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domingo, 18 de marzo de 2018

LOS ALEMANES

España estuvo dividida en dos facciones anglófilos y germanófilos aunque quizá convenga advertir que el pensamiento francés si no hubiese existido Napoleón anima el sentir español. Pero nuestra lengua se subyuga gloriosamente a la italiana. Es clara y rompedora como los cielos toscanos.  Hoy España moralmente imita, simiesca, el modo de vida y el pensamiento norteamericanos. En la actualidad los españoles sólo leen autores americanos e ingleses y moralmente estamos siendo devastados por la fuerza del Imperio. El español al cual esto del patriotismo siempre le trajo al pairo siempre va detrás del carro de los vencedores. Los anticapitalistas de Podemos, los separatistas catalanes y los cristeros vascuences hostias jesuitas a puñados beben en fuentes intelectuales de California. Consumen productos yanquis y las cadenas de TV emiten a todas seres abstrusos thrillers de gángsteres o sitcoms neoyorquinos películas marca Hollywood con los eu el españolito de a pie se emboba. Nos están lavando el coco. Nuestro idioma tan castizo se entontece con idiotismos y frases hechas que son anglicismos. Ha ácido, por dicho de eso, en desuso nuestro radiante diminutivo. Ya nadie dice Gabrielillo. Llaman al niño asesinado por la negra malvada el “pequeño Gabriel”: poor little boy.
 A este paso la España en que reina y no se si gobierna Felipe VI podría convertirse en estado asociado de la Unión junto con Puerto Rico. Es pavoroso y esto me duele.
En ni juventud yo me pegaba con los grises y me hice anglófilo. Soñaba en Albión como la arcadia feliz el reino de irás y no volverás. Jauja. Nueve años en las Islas y cuatro en Nueva York transformaron mi mente de tal forma que yo llegué a pensar en inglés. Escribo con prontitud la lengua de Shakespeare que me parece más fácil que el castellano aunque menos precisa. De suerte que procuro airear mis pensamientos en román paladino porque en la vejez he renunciado a aquellos devaneos anglófilos del ayer. De manera que Quevedo me resulta mucho más contundente que Shakespeare en el campo de la expresión lingüística dicho sea sin alacridades chauvinistas.
 Leo el alemán, nunca lo hablaré. Su prosa me parece plúmbea aunque la poesía alemana es excelente llega a las esencias Holdering, Heine. No existe en el mundo idioma más musical que el de Mozart pero Wagner nos conduce sinfónicamente a la hecatombe de las noches de la Walpurgis y por eso Alemania se considera por muchos latinos un país peligroso.
 La elocuencia de Hitler me pareció inasequible. Brotaba, según dicen, cuando ese hombre hablaba un poder hipnótico de su boca, taladraba a las multitudes con los ojos. Dijo grandes verdades cuando formuló poco antes de suicidarse en la cancillería que la vida bajo el dominio de los judíos conduciría al mundo a un tiempo nuevo de esclavitud tecnológica. Orwell y Huxley y los utópicos corroboran esta afirmación. Sin embargo, con él la humanidad se asomó al abismo; la gran equivocación del Reich fue su lucha contra los rusos y ello fue determinante de un prurito de autodestrucción. Una gran parte de los alemanes presentan estirpes eslavas. Los borusios por ejemplo eran de ascendencia polaca. ¿Cómo pudo aquel dictador llevar a su pueblo a la hecatombe? Hay palabras en alemán que definen a aquel pueblo mejor que el Fausto de Goethe; “Gemutlichkeit” (confort material dependiente de un estado de ánimo), o el adjetivo “fleissig” que define a los germanos como gente laboriosa; “sachlichkeit” (todo cuanto se refiere a la cosa, a la sustantividad materialista del mundo). Decía un autor francés que los alemanes son “tuchtig” (concienzudos, y “gerissen” (duchos, perspicaces, ven crecer la hierba y son capaces de cortar un pelo en el aire) aber dumm (estúpidos) creo que quien definió la idiosincrasia debía de tener delante el modelo de doña Ángela Merkel una señora muy capaz, hábil, solvente y algo ladina pero estúpida a ojos vistas aunque ejerza una política a fondo y con fundamento. Una calamidad para Europa en poder del sionismo. Los judíos la estuvieron metiendo durante años los pollos en el corral. Se acabó Alemania. Adiós mis pavos que atruena. Doña Angela es una mala cocinera porque condimentó la receta para el desastre. Mirad el panorama: a media Europa le duele la barriga. Está envenenada.


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