ALONSO CANO
Alonso Cano el gran pintor de vírgenes granadinas a quien la estatuaria de la imaginaria hispana del siglo de oro denomina el excelso tuvo una vez un arrebato y mató a su mujer en un ataque de celos. La encontró en la cama con otro. La justicia vino tras sí y huyó al reino de Valencia. Quiso acogerse altana pero no era clérigo. En aquellos tiempos la jurisdicción eclesiástica, separada de lo civil, evitaba que los perseguidos de la justicia secular pudieran ser habidos por alguaciles y corchetes. Se acogían a sagrado y estaban libres. El gran pintor de las Vírgenes excelsas de la escuela andaluza solicitó ser ordenados de menores por el arzobispo de Granada. Éste se lo negó.
Cano marchó a Salamanca donde tuvo más suerte. El ordinario de aquella diócesis le impuso la tonsura Era admirador de sus cuadros aquel monseñor de Salamanca admirador de sus cuadros; lo ordenó de subdiácono y le libró del patíbulo. A su tiempo, encontró favor en la corte de Felipe IV quien admiraba su arte y fue su mecenas. Pertenecer al cabildo de una catedral le mantuvo al pairo de las pesquisas de la justicia. No fue un hombre feliz en contra de la felicidad que expresan a sus cuadros y las estatuas que talló. Admirador de santa Teresa la santa nueva plasmó toda la carga espiritual de los cristianos nuevos en la imanten por él esculpida. La mística doctora miraba al cielo con un libro abierto y una clamo en la mano. No quiso besar en la hora de la muerte el cristo que le presentaba el cura que le dio la extremaunción decía que el crucifijo estaba mal hecho. Alonso Cano un genio de la pintura española y seguramente un converso de fuerte carácter demuestra las contradicciones del catolicismo castellano tan excelso como cáustico. Hubo en la vida de Alonso Cano un borrón sin cuenta nueva a causa de la violencia de género. El pecado llorolo toda su vida. Dicen sus biógrafos que tenía un genio de mil diablos. reñía con todo el mundo.
Algo no tan fácil de corregir como dicen algunos y tan viejo como el andado para adelante. Dios tenga a los dos, perdonados sus pecados, en su reino. El gran pintor de Vírgenes cayó en el infierno de la violencia de Quevedo pero ya Quevedo advertía a los casados que un mal casamiento es un infierno portátil. Por desgracia desde que el mundo es mundo la cuestión carece de solución. Y como no hay remedio pues litro y medio. La cuestión sexual lleva la violencia inherente a la condición humana inclinada al abuso de poder, a la celotipia, al estupro como carta de presentación. Lo malo son esos necios y necias que frivolizan sobre un problema tan endémico en nuestra sociedad. Los uxoricidios y parricidios y la violencia domestica constituyen epidemia en nuestra sociedad. Ante la inoperancia de los gobiernos y de las organizaciones ad hoc que dicen defender los derechos de la mujer y es la carnaza donde afrechan cada mañana nuestros carroñeros y carroñeras del plasma mediático que son la pasma de nuestros pueblos ciudades y villas irredentos. Me levanto cada mañana y enciendo el aparato. Para ver a cuantas se han llevado por delante. Los carrileros de la información y las aves carroñeras cuentan el hecho escueto. No nos dicen qué es lo que se esconde detrás de estas tragedias familiares. Alonso Cano el pintor de esas vírgenes tan guapas que ostentan nuestros retablos encontró una solución: meterse a fraile. Todo parece que estaba más fácil en aquellos tiempos
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