Recula el traidor de la Moncloa y amaga un ruptura fingida con la piara de separatistas catalanes que, además, son la amorosa mucama protectora de esa recua de frailes sodomitas y pederastas que expulsaron a La Moreneta de Montserrat para elevar a sus altares al ladrón de Jordi Pujol, mientras les hurgaban en la bragueta a los monaguillos y les hacían felaciones a los niños del Coro para inocularles el odio a España y conducirlos a la Arcadia Feliz de la República Catalana gobernada por curitas maricones y políticos ladrones. 
 
Esa es la caterva nauseabunda con la que Pedro Sánchez pretendía negociar el "delenda est Hispania" a cambio de que sus puercas manos, que huelen a pis de niño y a Patria robada, le sostuvieran unos días más, unos meses más, en cualquier caso, una eternidad más en el Poder. Un Poder también robado, democráticamente,  eso sí, gracias a la aritmética parlamentaria que "nos hemos dado" y que, como bien teorizó el octavo hijo de Pujol, Artur Mas, "sirve para corregir la voluntad popular". Sustituya usted el eufemismo "corregir" por el verbo robar y obtendrá el auténtico santo y seña de la democracia que padecemos que solo "sirve para robar la voluntad popular".
 
Pues a esa caterva nauseabunda y a su mediador (suponemos que con ligueros y pamela) le iba a regalar Pedro Sánchez los despojos de España como quien le ofrece una dote que no es suya y unas flores baratas a una amante que te ha  convertido en una piltrafa. Pero antes de perpetrar la felonía, el traidor de la Moncloa escuchó el rugido de Alfonso Guerra que, además de llamarle plagista académico y estafador literario le tildó de imbécil, oyó el eco de la voz del que aún es el macho alfa del PSOE, Felipe González, quien, como el augur Espúrina a Julio César, le decía "guárdate, Pedro, de negociar con el separatismo", y le llegó el grito herido del pueblo español dispuesto a mandar al PSOE al Grupo Mixto en las próximas elecciones si consumaba la coyunda con esa caterva nauseabunda de separatistas ladrones bendecidos por los frailes sodomitas de Montserrat... y entró en pánico. Por eso ha reculado.
 
Pero ¡ojo!, porque los traidores natos y netos, los felones congénitos y vocacionales, y Pedro Sánchez lo es, cambian el embozo y, si procede, las mañas. Pero nada más. Ha reculado, sí, pero solo para esperar a que escampe. Se esconde y espera, y la médula de toda espera es el tiempo. Robémosle nosotros a él el tiempo antes de que él nos robe a nosotros la Patria. Hay que echarle ya y mandarle a la roca Tarpeya que es desde donde los romanos, padres del Derecho y del Estado, arrojaban a los traidores.