SACERDOTE ASESINADO EN HUESCA
Miércoles, 12 de septiembre de 2012
El documento impresiona. La foto está tomada minutos antes de que este joven sacerdote capuchino y recién misacantano, fuese fusilado en las paredes del cementerio de una aldea cerca de Jaca. Había celebrado su primera misa en junio y era pleno agosto. Es una mirada potentísima. Mira para el objetivo casi como estuviera en el cielo ya. Los ojos claros del mozo lo dicen todo. Lo despojaron de sus vestiduras, quitaronle el hábito dejándolo en mangas de camisas para morir; la camisa sin cuello vuelto, como la de los campesinos y la de los clérigos de España. Esos ojos firmes pero serenos revelan ternura, bondad, presencia de ánimo y una cierta esperanza de que sus esbirros se apiadaran. Me llevan como oveja al matadero, parecen clamar los ojos del mártir.
El pelo revuelto y rubio y la barba pelirroja descubren los malos tratos, las injurias, las blasfemias que hubo de escuchar y los golpes de sus perseguidores de que fue objeto durante los interrogatorios cuando lo capturaron.
Tiene las manos en jarra, presenta un grano como un forúnculo en su frente despejada, no hay señales aparentes de vejámenes. Le planta cara a la muerte con serenidad pues debe de ser de la estirpe aragonesa de un paisano suyo, el diácono san Lorenzo, que estando incluso en la parrilla no perdía el sentido del humor cuando les gritaba a los verdugos que dieran media vuelta al cuarto asado. Tampoco el pundonor. Debía de saber que lo enviaban al paredón.
Como éste fueron más de 17.000 los sacerdotes, monjas y religiosos en España que fueron salvajemente torturados, humillados, pasados por las armas a manos de la cainita horda. Y echados a la gehena, a la fosa común. Un verdadero holocausto.
Moloch por aquellas fechas se mostraba sediento de sangre. No digo que en el otro bando tampoco se cometieran atropellos sobre todo en los primeros meses de la contienda pero acabada la guerra en el bando de Franco sólo se condenó a muerte a aquellos que tuvieran delitos de sangre. La instantánea se captó al amanecer. El sol pegaba ya en las bardas de los corrales de la muerte. No sabemos el nombre, ni la filiación ni otros detalles de su cautiverio que fue muy breve y sumario. Lo mataron porque era cura. Memoria histórica es también este rostro inocente fotografiado al parecer por Robert Cappa o uno de aquellos judíos que vinieron con sus tomavistas a la guerra de España. La sangre de los mártires es semilla de cristianos. La violencia es inane. No sirve para nada.
He aquí un sacrificio inútil. Se arrebató la vida a un español en la flor de la juventud. Han pasado tres cuartos de siglo de aquella vorágine de odio, sangre, destrucción, hambre, metralla y una de las causas que dieron lugar a la catástrofe o el fracaso de una democracia dirigida por una clase política parlera que no parlamentaria integrada por intelectuales y por gente que quería hacerse rica por la vía rápida, el separatismo de Cataluña y las Vascongadas permanecen latentes en esta España de 2012 tan atribulada y regida por una minoría de quirites instalados a los que les interesa más la economía y el medro personal más que el bien de la patria. A todos ellos se les va la fuerza por la boca. No hacen nada sino discursos.
Sin embargo, la entereza de este pobre fraile asesinado pagó con los hechos lo que otros dilapidaban en garrulerías pseudo-democráticas. Ningún tribuno de la plebe de los de la camarilla de Azaña, Lerroux, Portela Valladares, Negrin y compañía, murió en el frente. Yo no sé cómo se llamaba. Le llamaremos Lorenzo o Ádito (el Agregado) que es como pusieron a uno de los innumerables de la legión tebana por desconocerse su partida de nacimiento. El cónsul le añadió a la lista como “A d d i t u s”. Lo que sí sé es que dio la vida por Cristo. Me lo dice esa mirada iluminada de piedad y de perdón. No murió en vano gritando Viva Cristo Rey. Arriba España. Hoy la masonería alejándose de su brutalidad prístina tiene otros métodos más suaves pero no por ellos menos contundentes a la hora de acabar con la Iglesia y descuartizar a mi patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario