Yasin la araña negra y los estudiantes de periodismo de la CJC
Uno a estas alturas del partido viene a ser el resultado de todos los grandes encuentros de fútbol que has visto, y es para mí no sólo un timbre de gloria sino una gracia del Altísimo haber trabado conversación con un joven periodista que será grande y tiene madera de líder, Ángel Luque almeriense de 21 años que dentro de poco obtendrá su título de licenciado en Periodismo, director de la Web golpedirecto.com.
A todos, tanto a Nacho como a Rafael como a mí que peinamos canas, nos ha sorprendido por su discreción y una sabiduría en las cosas de la profesión que ha adquirido pese a sus pocos años.
Esperemos que ese “ángel” que le domina no lo abandone nunca ni se tire nunca al surco decepcionado en esta noble, hermosa pero dura profesión, durísima, que es la de la escritura.
Sólo prometo de momento sangre, sudor y lágrimas y una labor de lectura y de investigación sin casarse con nadie ofreciendo las dos caras de la noticia según solían los de la BBC, consultando todas las fuentes a golpe de alpargata y de teléfono, sin casarse con nadie.
Pensad que sois el cuarto poder y tratarán de compraros y de manipularos los poderosos. Que en vuestra aparente debilidad y humildad está vuestra fortaleza.
Con la globalización, el pensamiento único y el axioma de lo políticamente correcto es una pavorosa realidad Pienso en la linterna de Diógenes que iluminará un mundo de oscuridad, o en el alfolí, posito o silo de las ideas que harán avanzar a la humanidad hacia delante.
¿Cómo? Informar es deleitar, esclarecer y comunicar, contar el mundo cómo es sin esa flexibilidad de vértebras adulador con el político que caracteriza al actual periodismo español regentado por unos cuantos “instalados” que están ya algo carrozas por mucho que se maquillen y cuiden el look.
Estos chicos que van a regir los destinos de nuestra patria vienen pegando fuerte. Están mucho mejor preparados que nosotros. Carecen de los traumas que arrastraron los de mi generación que sufrimos el vórtice de posguerra y del enfrentamiento de las dos Españas. Y hasta yo diría que son más guapos y mejores personas.
Sería necesario dejarles paso, darles una oportunidad. Es verdad, Angelin, a estos instalados no les despegas de su poltrona ni con agua caliente. El que una septuagenaria perchelera, la Campos siga siendo la reina de nuestras tristes mañanas y de nuestras tardes insulsas con mucho adobo, tanto aceite, tanto maquillaje, tanto darle a la manivela de la moviola de la nostalgia y que la “Cleopatra” sea el rostro de la imagen de la noticia del telediario de mediodía en la primera cadena desde hace más de cinco lustros es un elocuente dato de que esta democracia ha heredado los vicios de aquellos franquistas a los que con tanto denuedo combaten.
Y yo soy un periodista de Franco pero me “desinstalaron” desde que cerré la tienda de la oficina de Pyresa en Nueva York allá por el año de 1978. afortunadamente, y como los periodistas no nos jubilamos nunca encontré una válvula de escape en Internet.
Esa podría ser la clave del futuro pero lo veo difícil porque la telemática no da un duro y yo como profesional me resisto a trabajar gratis porque amo mi oficio, profeso una cierta deontología (el que sirve al altar, viva del altar, decía San Pablo) y eso de no cobrar ni un mal reportaje es como hacer de pilungui y poner la cama.
Sin embargo, yo he venido aquí a hablar no de mi humilde persona y el afecto que siento hacia vosotros, queridos lebreles del periodismo, sino de aquella tarde de junio de 1964 creo que era la víspera de San Juan, cuando ganamos a La Unión Soviética y eso que estaba bajo los palos Leo Yasin el mejor arquero de todos los tiempo. Todo Madrid conteniendo su respiración se había dado cita en el Bernabeu que entonces se llamaba Chamartin. Yo conseguí una entrada en la gradería de arriba junto a la torre del oeste.
El aire era tibio, hacía calor, y desde allí se veía a los jugadores pequeñitos como si fueran piezas de futbolín. En el primer tiempo el guardameta ruso Lev Yashin hizo unas paradas despampanantes. Era la Araña Negra –vestía siempre de luto por los muertos en la batalla de Stalingrado- reputado como el mejor guardameta del mundo.
Nuestro Iribar el Chopo-creo recordar- encajó dos goles y dos chuts de Kutnetsov dieron en el larguero pero la selección española a las ordenes de Villalonga, aquel capitán de caballería, un cordobés alto y con bigotito, se empleó con furia y cuando Marcelino a pase de Pereda dio aquel imponente cabezazo que mandó a la red el tercer tanto rugió la marabunta.
Se ensancharon los corazones. De nada valió la palomita con que voló por los aires el atlético Yashin para atrapar el cuero. La Araña Negra. Un gol nada menos que a Rusia. El fútbol sirve no sólo para mejorar el cuerpo humano sino para afianzar las relaciones internacionales y aquel encuentro marcó el hito de una “ostpolitik” que sería una de las claves del aperturismo.
Marcelino había perforado el telón de acero. Los jugadores rusos- vestían de rojo con una tira en la camiseta con las letras CCCP (Sovietski Soyuz, Socilistiski Republiki)- en contra de los que pensaban hasta entonces muchos españoles no tenían cuernos ni carecían de rabo. Eran unos muchachotes altos rubios, excepto el extremo izquierdo que era un armenio de Tbilisi que parecía un gitano, muy educados, de un comportamiento deportivo incomparable pues creo en el encuentro no se pitaron más de tres faltas. No hacían entradas a matar. Marcaban por zonas y estrechaban la mano de Iribar cuando éste hizo una de sus habituales palomitas felicitándole.
Pero la estrella era la “Araña Negra” casi dos metros de humanidad un portero de los de antes. Resultan que los rusos no eran tan perversos, que jugaban bien al fútbol y que se portaron con caballerosidad. Muchos pensaban que se sacaban la espina de la guerra civil aunque la prensa española estuvo muy comedida pero los colores de una selección nada tienen que ver con los pabellones de combate de un buque de asalto.
Era aquello simplemente un match. Recuerdo aquel 24 de junio de 1964 allá por las fiestas de San Pedro y San Juan como una de las más vibrantes y entusiastas de mi vida. Fue uno de los primeros partidos televisados- se habían retransmitido desde 1958 pero no era muy buena la señal ni llegaba a todo el país- porque hasta entonces habíamos seguido a la selección a través de la voz del gran Matías Prats.
Recuerdo el gol de Zarra en Maracaná y el fallo de Luis del Sol en el postrer minuto contra Checoslovaquia en los Mundiales de Chile del 62 que empatamos a uno quedándonos fuera de cuartos y no pudimos pasar a la final. ¡Qué grande es el fútbol, amigos míos!
Nos apartó siempre a los españoles de los baticores de la política. Yo os sugeriría, mis queridos alevines de la prensa escrita, que vayáis a las hemerotecas y consultéis las crónicas de grandes jornalistas- nuestra humilde profesión tiene algo de jornal con el que nos ganamos los garbanzos los jornaleros de la noticia, apartaros de lo divos: Herrera en la Onda, Gabilondo, los cantamañanas de las radios y los tertulios que hablan mucho y saben poco y chupan cámara en los platós- como Gilera, Quilates, Miguel Ors y remontándonos en el tiempo a Wenceslao Fernández Florez un gallego sin par algo irónico pero malabarista de la pluma.
A pesar de todo la profesión que habéis elegido es maravillosa porque las abarca a todas y es una especie de humanismo conteniendo todas las disciplinas (era) porque un buen periodista tiene que saber de todo. Llevo yo dándole a la tecla cincuenta años. Nací escritor y quiero morir en escritor que es lo único que sé hacer.
Dura profesión vocacional que exige mucho sobre todo pelear contra la incomprensión y he visto a muchos hundirse en la sima de las tres famosas Ds (divorciado, deprimido, dipsómano)
Habrá que encomendarse a Santa Bárbara o a san Francisco de Sales. Old soldiers like good journalists never die. They only fade away. Bien claro lo dice este refrán inglés. Un abrazo.
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