BIEN POR SU MAJESTAD
Vivimos en un mundo de trivialidades, convencionalismos (en inglés lo dicen platitudes) en el marco del cual se entroniza el pensamiento único de un mundo unipolar.
La voz chillona y el gesto categórico de los anunciantes de noticias siniestras nos abruma. No es fácil acojonar a un español pero es lo que los globales pretenden, por lo visto.
El rey Juan Carlos ha tenido un gesto al dirigirse a Algeciras a pasar revista a sus honrados y leales guardias civiles, y a los pescadores de la Línea de la Concepción a los que la escuadra inglesa da malón no dejándoles pescar en aguas que son suyas desde un tiempo inmemorial.
Fue toda una brisa de aire fresco que sopló en medio del ambiente enrarecido que respiramos ver formados a los tricornios de la Benemérita que son los únicos valedores de estos pobres trabajadores y armadores y cuadrarse militarmente ante su rey. Es su rey.
Es el jefe de un estado al que las fuerzas oscuras las de adentro y las de fuera hostigan sin parar. Don Juan Carlos- al que hemos criticado en esta bitácora sin contemplaciones diciendo cosas que a lo mejor duelen- estuvo ayer a la altura de su cargo.
Inspiraba cierta ternura verlo en el uniforme de capitán general algo valetudinario y renqueante pasar revista pero esta aparente flaqueza esconde la fortaleza de un pueblo que fue el mayor imperio de la tierra y que, incluso desunido, sabe estar a la altura con arrojo y heroísmo. Pido a Dios que no nos salga la furia anarquista y un pajarón negro cuyas alas siniestras se ciernen de vez en cuando sobre los Pirineos salte sobre Celtiberia.
Los que nos odian, desdeñan nuestra cultura, cargan contra la iglesia, nos llaman cafres e inquisidores, maldicen de nuestros escritores y de nuestros sabios no debieron estar muy contentos con esta visita.
Pero España y yo somos así, señora que dijo don Pedro Marquina; un pozo de sorpresas, un laberinto, donde siempre puede ocurrir lo imprevisible para confusión y saña de los hispanófobos.
A pesar de la crisis creo que mi patria es uno de los países más libres del mundo excepto para los escritores que no comulgan con el Régimen y el diktat impuesto por Bruselas, Berlín, Londres, Washington y por supuesto Israel, sede de las fuerzas oscuras.
En eso de la libertad de conciencia amarran y estrechan sus nudos dedos invisibles. Hay un caballo de Troya injerto en el Aparato,
Los españoles, ello no obstante, seguiremos yendo a nuestro aire, haciendo lo que nos da la real gana. Porque estamos vivos. Porque detestamos la violencia impuesta desde arriba, la presunción, el jingoísmo colonial de los judeo-llanitos que a juzgar por las declaraciones de su ministro principal son un tanto recontrajodidos. Nunca nos harán comulgar con ruedas molineras.
Pese a nuestras limitaciones no hemos perdido el sentido del humor y de la justicia, y es una injusticia mantener amarrada una colonia en el último cabo de Europa en pleno simple XXI.
La reacción de Londres a la visita regia ha sido desproporcionada: maniobras contiguas de la escuadra británica en aguas calpenses los próximos días. Por lo visto, en el Foreign Office siguen en la aberración negrera de los personajes que retratara Rudyard Kipling. El látigo y la cañonera. No ha habido pueblo en el mundo que haya matado a tanta gente en el mundo como Inglaterra. Vivieron de las colonias, las esquilmaron, acabaron con todos los indios.
Nunca se juntaron con los nativos. Son leche de cabra y aplican una medicina sui generis al querer curar un cáncer como el de Gibraltar con cataplasmas.
Saben que nuestra guardia civil pese a sus patrulleras de alto bordo y bien dotadas nunca se enfrentarán a la poderosa Royal Navy.
Esa una misión que compete a la Armada Española, la cual no ha salido como salió en Santiago de Cuba el 3 de julio de 1890 aun a sabiendas de que iba a morir.
Claro que entre nuestros marinos quizás hoy falte un Cervera o un Villamil, capaces como aquellos militares de un gesto de gloria inmortal.
O a lo mejor no se lo permiten la patulea de políticos que nos desgobiernan.
O Spain, my little Spain, never surrender and show the flag[1]. Iza el pabellón de combate a la antena. Arriba España. Que viva la roja y gualda.
Y hoy también tendré que decir, aunque sea republicano: Viva el rey
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