MILLÁN ASTRAY
Vivo sobre una cuesta cuyos pliegues van a dar a los arribes del río Guadarrama cerca del castillo de Villafranca. Aquí se dio la batalla más furibunda de toda la guerra civil hispana. Esto otrora fue un majuelo donde se cultivaba la uva pardilla de la que se heñía uno de los mejores caldos de Castilla la Vieja porque esto aunque jurisdiccionalmente sea Castilla la Nueva perteneció desde Alfonso X el Sabio a Tierra Segovia. Vivo, pues, sobre un montón de cadáveres ahora que está de moda eso de esclavijar tumbas y sacar los huesos al aire y yo me acuerdo de aquella paráfrasis de Ezequiel: No permitas, mi Dios, que dispersen mis huesos. Cerca de mi casa se descubrió hace años una fosa donde aparecieron gran número de restos humanos algunos con las insignias y los pasadores del Tercio. A mí la legión. Son calaveras que importan poco al juez Garzón pero a mí sí. A veces bajo las lunas fuertes y heladas de enero escucho entre el titilar lejano de los luceros la canción de los Novios de la Muerte.
Debe ser mi imaginación algo calenturienta y sola en los plenilunios que trata de dar remate a una historia sobre la Batalla de la Sed (algún extracto en esta bitácora) y esto también le sucedía a mi padre el pobre al cambiar el tiempo cuando se le movía la metralla de la pierna congelada en Teruel o la herida en la rótula cuando le atizaron en el Alto del León. Los muertos cantan y hacen preguntas, ¿Por qué? ¿Por qué? Y esa pregunta se me clava como una quijada de burro en la cabeza. El arma con que Caín dio muerte a su hermano Abel.
Sólo hay para mí un analgésico contra tales interrogantes: el vino del Pardillo que era el mejor caldo de Madrid y entre lágrimas me rindo a los brazos de Erifos que es dulce y traicionero pero irremediable y voy por los chigres del barrio propalando la misma pregunta que me hacen los muertos bajo los muros de mi vivienda: ¿por qué? ¿por qué? Y sólo recibo desprecio e indiferencia. Lo cual me encocora. Vivo entre zombis con la cabeza desgastada.
Trato de evitar estas tabernas donde hay gente de mente olvidadiza y mal encarada. Aquí todo el mundo va a lo suyo, sabe usté.
- ¿Un tinto, don Antonio?
- Vale.
Y recorro las estaciones del centro en una peregrinación por la Vía Dolorosa haciendo de portavoz de los que sucumbieron en aquella contienda por más que nadie quiera escuchar mis disertaciones; los españoles no quieren saber, han perdido la memoria. No me gustan los extrarradios. Porque el vino que dispensan aquí los cantineros sabe a sangre y me llega la voz inquisidora de aquellos legionarios que dieron su vida por Dios y por España en toda esta zona: Brunete, Jarama, Garabitas, el Pingarrón Ciudad Universitaria. Ahora los que mandan son los otros, cayeron las águilas triunfales y vivimos bajo el imperio del Puño y la Rosa.
-Dio vuelta la tortilla. ¿No te has enterado, primavera?
El sector de la Avenida de Séneca y aledaños del Arco de Triunfo barrio de Argüelles es uno de mis preferidos en esta ciudad maldita donde van camino del sepulcro seis millones de cadáveres, haciendo bueno y agrandando el verso de Dámaso Alonso. Por aquí entró la Fuerza.
En las barras sumerjo mi dolor en busca de la tranquilidad de una amistosa charla. Ya quedan pocas así. El cristo de la buena muerte y el manto de la Dolorosa de mi pueblo me libran de las miradas como tiros de estas tabernas nefastas. Y sobre todo cuento con la sonrisa benévola y algo triste de mi general. Él es el que lanza el grito de a mí la legión cuando algún facineroso quiere meterse conmigo. Es una protección semidivina y una llamada al fuego que sentimos los legionarios de España. Nobleza obliga y yo me voy de rositas. No me tocarán aunque quisieran un pelo de la ropa. El Puño y la Rosa dio suelta a los asesinos.
El otro día un librero, mirada hundida, un hombre a una gran nariz pegado que pregonaba su maldita casta, cetrino y presuntuoso él, y que regenta una librería de lance cerca de esa parte de Madrid donde estaban las eras del Mico- se trillaba, segaba y arrejacaba casi en los mismos aledaños de la Puerta el Sol- me espetó una frase que me hirió en lo más profundo de mi entraña:
-Rusia y España han de ser destruidas.
Quedé pasmado y sin aliento ante aquel desplante, ante este grito de delenda est Hispania, que no me esperaba pero Madrid está lleno de espías, ojos que vigilan al otro lado de la charca, y escrutan nuestros movimientos sobre este campo de concentración de la plutocracia. En otro momento hubiera sacado el arma pero un legionario o un guardia civil por mucho que sepan manejarla jamás la llevan consigo porque no somos pendencieros o asesinos y menos contra el que anda desarmado; eso queda para los inventores del terrorismo que no son otros que los amigos del bibliopola. No; aunque vehemente no soy un asesino.
Puse pies en polvorosa porque me conozco a mí mismo pero en aquel momento a ese tipo que practica la usura cerca de la era del Mico sin caer en la tentación de poner la mano sobre tal sujeto – mitad Shylock mitad Ghandi con mucho odio en la mirada- porque me las llenaría de mocos bien hubiera podido arrancarle la cabeza. Aire. Fuego al muñeco pimpampun fuego con esa mona que vende libros viejos. No me fío de tus tretas, embaucador Erifos.
Caminé, entonces, unos pasos por este Madrid azotado por la crisis, bombardeado de consignas- el agitprop funciona aquí a toda máquina- y aturdido por las radios que ladran con el cuento de no acabar sobre la prima de riesgo… y el riego que tiene mi prima la pobre por meterse a pilungui, lleno de jubilatas y de buenas gentes que caminan por la acera como desamparados y a la espera de un redentor que les libre de las garras de ese librero de las eras del Mico; Baroja lo cuenta en uno de sus libros, “La Busca”: las eras estaban allí y también estaba el cadalso. Y el ropavejero era el verdugo que quiere descabezar Rusia y España al de por junto. A lo mejor va a ser él quien acabe en la toza. Leo a Dostoyevsky por estos días y quizás a esto se debe en parte el desaliento y la misantropía que me aflige.
Este es, empero, un Madrid muy vivo al cual no le engañan los políticos ni los tertulios radiofónicos heraldos de la catástrofe. Ya no hay periodistas sino comunicadores totalitarios. Critican a los nazis pero ellos han asimilado y perfeccionado sus formas.
Zona de Argüelles bajé aledaños de Marqués de Urquijo, antiguo Areneros donde estaban las iglesias de los jesuitas y el Buen Suceso incendiadas por las turbas. Fueron las primeras iglesias que quemó la chusma en la ciudad de Madrid. Allí me topo de manos a boca con el espectro que de mi general. Es alto frente despejada inconfundible marcialidad y prestancia que me acoge con una sonrisa magnífica y dentadura perfecta de actor de cine. Es un hombre muy pulcro cuyo atavío y ademán revelan toda la nobleza y elegancia que sabe mostrar España. Le cuelga de la guerrera la bocamanga vacía del brazo que perdió en Dar Akoba. Cerca de Nador. En la parte alta de la mejilla su rostro casi cincelado a bisel muestra el hondón de una cicatriz profunda como un cuévano. Esa fue la marca de un blocao de Xauen. Tiene un ojo de cristal. El que le arrancó la esquirla de una bala en otro combate. Dicha lesión le hizo padecer del vértigo de Menier. Se desmayaba siempre que volvía la cabeza. Por eso le acompañaba una escolta de legionarios. Ahora le acompaña toda una plana manor de ángeles del paraíso que recogen sus lágrimas sobre un lacrimatorio, las lágrimas que vierte sobre esta ciudad dada a todas las perversiones, la que liberaron sus hombres a la bayoneta calada salvando la vaguada de la Casa Campo para recatarla del terror rojo, un Madrid que ha dejado de ser grande y libre en manos de políticos tragaldabas.
Su sonrisa animosa esconde la tristeza de aquellos que han vivido en fraternidad con el dolor. Lleva en la frente la marca de los que saben sufrir lo cual les hace más humanos. Todo él inspira camaradería y bondad.
-A sus ordenes mi general.
-Hola, Parrita ¿qué haces tú por aquí? Venga pa casa.
Me cuadro, hundo el pestorejo en lo más profundo del cogote y, firmes los brazos, elevo el mentón casi hacia el cielo, el barboquejo justo bajo las ventanas nasales, como sólo saben hacerlo los legionarios clavando la mirada en mi interlocutor. Como en aquellos tiempos en que llevaba mi gorrilla legionaria con la borla roja que llamábamos el madroño, y el mentón hacia delante como la proa de un bajel. Le doy la novedad cuartelera.
-Baja ese brazo, muchacho.
Mi general sonríe con timidez y me manda descanso. Uno de los ángeles de su escolta que es rubio cual querubín también me sonríe. A Millán Astray la panorámica que tiene delante le trae recuerdos a la vez tristes y gozosos porque así es la vida.
-Daba una vuelta por estos desmontes cerca del parque del oeste donde creo entender que usía conoce muy bien.
-Así es. Yo por aquí jugaba de niño. Iba a llevarle la cesta de la cena a mi padre que era director de la cárcel Modelo. Organizábamos peleas con los chicos de otros barrios. Este era una de las zonas más deprimidas de la ciudad. Había gentes que vivían en cuevas. Estaba llena de pillos y pisaverdes. Siempre me apiadé de los humildes y de los que viven a salto de mata y padecen persecución por el pan y la justicia. El hampa no ha de asustarle a un legionario.
Cuando doy la media vuelta, el espectro del héroe, del valiente, del monárquico empedernido, del calumniado y escupido en su memoria por aquellos a los que perdieron la guerra y no supieron vencerle en la trinchera, había desparecido. Acerté a distinguir sin embargo una estela de luz en el cielo. Por allí mi general se había vuelto a sus cuarteles del Paraíso.
Tengo el retrato de Millán Astray en mi gabinete de trabajo. He leído mucho sobre su vida, su arrojo, su profesionalidad militar, su caballerosidad y la bondad para con el soldado. Hay pocos recodos de su biografía que sean un misterio para mí y ahora comprendo por qué escucho a veces las voces tumularias de los que cayeron en Brunete y se me mueve dentro del cuerpo toda la metralla y mi alma dolorida busca en la botella los consuelos de Erifos. No he tenido la suerte como él de quedar manco en un combate ni de perder un ojo ni de que un tiro me destrozara el maxilar. Las balas son como las cartas-decía don Emilio Mola Vidal- cuando llevan tu nombre y dirección hay que recibirlas pero no he traicionado a mi patria, nunca ultrajé a la bandera, la defendí desde el parapeto de la trinchera y del periodismo. Yo soy también un zapador entreverado de pontonero y con algo de artillero. Y el honor es mi divisa y los hombres de bien no lo llevan en los cojones ni lo pierden cuando sucumben a la tentación del divino néctar al que acuden los legionarios como las moscas a la miel. Un defecto como otro cualquiera. Si cometes una de los demonios en estado de embriaguez el código legionario atenúa el delito. Baco, Eros y Tanatos son en la guerra un dúo que como Castor y Póllux cabalgan el mismo caballo.
La mayor parte de los legionarios que perecieron en la Mocha Chica junto a un tabor de Larache eran moros que no bebían por prescripción del profeta pero que le daban a la grifa que no veas o malos cristianos afectos a la sangre del Cordero, sanguis Christi cien años que no te veo laus tibi Deo, pregonaban los soldados del Duque de Alba antes de arrasar Amberes, pero odiaban la muerte porque amaban la vida a la que no consideraban como un beneficio sino como un sacrificio, pero antes de rendirse a ella la recibieron con los brazos abiertos ayudados por un poco del saltaparapetos consuetudinario en los campamentos. El mando aumentó la ración de aguardiente aquella nefasta tarde del 8 de julio de 1937.
El fundador de la legión conocía las debilidades del ser humano. Se crió en un presidio. Su padre funcionario director de prisiones pasó por el penal de la Coruña, del Dueso, Chinchilla, San Miguel de los Reyes en Valencia, San José de Zaragoza, la Cárcel Modelo. Sabía que los hombres pueden caer en la tentación pero pueden redimirse. Son capaces de volver al camino recto aunque existan muchas manchas en su cartilla. Por eso fundó la legión donde antes para ingresar no se hacían demasiadas preguntas a los aspirantes al cuerpo. Como dice el himno de la Legión: Nadie sabía su historia más la Legión suponía que una pena muy honda le roía el corazón. Con tales mimbres, con estos hombres de desecho pudo Millán Astray constituir una de las mejores tropas de elite que ha tenido la gloriosa infantería española.
FRANCO Y MILLÁN ASTRAY DOS GALLEGOS MUY DISTINTOS PERO COMPLEMENTARIOS
Para entender la figura de Millán Astray habría que leer la obra de Eduardo Zamacois Los Vivos muertos reflejo de las penalidades de los internos en el penal de san Miguel de los Reyes valenciano del que su padre fue alcaide. Resuenan las voces de “con todo” antes de la conducción y se escucha el maullar de los gatos sobre los tejados sin libertad o el silencioso estruendo de las micciones sobre los zambullos o el andar cansino de los presos hacia la galería los brazos péndulos. La falta de hembra que fomentaba la homosexualidad tras las rejas. Al desenterrar las “cantineras” como institución quiso volver a la tradición de las legiones romanas y de los tercios antañones españoles que salían a campaña con sus propias mujeres en retaguardia. Don José Millán Astray quiso redimir, era un soñador con alma de artistas y con dotes para la elocuencia y el teatro. Una hermana suya escribió una zarzuela muy famosa en los años treinta La Tonta el Bote. Sus aires de farándula y el donaire donjuanesco le hicieron muy amigo de Alfonso XIII al que según se dice le arrimaba las putas. Franco en eso era muy diferente. No se le conocieron aventuras galantes y no fumaba ni bebía. Millán era un monárquico a machamartillo. Franquito un poco más caviloso pero leal a esa monarquía aunque una parte de sus hermanos eran republicanos.
Les dio una segunda oportunidad a los convictos en la Legión. Sentía una admiración hacia su padre, envuelto en el tenebroso caso del crimen de Fuencarral, y del que heredó algunas de sus virtudes y sus defectos; longanimidad y benevolencia hacia los que andan al margen de la Ley precisamente a cargo de aquellos que son los custodios de la Ley, y un cierto relajamiento de las costumbres.
Por otro lado profesaba una veneración hacia su progenitor el compostelano don José Millán Astray hasta el punto de que cambiaría sus apellidos apeando el de su madre Terreros por el de su padre don Pepito. Al parecer las relaciones con su madre doña Pilar Terreros Segade las relaciones no fueron tan fluidas y puede decirse que llegaron a ser traumáticas porque ésta cuando don José Millán Astray fue suspendido de empleo y sueldo a causa del aludido caso del crimen de Fuencarral en el cual no tuvo arte ni parte sino una de las criadas de la casa de los Astray lo abandonó. En el caso de Francisco Franco el afecto era a mano contraria. Veneraba a su madre y sin embargo sus relaciones con su padre don Nicolás el aposentador de la Armada uno de los últimos de Filipinas y a cuyo entierro dicen que no acudió se enfriaron toda la vida. El fundador de la legión (Coruña 1879- Madrid 1954). y el caudillo ( Ferrol 1892- El Pardo 1975) se llevaban trece años. En punto a valentía no cabe hablar pues al soldado español el valor se le supone. Sin embargo, cuentan los cronistas que en esta fraternidad de armas el arrojo de Franco era mucho más frío y calculador rodeado por un halo místico misterioso que los moros llamaban “Baraka” y que para los marroquíes esta indemnidad frente a las balas le convirtieron en un semidiós. Supo ganárselos y en esto estuvo la clave de su victoria en la guerra de España. El general Astray detestaba a los musulmanes y llegó a decir que “podremos hacer de un filipino- el cubano ya es por sangre y por lengua- un español porque son cabales y nobles como nosotros pero de un moro no: es feroz, traidor, fanático acérrimo de su religión”. Hablaba un veterano de las tres guerras coloniales que tuvo el imperio español: la de Filipinas, Cuba, y la del Rif que costaron más de doscientas mil vidas. La estrella de Franco empezó a iluminarse después de la batalla de Alhucemas y la de Millán declinó. Las tres heridas recibidas le volverían sino medroso al menos cauteloso. Sobre todo al heroico manco la de la cabeza le dejarían como secuelas vértigos y fortísimos dolores que sólo podía aplacar más que con aspirinas con “peñascaró”. Todo un legionario y esto también le ocurría al general Moscardó. Francisco Franco jamás probó una gota de alcohol, era ordenancista, enigmático, simpático pero nada cercano.
Pese a tales diferencias eran complementarios. Unidos por el amor de España y por aquel par de huevos de la famosa comida de campaña que le dieron al dictador Primo de Rivera el hombre que mediante una retirada pacificó a Marruecos en Der Rifién. Franco llevaba dentro un escritor fracasado pero orgullo de la raza y Astray era un histrión. Ambos se sienten taumaturgos y creen en la resurrección de España. Esta amistad que se fue enfriando en cierto modo fue fundamental porque el fundador de la Legión le echó redaños otorgando el mando único en la persona de su paisano venciendo la resistencia de Mola y de Cabanellas reputado general masón. Tanto uno como otro detestaban a la masonería causante de los males de España. Tanto la sublevación de Maceo como la de Rizal fue pagada por los tocineros de la Logia. Ahora los masones ils sont par tout en esta desgraciado país. Por eso no les perdonan. En Marruecos, Franco (no hay peor cuña que la de la misma madera) con los judíos que sufragaron los gastos del alzamiento desde Londres – y de esto tendrían que hablar los biógrafos de Luis Bolín- jugó hábilmente al gato y al ratón. Don Juan March reputado y rico banquero chueta puso la pasta.
MILLAN ASTRAY FUNDADOR DE RADIO NACIONAL DE ESPAÑA
Me pego al territorio guardando bajo perfil antes de declararse el ataque al arma blanca. Mientras duermen y cantan la Madelón los guripas enterrados en el jardín de atrás yo amuelo mis bayonetas, preparo las cajas de munición y ajusto los descalibrados fusiles. Un máuser es un máuser. Lo llaman el spanish kalashnikov y la verdad es que es certero en puntería. Sólo con tres descargas puedo dejar las monas de la era del Mico fuera de combate y darle molón al Mahonés. Tu no te preocupes. Tiempo habrá. Dejad que nos aburran las chicharras en el tedio de su berrear. ¿Cómo está Radio Nacional? Un enano nos sirve un sapo todas las mañanas de diario. Se llama Lucas,
Sábados y domingo le toca el turno a la chica que no dice radioescuchas ni oyentes pues para ella todo el mundo se ha vuelto escuchante. Sus teloneros cantan la eterna canción de Pepa no des tormento. Pibes y pibas os va a dar un yuyo cuando os diga que ese micrófono por el que guapeáis fue altavoz de una de las arengas de uno de los militares mayores que ha dado la patria: José Millán Astray. Si resucitara os correría a gorrazos una escolta de sus legionarios.
En efecto fue en Salamanca el 23 de enero de 1937 hace pues tres cuartos de siglo que salió al aire RN con un trasmisor Telefunken de cuarenta kilowatios. En las primeras emisiones se formularon los primeros partes de guerra (el famoso “parte” que continua escondido en los entresijos de muchos españoles de tal forma que algunos siguen llamando de tal modo al noticiero de las tres por la TV donde oficia con su cara de loba capitolina la ínclita Cleopatra mujer incombustible pues debe estar hecha de rayos catódicos resiste gobiernos y turnos, dicen que es de la Cia y por eso se permite decirle a los ministros vosotros soy interinos y yo soy la fija) y con voz clara y contundente el fundador de la Legión se lanzó a campaña para el mando único y que proclamasen a Franco como Caudillo.
Don Pepito tenía muchas tablas. Cuando la Republica lo expulsó del ejercito y no le llegaban las pagas emigró a la Argentina y en Buenos Aires se ganó la vida como locutor y dando conferencias por las emisoras platenses. Era un buen escritor, creo que mejor que su paisano porque “La Legión” supera a “Historia de una bandera”. ¿No le cogería Franco cierta ojeriza al insigne mutilado?
Entendía que en la vida moderna todo es publicidad y merced a esta pericia comunicadora consiguió crear el aura caudillista del Generalísimo y difundió el mito del Tercio. En la vida no todo es economía según piensa don Mariano Rajoy. Al contrario las naciones pueden perecer cuando el personal se vuelve vil y cobarde y España ahora mismo es toda una trama leguleya donde como no hay cojones algunas ministras colocan en el escaparate sus ovarios y sus coños grandes para que los miren y administren los Caballeros de la Tenaza. Pasen señores y vean el monstruito de cabeza horrible y por ahí aparece el caganet Pujol rodeado de sus mozos de escuadra y don Mariano templando gaitas. La Espe les administra la disciplina inglesa y les dice aguardad un momento que me voy a cambiar las bragas.
Pues en aquella fría mañana de enero en Salamanca cuando empieza sus emisiones la radio pública española al lado de Millán Astray aparecieron como colaboradores al gran Fernández de Córdoba, Ernesto Jiménez Caballero, el granadino Juan Aparicio, el gallego Luis Moure Mariño, Pérez Madrigal un socialista gaditano que se pasó a los nacionales, por apodo El Jabalí y algunos más. En esta tropa destacan dos abuelos que formaron leva con aquel franquismo primitivo y hoy andan muy en candelero: Ruiz Gallardón y Manuel Aznar. Este último ancestro de un hombre tan significado como Josemari Aznar el del bigotito era el cronista oficial de Franco.
El pertenecer al PNV y el haber estado condenado a muerte por los carlistas no fue óbice para que él con su pluma y su familia “se instalara” en el Estado. Era algo zarrioso pero grandilocuente. Yo lo conocí como director de la agencia EFE, un trepa consumado al igual que Víctor Ruiz Albeniz, corresponsal de guerra en todos los frentes y que firmaba sus despachos con el pseudónimo de “El Yebib Araumi”. Procedía de una familia de conversos banqueros relacionados con la guerra de Marruecos que supuso para España una cantidad de casi 200.000 muertos pero que a ellos les dio mucha importancia económica y política. Y fueron preponderantes ingresando en el cupo de las cien famosas familias, los que manejan el cotarro.
El sistema financiero se edifica sobre los escombros de una montaña de cadáveres. Entiendo entonces perfectamente los lamentos de ultratumba de los legionarios sepultados en el jardín de atrás cuando a mí se me mueve la metralla con luna llena.
A esta lista hay que agregar otro apellido famoso el de los Rato. Don Ramón Rato- vaya nombre no me lo diga usted en bable- el hombre de negocios asturianos abuelo de Rodrigo Rato, director de Bankia ex presidente del FMI y fundador de la cadena Dial y otros medios de comunicación. A lo que parece, el transfuguismo es una virtud entre nosotros. Debe de ser porque al igual que las mujeres no tienen bandera el dinero carece de ideales. Son cantidades constantes.
Todos estos datos avalan como puede comprobarse en mi libro Franco y Sefarad un amor secreto, y demuestran lo ya anunciado acerca de la importancia de los financieros judíos en el apoyo al Movimiento. Primero apoyaron a Azaña que era judío de raza y nación y después a Franco que lo era sólo de antecedentes. El apellido del fundador del Tercio tiene un origen inglés. Astray quiere decir peregrino o desviado. Nunca tuvo grandes simpatías por el Fascio. Hitler le traía al pairo pero desde sus tiempos como primer teniente en Filipinas profesaba una gran veneración al japonés. El Código de la legión se inspira en el “bushido” samurai de los guerreros nipones del medioevo.
Víctor de la Serna, Joaquín Arrarás, Dionisio Ridruejo y el falangista Hedilla templaban también gaitas en aquella primera Radio Nacional. Pronto vendrían las diferencias y conspiraciones. A tal respecto merece consigna el incidente que tuvo lugar en el paraninfo de la universidad el 12 de octubre de 1936 entre el coronel de la legión y el rector de Salamanca. Hay que sostener qie el suceso se ha magnificado y mitificado deformando los hechos. Para empezar, don Miguel de Unamuno tan sesudo él tan imbuido por el sentido trágico de la vida podría saber mucho pero era algo bocazas. Aparentemente un gran pensador pero como escritor carece del sentido de la musicalidad. De ahí que sus novelas se hagan difíciles y algo pesadas. En puridad a mí que me precio de saber algo de literatura se me atragantan. Sin embargo, este choque verbal en el que no se pasó a mayores al igual que sus ataques a don Miguel Primo de Rivera uno de los grandes estadistas que ha tenido este país, el que acabó con la sangría de Marruecos, el que creó la red de carreteras de la España moderna, el que creó CAMPSA, le elevaron a la categoría de mita y se creó el mito de Unamuno como se ha creado el mito de García Lorca.
En su afán de defender a un cura anglicano Atilano Cocos que estaba preso por pertenecer a la masonería en su discurso hizo un canto al separatismo catalán, mofándose de lo del día de la raza y vasco y tuvo la desfachatez de acusar a los franquistas de “venceréis pero no convenceréis”. No estuvo fino en aquel acto don Miguel en plena contienda y cuando la aviación de Azaña bombardeaba todos los días Salamanca, una ciudad llena de soldados mutilados y de listas de soldados que acababan de caer en el frente. La masonería criaba los mejores enemigos de España pues ellos fueron responsables de la gran crisis del 98 a través de las guerras de Cuba y Filipinas donde se vertió tanta sangre española. Mentarle al jefe de los legionarios la masonería era como sacar a relucir la bicha.
Se levantó Millán Astray y dijo “abajo los intelectuales traidores”. Se armó un alboroto en el aula magna y don Miguel de Unamuno se libró de ser linchado porque precisamente el general que había gritado mueran los intelectuales traidores le pidió que saliera del brazo de doña Carmen Polo de Franco, la cual era también hija de un famoso catedrático ovetense. No hubo más. En un gesto hidalgo que le honra saludó a don Miguel, pasado el berrinche.
A la salida el propio general mutilado presentó sus respetos a la Señora y dio la única mano que le quedaba al eminente rector magnífico quien toda su vida se significó por llevar a todo el mundo la contraria y algo cabizbajo regresó a su casa de la calle Bordadores donde moriría en la tarde de San Silvestre de aquel año. Su féretro en el entierro fue portado a hombros por falangistas y este detalle avala la diferencia que separa a la España Nacional de mano tendida y gesto abierto con la España Republicana, la de las checas y los paseos, Viva la muerte sí pero Astray no gritaba sino viva la vida y viva la libertad contra aquellos que se hacen depositarios de la verdad para ejercer ese despotismo ilustrado a cargo de los cien caciques que desde Mendizábal gobiernan España. Mientras caen y ponen gobiernos a ellos nunca los defenestran porque andan subidos en lo alto de la cucaña.
MILLAN ASTRAY FUNDADOR DE RADIO NACIONAL DE ESPAÑA
Me pego al territorio guardando bajo perfil antes de declararse el ataque al arma blanca. Mientras duermen y cantan la Madelón los guripas enterrados en el jardín de atrás yo amuelo mis bayonetas, preparo las cajas de munición y ajusto los descalibrados fusiles. Un máuser es un máuser. Lo llaman el spanish kalashnikov y la verdad es que es certero en puntería. Sólo con tres descargas puedo dejar las monas de la era del Mico fuera de combate y darle molón al Mahonés. Tu no te preocupes. Tiempo habrá. Dejad que nos aburran las chicharras en el tedio de su berrear. ¿Cómo está Radio Nacional? Un enano nos sirve un sapo todas las mañanas de diario. Se llama Lucas,
Sábados y domingo le toca el turno a la chica que no dice radioescuchas ni oyentes pues para ella todo el mundo se ha vuelto escuchante. Sus teloneros cantan la eterna canción de Pepa no des tormento. Pibes y pibas os va a dar un yuyo cuando os diga que ese micrófono por el que guapeáis fue altavoz de una de las arengas de uno de los militares mayores que ha dado la patria: José Millán Astray. Si resucitara os correría a gorrazos una escolta de sus legionarios.
En efecto fue en Salamanca el 23 de enero de 1937 hace pues tres cuartos de siglo que salió al aire RN con un trasmisor Telefunken de cuarenta kilowatios. En las primeras emisiones se formularon los primeros partes de guerra (el famoso “parte” que continua escondido en los entresijos de muchos españoles de tal forma que algunos siguen llamando de tal modo al noticiero de las tres por la TV donde oficia con su cara de loba capitolina la ínclita Cleopatra mujer incombustible pues debe estar hecha de rayos catódicos resiste gobiernos y turnos, dicen que es de la Cia y por eso se permite decirle a los ministros vosotros soy interinos y yo soy la fija) y con voz clara y contundente el fundador de la Legión se lanzó a campaña para el mando único y que proclamasen a Franco como Caudillo.
Don Pepito tenía muchas tablas. Cuando la Republica lo expulsó del ejercito y no le llegaban las pagas emigró a la Argentina y en Buenos Aires se ganó la vida como locutor y dando conferencias por las emisoras platenses. Era un buen escritor, creo que mejor que su paisano porque “La Legión” supera a “Historia de una bandera”. ¿No le cogería Franco cierta ojeriza al insigne mutilado?
Entendía que en la vida moderna todo es publicidad y merced a esta pericia comunicadora consiguió crear el aura caudillista del Generalísimo y difundió el mito del Tercio. En la vida no todo es economía según piensa don Mariano Rajoy. Al contrario las naciones pueden perecer cuando el personal se vuelve vil y cobarde y España ahora mismo es toda una trama leguleya donde como no hay cojones algunas ministras colocan en el escaparate sus ovarios y sus coños grandes para que los miren y administren los Caballeros de la Tenaza. Pasen señores y vean el monstruito de cabeza horrible y por ahí aparece el caganet Pujol rodeado de sus mozos de escuadra y don Mariano templando gaitas. La Espe les administra la disciplina inglesa y les dice aguardad un momento que me voy a cambiar las bragas.
Pues en aquella fría mañana de enero en Salamanca cuando empieza sus emisiones la radio pública española al lado de Millán Astray aparecieron como colaboradores al gran Fernández de Córdoba, Ernesto Jiménez Caballero, el granadino Juan Aparicio, el gallego Luis Moure Mariño, Pérez Madrigal un socialista gaditano que se pasó a los nacionales, por apodo El Jabalí y algunos más. En esta tropa destacan dos abuelos que formaron leva con aquel franquismo primitivo y hoy andan muy en candelero: Ruiz Gallardón y Manuel Aznar. Este último ancestro de un hombre tan significado como Josemari Aznar el del bigotito era el cronista oficial de Franco.
El pertenecer al PNV y el haber estado condenado a muerte por los carlistas no fue óbice para que él con su pluma y su familia “se instalara” en el Estado. Era algo zarrioso pero grandilocuente. Yo lo conocí como director de la agencia EFE, un trepa consumado al igual que Víctor Ruiz Albeniz, corresponsal de guerra en todos los frentes y que firmaba sus despachos con el pseudónimo de “El Yebib Araumi”. Procedía de una familia de conversos banqueros relacionados con la guerra de Marruecos que supuso para España una cantidad de casi 200.000 muertos pero que a ellos les dio mucha importancia económica y política. Y fueron preponderantes ingresando en el cupo de las cien famosas familias, los que manejan el cotarro.
El sistema financiero se edifica sobre los escombros de una montaña de cadáveres. Entiendo entonces perfectamente los lamentos de ultratumba de los legionarios sepultados en el jardín de atrás cuando a mí se me mueve la metralla con luna llena.
A esta lista hay que agregar otro apellido famoso el de los Rato. Don Ramón Rato- vaya nombre no me lo diga usted en bable- el hombre de negocios asturianos abuelo de Rodrigo Rato, director de Bankia ex presidente del FMI y fundador de la cadena Dial y otros medios de comunicación. A lo que parece, el transfuguismo es una virtud entre nosotros. Debe de ser porque al igual que las mujeres no tienen bandera el dinero carece de ideales. Son cantidades constantes.
Todos estos datos avalan como puede comprobarse en mi libro Franco y Sefarad un amor secreto, y demuestran lo ya anunciado acerca de la importancia de los financieros judíos en el apoyo al Movimiento. Primero apoyaron a Azaña que era judío de raza y nación y después a Franco que lo era sólo de antecedentes. El apellido del fundador del Tercio tiene un origen inglés. Astray quiere decir peregrino o desviado. Nunca tuvo grandes simpatías por el Fascio. Hitler le traía al pairo pero desde sus tiempos como primer teniente en Filipinas profesaba una gran veneración al japonés. El Código de la legión se inspira en el “bushido” samurai de los guerreros nipones del medioevo.
Víctor de la Serna, Joaquín Arrarás, Dionisio Ridruejo y el falangista Hedilla templaban también gaitas en aquella primera Radio Nacional. Pronto vendrían las diferencias y conspiraciones. A tal respecto merece consigna el incidente que tuvo lugar en el paraninfo de la universidad el 12 de octubre de 1936 entre el coronel de la legión y el rector de Salamanca. Hay que sostener qie el suceso se ha magnificado y mitificado deformando los hechos. Para empezar, don Miguel de Unamuno tan sesudo él tan imbuido por el sentido trágico de la vida podría saber mucho pero era algo bocazas. Aparentemente un gran pensador pero como escritor carece del sentido de la musicalidad. De ahí que sus novelas se hagan difíciles y algo pesadas. En puridad a mí que me precio de saber algo de literatura se me atragantan. Sin embargo, este choque verbal en el que no se pasó a mayores al igual que sus ataques a don Miguel Primo de Rivera uno de los grandes estadistas que ha tenido este país, el que acabó con la sangría de Marruecos, el que creó la red de carreteras de la España moderna, el que creó CAMPSA, le elevaron a la categoría de mita y se creó el mito de Unamuno como se ha creado el mito de García Lorca.
En su afán de defender a un cura anglicano Atilano Cocos que estaba preso por pertenecer a la masonería en su discurso hizo un canto al separatismo catalán, mofándose de lo del día de la raza y vasco y tuvo la desfachatez de acusar a los franquistas de “venceréis pero no convenceréis”. No estuvo fino en aquel acto don Miguel en plena contienda y cuando la aviación de Azaña bombardeaba todos los días Salamanca, una ciudad llena de soldados mutilados y de listas de soldados que acababan de caer en el frente. La masonería criaba los mejores enemigos de España pues ellos fueron responsables de la gran crisis del 98 a través de las guerras de Cuba y Filipinas donde se vertió tanta sangre española. Mentarle al jefe de los legionarios la masonería era como sacar a relucir la bicha.
Se levantó Millán Astray y dijo “abajo los intelectuales traidores”. Se armó un alboroto en el aula magna y don Miguel de Unamuno se libró de ser linchado porque precisamente el general que había gritado mueran los intelectuales traidores le pidió que saliera del brazo de doña Carmen Polo de Franco, la cual era también hija de un famoso catedrático ovetense. No hubo más. En un gesto hidalgo que le honra saludó a don Miguel, pasado el berrinche.
A la salida el propio general mutilado presentó sus respetos a la Señora y dio la única mano que le quedaba al eminente rector magnífico quien toda su vida se significó por llevar a todo el mundo la contraria y algo cabizbajo regresó a su casa de la calle Bordadores donde moriría en la tarde de San Silvestre de aquel año. Su féretro en el entierro fue portado a hombros por falangistas y este detalle avala la diferencia que separa a la España Nacional de mano tendida y gesto abierto con la España Republicana, la de las checas y los paseos, Viva la muerte sí pero Astray no gritaba sino viva la vida y viva la libertad contra aquellos que se hacen depositarios de la verdad para ejercer ese despotismo ilustrado a cargo de los cien caciques que desde Mendizábal gobiernan España. Mientras caen y ponen gobiernos a ellos nunca los defenestran porque andan subidos en lo alto de la cucaña.
MILLAN ASTRAY: SU HIJA PEREGRINA
Yo no sé si será verdad lo que dijo Spengler que a la civilización la salvan siempre un pelotón de soldados lo que sí sé es que aquella España que nos legaron tenía los ojos más limpias que esta y por lo menos creía en la igualdad de oportunidades. El balilla del general se paseaba por las calles de Madrid y llevaba a pasear a su hija peregrina. En un balilla como ese también me paseé yo. El machacante de mi padre nos llevaba a dar una vuelta por el Retiro. Y ¿qué habrá sido de ti, María Peregrina con tu traje blanco toda de encaje ojos profundos? Eras la hija del general de nuestros primeros cuentos. La llamábamos la Mari y también Pala. Nacimos en una época muy literaria. Millán Astray fue el último romántico. Un gran escritor aunque escribiera un solo libro, copiosos discursos y muchos artículos de periódico. En su persona se colma el adagio de glasium et calamum. La pluma y la espada de nuestros grandes autores del siglo de Oro: Lope, Garcilaso, Calderón, Cervantes, Ercilla, Lope de Vega que fue marino de la Invencible. Vivió con suma modestia. Anhelaba la fama no el dinero pues en este país la busca y procura de la honra hizo que las armas y las letras fueran siempre de la mano.
Paco Umbral el que se decía rojo siempre aparecía por el Gijón rodeado de generalas: Lili Milán del Bosch y la hija de Millán Astray figuraban a la cabeza aunque de la que se enamoró platónicamente el bueno de Paco fue de Pitita Ridruejo.
Al fin y al cabo no era más que un niño de derechas. Y por entonces los niños de derechas jugaban a ser de izquierdas y al revés y de tal forma se conseguiría acabar con la memoria de la guerra civil. He aquí que cuando estábamos a un paso de la reconciliación llega don Baltasar Garzón el juez judío, ese fementido, y nos empieza a mojar la oreja. Habrá que enseñarle los dientes a ese señor. A ver que remedio. Por los que cayeron en Dar Akoba, en Dar Riffien, en el Barranco del Lobo, Nador, Ajmas, Tahal, Fondak y en la Loma Redonda donde dejaron tuerto a tu padre, Peregrina, nuestra querida Palita.¿Había sido su padre, el padre de Umbral, legionario? A lo mejor fue esta la causa por la cual sintió el escritor que no conoció a su padre de su inclinación por Peregrina una moza del 42 habida de las relaciones del fundador de la legión y una sobrina de Ortega y Gasset, extra conyugales y Rita era mucho Rita donde estas amor defensora del amor libre. Quiero un hijo tuyo, general y don Pepito siempre dispuesto a hacer un favor a la que se lo pidiese como buen caballero español siendo así que con sumo agrado correspondió a los deseos de la nieta del director del Imparcial Ortega Munilla y el azul y el rojo español en aquella sangre fundieron sus colores. De esta fusión fue habida la dulce y simpática Peregrina de la que nos enamoramos todos y el primero Umbral. La legitima de Millán Astray Elvirita puso oídos de mercader a las habladurías que corrieron por Madrid a sabiendas de que la esposa de un legionario ha de ser partícipe de sus sufrimientos. El general tendía un enorme éxito con las mujeres de las que a todas horas aparece rodeado en las fotos de sociedad. Si viviera ahora Millán Astray, sería una mina para la prensa rosa. Entonces las cosas se hacían de forma más discreta. Y éramos gente de medio pelo. Vivíamos en casas militares. El general Astray cuando fallece el primer día de enero de 1954, después de su última paga, su capital no ascendía ni a cien mil pesetas junto con un piso en la Avenida de América. Tuvo vocación de servicio y no de beneficio al contrario de estos políticos y tertulios que nos despluman. Toda una banda de buitres que ha caído sobre España. Franco que también murió pobre al igual que su edecán marca todo un ejemplo a toda esta jarca de expoliadores de la re publica en esta monarquía corrupta. ¡A mí la Legión!
08/02/2012