Volando va, volando viene... es el celebérrimo Botafumeiro de la catedral de Santiago... volando vine, volando voy, pensó una feligresa a quien el día de Reyes le olió raro el incienso que perfumaba el templo («a veces huele así la habitación de mi hijo»)... y a los ángeles que cantaban las glorias del Señor en la bóveda donde se acumula el humo les vibró la euforia ese día... alabaré, alabaré...
La noticia fue: «Detenidos por la policía dos monaguillos que echaron marihuana en el Botafumeiro»... se les había ocurrido la broma con los vapores de la Nochevieja, ¿por qué no?, pensarían, quizá de este modo alguno logre ver a los santos en persona y así se le fortalezca la fe... o al menos, saldrán contentos y reconfortados.
En esa catedral suceden cosas raras: benditas ánimas con sotana o sin ella despluman los cepillos de las limosnas, electricistas roban códices calixtinos, algún clérigo capitular es acusado de abusos a chicos... y mientras tanto, una reguerada constante de peregrinos va pillando perdón jubilar y agradeciendo con su óbolo la intercesión del apóstol... ¿sigue la picardía medieval, la picaresca barroca o la mamandurria sacristana teniendo aquí su limbo eterno y su retablo?... ¿cabe pensar que estos monaguillos hayan querido plantear así que, amén de su legalización, la marihuana merece también indulgencia jubilar como cualquier pecador?...
La noticia vino volando en redes y remontó los caballos locos del retuit, pero extrañaba la cantidad usada al efecto por los monagos, ¡¡medio kilo!!, enorme fardel, mucha pasta, así que fui al contraste y resultó ser más falsa que las mulas de Cabo demostrando una vez más que la patraña más delirante es hoy la que mejor se vende (rusos e independentismos lo saben), así que esta columna ya no valía nada, aunque aquí la dejo por lo que tiene de novelilla fantástica... y porque la maldad de monaguillo suele quedar en graciosa y venial, aunque no tanto aquella que no hace mucho enfureció al cura de Pozos (Cabrera alta) cuando le cambiaron el vino de misa por orujo... ¿esperaban que al «ite misa est» entonara el «Asturias, patria querida»?...
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