Translate

miércoles, 14 de diciembre de 2011

CONFESIONES DE UN LECTOR EMPEDERNIDO TRES SIGLOS DE BIBLIOTECA NACIONAL

Tricentenario de la Biblioteca Nacional: España primera potencia mundial bibliográfica. Exportadora de humanismo

Por Antonio Parra

Unamuno en una frase desafortunada y tergiversa salió con aquello de que inventen ellos. Don Miguel como buen vascongado era un poco presumido y echado palante, aparte de que sus libros que son como coces encierren muchos pensamientos pero poca música, con frecuencia metía la gamba. Naturalmente enfrente de este axioma se sitúa toda la obra enciclopédica que demuestra que sí hubo ciencia española y que nuestra patria alzó el estandarte del humanismo cristiano que es todo él en gran parte de raíz conversa. Ese amor respeto y casi idolatría hacia la letra muerta nos viene de Israel. En España mucho se cavila y siendo despectivos hacia lo nuestro y desconsiderados hacia el otro (de ahí que el parlamentarismo y la democracia no suelan funcionar en este pueblo egocéntrico y caciquil) se escribió siempre y a marchas forzadas. Dicese que en todo españolito se oculta un dramaturgo, un novelista, que guarda sus cuartillas en una gaveta. Es la cólera del español sentado, indignado, exasperado, perplejo y hasta amojonado por los malos políticos que lo gobiernan. Con todo y eso, una golondrina no hace verano y, si bien se mira, hay otra España que trabaja con ahínco que no va al Congreso a discursear a hacer la bombilla como don Mariano Rajoy que parece un tribuno de gacetilla del 19 o a lucir palmito melena al viento taconeando por el Salón de los Pasos Perdidos mirad lo guapa que me han puesto y lo bien que luzco, chiquitos, como Loli Cospedal que es una manchega sesquipedal, la chica de alterne del PP, y nada se diga de Trini la culona y de doña Nasty Espe y demás farfolla. Esta España oficial de figurón y relumbrón nada tiene que ver con la sufrida nación del abnegado Juan Español, la del médico, el electrico, el mecánico, el policía, el catedrático, el sereno. Estos seres anónimos vigilantes son capaces de las mayores proezas si les sacas de este ambiente pazguato o corrompido. Recorrer todo un continente, construir una catedral él solito, sacarle a una huebra irredenta quinientas fanegas de cebada como hizo mi abuelo, estarse pies quietos a un volante quince horas como Ascanio el autobusero de la línea que va a mi barrio. Ya lo dijo el Cid “qué buen vasallo si hubiese buen señor”.

Hay una España de cascajo y pandereta como la que haraganea por los programas de la tele y otra que es seria, responsable, callada, nada jacarandosa que con una voluntad indomable y una paciencia benedictina practica el lema del “ora et labora”. Son los de abajo a los que no enchufan micrófono ni enfocan pantalla. En esa España del laboreo del currito sin remilgos ni contemplaciones me sitúo yo y otras muchas gentes de mi generación a los que la llegada de los Incombustibles nos apagó la candela y tuvimos que hacer mutis por el foro. Esgrimimos un silencio cartujano frente a la vocinglería de los políticos, los aspavientos de los ministros de la cosa y la babosidad rayana en el tialismo a causa de su secreción permanente de saliva aduladora de los periodistas lamerones que constituyen la clá de un sistema totalitario so color de demócrata.
Y a esa España pertenecen los hombres y mujeres que han hecho que sea posible una realidad a lo largo de dos siglos: el de la Biblioteca Nacional: archiveros, facultativos, documentalistas, encuadernadores, subalternos, jefes de sala, conservadores, vigilantes y tendedores de libros. Hoy cuando muchas instituciones pasan por un eclipse a causa de la corrupción que baña a la vida política y salpica incluso a la corona, cuando la iglesia acusa uno de los mayores desprestigios porque sus obispos son chaqueteros o ramplones el bajo clero viviendo en el limbo de la estulticia, la Justicia parece una merienda de negros, la Banca padece el bacilo de Koch y está tuberculosa como el euro, y todos los españoles parecemos cansados y expectantes en el que ha de venir, como los judíos a Mejías, sólo se salvan  de este círculo de tiza de aberrantes sinsabores, la cochambre ambientativa y la estupidez e ignorancia carpetovetónica, la BNE, la Guardia Civil y una parte del ejército el poco que nos queda, y algunos médicos de guardia y enfermeras de los grandes hospitales.
 En sus anaqueles quedaron depositados todo lo publicado en la nación y gran parte de las republicas hispanoamericanas hermanas a partir de 1712 cuando Felipe V de Anjou el primer Borbón decidió crear la institución. Verdaderos tesoros bibliográficos que van desde el poema de Mío Cid, la Biblia Políglota de Cisneros o el Beato de Liébana hasta las novelas de Corín Tellado.

En efecto, el 29 de diciembre de 1711 había nevado en Madrid. A la mañana aparecieron unos albañiles ante el convento de la Encarnación. Empezaron a construir un pasadizo que conectara el monasterio con el alcázar. Las religiosas protestaron porque perdían parte de su inmensa huerta pero el quinto de los Felipes como hombre ilustrado se había traído de París seis volúmenes, los cuales agregados a la librería de la Reina Madre Ana de Austria esposa de Carlos II constituyeron el germen de una de las colecciones bibliófilas más importantes del mundo. De la cuestión se encargaron los jesuitas, los primeros bibliotecarios. Para ayuda de costa el monarca mandó pregonar un nuevo impuesto sobre el tabaco lo que no deja de ser simbólico en abono de la relación que existe entre la escritura, la lectura y el vicio de fumar. Menéndez y Pelayo no creo que hubiese sido capaz de sacar adelante una obra tan titánica de crítica literaria sin los adminículos de la targanina en el cenicero de su mesa doctoral y el chupito de café al lado. Humo y literatura viven al lado.
 Sin las volutas de la cazuela de mi cachimba que me aíslan un poco del mundo y me elevan a esferas más altas de lo pedestre y terrenal yo tampoco hubiera tenido paciencia para pasarme noches enteras delante del ordenador y redituar una tarea articulista, ensayística e incluso novelística que se sale de lo normal. Tal vez el ser humano sea sólo humo que se va.
No obstante lo cual sus sueños son importantes y plasmados en un soneto pueden alcanzar la eternidad.

El rey nuestro señor tuvo asimismo a bien ordenar que de todo el material que se saliese de los tórculos dentro de la península se enviara una copia a la Librería Regia. En 1788 Gaspar de Jovellanos, espejo de erudición y uno de nuestros primeros archiveros, redacta sus constituciones creando un departamento de lenguas orientales (árabe y hebreo) y clásicas (latín y griego) pero el centro que ha sido trasladado en el ínterin desde el Alcázar al convento de los Trinitarios va a padecer los estragos de la francesada. Los soldados de Murat utilizaron los viejos códices para levantar parapetos y las salas de lectura como caballerizas.
 Uno de los directores el escritor castizo Bartolomé José Gallardo promulgó una disposición que hoy en día suena a cachondeo: que las mujeres no podían entrar al recinto sin estar acompañadas o sin permiso de sus respectivos y legítimos maridos y, en tal caso, tendrían que ir vestidas con gran recato, falda larga sin adobo ni aderezo en la cara. Su sucesor habilitó una sala de lectura de lectura para el bello sexo al lado del aula de “distinguidos”.
La humorada salta a la vista porque en la actualidad al Cuerpo Facultativo Administrativo de Archiveros y Bibliotecarios del Estado se le denomina La Cuerpa ya que un 95 de las funcionarias que atienden al público en las bibliotecas y archivos del estado son mujeres. Hasta 1838 estuvo vedado el acceso de las féminas. En un país tan singular y pendular como el nuestro ahora las cosas llevan el marchamo contrario y son los varones los que están acojonados y padecen el complejo de castrado al ser la cultura en este país cosa de mujeres. Hombre, ni tanto ni tan calvo.
Ninguna discriminación es buena y uno que ha padecido las torpezas los insultos y la falta de decoro de algunas de estas subalternas autenticas eumenides como aquella Carmen Fernández del Toro que me echó del Cida porque decía que yo con mis cuatro lenguas fluidas mis dos corresponsalías y un conocimiento que creo eximio de la historia de España no valía para ese trabajo. Me insultaba, me vejaba y prorrumpía en risitas cuando me despedía con un hasta mañana si Dios quiere.
 Su novia la llamaba todos los días al archivo un par de veces y por todas las salas flameaba el estandarte del orgullo gay. Encantadas con sus tortillas habían comenzada la caza del macho. Me salvó la Virgen María y la ministra doña Ángeles. G Sinde que fue la mejor ministra de Cultura que ha habido en España desde la democracia porque esa Carmen y su amiguita eran dos fachas de tomo y lomo reconvertidas al PSOE porque un día tanto me provocaron que estuve a punto de cometer una barbaridad con las dos boyeras.
Muy agrias. Mal encaradas y peor educadas, su presencia en aquel templo de la ciencia me pareció sacrilegio, por eso me fui. Esta es una sociedad ágrafa, ramplona y poblada de paletos que se creen muy listo que se desvive por todo lo que llega de América en menoscabo y negligencia de sus intereses y causas.

Antes de entrar a trabajar en archivos (español, la marina te llama) yo fui un usuario del gran paladion libresco según se sube Castellana arriba paseo de Recoletos a la derecha y busqué la querencia y protectorado de los dioses penates- también quedan demonios, vestiglos y arpías que se nos aparecen con la cabeza de medusas girando su melena como dentro del tambor de una lavadora en nuestras pesadillas nacionales- de la cultura castellana la estatua sedente de don Marcelino que se muestra pensativo una mano en la barbilla (Rosa Regas quiso enviarle a la morgue la muy cretina pero no pudo con don Marcelino), de Nebrija apodíctico esgrimiendo una gramática con una leyenda por banda que dice: “la lengua escolta del imperio”.
 En esta galería encontramos a don Miguel con su sonrisa bonancible y melancólica y a Colón muy alzado sobre un pedestal de casi cincuenta metros que otea la horizontal del skyline madrileño apuntando al Nuevo Mundo. Este lugar fue siempre para los que soñamos en una tierra mejor un burladero y un salvavidas a sabiendas de que no es demasiado grato nadar contra corriente. ¡Ay cuántas bofetadas nos daría la vida…!
En los tiempos de Franco esto no era una carrera de ratas como ahora. Se creía en la igualdad de oportunidades y España era una economía mixta donde no sólo los ricos también los pobres podían ir al colegio. Se franqueaba la entrada a todo el mundo. Bastaba con sacarse un carné de lector. La sala de lectura vigilada por cuatro ujieres galoneados a cada esquina era un amplio rectángulo con un techo de más de 17 metros de altura.
Los pupitres con un apoyabrazos y con una inclinación a dos aguas se extendían a lo largo y a lo ancho con flexos de luz de neón. Se podía fumar y yo sacaba mi paquete de celtas cortos y el chisquero y “empezaba a darle”. El sitio era muy frecuentado en época de exámenes. Se respiraba humo, se masticaba silencio y olía a sudor y lágrimas.
El año 65 una gran sequía afligió al país y no había agua ni para lavarse con que ya te digo y olía montuno hasta en los templos del saber. De vez en cuando pasaba una señora de la limpieza con un spray y en la BNE olía después como en el cine Montija sesión de tarde programa doble donde entraban dos y salían cinco porque las españolas eran muy fecundas por tales calendas y en Socuellamos una mujer parió quintillizos. Usted es formidable. Desde los micros de la SER nos contaba Alberto Oliveras sus aventuras y nosotros nos tirábamos en la biblioteca las horas muertas. El mejor lugar para matar la tarde. Se estaba calentico. No faltaban los poetas incorregibles grafómanos que sobre los cuadernos de tapas gastadas enhebraban sus versos de amor.
 Estos eran tipos desgreñados no muy cuidadosos de su persona- en aquel entonces no se había inventado el desodorante- un aire bohemio que se pasaban el santo día de dios con un bocadillo de calamares y eran la gente más dichosa del mundo si les invitabas a un café en La Mallorquina. También los novelistas en agraz llenaban cuartillas y más cuartillas y luego con sus carpetas bajo el brazo se largaban, tristes pero esperanzados, a la caza de un editor que no encontrarían nunca. La literatura está llena de ángeles y de demonios. El destino suele ser injusto y con frecuencia no premia a los mejores.
 La mayoría de aquellas novelas escritas con entusiasmo en la inmensa sala de lectura de la gran biblioteca se perderían para siempre en el altillo de un armario o dentro de un cajón o nuestras madres o nuestras esposas las darían a los traperos. Vanidad de vanidades.
Además de los sobredichos pululaban junto a los literatos los donjuanes de media vuelta. Aparecía cualquier chavala y a su vera mosconeaban enjambres  de ligones mirones y lirones porque era gente bastante enamoradiza la de Filosofía y Letras.
-¿Me dejas los apuntes de Latín?
Ellas no solían soltar prenda pero a veces ello era ocasión para entablar palique en incluso para “quedar”. Los más afortunados en aquel recinto de las musas “encontraban plan” con alguna extranjera. El macho ibérico serie alfa siempre andaba a la caza aunque por lo general era mucho más lo que se suponía y se contaba que lo que sucedía en realidad.
 La gran biblioteca era el refugio de los sueños y el burladero de las cornadas que daban el hambre y el frío de nuestras pensiones y casas a pupilo. Por el verano salíamos a tirar la boina a los verdes campos del Edén el Retiro la Casa Campo las verbenas de San Antonio de la Florida y en el invierno a la biblioteca, acuciados por el afán de saber (cupiditas sciendi)
-¡Que pena morirse y que se apagara la juventud habiendo tanto por leer.
Era como permanecer perfecto de cubito supino dentro de la campana de cristal.
-Vivo en fraternidad con los difuntos y hablo con mis ojos a los muertos- dijo don Francisco de Quevedo y Villegas-
Pero había que ganarse las habichuelas. Hacerse un hueco en alguna parte y vivir. Había que vivir.
-Primum vivere. Deinde philosophare.
-Yo qué sé.
-Carmina Aurum non dabunt- insistía la voz de la experiencia lo que traducían aquellas Maripuris de las que nos enamoramos y colocábamos en un pedestal de lilas para el altar de nuestros primeros versos con esta frase:
-No te cases con uno de la “Facul”. Te morirás de  hambres.
Todas nuestras compañeras eran unas desaboridas pues se casaban con ingenieros de montes o de telecomunicación y a nosotros nos quedaba la bohemia de los bailes de candil y si petaba podrías siempre salir con una maritornes gallega y meterle mano en el cine Montija o en el Cristal. Asi que lo mejor de todo tirarse horas y horas en la BNE para preparar oposiciones.
El horario siempre el mismo invariable en invierno y en verano. De diez de la mañana a diez de la noche. Una semana en junio y otra en noviembre cerrábase el centro para proceder al arqueo de los fondos y al adecentamiento de las dependencias. Se quitaban las alfombras o se ponían. Estero o desestero a compás de la estación.
El Día de los Santos se encendía la calefacción. Se apagaba el primero de mayo. La vida del intelectual transcurre con pulso silencioso en ese “festina lente” que mencionaba el clásico.
Entre libros se abroquelaba nuestra alma española. Este país siente un profundo respeto desde las Partidas de Alfonso X por la letra muerta. Vida y dulzura y la sensualidad de leer pero este menester puede llegar a ser el tormento de las Danaides. El cántaro nunca acaba de llenarse.
 A este tabernáculo de las musas vino una vez un obispo bondadoso embutido en su tunicela de catedrático y nos ordenó de mayores en el gay saber entregándonos el anillo el birrete y la toga; nos dio pluma y papel y hasta la fecha no hemos cesado de emborronar páginas y más páginas;  bendita grafomanía que purifica y salva. Nos convertimos en galeotes de la caligrafía o Esforzada legión tebana de milites del espiritu que enarbolan el estandarte de la utopía.
 Una vez me perdí en el laberinto de raros y curiosos en un depósito que llamábamos el infierno porque allí estaban escondidos textos purgados por la inquisición y que no se podían leer sin un permiso del oficial mayor. Yo me di una panzada con aquellas historias de místicos emparedados como los de Llerena. Menéndez y Pelayo y Valera me sonreían desde el Olimpo.
-Sal de ahí picarón
-Le participo que no estaba haciendo nada malo, don Marcelino. Yo también quiero ser polígrafo-le contesté al autor de los Heterodoxos.
A las bibliotecarias que pasaban con documentos plomados en la mano (uno de ellos casi desmayó al tener en su poder el testamento de la Reina de España otorgado dos días antes de morir el 23 de noviembre de 1504) don Francisco de Quevedo, que en vida mortal era más enamoradizo que un portugués, les guiñaba un ojo lamentándose de que no estuviera entre ellas su adorada Lisi. Que iba a estar. Estas funcionarias no se pintan y casi no se peinan ni se adoban viven por y para la cultura y todas ellas sec sentían sufragistas arrastrando sueño atrasado de por vida por causa de las oposiciones. Y Lope se atusaba los bigotes en el descansillo de la escalera de la segunda planta. El mejor repertorio del teatro español del XVII se encuentra en estas dependencias. Y Góngora observaba detrás de la puerta del patio del provisor. Vives ponía cara de frío en lo alto del friso añorando tal vez los naranjales y el clima benigno de su Valencia que no era el mismo que el de Flandes. Tirso estaba a punto de salir para ir a confesar a sus monjas y por último Calderón se asomaba por uno de los garitones del inmenso palacio dejando caer sus lacias guedejas sembradas de caspa sobre las hombreras de su sotana de capellán de los pobres añorando sus años mozos cuando militaba en los tercios viejos. También España es un sueño y, los sueños, sueños son

 Mala cosa es cuando se politiza la cultura y pagan el pato los libros y el acerbo bibliográfico. En resolución, creo que la cultura española es demasiado importante para dejarla en manos de mujeres dicho sea sin prejuicio de parte. El arte no es heterosexual ni bisexual. Tiene que ver poco con las hormonas. El 17 de julio de 1858 se crea el Cuerpo de Archiveros Bibliotecarios y Arqueólogos una de las instituciones más antiguas y prestigiosas de la función pública y el año 1866 se coloca la primera piedra del edificio actual con un friso en que se tallan en mármol las nueve musas y las Cuatro Artes Liberales con un estilóbato flaqueado por acroteras que da marco a una escalera imperial cuyos peldaños hemos subido y bajado muchos de nosotros no sin cierto orgullo y emoción de sentirse español.




jueves, 8 de diciembre de 2011

al pie del milenario acueducto



AZOGUEJO O AZOQUEJO


miércoles, 07 de diciembre de 2011

Segovia buenos aires alta ciudad cuajada de elevados empeños. Cuando se asoma el visitante por ese  balcón bien ventilado que es la Canaleja se le aparece la Mujer Muerta amortajada entre sus berroqueños pliegues el niño a la cabecera y el diseño en forma de túmulo del vientre las rodillas y los pies. De niño yo iba al “arzobejo” (sic) a ver la cabalgata o a la procesión. Debajo de los ojos del gran puente de agua que parece inversomilmente flotar en el aire en sus perfectos sillares acoplados en simetría, dovelas y flancos. ¿Cómo pudieron hacer eso? Crasa Minerva y en lo alto el edículo reservado al dios augusto que fue sustituida por una virgen gótica de escayola para la que sirvió de modelo la Virgen de la Risa que preside el altar mayor de la catedral. Todo segoviano lleva alma adentro y muy profundo aquel aire de la sierra que racheaba el azoguejo las mañanas de invierno con un biruji que para de contar porque este epicentro del vagabundaje y de la briba en sus buenos tiempos era un muy bien ventilado lugar. Aquí nació la literatura picaresca y se cantaban los romances de cordel.
 Las mujeres pasaban raudas arropadas en su toquilla. Los acemileros de Zamarramala bajaban por la calle san Juan arreando a sus garañones con un costal o dos sobre el lomo o atravesaba uno de los ojos algún canónigo rezagado camino de coro echando el bofe.
-Ahí va don Anacleto. Hoy se le pegaron las sabanas. Como pase lista el deán se queda sin el estipendio.
-Han dado las terceras y casi desde aquí se escucha a los chantres salmodiar.
-No es que me haya dormido. Es que estoy sin desayunar. Desde la altura la Mujer Muerta contemplaba el latir de aquella ciudad de provincias y presidía aquel lugar cargado de ensueños y de literatura.
 Cuenta la leyenda que era una hermosa goda que se interpuso cuando justaban por ella dos caballeros un moro y un cristiano y quedó atravesada por el afilado acero de uno de ellos. Fue mártir del cariño. Este panorama ofrece al viajero una esencia mística de amor intacto circunscrito al ideal de la pureza de un deseo… ¡oh el amor siempre el amor! Mas, si se quiere entrar con la realidad de España habrá de bajar unos metros al real de la feria del azoguejo. Todos los jueves, mercado.
Venían los labrantines de villa y tierra con sus pellizas sus dientes de ajo, la targanina o el farias a flor de labios; puestos de albarcas candiles aperos (horcas, foces, trillos, bieldos, zoquetas, sombreros) yo los contemplé de niño, era una viva escena del medioevo. El testimonio de unos oficios y de un laboreo que dejó de existir. Todos fumaban por aquel entonces pues no había español que no se diese a la indulgencia o al vicio de la venganza de los indios y algunos, incluso, un cigarro puro como se ha dicho.
 Todavía caminaba bajo los arcos del entrecuesto del acueducto algún señor envuelto en la capa parda el sombrero rematado en cucurucho calzado con piales y albarcas a la vieja usanza.
 Azoguejo pequeño zoco viene del árabe. El lugar fue aula magna de la picaresca. El Portillo de Valladolid, el Rollo leonés, el arrabal de Arévalo, Zocodover en Toledo, el Potro cordobés y el Perchel malagueño atraían a la gente desocupada y errante. En Segovia  eran amos del cotarro los perailes o tejedores. En Córdoba los agujeros o vendedores de agujas. En Madrid en las Escaleras de San Felipe y la Puerta de Guadalajara soldados licenciados de las guerras de Flandes y muchos que para vivir habían de azuzar el ingenio.
Triana o el Arenal de Sevilla y la Puerta del Sol eran sitios de mayor tronío y allí los aspirantes a vivir sin demasiada sujeción recababan la licenciatura o el MA en el duro oficio de vivir. Al doctorado honoris causa sólo llegaban unos cuantos elegidos después de pasar un arduo aprendizaje por las plazas menores. Triana era el summum y una vez licenciados en picaresca algunos se embarcaban para las Indias.
 En Segovia en Valladolid en León o en el Fontán ovetense en comparación no eran más que noviciados. Los perailes los del gremio de cardar y apartar y los tundidores eran los que vareaban la lana y otros se hacían con el provecho, quiero decir que la cardaban, los mercaderes de Ávila y Medina, judíos todos o conversos, que comerciaban con los Países Bajos el famoso límiste segoviano.
 Dicen los historiadores que la vida en la edad media era gremial sin embargo en Segovia cada una de las profesiones se constituyen en barrios o en parroquias: la Trinidad era el barrio de los caballeros junto a otra parroquia la de San Juan. En San Esteban los escuderos y los curiales del cabildo capitular. En San Millán los areneros y hortelanos. Los agricultores pertenecían a la parroquia de Santo Tomás y el Cristo del Mercado. En San Lorenzo barrio de ascendencia morisca los alarifes. En el Salvador los sastres. En Santa Eulalia toda la gama de la industria textil y así sucesivamente. Segovia era una de las ciudades más ricas de Castilla no sólo en el sector lanero y su iglesia mayor poseía la renta más elevada e3n trigo avena y cebada que se guardaba en un silo administrado por un canónigo que desempeñaba el cargo de cillero. A esto le llamaba ser una ciudad de acarreo donde todos los habitantes tenían un buen pasar.
Por el entrecuesto o aceña del acueducto manaba no sólo agua sino tambien dineros. Eso lo supieron los romanos. Mis paisanos desde Trajano hasta nuestros días prefieren la austeridad al lujo y suelen disimular bajo un aire ropavejero sus riquezas.
Debajo de una mala capa hay un buen bebedor. Si los de Segovia fueran marineros- y algo deben de serlo porque el alcázar semblanza ofrece de un navío que surca los trigales de la vega baja hacia la Almunia- podría cabe decir de mis paisanos que se aferran a la grímpola de la prudencia y empuñan con tesón el cataviento de la lealtad.
 En el azoguejo al pie del acueducto por lo demás yo he presenciado cómicas escenas como aquel tratante de Cantalejo al que le sacó la navaja un gitano por haberle vendido un macho yeguato por un burreño o aquellos marraneros del blusón y la tralla que eran expertos en el arte de la balichería-robar puercos metiéndoles el dedo en el culo para inmovilizarles- y otros muchos lances de la inventiva picaresca. Hoy se acabó lo que se daba. Los jueves ya no hay “mercao pero tenemos Democracia. Somos felices.



lunes, 5 de diciembre de 2011

AMOR EN LA CHEKA

PAYASO ROJO cibitogor krasni de Eugenio Chirikov




No me gusta que la luna asome sus cuernos por la ventana, hermano. Trae mal fario. Hay en la atardecida breve de noviembre un poso de intima felicidad mientras me entrego a la lectura fruida y fluida de una novela rusa. Un buen libro recién encentado cuando lo empiezas no lo das de mano hasta acabar. Ese es el secreto del verdadero arte. Ha de existir una pulsión mágica. Traducida por Félix Diez Mateo y publicada por Espasa Calpe en Madrid 1933 en una bella edición de bolsillo, “El payaso rojo” es una novela profética siguiendo la tradición de los maestros rusos, cuya fuente de inspiración refleja un “quid divinum”. El tema es apasionante el difícil amor entre un comisario político y una aristócrata peterburguesa. El amor es más fuerte que la muerte. Se halla por encima de la muerte y de las diferencias políticas. Y entre tanto enfrascado en la lectura de este libro vi caer por el horizonte y encaramarse la luna. Me salva de mis tristezas y de mi desencanto la buena literatura como la de los grandes rusos y me ponen a cubierto de la ola de vulgaridad y de venalidad que nos sepulta en este atardecer de occidente...

La trama: dos oficiales de la guardia del zar Alejandro Nikolaievich Muravyev y Sergio Gorlitskiy se enamoran de la misma mujer Elena Vladimirovna Sborovsky esposa de un general. El primero reta a su rival a un duelo pero Gorlitskiy no recoge el guante. El ambiente es elegante y de laxitud en aquella corte del último emperador de Rusia. La interesada ama intensamente a este último que, advenida la revolución de octubre, se une a la facción de los blancos encabezada por el general Wrangler. Muravyev se convierte por su parte en uno de los temibles comisarios rojos. Fusila, tortura, interroga sin piedad mientras suenan como música de fondo el ruido de los motores de los camiones a bordo de los cuales los pequeño burgueses enemigos del pueblo iban a rendir su último viaje. Las mazmorras de la Checa están llenas. Su antiguo compañero de armas cae en manos bolcheviques al igual que Elena. Hacinada en el calabozo entre pobres miserables: popes, antiguos funcionarios de la corte, actrices, cantantes o húsares lo mismo que muyiks sólo se consuela con un pensamiento: el amor hacia su antiguo amante. Ella cree que Bolitsliy ha muerto aunque no es así. El feroz comisario tan aborrecido y un “monstruo” dice ella la ampara y la libra de las garras de la muerte al albur mismo de su propia vida pues era vigilado por dos aláteres, sus propios sayones: Baranchuk y Karapet. La trama alcanza su cenit en esta novela intensa y con un desarrollo teatral cuando detrás de una puerta la protagonista- todo un recurso escénico- asiste al interrogatorio del antiguo oficial de la guardia que vive y no se merece la deificación amorosa que Elena siente hacia su persona porque se muestra cobarde y delator e incluso a ella la difama durante el interrogatorio al que le somete su antiguo compañero el teniente Muravyev del regimiento Preobrayenski. El reo hace gala de su temple mezquino para conservar la piel. Reniega de sus ideas políticas y de su amor hacia la Vladamirovna. En esta historia como en la vida en general nada es lo que parece. Carece de vocación de mártir. No es un Avvakum ni un Gus los próceres mencheviques torturados y asesinados por el bolchevismo. El comisario a pesar de su fama de sanguinario despiadado a la vista de Elena se muestra enamoradizo como un colegial y este amor va in crescendo hasta alcanzar la apoteosis final una noche de bodas antes de ser capturados y fusilados los dos al amanecer o como se decía en los tiempos revolucionarios fueron enviados al estado mayor de Dujonin. Labor omnia vincit. El Payaso Rojo es el Romeo y Julieta de uno de los tiempos más crueles de la historia. Murieron a mano armada o por el hambre cerca de treinta millones de seres humanos. Sin embargo el amor triunfa de la guerra civil, de los enfrentamientos políticos. Junto al estruendo de los motores de los camiones de ejecución resuenan los repiques de las campanas de la Cuaresma, se escucha en la distancia la melodía del canto de vísperas. Chirikov es creyente y como no podía ser menos en este libro hay páginas dedicadas a la Resurrección de Cristo de una gran belleza. En las mazmorras se escucha el eco de plegarias ensimismadas de los que llamaban para fusilar y lucen lamparillas ante un icono. Oh gran dolor de un pueblo tan cristiano como el ruso.

Sus novelistas crean una literatura que merece la pena porque manejan un lenguaje alto y un tema universal como es el alma humana en medio de las convulsiones de la revolución de octubre. La épica pide asuntos apasionantes. Téngase en cuenta otro aspecto. Son novelas en que se cuenta por lo general la historia de un perdedor. Aunque las comparaciones son odiosas ningún otro país – ni los EE. UU, ni Inglaterra ni Francia ni Alemania a pesar de Goethe y de Shoppenhauer el filósofo germano que más influye en el pensamiento eslavo- ha frisado tan alto. A estas luminarias que son los maestros rusos sólo se acerca los españoles. El quijote es un paradigma de los escritores. Quevedo predice a Gogol. Delibes lleva algo de Turguenev y los dos grandes maestros asturianos Leopoldo alas y Armando Palacio Valdés pulsan una cuerda narrativa muy similar a Ivan Bunin o Chejov. Los franceses son algo marrulleros y la literatura inglesa (Austen, las Brönte, Milton, Dickens) encuentra resonancias pedestres, excepto Swift y Maughan dos autores olvidados por los británicos. El drama para el arte de la literatura a día de hoy se origina en que todo el mundo quiere escribir y publicar, salir a la palestra. Hacer bulto sin tener nada que decir. Es un fenómeno que unos denominan como el efecto Mateo y otros el de La Torre de Babel.

Por eso gran parte de lo que llega a las librerías es farfolla. Prima lo pedestre, lo zafio, la vulgaridad ambiente. El arte de escribir copia la telebasura y todo son invenciones y sacamientos para regar fuera del tiesto y renegar del pasado y todo aquello que significa España. Se festeja a los literatos ingleses rememorando sus obras y jaleando sus centenarios como por ejemplo hoy en LNE el amigo Gracia Noriega un tonto con bigote hijo de mujer vil que se regodea con Thackeray el de la “Feria de Vanidades”. Nuestros periódicos y emisoras se conoce que están llenos de licenciados de literatura inglesa, repasan sus apuntes y sacan a plaza sus escasos conocimientos de esta lengua porque el inglés lo hablan malamente y duro refritar los unos a los otros y de cacarear por boca de ganso para departir de Dickens de Milton de Shakespeare y algún que otro novelista de segunda fila al que endiosan a condición de haber nacido en las Islas Británicas.

Los medios de comunicación desinformación y crispación tienen la consigna de verter bilis contra Rusia y todo lo ruso. Estos tíos de las tertulias parecen mandarines, coño. ¡Qué digo mandarines! Son auténticos sátrapas de la incultura con un barniz de cultura. Son los nuevos comisarios que lucen en la visera o en la bocamanga la estrella de cinco puntas aunque las órdenes no llegan del politburó moscovita sino de Wall Street. El estado mundialista a las órdenes de la plutocracia se parece a aquel comunismo trasnochado del Payaso Rojo. Se mueve por consignas. Los seres humanos han dejado de ser personas para convertirse en autómatas material fungible y leva consumista.

Lo que pasa es que ha sustituido el lema de “todo el poder para los soviets” por el “todo por los bancos y para los bancos” y el control de los medios de producción ha sido suplantado por el control de medios de comunicación. Han sumido a la humanidad en una suerte de laicado del pensamiento único y unipolar. Se nos induce. Se nos apabulla. Nos meten por los ojos ciertos nombres para cuya promoción las editoras manejadas por extraños movimientos ocultos se gastan millonadas ocurriendo con frecuencia que estos bestsellers cimarrones son el parto de los montes. Pero hay que mantener viva la llama del fuego sagrado. La tendencia apunta al culto de todo lo anglosajón en menoscabo de lo autóctono. La idea motriz es que en mundo global todos sus siete mil millones de habitantes hablen y piensen en inglés. Todas ovejas en un mismo corral bajo el cayado de un solo pastor. En último término el prurito o el afán de tan perversa intención es la descristianización del mundo. Rusia la gran nación ortodoxa donde fracasó el comunismo y tierra de mártires es el objetivo es el enemigo al que hay que vencer o cuando menos ridiculizar. También lo era España, el gran adalid de la cruz frente a la media luna en Occidente pero ha sucumbido.

Un grajo posó en la rama de un laurel y vozna estridente. Asoman por el horizonte los cuernos de una luna espectral que baña la cúpula celeste de una palidez irreparable. Es el mes de difuntos. ¿Cuántos fueron asesinados en aquellas checas de Moscú o en aquellas checas de Madrid cuando los motores de los camiones que transportaban a los que iban al paredón ronroneaban al ralentí para impedir que se escucharan las voces y los gritos de las victimas durante la ejecución? Eran una multitud innominada. Se han olvidado sus nombres pero se me aparecen sus rostros. Checa, letal acrónimo, no es una palabra rusa sino la sigla de ch r e z v i ch a i n a i a k o m i s i a (comisión extraordinaria para combatir actividades contrarrevolucionarias de la especulación) y la introdujeron en el país de los zares tipos crueles y aguerridos como Trotsky o Kamaniev, Bulganin o Beria, gente de mala calaña cuya estirpe no se extingue. Zarkossy, doña Merkel, Cristina Lagarde la gran jefa del FMI o el sátiro de los hoteles neoyorquinos de cinco estrella DSK son de la misma ralea déspota que aquellos comisarios déspotas. “Birds of the same feather fly together” reza un refrán inglés.

Tales pensamientos se me ocurren cuando llego al punto final de tan singular novela “El Payaso Rojo” de E. Chirikov. Incluso su formato en cuarto menor es un regalo para los sentidos. Bellamente escrito, pulcramente traducido y con una encuadernación que halaga el sentido del tacto.

Lunes, 05 de diciembre de 2011

martes, 29 de noviembre de 2011

LA GRAN MÍSTICA ESPAÑOLA

Un místico de Alcalá fr. Dionisio Vázquez




Contamos los españoles con la literatura religiosa más rica y variada del mundo desde la guía de pecadores del p. granada hasta el Audi filia de del beato Ávila. En el siglo XVI una profesión lucrativa era la de copista. Al pie del pulpito unos pendolitas transcribían los sermones del predicador de turno luego se editaban y vendían a buen precio. Dominicos y agustinos se dedicaban a dar misiones por los pueblos. Eran religiosos conspicuos por la oratoria sagrada que era hasta hace poco un género literario. Fray Luis de Grenada y fray Luis de león eran dos oradores resonantes bajo el tornavoz del pulpito de la catedral de salamanca. Tomás de Villanueva, fr. Bartolomé carranza, el padre farfán, pedro castro Velarde y el propio fray Dionisio Vázquez.

Éste era un agustino que perteneció a los claustrales del convento de dicha orden en Toledo. Sus sermones le gustaban mucho al emperador Carlos quinto. Tenía facultades una voz viril y penetrante un gesto comedido y exacto. El año 1479 fue elegido para la cátedra de teología de Alcalá. Había nacido en 1479 y tomó el cordón de loa OSA.

En el siglo xvi hasta las verduleras entendían teología. Dos circunstancias avalan el supuesto: los conversos que llegaron al bautismo con un profundo conocimiento bíblico. En segundo lugar, la fuerza de la iglesia española como poder. Los monasterios estaban poblados y la preocupación por las cosas de dios a la sazón ganaba un predicamento que hoy sólo tienen la economía y la política. Se procesionaba, se predicaba y por todas las partes surgían prédicas acerca del fin del mundo. Hombres como san juan de Ávila el apóstol de Andalucía iban por los pueblos predicando la palabra de dios seguidos por multitudes y es que la religión impregnaba todos los estamentos de la vida pública.

Dionisio Vázquez nació en 1479 en Toledo y vivió uno de los tiempos más interesantes de la historia española el fin de los reinos de taifas y el nacimiento de la unidad española que llegó como todos los partos entre dolores. Fue una época en que los sermones tenían un tinte apocalíptico y fueron estos frailes iluminados que años adelante se convertirían en los iluminati y en los deixado. Vázquez formará bando con este tipo de predicadores comuneros que se oponían al emperador. Desde el púlpito predicaban estos frailes gritando como energúmenos que Carlos V era el anticristo y que su capellán el canónigo Adriano de Utrecht que luego subiría a la cátedra de san pedro era el sacristán del diablo. Fueron tiempos convulsos. Castilla se desangraba en la incertidumbre de la crisis económica cuando la edad media tocaba y era importante la confusión religiosa. Derrotados los comuneros en Villamar y habiendo subido al cadalso los tres cabecillas de las comunidades padilla, bravo y Maldonado, el agustino se subió al carro de los vencedores lo que le permitió granjearse la admiración de cesar y conseguir la cátedra de escritura en la universidad de Alcalá. Allí tuvo fama de santo. Sus sermones hacían llorar a las audiencias. Los pecadores arrepentidos suplicaban a gritos confesión y el propio Carlos quinto se daba golpes de pecho. Tal era la vehemencia de su discurso. Cuando vino a España el cardenal Siliceo para tomar posesión de la mitra primada de Toledo el padre Vázquez celebró los triduos de acción de gracias. Sus incondicionales aseguraban que había sido galardonado con dones del espiritu santo como era la introspección de conciencias y la profecía. – escribe don pedro Sainz Rodríguez- alegando que en sus sermones fustigaba la corrupción de costumbres, la rufianería, las soberbias y tacañerías de los logreros de la corte. Algunos de los sermones preludiaban el estilo tronitonante de Bossuet que pasa por ser el primer orador católico. Los practicantes de aquel misticismo a lo sublime añoraban la luz del Tabor. Salieron a la búsqueda de la carne glorificada, mortificando el cuerpo con intensas penitencias como Pedro de Alcántara, de la familia de los Barrantes, un cacereño que parecía a decir de santa Teresa hecho de raíces de árboles. Al parecer triunfaba el Cristo entre nosotros y el ideal de vida o camino de perfección mediante la vía purgativa, iluminativa, unitiva o el desdén de todo lo mundano que propone el Evangelio era una constante en aquella sociedad creyente. Sin embargo, si el espíritu está pronto, la carne es flaca. Se producen aberraciones y descarrilamientos en aquel fervor. La otra cara de la moneda es la picaresca que era otra forma de desasimiento y desprecio del mundanal ruido. A través de los estudios de los grandes relatos del género “Mateo Alemán”, del “Lazarillo” y del “Buscón” la erudición de este género literario tan español demuestra un paralelismo singular con la literatura religiosa. Los místicos son pícaros de Dios, unos marginados, unos desenganchados de las pompas y vanidades y aceptan la muerte con el mismo senequismo con el que Lázaro de Tormes acepta ir forzado a Cartagena por sus fechorías y remar en la fraternidad de los atunes. Es una suerte de cinismo o senequismo espiritual. El padre de Pablillos el protagonista del gran Tacaño es ajusticiado en Segovia y la descripción de aquel auto da ocasión a Quevedo para escribir una de las páginas mejores de su libro. El ex verdugo y ahora reo marcha ufano subido en una mula cara atrás y portando la coroza saludando a las mujeres que se asomaban al balcón. Dice el autor que “subió a la cabalgudara de un brinco” muy airoso y animoso como el que se dispone a realizar un largo viaje. Camino del calvario saluda a la afición y al subir la escalera encontrando roto uno de los peldaños le dice al alguacil que a ver si llaman al carpintero que lo reparen para otro. Santa teresa de jesús afrontó la hora postrera con igual dignidad hoy lo llamarían cinismo. La santa se despedía de sus monjas haciéndoles toda clase de recomendaciones y advirtiéndola que se sentía feliz de ir al encuentro del esposo. La sorna y familiaridad o el desparpajo con que aquellos iluminados hablan de las cosas de Dios es la misma con que mateo alemán o la pícara Justina refieren impávidos sus aventuras y desdichas. Sólo que mientras los picaros iban a galeras o a la horca los místicos entraban en el convento. Los monasterios, beaterios y cenobios estaban llenos pero también las mancebías, los cuarteles y las cárceles. En muchas ciudades de España queda el recuerdo de ciertos lugares de encuentro de la picaresca. El rollo de León, el Azoquejo segoviano por donde andaban los perailes, las gradas de San Felipe y la puerta de Guadalajara en Madrid, el perchel malagueño, Zocodover tolena y el potro cordobés punto de reunión de los agujeros pues vendían agujas y leznas los rapabolsas. Unos y otros hacían profesión pública de su fe católica porque ser tratado de hereje o de converso era uno de los mayores escarnios para cualquier español. El público parecía conocer bien la Biblia. Por eso gustaba de la representación alegórica de los autos sacramentales. Se pagaban diezmos y primicias. La iglesia era rica pero generosa. Muchos menesterosos sobrevivieron gracias a la caridad monástica y a la sopa boba de los conventos. Con la barriga vacía no era posible aguantar a pie enjuto aquellos sermones de larga duración que largaba el padre Vázquez en alguno de los treinta templos o ermitas censados a la sazón en Alcalá. El número tan abultado el de Sevilla donde se contaban 1200 pero entre tabernas, casas a la llana y timbas casi 4000. Córdoba tampoco le iba a la zaga y ahí tenemos a Góngora lamentando el poco interés de sus paisanos por la cultura

Córdoba ciudad bravía

Más de mil tabernas

Y una sola librería

Los misioneros no paraban de hablar de las penas del infierno pero sus audiencias se arrepentían de momento y volvían luego a las

andadas tomando el consejo de san Agustín al revés: Pecca fortiter. En las comedias de capa y espada estalla el grito de algún espadachín pidiendo confesión.

Fray Dionisio fue un exaltado propagandista de la reforma de costumbres en aquel siglo decimosexto que es conocido por los historiadores como el siglo del amor y de la briba. Ancha es Castilla. El apetito desordenado de los europeos sumidos en guerras religiosas y de debacles trajo como consecuencia enfermedades desconocidas como la sífilis. En las piezas oratorias del agustino de Alcalá resuenan como timbales las invectivas que dirigía a sus audiencias pecadoras. Este campeón de la moralidad pública al igual que San Juan de Ávila pasaron como un reguero de pólvora por los campos de Castilla y Andalucía. Dos siglos antes lo había hecho en Valencia Vicente Ferrer. Iréis al infierno les dice a los rufianes. Os amarrarán blanca los diablos y os tendrán la eternidad entera en el tormento. Volved todos al buen camino. Convertimini. Metanoite. Se escuchaba susurros y suspiros o gimoteos por las tres naves de la iglesia abarrotada y a oscuras. Sólo delante de la grada del altar un crucifijo colocado sobre una mesa aparecía iluminado por dos velones. Era un buen recurso para hablar de las penas del infierno. Eran tiempos recios. Los escrituristas conversos hablaban de la llegada del Anticristo y hasta lo describirían con pelos y señales. Nacido de mujer vil, la barba rala y el mentón saliente los ojos turnos la voz potente para seducir a muchos. Se haría pasar por el Mejías. España se perdería con una nueva invasión del Sarraceno, habría una gran corrupción entere los clérigos, entre las familias cundiría el terror y el desarreglo los hombres se tornarían mujeres y las mujeres hombres y todos batallarían en guerras dilatadas. El hermano contra el hermano el padre contra el hijo la esposa contra el marido. Pese a las apariencias era el hijo de una puta que fue concebido en el ayuntamiento de una yegua y un centauro. Se produciría esa involución a las que se refieren los autores que explican el milenio igualitario. Uno lee las profecías o pseudo profecías de san Isidoro, de san Gervasio y de un tal Gervasio de Ayora que fue rabino veinte años en Osma y se metió a franciscano y los pronósticos formulados tienen tanta vigencia que diríase que no estaban formuladas contra el emperador Carlos V de las revueltas de las comunidades y diríase que se estaba refiriendo a los tiempos actuales. Es lo malo del profetismo que la historia no es más que una Apocalipsis. Perpetum movile. Cambió constante. Pero aterrorizan y dan que pensar. Los justos aparentemente pierden y son perseguidos por la legalidad vigente que es lo que les ocurrió a aquellos pobres desarrapados comuneros. El cordel siempre se rompe por el lado más débil.

domingo, 27 de noviembre de 201

miércoles, 23 de noviembre de 2011

IDUS DE NOVIEMBRE

CATALUÑA Y SARKOZY ¿UN NUEVO RICHELIEU?

Con el mal y con el bien a los tuyos ten, reza un viejo adagio catalán. Voy a votar en una jornada tan triste como el 20 de noviembre, luctuosa fecha para muchos españoles, pero los muertos quieren hoy vestirse de azul en menoscabo del rojo; el colegio electoral semivacío, alegra el triste lugar la bella Francisca, ojala todos los funcionarios fueran igual que ella, regreso por una calella alfombrada de hojarasca.
Esparcidos los zurrones abren como si fueran paxarinos saltando de un nido las castañas caídas del ramaje entre el narvaso, una manta de  amor que calienta el suelo desnudo, resuenan mis pisadas como caricias de la diosa Betulia que tuvo altar por estos montes.
 Otoño es la estación del espolio. Todo desnudo. Nuestros sueños asimismo se desfolian. Los robles al lado de la senda se desnudan los manzanos se quitan el camisón y el cerezo se queda in púribus en medio del prau de la cuesta.  Por aquí debió de andar Clarín y se inspiró en estos parajes para redactar el mejor cuento del idioma Adiós cordera cuya relectura siempre me hizo llorar añorando  viejos amores.
Todo se desnuda y también se desnuda mi corazón. Voto a bríos y voto por España, insaculando mi papeleta en una urna verija. Votar tiene algo erótico, pero una congoja como un mal presentimiento me atenaza. Es como una corazonada. Salimos de Málaga y entramos en Malagón.
 Rajoy es un nombre que recuerda un topónimo infausto en nuestros anales: Rocroi la batalla  perdida ante las huestes de Enrique IV aquel hugonote encubierto el que dijo lo de Paris bien vale una misa, que señala el principio del fin del imperio Augsburgo. En Flandes empezó a ponerse el sol. Al doblar del camino vi una sombra vagar con todos los arreos y capisayos de un gran cardenal. ¿Será Richelieu? ¿Será Mazarino? Me es igual. Los mismísimos perros con otros collares azuzando a los bosh  catalanes que Sarkozy juega a la grandeur y tiene con la Merkel la llave de Europa para sellar nuestros destinos. El Bundestag parece una gran sinagoga. ¿Bundestag o Reichstag? para el caso son lo mismo, desde allí se formulan los ukasse los diktat  del euro y el españolito  de a pie habla de la  prima  y de la deuda soberana. Lenguaje críptico sólo apto para iniciados. Regresaron los nomos de Zúrich de los que escribía yo en mis viejas crónicas desde Wall Street. No entendí nunca esta jerga financiera de iniciados.
 Los dos cardenales  franceses, los dos validos de Su Cristianísima tenían la nariz afilada napias inconfundibles de una raza. Zarkossy tiene también un pabellón delantero bastante considerable.  Erase un hombre a una nariz pegado.
No estuve tomando culines  hoy en la sidrería ni he bebido más de la cuenta pero ese tonsurado de ahí puede ser el culiebre que se esconde en los viales del bosque haciendo que los caminantes vean visiones cuando cruzan un bosque asturiano.  Moros en la costa y fantasmas a la vista. Arredro vayas.
No es una alucinación. Sencillamente es que estoy empapado de historia de España y sé lo que supuso aquella década tristísima la que va desde 1540. El Rey poeta el cuarto de los Felipes tan denostado y muchos se olvidan que fue el monarca de las Meninas, de los sueños de Quevedo, de las letrillas de Góngora y de los autos de Calderón, tuvo el coraje de salir a campaña, su presencia ayudó a tomar Lérida. Claro que era un Austria y el Borbón de hoy está missing con un ojo morado. ¿Se pegó con una puerta o cogió una cogorza? Todo un Borbón.
 A la noche enchufo la tele. Ha ganado Rajoy sí por mayoría pero en Vascongada cierran el puño y cantan el Aberri Eguna y en Barcelona se lían a cantar los nacionalistas de Mas, de Duarte Lérida con su cabeza de polla y  Don Jorge que cada día me recuerda más a un botijo Els Segaors. Alguien está tocando el tantán. Todo parecía atado y bien atado, apalabrado y amarrado antes de estas idus noviembre. Entonces ¿para qué ir a votar? Cosas de esta democracia que tiene algo de despotismo ilustrado vía económica.
 Mis ojos se abren como puños y mi mente retorna a aquel día del Corpus de 1640 cuando lo de la venganza catalana. Las turbas azuzadas por un canónigo de Tortosa se alzaron en armas contra las tropas de Felipe IV que habían ido a combatir la usurpación por los franceses del Rosellón. Fue una revolución con hoces garios horcas y hasta zoquetas exhibían los sublevados al son de consignas antiespañolas. Mataron al virrey Santa Coloma y a los cabos y sargentos de los tercios viejos que encontraron al paso les segaron la cabeza.
Melo un portugués encuadrado en el tercio Moles cuenta en un libro muy circunstanciado e imparcial la crónica de aquellos sucesos. Los catalanes se negaban a pagar los impuestos- siempre la pela- que les reclamaba la corona para hacer frente a los gastos ocasionados por las campañas militares.
El conde duque de Olivares que con todo lo que dijera don Gregorio Marañón era un hombre de estado y un gran político se mostró dispuesto a parlamentar y a garantizar una demora en la recaudación de las tasas de la leña y el vino pero la penuria y la bancarrota se hizo angustiosa.
 Aquel año había azotado Castilla la sequía y a Triana no habían venido los galeones de la flota. Una tempestad y la acción de los corsarios ingleses echó a pique algunos barcos. Los que se libraron del naufragio cayeron en manos de los filibusteros. Dicha circunstancia dio lugar a una larga guerra fratricida de dos lustros de duración. El virrey castellano fue sustituido por un virrey francés y cundió el descontento entre la población del principado.  La pecorea, las exacciones, la fuerza contra mujeres, el pillaje y la quema de pueblos a cargo de la soldadesca gala fue mucho más temible que la de la que pudieron practicar los Tercios Viejos que se cobraron en carne las pagas que no llegaban.
Por eso para bien o para mal con los tuyos. Aquel ominoso año de 164 el día de la Concepción, casi a los seis meses justos de aquella amarga fiesta del Corpus catalán, se sublevó Portugal.
 Franceses e ingleses apoyaron a l duque de Braganza y Lisboa y Madrid al cabo de más de ochenta años de unión quedaron disgregados para siempre. Cataluña volvió sumisa y desengañada al redil de la unidad nacional tras la paz de Westfalia, al cabo de mucha sangre fratricida derramada. Ojo, la antiespaña anda de nuevo al apostadero y han vuelto a resurgir los Cien Mil Hijos de San Luis, las veleidades del Corso,   ya que los  secuaces seguidores del del inicuo cardenal Richelieu y del papa Urbano VIII han vuelto a blandir el hacha de la guerra sobre nuestras españolas cabezas. Mas, Duran Lleida y Puchol parecen los hijos póstumos de aquellos hijos hornecinos de la Flor de Lis. Por eso me salieron a mí en la noche al camino unos  fantasmas cuadrilleros. Claro era  20n.

viernes, 18 de noviembre de 2011

de la grandeza de un cacharro muy querido a los españoles de antaño

BOTIJOS




Llega el otoño. Habrá que guardar los botijos en la alacena de abajo mientras canto a lo zamarro aquella copla oída en la niñez: “ya se va mi botijero… y solita me quedé… dejome su mejor botijo y de lágrimas lo llené”

De buticula # vasija, en latín. Es otro gran invento de los romanos que apagó la sed de los siglos. Venían los botijeros al atardecer con sus burros empavesados de borlas de colores y artolas cimbreantes. Acampaban en la plaza y aguardaban la llegada de las mujeres compradoras. Había que ir a llenarlo a la fuente por orden del abuelo y ay de ti si lo cascabas al tropezar en una piedra del camino. Para ese aliciente también había una monserga: Marcelino fue a por vino, rompió el jarro en el camino, pobre jarro pobre vino pobre culo de Marcelino. Romper un botijo para aquellas menguadas economías familiares de los pueblos de la posguerra era todo un drama. Los botijeros hablaban con acento extremeño. Venían de Salvatierra de los Barros.

Un buen trago de aquellos botijos cuando ibas a trillar y el abuelo lo tapaba para enfriar bajo un ropón o su chaqueta resudada era un deleite sublime que jamás podrá ofrecerte el frigorífico.néctar líquido y de regreso de la faena se oía cantar a los segadores coplas en gallego o castellano.

De segar de los secanos ya vienen los segadores

Cubiertos y sin un cuarto

De beber agua de algibe

Toda llana de gusanos

Entonces no había tampoco Coca-Cola y la tónica era desconocida, aunque ya la gente hablaba de cubalibres y de combinaciones como el gin fizz. Lo mejor empero el agua clarita que manaba alto del pitorro. Agua clara que ni emborracha ni endeuda. El botijo era una institución romana. El aguamanil, árabe.

Vamos progresando pero yo paso los ardores de San Lorenzo con un botijo. La cerveza impla, emborracha, no quita la sed y encima deja un clavo que tú no veas. Donde esté una jícara, una jarra, un jarro, un buen porrón talaverano que se quite todo eso. Ya los botijeros de entonces se han ido mundo adelante. Los busco entre mis pasos perdidos.

-No me vengas con alicantinas, Verumtamen

jueves, 17 de noviembre de 2011

UN ABAD A LA ANTIGUA USANZA FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL

En defensa de fray justo Pérez de Urbel




Leo con cierta indignación un poco de incredulidad y cierta melancolía en LNE del domingo 13 de noviembre 2011 la crónica de un tal José Luis garcía Martin en la que cuenta su visita a Silos una gélida mañana de invierno. Por lo visto le habían encargado una biografía sobre fray justo el que fuera abad mitrado del Valle los Caídos al hilo de un libro mártires de la iglesia escrito por cándido gran columnista de ABC ya fallecido y firmado por el abad. Poco antes de morir Cándido dijo que el libro era una fabricación suya y que él hizo de negro para cobrar 25000 pesetas. Bien. El libro fue un regalo de mi madre en las navidades de 1958. Ciertamente las historias me parecieron algo truculentas pero no así los documentos gráficos en que se recogían acciones sacrílegas de los rojos y sobre todo la foto de una niña muerta a los pies de un simulacro de fusilamiento de unos sacerdotes. Es posible que las historias de Cándido fueran una patraña inventada por un amanuense pero las instantáneas no pudieron ser fabricadas ni trucadas. Fray Justo fue un historiador eminente. De su pluma salió el Año Cristiano en el que supera según mi opinión al del padre Croisset que fue traducido nada menos que por el padre Isla el jesuita autor del fray gerundio de campazas. Él fue un monje de los de antes, prevenido en frontera como los de la Edad Media que tuvo que ver con publicaciones del anterior régimen como Flechas y Pelayos. Ya quisieran muchos periodistas y escribidores de los que andan en candelero y dan a la estampa fruslerías y tomos sin gracia, arte ni concierto tener la pluma que tenía el abad de Silos y luego del Valle de los Caídos. Sus conocimientos de la historia de la Iglesia y en particular de la vieja liturgia hispano-romana eran de una gran perspicacia e intuición. Redactada en un castellano sabroso lleno de arcaísmos en los que adivinaba el gran conocimiento del castellano de este gran fraile benito contra el cual se inició a la caída del régimen una feroz persecución. La infamia y la calumnia trataron de echar puñados de barro a su figura. Para gente como yo que amamos a la iglesia y a su liturgia era un paradigma. Desde luego, era un hombre de iglesia a la antigua usanza, nada cursi – atacó con frecuencia a los jesuitas y su espiritual gazmoña y las entradas que realiza en su Año Cristiano acerca de san Ignacio de Loyola en el que encuentra un aire parecido a Mefistófeles son muy dignas de tener en cuenta- un benedictino contemplativo que practican la máxima del ora et labora de san Benito y que proferían aparte del voto de obediencia, castidad y pobreza un cuarto voto el de estabilidad. Es la orden que toma a las comidas un vaso de buen vino que conserva la gran tradición del canto gregoriano. Austeros pero de una espiritualidad relacionada con la oración en común que con el rezo personal. Puede que en los últimos años de su vida no fuera tan austero y hasta puede que llegase a exclaustrase pero su vida personal nada tiene que ver con la inmensa obra por él legada. Varias veces vino a vernos al seminario de Segovia. Me impresionaron su cruz pectoral auricuajada, su inmensa calva y su voz ronca así como su afectuosidad. Cursaba estudios en dicho seminario un latino que decían que era sobrino suyo. Sobrino o hijo personalmente esas habladurías de la gente no estorban un adarme a su amor a la Iglesia y a mí no me incumben, los reitres y claveros solían tener sus coimas. Ya hemos dicho en este blog que el cristianismo integrado por hombres pecadores no es un problema de bragueta. Los mindundis que ahora se meten con él y entre los que figuraba el tal Cándido un ovetense hijo de uno del Frente Popular si estuviera vivo seguro que le iban a besar la mano, a lamerle los zapatos y de paso a pedirle un gran favor. José Luis garcía Martin que por lo visto fue cura dice que al llegar a Silos desistió de su proyecto. Seguramente porque una buena biografía –aquí muchos españoles debían copiar de los memorialistas ingleses- nunca podrá escribirse desde la infamia y el escarnecimiento, sino a partir del ten con ten. Somos todos pecadores. Nadie es del todo bueno ni del todo malo. Pero en nuestros periódicos que ahora se han vuelto charcas de izquierdas – siguen siendo carcas- cunde el prurito de atacar a la Iglesia. En mi Seminario Vacío no hay ataque sino una denuncia de los miedos y de la jerarquía o de los malos curas que han cambiado de chaqueta. Si Franco volviera a ganar ya los tendríamos amonestado a las muyeres y diciendolas que es pecado mortal acudir a la iglesia sin velo o sin mangas. Cosas veredes dijo Agrajes

APOCATÁSTASIS DE SOLOVIEV RUSO PROFÉTICO

Vladimir SOLOVIEV profeta de los tiempos modernos




Noviembre mes de difuntos. Se han muerto dos amigos. La relectura de Vladimir Soloviev me ayuda a olvidarme de mis tristezas terrenales y a mirar a lo alto en la esperanza de la resurrección. Como buen ruso este autor místico, filosofo, poeta y gran teólogo, muy contradictorio pero lleno de ideas originales propias de un genio es un entusiasta de la resurrección y hace a sus lectores a mirar para arriba no hacia abajo ni a los lados ni para el suelo sino que eleva sus ojos hacia Dios, el dios cristiano y anunció algo que está pasando o ha pasado en la actualidad. Mirada de águila ojos proféticos. Cuando escribió su gran obra Rusia y la iglesia universal un libro denso que tuvo que publicar en Croacia ya que en su propia patria fue muy perseguido e incomprendido poco antes del asesinato del zar muchos consideraron que sus adivinanzas fueron fallidas pues lo que vino no fue la santa Rusia sino la revolución bolchevique, el cataclismo de la segunda guerra mundial en la cual perecieron 27 millones de hombres. Habla del surgimiento de una tercera Roma en Moscú. A mi juicio ese movimiento se inicia en 1989 con la caída de la URSS y la restauración del cristianismo, un hecho que se produce pese a que a algunos les pueda sonar paradójica con Yeltsin y después con Putin y con Mevdevev. No hay más que darse una vuelta navegando por internet y comprobar los muchos programas religiosos y emisiones que se han originado en Petrogrado y en otras muchas partes de aquel gran pais. Una idea con la que juega el sabio Soloviev es el carácter mesiánico que sienten los rusos y su preocupación por la humanidad. Ese espíritu mesiánico lo tuvo un día Israel por delegación divina. Sin embargo, con la restauración de la globalidad atea y descreída esa tarea descansa sobre el pueblo eslavo. Otra profecía que anuncia en sus libros es el resurgimiento del Islam como religión fuerte, fanática y que se impone por la espada y donde la religión y la política van íntimamente unidas. Mahoma predicó la fuerza del número – léase democracia- y la poca importancia que tiene el individuo frente a la totalidad del estado. Esta es una derivada de las herejías cristianas que dieron pábulo al Coram que está basado en los monotelitas egipcios que no creen en la independencia de la voluntad del hombre y consideran que todo acto humano está regido por el fatalismo de los árabes. Makfutt todo está escrito y la iconoclastia o la destrucción de las imágenes con la negación de la fenomenalidad divina en la naturaleza. El ser humano y la deidad están en dos planos superpuestos que nunca llegarán a juntarse a diferencia del cristianismo que predica la divinización del hombre. En tan sólo cinco años de yihad o predicación de la guerra santa cayeron los patriarcados más antiguos de la cristiandad: Antioquia, Damasco y Alejandría. En el evangelio dios se abaja para subir hasta dios y en el Corán el creyente está completamente sometido y ha de estar sometido en alma y cuerpo a la voluntad divina. Profundamente ortodoxo en su concepción del mundo sin embargo defiende la primacía del papado y formula algo muy contendible para cualquier creyente ortodoxo que vieron en Roma la gran ramera de Lutero. Fue por esto por lo que fue atacado en San Petersburgo. El Vaticano versus la Sublime Puerta fue el eje sobre gira el contexto de su gran obra tan discutida y discutible.

Vladimir Soloviev que contaba entre su círculo de amigos a Dostoyevsky quien vio en él a uno de sus personajes de los Hermanos Karamazov el padre Aliocha, el iluminado que interroga al Cristo y a pesar de que influyó en otros escritores como Berdiaev tuvo que marcharse al extranjero. Publicó muchas de sus obras en francés. Su destino fue la persecución, el odio, la risa de las gentes, algo que conocen los grandes escritores de raza. Murió en la pobreza a los 48 años. Fue un yurodivi un loco de Cristo un peregrino de la verdad y gran lingüista.

Manejaba el hebreo y el griego, así como el alemán y el francés pero Soloviev al estudiar el mundo bizantino y las confusas y truculentas relaciones entre Roma y la ortodoxia resulta confuso y parece moverse en un laberinto. Acusa a los griegos de ser partidarios de la letra muerta y de un cesaropapismo vacío obviando el hecho de que el catolicismo latino fue una institución merovingia que vincula trono y altar como fuente de todo poder un poder que viene de Dios, y que sus peleas con Constantinopla no llevaron sino a truculencias escandalosas y herejías cristológicas que acabaron en la decadencia que desemboca en los cismas de Focio 860 y de Miguel Cerulario 1054. Todo acabaría con la irrupción otomano en Santa Sofía . En 1452.

Otra vez nos encontramos con los pecados de la iglesia, la soberbia y el afán de dominio por no querer reconocer unos la primacía de la potestas clavium y la inhabilidad pontificia, un asunto muy difícil de digerir para los hombres de buena voluntad y mejor fe para los tiempos que circulan.

Sin embargo predica la unión de la iglesia y el estado una formula instituida por Constantino y que copia la sede apostólica cuando corona el papa san León emperador a Carlomagno la noche de navidad. Haciendo caso omiso de que el cisma se produce en la edad de hierro del papado cuando la papisa Juana y los papas eran asesinados, depuestos y coronados ad limitum por el colegio cardenalicio siguiendo las directrices del populacho y se prolonga hasta las Cruzadas un tiempo en que los cristianos de Occidente no dieron muy buen ejemplo y de ahí su fracaso en la reconquista de los Santos Lugares Lutero y el protestantismo acabó con ese augusto concepto. Soloviev por su parte ignora que fue España la que se batió en Europa por esta idea y trató de implantar el reino de Dios bajo un solo altar y un solo trono en Hispanoamérica. Atisba que esa nueva teocracia surgirá en el siglo XXI al emerger la Tercera Roma que suplante al papado católico y al patriarcado constantinopolitano. Esa teocracia parece muy cuestionable a pesar de lo acontecido el año 89 pues ningún ruso desistiría de la separación de poderes. El estado tiene que estar en armonía con EL Santo Sínodo pero de ahí a una hipóstasis de ambas instituciones sería caminar demasiado lejos y un poco de espaldas a la historia. Pese a todo el autor ruso define a Roma como el catolicismo que ora y labora frente al monaquismo y misticismo griego que sólo reza por miedo a contaminarse con las cuestiones seculares. Ese es la gran diferencia y una de las razones que alega Soloviev en su defensa del papado pese a sus pecados históricos y los malos ejemplos de algunos de sus pontífices. Otra de sus contradicciones y paradojas proféticas es la creencia de que Rusia tiene una misión sublime en el mundo es su pasión por los Viejos Creyentes una secta perseguida y suprimida por Pedro el Grande que en su reforma trató de crear una iglesia estatal con clero greco-bizantino y una organización a la alemana en 1667 que era una institución de inclinaciones democráticas y sin embargo ensalza el pontificado romano de índole totalmente teocrática, cesaropapista, jerárquica precisamente él que atacó sin compasión el cesaropapismo fanairota y su filetismo, aunque no hace ninguna alusión al dominio turco que sometió a su égida a los sucesores de san Juan Crisóstomo . Era a la vez un vostochni y un kostiol o papista consumado y en sus ataques al zar y al Santo Sínodo cayó bajo la vigilancia de la Ojrana u organización secreta zarista.

Sus conocimientos de la iglesia primitiva y del intrincado mundo de Bizancio a través de la patrística y de los estudios bíblicos causan admiración. El primer patriarcado fue instituido en Jerusalén bajo el báculo de Santiago. Cuando se produjo la retirada de las tropas de Vespasiano éste se instauró en Cesárea de Capadocia en Tracia y ya mucho después en Constantinopla cuando el imperio romano se divide en dos mitades y proclama por patrón a san Andrés Protokleto . No hace ninguna referencia al espiritu demócrata de las heptarquías orientales. Las iglesias autocéfalas proclamaban a sus obispos a sus sacerdotes canonizaban a sus mártires y esta urdimbre les ha permitido de conservar la tradición y el rito y han conservado mantener integro el espiritu del monaquismo al no existir entre ellos ordenes religiosas. San pedro no debe estar nunca en contradicción con san Andrés su hermano, deben de complementarse y los tiempos modernos después de los concilios vaticanos han demostrado que el poderío eclesial en manos de una persona sólo ha servido para introducir innovaciones que son motivo de escándalo y de estupor en la propia iglesia romana que cada día se parece más a una ONG sometida a las veleidades de un poder oculto. Es donde patina el gran aparato crítico de este singular raskolniki quien demuestra sus grandes conocimientos teológicos y teosóficos en todos sus escritos. Escribió y publicó doce libros muy abundantes en controversia religiosa algunos de ellos ya muy añejos y superados pero que en todo caso merecen leerse. Su sino al igual que el de los padres orientales (san Dionisio, san Irineo, san Atanasio, san Crisóstomo, Flaviano, Teodoreto el Bienaventurado, san Máximo y san Teodoro Estudita) fue la persecución, el arrinconamiento, la incomprensión ,el martirio. Es la paga que aguarda a los grandes seguidores deL Crucificado. No importa Vladimir Soloviev siguió escribiendo. Su descubrimiento genial dentro de los errores que caben en todo pensamiento humano fue hablar de la apocatástasis (integración universal y la unión de todas las iglesias, dicho de otra manera y a la rusa: el ecumenismo cristiano tan opuesto a esa globalización que a todos nos aflige bajo la tiranía de los bancos y las instituciones financieras que propalarán por la tierra la misma especie que la torre de Babel prometiendo a los humanos un paraíso material en la tierra. Seréis como dioses. Ja ja ja

sábado, 5 de noviembre de 2011

AVE COLOR VINI CLARI

primeros trancos de una novela onlines



EL ESTUDIANTE DE ALCALÁ QUE SE REENCARNÓ EN ARCHIVERO

La impresión que tuve cuando en el año 2009 llegué a Alcalá una madrugada de enero a cumplir  con mi último año de archivero[1] hube la impresión tenaz de que yo había estado allá antes, quizás una vida pretérita, había paseado por aquellas calles, guarecido del sol  y la lluvia bajo los soportales del Calle Real, haber tenido a un físico la bacinilla mientras practicaba una sangría a un paciente de bubas en el hospital de Atarazanas por cuyas crujías iba y venía un postulante cojo que era cojo y calvo y hablaba con ese tonillo de los de Azpeita proflglando su discurso de concordancias vizcaínas, trayendo orinales y pericos, gasas, sanguijuelas y pomadas, con mucha diligencia pero con algún asco pues había tomado el oficio de enfermero como penitencia por los pecados de su vida anterior, que el veterano de las guerras de las comunidades aseguraba haber sido muchos, y por los que lloraba constantemente hasta salirle surcos en las mejillas de los regueros de tanto llanto, inflamado de orgullo humano y  amor divino - yo no lo vi, claro, me lo contaron los que daban ejercicios-, pero cuando lo dicen… Iba el buen donado arrastrando la pata chula que la tenía tiesa  desde que le pegaron un zambombazo en el castillo de Pamplona. Decían que había sido soldado, acérrimo del emperador- y como buen realista nos miraba por encima del hombre a nosotros pobres comuneros- y que estaba allá viviendo de la caridad de unos teatinos aunque se juntaba con alumbrados y gente de dudosa procedencia.
También me había cruzado con otro estudiante  zambo, corto de vista y largo de lengua, el que luego  tendría entre sus dedos la pluma  mejor tajada para contarnos cómo España por defuera y por de dentro con sus versos castellanos, con sus decires, coplas y donaires, en verso  y en  prosa. Éste andaba con los cuadrilleros dando novatadas y cobrando el portazgo a los novatos del convite al banquete nada más ingresar al pupilaje, La Patente, que se dice, y a unos les arrebataban el sombrero a otros les ponían perdida de gapos la capa nueva, o les traían un jarro para darles a beber cerveza y no era cerveza pues  aquella maldita encella había sido utilizada como sillico donde meara toda la cuadrilla a escote, y de hoy en un año; a otras les mandaban echar calle arriba a la pata coja y les lanzaban piedras mientras el cachicán del rey de gallos prorrumpía en estentóreas risotadas:
-¿Ponen las gallinas?
-Creo que sí. Ya es san Antón. La gallina pon y cacarean las pitas por los corrales, que las estoy oyendo, y se está bien al sol.
-De ¿Dónde es vuesa mercé?
-De Carrión de los Condes, señor.
-No me digas señor. Dime coleguita. Y ahora para ver como andas de recursos te vamos a mantear.
-No. No por vida de mi madre.
Protestas inanes. Entre cuatro o cinco trajeron una cortina de paño morado con las que se atapan los altares en tiempos de Pasión y alzaron por los aires al palentino una y otra vez. Lo subían, lo bajaban y hacían como querer dejarlo caer en el santo suelo hasta descoyuntarse como si fuese una manta palentina a la que la doméstica zurra el polvo en el balcón. Uno de los manteadores dominado por el estro profético había leído el futuro y pronosticó la llegada de guerreros por el aire.
-Así volarán algún día los paracas[2].
-Bajarme de aquí fementidos, hideputas.
-No. Bartolo, no aguanta, no seas caguita. Los soldados de Cristo han de soportar todas las pruebas con buen talante.
-No ésta- exclamó el palentino- que voy a vomitar.
 Implacables no se apiadaron de las voces que daba el neófito que no paraba de gimotear y de proferir ayes y de llamar a su madre.
-Ay madrecita mía que mal día amaneció para mí.
-¿Cómo te llamas?
-Teofilo
-Pues Teofilo te vas a acordar del día de san Antón hasta tu graduación cuando vuelvas a tu obispo con tu bonete y tus cartas dimisorias de misacantano.
Poco después corrieron el gallo y hubo otras bromas, muchas jácaras. Decían que el masto lo había traído de Mastrique un luterano con lo que fue mayor el ahínco con que le sacudían estopa al animalito y el enojo con el que le arrancaron el pescuezo aquellos malos cristianos.
-¿Qué hacéis hijos del gran demonio?
-Pues no lo ves. Cortarle la cresta al hereje.
-Al hereje. Al hereje- gritaron todos a coro.
Los estudiantes estaban ya beodos. Puede decirse que al cuadrillero mayor de estas justas que era un teólogo portugués que de allí a poco iría a parar como capellán santiguador a uno de los tercios viejos creyendo que el ave era el que más zurraba al rey de gallos y cabalgó su jumento a los cuatro pies exhibiendo su trofeo chorreando sangre hasta la plaza.
Tan divertidas escenas no las padecí yo, que siempre me suelo hacer el longuis  y escurrir el bulto en tales situaciones de pintar bastos, por vivencia material, aunque sí espiritual. Creo que las había leído en algún libro picaresco o a lo mejor fueron una nefasta experiencia de los estudiantes de latinidad de los que formé parte en la vida que me precedió.
 Iban avanzando las nubes del entrelubricán y remejaban las sombras los campos yertos con alguna claridad. Amanecía dios igual que entonces sobre las riberas del Henares, y la vida tiritaba bajo la helada, se escuchaba el campanil de las clarisas, y en otras muchas iglesias de la población anunciando que ya habían dado cuenta de maitines y laudes. Sobre la cúpula de la catedral de los Santos Niños las cigüeñas complutenses que son las más elegantes y majestuosas de la península ibérica – se las nota en el volar- descabezaban su último sueño con su singular modo de dormir a la pata coja pues la cigüeña según dice el refrán alta vive, alta vuela y en lo alto toca la castañuela.
-Diga usted que sí. Cigüeñas vigilantes del Henares donde las ninfas moran crotorando silogismo. Son la viva imagen de la castidad, la fidelidad y la paciencia.
A Teofilo por fin lo dejaron en paz los tunos y vino a recogerlo una mujer que, movida a piedad, lo llevó a su aposento donde lo lavó, cepilló su capa llena de salivazos e indignidades.
-Hijo, te han vuelto eccehomo. Dichosos muchachos.
El manteado nada dijo pero las caridades de la dueña le hicieron revivir. Fue al arca y extrajo un bodigo de la última cocedura cortó el corrusco  y se lo entregó junto con un dedal de aguardiente. Su desfallecimiento se debía no al manteamiento sino que no había comido en dos días.
Alcalá lo resucitaba de la misma forma que me reencarnó a mí. Pues yo también  volví en la españolísima ciudad a la vida por un complicado proceso de metempsicosis intelectual. Podía ser uno de aquellos estudiantes  y continos que arrastraban la loba sin mangas y flameaban becas al viento multicolores cada uno con el color y la divisa del colegio del que procedían (granate el de los ildefonsos, amarillos los de atarazanas y verdes los de san Marcos, blancos los cistercienses y dominicos. Acabada la cátedra de prima aquel abigarrado mundo de estudiantes era un espectáculo. Teólogos y minoristas usaban sotanas y los canonistas portaban un bonete de tres puntas en la cabeza que entre los jesuitas era bisunto. Poco después de entrar yo al Estudio General los licenciados en Artes empezaron a gastar balandrán cubridero por cima de los hombres y teja (sombrero sin alas que llevaron los clérigos españoles toda la vida).
Como venía aterido y en tren de cercanías no había calefacción, para entrar en calor me arrimé a la barra de una taberna e estaba frente por frente de un gran seminario vacío de traza neogótica. El chigrero un rumano por nombre Ventila salió a servirme. Le pedí un aguardiente de los Carpamos zwuiska de 40 grados.
-Bona zwuiva.
-Buenos días.
Se sorprendió Ventila de mis conocimientos de la lengua románica hablada a orillas del Ponto por los soldados de Trajano que guarda su raíz latina en conjugación con muchos aditamentos eslavos y turcos por lo cual conserva una prosodia endiablada.
-Sé también decir Xristós enviat[3].
-Ahora no es Pascua.
-Si me das otro chupito de ese coñac hablaré no sólo el rumano sino el griego, el búlgaro y hasta el húngaro que no es idioma indoeuropeo.
-Birak[4] - repuso Ventila que era de una región del Danubio frontera con Hungría, frotándose las manos. A la legua se notaba que aquel fondista extranjero no era tan cruel y áspero como los taberneros nacionales gente odiosa y encanallada y que sabía seguir la corriente a los borrachos y aguantarlos. No echarlos a la calle o pegarles.
Sin embargo aquel aguardiente de los Cárpatos tenía poco que ver con aquel vino chirle que nos servían en el refectorio los días de fiesta de guardar y con el que ayunábamos el viernes Santo para refrescar el gañote de nuestros queridos domines cuando andábamos a pupilaje. De mis labios surgieron  cantos de alabanza al dulce néctar traicionero que pasa bien pero luego habrá que mearlo. Entra acariciando Baco en sus dominios y se apodera. Los que sucumben a los falaces halagos de la bebida saben que no hablo a humo de pajas:
Ave color vini clari
Ave sapor sine pari
Tua nos inebriari
Digneris potantia
Oh felix venter ubi intraris
Et felix guttur
Quam rigabis
Oh felix os
Quod lavabis
Oh beata labia[5]
Y a través de aquellas coplas tabernarias en latín surgió el monje giróvago que llevo dentro de mí. Los parroquianos me admiraban por mi capacidad de ingesta y el don de lenguas aunque estaba inspirado más por Baco que la Blanca Paloma. A sus ojos yo era un resucitado, un español que no se parecía a esos otros españoles taciturnos y reconcentrados en sí mismos del siglo XXI que nada tenían que ver con sus predecesores y me deseaban buena madrugada. Buona diminuta. De todas las horas del día era la amanecida la que más me gustaba. Puerta por puerta de la cantina del dacio estaba la iglesia ortodoxa. Celebraban la navidad. Olía a incienso. Un orfeón esparcía por la nave de la antigua católica preces de un maravilloso y concento retando a las preces que decía deprisa un diacono muy gordo desde el antifonal. Prostérneme en tierra y besé los santos íconos y los ecos de la plegaria diaconal me transportaron miraculosamente al sopista con poca fortuna que había sido hará lo menos quinientos años.
Clareaba el día y Alcalá se había transformado. La vía del tren volvía a ser la estrata romana que había sido durante mil años y los regimientos ilustres como el Villaviciosa XIV volvieron a su antiguo ser de los castra romanos donde practicaban los equites las artes desultorias. Recordando que allí estuvo de asiento la Victrix o la invencible con todos sus escuadrones y acies los cuales dieron el relevo a los tercios viejos los que combatieron en Italia y en Flandes. Por el camino pasaban estudiantes. Me sumergí en aquel bullicio juvenil de mozos camino de la docta casa, la universidad recién fundada por Gonzalo de Cisneros. Y aquel gentío buscando las aulas entremezclado con los escuadrones de soldados que salían al campo a ejercitarse en la instrucción de sus armas me recordó la gran verdad de que la pluma y la espada son hermanas y que la lengua va de cómitre con el imperio. No hay vuelta de hoja. Todos llevaban capa corta, un puñal al cinto, y en la otra cadera colgaban del cinto los cartapacios, las pizarritas los plumieres y los recados de escribir. Confundidos entre la multitud se veía a algún catedrático de mucetas coloradas, amarillas o azules según la disciplina que enseñaran, tocados de la orla con plumas de avestruz. La cátedra de prima comenzaba a las ocho de la mañana. Un bedel somnoliento se acercaba al estrado precediendo al profesor batía sus palmas y formulariamente rezaba una oración luego de lo cual abría las puertas del aula y exclamando en voz alta Propinquate, alumni, lectio incipit se dirigía a los estudiantes y luego al facultativo: magíster, aperta est cátedra . Los pupilos llenaban el aula. Por falta de bancos muchos se sentaban en el suelo. Todos portaban recado de escribir y rayajeaban las palabras del catedrático sobre un palimpsesto en forma de pizarra que luego pasaban a limpio los oidores. Sólo se hablaba en latín. Transcurrida hora y media regresaba el ujier valonado luciendo un espadín y un sombrero chambergo y volvía a dar unas palmadas.
-Satis.[6]
A esta señal el catedrático se quedaba con la palabra en la boca y los alumnos salían al patio en medio de un gran alboroto.
Pasaba entonces un fraile benito cuya presencia de padre del desierto discordaba con la de la alegre muchachada. El benedictino caminaba con los ojos bajos y el rostro inclinado tapándose con la cogulla. Avanzaban todos atropelladamente. Si veían a alguno de su aldea iban a darle los días y a recibir nuevas de la aldea. Los más vivaces espantaban el frío y los sabañones arrojándose bolas de nieve. Uno de los proyectiles alcanzó a un catedrático de hebreo en todo el occipucio. Rodó por los suelos el bonete bisunto en medio de los gritos y juramentos del Dómine en la lengua que enseñaba y el cual yacía por el suelo cual largo era buscando a tientas las antiparras que también se le habían caído y sin las que no veía dos en un burro. Sonaron a su lado carcajadas, maldiciones y porvidas.
Uno de los tunos dijo:
-Comed nieve de una vez, padre mío, ya que nunca os empacharéis de jalufo.
Montó en cólera el cristiano nuevo y retumbaron excomuniones por la Calle de la Hueva
-Pronto pagareis bien caro vuestras truhanerías. Os vamos a echar del mundo, voto a bríos.
Se encocoró el estudiante el muy cabrito hizo la señal de la cruz, después el buz y acto seguido empezó a gritar al hebraísta:
-Marrano… Marrano. Cómete tus biblias. Eres hereje, luterano encubierto y alumbrado.
Oído esto, el catedrático que debía de ser converso cobró temor y levantándose como pudo y sacudiéndose el barro y la nieve de la sotana  tomó el portante  y enfiló por una calle adyacente pues alguien había mentado al Santo Oficio. Con la bulla se hicieron presentes los corchetes. Los estudiantes de que los vieron pusieron aina  pies en polvorosa. La concurrencia asistía alborozada a la escena y todos se hacían lenguas de la puntería con que aquel bellaco había descalabrado al converso pero al pasar junto al portal de la iglesia de la Compañía le echaron mano los alguacilillos, lo trabaron, manearon y subiéndolo en un asnillo las manos atadas; él caminaba cara atrás como los condenados a muerte y así lo llevaron preso a la cárcel del arzobispo. Cuatro días a pan y agua y cien azotes. Lo soltó el alcalde bajo advertencia de que si incurría en otra travesura semejante de descalabrar a un “judío” iría a galeras. Así que por san Antón la gallina pon. Se había acabado Michelmas y empezaba el de Santomatía. El más frío y desabrido. Estudiantes a estudiar pechando contra los cierzos rigurosos que os arrebatan la capa cuando salís del portal y la nieve y el pedrisco jugaban al chito con nuestros respetivos cogotes cuando no eran gargajos de algún truchimán imbele pero maligno. Había venido yo de sopista con mi amo que era de Soria y que se llamaba don Martín de Agreda y bajo la vigilancia de su ayo Muriel de Torrelaguna el cual por ser paisano del Cardenal tenía fuero. Nuestra lavandera era una tal Doña Guiomar que aparte de la colada se encargaba de planchar  el hábito y coser los botones  que eran 75 en recuerdo de los 75 azotes que dieron a Cristo. Habíamos venido desde la alta paramera aquellas navidades por muy malos caminos en una recua de jumentos pero con buenas alforjas y provisiones y una no menguada bolsa pues nuestro señor y padrino el Duque de Agreda era hombre rico. Conducía la recua un arriero morisco el cual en cuanto nos descuidábamos nos sisaba hurgando en nuestros bolsillos estando dormidos y el maldito cuando nos topábamos con una cruz de humilladero se reía o le lanzaba gargajos. Iba en su mula cantando lilailas y no faltaban zalemas y abluciones al alba y a la atardecida ante nuestras propias narices. Pasado Almazán nos encontramos con una estantigua que llevaba el cadáver de un fraile que había muerto santo en Andalucía a un pueblo de Castilla. Recalamos en Aranda en una posada donde a mi amo le robaron un crucifijo de oro que traía. Fue un asunto de picos pardos. Don diego se dejó engañar por unas izas que operaban en conchabanza con unos malandrines, el uno era su cohén y el otro su rufián. Era gente muy despiadada como también lo era el arriero morisco aquel Antón Muñoz fanático de Mahoma. Y a la que nosotros bajábamos para Alcalá por el camino real de Francia subían soldados de las últimas leves que iban a combatir por nuestro rey y nuestra santa religión a Flandes. Unos llevaban escapularios que les regalaron sus madres como por ejemplo una imagen de san Vitorino todo llagado después del tormento al que fue sometido en Panonia. Debía de ser bisoño. Un furriel contaba que en la guerra los santos y las reliquias no sirven para nada. Sólo el valor y la fortuna.  Pasábamos mucho frío porque los días fueron perversos. Hacíamos hogueras y a veces Antón Muñoz perdía su ruta borrada por la nieve y blasfemando contra todo lo divino y humano perdía el tino aunque no se acordaba del maldito Mahoma. Únicamente de Dios y la Virgen. ¿No ahorcarían a aquel malvado?


[1] Me tocaron unos años difíciles de la transición cuando la globalización mandó al desván al arte, a la literatura, el buen gusto y vino la ginecocracia embalada. Seguía siendo a mis 64 años un escritor en barbecho, un autor en busca de editor.
[2] En Alcalá desde los años 50 está ubicada de guarnición la Brigada Paracaidista
[3] Cristo resucitó
[4] flores
[5] salve color del clarete, salve sabor sin igual, dignate emborracharnos  con tu divina potencia. Dichoso el vientre que te porta, dichoso el gañote que regarás, oh feliz boca y dichosos sean los labios que estampan un beso al jarro.
[6] Basta

jueves, 3 de noviembre de 2011

METEMPSICOSIS ALCALAINA

EL ESTUDIANTE DE ALCALÁ QUE SE REENCARNÓ EN ARCHIVERO




La impresión que tuve cuando en el año 2009 llegué a Alcalá una madrugada de enero a cumplir con mi último año de archivero hube la impresión tenaz de que yo había estado allá antes, quizás una vida pretérita, había paseado por aquellas calles, guarecido del sol y la lluvia bajo los soportales del Calle Real, haber tenido a un físico la bacinilla mientras practicaba una sangría a un paciente de bubas en el hospital de Atarazanas por cuyas crujías iba y venía trayendo orinales y pericos, con mucha diligencia pero con algún asco pues había tomado el oficio como penitencia por los pecados de su vida anterior por los que lloraba constantemente, y arrastrando la pata chula desde que le pegaron un zambombazo en el castillo de Pamplona un postulante cojo que era cojo y calvo y hablaba con ese tonillo de los de Azpeita proflglando su discurso de concordancias vizcaínas. Decían que había sido soldado, acérrimo del emperador- y como buen realista nos miraba por encima del hombre a nosotros pobres comuneros- y que estaba allá viviendo de la caridad de unos teatinos aunque se juntaba con alumbrados y gente de dudosa procedencia. También me había cruzado con otro estudiante zambo, corto de vista y largo de lengua, el que luego sería la mejor pluma que contó la vida de España y sus castellanos en sus decires y donaires, en sus coplas, en su verso en su genial prosa. Éste andaba con los cuadrilleros dando novatadas y cobrando el portazgo a los novatos, La Patente, a unos les arrebataban el sombrero a otros les ponían perdida de gapos la capa nueva, o les traían un jarro para darles a beber cerveza y no era cerveza pues el jarro había sido utilizado como sillico donde meara toda la cuadrilla, y de hoy en un año; a otras les mandaban echar calle arriba a la pata coja y les lanzaban piedras mientras el cachicán del rey de gallos prorrumpía en estentóreas risotadas:

-¿Ponen las gallinas?

-Creo que sí. Ya es san Antón y cacarean por los corrales

-De ¿Dónde es vuesa mercé?

-De Carrión de los Condes, señor.

-No me digas señor. Dime coleguita. Y ahora para ver como andas de recursos te vamos a mantear.

-No. No por vida de mi madre.

Protestas inanes. Entre cuatro o cinco trajeron una cortina de paño morado con las que se atapan los altares en tiempos de Pasión y alzaron por los aires al palentino una y otra vez. Implacables no se apiadaron de las voces que daba el neófito que no paraba de gimotear y de proferir ayes y de llamar a su madre.

-Ay madrecita mía que mal día amaneció para mí.

-¿Cómo te llamas?

-Teofilo

-Pues Teofilo te vas a acordar del día de san Antón hasta el día de tu graduación cuando vuelvas a Carrión con tu bonete y tus cartas dimisorias de misacantano.

Poco después corrieron el gallo y hubo otras bromas, muchas jácaras. Decían que el masto lo había traído de Mastrique un luterano con lo que fue mayor el ahínco y el enojo con el que le arrancaron el pescuezo los luteranos. Puede decirse que al cuadrillero mayor de estas justas que era un teólogo Portugal que de allí a poco iría a parar como capellán santiguador de uno de los tercios viejos creyendo que el ave era un hereje se ensañó y cabalgó su jumento a los cuatro pies exhibiendo su trofeo chorreando sangre.

Tan divertidas escenas no las padecí yo que siempre me suelo hacer el longuis en tales situaciones por vivencia material, aunque sí espiritual. Creo que las había leído en algún libro picaresco o a lo mejor fueron una nefasta experiencia de los estudiantes de latinidad de los que formé parte en la vida que me precedió. Iban avanzando las nubes del entrelubricán y remedían las sombras. Amanecía dios igual que entonces sobre el campo yerto y la vida tiritaba bajo la helada, se escuchaba el campanil de las clarisas anunciando que ya habían dado cuenta de maitines y laudes. Sobre la cúpula de la catedral de los Santos Niños las cigüeñas complutenses que son las más elegantes y majestuosas de la península ibérica – se las nota en el volar- descabezaban su último sueño con su singular modo de dormir a la pata coja pues la cigüeña según dice el refrán alta vive, alta vuela y en lo alto toca la castañuela

miércoles, 2 de noviembre de 2011