PRECONIZACIÓN DEL PAPA ARGENTINO… ¡MACANUDO!
"A machote o de refez me sale el nardo de san José"... De niño cantábamos este ejercicio y por enero empezaba el oficio de los siete domingos, padre putativo de Cristo. Le crecía la vara de nardo y dudó... y eso que tenía por esposo a la Virgen María y ¿qué será de nosotros que no tenemos esa suerte?
Sin embargo, ahí está siempre el casto José, uno de los grandes santos intercesores y padre de la Iglesia con su vara llevando de la mano al divino Niño con sus barbas, el manto pardo y un aire celestialita de escayola. Vara florida.
Las iglesias jesuíticas en sus muchos altares laterales siempre le dedicaban una capilla. No hay que olvidar que el culto josefino que es privativo de la iglesia católica y sobre todo la española fue promovido por los jesuitas y el papa Bergoglio ha querido ser preconizado o entronizado (los argentinos dicen asunto) en el día de su fiesta. Todo un detalle.
Hoy mientras miraba la ceremonia por tv, me venía el recuerdo de los siete famosos domingos que oficiábamos en el seminario antaño. Suenan en mi memoria las estrofas de un canto perdido... Apóstol de la Iglesia, prestános tu favor... a la lucha marchamos ardiente el corazón.
El casto José patrono de una buena muerte. Orla de su manto artesano era aquella jaculatoria: Jesús José y maría asistidme en mi intima agonía.
Algunas estatuas lo representan atenazando un escoplo y un serrucho y santa Teresa, (bien se conoce que sus confesores eran jesuitas), le tenía una muy cara devoción al carpintero de Nazaret. Que no había gracia que este santo le negara por su intercesión y más de tres conventos por ella fundadas se llamaron carmelos de San José. Vida oculta del taller del bendito ebanista, pues. “Y estaba sujeto a ellos y crecía en santidad y sabiduría”, nos dice el Evangelio de Mateo.
Los evangelios apenas lo nominan un par de veces. En el culto oriental apenas se le da realce. Los anglicanos lo suprimen. El marido de la Virgen inscrito en el catálogo de los santos a lo primero de la iglesia es entronizado por los conversos españoles partir del s. XVI.
Es el santo judío por excelencia la vera efigie de la santidad escalada en el anonimato que encarna la laboriosidad de la raza y la castidad u honestidad típica de los justos de Israel.
¡Oh divino patrón de hombres que sufren las dentelladas del feminismo radical cuando se desmiembran las familias y se atenta contra la virilidad mediante el aborto y la mariconería, así como la destrucción del patriarcado o de la autoridad del cabeza de familia que es un dogma para los rabinos ortodoxos, sénos propicios a los varones perseguidos y preteridos de esta España gobernada y desinfornada por anticristos. En tí ansiamos protección los que llevamos vida amarga porque hoy más que nunca la palabra padre es un vocablo devaluado! El Día del Padre no es más que una fiesta comercial.
Francisco I es un papa viril, macanudo, boludo, che, argentino y jesuita y bien se echó de ver en su preconización pontificia ayer. Al final de la ceremonia se fue derechito hacia el altar de la Madona y entonó el Salve Regina. El nardo josefino figura en el escudo de su pontificado.
Los jesuitas avanzaron por el camino de la historia defendiendo la primacía del papado de la mano de San José y de la Virgen. Su alusión a la ternura al perdón y este desasimiento y desdén por la pompa y las cosas del mundo es propio de los hijos de San Ignacio del cual decían que tenía al fin de sus día las mejillas horadadas por las lágrimas de tanto rezar. De tanto llorar. Lloraba dicen que por sus pecados y lloraba de misericordia cuando escuchaba el nombre de Jesús. Un santo sorprendente que pasa por áspero y antipático. Y es que su reforma (casi seis años de probatura que pocos superaban; la supresión del coro y la vida conventual; el cuarto voto y la supresión del hábito y la cogulla; su actuación frente a los herejes en Inglaterra que les hizo maestros del disimulo y el espionaje y ese fin que justifica los medios que adoptaron como fórmula política) les valió la enemiga y envidia de otras órdenes religiosas. Fueron disueltos por Clemente XIV en 1774.
Esta hipocresía o el titulo peyorativo que tiene en español la palabra jesuita esgrimida como insulto puede haber estado justificado en algunos casos pero el padre Merino y el padre Heras que yo conocí en el seminario de Comillas estaban relacionados con esa ternura y compasión misericordiosa de San Ignacio llorando sus penas ocultas a lágrima viva y escribiendo esos abstrusos Ejercicios plagados de concordancias vizcaínas, donde se funden la dureza y la ternura del alma vascongada amante de Jesús, más que con la doblez y enmascaramiento o malicia de esos personajes que uno aprecia en novelas como AMDG de Pérez de Ayala.
Jesuita bueno, jesuita malo. Hombre rico, hombre pobre. Así es la vida.
El papa Francisco ayer se nos mostró con esa vara de nardo del espiritu de la Orden en la que profesó. Humildad. Obediencia. Simpatía pero también correosidad. A los guardias de Corps de la Iglesia Romana resulta difícil manejarlos. Espiritualmente son como rocas. Rocas de Israel.
Nadie espere de él un espiritualismo ñoño. Su estilo de vida es no frills (nada de alharacas ni floripondios), los padres de la Compañía siempre fueron a su aire. Macanudo, pues.
Sin embargo, en la misa pontifical de ayer tan sencilla eché de menos la antigua pompa. Por ejemplo aquel turiferario que iba delante de la comitiva portando un trozo de estopa encendida cuando la procesión ingresaba en la cripta de san Pedro, avisándole sobre la fugacidad de las cosas humanas.
-Pater sancte, sic transit gloria mundi
Claro que como jesuita bien lo sabe él que hizo norma en su profesión de desapego a honores y a los riquezas (los jesuitas tenían una norma que les impedía ser ordenados obispos) con la fórmula del en tanto en cuanto y el uno en el cielo y otro en el suelo del Padre Laínez aquel prepósito soriano también de origen converso que era un púa, que siempre estaba viéndolas venir.
Por lo demás, estoy muy orgulloso de mí mismo. Por haber sido jesuita sin profesar pero el JHS fue para mí norma, remando contra corriente y marea y a la agachadiza, un comportamiento ignaciano propulsor de la vida oculta y por haber lanzado a lo largo de estos humildes blogs una serie de fórmulas de reforma que han cristalizado en la elección de Francisco I.
Una de tres; o yo estuve muy fino, o tengo gentes que me siguen en el Vaticano, o mi inspiración circulaba en sintonía con los soplos del Espíritu.
No me duelen prendas en decirlo aunque también columbro nubarrones. Tiempos recios apremian. A Francisco lo perseguirán. Es el signo de la cruz emblema de la Compañía. Así que habrá que estar prevenidos. En horas de tribulación no hacer mudanza. Otro sublime consejo del querido san Ignacio.
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