MARISOL DE
ESPAÑA
Antonio Parra
Dallo mi hierba trillo mi parva muelo
mi trigo y me como mi pan. Y me pago mis copas. Y como el Gijón ya no hay quien
lo toque porque la nostalgia se apodera de los espejos y de los paneles
embonados de madera noble aunque las musas siguen correteando por los veladores
de mármol donde escribieran los poetas o los bancos de crepé donde alguna vez
yo vi con un dedalico de más de borgoña en las tripas a las ninfas pegando
brincos y no era más que Carlos Oroza que trataba de ligar a dos noruegas y les
contaba un chiste que ellas entendían chapurreando el lenguaje universal de las
manos (creo que era el de las novicias mudas que hablaban del padre Juan...)
busco barras al otro lado de la M30 donde Madrid pierde el cinturón de los
convencionalismos provincianos y se convierte en Kansas City. Por ejemplo en el
Valtins que regenta mi amigo Moncho un vasco de las encartaciones mayores no sé
si de Ondarraoa Lequio Lequeito o Echanove pues vizcaíno es el hierro de todas
formas vizcaíno es el hierro que os encargo corto en palabras en hechos largos.
Así es también un poco el vasco de mi barrio. Pero con esa simpatía que sólo
tienen los de Bilbao y esa llaneza de los que tomaron chiquitos por la siete
calles anda la ostia. Mucho señorío, sí. Mucho señorío. Mis mejores amigos
nunca fueron de derecha. A la derecha la encuentro hostil suspicaz muy
maricomplejines y aburrirá a las ovejas y a la izquierda poco más o menos pero
los bohemios en la España indiferente siguen siendo los de siempre. Ya se sabe
al amigo el culo al enemigo por el culo y al indiferente pues que se le aplique
la legislación vigente. Y la Derechona se ha vuelto masoquista y majadera
vigila su tapia y le va la marcha. ¿Es que por detrás les gusta más? Tiro
siempre la boina entre rojos y parto mi hogaza con los menesterosos de afecto y
los huérfanos y huérfanas del amor. Ramón es un anfitrión con sabiduría de
calle que dicen por Nueva York. Las ve venir de largo y tiene esa delicadeza y
exquisitez los buenos mesoneros del país que solo pueden tener todos aquellos
que han formado parte de un orfeón. Canta primoroso. Esa experiencia les da un
sentido interpretativo y coral de la existencia. Tiene una calva prematura unos
ojos grandes una nariz perfecta y tallada a cincel y toda esa displicencia de
los euskaldunes que ven la vida cantar y correr. Así que el burladero que yo
tenía en el Gijón lo he trasladado al Valtin. Albergue seguro. Sus talanqueras
de cristal tapan mi próstata renqueante y mi taleguilla ya para no demasiados trotes.
Uno en medio del ardor del vino puede cantar mal, ver visiones, mandar a tomar
vientos a un coronel de Estado Mayor que se va a Bosnia a cobrar dietas y
encontrarse con el almirante tunante que no resulta tal sino un remero. Cía.
Cía. marinero. Ramon ese nos tomó por isidros el otro día. Decía que había
mandado una flota y no era más que un bravonel que sólo se había embarcado en
el estanque del Retiro para pasear coimas ninfas de toldo y arandela o mozas de
fortuna que guardan el cantón. Pero a veces en estas travesías del desierto que
son mis hégiras polvorancas uno tiene un sentido eucarístico de la vida y de la
solidaridad humana y eucarístico es el vino. Sangre de Cristo. En él y en el
pan quiso quedarse con nosotros N.S., aunque yo más de una vez he visto al
diablo más perverso en cuclillas dentro de una botella. Uno busca asideros y
talanqueras donde refugiarse. De mis dolencias físicas ni por pienso y no voy a
darle aquí al lector entretenimiento haciéndole una relación circunstanciada de
mis alifafes dolamas y de las cazcarrias que me afligen al vadear las salas de
los hospitales. Seguramente daría el do de pecho. Prefiero hablar de Pepa
Flores. La Marisol de mi adolescencia. Por aquello de que la vida es una
tómbola me la encuentro elegante y comunera alta y delgada y eximia sentada en
majestad igual que una madona en una tajuela junto a la barra. Fuma
discretamente. Gestos de novia antigua. Uno entiende a la vista de esta mujer
que tuvo chispa y tuvo ángel cómo puso a media España y a media Hispanoamérica
boca abajo. Recuerdo cuando vivía yo en Staten Island mi vecino colombiano
Arnaldo emigrante en Nueva York tenía en un trono su fotografía como si fuese
una virgen o una diosa y puso a tres de sus hijas con su nombre Marisol Pepa I
y Pepa II. Fue el mito de nuestra infancia y de nuestra inocencia. Después
quiso desdecirse del mito de la imagen o del cliché que la sambenitaron con el
franquismo no sé por qué porque en este país de camándulas hay gente que le
saca punta y partido a todo y se nos hizo roja pero ella tambien es gualda y
muy española. Y en este periodo – María Pineda, Bodas de Sangre, Caso Cerrado-
demostró ser una primerísima actriz de recursos felicísimos. Para empezar esos
ojos. Yo no sé si Pepa se sentía comunista lo que sí sé es que habla un buen
ruso y que sus películas de la primera incubación tuvieron gancho y mucho éxito
en la Unión Soviética tampoco sé si llegó a amar tan profundamente a Antonio
Gades padre de sus tres hijas como algunos dijeron lo que me consta es que es toda
una señora amante de su discreción de su privacidad y de su libertad. Venía de
los Coros Danzas y fue un festival de la Casa de Campo donde la reclutó Goyanes
después de verla actuar pero ella nunca quiso que la confundieran con el
Platanito ni con la Carmen Sevilla ni con la Lola ni con la Nietísima ni con
esa parte truculenta del franquismo que a golpe de talonario de la prensa de la
entrepierna ha vendido su dignidad. Ella triunfó y no tuvo que volver su alma
al diablo para volver a triunfar. No cedió la piel a Esaú por un plato de
lentejas. Delgada elegante con los mismos ojos azul celeste que a mí me
recuerda las primaveras incandescentes del 63 o del 64 y su voz estallando por
todos los patios de luces de las viviendas de España sigue haciendo la esfinge
pero a lo que más recuerda por su rostro esbelto e iluminado es a una cariátide
griega. Ramón detrás de la barra vigila sus movimientos y la protege. Olía a
guiso y a familiaridad al mediodía y las madres llamaban desde la ventana a los
niños que jugaban en la calle. Ese grito de llamada hoy sería imposible...
“Cayetano, Palomita... a comer en los dichosos años. Como no subáis en dos
minutos bajo y os caneo una paliza.”. La voz de aquella niña de Málaga sonaba
en todas las radios peticiones del oyente. La vida es una tómbola.. Tómbola. Y
su cara aparecía en todas las pantallas. La íbamos a ver al cine Montija.
Cintas ciertamente de no mucha calidad artística a lo mejor pero que tallaron
nuestras almas. Yo me entusiasmé con Santiago de Compostela por aquella
película Ha llegado un ángel en que trabajaba Marisol y había un profesor
cascarrabias y un estudiante de la casa de la Troya de Pérez Lujín que tenía un
flequillo que se subía para arriba con solo soplarlo(el pobre ya ha muerto) la vida es una tómbola. Sí. Sí. ¿Lo habrá
sido también para Pepa Flores? No me atrevo a formular esa pregunta a mi ídolo
por temor a romper la magia de una arcano. Baste decir que todos tuvimos trece
años y nos enamoriscamos de una ojizarca con coletas de plisada falda y calcetines
negros a la que de trimestre en trimestre veíamos crecer. Los abrigos les caían
todos grandes y hacía mucho más frío los inviernos pero eran más hermosas las
primaveras y hasta más ardientes los veranos. Ahora ahí sentada tiene Marisol
la majestad y dignidad de una Madona o de una española que afronta sin
alharacas ni fervorines el reto del climaterio evoca a la impasibilidad de la
gloria, el taburete del Valtins es su verdadero trono. Marisol ha llegado un
ángel acaba de cumplir los 59 y la mayor parte de sus admiradores somos
sesentones o setentones. Pero no pude por menos de darle las gracias a esta
señora y un beso en la mano. Ella es una de nosotros. Una española de verdad
con el nórdico mirar ojos claros y serenos. Una mujer del pueblo. Este encuentro
en el Valtins de mi amigo el vasco ha sido como una epifanía. Por lo que a mí
respecta seguiré siendo un escritor bohemio aunque me gustaría que esta noche
hubiera estado conmigo Juan Pla. Este
tipo de situaciones y de reportajes él las bordaba. No he pretendido hacer una
exclusiva ni un panegírico. Además entrevistas a Pepa para qué. Esta mujer te
daría para escribir un libro con sus reflexiones. Lo titularía La prudencia en
la mujer o la Lozana andaluza pero me pierdo por tales esquinas. Esta exclusiva
quedó en una mirada de agradecimiento unas palabras en ruso y este articulito.
El mito de mi adolescencia al año que viene cumplirá sesenta años. Esa es la
noticia y la maula.
13/02/2007
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