LA GUARDIA CIVIL CIEN AÑOS BAJO EL MANTO DEL PILAR
Suelo rezar en casa y no suelo asistir a las misas
vernáculas que exhalan para mí un tufillo protestante. Sin embargo, me gusta
los domingos seguir a través de Radio Nacional la liturgia dominical que dirige
y presenta un capuchino de hermosa voz y registros graves. El otro día la eucaristía
se ofició en la capilla del cuartel de la Batalla del Salado de la GC para
celebrar el centenario del patronato de la Virgen del Pilar sobre la Benemérita.
Hermosa liturgia oficiada por un capellán castrense jovencito. Un coro de
mujeres –guardias femeninos- cantó el Tomad Virgen Pura. Casi se me caen las lágrimas.
Fue Benedicto XV según creó el que firmó el Breve que convierte a Nuestra
Señora bajo la advocación de la Virgen del Pilar la que bajó a Zaragoza en
carne mortal para infundir ánimos al apóstol Santiago desalentado que no podía
con los españoles (algo de esto le debe de haber pasado al bueno de Ratzinger),
nuestra Pilarica, protectora del Cuerpo. Hacia 1858 por petición especial del
Duque de Ahumada Pío IX aceptó la demanda del fundador de nuestro glorioso
instituto. Pues bien, el padre capuchino al que me refiero que es hijo del
cuerpo como yo cuando estaba pronunciando la última parte de su homilía lo
cortaron en el micrófono sin aguardarse siquiera un segundo de demora a las
señales horarias y dar paso a un reportaje sobre la creación de un cementerio
judío en Madrid- Gallardón tiene vara alta- y a mí se me partió el alma por
semejante desacato. Me gustaría utilizar mi humilde blog para expresar mi
repugna a semejante desconsideración al buen fraile. Obtengo una conclusión:
que nuestros medios de comunicación los que pagamos los españoles con nuestros impuestos
están plagados de enanos. La misa dominical ha tratado de ser suprimida a
presiones indirectas del lobby judaico y el islamista. Por lo visto, escuchar
misa por la radio es un hábito franquista. Lo considero demoledor y una falta
de respeto a muchos españoles que seguimos contra viento y marea aferrados a
nuestra tradición católica. Virgen del Pilar, no nos abandones. No dejes a tus
queridos y sufridos guardias de tu mano. Dales el augusto albergue de tu manto
divino. Sientan tu protección.
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