Beso en los morrines
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al trasluz eduardo aguirre
04/03/2016
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He visto películas mudas con más diálogo que este debate de
investidura. Faltar al rival no invita a sentarse a dialogar, sino a liarse a
sillazos. Don Mariano estuvo faltosiño, cierto, pero fue en respuesta a ataques
previos, pues a algunos sólo les faltó responsabilizarle de que el Real Madrid
no vaya a ganar la liga. ¿Esperaban que repartiese percebes? Con retranca
gallega le reprochó a Pedro Sánchez ser de quienes primero dispara la flecha y
luego coloca la diana. Corcuera preguntó en una tertulia: «¿Y por qué se
sorprenden de que Rajoy estuviera brillante? Lo es». El exministro socialista
se mostró orgulloso de pertenecer a la «vieja política». Podemos trae consigo
novedades que son de hace mucho; entre ellas, el beso. Pablo Iglesias y Xavier
Domenech se dieron uno en los labios. «¿En el gallinero?». No, señora, en
primera fila. «¿A tornillo?». Tampoco, aunque Iglesias dirija La Tuerca. En los
morros. Para unos se debió a un fallo de puntería, pues iba dirigido a las
castas mejillas; para otros, fue un calculado golpe de efecto, pues las fuerzas
progresistas cuando besan no lo hacen por frivolidad. Domenech le dio además un
azotín en el trasero; ahí ya, al separatista le traicionó la confianza. Si
llevaban horas juntos y se besaron, ¿qué harán al reencontrarse tras las
vacaciones? Se nos quedan en gayumbos.
En León, se unieron AP, CDS y PSOE para echar a Morano,
quien había ganado las elecciones. Uno mismo cuando coincidía con Maxi Cañón le
preguntaba con retranca madrileña: «¿Qué tal va el Pacto Cítrico?». No existía
la formación naranja, pero dos años después el acuerdo era zumo. Iglesias ha
declarado que Rivera debió fotografiarse junto a La rendición de Breda, en vez
de con El abrazo. Según el líder de Podemos, en el cuadro de Velázquez se
representa una capitulación con tragaderas. Se confunde. Ortega la consideraba
la obra que mejor plasma la nobleza del vencedor con el vencido. Para él, este
óleo habla en español universal y encierra un latente humanismo. Pero cualquier
diálogo no basta. No hay manera de entenderse con quienes consideran que Otegui
ha estado preso por sus ideas. También dialogan los besugos. Y lo hacen debajo
del agua, que es más difícil.
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