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sábado, 14 de noviembre de 2015


EL ISLAM ULTRAJE A CARLOS MARTEL

 

El mahometismo es una religión de esclavos fundada por un libidinoso camellero ayudado por un judío y unos pocos soldados del imperio persa destruido. No es una religión de misioneros sino de soldados, algo que ha olvidado esta Europa alegre y confiada que cree vivir en la abundancia y en el lujo hedonista. Ayer 13 de noviembre 2015 a orillas del Sena volvió a teñirse de sangre la cimitarra agarena de unos cuantos iluminados por ese veneno rebosante de fanatismo que es el alcorán. Un ultraje en la sagrada Francia la tierra de Carlos Martel y de Carlomagno.

Todos nos sentimos conmovidos e indignados porque nuestras denuncias cayeron en  terreno baldío esparcido de cizaña. Es un reto a Francia la tierra de los valores de una Europa necia que no se cansa de mirar para otro lado cuando el turco se encuentra no ya a las puertas de Viena sino de Paris de Londres, Madrid Copenhague, Estocolmo, Berlín, guiada por falsos pastores y entontecida por políticos idiotas como Merkel, Holland, Cameron, Rajoy. Mire Santo Padre lo que están haciendo esos chicos que Su Santidad fue a bendecir a los campos de acogida de Siracusa. ¿Quién agita las aguas de ésta hasta ahora tranquila piscina probática? ¿Ha llegado la hora del Ángel Negro y feroz del Apocalipsis? ¿Quien quiere sustituir al Mandamiento Nuevo por el fanatismo, la intolerancia y la ley del ojo por ojo?

En poco más de un siglo el credo muslímico se esparció desde el Indico hasta el Loire arrasando las antiguas cristiandades de Mesopotamia , Siria, Iraq la Numidia y la Tingitana. Sucumbió Trípoli la tierra de san Agustín. No es explicable la clave de tan arrollador éxito.

Leo estos días a Claudio Sánchez Albornoz nuestro gran historiador descatalogado en cuya obra se plasma una de las razones misteriosas de la historia medieval hispana: la victoria de la cruz sobre el Crescente y el candelabro. Don Pelayo con un puñado de ardidos asturianos y Carlos Martel con sus francos contuvieron este ímpetu expansionista que alcanzaba todo el Mediterráneo: Sicilia, Córcega, las Baleares, conteniendo el plan sistemático sarraceno del exterminio del cristianismo. Pero ahora regresamos a la corrupción del imperio visigótico y ostrogótico.

Retorna a Europa el fantasma del donjulianismo y del entreguismo. En el año 888 los agarenos desembarcaron Bari y al poco arrasan Roma. Toda Italia meridional se proclamó islámica. El 921 pasan los Alpes y cortan las comunicaciones del papado con la cristiandad. Mismamente Suiza quedó bajo sus dominios y el sur de Germania, dejando tras de sí un rastro de ruinas y de sangre. Quedando interrumpidas las peregrinaciones de los creyentes no ya meramente a Jerusalén sino también a Roma. A sangre y fuego son arrasados los monasterios de Monte Cassino 881. Reducen a cenizas los santuarios de Arles, Marsella, Gênes. Los cronistas de la época refieren cómo la horda de piratas se lanzó sobre la Provenza raptan y violan a las monjas y se llevan como esclavos a los curas jóvenes saqueando los tesoros eclesiásticos que encuentran a su paso (Anales de San Bertín) en el credo muslímico la violencia y la lujuria forman parte de su sistema de dominación del papaz  y del giaour que es como llaman los turcos a los sacerdotes cristianos.

El otro elemento de conquista aparte de los raptos y la violación es la exacción. Imponen fuertes tributos. El emperador Otón I manda una embajada a Córdoba pero su emisario tardó en ser recibido por el califa diez años, y fracasa la expedición. Sin embargo es precisamente uno de los papas de la edad de hierro de la Iglesia León IV el que organiza la primera cruzada para sacudirse el yugo de esta oprobiosa dominación. Fortifica Roma, Amalfi y Gaeta para impedir el paso al continente de las razzias de primavera. Juan X se une a los bizantinos y lombardos en una liga que fue el preludio de las cruzadas que habían de suceder más tarde. Benito VIII responde a la agresión con su misma moneda y fue el primer pontífice que propugna la justa causa de la guerra defensiva. Si el Islam penetra con la espada hay que defenderse de él mediante la espada. En esa misma pauta siguen sus sucesores en la silla apostólica durante los siglos XI, XII, XIII y XIV[1]; Silvestre II, Gregorio VII, Víctor III y Urbano II que proclama la primera cruzada. Es posible que en su afán por salvar a la Barca de Pedro los cruzados cayeran en la aberración y en los mismos errores de aquellos a los que combatían pero el movimiento de Pedro Ermitaño quizás ha de entenderse no desde un punto de vista religioso sino político. Cuando menos condujeron al triunfo de la religión católica en su edad de oro medieval. Lo cual que acaso, víctima de su propio éxito, es ahora la Iglesia tan combatida por los revisionistas que la acusan de actuar con criterios poco evangélicos.  Pero ahí están las universidades, los grandes monumentos del románico y del gótico, la revitalización del Derecho romano, la ciencia escolástica. Es a partir del fracaso de la cuarta y ultima cruzada en 1281 cuando el Islam vuelve a recobrar bríos. En 1453 cae Constantinopla en sus garras, se desmorona el imperio bizantino. En 1526 el turco toma Belgrado y se apodera de Bitinia. El cardenal Cisneros reconquista Argel pero por poco tiempo y don Juan de Austria derrota a los turcos en Lepanto. La Media Luna no obstante se sigue expendiendo y la cristiandad se divide en bandos. Francisco I el rey francés firma una liga con el turco en contra de los españoles y en Alemania asoma el fantasma de Lutero. Las cristiandades se destruyen en peleas internecinas, luchando las unas contra las otras. Lutero sienta alianzas con el anticristo “antes turcos que papistas”, predicaba el agustino apóstata en sus sermones.

La historia, como se ve, es monótona y repetitiva. Ahora volvemos a las mismas. Los acontecimientos del pasado vuelven a repetirse. De acuerdo con la tesis de Kurth en su opúsculo los papas salvaron a la cristiandad al sucumbir la iglesia bizantina que pagaba tributo al pachá de Estambul y los griegos se declaraban súbditos de Mahomet II el Invencible.

A nuestro juicio este argumento más que el de la Potestad de la llaves subraya la preeminencia del obispo de Roma sobre los demás obispos y patriarcas de las iglesias del Epiro. ¿Cómo no mencionar a uno de los grandes papas, Pio V, sin acordarse de invocar para la Iglesia en esta hora amarga la intervención de Nuestra Señora del Rosario de la que muchos católicos somos fervientes?

Sin embargo los moros son tenaces y testarudos, miran a los cristianos con una sonrisa de superioridad, por cima del hombro, y siempre vuelven a la carga. Son el gran obstáculo para la civilización europea. Nos escupen y hemos de decir que llueva porque esta emigración masiva de refugiados sirios y africanos va a ser un mal negocio para todos y tendrá mala compostura. España despierta. Procrea. No dejes que te venzan con el vientre de sus mujeres que paren igual que conejas y arriban en pateras a nuestras costas a perpetuar su simiente. Si quieren venir que vengan pero que aceptan nuestras costumbres. Fuera el velo y nada de harenes ni de serrallos ni esclavas sexuales. Menos mezquitas atestadas para contrarrestar la penuria de nuestras iglesias sin culto o desacralizadas.

Don Claudio el gran historiador abulense esboza una hoja de ruta que muchos no han comprendido. Después de Guadalete el árabe y el judío se unieron en comandita porque de raza el viene al galgo. Uno y otro pertenecen a la raza semítica. Pero eso es antisemitismo. Usted no calcula bien, amigo, ¿y qué me dice del anticristianismo laico y judaico que domina todos los conductos de comunicación y de pensamiento?

Francia la sagrada Francia, por mucho que canten la Marsellesa, es victima de su propio laicismo durante generaciones enteras. Sus diferentes gobiernos se han dedicado a amantar a la Bestia. Casi un 10 por ciento de su población es mahometana. Y esta Europa de los mercaderes donde impera el sionismo y la corrupción seguirá los pasos de la dulce Francia. La invasión o “aliyad” sigue sus pasos. En un flujo que no cesa.

Llegan poco a poco jaleados por nuestras tele y nuestros hombres públicos que dicen pobrecitos pero  los recién llegados hacen con los dedos al desembarcar en Tarifa el signo de la victoria, en señal de triunfo, como anunciando la que nos espera. Nosotros llegamos en portera, vosotros vais a salir nadando.

Hoy mientras me agarro a las cuentas de mi rosario no verteré lágrimas de cocodrilo por monsieur Holland y sus cuates aunque siento profundamente el dolor de esos 120 cadáveres en las calles de París como el de los 260 pasajeros del avión ruso derribado el otro día en las arenas del desierto del Sinaí. ¿Una bomba? ¿Un misil? Poco importa. Pero todo está concatenado y donde no hay harina todo es mohína y la relación entre una y otra masacre salta a la vista. Hoy han clavado un doloroso cuchillo en el corazón de Carlos Martel. Y en el mío.



[1] Godefroid Kurth “La Choix et le Croissant, Bruselas, 1889

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