Antesignarios y
lictores
Ojeo de vez en cuando los textos en latín en los que trabajé
mi adolescencia. La guerra de las Galias es uno de mis favoritos. Julio Cesar
me inspira la idea de que la vida es un perpetuo combate porque glosando a San
Pablo vita militia est y Gallia divisa est in partes tres quarum una…
etc.
Por mi mirada retrospectiva veo el tránsito de las legiones.
Delante marchan los lictores enarbolando el lábaro. PSQR. Pueblo senado y
ejército. Luego dando comparsa a los sagitarios o saeteros los antesignarios
primera fuerza de choque, casi todos ellos esclavos o mercenarios; eran los
primeros en sucumbir en la arremetida. La eterna y sufrida infantería (vélites, peditati) y luego las clades divididas en secciones o manípulos.
A continuación, cornetas y tambores.
Los centuriones vigilan las escuadras flotando al aire los
penachos de sus gáleas, las corazas labradas en cuero o en bronce en las que no
faltaban amuletos e imágenes de deidades particulares, un blindaje contra el
infortunio, pues muy supersticiosos eran los romanos pues el dardo que te ha de
matar nunca avisa.
Cubrían las partes nobles y el vientre con un coselete hecho
con túrdigas de camisa de boa o tiras de cuero macizo pero las piernas iban,
como se aprecia hoy en lanceros escoceses, al aire para dar libertad a los pies
alados que calzan las cáligas con correas.
Al cinto, la espada o gladium
y en la mano la framea o lanza. Vienen
mezclados con los funditores
mallorquines (honderos mallorquines que con una pedrada mataban a un hombre y
derribaban un caballo a la carrera, los triarios con sus venablos unos sobre la
aljaba y otros llevan las tragula o
dardos del tiro con arco. Si pertenecían a las filas de vanguardia, cabe los hastati, avanzaban con un harpagón o
gancho que clavaban en las almenas y a partir de ahí se iniciaba la peligrosa
escala del muro. Los primipilos o centuriones de la cohorte al frente de los
triarios cubrían a estos hábiles trepadores las espaldas a la hora de
encaramarse a la lucha cuerpo a cuerpo.
En gran parte la fuerza de las clades o clases alineadas en formación de combate son hispanos de
las tropas auxiliares a las que reforzaba las turmas o escuadrones de la
caballería germánica. En último término vienen los pontoneros que arrean reatas
de transporte máquinas de guerra como las torres de asalto o helipolis y al final
los acemileros ( res asinaria) con la
impedimenta. Víveres, pertrechos munición e indumenta
a base de pieles de buey y las cocinas transportadas a lomos de elefante es lo
que llevaban.
Al paso de las legiones se escuchaban gritos en todas las
lenguas del mundo porque los romanos manumitían de la esclavitud a los soldados
de los pueblos que conquistaban asimilándolos a su ejército.
Este vistoso desfile formaba parte del decursus o parada era una manifestación de fuerza a la vista de una
ciudad o campo enemigo.
Caminaban las legiones acompañadas por los clangores del
tambor (tympanum) y al son de las tubae (trompetas).
Cuando hay que tomar una ciudad fortificada las divisiones
se organizan en testudos (escudos blindados) que les protegen la cabeza de los
dardos defensivos y sobre todo de las derramas de aceite hirviendo, cuando el
ariete empezaba a golpear las puertas de la ciudad sitiada. los équites o
caballería cubren las alas y una multitud de fosores armados de pico y pala
para excavar trincheras lo que llama Cesar ad fodiendos puteos. Y en caso extremo para sepultar a los nuestros. Son
los cavadores sobre los que recae el peso estratégico del cerco a una fortaleza.
Fodere, cavar,
joder. Esa es la raíz semántica de la palabra que los españoles pronunciamos
cada dos por tres.
-Nos ha jodido…Mayo
Los curas de ahora creo que se han vuelto cerriles por resistir
a celebrar la misa de San Pío V desobedeciendo las órdenes del papa reinante. Una
pena también: que la gente no quiera saber nada del latín la lengua que más
odian los hebreos desde el año 78 cuando las legiones de Tito arrasaron Jerusalén,
según Cristo profetizara, y los veteranos de aquella expedición se presentaron
en la Vía Apia como tributo o exvoto de
guerra, con un candelabro de siete brazos, así como con un grupo de prisioneros
judíos presentados al emperador Vespasiano como dones de conquista, según
explayan los frisos de la columna rostral de Trajano.
Porque al menos se hubieran enterado de la dimisión del
papa. El pontífice utilizó la lengua del Lacio para anunciar su retirada y sólo
lo supo una periodista italiana que se encontraba en la audiencia en el Vaticano.
Sólo esta aplicada latinista consiguió el scoop dejando en la estacada a los
sabuesos de la CNN y del periodismo anglosajón que parecen saberlo todo,
manejarlo todo, pero que en realidad son informadores de poco pelo. Ante la
elección de un nuevo obispo de Roma yo me pregunto angustiado sobre si la
conspiración universal logrará ganarle la batalla al Espíritu Santo y recuerdo
con añoranza aquellos tiempos en que traducía a Cesar bien pertrechado con el
Raimundo de Miguel y otros diccionarios en mi regazo.
En el fondo no he dejado de ser aquel estudiante de Retórica
el alma sonriente de utopía y lleno a de amor a la Iglesia al que la vida
vapuleó lo suyo. Sigo soñando en aquella utopía única ancla de amarre. Al fin y
al cabo tal vez sólo nos salvará la poesía. Hay que volver a la Guerra de las
Galias
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