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lunes, 26 de septiembre de 2011

benedicto xvi peregrina a canossa

CONTRA EL CELIBATO Y EL ESCÁNDALO

Una nueva peregrinación a Canosa. El Papa viaja a Alemania y en Erfurt patria de Lutero se reúne con el gran imán y el gran rabino, abraza al obispo protestante. Ah Lutero un fraile genial que en su crítica al papado en sus 99 tesis hincadas a las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg la “clavó” pero estaba poseído del diablo. Su rebelión hizo correr la sangre por los campos de batallas de Europa en absurdas guerras de religión. Era verdad: la primacía del obispo de Roma era un convencionalismo y como tal no está en los Santos Evangelios. Obedeció a las exigencias políticas de Carlomagno fundador del Sacro Imperio. San Juan de Letrán era una corte pagana donde pululaban cardenales simoníacos y de donde venían los bulderos a predicar las Indulgencias. Con dinero podía comprarse vida eterna. Roma nido de efebos y de meretrices. Este agustino imbuido de esa soberbia típica de los eclesiástico, ese corazón de piedra ante las miserias humanas, llevaba razón en el fondo. Erró en las formas. Desnudó los altares y obnubilado por las epístolas de San Pablo quiso reformar la Iglesia a palo seco. Nuda Escritura. No sabía que el depósito de la fe es obra de la tradición, de los cantos, de la belleza, de la arquitectura, de los misales, de las epactas y de los ornamentos.

CATALINA BORA

 Sin misterio no hay religión. Creía que Dios era alemán y al introducir la lengua vernácula en el ritual el protestantismo ganó eficiencia pero perdió universalidad. Hoy arde en el infierno en compañía de Catalina Bora la monja a la que amó y otros heresiarcas: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII. Alemania otra vez. Los españoles mandamos nuestros tercios a Flandes y con nuestra sangre bajo el cetro y la espada de Cesar efundimos con generosidad nuestra sangre para defender al papa de las rapacidades del elector de Sajonia y aquellos malditos frailes. Pero Lutero puso el dedo en la llaga. Su orgullo le obnubiló, desconocía que había otra Iglesia legitima heredera de los apóstoles que cantaba los kyries en Constantinopla y el turco la degolló. El heresiarca de Erfurt fue demasiado lejos. Hoy esa Iglesia que está viva en Rusia, en el Este y en todo oriente medio puede ser la salvación de una Roma que acusa el pavor de la deserción, de los seminarios vacíos, las feligresías que menguan y de los jóvenes alejados de la Iglesia, aparte de los escándalos sexuales que vamos a tratar aquí y que abordo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales de la Iglesia”. Creo que la primera autoridad del catolicismo me está dando la razón.
 La solución no está en la infalibilidad papal, el dogmatismo, sino la vuelta al episcopado, la dirección colegiada, la renovación litúrgica y un acto de contrición. Volver a la sencillez y grandeza del Credo Niceo. Nuestro símbolo de la fe. Suprimir las conferencias episcopales y resucitar el concilio o los sinodales magistral fórmula de administración jurídico que los ortodoxos conservan al igual que la liturgia en todo su esplendor y de símbolos sacramentales. Un regreso al protestantismo o la vuelta a la sinagoga que han preconizado los dos últimos obispos de Roma puede ser un germen de destrucción ocasionada por la macrocefalia (una cabeza muy grande y un cuerpo pequeñito y menguante) y es que la Iglesia romana se ha politizado en demasía. Ama demasiado el poder desde el culto a la personalidad, del rebozo mediático y el afán de dineros.

CORRUPTELAS

 Nunca habla de Jesucristo este pontífice, aunque en sus discursos de vez en cuando suelta caer la palabra dios. ¿Es el bueno de Benedicto 16 un panteísta? Tampoco ni una mera alusión ni de pasada a los escándalos- en Alemania fueron una plaga ocasiónate de la gran desbandada precisamente cuando Ratzinger era arzobispo de Colonia- de los delitos sexuales:Corrupción de menores, homofilia ni al celibato eclesial que es la asignatura pendiente del clero romano. Que estigmatizaron a mucha gente, dejaron tarados de por vida a no pocos seminaristas y monaguillos, sembraron el dolor y la tristeza en infinidad de familias y fueron circunstancia desencadenante de adulterios y de gestaciones interrumpidas por parte de los clérigos y sus coimas. La jerarquía a este respecto barrió debajo de la alfombra y utilizó la táctica del ocultamiento y del “hush up”. Cuando el cura tenía un lío con una feligresa, sodomizaba al sacristán o le bajaba las bragas en la sacristía a una monja el obispo sencillamente se limitaba a mandar al interfecto a otra parroquia. La soberbia, la hipocresía y la carencia de sentimientos y de escrúpulos, la poca delicadeza, han sido los pecados mortales de esta poderosa Iglesia tan poco acorde con las normas evangélicas. Por eso su fundador alternaba con publicanos y pecadores y detestaba a los piadosos a los que decían Señor, Señor y habló claro y tajante: “es más difícil que un rico entre en el Reino que un camello con dos jorobas pase por el ojo de una aguja”.

JERARCAS

De espaldas al Calvario los jerarcas siempre estuvieron de parte del Gran Poder. Al menos, en la edad media en muchas diócesis del Sacro Imperio se reclamaba a los curas un “impuesto de putas”. Todos los curas tenían moza y la famosa ama de llaves cumplía las funciones de mujer del párroco sin tener necesidad de pasar por la vicaria. Juan Ruiz arcipreste de Hita estuvo once años a la sombra en el penal eclesiástico de San Torcaz por alzarse contra la imposición celibataria que incoara un pontífice de Aviñon. “Monseñor, nos quita las buenas para que nos vayamos con las malas” le escribió a su obispo.
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, que miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro”. Todos recordamos aquel chiste que se contaba en las fiestas de los pueblos. Llegó un obispo en visita pastoral e inspeccionando la casa rectoral donde vivía el arcipreste de aquel lugar no vio más que una cama grande de matrimonio. ¿ Cómo es eso, Dionisio que aquí hay únicamente un lecho para dos? Inquirió el prelado y don Dionisio con todo su candor le dijo: “No se preocupe su Ilustrísima. Ponemos una tabla entre medias de separación”. “¿Y qué hacen cuando viene la tentación?”. “Pues quitamos la tabla. No hay problema”.
 Hubertus Mynarek un cura alemán secularizado cuenta en su libro “eros y clero” la gran desbandada que se produjo en toda Europa después del concilio. Unos 400000 sacerdotes colgaron los hábitos. La causa principal, que la mayor parte no pudo atenerse a las leyes de la continencia. El celibato-declara Mynarek- contradice la ley natural. Engendrar, procrear  obedece al código genético de las hormonas del hombre pecador.  Pero la continencia impuesta a los sacerdotes-funcionarios es artificial. Una estipulación disciplinaria convencional. Concretamente el canon 2368 del Iuris Canonici.
Jesucristo nunca habló del sexo. Sólo condenó el pecado de escándalo y dijo que el que abandona al padre, a la madre o a la esposa para seguirle ganaría un puesto en el reino de los cielos.
Castrarse por amor a Cristo y en busca de la perfección es una virtud heroica asequible a muy pocos. El premio de los que abrazando la utopía andan a la procura del ideal. Sin embargo, la naturaleza humana siempre lastrará el peso de la carne. Únicamente suele llegar en la edad provecta. De ahí la sabia disposición de la primitiva de ordenar presbíteros a hombres de alguna edad. Es lo que significa “presbíteros” (ancianos) alguien que está más allá del circulo de las pasiones. Sólo se puede servir al altar con un corazón puro cuando haya pasado el ardor genésico. Por eso propongo en mi libro que aquellos seminaristas de entonces pero imbuidos de la juventud del salmo “Ad Deum qui laetificat juventutem meam” pudieran disfrutar de una alegre “vejentud”. Sería una manera de devolverles la dignidad y la honra que les arrebataron.

NO LO HAN QUERIDO RECONOCER

 La iglesia católica moderna no ha querido reconocerlo. Por lo que un voto de continencia a los 22 años en un varón normal representa muchos peligros. En el caso de los invertidos el sacerdocio siempre constituyó un paraguas bajo el que se esconden homofílicos, paidófilos, escribe Mynarek. Según este sacerdote alemán secularizado, el confesionario por desgracia no es el tribunal de la penitencia sino un rincón morboso donde se cuchichean asquerosidades y una garita desde la cual ciertos confesores han caído en el abominable pecado de la solicitación de sus confesadas. Conocí al penitenciario de una antigua colegiata española cuyas inquisiciones a sus penitentes sobre todo mujeres bordeaban la delectación morbosa. Porque decía que no se peca en el mismo grado contra el sexto mandamiento si tu novio te besa a rosca. La gravedad de materia depende de los centímetros de lengua que el ardoroso amante introduzca en la boca de su prójima y no es lo mismo un coito que se realiza quitándose el sostén y el camisón o el acto se realiza a pelo. Aquel confesor se sabía al dedillo el derecho canónigo pero sus procacidades asustaban a muchas de sus pupilas. Para evitar el asqueroso morbo que ofenden a la dignidad de una mujer no sería mala cosa que el sacramento de la confesión fuese administrado por diaconisas que sólo podrían absolver a mujeres. De la misma manera que un policía masculino no cachea a una presunta delincuente, tarea que suele realizarse por policías del genero femenino así grandes males ocasionados en el confesionario podrían evitarse si los varones “descargan el saco” con sacerdotes y las mujeres con diaconizas. Ese cajón ha servido no pocas veces en lugar de solicitación y del reclinatorio a la cama. Los curas polacos para los que el celibato nunca representó gran problema ya que en aquel país muchas señoras tienen a gala acostarse con un sacerdote y darle un hijo aunque sea bastardo había tres palabras que orientaban la vida de un párroco koreck (el tapón de la botella) woreck (los dineros del cepillo) y rozporek (mujeres y sexo).

TRAUMAS

Estas deficiencias en la orientación sexual y psicológica desencadenarían verdaderos traumas en el alma de los que se educaron en colegios religiosos o seminarios: complejos de culpa, hipertrofia, inseguridades de todo tipo, una espiritualidad ñoña a fuer de ridícula, borracheras místicas –no pocos de aquellos ex no pudieron superarlos y se dieron al alcohol- neurosis eclesiógenas emanadas de la formación recibida en el que la desviación del instinto generó válvulas de sustitución, señala Mynarek.
Las heridas dejaron una cicatriz indeleble. Y todo por esa obsesión sexual que fue el caldo de cultivo de la mariconería en estos institutos de formación religiosa. Un espacio cerrado con muchos adolescentes a los que les explotan las neuronas y sus torrentes sanguíneos son un mar de testosterona al faltar la hembra sienten la atracción efébica. Es un hecho natural e insoslayable. En la iglesia antigua, dice el autor, se desconocían tales aberraciones que son endémicas en la iglesia actual. Y es que los cánones referentes al celibato nunca se incoaron hasta el Concilio de Trento y aún así la norma fue trasgredida abondo por muchos cleritos. De la masturbación y el onanismo mejor no hablar.

SINEISACTENTUM
 En la iglesia primitiva, la hispano visigótica, la merovingia y la irlandesa los sacerdotes no eran solteros y hasta los monjes del desierto  para aplacar el ardor de los sentidos, para no volverse locos y dejar la vida eremita practicaban una especie de amor platónico el sineisactentum que consistía en permitir que una mujer les visitase en la cueva siendo su compañera espiritual. San Jerónimo por ejemplo vivía con una amiga. San Frutos se santificó en la Pedriza segoviana en compañía de su hijo Valentin y su esposa Engracia. Hasta la fundación de Montecasino y la llegada de los benedictinos en toda la cristiandad los monasterios eran mixtos. Ocurrió en los cenobios asturianos y de las Batuecas de rito hispano mozárabe como en Liébana, Prámaro en San Martín de Luiña, San Martín de Oscos, Pravia y todos los del “asturianum conventum”. Y se mantienen aun hoy en Rusia que mantiene comunidades de orantes bastante florecientes y algunas son mixtas. Y es que el cristianismo no es o no debe ser un asunto de enaguas o de problemas de bragueta. Ahora bien en sus prevenciones antifeministas – a la mujer no se la empezó a dar importancia hasta el Renacimiento, los judíos y los griegos decían que la mujer carecía de alma- acuñado en la máxima escolástica mulieri non est credendum, la Iglesia egoísta y sabiamente se curó en salud y se libró de no pocos pleitos al alejarlas del altar.
 San Pablo el fundador de todo esto mandaba callarlas en la sinagoga, Taceat mulier en synagoga. Hablaba entonces el apóstol como un hebreo helenizante.
¡Ay Eva! Por ti entró el pecado en el mundo y ahí tenemos al padre Danielou eminente teólogo que sufrió un infarto el año 1974 cuando subía las escaleras de una casa de cita en el barrio de Pigalle. O al papa León IX que murió “on the job” como dicen los ingleses. Casados o solteros la cosa no tiene enmienda. Sólo nos salvará el amor. El amor de Cristo. Eso es lo único importante.  En esta tesis que le llevó a la justificación por la fe Lutero tampoco andaba muy descaminado de la verdad. Ojalá hubiese sido italiano en vez de  un alemanote de genio diabólico

benedicto xvi peregrina a canossa

CONTRA EL CELIBATO Y EL ESCÁNDALO

Una nueva peregrinación a Canosa. El Papa viaja a Alemania y en Erfurt patria de Lutero se reúne con el gran imán y el gran rabino, abraza al obispo protestante. Ah Lutero un fraile genial que en su crítica al papado en sus 99 tesis hincadas a las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg la “clavó” pero estaba poseído del diablo. Su rebelión hizo correr la sangre por los campos de batallas de Europa en absurdas guerras de religión. Era verdad: la primacía del obispo de Roma era un convencionalismo y como tal no está en los Santos Evangelios. Obedeció a las exigencias políticas de Carlomagno fundador del Sacro Imperio. San Juan de Letrán era una corte pagana donde pululaban cardenales simoníacos y de donde venían los bulderos a predicar las Indulgencias. Con dinero podía comprarse vida eterna. Roma nido de efebos y de meretrices. Este agustino imbuido de esa soberbia típica de los eclesiástico, ese corazón de piedra ante las miserias humanas, llevaba razón en el fondo. Erró en las formas. Desnudó los altares y obnubilado por las epístolas de San Pablo quiso reformar la Iglesia a palo seco. Nuda Escritura. No sabía que el depósito de la fe es obra de la tradición, de los cantos, de la belleza, de la arquitectura, de los misales, de las epactas y de los ornamentos.

CATALINA BORA

 Sin misterio no hay religión. Creía que Dios era alemán y al introducir la lengua vernácula en el ritual el protestantismo ganó eficiencia pero perdió universalidad. Hoy arde en el infierno en compañía de Catalina Bora la monja a la que amó y otros heresiarcas: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII. Alemania otra vez. Los españoles mandamos nuestros tercios a Flandes y con nuestra sangre bajo el cetro y la espada de Cesar efundimos con generosidad nuestra sangre para defender al papa de las rapacidades del elector de Sajonia y aquellos malditos frailes. Pero Lutero puso el dedo en la llaga. Su orgullo le obnubiló, desconocía que había otra Iglesia legitima heredera de los apóstoles que cantaba los kyries en Constantinopla y el turco la degolló. El heresiarca de Erfurt fue demasiado lejos. Hoy esa Iglesia que está viva en Rusia, en el Este y en todo oriente medio puede ser la salvación de una Roma que acusa el pavor de la deserción, de los seminarios vacíos, las feligresías que menguan y de los jóvenes alejados de la Iglesia, aparte de los escándalos sexuales que vamos a tratar aquí y que abordo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales de la Iglesia”. Creo que la primera autoridad del catolicismo me está dando la razón.
 La solución no está en la infalibilidad papal, el dogmatismo, sino la vuelta al episcopado, la dirección colegiada, la renovación litúrgica y un acto de contrición. Volver a la sencillez y grandeza del Credo Niceo. Nuestro símbolo de la fe. Suprimir las conferencias episcopales y resucitar el concilio o los sinodales magistral fórmula de administración jurídico que los ortodoxos conservan al igual que la liturgia en todo su esplendor y de símbolos sacramentales. Un regreso al protestantismo o la vuelta a la sinagoga que han preconizado los dos últimos obispos de Roma puede ser un germen de destrucción ocasionada por la macrocefalia (una cabeza muy grande y un cuerpo pequeñito y menguante) y es que la Iglesia romana se ha politizado en demasía. Ama demasiado el poder desde el culto a la personalidad, del rebozo mediático y el afán de dineros.

CORRUPTELAS

 Nunca habla de Jesucristo este pontífice, aunque en sus discursos de vez en cuando suelta caer la palabra dios. ¿Es el bueno de Benedicto 16 un panteísta? Tampoco ni una mera alusión ni de pasada a los escándalos- en Alemania fueron una plaga ocasiónate de la gran desbandada precisamente cuando Ratzinger era arzobispo de Colonia- de los delitos sexuales:Corrupción de menores, homofilia ni al celibato eclesial que es la asignatura pendiente del clero romano. Que estigmatizaron a mucha gente, dejaron tarados de por vida a no pocos seminaristas y monaguillos, sembraron el dolor y la tristeza en infinidad de familias y fueron circunstancia desencadenante de adulterios y de gestaciones interrumpidas por parte de los clérigos y sus coimas. La jerarquía a este respecto barrió debajo de la alfombra y utilizó la táctica del ocultamiento y del “hush up”. Cuando el cura tenía un lío con una feligresa, sodomizaba al sacristán o le bajaba las bragas en la sacristía a una monja el obispo sencillamente se limitaba a mandar al interfecto a otra parroquia. La soberbia, la hipocresía y la carencia de sentimientos y de escrúpulos, la poca delicadeza, han sido los pecados mortales de esta poderosa Iglesia tan poco acorde con las normas evangélicas. Por eso su fundador alternaba con publicanos y pecadores y detestaba a los piadosos a los que decían Señor, Señor y habló claro y tajante: “es más difícil que un rico entre en el Reino que un camello con dos jorobas pase por el ojo de una aguja”.

JERARCAS

De espaldas al Calvario los jerarcas siempre estuvieron de parte del Gran Poder. Al menos, en la edad media en muchas diócesis del Sacro Imperio se reclamaba a los curas un “impuesto de putas”. Todos los curas tenían moza y la famosa ama de llaves cumplía las funciones de mujer del párroco sin tener necesidad de pasar por la vicaria. Juan Ruiz arcipreste de Hita estuvo once años a la sombra en el penal eclesiástico de San Torcaz por alzarse contra la imposición celibataria que incoara un pontífice de Aviñon. “Monseñor, nos quita las buenas para que nos vayamos con las malas” le escribió a su obispo.
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, que miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro”. Todos recordamos aquel chiste que se contaba en las fiestas de los pueblos. Llegó un obispo en visita pastoral e inspeccionando la casa rectoral donde vivía el arcipreste de aquel lugar no vio más que una cama grande de matrimonio. ¿ Cómo es eso, Dionisio que aquí hay únicamente un lecho para dos? Inquirió el prelado y don Dionisio con todo su candor le dijo: “No se preocupe su Ilustrísima. Ponemos una tabla entre medias de separación”. “¿Y qué hacen cuando viene la tentación?”. “Pues quitamos la tabla. No hay problema”.
 Hubertus Mynarek un cura alemán secularizado cuenta en su libro “eros y clero” la gran desbandada que se produjo en toda Europa después del concilio. Unos 400000 sacerdotes colgaron los hábitos. La causa principal, que la mayor parte no pudo atenerse a las leyes de la continencia. El celibato-declara Mynarek- contradice la ley natural. Engendrar, procrear  obedece al código genético de las hormonas del hombre pecador.  Pero la continencia impuesta a los sacerdotes-funcionarios es artificial. Una estipulación disciplinaria convencional. Concretamente el canon 2368 del Iuris Canonici.
Jesucristo nunca habló del sexo. Sólo condenó el pecado de escándalo y dijo que el que abandona al padre, a la madre o a la esposa para seguirle ganaría un puesto en el reino de los cielos.
Castrarse por amor a Cristo y en busca de la perfección es una virtud heroica asequible a muy pocos. El premio de los que abrazando la utopía andan a la procura del ideal. Sin embargo, la naturaleza humana siempre lastrará el peso de la carne. Únicamente suele llegar en la edad provecta. De ahí la sabia disposición de la primitiva de ordenar presbíteros a hombres de alguna edad. Es lo que significa “presbíteros” (ancianos) alguien que está más allá del circulo de las pasiones. Sólo se puede servir al altar con un corazón puro cuando haya pasado el ardor genésico. Por eso propongo en mi libro que aquellos seminaristas de entonces pero imbuidos de la juventud del salmo “Ad Deum qui laetificat juventutem meam” pudieran disfrutar de una alegre “vejentud”. Sería una manera de devolverles la dignidad y la honra que les arrebataron.

NO LO HAN QUERIDO RECONOCER

 La iglesia católica moderna no ha querido reconocerlo. Por lo que un voto de continencia a los 22 años en un varón normal representa muchos peligros. En el caso de los invertidos el sacerdocio siempre constituyó un paraguas bajo el que se esconden homofílicos, paidófilos, escribe Mynarek. Según este sacerdote alemán secularizado, el confesionario por desgracia no es el tribunal de la penitencia sino un rincón morboso donde se cuchichean asquerosidades y una garita desde la cual ciertos confesores han caído en el abominable pecado de la solicitación de sus confesadas. Conocí al penitenciario de una antigua colegiata española cuyas inquisiciones a sus penitentes sobre todo mujeres bordeaban la delectación morbosa. Porque decía que no se peca en el mismo grado contra el sexto mandamiento si tu novio te besa a rosca. La gravedad de materia depende de los centímetros de lengua que el ardoroso amante introduzca en la boca de su prójima y no es lo mismo un coito que se realiza quitándose el sostén y el camisón o el acto se realiza a pelo. Aquel confesor se sabía al dedillo el derecho canónigo pero sus procacidades asustaban a muchas de sus pupilas. Para evitar el asqueroso morbo que ofenden a la dignidad de una mujer no sería mala cosa que el sacramento de la confesión fuese administrado por diaconisas que sólo podrían absolver a mujeres. De la misma manera que un policía masculino no cachea a una presunta delincuente, tarea que suele realizarse por policías del genero femenino así grandes males ocasionados en el confesionario podrían evitarse si los varones “descargan el saco” con sacerdotes y las mujeres con diaconizas. Ese cajón ha servido no pocas veces en lugar de solicitación y del reclinatorio a la cama. Los curas polacos para los que el celibato nunca representó gran problema ya que en aquel país muchas señoras tienen a gala acostarse con un sacerdote y darle un hijo aunque sea bastardo había tres palabras que orientaban la vida de un párroco koreck (el tapón de la botella) woreck (los dineros del cepillo) y rozporek (mujeres y sexo).

TRAUMAS

Estas deficiencias en la orientación sexual y psicológica desencadenarían verdaderos traumas en el alma de los que se educaron en colegios religiosos o seminarios: complejos de culpa, hipertrofia, inseguridades de todo tipo, una espiritualidad ñoña a fuer de ridícula, borracheras místicas –no pocos de aquellos ex no pudieron superarlos y se dieron al alcohol- neurosis eclesiógenas emanadas de la formación recibida en el que la desviación del instinto generó válvulas de sustitución, señala Mynarek.
Las heridas dejaron una cicatriz indeleble. Y todo por esa obsesión sexual que fue el caldo de cultivo de la mariconería en estos institutos de formación religiosa. Un espacio cerrado con muchos adolescentes a los que les explotan las neuronas y sus torrentes sanguíneos son un mar de testosterona al faltar la hembra sienten la atracción efébica. Es un hecho natural e insoslayable. En la iglesia antigua, dice el autor, se desconocían tales aberraciones que son endémicas en la iglesia actual. Y es que los cánones referentes al celibato nunca se incoaron hasta el Concilio de Trento y aún así la norma fue trasgredida abondo por muchos cleritos. De la masturbación y el onanismo mejor no hablar.

SINEISACTENTUM
 En la iglesia primitiva, la hispano visigótica, la merovingia y la irlandesa los sacerdotes no eran solteros y hasta los monjes del desierto  para aplacar el ardor de los sentidos, para no volverse locos y dejar la vida eremita practicaban una especie de amor platónico el sineisactentum que consistía en permitir que una mujer les visitase en la cueva siendo su compañera espiritual. San Jerónimo por ejemplo vivía con una amiga. San Frutos se santificó en la Pedriza segoviana en compañía de su hijo Valentin y su esposa Engracia. Hasta la fundación de Montecasino y la llegada de los benedictinos en toda la cristiandad los monasterios eran mixtos. Ocurrió en los cenobios asturianos y de las Batuecas de rito hispano mozárabe como en Liébana, Prámaro en San Martín de Luiña, San Martín de Oscos, Pravia y todos los del “asturianum conventum”. Y se mantienen aun hoy en Rusia que mantiene comunidades de orantes bastante florecientes y algunas son mixtas. Y es que el cristianismo no es o no debe ser un asunto de enaguas o de problemas de bragueta. Ahora bien en sus prevenciones antifeministas – a la mujer no se la empezó a dar importancia hasta el Renacimiento, los judíos y los griegos decían que la mujer carecía de alma- acuñado en la máxima escolástica mulieri non est credendum, la Iglesia egoísta y sabiamente se curó en salud y se libró de no pocos pleitos al alejarlas del altar.
 San Pablo el fundador de todo esto mandaba callarlas en la sinagoga, Taceat mulier en synagoga. Hablaba entonces el apóstol como un hebreo helenizante.
¡Ay Eva! Por ti entró el pecado en el mundo y ahí tenemos al padre Danielou eminente teólogo que sufrió un infarto el año 1974 cuando subía las escaleras de una casa de cita en el barrio de Pigalle. O al papa León IX que murió “on the job” como dicen los ingleses. Casados o solteros la cosa no tiene enmienda. Sólo nos salvará el amor. El amor de Cristo. Eso es lo único importante.  En esta tesis que le llevó a la justificación por la fe Lutero tampoco andaba muy descaminado de la verdad. Ojalá hubiese sido italiano en vez de  un alemanote de genio diabólico

benedicto xvi peregrina a canossa

CONTRA EL CELIBATO Y EL ESCÁNDALO

Una nueva peregrinación a Canosa. El Papa viaja a Alemania y en Erfurt patria de Lutero se reúne con el gran imán y el gran rabino, abraza al obispo protestante. Ah Lutero un fraile genial que en su crítica al papado en sus 99 tesis hincadas a las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg la “clavó” pero estaba poseído del diablo. Su rebelión hizo correr la sangre por los campos de batallas de Europa en absurdas guerras de religión. Era verdad: la primacía del obispo de Roma era un convencionalismo y como tal no está en los Santos Evangelios. Obedeció a las exigencias políticas de Carlomagno fundador del Sacro Imperio. San Juan de Letrán era una corte pagana donde pululaban cardenales simoníacos y de donde venían los bulderos a predicar las Indulgencias. Con dinero podía comprarse vida eterna. Roma nido de efebos y de meretrices. Este agustino imbuido de esa soberbia típica de los eclesiástico, ese corazón de piedra ante las miserias humanas, llevaba razón en el fondo. Erró en las formas. Desnudó los altares y obnubilado por las epístolas de San Pablo quiso reformar la Iglesia a palo seco. Nuda Escritura. No sabía que el depósito de la fe es obra de la tradición, de los cantos, de la belleza, de la arquitectura, de los misales, de las epactas y de los ornamentos.

CATALINA BORA

 Sin misterio no hay religión. Creía que Dios era alemán y al introducir la lengua vernácula en el ritual el protestantismo ganó eficiencia pero perdió universalidad. Hoy arde en el infierno en compañía de Catalina Bora la monja a la que amó y otros heresiarcas: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII. Alemania otra vez. Los españoles mandamos nuestros tercios a Flandes y con nuestra sangre bajo el cetro y la espada de Cesar efundimos con generosidad nuestra sangre para defender al papa de las rapacidades del elector de Sajonia y aquellos malditos frailes. Pero Lutero puso el dedo en la llaga. Su orgullo le obnubiló, desconocía que había otra Iglesia legitima heredera de los apóstoles que cantaba los kyries en Constantinopla y el turco la degolló. El heresiarca de Erfurt fue demasiado lejos. Hoy esa Iglesia que está viva en Rusia, en el Este y en todo oriente medio puede ser la salvación de una Roma que acusa el pavor de la deserción, de los seminarios vacíos, las feligresías que menguan y de los jóvenes alejados de la Iglesia, aparte de los escándalos sexuales que vamos a tratar aquí y que abordo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales de la Iglesia”. Creo que la primera autoridad del catolicismo me está dando la razón.
 La solución no está en la infalibilidad papal, el dogmatismo, sino la vuelta al episcopado, la dirección colegiada, la renovación litúrgica y un acto de contrición. Volver a la sencillez y grandeza del Credo Niceo. Nuestro símbolo de la fe. Suprimir las conferencias episcopales y resucitar el concilio o los sinodales magistral fórmula de administración jurídico que los ortodoxos conservan al igual que la liturgia en todo su esplendor y de símbolos sacramentales. Un regreso al protestantismo o la vuelta a la sinagoga que han preconizado los dos últimos obispos de Roma puede ser un germen de destrucción ocasionada por la macrocefalia (una cabeza muy grande y un cuerpo pequeñito y menguante) y es que la Iglesia romana se ha politizado en demasía. Ama demasiado el poder desde el culto a la personalidad, del rebozo mediático y el afán de dineros.

CORRUPTELAS

 Nunca habla de Jesucristo este pontífice, aunque en sus discursos de vez en cuando suelta caer la palabra dios. ¿Es el bueno de Benedicto 16 un panteísta? Tampoco ni una mera alusión ni de pasada a los escándalos- en Alemania fueron una plaga ocasiónate de la gran desbandada precisamente cuando Ratzinger era arzobispo de Colonia- de los delitos sexuales:Corrupción de menores, homofilia ni al celibato eclesial que es la asignatura pendiente del clero romano. Que estigmatizaron a mucha gente, dejaron tarados de por vida a no pocos seminaristas y monaguillos, sembraron el dolor y la tristeza en infinidad de familias y fueron circunstancia desencadenante de adulterios y de gestaciones interrumpidas por parte de los clérigos y sus coimas. La jerarquía a este respecto barrió debajo de la alfombra y utilizó la táctica del ocultamiento y del “hush up”. Cuando el cura tenía un lío con una feligresa, sodomizaba al sacristán o le bajaba las bragas en la sacristía a una monja el obispo sencillamente se limitaba a mandar al interfecto a otra parroquia. La soberbia, la hipocresía y la carencia de sentimientos y de escrúpulos, la poca delicadeza, han sido los pecados mortales de esta poderosa Iglesia tan poco acorde con las normas evangélicas. Por eso su fundador alternaba con publicanos y pecadores y detestaba a los piadosos a los que decían Señor, Señor y habló claro y tajante: “es más difícil que un rico entre en el Reino que un camello con dos jorobas pase por el ojo de una aguja”.

JERARCAS

De espaldas al Calvario los jerarcas siempre estuvieron de parte del Gran Poder. Al menos, en la edad media en muchas diócesis del Sacro Imperio se reclamaba a los curas un “impuesto de putas”. Todos los curas tenían moza y la famosa ama de llaves cumplía las funciones de mujer del párroco sin tener necesidad de pasar por la vicaria. Juan Ruiz arcipreste de Hita estuvo once años a la sombra en el penal eclesiástico de San Torcaz por alzarse contra la imposición celibataria que incoara un pontífice de Aviñon. “Monseñor, nos quita las buenas para que nos vayamos con las malas” le escribió a su obispo.
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, que miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro”. Todos recordamos aquel chiste que se contaba en las fiestas de los pueblos. Llegó un obispo en visita pastoral e inspeccionando la casa rectoral donde vivía el arcipreste de aquel lugar no vio más que una cama grande de matrimonio. ¿ Cómo es eso, Dionisio que aquí hay únicamente un lecho para dos? Inquirió el prelado y don Dionisio con todo su candor le dijo: “No se preocupe su Ilustrísima. Ponemos una tabla entre medias de separación”. “¿Y qué hacen cuando viene la tentación?”. “Pues quitamos la tabla. No hay problema”.
 Hubertus Mynarek un cura alemán secularizado cuenta en su libro “eros y clero” la gran desbandada que se produjo en toda Europa después del concilio. Unos 400000 sacerdotes colgaron los hábitos. La causa principal, que la mayor parte no pudo atenerse a las leyes de la continencia. El celibato-declara Mynarek- contradice la ley natural. Engendrar, procrear  obedece al código genético de las hormonas del hombre pecador.  Pero la continencia impuesta a los sacerdotes-funcionarios es artificial. Una estipulación disciplinaria convencional. Concretamente el canon 2368 del Iuris Canonici.
Jesucristo nunca habló del sexo. Sólo condenó el pecado de escándalo y dijo que el que abandona al padre, a la madre o a la esposa para seguirle ganaría un puesto en el reino de los cielos.
Castrarse por amor a Cristo y en busca de la perfección es una virtud heroica asequible a muy pocos. El premio de los que abrazando la utopía andan a la procura del ideal. Sin embargo, la naturaleza humana siempre lastrará el peso de la carne. Únicamente suele llegar en la edad provecta. De ahí la sabia disposición de la primitiva de ordenar presbíteros a hombres de alguna edad. Es lo que significa “presbíteros” (ancianos) alguien que está más allá del circulo de las pasiones. Sólo se puede servir al altar con un corazón puro cuando haya pasado el ardor genésico. Por eso propongo en mi libro que aquellos seminaristas de entonces pero imbuidos de la juventud del salmo “Ad Deum qui laetificat juventutem meam” pudieran disfrutar de una alegre “vejentud”. Sería una manera de devolverles la dignidad y la honra que les arrebataron.

NO LO HAN QUERIDO RECONOCER

 La iglesia católica moderna no ha querido reconocerlo. Por lo que un voto de continencia a los 22 años en un varón normal representa muchos peligros. En el caso de los invertidos el sacerdocio siempre constituyó un paraguas bajo el que se esconden homofílicos, paidófilos, escribe Mynarek. Según este sacerdote alemán secularizado, el confesionario por desgracia no es el tribunal de la penitencia sino un rincón morboso donde se cuchichean asquerosidades y una garita desde la cual ciertos confesores han caído en el abominable pecado de la solicitación de sus confesadas. Conocí al penitenciario de una antigua colegiata española cuyas inquisiciones a sus penitentes sobre todo mujeres bordeaban la delectación morbosa. Porque decía que no se peca en el mismo grado contra el sexto mandamiento si tu novio te besa a rosca. La gravedad de materia depende de los centímetros de lengua que el ardoroso amante introduzca en la boca de su prójima y no es lo mismo un coito que se realiza quitándose el sostén y el camisón o el acto se realiza a pelo. Aquel confesor se sabía al dedillo el derecho canónigo pero sus procacidades asustaban a muchas de sus pupilas. Para evitar el asqueroso morbo que ofenden a la dignidad de una mujer no sería mala cosa que el sacramento de la confesión fuese administrado por diaconisas que sólo podrían absolver a mujeres. De la misma manera que un policía masculino no cachea a una presunta delincuente, tarea que suele realizarse por policías del genero femenino así grandes males ocasionados en el confesionario podrían evitarse si los varones “descargan el saco” con sacerdotes y las mujeres con diaconizas. Ese cajón ha servido no pocas veces en lugar de solicitación y del reclinatorio a la cama. Los curas polacos para los que el celibato nunca representó gran problema ya que en aquel país muchas señoras tienen a gala acostarse con un sacerdote y darle un hijo aunque sea bastardo había tres palabras que orientaban la vida de un párroco koreck (el tapón de la botella) woreck (los dineros del cepillo) y rozporek (mujeres y sexo).

TRAUMAS

Estas deficiencias en la orientación sexual y psicológica desencadenarían verdaderos traumas en el alma de los que se educaron en colegios religiosos o seminarios: complejos de culpa, hipertrofia, inseguridades de todo tipo, una espiritualidad ñoña a fuer de ridícula, borracheras místicas –no pocos de aquellos ex no pudieron superarlos y se dieron al alcohol- neurosis eclesiógenas emanadas de la formación recibida en el que la desviación del instinto generó válvulas de sustitución, señala Mynarek.
Las heridas dejaron una cicatriz indeleble. Y todo por esa obsesión sexual que fue el caldo de cultivo de la mariconería en estos institutos de formación religiosa. Un espacio cerrado con muchos adolescentes a los que les explotan las neuronas y sus torrentes sanguíneos son un mar de testosterona al faltar la hembra sienten la atracción efébica. Es un hecho natural e insoslayable. En la iglesia antigua, dice el autor, se desconocían tales aberraciones que son endémicas en la iglesia actual. Y es que los cánones referentes al celibato nunca se incoaron hasta el Concilio de Trento y aún así la norma fue trasgredida abondo por muchos cleritos. De la masturbación y el onanismo mejor no hablar.

SINEISACTENTUM
 En la iglesia primitiva, la hispano visigótica, la merovingia y la irlandesa los sacerdotes no eran solteros y hasta los monjes del desierto  para aplacar el ardor de los sentidos, para no volverse locos y dejar la vida eremita practicaban una especie de amor platónico el sineisactentum que consistía en permitir que una mujer les visitase en la cueva siendo su compañera espiritual. San Jerónimo por ejemplo vivía con una amiga. San Frutos se santificó en la Pedriza segoviana en compañía de su hijo Valentin y su esposa Engracia. Hasta la fundación de Montecasino y la llegada de los benedictinos en toda la cristiandad los monasterios eran mixtos. Ocurrió en los cenobios asturianos y de las Batuecas de rito hispano mozárabe como en Liébana, Prámaro en San Martín de Luiña, San Martín de Oscos, Pravia y todos los del “asturianum conventum”. Y se mantienen aun hoy en Rusia que mantiene comunidades de orantes bastante florecientes y algunas son mixtas. Y es que el cristianismo no es o no debe ser un asunto de enaguas o de problemas de bragueta. Ahora bien en sus prevenciones antifeministas – a la mujer no se la empezó a dar importancia hasta el Renacimiento, los judíos y los griegos decían que la mujer carecía de alma- acuñado en la máxima escolástica mulieri non est credendum, la Iglesia egoísta y sabiamente se curó en salud y se libró de no pocos pleitos al alejarlas del altar.
 San Pablo el fundador de todo esto mandaba callarlas en la sinagoga, Taceat mulier en synagoga. Hablaba entonces el apóstol como un hebreo helenizante.
¡Ay Eva! Por ti entró el pecado en el mundo y ahí tenemos al padre Danielou eminente teólogo que sufrió un infarto el año 1974 cuando subía las escaleras de una casa de cita en el barrio de Pigalle. O al papa León IX que murió “on the job” como dicen los ingleses. Casados o solteros la cosa no tiene enmienda. Sólo nos salvará el amor. El amor de Cristo. Eso es lo único importante.  En esta tesis que le llevó a la justificación por la fe Lutero tampoco andaba muy descaminado de la verdad. Ojalá hubiese sido italiano en vez de  un alemanote de genio diabólico

benedicto xvi peregrina a canossa

CONTRA EL CELIBATO Y EL ESCÁNDALO

Una nueva peregrinación a Canosa. El Papa viaja a Alemania y en Erfurt patria de Lutero se reúne con el gran imán y el gran rabino, abraza al obispo protestante. Ah Lutero un fraile genial que en su crítica al papado en sus 99 tesis hincadas a las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg la “clavó” pero estaba poseído del diablo. Su rebelión hizo correr la sangre por los campos de batallas de Europa en absurdas guerras de religión. Era verdad: la primacía del obispo de Roma era un convencionalismo y como tal no está en los Santos Evangelios. Obedeció a las exigencias políticas de Carlomagno fundador del Sacro Imperio. San Juan de Letrán era una corte pagana donde pululaban cardenales simoníacos y de donde venían los bulderos a predicar las Indulgencias. Con dinero podía comprarse vida eterna. Roma nido de efebos y de meretrices. Este agustino imbuido de esa soberbia típica de los eclesiástico, ese corazón de piedra ante las miserias humanas, llevaba razón en el fondo. Erró en las formas. Desnudó los altares y obnubilado por las epístolas de San Pablo quiso reformar la Iglesia a palo seco. Nuda Escritura. No sabía que el depósito de la fe es obra de la tradición, de los cantos, de la belleza, de la arquitectura, de los misales, de las epactas y de los ornamentos.

CATALINA BORA

 Sin misterio no hay religión. Creía que Dios era alemán y al introducir la lengua vernácula en el ritual el protestantismo ganó eficiencia pero perdió universalidad. Hoy arde en el infierno en compañía de Catalina Bora la monja a la que amó y otros heresiarcas: Calvino, Zwinglio, Enrique VIII. Alemania otra vez. Los españoles mandamos nuestros tercios a Flandes y con nuestra sangre bajo el cetro y la espada de Cesar efundimos con generosidad nuestra sangre para defender al papa de las rapacidades del elector de Sajonia y aquellos malditos frailes. Pero Lutero puso el dedo en la llaga. Su orgullo le obnubiló, desconocía que había otra Iglesia legitima heredera de los apóstoles que cantaba los kyries en Constantinopla y el turco la degolló. El heresiarca de Erfurt fue demasiado lejos. Hoy esa Iglesia que está viva en Rusia, en el Este y en todo oriente medio puede ser la salvación de una Roma que acusa el pavor de la deserción, de los seminarios vacíos, las feligresías que menguan y de los jóvenes alejados de la Iglesia, aparte de los escándalos sexuales que vamos a tratar aquí y que abordo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales de la Iglesia”. Creo que la primera autoridad del catolicismo me está dando la razón.
 La solución no está en la infalibilidad papal, el dogmatismo, sino la vuelta al episcopado, la dirección colegiada, la renovación litúrgica y un acto de contrición. Volver a la sencillez y grandeza del Credo Niceo. Nuestro símbolo de la fe. Suprimir las conferencias episcopales y resucitar el concilio o los sinodales magistral fórmula de administración jurídico que los ortodoxos conservan al igual que la liturgia en todo su esplendor y de símbolos sacramentales. Un regreso al protestantismo o la vuelta a la sinagoga que han preconizado los dos últimos obispos de Roma puede ser un germen de destrucción ocasionada por la macrocefalia (una cabeza muy grande y un cuerpo pequeñito y menguante) y es que la Iglesia romana se ha politizado en demasía. Ama demasiado el poder desde el culto a la personalidad, del rebozo mediático y el afán de dineros.

CORRUPTELAS

 Nunca habla de Jesucristo este pontífice, aunque en sus discursos de vez en cuando suelta caer la palabra dios. ¿Es el bueno de Benedicto 16 un panteísta? Tampoco ni una mera alusión ni de pasada a los escándalos- en Alemania fueron una plaga ocasiónate de la gran desbandada precisamente cuando Ratzinger era arzobispo de Colonia- de los delitos sexuales:Corrupción de menores, homofilia ni al celibato eclesial que es la asignatura pendiente del clero romano. Que estigmatizaron a mucha gente, dejaron tarados de por vida a no pocos seminaristas y monaguillos, sembraron el dolor y la tristeza en infinidad de familias y fueron circunstancia desencadenante de adulterios y de gestaciones interrumpidas por parte de los clérigos y sus coimas. La jerarquía a este respecto barrió debajo de la alfombra y utilizó la táctica del ocultamiento y del “hush up”. Cuando el cura tenía un lío con una feligresa, sodomizaba al sacristán o le bajaba las bragas en la sacristía a una monja el obispo sencillamente se limitaba a mandar al interfecto a otra parroquia. La soberbia, la hipocresía y la carencia de sentimientos y de escrúpulos, la poca delicadeza, han sido los pecados mortales de esta poderosa Iglesia tan poco acorde con las normas evangélicas. Por eso su fundador alternaba con publicanos y pecadores y detestaba a los piadosos a los que decían Señor, Señor y habló claro y tajante: “es más difícil que un rico entre en el Reino que un camello con dos jorobas pase por el ojo de una aguja”.

JERARCAS

De espaldas al Calvario los jerarcas siempre estuvieron de parte del Gran Poder. Al menos, en la edad media en muchas diócesis del Sacro Imperio se reclamaba a los curas un “impuesto de putas”. Todos los curas tenían moza y la famosa ama de llaves cumplía las funciones de mujer del párroco sin tener necesidad de pasar por la vicaria. Juan Ruiz arcipreste de Hita estuvo once años a la sombra en el penal eclesiástico de San Torcaz por alzarse contra la imposición celibataria que incoara un pontífice de Aviñon. “Monseñor, nos quita las buenas para que nos vayamos con las malas” le escribió a su obispo.
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, que miráis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro”. Todos recordamos aquel chiste que se contaba en las fiestas de los pueblos. Llegó un obispo en visita pastoral e inspeccionando la casa rectoral donde vivía el arcipreste de aquel lugar no vio más que una cama grande de matrimonio. ¿ Cómo es eso, Dionisio que aquí hay únicamente un lecho para dos? Inquirió el prelado y don Dionisio con todo su candor le dijo: “No se preocupe su Ilustrísima. Ponemos una tabla entre medias de separación”. “¿Y qué hacen cuando viene la tentación?”. “Pues quitamos la tabla. No hay problema”.
 Hubertus Mynarek un cura alemán secularizado cuenta en su libro “eros y clero” la gran desbandada que se produjo en toda Europa después del concilio. Unos 400000 sacerdotes colgaron los hábitos. La causa principal, que la mayor parte no pudo atenerse a las leyes de la continencia. El celibato-declara Mynarek- contradice la ley natural. Engendrar, procrear  obedece al código genético de las hormonas del hombre pecador.  Pero la continencia impuesta a los sacerdotes-funcionarios es artificial. Una estipulación disciplinaria convencional. Concretamente el canon 2368 del Iuris Canonici.
Jesucristo nunca habló del sexo. Sólo condenó el pecado de escándalo y dijo que el que abandona al padre, a la madre o a la esposa para seguirle ganaría un puesto en el reino de los cielos.
Castrarse por amor a Cristo y en busca de la perfección es una virtud heroica asequible a muy pocos. El premio de los que abrazando la utopía andan a la procura del ideal. Sin embargo, la naturaleza humana siempre lastrará el peso de la carne. Únicamente suele llegar en la edad provecta. De ahí la sabia disposición de la primitiva de ordenar presbíteros a hombres de alguna edad. Es lo que significa “presbíteros” (ancianos) alguien que está más allá del circulo de las pasiones. Sólo se puede servir al altar con un corazón puro cuando haya pasado el ardor genésico. Por eso propongo en mi libro que aquellos seminaristas de entonces pero imbuidos de la juventud del salmo “Ad Deum qui laetificat juventutem meam” pudieran disfrutar de una alegre “vejentud”. Sería una manera de devolverles la dignidad y la honra que les arrebataron.

NO LO HAN QUERIDO RECONOCER

 La iglesia católica moderna no ha querido reconocerlo. Por lo que un voto de continencia a los 22 años en un varón normal representa muchos peligros. En el caso de los invertidos el sacerdocio siempre constituyó un paraguas bajo el que se esconden homofílicos, paidófilos, escribe Mynarek. Según este sacerdote alemán secularizado, el confesionario por desgracia no es el tribunal de la penitencia sino un rincón morboso donde se cuchichean asquerosidades y una garita desde la cual ciertos confesores han caído en el abominable pecado de la solicitación de sus confesadas. Conocí al penitenciario de una antigua colegiata española cuyas inquisiciones a sus penitentes sobre todo mujeres bordeaban la delectación morbosa. Porque decía que no se peca en el mismo grado contra el sexto mandamiento si tu novio te besa a rosca. La gravedad de materia depende de los centímetros de lengua que el ardoroso amante introduzca en la boca de su prójima y no es lo mismo un coito que se realiza quitándose el sostén y el camisón o el acto se realiza a pelo. Aquel confesor se sabía al dedillo el derecho canónigo pero sus procacidades asustaban a muchas de sus pupilas. Para evitar el asqueroso morbo que ofenden a la dignidad de una mujer no sería mala cosa que el sacramento de la confesión fuese administrado por diaconisas que sólo podrían absolver a mujeres. De la misma manera que un policía masculino no cachea a una presunta delincuente, tarea que suele realizarse por policías del genero femenino así grandes males ocasionados en el confesionario podrían evitarse si los varones “descargan el saco” con sacerdotes y las mujeres con diaconizas. Ese cajón ha servido no pocas veces en lugar de solicitación y del reclinatorio a la cama. Los curas polacos para los que el celibato nunca representó gran problema ya que en aquel país muchas señoras tienen a gala acostarse con un sacerdote y darle un hijo aunque sea bastardo había tres palabras que orientaban la vida de un párroco koreck (el tapón de la botella) woreck (los dineros del cepillo) y rozporek (mujeres y sexo).

TRAUMAS

Estas deficiencias en la orientación sexual y psicológica desencadenarían verdaderos traumas en el alma de los que se educaron en colegios religiosos o seminarios: complejos de culpa, hipertrofia, inseguridades de todo tipo, una espiritualidad ñoña a fuer de ridícula, borracheras místicas –no pocos de aquellos ex no pudieron superarlos y se dieron al alcohol- neurosis eclesiógenas emanadas de la formación recibida en el que la desviación del instinto generó válvulas de sustitución, señala Mynarek.
Las heridas dejaron una cicatriz indeleble. Y todo por esa obsesión sexual que fue el caldo de cultivo de la mariconería en estos institutos de formación religiosa. Un espacio cerrado con muchos adolescentes a los que les explotan las neuronas y sus torrentes sanguíneos son un mar de testosterona al faltar la hembra sienten la atracción efébica. Es un hecho natural e insoslayable. En la iglesia antigua, dice el autor, se desconocían tales aberraciones que son endémicas en la iglesia actual. Y es que los cánones referentes al celibato nunca se incoaron hasta el Concilio de Trento y aún así la norma fue trasgredida abondo por muchos cleritos. De la masturbación y el onanismo mejor no hablar.

SINEISACTENTUM
 En la iglesia primitiva, la hispano visigótica, la merovingia y la irlandesa los sacerdotes no eran solteros y hasta los monjes del desierto  para aplacar el ardor de los sentidos, para no volverse locos y dejar la vida eremita practicaban una especie de amor platónico el sineisactentum que consistía en permitir que una mujer les visitase en la cueva siendo su compañera espiritual. San Jerónimo por ejemplo vivía con una amiga. San Frutos se santificó en la Pedriza segoviana en compañía de su hijo Valentin y su esposa Engracia. Hasta la fundación de Montecasino y la llegada de los benedictinos en toda la cristiandad los monasterios eran mixtos. Ocurrió en los cenobios asturianos y de las Batuecas de rito hispano mozárabe como en Liébana, Prámaro en San Martín de Luiña, San Martín de Oscos, Pravia y todos los del “asturianum conventum”. Y se mantienen aun hoy en Rusia que mantiene comunidades de orantes bastante florecientes y algunas son mixtas. Y es que el cristianismo no es o no debe ser un asunto de enaguas o de problemas de bragueta. Ahora bien en sus prevenciones antifeministas – a la mujer no se la empezó a dar importancia hasta el Renacimiento, los judíos y los griegos decían que la mujer carecía de alma- acuñado en la máxima escolástica mulieri non est credendum, la Iglesia egoísta y sabiamente se curó en salud y se libró de no pocos pleitos al alejarlas del altar.
 San Pablo el fundador de todo esto mandaba callarlas en la sinagoga, Taceat mulier en synagoga. Hablaba entonces el apóstol como un hebreo helenizante.
¡Ay Eva! Por ti entró el pecado en el mundo y ahí tenemos al padre Danielou eminente teólogo que sufrió un infarto el año 1974 cuando subía las escaleras de una casa de cita en el barrio de Pigalle. O al papa León IX que murió “on the job” como dicen los ingleses. Casados o solteros la cosa no tiene enmienda. Sólo nos salvará el amor. El amor de Cristo. Eso es lo único importante.  En esta tesis que le llevó a la justificación por la fe Lutero tampoco andaba muy descaminado de la verdad. Ojalá hubiese sido italiano en vez de  un alemanote de genio diabólico

domingo, 18 de septiembre de 2011

Radio Cristiandad. vATICANO MACHACA LEFEVRISTAS CON MUY POCA CARIDAD

RADIO CRISTIANDAD LA SOLEDAD DE LA PROFECÍA




Recibo un correo de esta emisora en el que pondera la cultura y buen dominio del lenguaje de mis posts. Gracias, amigos.

Uno no está acostumbrado a las dulzuras de la zanahoria. Más bien a los quebrantos del garrote. A la soledad, al ostracismo interior, a este silencio de los profetas que esparcen voces por el desierto. Esa incomprensión, esa sordina en que nos tienen y el mutismo en que nos inmergen y nos mandan al destierro es el peor de los garrotes.

En el blog de Radio cristiandad leo un hermoso sermón sobre la incomprensión en que que mantuvo el pueblo de Israel a sus profetas. A Jeremías le sacaron los ojos. A Isaías lo dilapidaron y a Elías lo derrocaron por un precipicio. Quisieron los ángeles bajar en su ayuda y se lo llevaron al cielo en compañía de su diácono Eliseo de donde vendrá al final de los tiempos.

Sin embargo, y con todos mis respetos para con estos hermanos que se esfuerzan por esparcir la nueva buena y extender el reinado de Cristo un cristo que asusta y al que parecen odiar los globales pero que está ahí y permanecerá en la historia, alfa y omega de todos los ciclos, puerta de entrada y salida del devenir humano, y que han sufrido persecución por la justicia a golpe de anatemas vaticanos y de respices por decir la verdad: el Concilio Vaticano II por buenas que fueran sus intenciones ha llevado a la SRI a un auto-holocausto del depósito de la fe, el dogma anda por los suelos, los fieles se alejan de los sacramentos, no soy un lefrevista. Desde luego, hay que volver al latín y a una liturgia que en mi país, España, encuentra un acervo de tradiciones mayores.

La fe no entra por los ojos ni por la inteligencia sino por el oído – fides ex auditu- y por el corazón. La iglesia tiene que volver a la magia de lo inefable. A la eucaristía que es misterica y nos lleva a comprender el dogma de la trinidad. En occidente nos ha ganado la partida la verborrea y muchos no han sabido entender algo muy simple: nuestra religión se basa en el amor, la caridad, el culto a la belleza que le viene de la tradición. Por eso nos eleva.

Y no la toquéis más que así es la rosa, decía una gran poeta por estos pagos. Todo lo demás se nos dará por añadidura. Peccavimus. Somos pecadores.

Pero los pecados mayores se ocultan en la gran prevaricación y apostasía general de la jerarquía cuya denuncia a los que hemos sentido la llamada nos cuesta el descrédito, el muro de silencio que contornea nuestras vidas cuando no el linchamiento moral por parte de aquellos que creíamos que estaban con nosotros.

No obstante lo cual me siento orgulloso de haber dado a la estampa “Seminario Vacío”. Es un canto de amor a la iglesia y una critica y una pequeña obra de arte, según me dijo un amigo. Suerte, hermanos de la Hermandad de San Pío. Xristós vaskriese. Cristo ha resucitado de entre los muertos. Estará con nosotros. Nunca lo olvidéis.

viernes, 16 de septiembre de 2011

LOS BELLOS PECADOS MORTALES DE JUAN PABLO II

WOJTYLA PADRE DE VARIOS HIJOS NATURALES?

Leo en un periódico checo una noticia que me ha impresionado aunque no me sorprende: Juan Pablo II recién proclamado beato a toda prisa (un shotgun marriage  la vaticana, un lobby importante quiso subirlo a las altares a toda prisa) FUE PAPÁ DOS O TRES VECES y Papa una. El New York Post lo recuerdo como si fuese ahora mismo la tarde en que terminó el conclave de 1978 sacó un número especial en el que se afirmaba que Carlos Wojtyla estuvo casado y que al fallecer su mujer fue aplastado por un camión ruso, sobrevivió al accidente y decidió entrar en el seminario como vocación tardía. Se dedicaba al teatro y era un joven apuesto que caía bien a las mujeres. Las polacas católicas a machamartillo pero muchas se muestran muy orgullosas de haber dormido con un cura. Allá el clero tiene mucho sex appeal o mucho poder, lo que es igual. Los biografos y hagiógrafos pasan como de puntillas sobre este periodo de la infancia y la juventud del que habría de alcanzar el cardenalato, la tiara y que acaba de ser proclamado beato. Una canonización política a todas luces en la que ni entramos ni salimos pero deja en evidencia algunos planteamientos eclesiales sobre el celibato sacerdotal y las cuestiones sexuales tabúes en la jerarquía. La iglesia observa un doble rasero. Sus jerarcas se enrocan en la hipocresía y defienden la soltería de sus ministros. Se han producido grandes cambios en la SRI menos ese, según denuncio yo en mi libro “Seminario vacío: los pecados mortales de la iglesia” y el no reconocer a los hijos es un pecado gordísimo pero los penitenciarios hacen la vista gorda. Han sido muchos años de luchas y de escándalos. La doctrina fue fijada por primera en el concilio toledano de Elvira en el siglo V y vuelve a salir a la palestra en los sucesivos concilios lateranenses que celebró la curia romana en el siglo XII pero pocos la cumplían. Los obispos alemanes aprobaron una alcabala muy simpática al respecto. El tributo de la barragana clerical. Todos aquellos sacerdotes que se amancebaban con una o con dos habían de pagar al obispo un canon anual. Engordaron las rentas episcopales. El dominio de la concupiscencia suele llegar con la edad. Por eso en la iglesia apostólica sólo se permitía el acceso al altar a los presbíteros (es lo que quiere decir en griego presbítero, el veterano, el hombre de más edad) y es la idea que rebota por las páginas de mi novela. A los veintidós años la observancia de la continencia puede llevar al tarado mental o al obseso sexual. Hay algunos que ven en el celibato un beneficio a sabiendas del atractivo sexual que causan las sotanas entre las mujeres. Y si sólo fueran mujeres pase, porque la pederastia y el abuso de los efebos ha constituido una lacra de la iglesia católica. En los cabildos catedralicios las escolanías durante largo tiempo se escondió la lascivia de algunos tonsurados inclinados a la cáscara amarga. Ahora resulta que el anterior pontífice tuvo sus líos de faldas. Era un apuesto galán de cine. Tales devaneos no fueron óbice para que lo beatificaran por la vía rápida. La hipocresía y la soberbia son los pecados mortales de la Iglesia. Dios le haya perdonado. Claro que sería mucho pedir. Además la santidad no es un problema de bragueta sino de compromiso con la buena nueva pero que lo digan. Que lo reconozcan joder.

jueves, 15 de septiembre de 2011

MI LIBRO CAUSA FUROR. SEGOVIA, DESPIERTA

SEGOVIA SIEMPRE FUE MÁS MORA QUE JUDÍA. CARTA ABIERTA AL DIRECTOR DEL ADELANTADO DE SEGOVIA JESÚS MARTINEZ CALLE

Villafranca 15 septiembre 2011

Muy señor mío:
El viernes pasado en el restaurante el Claustro me cupo el honor de presentar mi novela Seminario vacío: los pecados mortales de la iglesia del que dará cuenta seguramente el diario de su digna dirección. Polémicas al margen, creo que el libro es un canto a Segovia la que desapareció con los cambios litúrgicos acaecidos y se esboza un posible esquema de recuperación para lo futuro: una iglesia más viva, más cerca del pueblo, con clérigos casados tal vez, una recuperación de la tradición que en la sede de San Hieroteo tiene un trazado hispano-visigótico y mozárabe obra de largos siglos de convivencia con las otras dos religiones del libro aunque sin renunciar nunca jamás a la verdad de Jesucristo. Pero los encastillamientos son malos. La verdad es que a raíz de mis años en Nueva York a mí siempre me preocupó el tema judío y en incontables escritos, artículos y reportajes traté de escudriñar la gran influencia hebrea. Sitios como la judería vieja del Arco del Socorro donde nací y que tanto impresiona a los israelíes por su buena conservación. Ello fue mérito de los alcaldes segovianos y de la Dirección General de Bellas Artes institución del anterior régimen hoy fenecida. Yo tambien he escrito un libro realista y nada propagandístico que se titula Franco y Sefarad ¿un amor secreto? El asunto es para muchos hoy tabú pero en ese texto presenté pruebas y conclusiones (el origen sefardí de la familia Franco; su ayuda a los hebreos perseguidos en la Europa del Este que respondió a una iniciativa oficial no privada de los embajadores destacados en naciones bajo la esfera alemana; y la importancia que tuvo la comunidad judía en ciudades españoles como Segovia, Tudela, Hervás, Bejar, Toledo, Córdoba etc, sin embargo, a partir del siglo XIII acontece una conversión en masa de miembros de esta comunidad que determinó la forma del catolicismo español, muchos de los conversos, gente de letras y leyes abrazaron la vida religiosa) es un hecho incontrovertible. No cabe marcha atrás. La historia avanza rápidamente y no se pueden retroceder las agujas del reloj a 1410 o a 1492. esta idea ha sido refrendada por historiadores tan eminentes como Poliakov o Netanyahu. Ciertamente las relaciones de los judíos y los criptojudíos con el cristianismo de suyo fueron problemáticas. Habría que observarla desde la distancia aunque siendo nuestro país un pueblo singularmente pendular puede ocurrir lo de siempre delante de los curas con el incensario o detrás de ellos con el vergajo. Eso ocurre tambien con los hijos de Moisés, de los que hemos heredado su vehemencia, su tenacidad y su alto nivel intelectual que busca la excelencia. De la demonización de los judíos se ha pasado a una divinización. Es lógico. Tienen mucho poder. Hoy desde América el lobby israelita gobierna el mundo. Esto lo critico en mis libros. Este apasionamiento nos puede inducir a errores como decir que la famosa adafina que asimilaron los de la diáspora de los romanos es hebrea. Nuestra olla podrida, nuestro cocido con garbanzos y el tocino estaban registrados en las recetas de los banquetes de Lúculo. Los judíos sustituyeron el cerdo o “sus” de las legiones romanas por berenjenas y la vaca carne llamada trufa o “kosher”. Tambien me preocupa la descristianización creciente y el odio a Jesús predicado por los talmúdicos durante generaciones. Eso para mí sacar las cosas de quicio y así lo expreso en mi libro. La impronta judía siendo poderosa no es tan perceptible pese a quien pese en Segovia como la de los musulmanes. Ellos eran los que trabajaban, los albañiles, los huertanos, los alarifes y alfayates, los agricultores.
 Por ejemplo, el esgrafiado que ostenta el enlucido de muchos edificios segovianos se debe a maestros que practicaban la religión de Alá y enterraban a sus muertos en el osario o macabar orientados por la quibla que miraba a la Mecca. La mayor parte de las iglesias románicas de la ciudad erigidas con ladrillo visto fueron obra suya. Eran los currantes. En el siglo XII después de la batalla de Jaén Alfonso VII el Emperador repobló nuestros sexmos con estos peones andaluces primero como esclavos pero que se amoldaron a nuestros pueblos y fueron manumitidos o libertos. ¿Qué herencia nos dejaron? Algunos rasgos étnicos como la tez morena, la piel curtida, los ojos negros. En mi pueblo de Fuentesoto en mi infancia las mujeres iban tapadas con un almaizar que les cubría el rostro y las sayas les llegaban hasta los pies. La fundación de Segovia es celta por la toponimia sego. Luego vino Roma, un sacerdote de Júpiter con el arúspice auscultaron el vuelo de las aves, comprobaron la calidad del aire y la pureza de las aguas y se procedió a la “nuncupatio” pronunciamiento o conjuro sobre la piedra basal. Ellos nos legaron el acueducto y la primera muralla que protegía a la ciudadela construida con un trazado en línea recta: el cardus mirando al norte y el decumano o décimo porque los campamentos romanos contaban de diez cuadras o manzanas orientación al Este.  En el centro estaba el foro. Esto puede observarse por ejemplo en Complutum (Alcalá) o en León. Almanzor aparte de derribar el acueducto le dio a la ciudad una estructura árabe que posee varios núcleos o harat. Se levanta una medina, surge una mezquita, otra medina y otra mezquita. Segovia estaba estructurada en catorce barrios o en catorce harat. En el arrabal de San Lorenzo y en San Millán las torres de sus respectivas iglesias tienen toda la pinta de haber sido antes minaretes. Han desaparecido los “haman” o baños públicos y también las madrazas pero Almanzor dio una estructura árabe a la muralla romana a base de cubos o de torres albarranas con sus respectivos adarves (darb) ante el foso. Las mezquitas fueron transformadas en iglesias con la Reconquista. Debió de haber diez o doce. De sinagogas se computan dos. Una cerca de las escalerillas de San Roque y otra en el convento del Corpus. Eran sin embargo edificios mucho más simples y menos suntuosos que las mezquitas. Que duda cabe que para un cristiano como yo causa cierto desasosiego pensar que San Millán donde fue bautizado el que se suscribe sea devuelto a sus antiguos moradores para culto islámico o que se entronice en el convento del Corpus el menorah o candelabro de los siete brazos. Antes muerta que sencilla como dice el cantar. En parte sería volver a las andadas y uno ha leído don Claudio Sánchez Albornoz el cual no se anda con zarandajas en punto a panfilias. Aquellos ocho siglos no fueron un tiempo de besos y abrazos sino de guerra sin cuartel,  crudérrima lucha. Con todo hubo periodos de avenencia y de cierto sosiego siempre que no aparecieran por el sur el alfanje fundamentalista  almohade y almorávide. Cuando tocaba a arrebato la trompeta de la algarada y venía la aceifa o la razzia esgrimiendo la Media Luna. El antisemitismo entre nosotros siempre se refiere más a los judíos que eran los poderosos, los que sabían, los que tenían el dinero, lo prestaban en usura y solían tener vara alta entre la realeza que los protegía. Su expulsión tuvo un origen económico. Tal vez las envidias pero quedan poco testimonios acerca de cuantos fueron al exilio. La única referencia es la del cura de los Palacios. A los moros se los ha mirado con más benevolencia. La proscripción de los moriscos no llega hasta 1609 y tiene un carácter militar aparte de religioso. Las acechanzas de los piratas berberiscos levantinos. Los islamistas gente aguerrida se sublevaron y el resultado fue la guerra de las Alpujarras. Ahora han regresado. Ya están aquí todos. Suum cuique dice el adagio latino. O lo que es lo mismo juntos pero no revueltos. Ojalá este tenso y difícil nivel de convivencia alcanzado entre los tres credos se mantenga aunque no deja de ser un hecho inquietante para un cristiano. Si vuelven a hacerse fuertes los moros los católicos que no deseemos la aljamía tendremos que hacernos mozarabes y tal vez huir hacia el norte. ¿Será verdad que la historia no se repite, señor director? Vale


domingo, 11 de septiembre de 2011



Antonio Parra

Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueces Santo Corpus Christi y el Día de la Ascensión. Aquel día en mi querida Segovia era la fiesta de la Ascensión día gris encapotado de nubes y de dulces cantos silentes del serafín de la dicha. Hoy a este lado de la Mujer Muerta y Siete Picos cúspides sagradas de mi niñez que yo veo o intuyo desde los campos de Brunete, campos de mi “vejentud” luce un sol espléndido de 56 años después y hoy es el Corpus la fiesta solemne de la Eucaristía que en griego significa sentir la gracia y estar en onda con la belleza. Eucaristías y eulogías en mi corazón. Eulogía es hablar bien. Prosperar en comunión con el Logos. El Verbo. In principio erat Verbum. Uno desde entonces ha sido un Eulogio que va por el camino mirando para la hostia que está perpetuamente expuesta en el corazón y que irradia fuego interior. El fuego divino ha bajado a la tierra y estará con nosotros hasta la consumación de los siglos. Este misterio ningún mortal después de Juan Evangeliksta supo traducirlo a palabras de hombre con tanta acucia y perspectiva como Tomás de Aquino. Teología global. Punge lengua gloriosi Corporis Mysterium sanguinisque pretiosi quem in mundi pretium fructus ventri generosi Rex effudit gentium (canta lengua mía el misterio del cuerpo glorioso y de la Sangre que el Rey de las naciones hijo del generoso vientre de una Madre derramó por rescatar al mundo). Mis amigos de la infancia se llamaban Toñi Merceditas Rafita José Luis y mi hermano Javi. La vispera de aquel día la recuerdo perfectamente. Era un dia de calor. Toñi rafita Merche Jose Luis Casado y yo mientras todas las campanas de las cuarenta y tantas iglesias de Segovia repicaban a gloria jugábamos a la malla por entre las peñas del Río clamores. Todavía había neveros blancos en la sierra y hacía calor. Al abuelo Benjamín lo recuerdo sentado en la terraza de aquella casa de Valdevilla recién estrenada. Había traído una cesta de guindas recién cogidas del huerto y pan blanco reciente.

-Ten, hijo, todavía puedes comer hasta las doce de la noche

-¿No peco abuelito?

-No pero tienes que ser bueno y bien mandado.

-Sí.

Aquella merienda fue exquisito yantar de dioses con un corrusco de la hogaza recién encentada a mano al lado del querido abuelo Benjamín que se había echado la boina sobre los ojos perezosamente para resguardarse de los rayos de Apolo que doraban los pretiles del puente romano y proyectaban resquicios lumínicos entre las hojas de la acacia joven. A partir de la medianoche no se podía tomar ni un vaso de agua y la norma del ayun era guardada religiosamente en la católica españa que yo ahora añoro y tan es así que algunos sentían escrúpulos si por descuido habían ingerido algún alimento y cometido sacrilegio. Me desperté casi al alba y en el comedor estaba la sorpresa: mi traje de primera comunión que había hecho para mí a la medida Blas Carpintero el sastre de Segovia de oprigen judío por cierto y al que recuerdo su calva su gran nariz y sus dedos expertos y acariciantes cuando me tomaba medidas. Tan locuaz y buena persona y unos anillos de oro en sus dedos que debían valer una pasta. Por aquellos día el sartorial menester de los alfayates daba para una posición acomodada Era un traje blanco con capa y bordados. Todo era blanco y puro. Una buena capa todo lo capa pero aquel traje de mi primera comunión que me sentaba que ni pintada no tapaba sino que enseñaba un niño puro y feliz. Blanco de arriba abajo. Blanco hasta los zapatos: la corbata pajarita, el chaleco, la camisa, el cinturón, el pasador, las presillas. Todo. El señor Casado y la señora Henar los padres de Mercedita vinieron a participar ver salir de casa al comulgando.

-A ver si nos ensuciamos eh.

Y con las mismas nos encaminamos a pie toda una comitiva de quince o veinte personas porque me acompañaban mis padres mi abuelillo Benjamín mis tíos y mi hermano Javi que iba vestido de marinero y que recibió la primera tunda de mi primera comunión que no era la suya pues no se le ocurrió otra cosa que meterse en un charco y ponerse perdido el traje de marinero. Se puso a llorar y a decir:

-Yo quiero ir primera comunión como mi hermano

-Déjale que está burrísimo.- dijo mi padre dándole un pequeño azote en el culo pero con lo fuerte que era mi padre y lo gorda que tenía la mano de cuadrar piezas de artillería en los campamentos una caricia suya era como la confirmación del obispo.

-Tira palante.

-Yo quiero ir de primera comunión con un traje como el de mi hermano.

-A ver si te callas, Javierito que si no cobras

Cuando llegamos a la iglesia de los claretianos el atrio estaba lleno de familias acompañando a los comulgantes. Bendito jolgorio infantil.

-La vela ¿Habéis traído la vela, chiquitos?

-No.

El señor casado el hombre otra de las personas buenas que jalonaron mi infancia [era brigada de Artillería] fue arreando a comprarla a una cerería. Las cererías abundaban en Segovia por aquel entonces pues éramos católicos a machamartillo y nada de cultura laica. Y con aquel cirio en la mano me acerqué por primera vez al altar. Recuerdo la misa, el sonido del armonium, los cantos como el “Cerca de Ti Señor” el fulgente retablo, las casullas blancas de los oficiantes y las dalmatitas y gorjal de los diáconos y sobre todo la mirada piadosa de la Virgen. La iglesia estaba atestada. De la mano del Padre Sanabria que fue el padrino de todos y que aparece en la foto subimos a la grada y el preste era el rector el padre Alonso nacido en Urueñas y hasta el monaguillo que sostiene la palmatoria. Se llamaba Otero y era un pinta. La iglesia estaba de bote en bote. El padre Alonso nos echó una platica tan breve como hermosa. Habéis venido a recibir a Jesús y este cuerpo que acabáis de tomar os va a convertir en otros cristos. No entendí de todo bien la frase pero se me quedó gravada y desde entonces la vela, mi vela, la que me compró el sargento Casado a toda prisa, estuvo encendida. Luego el desayuno: café con leche y churros con picatostes. Mi madre invitó a todo el barrio. En aquella España las casas estaban abiertas las veinticuatro horas del día y todos éramos de la familia. Ah mi capa blanca, una capa blanca todo lo tapa. Que tape mis pecados. No la llevé puesta sobre mis hombros más que unas horas pero aun me abriga en los recuerdos de los cierzos hielos y escarchas de mi existencia. Ahora al cabo de muchos años entiendo perfectamente a napoleón, el introductor de la cultura laica, cuando vencido y desterrado en santa Elena le preguntaban:

-Mariscal ¿Cuál fue el día más feliz de vuestra vida? ¿Fue Austerlitz ¿Fue Egipto? ¿Fue el día en que vos entrasteis en Paris para proclamar el imperio?

Y Bonaparte movía la cabeza con tristeza a todas esas insinuaciones.

-No. Os equivocáis.

-Entonces ¿Cuál fe?

-El Día de mi primera comunión.

Lo mismo digo. Bendito seas, Señor. Aquel día de cielo gris y nubes bajas llegó hasta mí envuelto con este recordatorio que subo aquí el cayado del Buen Pastor y la Túnica bendita el olor a rosas. El sabor a guindas del huerto de mi abuelo, el traje blanco. Fue un jueves que lució más que el sol. Aquel 22 de mayo de 1952. y mi hermano Javierito cobró.

CAPITULO DEL SEMINARIO VACIO

Mi novela "seminario vacío" glorifica la verdad, exalta el Amor, e impugna el odio que nos rodea cuando hoy 11S toda la media del mundo se dedica a festejar el odio y la revancha tras un confuso atentado cuyas causas, crcunstancias y móviles no se nos han explicado pero por todo el mundo se repite en lenguaje de papagayos la misma idea una filosofía hecha a la medida de los cabezas de chorlitos. Uno la verdad es que sigue siendo periodista y no está de acuerdo con el afrecho espiritual y moral que esta sociedad nos brinda. Mis ojos miran para la Virgen y encuentran en el ayer la imagen de la Virgen Pura


El día de Nuestra Señora 15 de agosto


Ya han pasado muchos años de aquellos 15ª pero mi alma venerara y rememora. Se han gastado las páginas de aquel misal olvidado de tanto pasar las hojas mojando con saliva el papel. Te igitur, clementissime… aquel niño de las misas pontificales en la catedral portando el acetre o la naveta del incensario es un viejo diacono olvidado, un literato sin fortuna, acaso un vagabundo con poca suerte pero agradecido a Dios por la fe y por todo cuanto fui. Yo creía en la utopía. La noche pasada mientras rezaba el oficio cantaba en el bosque un mochuelo el cual con su particular lúgubre llamada que por estos pagos llaman miago. Inconfundible el lamento de la curuxia (lechuza) como un himno epicinio de las ninfas de la naturaleza sonando allá atrás en la aliseda. Creí interpretar el sentido de las palabras del pobre autillo de mi pueblo que visita estas soledades una madrugada sí y otra no:

Arca non putri fabricata ligno

Manna tu servas, fluit undique virtus

Ipsa qua surgent animata rursus

Ossa sepulcros

Surge, dilecto pete

Nixa celum

Sume consertum diadema stellis

Este himno de salutación mariana nos cerciora de que la Virgen estaba hecha de otra pasta al resto de las hijas de Eva, que su carne incorruptible no pasó por los estragos de la muerte y que se durmió en el regazo de su hijo y se fue al cielo cercada de ángeles y pisando una diadema de estrellas. Exageración, tal vez; hiperdulía, culto mariológico pero hay cosas que no acierta a comprender la razón y el corazón entiende. Sin proponérselo el “miagón” escondido entre las ramas del “humero” le cantaba a la Deipara una copla de resurrección. Ya solo las aves nocturnas rezan en latín. Los curas y al hilo de esto me encuentro sorprendido e indignado con el circo que se ha montado en este país a costa de la visita papal. Benedicto XVI nos lo presenta la “media” (aquí hay gato encerrado y se percibe claramente una burda e inicua maniobra) no como al siervo de los siervos que son lo que los papas son sino como una suerte de vicedios robándole competencias al propio Jesucristo y a su Madre Santísima, propugnan una cierta aversión hacia la lengua. Happenings, espectáculos, tenidas, misas con el acompañamiento anti -litúrgico de rock and roll. Jóvenes y jovenas de todo el mundo, un chorro de dinero que para acoger a estas juventudes vaticanas han salido del contribuyente español. Este Benedicto o es tonto o es un bendito de Dios. No se ha enterado que nuestros hijos están en paro, que hay angustia en las familias, que en su seno se percibe recelo y poco amor, que existen problemas muy de fondo en nuestra sociedad que se dice cristiana aterida por el consumismo y una desorientación quasi escatológica, sin que la Iglesia predique contra tales abusos. Antes bien se ha adherido a los banqueros y el clero se ha vuelto capitalista, escucha las soflamas de la COPE o las catilinarias burdas de Intereconomía y ha vuelto a leer el ABC sionista. Y tiene que soportar a un obispo con cara de palo Rouco o aguantar las boutades de Martínez Camino. El pueblo de Dios está desorientado o que le llevan los demonios. Uno no sabe si Benedicto XVI es el heraldo de Jesús o el de la banca Morgan que, estomago agradecido, condona todos los crímenes y aberraciones del estado hebreo que es el que corre con gran parte de los gastos y al cual todo el Vaticano se encuentra sometido vía twitter y facebook. Twit en inglés es gilipollas y facebook cara de libro paniaguados. Roma trata a su gente como gilipollas y paniaguados. Pero de esto ya nos puso en antecedentes el Salvador cuando predicó a los hipócritas a los levitas, a los fariseos, a los curas encastillados en la soberbia y en el poder. Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y fue asaltado por ladrones que lo dejaron medio muerto. Pasó un sacerdote y cruzó de largo. Vino después un escriba el cual tampoco se detuvo. Sin embargo, acertó a bajar por allí un samaritano, pecador, algo borrachín y con no muy buena reputación el cual cargó con el herido a su jumento, lo llevó a curar y dijo a los sanitarios que todos los gastos correrían de su cuenta. Hoy día de la Asunción a la vista de una Iglesia que nada tiene que ver con aquella que yo soñé de niño y al que podría aplicarse la parábola del buen samaritano (cuantas veces estuve en dificultades y pedí auxilio sus sacerdotes, sus escribas, sus levitas se desentendieron mostrando una falta de humanidad rayana en el paroxismo) he rememorado aquellos quince de agosto cuando todavía por estos valles de las Luiñas asturianas suenan los estrepitosos voladores. El pueblo español, huérfano de tantas cosas, sigue honrando a la madre de Dios. Lanza cohetes al aire, se escucha el rumor de la música verbenera bajo las carpas. Hoy es fiesta en muchos pueblos de por aquí. Mi fe en Cristo Jesús y mi amor a la Virgen poco tienen que ver con este circo y estas maniobras comecocos del sucesor de Wojtyla. ¿Llega un vicedios o un embajador del diablo? O un nuevo judas que ajustó la venta de la iglesia al sanedrín por veinte siclos. Pese a las traiciones Cristo está en la historia y el atardecer es hermoso. El mundo pasará pero mi palabra no pasará

La plenitud del verano el sol en su cenit nos acogía tiempo de augusto. Íbamos al valle de Tejadilla a coger moruelas. La oxicanta o el escaramujo pintaban entre las zarzas.

-Estas son buenas, Teodoro.

Mi amigo Doro y el que suscribe cuando amanecía dios por los torrentes y blanquea la cal por las torreras antes del amanecer cogíamos el fruto medicinal y poco a poco las echábamos en un bote. Eran buenas para el hígado y el boticario de Santiespiritu las pagaba a duro el cuarto kilo. Al alba un jolgorio de campanas llenaba la ciudad se místicas y alegres sonoridades. Era el único día que subían los sacristanes a la torre de la llamada Dama de las catedrales. Melecio el sacristán mayor que era pariente del deán y que solía recorrer el templo con un atadijo de llaves y era un segoviano de pelo fuerte muy cano y de fácil sonrisa dirigía aquel repique. Una vez subimos con él los cien metros de escalera. El huso de la empinada escalinata era tan estrecho que había que subir de costadillo pisando palomizo y gallinácea. Chovas, golondrinas y aves de todas las especies habían posado allí durante siglos. Merecía con todo pasar canguelo trepando por las angostas oscuridades. Desde lo alto del campanario se divisaba en la majestad de sus campos media Castilla. El tañer de la campana gorda sólo una vez por año la mañana del 15 de agosto se esparcía por la ciudad amurallada con euforia de ritmos y megafonías triunfales porque ese día no se tañía “de sencillo” sino de redoble. Era el Día de la Virgen. Nos habían hablado del sueño que tuvo san Agustín sobre la mística ciudad de Dios basada en la armonía, el concento y el contento, la ausencia de maldades sin crímenes ni robos ni borracheras ni bandos bajo el báculo del obispo y la espada del príncipe que velaban por la seguridad de los súbditos y fomentaban la conllevancia entre las diferentes clases sociales meditante los gremios- a cada uno le correspondía un oficio y todos los miembros de la comunidad eran útiles y estaban adscritos a un puesto, a un lugar. Era la utopía y aquellas campanas de mi pueblo recogían el eco de aquella llamada a la excelsitud. Hay que buscar la excelencia. Miremos a lo alto. En el cielo sonreía la Virgen maternal con un niño en brazos. Aquella mujer que aplastaría la cabeza del dragón había estado subida a aquel trono de nubes desde mucho antes. Los egipcios la llamaban Isis con su niño en el regazo: Horus. Para los romanos era una diosa que se paseaba por los campos en un carro de fuego tirado por leones. La diosa Cibeles. No importa la denominación pero en algo hay que creer. Bebamos de los vasos sagrados. No rompamos las orzas. Sagrado es el vientre de la mujer. En ella nos concibieron pero estamos hechos de barro. Había un grito triunfal que al final de la liturgia prorrumpía el subdiácono:

-In conceptione tua inmaculata fuiste

Y contestaba el orfeón:

-Ora pro nobis Deo qui Verbum peperisti.

-Assumpta es in coelo.

Te llevaron al cielo en volandas. Y para ti la tierra te fue leve porque te dormiste. Asunción dormición de acuerdo con la tradición oriental. Un serafín entona hoy con más brío las estrofas del Akathistos. Alegraos mujeres del mundo porque en Ella está vuestro triunfo. En España el país de la Virgen pura, cristiana, pero que rindió culto a Cibeles, a Isis y Horus y otras deidades ibéricas de la fecundidad se escucha la voz del serafín anunciando la búsqueda perpetua del amor que no se extingue o la llama que no se apaga pero también suenan pasacalles. Tan. Tan. Talan. Tan. El grito de aquel bronce en día tan significado lo llevo inscrito en mi memoria. Debe de ser que la fe entra por el oído como decían los padres de la iglesia y la religión tiene que ver mucho con la acústica. Sin ortofonía ya no queda armonía. Y han derribado los púlpitos. Derrocado el tornavoz que en su techo mostraba la paloma del Espíritu y suprimida la predicación pues la Iglesia ha suprimido la predicación que tiraría por tierra la sagrada didascalia. Y ya sólo nos quedan las campanas para hablarnos de Dios.

Bajo la atenta mirada del sacristán mayor al que recuerdo con su cara bondadosa y caminando por las naves de la iglesia arrastrando los pies (debía de tenerlos planos) con un manojo de llaves engarzados a la cintura tres mozos de la parroquia elegidos por sorteo para repicar se las veían y deseaban para girar la melena de la gran campana. El bronce y el roble eran símbolo de los días augustos. Segovia y concretamente aquella iglesia mayor, un canto del cisne del gótico tardío producto del ingenio del gran arquitecto Juan Guas, consagrada a la Asunción, festejaba a su patrona. Era fiesta mayor y uno de los días más hermosos de aquellos estíos de mi infancia cuando íbamos a coger moras a Tejadilla o a Juarrillos para luego bañarnos en los peñascales del río Eresma. Las gentes, las casas y los objetos parecían tener un fulgor particular ya en los comedios del verano. La mies se acumulaba en los trojes acabada la bielda. Los majuelos en sazón mostraban racimos como ubres bajo los entorchados de las parras o las cepas crecidas de pámpanos. Días de Baco y de Ceres que retornaban bajo diferente adoración. El sol augusto amparaba los campos y, el estío de vencida, los barrios estaban repletos de veraneantes. A todas las horas pululaba el gentío por la calle real. Los primeros turistas americanos e ingleses se hacían fotos en el pretil de la Canaleja. El bigote de Clark Gable sonreía, morboso, en los carteles anunciaban películas como el “Viento se llevó” que fue prohibida por inmoral. Era un 3R pecado mortal. Total por un par de besos que le da el bueno del Orejas el pabellón auricular más sexy de Hollywood a la O´Hara se armó un escándalo. ¿Qué hubiera hecho o dicho el obispo fray Daniel hoy en día ante la ola de pornografía que nos invade? Volverse a morir. La castidad ya no se estila. Las púberes canéforas han dejado de ir con flores a María y hasta la duquesa de Alba, ese carcamal, se ha echado un novio funcionario al que pasea por Sevilla. Entonces las mujeres para entrar en la casa de Dios tenían que ir recatadas. La manga corta y los escotes, cosa prohibida. Se quema incienso en los altares paganos al adulterio, al hedonismo. Tetas y coños melenas al viento ululan y pululan por las viscerales revistas del corazón. En veinte siglos de cristiandad no había padecido España la peor lacra que acomete a un pueblo: la baja natalidad. Destruida la autoridad paterna muchos padres están acobardados sin saber por donde tirar ante la desobediencia y el desacato de sus parientas y de su prole. Se ha destruido a la familia y muchos hogares son un sufrimiento sin esperanza que hace pensar en las conmociones del Apocalipsis. ¿A quien recurrir? A la Virgen de Agosto. Pero no nos engañemos. Entonces también se hacía el amor. A la caída de la tarde los bosques del pinarillo se poblaban de mirones que iban a espiar los muy sádicos a las parejas en faena. La Farela que era la mancebía que estaba en la Calle de Cantarranas puerta por medio del convento de Santa Isabel tenía mucho trabajo con la venida de los de la IPS. No tiene enmienda pero entonces las cosas se hacían con más recato y a los jóvenes se nos inculcaba un código de valores para discernir el bien y el mal. Emborracharse o irse de putas no eran actos para merecer una condecoración. Hoy los amoríos y líos de falda se pagan mucho dinero en exclusivas en las revistas del corazón. Si había habido buena cosecha todas las mesas de la terraza del Columba bajo los arcos del Azoguejo estaban ocupadas de gente de los pueblos que acudía los jueves al mercado de la capital y entre el ir y venir de camareros de blancas chaquetillas y rojas charreteras – todo parecía como militarizado y reglamentado por aquellos días se veía a los tratantes de Turegano fumándose un farias. Corrían por la bandejas bastantes billetes verdes. Los marraneros de Extremadura saldaban buenos tratos con la venta del cerdo jaro y para Nochebuena tras la matanza del marranillo morato comíamos morcillas y jamón de jabugo. Por la calle Real para arriba para abajo no se veían más que gorras de plato. Por todas partes, militares. A los de la guarnición se agregaban los estudiantes de la IPS que hacían la mili durante tres veranos en Robledo y salían de alféreces. Y estudiantes muchos estudiantes que enviaban sus padres para estudiar una carrera o prepararse para la Escuela de Magisterio. La pluma la cruz y la espada eran la marca de España. Hoy esto muchos lo encuentran anacrónico o fascista pero había mucho más respeto, mejor convivencia, más alternancia y más posibilidades, hoy los caminos se han cerrado para los jóvenes sin que el papa haya dicho ni esta boca es mía al respecto.

La imagen que da la informativa zapateril no se corresponde con las realidades pero han vuelto a este país los torticeros de la historia los muñidores de la infamia. Los bobos de Intereconomía y de la COPE, los insidiosos del ABC que quieren copiar en Madrid al New York Times. El día que llegó con gran pompa el “Vicario de Cristo” a Madrid los israelíes bombardearon la franja de Gaza dejando en la estacada varias decenas de muertos. Y en Libia soldados de Gadafi y mercenarios se acribillan a tiros por las calles. Si no vienes en son de paz a esparcir el mensaje de la buena nueva mejor te quedabas en Castelgandolfo, Benedicto porque tu viaje sólo habrá servido para halagar el ego orgulloso y vindicativo de Rouco. Después de que pase la marabunta, volveremos a lo de siempre, a las iglesias católicas vacías, a la cultura laica, al hedonismo y a la paganía de siempre. Los viajes papales no son más que una tormenta de verano, un baño de multitudes, besamanos, corifeos, culto a la imagen. Y yo seguiré como tantos otros al pie de la cruz.

Estos bobos son los de siempre. Entre bobos anda el juego. Zapatero a tus zapatos y cuando la clerigalla mete los hocicos en político en este país vamos marcha atrás. Los curas no se resisten a perder la parcela pero España es laica, ha dejado de ser católica y la culpa es de ellos. Dios es un proscrito en nuestra vía diaria. Se ha mandado al exilio el culto a la belleza inmaterial para quemar incienso en las aras de la cutrez, la ordinariez, el morbo. Sólo vale todo lo que se come, se esgrime y se caga en inglés y a las nuevas generaciones de españoles se les ha negado el privilegio de conocer su historia, de hablar su idioma y la jerarquía que no ha movido un músculo para evitarlo antes bien se unió a la ola es culpable de este orden de cosas.



Entretanto, Doro y yo introducimos las bayas en una cesta y a lomos de nuestras bicis cruzando el Puente de Hierro y por detrás de los ventorros camino de Hontoria subimos a Valdevilla. El puente romano parecía nuevo flamante y sus piedras tenían dos mil años. Por ellas caminaron las legiones de Augusto y los rabadanes de la mesta. Seguía el concierto campanero impregnando de melodía el aire de la mañana. Todas las torres se pusieron a tocar para acompañar a la campana gorda. Como la señora Teo había ido a la peinadora mi amigo Doro desayunó en casa. Restauradas las fuerzas a base de un café con leche y picatostes nos pusimos el traje de los domingos y otra vez pedaleamos por el Camino Nuevo hasta llegar a la catedral. Don Asterio a su vez el maestro de ceremonias, y el precentor encargado de dirigir las voces blancas ya nos estaba echando en falta.

-Creí que no llegabais.

-Es que fuimos a Tejadilla por un mandado.

-Hoy no se va a por moras. Hay que estar aquí derechos como velas para cantar a la Patrona. ¿Estamos?

-Sí don Asterio- respondimos los dos escolanos agachando las cabezas.

El día de Nuestra Señora el aire de la ciudad parecía poseer una mayor claridad iluminando las caras iluminadas de las gentes, las palabras y hasta las broncas del maestro de capilla no sonaban tan impetuosas. En aquel momento entraron en la sacristía dos sacerdotes con capa pluvial que llevaban una barra de plata rematada en un santo cristo cada uno de los dos. Eran los pertigueros. Los prestes se atacaban el alba con el cíngulo o se echaban la casulla cerca de las cajoneras de la gran sacristía contemplándose en los oscuros espejos que devolvían una imagen triste y fantasmagórica de sus figuras. Algunos comentaban incidencias de la vida local y Melecio el sacristán le hablaba de un automóvil que acababa de salir al mercado.

-Don Fernando, porqué no se compra usted un 600. Ese coche le vendría bien para ir a ver las tenadas y las fincas que tiene en su pueblo.

-¿Y para qué quiero yo un 600, hijo, si no tengo para gasolina?

-Pues tambien es verdad, señor deán. No me había dado cuenta. Echarse coche es fácil. Lo peor es mantenerlo.

El obispo, hombre muy bondadoso, no decía nada pero asistía a la conversación con una tímida sonrisa mientras se colocaba la mitra toda de nieve y aleteaban en torno a su persona una cohorte de fámulos que le atacaban las calzas o le ceñían el cíngulo antes de salir a celebrar. El maestro de ceremonias golpeó con una vara uno de los bancos y al son de tres golpes secos la escolanía entonó la antífona de entrada.

-Niños a coro- exclamó don Asterio

Y se inició la procesión. El grupo de acólitos con nuestras sotanillas rojas de lana abríamos carrera al séquito que a través de la girola detrás del altar mayor recorría las naves y las múltiples capillas luciendo la pompa y esplendor del rito visigótico a lo largo de aquel templo que era el más grande de España después del de Sevilla. Abría carrera la cruz procesional flanqueada por los ciriales. Yo caminaba portando el acetre con el hisopo y la naveta haciendo las veces de ayudante de Teodoro que oficiaba de turiferario. La comitiva ascendió las gradas del presbiterio y el cabildo cruzó el enlosado de la nave central con enterramientos de todos los obispos de la diócesis desde san Hieroteo hasta la fecha y todos ocuparon su sitial. Tras el canto del magnificat se iniciaron los Kyries de la misa cum jubilo. Las deprecantes notas del responsorio surgían como voces clamando al cielo iban a besar las impostas o se esfumaban por las bóvedas de crestería. Las voces se habían escuchado allí durante siglos deprecantes, compungidas, pidiendo la misericordia divina. Ten misericordia de nosotros, señor. Aquella plegaria había sonado en aquel recinto miles de veces. Kyrie eleison. Una fila de clérigos con los ornamentos más ricos que guardaba el ropero medieval de la sacristía para aquel jueves que relucía más que el sol – había casullas y dalmáticas del siglo Xi y una regalada por doña Berengüela que enseñaban estampados y fimbrias que eran obras de arte, nuestros antepasados reservaban lo mejor de sí mismos para la virgen y el Señor, no había codicia ninguna en las legaciones- y don Asterio nuestro precentor que aquel jueves oficiaba como subdiácono llevaba una gorjal en el cogote que pesaba un quintal y le devolvía un aire majestuoso y respetable, se parecía a san Lorenzo, con fimbrias hiladas en oro macizo que debieron de costar un dineral (andando el tiempo tuve ocasión de admirar en un archivo la preciosa tunicela). A pesar de las joyas que llevaba encima don Asterio era pobre como una rata y moriría en pobreza. ¿Quién podrá acusar de avaricia a aquellos pobres clérigos de Segovia? Vivían de un magro estipendio, alguna capellanía monjil, y algún funeral por el que percibía un duro. No. Es posible que en el Vaticano sean ricos pero los curas son pobres. Son de los nuestros y además tenía Asterio que aguantar al edecán del obispo que era un hombre pequeñito de pelo blanco y de sonrisa bonancible sometido a la regia voluntad de su fámulo. De la gestión y el mangoneo de la diócesis se encargaba Julián Tuero un asturiano fornido que había nacido en el pueblo del Inquisidor Valdés. Sus gestos eran muy vivos y la mirada penetrante. Daba órdenes al cabildo haciendo sonar su gran vozarrón. Gustaba ser denominado hijo del trueno. Era un aristócrata. El obispo, a su lado, parecía un pordiosero cercado por aquellas eminencias capitulares de entre ellos destacaba el prelado Tuero hecho un figurín luciendo la muceta una especie de babero de lana blanca y calzando mocasines de fieltro con hebilla de plata sobre los calcetines morados. Hablando con su vozarrón de vaqueiro metía a todo el cabildo en vereda cuidando de que se cumpliesen durante las celebraciones todas y cada una de las rúbricas del ceremonial. “Yo cuidaré del esplendor de Tu Casa” era su norma. También al obispo lo traía derecho como una vela cuidando de que el número de pasos sobre la grada fueran los precisos y que las cáligas que calzara en la misa pontifical fueran del mismo color que el de la casulla. El obispo fray Daniel como era un santo y había sido franciscano antes de acceder a la mitra se dejaba hacer aceptando como penitencia la pompa y el boato prescritos por el maestro de ceremonias.

-Debía de ser don Fernando el que portase el báculo y no ese pobre fraile menor al que preconizaron obispo nadie sabe por qué- murmuraban los beneficiados.

-Para cabo de vara o para sargento mayor ese asturiano no tendría precio- respondía don Alejandro Fucsina el magistral que era el rival de Tuero. Había dos bandos en la sala capitular de aquella santa iglesia catedral. Una la encabezaba el magistral y otra el secretario del señor obispo- Y ¿tú qué opinas, Asterio? Si no andas listo, ese te va a quitar el puesto porque ya le veo venir. Se inmiscuye en tu tarea de maestro de ceremonias y no debieras consentirlo.

Don Asterio, el maestro de ceremonias, puesto que obtuvo tras reñida oposición disertando una hora de reloj mientras caía el aluvión de la clepsidra – ese reloj de aluvión que ha popularizado el ordenador y que antaño servía para medir los tiempos de los sermones, de los cantos en el coro y de las pláticas y prácticas catedralicias- y era un experto en los ritos que adornaron la adoración en la SRI (el caldeo, el sirio, el basilio, el maronita, el griego, el rumano y hasta el ruso) como no tenía ya demasiadas aspiraciones a la Curia, poco le importaban aquellas comidillas y rivalidades capitulares. Llevaba el ceremonial litúrgico en la cabeza pero no era un maniático del rigor. Su manga era ancha y solía decir:

-A Dios le gustan las cosas bien hechas pero somos humanos y a veces fallamos incluso en lo esencial.

Abstracción hechas de estas fruslerías, el jueves de la Virgen de Agosto era una de las fiestas más hermosas del año en aquella cátedra cuando toda la urbe rendía homenaje a la Virgen Blanca aquella talla gótica que sonreía mofletuda en su edículo central del altar grande ostentando al niño en brazos adornada la cabeza de una inmensa corona de plata. Se le decían piropos en latín y en vernácula. Se la cantaba y se la bailaba. Aquella luz del gran jueves del verano en Segovia ha iluminado las tinieblas de mi existencia. Ahora que lo pienso el haber sido niño de coro me ha ayudado a entender mejor a la Iglesia en sus miserias y en sus grandezas. Los papas vienen y van y muchos de aquellos prelados y canónigos han bajado al sepulcro. El sacristán Melecio fue enterrado con una copia de aquel manojo de pesadas llaves que colgaban de sus artríticas caderas. Espero que esas llaves le abrieran las puertas del paraíso. Pero queda lo esencial. Aquella sonrisa de Nuestra Señora en su trono, la luz especial o el sabor de aquellas moras que picábamos Teodoro y yo por los barrancos de Tejadilla. Tampoco he sabido nada de él. Las veleidades de la vida hicieron que los caminos se bifurcasen y no volviésemos a ver jamás. ¿Nos veremos en el más allá? Tampoco eso importa demasiado. Lo importante, lo real, fue nuestra fe a sabiendas de que los papas, los obispos, vienen y van. Para el creyente que vive aferrado al baluarte de su fe, todo lo demás es vanidad. Y está claro. Todo se os dará de añadidura. Rouco que acaba de cumplir los 75. Hoy se jubila. Vino el papa bendito que Benedicto se llama pero esta generación sigue siendo la misma después del baño de magnitudes y de multitudes. ¿Y qué? Estoy seguro de que Cristo vive. Que reina en la historia cosa en estos días que corren harto difícil pero a Cristo a diferencia del bueno de Benedicto XVI no se le ve. Suficiente.