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jueves, 28 de junio de 2012

SIN ARCHIVOS NO HAY CONSCIENCIA HISTÓRICA

ARCHIVOLOGÍA Y HUMANISMO



Antonio Parra Galindo

No se podrá nunca hablar de memoria histórica a los archiveros porque los archivos son la memoria historia los guardianes del inmenso patrimonio histórico español. Ellos son la memoria. Cerca de siete años llevo trabajando en esa disciplina que ha conseguido sacar lo mejor de mí hasta darme cuenta de que el archivero es un profesional de la información.  Algo vivo en el antes y en el después en el hic et nunc. El aquí y el ahora. Recomiendo a mis colegas que no pierdan la perspectiva. Que no se entreguen a disputas bizantinas que no nos llevan a ninguna parte. La noble institución del cuerpo de Archivos Bibliotecas y Museos es el más antiguo de la Administración española antes que el Cuerpo Diplomático incluso. Surge en 1833 como una reivindicación formulada por Jovellanos años antes y que en 1794 visita Simancas y lo encuentra en un estado deplorable con funcionarios mal pagados “que laboran con un horario de nueve a ocho de la tarde y una hora de siesta  de forman callada y relevante”. Gracias a esta tarea anónima e ingrata a veces pero eficaz se han conservado muchos viejos papeles y se los mantuvo a cobro de guerras, revoluciones, incendios, traslados y en muchos casos la incuria oficial porque en nuestra clase política se observaron atisbos extranjerizantes que nos llevaron a creer que el verde de la cerca del vecino de al lado es más verde que el de la nuestra como dicen los ingleses. Un francés, un inglés, un alemán – por estos países pasó el rodillo de Cromwell con la desamortización monástica, el terror de Robespierre o la deletérea impasse de dos guerras mundiales- tienen poco que enseñar en este campo a no ser el patriotismo y el celo con que guardan su antigüedad. El paradigma debe ser Italia que tiene un ministerio sólo para la conservación del patrimonio histórico artístico o los norteamericanos. Usa es un país con poco más de un siglo de historia. Allí la pluma con que firmó Washington la independencia o la silla donde se sentaba Benjamín Franklin son para ellos Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo pocos países civilizados tienen que enseñarnos nada en esta materia. En España se inventó el papel de Estado y la burocracia en tiempos del Conde Duque. Olivares fue entre otras cosas el creador de la Hacienda Pública. Nadie nos ponga un pie delante. Es una tradición que arranca de la edad media con los documentos plomados estampados en ellos la firma real con el sello y la oblea y lacrados con balduque. Por ejemplo las cartas pueblas de Alfonso X.

 Los conquistadores extremeños iban a América seguidos por un fraile llevando la cruz alzada y un escribano o fiel de fechos, según la norma astur-leonesa, para levantar acta y administrar justicia en nombre de la corona. Por el fuero y por el huebo.

España sería irreconocible sin esta inclinación por la pragmática (debían premática que otorgaba el Rey) y el reconocimiento de la libertad de los individuos en sus cuerpos y en sus haciendas. Español soy hasta la gola que siempre la libertad es española, decía el gran Gracián.

 Los archiveros según eso han conservado una cierta independencia frente a las extravagancias y vaivenes de nuestra azacaneada vida política. Gracias a ellos se ha conservado este peculio tan singular. El archivo de Indias fue constituido como una replica a los criterios de Fray Bartolomé de Las Casas. Si este rijoso dominico padre de lo que llaman Leyenda Negra hubiera nacido en Inglaterra seguramente que habría acabado sus días en la Torre de Londres pero él entregó su alma a Dios o al diablo tan ricamente en la celda de su convento de Valladolid.

Los franceses lo hubieran guillotinado- ¡menudos son!- al grito de Viva la France. Las Casas tuvo suerte y de paso les hizo a los historiadores un gran favor. Pocos archivos del mundo tan completos como el de la Casa de la Contratación o el Archivo de los Medina Sidonia cuya dueña acaba de fallecer hace poco. Se dice que son los mejores guardados de la antiguedad del mundo mundial.

 En archivología todo está descubierto, nada es nuevo para nosotros. Hace falta eso sí el toque humanismo y por humanismo ha de entenderse comprensión, perdón, una cierta perplejidad bañada en escepticismo antes las vueltas que da la vida. Nunca crispación o enfrentamiento.

 Las nuevas profesiones que acceden a esta profesión y a la de bibliotecarios les falta esa visión de cosmografía, creen que van a descubrir el mediterráneo y amen de eso está la crispación de nuestros días después de lo que yo llamo el Alzamiento Cibernético (escribí una novela al respecto) y la ignorancia y la envidia que son amas de cría del odio. En son la crispación. Adolecen de formación humanística. Pero eso no es culpa de ellos/ellas sino de la educación en nuestra España que ha bajado en los últimos lustros muchos enteros de calidad y comprensión. Ya se las pasará.

 La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. Uno de las tareas más gratas y a la vez tristes que he tenido en los últimos tiempos fue hacer el registro de un peluquero de señora de 73 años que anda buscando a su padre desaparecido en combate o fusilado en una zanja del norte de Palencia. Por encima de las ideas políticas la ética de un funcionario es ayudar a sus semejantes. Es el dictamen humanístico del que provengo.

 Eso es para mí la memoria histórica: casos concretos no ideas generales ni saña vengativa sino un acto de justicia y un reconocimiento en medio de mi pavor de las salvajadas que se cometieron en aquel país por un bando y por otro. Amo a España en su paz cívica en la tolerancia de sus fueros. Lo otro es crispación. Intolerancia. Lo que me parece inadmisible es las señora de la limpieza puedan marcar los horarios en que está abierto un archivo. Eso es volver a las andadas.

A la violencia y no a la lucha de clases porque ya no existe afortunadamente pero sí a la lucha de géneros. En fin veámonos todos en Alcalá. Claro que antes hay que pasar por la Vente Viveros donde despabilaron a Pablillos. Me alegra terminar, si dios quiere, mis días laborales, cerca de las aulas donde Quevedo estudió latín y aprendió a escribir el mejor castellano.

 Calma, colegas, no perdáis ni la compostura ni la perspectiva. Todo se arregla ¿Vale?



miércoles, 17 de diciembre de 2008  




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