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sábado, 7 de octubre de 2017

EL REY AL QUE DIFAMARON LOS JUDIOS


Enrique IV y los judíos

 

Se ha intentado comparar a enrique cuarto mal llamado el impotente con Carlos II el Hechizado pero todos los historiadores son contestes de que no puede haber parangón tal. El Trastamara era valiente- fue el primer monarca que devolvió a España el peñón de Gibraltar y resultó herido en la toma de Archidona al poco- vicioso amante del vino y de las mujeres aunque es posible que también de los mozos y la sospecha de su bisexualidad no probada habrá de ser investigada por los investigadores, muy poco rezador y su amistad con los moros le hace ser sospechoso a algunos de sus contemporáneos de sectario de Mahoma. Le gustaba la caza, correr toros y cañas y más de alguna vez se le vio en algún torneo sobre el palenque pese a su horror a la sangre por las heridas inferidas en el asalto a las almenas de Archidona. Mientras el Austria era un imbecil y un caso clínico de los desastres a los que puede llevar la naturaleza: enano, casi deforme y supersticioso, puesto que creía en fantasmas  y en aparecidos. No Enrique IV no fue el baldón de la monarquía absoluta ya que en su época de convulsiones, revueltas y aventuras se crearía el germen de la unidad de la patria. Su hermanastra Isabel va a recoger el testigo. El más calamitoso reinado que convirtieron a España en una caricatura de sí misma fueron dos: uno absolutista con trazas de constitucional el de Fernando VII y otro constitucional con trazas de absolutista el de Juan Carlos I al que puso Franco. Éste no solamente no ha recuperado Gibraltar sino que entregará Ceuta y Melilla a su primo el alauita y puso el país a los pies de los caballos norteamericanos que estampan sus cascos apocalípticos contra el empedrado internacional; la eventual secesión de Cataluña, el pavoroso desempleo juvenil, la llegada en masa de inmigrantes de todos los rincones del planeta y seres tan despóticos y repelentes como Esperanza Aguirre, aznar don José Mari, ZP, Federico Trillo, Bono don José, el Chavez, Rajoy don Mariano soplando gaitas y doña Trino la colona la canilleresa que pasa la mano por el lomo a la Obamesa y por supuesto Rubalcaba, ZP, y ese león de Grau catalán arbitro de todas las instancias y caldo de todas las salsas Pujol el caganer, que recuerdas a los antiguos validos medievales siempre a la caza de un momio y defensores cada uno de su parcela local para afianzar la privanza. Con don enrique España aun en agraz se estaba fraguando mientras con don Juan Carlos se descompuso y esto parece la corta de los milagros trufada de una turba de soplones y aduladores: Herrera en la Onda, los malditos tertulianos como Fernando Jáuregui, Pilar Cernuda y la cohorte de cantamaañanas que se configura con el enano Lucas el de las radios de la mañana hasta llegar a don Herrera en la Onda que iba para cantante y se quedó en radiofonista. Todos ellos nos machacan las meninges o nos aterrizan los ojos con novelones de gran calado como los de Carmen Navarro la hija del Yale o los folletines de Pérez Reverte, haciendo gracia al lector de mencionar a los de la telebasura y la prensa del bulevar en cuyo pináculo se encarama el áulico Hola, protolameculos nacional donde manda un cura astur que de primeras era republicano y al que conocen con el alias del Hormiga, con todas las revistas del colorin detrás. Entre unos y otros dejaron a España y a la gran cultura española convertida en un patatar lituano. Y todos estos buitres, epitome de la ambición y las ansias de poder dejan muy pálida la esferas de aquellos maestrantes y magnates de la nobleza castellana de la decimoquinta centuria castellana: el primado Carrillo, renegrido, petizo, violento, infumable eclesiástico, los obispos de Coria y de Mondoñedo, don Pedro Girón, don Suero de Quiñones el del paso honroso del orbigo, el duque de Betanzos y otros muchos de la cuadrilla

 El solo hecho de haber ganado la plaza de Gibraltar al año siguiente de ser coronado debiera de hacer del Trastamara uno de los monarcas más honorables del elenco. En cuanto a lo de impotente vayamos por partes. Es un hecho ineluctable que se enamoró de una azafata portuguesa de su segunda mujer doña Juana de Portugal que se llamaba doña Guiomar de Castro. La reina la echó fuera de Segovia pero doña Guiomar siguió siendo visitada en Arévalo donde la puso casa y otro de sus romances lo tuvo nada menos y nada más que con la abadesa de un monasterio de Toledo que se llamaba sor Venidle.

Entonces, ¿de donde le viene tanta infamia? Muy fácil. Sus relaciones con los judíos adquirieron un sesgo poco favorable porque ya en tiempos de su padre últimos años del reinado de Juan II se produjo el ultraje sacrílego de las sagradas formas en la iglesia de San Facundo que conmovió a la ciudad. La hostia que hervía en un caldero de la sinagoga empezó a subir por el aire y se produjo el llamado milagro de la Catorcena. Parece ser que tales actos sacrílegos suelen producirse cuando los judíos tienen mucho mando y es suceso continuo y lamentable en la España de 2011 al igual que lo era en la España de 1418: quema de las puertas de la iglesia católica de Santa Catalina en Majadohonda, atentado contra varios templos de Barcelona, robos de copones en los Carabancheles y así sucesivamente. El hecho en la Segovia del siglo desencadenó toda una conmoción popular. Esa enemiga o animadversación no sé si justificada pero real tenía un trasfondo económico porque los judíos eran los alcabaleros y freían a impuestos a la comunidad. Por otra parte se daba el hecho curioso de que los hijos de Moisés se bautizan aunque en privado sigan practicando las Ley Vieja. Este parece ser el caso de Alonso de Palencia burgalés que era algo pariente de Pablo de Santamaría el rabino de Burgos que convertido a la fe de Jesús llega a arzobispo y su hijo Alonso de Cartagena al que se atribuyen las Coplas del Provincial y que sería obispo de Málaga era pariente de Palencia. En ese contexto habría que examinar el origen de las opiniones que vierte contra el soberano embadurnadas de contumelia y de hechos reales. Medias verdades. Su IV Década alude a las indecisiones y los calamitosos sucesos su paternidad que reconoce su propia mujer doña Juana en Buitrago cuando es interpelada al respecto por el cardenal de Albi cuando iban a casar a la Beltraneja con el rey francés pero pasa por alto el que plantara por vez primera vez el pabellón castellano en la Roca de Gibraltar y amen de eso fuera el promotor de las guerras de Granada. Mucho apreciaba a los moros porque hablaba el árabe y había adoptado algunas de sus modas o lucía en el campo armas arábigas pero fue el primero en darse cuenta de que la unidad nacional tendría que tener un trasfondo de unidad de las tres religiones a la sombra de la cruz. Su hermana Isabel recogerá esa antorcha.

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