteros” le llamaban los griegos (libertador). Así que
los de mi cuadrilla para desagraviar profanaciones como la del bueno de don
Carod con su cara de morsa nos reunimos a entonar la passio, a leer a don Pío y
a comer jalufo en la Pinilla. Que por cierto tal y como lo preparan en Arévalo
está riquísimo. Nos pusimos como gochos pero de este animal están bueno hasta los andares como se suele
decir. Los de mi cuadrilla somos godos, viejos creyentes, o “staroi vierushi”
como nos llaman los de la Ortodoxia. Empieza nuestra cuaresma, tiempo de
perdón. Humillemos nuestras cabezas.
01/03/2006
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