Fiesta multitudinaria del santo patrono de los periodistas
Puede
más una gota de miel que tres cántaras de hiel y el bien no hace ruido y el
ruido no hace bien. Son dos máximas de san Francisco de Sales. Su fiesta la
celebramos ayer los periodistas con una misa cantada en las Salesas, célebre monasterio de Madrid
al lado del instituto Beatriz Galindo donde enseñó literatura Gerardo Diego que no suspendía nunca y donde algunos de los que allí
estaban hoy guripas encanecidos debieron de tener primeros amores pues san Francisco de Sales fue un padre de la iglesia amoroso y un francés bondadoso. Ese
amor y esa bondad que yo percibí en el encuentro con viejos compañeros.
Éramos más de mil personas. El sentido
corporativo que ha tenido esta ardua profesión no fenece y ayer fue un día de
enterrar el hacha de la guerra, olvidar querellas y beber vino – en los salones
de Riofrío nos dieron un ribera del Duero gran reserva de vinillo aloque- y
allí nos topamos con muchos amigos y algún que otro enemigo.
A estos no los miento pero sentí una alegría
enorme de reunirme con Bonifacio Barea BONIS, el que más sabía de ayuntamientos y de municipios, cuando la
sangre de los españoles era municipal y espesa y antes de que llegasen los
ladrones.
La
vida nuestra siguiendo las directrices joséantonianas se organizó en torno al
municipio porque este país es un país de buenos alcaldes y malos políticos.
Entonces creo yo que la vida política estaba mejor organizada y era más
participativa pero cualquiera les convence a estos.
Fue
un privilegio compartir mesa con Rufo Gamazo, con Marino Gómez Santos con Fernando Salas, con Virgilio
Hernández Ribadulla 98 años nos contemplan.
Era el que nos daba consejos por radio
nacional para componer el 600 que íbamos a probar a la cuesta de las perdices y
aquel primer utilitario de nuestros amores y los sueños nuestros lo arreglaba
un herrero. Otros que vi; Esteban
Greciet, periodista asturiano al que
no había vuelto a ver desde hace casi medio siglo. A Miguel Ángel Gozalo, Alfredo Amestoy, Fernando Jáuregui con el que
me meto a veces pero dentro de la tertuliaría que tanto me encabrona es de lo
menos malo. Sea loada nuestra vieja pyresa
y cierro la lista con la frase con que acababa la recitación del martirologio y
en otras muchas partes otros muchos santos confesores y santas vírgenes. La
preocupación por la profesión estaba en el ambiente.
Nosotros fuimos unos privilegiados. Nos
pagaban bien en tiempos de Franco y no nos podían echar a la calle a no ser que
la hicieses muy gorda. Rufo Gamazo,
lo cual le honra, que fue director de nuestra fenecida prensa del movimiento y
a cuyos pechos-Perdonen la metáfora- se alimentaron los de la quinta del
biberón que luego cambiaron de camisa y formaron parte de las escuadras del País
y del zoísmo, un socialismo muy bien amueblado, se ufanaba de que en su
trayectoria como director de periódicos no se incoara a ningún plumilla ningún
expediente.
Loado seas, querido Rufo zamorano de pro. Aun
publica en la Opinión , y sigo sus
columnas, casi el único columnista al que sigo por más que ande en la órbita
que le marcan las derechas. Escribió una
novela sobre ex seminaristas lo mismo que la mía y tuvo dificultades con
los obispos pero ahí está dándole a la tecla pasado el rubicón de los noventa.
Creo que el periodismo ayuda a la causa de la longevidad y de la higiene mejor
que el jogging y el pedestrismo. Tampoco quedan escritores y críticos como Marino Gómez Santos. Lo seguíamos en
pueblo a este ovetense que no ejerce y sus criticas de libros iban a misa pero
entonces el momento mejor que tuvo la literatura española en la posguerra había critica literaria hoy son
lacayos del marketing y de la basura anglosajona que nos tratan de meter por
los ojos los mercaderes del templo los que nos venden la mula mal capada y sin
periodistas España está vendida. Le mostré mi seminario vacío y me dijo que
tenía muy buena pinta. Pluguiera a dios que me lo echase un vistazo. Antonio,
carezco de medios. El coronel no tiene quien le escriba.
Antonio
Gibello periodista del Alcazar y promotor del homenaje a José
Antonio Plataforma 2000 idea que feneció por falta de
quórum me dio la mano.
Habrá
que echar los agravios en el olvido. Nos queda Internet. Tuve la suerte de
conversar con un coronel de Estado Mayor que entró en la facultad de ciencias
de la información con 60 años cumplidos y hoy es un joven de 93 años, él da la
vuelta al guarismo y dice que son 39.
¿Qué
hacer con nuestras saturadas juventudes que se licencian en Ciencias de la Información ? Pues a mí
se me ha ocurrido una idea ahora mismo de inspiración salesiana. Hacerlos profesores y maestros de escuela
secundaria y de primaria para que enseñen este bendita idioma nuestro que nos
lo empocilgan los anglocabrones que impartan clases y se abran cátedras en los
institutos. Al fin y al cabo el problema de este país sigue siendo una cuestión
de escuelas que diría Joaquín Costa. Venga Antoñito sigue dándole caña, sigue
siendo el servidor de pieza del 15 y medio, no abandones tu blocao, entra en el
pozo de tirador, no dejes caer al suelo la cinta de tu ametralladora. Tus balas
harán pupa pero no matarán a nadie.