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lunes, 24 de octubre de 2016

Estos días del tardiego, en que la ciudad de León se recrea con el veranillo de san Froilán, la fiesta dominical de las Cantaderas revive episodios donde la historia y el mito comparten camino. El maestro Mircea Eliade ha estudiado el proceso de transmisión entre la realidad y la leyenda, cuando un elemento irrelevante cobra envergadura y empieza a correr de boca en boca. No vamos a aprovechar la fiesta de mañana para ponernos estupendos, aunque sí conviene devolver a su cauce una celebración centenaria, para que ritual y festejo adquieran su auténtico vuelo. Despojando los apósitos adosados por siglos de clerigalla. Como el mito de Teseo, que cumplió Atenas con el rey Minos, las Cantaderas encierran un tributo de iniciación, de los destinados a aplacar la embestida del mal. Aunque multiplicando exageradamente por siete la dote virginal de los atenienses.
León sigue festejando más de mil años después la liberación de aquel tributo nefando contraído por el oscuro rey Mauregato a fines del siglo octavo. Este bastardo de Alfonso I y la esclava mora Sisalda empeñó con Córdoba el envío anual de 50 doncellas nobles y otras 50 plebeyas. De hecho, hace medio siglo la ciudad bautizó con su nombre el pasaje abierto entre Cardenal Landázuri y la avenida de los Cubos. León festejaba aquella alegría durante cuatro días de agosto, del catorce al diecisiete, y consistía la dádiva en un cuarto del toro corrido por san Roque, 250 reales más los cestillos de pan y fruta. Hace cuatro siglos, el autor de la Pícara Justina presentaba a la sotadera que recluta y conduce a las doncellas como «la cosa más vieja y mala que vi en toda mi vida». Vieja, fea y corruptora. Un personaje de «hechos dignos de entrar con letra colorada en el almanaque de Celestina».
Movidas las fechas de agosto a octubre, permanece el ritual, que ahora se prolonga con la bajada desde la catedral a la plaza del Grano. Lo que resulta menos disculpable es que también permanezca el equívoco sobre la liberación del tributo. Las políticas ceremonias y sus cronistas sucesivos jalean con fervor el auxilio de Santiago en Clavijo, desdeñando de paso la primera gran victoria cristiana sobre el moro, que fue la batalla de Simancas del 939, donde el rey leonés Ramiro II derrotó al califa rubio Abderramán III, fundador de Medina Azahara que hizo de Córdoba «la perla de Occidente». También la tradición española incorpora a Santiago en su caballo blanco batallando en Simancas, a orillas del Duero, donde «cortaba cabezas como suele la hoz derribar espigas». Ramiro II tuvo que sofocar graves disputas familiares con su hermano Alfonso, a quien saca los ojos para de recluirlo en Ruiforco, antes de fundar en Palat de Rey el primer templo de la ciudad.

viernes, 21 de octubre de 2016

VIENTO DE LEBECHE

1982 fue un año en el cual fio la vuelta al aire y algunos como Walt Dsney se metieron congelados en la redoma para resucitar al siglo siguiente. Yo me entretenía leyendo un viejo diario de un veterano de la guerra del 36 en retaguardia que marchó y no volvió más. Día de san Antón cuaderno recuperado, carta en la mesa, presa, pero me aburro y no sigo el ritmo. Han regresado las banderas victoriosas y a mí me da por beber coñac que no paro. Son resabios que me han quedado de tres años en las trincheras.
Lo que no podía haber sido después de los misteriosos eventos la muerte de la hechicera y el descorche de botellas en la taberna en medio de noticias alarmantes sobre crisis se convirtió en el estallido de la guerra civil. En Monteriana no se habían escuchado clangores de guerra desde que sonaron los tambores del Bruch. La guerra es guarra. Soplaban vientos de lebeche sobre la Rasa. Doña Gloria levantó la mirada del costurero y puso a funcionar la radiogramola donde sonaban aires de la tierra. No te empeñes. Esas canciones ya no deben sonar pero una gata en celo mayaba al otro lado de la habitación. Viene la guerra y yo con estos pelos se dijo doña Gloria. Han detenido a un capitoste del toro de la Quinta Avenida por trincón y ahí estaba don sabelotodo para hacer el quite. Nos engañan como a felipón. Se asomó a la ventana y vio a un buey volar. Las nubes arrastraban una urraca en volandas que croaba como una rama y hacía evoluciones geométricas sobre el aire en forma de quiebros misteriosos y es que anunciaba el regreso de los mandiles. Viene la guerra y yo con estos pelos aun no sabiendo si estos que vienen serán los nuestros. Eso es de cajón no jodas. Don Olegario ya era viejo para ir al frente. Estaba un poco chocho. Cuba en el corazón. Doña Gloria pertenecía a la raza mulata. Un bello cruce de asturiano con zulú le habían dado aquellos ojos tristes y el culo respingón aquella cadencia de caderas aquel meneo el habla melosa. Mac Gregor a los amores de su sobrino con aquel tarro de azúcar de dengue no podía dar el visto bueno, lo quería para él. Miraba los montes desde su cuarto donde se dibujaba el bello paisaje de la hondonada del valle aunque para su melancolía tanta belleza no dejaba de ser capciosa. Lo que más apreciaba de aquel retiro en la hora vespertina era la soledad en medio de vedijas de humo de su cachimba. Meditaba. ¿Habrían cazado ya al conde bribón que todo lo enseña y nada esconde? Sentía pasos en la escalera y es que subía el fantasma de la guerra del Catorce a buscar nidos de golondrina en el sobrado. Una noche de julio de 1899 cuando el general había hecho que comprar la finca vio un eclipse de sol. El cielo de Pinariega oscureció y se oyeron estrepitosos truenos. Un rabino subió por la cuesta diciendo que en Jerusalén se había rasgado el velo del templo. Vellum templo scissum est et omnis terra tremuir. Tremuit… palabras del más allá. Don Olegario era de derechas. Iba a misa los domingos aunque no se llevaba bien con el cura. Era calmudo y los de la parroquia decían que poseía el don divino de la transigencia algo caído de hombros el mirar un si es no es dulce y avieso trajes de luto y la leontina de oro que le asomaba por el bolsillo del chaleco. Cuando regresaba del chigre algo traspuesto por la sidra empezaba a dar voces y se acordaba entre lágrimas de una novia que tuvo en la Habana y que se llamaba Quiteria. Pero la melancolía desaparecía con la resaca. Amaba sus recuerdos pero había sido algo especial para las mujeres. Decía que una buena dueña no valía lo que una botella de ron y unas cuantas caladas a su pipa de brezo. Todos los otoños eran iguales. Había magostos y tonadas. Misas de difuntos pero la guerra estaba aun lejana. Los milicianos decían que no pasarían los gallegos de la raya del Nalón. Se hundía mientras tanto en la magia de sus meditaciones de humo. Desde el valle trepaba la magia del canto de los torzales y el silbo del mirlo. La vida pese a la muerte y la destrucción no abatía su cerviz. En la casa se comía pan de borona y se tomaba mucha leche por lo cual las niñas se criaban sanas. Así estaban de lustrosos los guajes de la aldea que jugaban en la antojana pero todo iba a torcer el morro y cambiar de rumbo cuando llegasen las falanges gallegas. El hambre y la escasez no se dejarían esperar. En las romerías se escuchaban nocturnos dionisiacos y el cura que andaba solo y como tenía poco que hacer daba tres vivas al sacramento dentro de la iglesia, se metía en la sacristía sacaba una revista guarra que guardaba bajo la escribanía de las actas de bautismo y defunción y se la meneaba mirando para los cajones. El onanismo hizo estragos entre el clero rural a lo largo de los años. A Olegario lo mataron los hijos de la madroñera que eran de la CNT una mañana de agosto lo sacaron de casa y le llevaron al monte. Allí lo fusilaron al pie de un enorme eucalipto. Andando el tiempo talaron aquel noble prodigio para construir un puente muy largo que salvaría toda la vaguada. Mataron a un hombre fusilaron un paisaje y abajo junto al rio Pumares donde estaba la ensenada construyeron una central nuclear que contaminó las aguas y el aire. Muchos de aquella región morían de cáncer. Así que todo el mundo estaba hecho unos zorros y los diarios parlaban de pugnas por los dineros autonómicos, la transición fue todavía más cabrona que la guerra y la posguerra porque no había bandos ni ideales sino egoísmos y dineros afán de acaparar de hacerse rico en medio año. Era el juego de todos contra todos. La fanfarronería se alzaba victoriosa contra la cazurrería. La casona se derrumbó. Ya iban quedando menos paraísos. Camiones blindados circulaban con milicianos a cuestas por la barga de la Farrula. Una bomba que cayó frente al paredón derribó el hórreo del siglo dieciséis donde se guardó el pan de muchas cosechas. Aquella tierra de meigas estaba embrujada. Las gentes mostraban una cara amable pero por dentro eran feroces caguen su alma. Olegario fue un mártir de la causa victima del hechizo de las brujas pues habitaban en la pinariega y celebraban los viernes misas negras en pleno campo. Una de las breñeras que practicaba la cigua y las artes mágicas, se llamaba Rosamunda, le hizo un conjuro y se quedó sin gas de por vida, y tampoco pudo el hombre oler el poste de la traición de su mujer. Aquella era tierra de sorguinas de peores aires y malos farios lo cual sería muy largo de contar y no es materia digna de escribanos y relatores sino consejas y tradiciones de transmisión oral porque no nos darían la orla. Simplemente había que arriesgarse y correr al albur de las miradas torvas y el mal de ojo.

JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA EL CORDOBÉS DIVINO, UN ESCRITOR QUE HACE SENTIRSE ORGULLOSO DE SER ESPAÑOL

 

 Uno de los regalos que dios envía al archivero en celo por la guarda de los viejos documentos y amante de los libros de la España contra la cual tantos se ensañan que no perece ni perecerá por los siglos de los siglos a pesar de las inconstancias y desavenencias de nuestros políticos, revisteros, gacetilleros, agiotistas especuladores de la idea y otros papanatas  y reyes pasmados, es encontrar el hilo y el eslabón perdido del alma hispana en textos como los del Epistolario de Juan Ginés de Sepúlveda, vertidos al castellano del elegante latín en que escribía este clérigo de Priego -no sé si de Cabra o de Priego pero que se retiraba a escribir en su finca del Gallo, una choza de adobe construida por sus propias manos en la región de los Pedroches-, por Ángel Losada [Instituto de Cultura Hispánica. Centro de Estudios Hispanoamericanos, 1979]. Todo el texto es un gozo de los sentidos.

 Gracias, Señor, por haberme hecho archivero. Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) era de origen judío seguramente y uno de esos grandes conversos que iluminaron de sabiduría y de amor el firmamento de España en la etapa más gloriosa de su historia.

 Fue cronista y capellán del cesar Carlos V. Estudió en el colegio de san Ildefonso de Alcalá bajo  dictámenes de Cisneros y marchó a Bolonia y después a Roma, ordenado sacerdote, a enseñar Moral. Fue capellán y cronista de Carlos V, ya digo, y tutor de Felipe II al que enseña arqueología. Se carteó con los hombres más importantes de su tiempo: Erasmo de Rótterdam, el Duque de Alba, el príncipe Alberto Pío, el padre de Góngora Francisco de Argote que era pariente suyo, con Fernando de Valdés el Inquisidor, con Simón Colindo su editor de París, con el cardenal Contaran al que expresa su preocupación algunos casos de inmoralidad del clero romano y fustiga la lujuria de la Curia, con el duque de Frías condestable de Castilla, con el aragonés Alfonso Guajardo, con Pérez de Oliva y con Santiago Enhila su amigo intimo. Algunas de esta misivas son un testimonio época de primera mano y algunos merecerían el calificativo de reportaje periodístico.

Amante de la paz y de la tolerancia a la complutense (fue Alcalá semillero de grandes intelectos, venero de tradición que bebe en los clásicos griegos y latinos por oposición a Salamanca que siempre más escolástica y rigorista) se constituyó en detractor de Fray Bartolomé de las Casas cuya Destrucción de las Indias desmonta una por una en todas sus tesis. Los indios le deben más al Arcipreste de Ledesma por sus escritos que al propio padre de la “Leyenda Negra”. El pronóstico de Ginés de Sepúlveda es la cultura, la civilización, el abandono de los sacrificios humanos o el canibalismo. El del obispo de Chiapas Padre  es el buenísimo. El mundo le debe mucho más que Las Casas por el capitulo de los Derechos Humanos una filosofía que se inventó en España. No por los norteamericanos

 En opinión de Sepúlveda no se puede exterminar a los bárbaros sino persuadirles con paciencia y afabilidad a que practiquen la ley natural abandones la antropofagia y el espiritismo pero siempre con mansedumbre apostólica y caridad cristiana. Para su desgracia Las Casas contaba con un bunker  de chismorrería y palabrería y todo un dispositivo de apoyo en Salamanca de donde al profesor de Moral le vinieron no pocas calumnias y muchísimos disgustos.

Muchos de sus libros son un clamor pregonando que el indio es persona humana pero que hay que civilizarlo. “No mantengo que debamos privarles de sus bienes ni pisotear sus costumbres ni cometer contra ellos actos de injusticia alguna; no mantengo que debamos abusar de nuestro dominio… pero debemos arrancarles de sus aberraciones paganas e impulsarles a que adopten el Derecho Natural”. Este párrafo de la carta a FRANCISCO de ARGOTE es el germen de toda la filosofía de los derechos humanos antes desde luego que el propio Francisco Suárez y desde luego que Fray Bartolomé Las Casas que era un dominico algo loco, taimado y resentido y de la mejor escuela de ergotistas salamantinos.

En sus libros –escribió alrededor de 50 de los que se conservan la mitad y algunos de ellos no han sido aun bien estudiados- late el amor profundo a la naturaleza, la observación de los ciclos estacionales, nos da noticias de las cosechas y de los pájaros que él escuchaba cantar o veía crecer en su quinta de Los Perdroches. Y se observa también un cierto cansancio, un desistimiento de la idea imperial.

Excusa razones de salud y de edad para no acompañar al emperador en sus campañas por lo cual está pidiendo informes a terceros sobre las actividades de Carlos V del que fue biógrafo y cronista oficial. De la misma manera que Fray Luis de León harto de tantas peleas escolásticas se retiraba a su quinta de la Flecha –que por cierto un proceso como el que se incoa al agustino en Salamanca hubiera sido imposible en Alcalá donde siempre hubo una mayor alternancia y fluidez en el intercambio de pareceres- y su cansancio era el cansancio de España a la que amaba.

 Los claros varones castellanos que fueron siempre incomprendidos buscaban la querencia horaciana del Beatus Ille. Sobre Sepúlveda se cierne a veces la sospecha maligna inquisitorial pues era un helenista eximio y se había especializado en las Epístolas de San Pablo. Estudiar a San Pablo o ser  especialista en sus escritos era por entonces peligroso.

 Este libro fue precisamente el que llevó a Lutero a la rebelión contra el papa. Otra nube de sospecha que se cernía sobre él era  haber formulado una pregunta en uno de sus sermones sobre si debe ser mayor la autoridad del Concilio que la del Papa.

 Una pregunta hoy inocente pero que entonces pues corrían tiempos recios y un vulgar catecismo había servido para empapelar al primado de Toledo tenía muchísimo calado. Precisamente con Fray Bartolomé Carranza no tuvo correspondencia epistolar, él que tenía correspondencia epistolar con todo el mundo y conocía a todos en la curia y en la corte o al menos no se conserva ninguna carta.

 Sacerdote intachable pero alarmado por la licencia y el libertinaje de algunos curas, el absentismo de los obispos, un punto en el que coincide con el propio arzobispo de Toledo procesado por el Inquisidor Fernando Valdés, reclama la reforma de la SRI y la convocatoria del concilio de Trento.

Sobre el celibato sostiene un criterio muy original. A decir suyo, el sacerdote no tiene una familia a la que mantener pero se le arraciman los parientes y criados algunos de ellos intratables y muy insolentes. Es una carga muy dura no por la abstinencia sexual dice sino por el contexto social.

También critica la ferocidad con que los frailes y los arciprestes célibes se despedazan unos a otros y llega a insinuar la velada sugerencia a la vista de su experiencia y de muchos casos deplorables que el matrimonio fuera un fórmula ad libitum para los curas. Los tiros no iban por ahí. Trento le quitaría la razón.

Implanta los seminarios conciliares y los convictorios con lo que el problema hasta hoy sigue sin ser atajado de raíz. Se lamenta también Ginés de Sepúlveda de los posaderos malignos e interesados y de lo incomodo y peligroso que era viajar en aquellos tiempos.

Sin embargo él hace el viaje desde la región de los vacceos hasta la de los turdetanos dos veces al año en trayecto de ida y vuelta de Valladolid a Córdoba a lomos de una hacanea- las personas consagradas tampoco los obispos podían ir a caballo sólo en mula- cargada de libros y seguido por una escolta de escuderos y de criados derrotando por caminos infames y parando en ventas siniestras, como era costumbre entre los dómines de Alcalá.

Todo sea por Aristóteles. Y en loor de Platón. Erasmo le desplacía al cronista que Carlos V el cual para desenmascarar sus errores escribe la “Ananpología” un lamento de “esta época de miserias que vivimos”. Creía que Dios estaba castigando a la Iglesia por la depravación de las costumbres del clero, la avaricia de los potentados, la credulidad y superstición de la plebe, las guerras entre los príncipes cristianos.

 Gines de Sepúlveda el cordobés divino es la esmeralda escondida fulgor oculto en los anales del entendimiento hispano por su elegancia andaluza, por sus estoicismos, por la probidad de su vida. De todo sabía. Dice por ejemplo que Cesar cometió un error de siete días al establecer el primer día del año doce días después del solsticio de invierno.

 Y el papa Gregorio se inspira en sus escritos para cambiar el calendario juliano el año en que nace santa Teresa de Jesús.

 A Felipe II le enseña a leer los miliares que había en las estradas romanas. Cada mil pasos un cipo y una marca. La legua de los españoles son cuatro miliarios esto es cuatro mil pasos (5.572 m.) y le da consejos itinerarios cuando el futuro rey entonces príncipe de Asturias por la ruta de vacceos y vetones se interne hasta Lusitania. En Carcaboso pudo leer una columna votiva dedicada al emperador Adriano el que restauró la calzada de la Plata construida por Augusto.

Y de filología toponimia adorna sus escritos con celo de erudito ilustrado. Asi dice que Badajoz viene de Pax Augusta. Los moros lo pronunciaron por Baxago y de ahí la denominación actual. Ecija es Astigis romana e hidalgo viene de Italicus. Para no pagar tributo los de esa ciudad de Andalucía adujeron tener privilegio de ciudadanos romanos.

 Su correspondencia con Alfonso de Stuñiga o Zúñiga de una familia de gran prelación de Plasencia es memorable. Habla en esa carta de palomas y palomares y los litigios que surgían entre los campesinos cuando estas avecicas bajaban a comer en sembrado ajeno. Situa el lugar exacto donde queda emplazada Numancia, liquidando así una antigua polémica que la ubicaban en Zamora por un error de Orozco. Polibio que acompañó a Scipión localiza el lugar exacto en Garray.

Diserta sobre la frugalidad que alarga la vida y de las directrices que deben acompañar a todo buen funcionario. “Yo soy de la opinión que todo buen funcionario ha de cumplir con sus deberes u oficios para con el Estado. Si no cumple con su obligación o no pone interés en su servicio es un infractor de la ley y provoca consecuencias perniciosas para el país y los ciudadanos a los que sirve.” Este juicio revela al gran humanista alcalaino que llevaba dentro.

Nada humano le era ajeno y ahí glosa a san Pablo el fundador del cristiano y una de las grandes pasiones de Ginés de Sepúlveda. Lo había estudiado de cabo a rabo. ¿Marta o María? ¿Vida contemplativa en compañía de las musas (pimplea)  o vida activa? ¿Vivir o filosofar? ¿Misantropía y desengaño del mundo o práctica ejecutiva de la milicia, el foro, la medicina?

El autor que habla con regodeo de su quinta de Pozoblanco al pie de la sierra siguiendo el ejemplo de Cayo TULIO Cicerón que apacentaba sus soledades en la famosa Tusculana desde donde escribe una carta a Papiro Peto y le dice: “tengo yo más pavos reales en mi finca que tú pichones contesta a los detractores que le echaban en cara su regalo con un texto de San Pablo en el que era experto: “El Reino de dios no es ni comida ni bebida, sino más bien paz y gozo en el Espiritu Santo”. Esto es alegrarse con las cosas honestas y con los regalos que dios envía.

 Y agradece en una misiva al obispo de su diócesis Leopoldo de Austria hijo bastardo de Maximiliano emperador y hermano de Carlos V que le haya regalado un jabalí. Dice que su carne es de entre la caza el bocado más sabroso y exquisito. Él enmendándole plana a Cicerón que en su libro de Officiis  se decantaba por Marta. Para él el empleo ideal era el de la política seguido de la milicia se decanta por María.

 Toda su obra es una loa a la vida retirada de oración, estudio y escritura. Solía rezar el breviario todas las mañanas paseando por las aleas de la Quinta del Gallo y decía misa cada tres días. Las fiestas de guardar, todas. El teólogo se siente orgulloso de su colmenar pues las abejas le recuerdan en su actividad sin parar el buen funcionamiento de una república.

Hay cartas emocionantes como la que escribe con impresionante imperturbabilidad a su sobrino el canónigo racionero de la Mezquita catedral indicándole el texto que en el epitafio habría de labrarse con el remoquete de SVF (sibi vivens fecit) lo escribió estando en vida y dice así: Genesius Sepúlveda qui se ita gerere studebat ut ipsius moris probis piisque viris et doctrina scriptique de Teología Philosophia hitoriarumque libri doctis et aequis probarentur (Aquí yace Ginés de Sepúlveda que trató con denuedo que sus libros de filosofía teología y de historia recibieran la aprobación de los doctos y ecuánimes varones tanto como sus costumbres).

Tuvo su año climatérico o peligroso a los 64 años cuando fue desahuciado por los médicos.

 Citando a Gelio asegura que el año 63 suele ser crítico en la vida del hombre y suele padecerse alguna enfermedad corporal o psíquica que ocasiona la muerte. Es una fecha fatal para todos los ancianos y Cesar Augusto la temía. Murió en ese tiempo.

Gines se lo cuenta de esta manera a Fernando de Valdés el inquisidor general y llama al arzobispo de Sevilla su mecenas. Algo más humano jamás podrá encontrarse en la sencillez y piedad de los escritos de nuestro clérigo al que las calumnias y disgustos de sus parientes provocaron una enfermedad. Viviría 19 años más, alcanzando la provecta edad de 83 años. Fernando de Valdés sale en su favor en la reyerta teológica que tuvo con los de Salamanca, auténticos tábanos con sotana y muy testarudos, que estaban del lado de las Casas. No obstante se excusa de haberle visitado en su palacio de Sevilla.

 Estaban las sospechas de las epístolas de San Pablo, el presidio de Carranza, el ambiente envenenado que reinaba en España por la cuestión protestante. Todo el mundo era sospechoso de herejía. Cauto y temiendo los afilados aguijones de la maledicencia huyó a Córdoba la Llana. La astucia del zorro o la picadura del escorpión contra el que no hay cauterios, prefiere ver subirse a los nidales de sus gallinas y regar sus acequias en la finca de los Pedroches antes que viajar a Sevilla a entrevistarse con el temible prelado asturiano. Fue su valedor pues declaró que su Demócratas Segundo por él escrito se imprimiera con letras bien gordas y que los párrocos en su diócesis lo leyesen al final de su homilía.

En este opúsculo desbarataba las pretensiones de los controversistas que capiteanados por Carranza un charlatán un bocazas sobre la guerra injusta. Sepúlveda matiza que hay ocasiones en que la guerra se justifica cuando es en legítima defensa o para castigar la perversidad de criminales recalcitrantes o para afianzar el reinado de la religión cristiana amenazada por loe enemigos no solo de la fe sino de la ley natural o en caso de invasión.

 El divino cordobés sale en defensa del pan y la justicia, del honor de las mujeres. Cualquier invasión, según eso, a un país, sería condenable. Sin embargo, el buenísimo, la panfilia pueden ser un signo de debilidad según Aristóteles y conducir a males mayores de desorden y de oprobio que los males de la guerra. Sed buenos pero no tontos. Cierto que el evangelio nos manda amar a los enemigos y la caridad con el prójimo que comienza por uno mismo. La legitimación del crimen, la dilapidación de la fortuna o  de la propia fama y aquí puso un ejemplo condenable. El de san Ambrosio cuando se enteró que había sido preconizado obispo de Milán que él no quería y mandó llamar a su casa a todas las meretrices para que supiesen sus admiradores a “qué clase de obispo iban a nombrar” y para demostrar que era indigno.

Según nuestro tratadista san Ambrosio no sólo se pasó tres pueblos sino que cometió un pecado. Desde luego la atracción mutua que existe entre el Inquisidor Valdés y el cronista de Cesar tiene un aspecto interesado.

Carranza que era algo pánfilo y buenista- un argumento que siempre esgrimieron los protestantes y los cristianos de base para justificar sus errores en el fundamentalismo al pie de la letra- acusaba al obispo de Sevilla de no estar nunca en su diócesis sino en Valladolid o en Salas o cazando por los montes de León y Gines de Sepúlveda que había sido nombrado arcipreste de Ledesma la antigua Bletissa romana, sin embargo jamás portaba por su parroquia. Tenía un sustituto.

 Se defiende de los que le atacan con el Derecho Canónico en la mano. Y en una carta a Gaspar de Castro que le reconviene por esta ausencia dice que lo suyo es leer, escribir y además tiene bula de la santa sede y del emperador, y que cuida a una familia de 20 personas entre criados y fámulos, algunos de los cuales son sacerdotes en Córdoba y que los tres mil ducados de renta anuales se le van en atender a los gastos de sus allegados y en socorrer a los pobres de Pozoblancao. Que celebra el Santo Sacrificio de la misa miércoles viernes y domingos pero que el oficio divino lo reza en privado todos los días. Una carta muy humana y realista.

La lectura de estas relaciones que plasman un cuadro maravilloso de cómo era la vida cotidiana sin alharacas sin mixtificaciones y con gran realismos en el siglo XVI para un latinista que iba a su aire. Es una crónica realista sin demasiados misticismos triunfalistas. Trató de ser un buen sacerdote y un buen cristiano.

 Lo odiaron tanto Las Casas y su cuadrilla porque valía. Dios se haya apiadado de su alma y lo tenga con Él en su morada. Para salvarse no hace falta hacer grandes cosas. Basta la paciencia para soportar la persecución, un poco de Aristóteles, cierta cordura que nos aleje de la locura, los estragos del vicio, un lugar cerca del fuego y una buena pipa. Y dejarse de historias.

 Un libro y un amigo quiero yo en mis lares un ángulo secreto que me ponga a recaudo de lágrimas y pesares. Por los rinconcitos y entre libritos que diría el Kempis.

 Es la norma del Beatus ille. Dichoso el sabio que se retira de este mundo malvado y con pobre mesa y casa con solo dios se acompasa y vive ni envidiado ni envidioso. Varones tan esclarecidos como este escritor le hacen sentir el orgullo de ser español a pesar del cansancio de la idea de España.

Sus textos que a los no avisados pueden resultar plúmbeos poseen una modernidad en carne viva y su prosa en latín es una lira de diez cuerdas que mucho  complace. Porque suena con arreglo a las estrictas reglas del concento y la filosófica armonía. Hizo un esfuerzo titánico por reconciliar a Aristóteles con la doctrina de Jesús pero un Jesús humano, no el Jesús posibilista que quiso deformar y hacer suyo la herejía protestante. Y desde luego el Arcipreste de Ledesma no es un escritor recomendable a los Neocom de hoy en día. Serían incapaces de manipularle. O de entenderles

domingo, 23 de noviembre de 2008

 

 

 

 

 

miércoles, 19 de octubre de 2016

OFICIO DIVINO DE HOY

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Incipit
Pater noster
Ave María
Credo
Dómine, lábia
Deus in adjutórium
Glória
Allelúja
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Invitatorium {Antiph. ex Psalterio secundum tempora}
Ant. In manu tua Domine * Omnes fines terrae.
Ant. In manu tua Domine * Omnes fines terrae.
Veníte, exsultémus Dómino, jubilémus Deo, salutári nostro: præoccupémus fáciem ejus in confessióne, et in psalmis jubilémus ei.
Ant. In manu tua Domine * Omnes fines terrae.
Quóniam Deus magnus Dóminus, et Rex magnus super omnes deos, quóniam non repéllet Dóminus plebem suam: quia in manu ejus sunt omnes fines terræ, et altitúdines móntium ipse cónspicit.
Ant. Omnes fines terrae.
Quóniam ipsíus est mare, et ipse fecit illud, et áridam fundavérunt manus ejus (genuflectitur) veníte, adorémus, et procidámus ante Deum: plorémus coram Dómino, qui fecit nos, quia ipse est Dóminus, Deus noster; nos autem pópulus ejus, et oves páscuæ ejus.
Ant. In manu tua Domine * Omnes fines terrae.
Hódie, si vocem ejus audiéritis, nolíte obduráre corda vestra, sicut in exacerbatióne secúndum diem tentatiónis in desérto: ubi tentavérunt me patres vestri, probavérunt et vidérunt ópera mea.
Ant. Omnes fines terrae.
Quadragínta annis próximus fui generatióni huic, et dixi; Semper hi errant corde, ipsi vero non cognovérunt vias meas: quibus jurávi in ira mea; Si introíbunt in réquiem meam.
Ant. In manu tua Domine * Omnes fines terrae.
Glória
Ant. Omnes fines terrae.
Ant. In manu tua Domine * Omnes fines terrae.
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Hymnus {ex Psalterio secundum tempora}
Rerum Creator optime,
Rectorque noster, aspice:
Nos a quiete noxia
Mersos sopore libera.

Te, sancte Christe, poscimus,
Ignosce culpis ómnibus:
Ad confiténdum surgimus,
Morasque noctis rumpimus.

Mentes manusque tollimus,
Prophéta sicut noctibus
Nobis geréndum præcipit,
Paulusque gestis censuit.

Vides malum, quod fécimus:
Occulta nostra pándimus:
Preces geméntes fundimus,
Dimitte quod peccávimus.

* Præsta, Pater piíssime,
Patríque compar Unice,
Cum Spíritu Paráclito
Regnans per omne sæculum.
Amen.
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Psalmi cum lectionibus {Antiphonae ex Psalterio secundum tempora}
Nocturn I
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Ant. Avértit Dóminus
Psalmus 52 [1]
52:1 Dixit insípiens in corde suo: * Non est Deus.
52:2 Corrúpti sunt, et abominábiles facti sunt in iniquitátibus: * non est qui fáciat bonum.
52:3 Deus de cælo prospéxit super fílios hóminum: * ut vídeat si est intélligens, aut requírens Deum.
52:4 Omnes declinavérunt, simul inútiles facti sunt: * non est qui fáciat bonum, non est usque ad unum.
52:5 Nonne scient omnes qui operántur iniquitátem, * qui dévorant plebem meam ut cibum panis?
52:6 Deum non invocavérunt: * illic trepidavérunt timóre, ubi non erat timor.
52:7 Quóniam Deus dissipávit ossa eórum qui homínibus placent: * confúsi sunt, quóniam Deus sprevit eos.
52:8 Quis dabit ex Sion salutáre Israël? * cum convérterit Deus captivitátem plebis suæ, exsultábit Jacob, et lætábitur Israël.
Glória
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Psalmus 54 [2]
54:1 Exáudi, Deus, oratiónem meam, et ne despéxeris deprecatiónem meam: * inténde mihi, et exáudi me.
54:2 Contristátus sum in exercitatióne mea: * et conturbátus sum a voce inimíci, et a tribulatióne peccatóris.
54:3 Quóniam declinavérunt in me iniquitátes: * et in ira molésti erant mihi.
54:4 Cor meum conturbátum est in me: * et formído mortis cécidit super me.
54:5 Timor et tremor venérunt super me: * et contexérunt me ténebræ.
54:6 Et dixi: Quis dabit mihi pennas sicut colúmbæ, * et volábo, et requiéscam?
54:7 Ecce, elongávi fúgiens: * et mansi in solitúdine.
54:8 Exspectábam eum, qui salvum me fecit * a pusillanimitáte spíritus et tempestáte.
54:9 Præcípita, Dómine, dívide linguas eórum: * quóniam vidi iniquitátem, et contradictiónem in civitáte.
54:10 Die ac nocte circúmdabit eam super muros ejus iníquitas: * et labor in médio ejus, et injustítia.
54:11 Et non defécit de platéis ejus * usúra, et dolus.
54:12 Quóniam si inimícus meus maledixísset mihi, * sustinuíssem útique.
54:13 Et si is, qui óderat me, super me magna locútus fuísset, * abscondíssem me fórsitan ab eo.
54:14 Tu vero, homo unánimis: * dux meus, et notus meus:
54:15 Qui simul mecum dulces capiébas cibos: * in domo Dei ambulávimus cum consénsu.
54:16 Véniat mors super illos: * et descéndant in inférnum vivéntes:
54:16 Quóniam nequítiæ in habitáculis eórum: * in médio eórum.
54:17 Ego autem ad Deum clamávi: * et Dóminus salvábit me.
54:18 Véspere, et mane, et merídie narrábo et annuntiábo: * et exáudiet vocem meam.
54:19 Rédimet in pace ánimam meam ab his, qui appropínquant mihi: * quóniam inter multos erant mecum.
54:20 Exáudiet Deus, et humiliábit illos, * qui est ante sǽcula.
54:21 Non enim est illis commutátio, et non timuérunt Deum: * exténdit manum suam in retribuéndo.
54:22 Contaminavérunt testaméntum ejus, divísi sunt ab ira vultus ejus: * et appropinquávit cor illíus.
54:23 Mollíti sunt sermónes ejus super óleum: * et ipsi sunt jácula.
54:24 Jacta super Dóminum curam tuam, et ipse te enútriet: * non dabit in ætérnum fluctuatiónem justo.
54:24 Tu vero, Deus, dedúces eos, * in púteum intéritus.
54:24 Viri sánguinum, et dolósi non dimidiábunt dies suos: * ego autem sperábo in te, Dómine.
Glória

Ant. Avértit Dóminus * captivitátem plebis suæ.
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Ant. Quóniam
Psalmus 55 [3]
55:1 Miserére mei, Deus, quóniam conculcávit me homo: * tota die impúgnans tribulávit me.
55:2 Conculcavérunt me inimíci mei tota die: * quóniam multi bellántes advérsum me.
55:3 Ab altitúdine diéi timébo: * ego vero in te sperábo.
55:4 In Deo laudábo sermónes meos, in Deo sperávi: * non timébo quid fáciat mihi caro.
55:5 Tota die verba mea exsecrabántur: * advérsum me omnes cogitatiónes eórum in malum.
55:6 Inhabitábunt et abscóndent: * ipsi calcáneum meum observábunt.
55:7 Sicut sustinuérunt ánimam meam, pro níhilo salvos fácies illos: * in ira pópulos confrínges.
55:8 Deus, vitam meam annuntiávi tibi: * posuísti lácrimas meas in conspéctu tuo.
55:9 Sicut et in promissióne tua: * tunc converténtur inimíci mei retrórsum:
55:10 In quacúmque die invocávero te: * ecce, cognóvi, quóniam Deus meus es.
55:11 In Deo laudábo verbum, in Dómino laudábo sermónem: * in Deo sperávi, non timébo quid fáciat mihi homo.
55:12 In me sunt, Deus, vota tua, * quæ reddam, laudatiónes tibi.
55:13 Quóniam eripuísti ánimam meam de morte, et pedes meos de lapsu: * ut pláceam coram Deo in lúmine vivéntium.
Glória
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Psalmus 56 [4]
56:1 Miserére mei, Deus, miserére mei: * quóniam in te confídit ánima mea.
56:2 Et in umbra alárum tuárum sperábo, * donec tránseat iníquitas.
56:3 Clamábo ad Deum altíssimum: * Deum qui benefécit mihi.
56:4 Misit de cælo, et liberávit me: * dedit in oppróbrium conculcántes me.
56:5 Misit Deus misericórdiam suam, et veritátem suam, * et erípuit ánimam meam de médio catulórum leónum: dormívi conturbátus.
56:6 Fílii hóminum dentes eórum arma et sagíttæ: * et lingua eórum gládius acútus.
56:7 Exaltáre super cælos, Deus, * et in omnem terram glória tua.
56:8 Láqueum paravérunt pédibus meis: * et incurvavérunt ánimam meam.
56:9 Fodérunt ante fáciem meam fóveam: * et incidérunt in eam.
56:10 Parátum cor meum, Deus, parátum cor meum: * cantábo, et psalmum dicam.
56:11 Exsúrge, glória mea, exsúrge, psaltérium et cíthara: * exsúrgam dilúculo.
56:12 Confitébor tibi in pópulis, Dómine: * et psalmum dicam tibi in géntibus:
56:13 Quóniam magnificáta est usque ad cælos misericórdia tua, * et usque ad nubes véritas tua.
56:14 Exaltáre super cælos, Deus: * et super omnem terram glória tua.
Glória

Ant. Quóniam * in te confídit ánima mea.
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Ant. Juste judicáte
Psalmus 57 [5]
57:1 Si vere útique justítiam loquímini: * recta judicáte, fílii hóminum.
57:2 Étenim in corde iniquitátes operámini: * in terra injustítias manus vestræ concínnant.
57:3 Alienáti sunt peccatóres a vulva, erravérunt ab útero: * locúti sunt falsa.
57:4 Furor illis secúndum similitúdinem serpéntis: * sicut áspidis surdæ, et obturántis aures suas,
57:5 Quæ non exáudiet vocem incantántium: * et venéfici incantántis sapiénter.
57:6 Deus cónteret dentes eórum in ore ipsórum: * molas leónum confrínget Dóminus.
57:7 Ad níhilum devénient tamquam aqua decúrrens: * inténdit arcum suum donec infirméntur.
57:8 Sicut cera, quæ fluit, auferéntur: * supercécidit ignis, et non vidérunt solem.
57:9 Priúsquam intellígerent spinæ vestræ rhamnum: * sicut vivéntes, sic in ira absórbet eos.
57:10 Lætábitur justus cum víderit vindíctam: * manus suas lavábit in sánguine peccatóris.
57:11 Et dicet homo: Si útique est fructus justo: * útique est Deus júdicans eos in terra.
Glória
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Psalmus 58 [6]
58:1 Éripe me de inimícis meis, Deus meus: * et ab insurgéntibus in me líbera me.
58:2 Éripe me de operántibus iniquitátem: * et de viris sánguinum salva me.
58:3 Quia ecce cepérunt ánimam meam: * irruérunt in me fortes.
58:4 Neque iníquitas mea, neque peccátum meum, Dómine: * sine iniquitáte cucúrri, et diréxi.
58:5 Exsúrge in occúrsum meum, et vide: * et tu, Dómine, Deus virtútum, Deus Israël,
58:6 Inténde ad visitándas omnes gentes: * non misereáris ómnibus, qui operántur iniquitátem.
58:7 Converténtur ad vésperam: et famem patiéntur ut canes, * et circuíbunt civitátem.
58:8 Ecce, loquéntur in ore suo, et gládius in lábiis eórum: * quóniam quis audívit?
58:9 Et tu, Dómine, deridébis eos: * ad níhilum dedúces omnes gentes.
58:10 Fortitúdinem meam ad te custódiam, quia, Deus, suscéptor meus es: * Deus meus, misericórdia ejus prævéniet me.
58:12 Deus osténdet mihi super inimícos meos, ne occídas eos: * nequándo obliviscántur pópuli mei.
58:13 Dispérge illos in virtúte tua: * et depóne eos, protéctor meus, Dómine:
58:14 Delíctum oris eórum, sermónem labiórum ipsórum: * et comprehendántur in supérbia sua.
58:15 Et de exsecratióne et mendácio annuntiabúntur in consummatióne: * in ira consummatiónis, et non erunt.
58:16 Et scient quia Deus dominábitur Jacob: * et fínium terræ.
58:17 Converténtur ad vésperam: et famem patiéntur ut canes, * et circuíbunt civitátem.
58:18 Ipsi dispergéntur ad manducándum: * si vero non fúerint saturáti, et murmurábunt.
58:19 Ego autem cantábo fortitúdinem tuam: * et exsultábo mane misericórdiam tuam.
58:20 Quia factus es suscéptor meus, * et refúgium meum, in die tribulatiónis meæ.
58:21 Adjútor meus, tibi psallam, quia, Deus, suscéptor meus es: * Deus meus, misericórdia mea.
Glória

Ant. Juste judicáte * fílii hóminum.
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Ant. Da nobis
Psalmus 59 [7]
59:1 Deus, repulísti nos, et destruxísti nos: * irátus es, et misértus es nobis.
59:2 Commovísti terram, et conturbásti eam: * sana contritiónes ejus, quia commóta est.
59:3 Ostendísti pópulo tuo dura: * potásti nos vino compunctiónis.
59:4 Dedísti metuéntibus te significatiónem: * ut fúgiant a fácie arcus:
59:5 Ut liberéntur dilécti tui: * salvum fac déxtera tua, et exáudi me.
59:6 Deus locútus est in sancto suo: * lætábor, et partíbor Síchimam: et convállem tabernaculórum metíbor.
59:7 Meus est Gálaad, et meus est Manásses: * et Éphraim fortitúdo cápitis mei.
59:8 Juda rex meus: * Moab olla spei meæ.
59:9 In Idumæam exténdam calceaméntum meum: * mihi alienígenæ súbditi sunt.
59:10 Quis dedúcet me in civitátem munítam? * quis dedúcet me usque in Idumæam?
59:11 Nonne tu, Deus, qui repulísti nos? * et non egrediéris, Deus, in virtútibus nostris?
59:12 Da nobis auxílium de tribulatióne: * quia vana salus hóminis.
59:13 In Deo faciémus virtútem: * et ipse ad níhilum dedúcet tribulántes nos.
Glória
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Psalmus 60 [8]
60:1 Exáudi, Deus, deprecatiónem meam: * inténde oratióni meæ.
60:2 A fínibus terræ ad te clamávi: * dum anxiarétur cor meum, in petra exaltásti me.
60:3 Deduxísti me, quia factus es spes mea: * turris fortitúdinis a fácie inimíci.
60:4 Inhabitábo in tabernáculo tuo in sǽcula: * prótegar in velaménto alárum tuárum.
60:5 Quóniam tu, Deus meus, exaudísti oratiónem meam: * dedísti hereditátem timéntibus nomen tuum.
60:6 Dies super dies regis adjícies: * annos ejus usque in diem generatiónis et generatiónis.
60:7 Pérmanet in ætérnum in conspéctu Dei: * misericórdiam et veritátem ejus quis requíret?
60:8 Sic psalmum dicam nómini tuo in sǽculum sǽculi: * ut reddam vota mea de die in diem.
Glória

Ant. Da nobis * Dómine auxílium de tribulatióne.
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Ant. Nonne Deo
Psalmus 61 [9]
61:1 Nonne Deo subjécta erit ánima mea? * ab ipso enim salutáre meum.
61:2 Nam et ipse Deus meus, et salutáris meus: * suscéptor meus, non movébor ámplius.
61:3 Quoúsque irrúitis in hóminem? * interfícitis univérsi vos: tamquam paríeti inclináto et macériæ depúlsæ?
61:4 Verúmtamen prétium meum cogitavérunt repéllere, cucúrri in siti: * ore suo benedicébant, et corde suo maledicébant.
61:5 Verúmtamen Deo subjécta esto, ánima mea: * quóniam ab ipso patiéntia mea.
61:6 Quia ipse Deus meus, et salvátor meus: * adjútor meus, non emigrábo.
61:7 In Deo salutáre meum, et glória mea: * Deus auxílii mei, et spes mea in Deo est.
61:8 Speráte in eo omnis congregátio pópuli, effúndite coram illo corda vestra: * Deus adjútor noster in ætérnum.
61:9 Verúmtamen vani fílii hóminum, mendáces fílii hóminum in statéris: * ut decípiant ipsi de vanitáte in idípsum.
61:10 Nolíte speráre in iniquitáte, et rapínas nolíte concupíscere: * divítiæ si áffluant, nolíte cor appónere.
61:11 Semel locútus est Deus, duo hæc audívi, quia potéstas Dei est, et tibi, Dómine, misericórdia: * quia tu reddes unicuíque juxta ópera sua.
Glória
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Psalmus 63 [10]
63:1 Exáudi, Deus, oratiónem meam cum déprecor: * a timóre inimíci éripe ánimam meam.
63:2 Protexísti me a convéntu malignántium: * a multitúdine operántium iniquitátem.
63:3 Quia exacuérunt ut gládium linguas suas: * intendérunt arcum rem amáram, ut sagíttent in occúltis immaculátum.
63:4 Súbito sagittábunt eum, et non timébunt: * firmavérunt sibi sermónem nequam.
63:5 Narravérunt ut abscónderent láqueos: * dixérunt: Quis vidébit eos?
63:6 Scrutáti sunt iniquitátes: * defecérunt scrutántes scrutínio.
63:7 Accédet homo ad cor altum: * et exaltábitur Deus.
63:8 Sagíttæ parvulórum factæ sunt plagæ eórum: * et infirmátæ sunt contra eos linguæ eórum.
63:9 Conturbáti sunt omnes qui vidébant eos: * et tímuit omnis homo.
63:10 Et annuntiavérunt ópera Dei, * et facta ejus intellexérunt.
63:11 Lætábitur justus in Dómino, et sperábit in eo, * et laudabúntur omnes recti corde.
Glória

Ant. Nonne Deo * subjécta erit ánima mea.
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Ant. Benedícite
Psalmus 65 [11]
65:1 Jubiláte Deo, omnis terra, psalmum dícite nómini ejus: * date glóriam laudi ejus.
65:2 Dícite Deo: Quam terribília sunt ópera tua, Dómine! * in multitúdine virtútis tuæ mentiéntur tibi inimíci tui.
65:3 Omnis terra adóret te, et psallat tibi: * psalmum dicat nómini tuo.
65:4 Veníte, et vidéte ópera Dei: * terríbilis in consíliis super fílios hóminum.
65:5 Qui convértit mare in áridam, in flúmine pertransíbunt pede: * ibi lætábimur in ipso.
65:6 Qui dominátur in virtúte sua in ætérnum, óculi ejus super Gentes respíciunt: * qui exásperant non exalténtur in semetípsis.
65:7 Benedícite, Gentes, Deum nostrum: * et audítam fácite vocem laudis ejus,
65:8 Qui pósuit ánimam meam ad vitam: * et non dedit in commotiónem pedes meos.
65:9 Quóniam probásti nos, Deus: * igne nos examinásti, sicut examinátur argéntum.
65:10 Induxísti nos in láqueum, posuísti tribulatiónes in dorso nostro: * imposuísti hómines super cápita nostra.
65:11 Transívimus per ignem et aquam: * et eduxísti nos in refrigérium.
65:13 Introíbo in domum tuam in holocáustis: * reddam tibi vota mea, quæ distinxérunt lábia mea.
65:14 Et locútum est os meum, * in tribulatióne mea.
65:15 Holocáusta medulláta ófferam tibi cum incénso aríetum: * ófferam tibi boves cum hircis.
65:16 Veníte, audíte, et narrábo, omnes, qui timétis Deum: * quanta fecit ánimæ meæ.
65:17 Ad ipsum ore meo clamávi, * et exaltávi sub lingua mea.
65:18 Iniquitátem si aspéxi in corde meo, * non exáudiet Dóminus.
65:19 Proptérea exaudívit Deus, * et atténdit voci deprecatiónis meæ.
65:20 Benedíctus Deus, * qui non amóvit oratiónem meam, et misericórdiam suam a me.
Glória
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Psalmus 67 [12]
67:1 Exsúrgat Deus, et dissipéntur inimíci ejus, * et fúgiant qui odérunt eum, a fácie ejus.
67:2 Sicut déficit fumus, defíciant: * sicut fluit cera a fácie ignis, sic péreant peccatóres a fácie Dei.
67:3 Et justi epuléntur, et exsúltent in conspéctu Dei: * et delecténtur in lætítia.
67:4 Cantáte Deo, psalmum dícite nómini ejus: * iter fácite ei, qui ascéndit super occásum: (fit reverentia) Dóminus nomen illi.
67:5 Exsultáte in conspéctu ejus: * turbabúntur a fácie ejus, patris orphanórum et júdicis viduárum.
67:6 Deus in loco sancto suo: * Deus, qui inhabitáre facit uníus moris in domo:
67:7 Qui edúcit vinctos in fortitúdine, * simíliter eos qui exásperant, qui hábitant in sepúlcris.
67:8 Deus, cum egrederéris in conspéctu pópuli tui, * cum pertransíres in desérto:
67:9 Terra mota est, étenim cæli distillavérunt a fácie Dei Sínai, * a fácie Dei Israël.
67:10 Plúviam voluntáriam segregábis, Deus, hereditáti tuæ: * et infirmáta est, tu vero perfecísti eam.
67:11 Animália tua habitábunt in ea: * parásti in dulcédine tua páuperi, Deus.
67:12 Dóminus dabit verbum evangelizántibus, * virtúte multa.
67:13 Rex virtútum dilécti dilécti: * et speciéi domus divídere spólia.
67:14 Si dormiátis inter médios cleros, pennæ colúmbæ deargentátæ, * et posterióra dorsi ejus in pallóre auri.
67:15 Dum discérnit cæléstis reges super eam, nive dealbabúntur in Selmon: * mons Dei, mons pinguis.
67:16 Mons coagulátus, mons pinguis: * ut quid suspicámini montes coagulátos?
67:17 Mons, in quo beneplácitum est Deo habitáre in eo: * étenim Dóminus habitábit in finem.
67:18 Currus Dei decem míllibus múltiplex, míllia lætántium: * Dóminus in eis in Sina in sancto.
67:19 Ascendísti in altum, cepísti captivitátem: * accepísti dona in homínibus.
67:20 Étenim non credéntes, * inhabitáre Dóminum Deum.
67:21 Benedíctus Dóminus die quotídie: * prósperum iter fáciet nobis Deus salutárium nostrórum.
67:22 Deus noster, Deus salvos faciéndi: * et Dómini Dómini éxitus mortis.
67:23 Verúmtamen Deus confrínget cápita inimicórum suórum: * vérticem capílli perambulántium in delíctis suis.
67:24 Dixit Dóminus: Ex Basan convértam, * convértam in profúndum maris:
67:24 Ut intingátur pes tuus in sánguine: * lingua canum tuórum ex inimícis, ab ipso.
67:25 Vidérunt ingréssus tuos, Deus: * ingréssus Dei mei: regis mei qui est in sancto.
67:26 Prævenérunt príncipes conjúncti psalléntibus: * in médio juvenculárum tympanistriárum.
67:27 In ecclésiis benedícite Deo Dómino, * de fóntibus Israël.
67:28 Ibi Bénjamin adolescéntulus: * in mentis excéssu.
67:29 Príncipes Juda, duces eórum: * príncipes Zábulon, príncipes Néphtali.
67:30 Manda, Deus, virtúti tuæ: * confírma hoc, Deus, quod operátus es in nobis.
67:31 A templo tuo in Jerúsalem, * tibi ófferent reges múnera.
67:32 Íncrepa feras arúndinis, congregátio taurórum in vaccis populórum: * ut exclúdant eos, qui probáti sunt argénto.
67:33 Díssipa Gentes, quæ bella volunt: vénient legáti ex Ægypto: * Æthiópia prævéniet manus ejus Deo.
67:34 Regna terræ, cantáte Deo: * psállite Dómino.
67:35 Psállite Deo, qui ascéndit super cælum cæli, * ad Oriéntem.
67:36 Ecce dabit voci suæ vocem virtútis, date glóriam Deo super Israël, * magnificéntia ejus, et virtus ejus in núbibus.
67:36 Mirábilis Deus in sanctis suis, Deus Israël ipse dabit virtútem, et fortitúdinem plebi suæ, * benedíctus Deus.
Glória

Ant. Benedícite * gentes Deum nóstrum.
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V. Deus, vitam meam annuntiávi tibi.
R. Posuísti lácrimas meas in conspéctu tuo.
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Pater noster
Absolutio. A vínculis peccatórum nostrórum absólvat nos omnípotens et miséricors Dóminus. Amen.
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V. Jube, domne, benedícere.
Benedictio. Ille nos benedícat, qui sine fine vivit et regnat. Amen.

Lectio 1
De libro primo Machabaeorum
1 Mac 12:39-43
39 Et cum cogitasset Tryphon regnare Asiae, et assumere diadema, et extendere manum in Antiochum regem:
40 Timens ne forte non permitteret eum Jonathas, sed pugnaret adversus eum, quaerebat comprehendere eum, et occidere, et exsurgens abiit in Bethsan.
41 Et exivit Jonathas obviam illi cum quadraginta millibus virorum electorum in praelium, et venit Bethsan.
42 Et vidit Tryphon quia venit Jonathas cum exercitu multo ut extenderet in eum manus: timuit,
43 Et excepit eum cum honore, et commendavit eum omnibus amicis suis, et dedit ei munera: et praecepit exercitibus suis ut obedirent ei, sicut sibi.
Tu autem

R. Refulsit sol in clypeos aureos, et resplenduerunt montes ab eis:
* Et fortitudo Gentium dissipata est.
V. Erat enim exercitus magnus valde et fortis et appropiavit Judas, et exercitus ejus in praelio.
R. Et fortitudo Gentium dissipata est.
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V. Jube, domne, benedícere.
Benedictio. Divínum auxílium máneat semper nobíscum. Amen.

Lectio 2
1 Mac 12:44-47
44 Et dixit Jonathae: Ut quid vexasti universum populum, cum bellum nobis non sit?
45 Et nunc remitte eos in domos suas: elige autem tibi viros paucos, qui tecum sint, et veni mecum Ptolemaidam, et tradam eam tibi, et reliqua praesidia, et exercitum, et universos praepositos negotii: et conversus abibo: propterea enim veni.
46 Et credidit ei, et fecit sicut dixit: et dimisit exercitum, et abierunt in terram Juda.
47 Retinuit autem secum tria millia virorum: ex quibus remisit in Galilaeam duo millia: mille autem venerunt cum eo.
Tu autem

R. Ornaverunt faciem templi coronis aureis, et dedicaverunt altare Domino:
* Et facta est laetitia magna in populo.
V. In hymnis et confessionibus benedicebant Dominum.
R. Et facta est laetitia magna in populo.
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V. Jube, domne, benedícere.
Benedictio. Ad societátem cívium supernórum perdúcat nos Rex Angelórum. Amen.

Lectio 3
1 Mac 12:48-52
48 Ut autem intravit Ptolemaidam Jonathas, clauserunt portas civitatis Ptolemenses, et comprehenderunt eum: et omnes qui cum eo intraverant, gladio interfecerunt.
49 Et misit Tryphon exercitum et equites in Galilaeam et in campum magnum, ut perderent omnes socios Jonathae.
50 At illi cum cognovissent quia comprehensus est Jonathas, et periit, et omnes qui cum eo erant, hortati sunt semetipsos, et exierunt parati in praelium.
51 Et videntes hi qui insecuti fuerant, quia pro anima res est illis, reversi sunt:
52 Illi autem venerunt omnes cum pace in terram Juda. Et planxerunt Jonathan, et eos qui cum ipso fuerant, valde.
Tu autem

R. In hymnis et confessionibus benedicebant Dominum:
* Qui magna fecit in Israël, et victoriam dedit illis Dominus omnipotens.
V. Ornaverunt faciem templi coronis aureis, et dedicaverunt altare Domino.
R. Qui magna fecit in Israël, et victoriam dedit illis Dominus omnipotens.
Glória
R. Qui magna fecit in Israël, et victoriam dedit illis Dominus omnipotens.
Reliqua omittuntur, nisi Laudes separandae sint.
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Oratio {ex Proprio de Tempore}
Dómine, exáudi
Orémus
Deus, refugium nostrum, et virtus: adesto piis Ecclesiae tuae precibus, auctor ipse pietatis, et praesta: ut quod fideliter petimus, efficaciter consequamur.
Per Dóminum
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Conclusio
Dómine, exáudi
Benedicámus Dómino
Fidélium ánimæ
Pater noster


lunes, 17 de octubre de 2016

LA NOVELA
 


Novelas... no verlas, nos recomendaban los padres espirituales de aquellos seminarios de posguerra al irnos de vacaciones. La prohibición, no obstante, fue incentivo para llevarles la contrario. Leíamos vorazmente todo lo que caía en nuestras manos hasta los tebeos de Joaquín Estefanía y los western. "La Meta soñada" del Padre Sobrino formó parte de mis lecturas adolescentes y desde entonces he vivido leyendo y suspirando con mis héroes de papel en este valle de lágrimas. El Quijote que leía don Tirso con muchas prosapias en las clases de gramática y buena entonación por aquel entonces me apabullaba.


Tuve que llegar a viejo para darme cuenta de los tesoros escondidos, gran plétora y mucha garra, de la lengua española. Aun cuando muchos españoles se ufanan de no haber cogido un libro, España fue una potencia de la edición y la impresión. Démonos, si no, una vuelta por la cuesta de Moyano,


Los dioses no hacen a todos partícipes del fuego sagrado. No todos sirven para este duro oficio que se ha vuelto ahora más penoso por la escasez de lectores y las dificultades de distribución. Más valiera que se dedicasen a otra cosa porque estorban eclipsan quitan cacho y lanzan al mercado verdaderos bodrios. A par de esto, el interés por la edición es una prueba de que la novela no ha muerto. Sigue contando con muchos amanuenses al pie del cañón pisando fuerte por los entramados de la fantasía, la tragedia y el horror vacui de la vida real.

martes, 11 de octubre de 2016

TONTOS DEL FUERO

Iban a resguardarse en el alpende los cantineros
bufones bodegones
catedráticos de la mala uva
catalinos
envidiosos y asesinos
que derraman primero baba
y después sangre
perdonalos, Señor, a los tureganos
los hijos de aquella maestra infame
llena de moscas la escuela
fuerzas vivas del pueblo
a los que oprime el odio y el resquemor
son arrastrapeplos de la lisonja veneno dentro de un vulgar caramelos
serán
borregos
galgos y podencos
mala estirpe
gente mal hecha
chacales de cuyas fauces literarias
me libre Dios
su ciudad encaramada huele a bosta
exigua mirada de cuchitril