El Peregrino Ruso es una obra anónima que leí años ha y que me impresionó. Se refiere a la espiritualidad itinerante de algunos penitentes que para expiar los pecados de su vida anterior recorrían verstas y verstas a lo largo del inmenso país visitando monaterios y aldeas. Como dijo el evangelio, no lleveis bolsa ni alforja y ellos tratgaban de hacer de esta máxima su forma de vida.
Se hospedaban en las casas rurales y daban la paz a los moradores. Si se les rechaba tomaban el olivo y marchaban en otra dirección murmurando unas oraciones "mi paz os dejo mi paz os doy" (Mir vsiex paz a todos). Un libro de oraciones y un viejo nuevo testamento de hojas muy gastadas eran todo el peculio que guardaban en su escaso morral.
El peregrino autor de este libro anónimo había tenido el vicio de la bebida.
Cuando le entraban las ganas de una copita abría el Testamento al desgaire y leía un capítulo. Así se le pasaban las ansias. Se trata de una espiritualidad difícil y muy dura que lograban sobrellevar mediante la gracia del Espiritu Santo.
Muchos morían de hambre y de sed o congelados en las grandes rutas de la estepa. El sitio de mayor afluencia era el santuario de la Virgen de Kazan. Rasputin -en todo cenaculo nunca falta un judas- practicó esta forma de monacato itinerante. Al contrario que los monjes no de la iglesia latina, estos ortodoxos hacían voto de castidad y de pobreza pero no de estabilidad. Tampoco accedían a las órdenes sacerdotales excepto el diaconado. Alguien los llamó los Diáconos del Nazareno. Y a diferencia de los benedictinos o de los cistercienses y cartujos; carecían de regla. Oraban en la mayor soledad pero intentaban poner en práctica el principal mandato del Nuevo Testamento: "Ama a tu prójimo". Una forma de santificarse en medio de los peligros del mundo. Su regla era mucho más dura que la de los conventuales. Tolstoi quiso convertirse en palomniki o yurodivi (loco por el Evangelio) pero murió en una lejana estación de su provincia cuando esperaba el tren.
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