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viernes, 7 de junio de 2013

LAUREL PARA RAÚL DEL POZO

Raúl del Pozo, como el vino mejora con el tiempo. sus libros, sus artículos merecen hoja de laurel. Acabo de leer dos, uno en que habla de Gallardón ese poliédrico señor de las cejas espesas que va a resucitar de nuevo la Inquisición estableciendo la censura periodística.

Esto ya existe para ciertas cuestiones pero a lo que aspira el hijo de aquel insigne notario, vasallo de Serrano Suñer y nieto de El Tebib, el gran corresponsal de guerra de Franco, es blindar a la clase política que está siendo lapidada por la corrupción, el nepotismo, la insolencia puesto que la razón no es partera de la historia sino la violencia y violento es el mundo en que vivimos.

Con tasas judiciales que han puesto los pleitos, las minutas de abogados, procuradores y rábulas por las nubes el españolito de abajo oprimido por la tiranía va a pedir árnica. Vuelve el SIM el fatídico organigrama de represión y espionaje fundado por Indalecio Prieto, hay oídos que escuchan, hable usted bajo, la palabra al oído.

Del Pozo, que es un libertario de raza, auténtico lebrel del periodismo que barrunta la caza a tres kilómetros, ex comunista y uno de los pocos colegas que no me ha maltratrado mientras otros me desuellan vivo, tuvo la gentileza de regalarme un Vega Sicilia que yo me bebí unas navidades a su salud y a la de su mujer la querida Natalia (detrás de un  gran hombre hay una gran mujer), ha denunciado esta farsa del inclito ministro de Gracia y Justicia, obtuso personaje.

Aquí el que más chifla capador y el que se lleva los palos es Wert que lo está haciendo bien y se ha convertido en el chivo expiatorio del gabinete de don Tancredo que es como llaman a Rajoy.

Mientras, la Mato, la Fátima y el propio Gallardón se van de rositas. ¿Quien los emboza? ¿Quien les ampara? Yo tengo mi teoría formulada al respecto. Raúl por su parte que es muy listo se guarda de decir qué es lo que hay detrás del curioso fenómeno Gallardón. Por último, el que dedica a Alfonso Guerra merece un pulitzer.

El conquense escribe el mejor castellano que puede leerse hoy en España. Su nombre debiera estar en la Academia y sus artículos y novelas nos reconcilian con esta profesión que volvió a ser canallesca y él lo denuncia con su oído fino para auscultar los vientos de la calle pero Ruli, camarada, si no nos dejan escribir estos mendas acabaremos pintarrajeando las paredes. Ya sabemos que siempre serán palabras en el muro pero al menos nos concede un desahogo del derecho al pataleo. ¿60 € por llamarle a un tío hijoputa? Firmo ahora mismo.  La cosa está que arde y tú te quejas de la violencia de ciertos plumillas pero la violencia la quieren ellos.

Lo malo que las costas del proceso se elevarían a más de 500, según la nueva Ley Gallardón y el sofoco nos saldría por un ojo la cara. el único sitio donde no se nos veda es la pared y la puerta del retrete porque nos han echado de los periódicos, nos cerraron las editoriales y han prostituido esta profesión que hasta hace poco era con sus mermas y dificultades un oficio duro pero honorable. El patio está algo revuelto y Gallardón nunca podrá amordazarnos en libertad. Le podrían quemar la sinagoga mañana mismo y esto no es una amenaza sino un barrunto. Dios no lo permita. Por el momento disfruto con los artículos de Raúl del Pozo, hontanal de sabiduría y de ironía -tanto en su mala leche contra los poderosos y su bondad con los irredentos se semeja a Cela- estas magistrales columnas que publica en el Mundo

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