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lunes, 26 de julio de 2010

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SANTA ANA DE MONTARÉS EL ROCIO PIXUETO




Todos los cojos van pa Santa Ana arriba voy yo con mi pata galana, dice un viejo adagio astur. Cuando corre 2010 no he podido subir al monte santo desde donde se otea una de las más espectaculares panorámicas de mar y monte del litoral cantábrico. Quisieron los cielos hacerme abuelo en el día en que la Iglesia celebra la fiesta de la abuela de Cristo madre de la Virgen y mujer que fue de San Joaquín, conque este año mis compadres me pondrán falta. Subía yo todos los años monte arriba entre los piornos y helechales muchos abedules algún roble y bastantes castaños. La autopista que lo cruza ha desforestado bastantes hectáreas de monte bajo pero qué se le va a hacer. La misa es a las doce y tocan las campanas. Tambor y gaita. A la hora de alzar suenan los acordes del himno nacional. Luego baile en la explanada. Que la fiesta tiene un origen sincretista y que era una antigua festividad baquica lo denota el que se tenga por costumbre entre el mocerío pixueto darle a la garrafa con menos moderación que mandan las buenas costumbres por lo que se agarran en lo alto y por todo lo alto curdas que son sonadas y los beodos ruedan por las veredas monte abajo casi sin detenerse hasta la misma bocana del puerto de Cudillero. Pero Dios todo lo perdona y los papás de la Virgen hacen la vista gorda. y mira para otra parte la gloriosa Santa Ana Sin embargo, es muy fuerte la devoción que sienten los mareantes pixuetos por su santa Anina así la llaman porque su ermita alta y bien dibujada cuando la ven señalabdoi el horizonte en dias de mala mar les consuela con el pensamiento de que gracias a la intercesión de la Gloriosa Santa ana podrá llegar a tiempo. Para mí esta fiesta es tan importante como la del Rocío pero celebrada sin tanto fanatismo, sin el señoritismo andaluz un tanto chulesco. Por alla arriba somos más llanos y no tan espectaculares pero hecnhidos tambien de fe cristiana y asturiana hasta las cachas. Aquí van unas fotos captadas de la fiesta durante casi cinco lustros que estuve subiendo al alto de Montarez. Que la santa anina dulce y guapina nos valga.

SANTA ANA DE MONTARÉS EL ROCIO PIXUETO




Todos los cojos van pa Santa Ana arriba voy yo con mi pata galana, dice un viejo adagio astur. Cuando corre 2010 no he podido subir al monte santo desde donde se otea una de las más espectaculares panorámicas de mar y monte del litoral cantábrico. Quisieron los cielos hacerme abuelo en el día en que la Iglesia celebra la fiesta de la abuela de Cristo madre de la Virgen y mujer que fue de San Joaquín, conque este año mis compadres me pondrán falta. Subía yo todos los años monte arriba entre los piornos y helechales muchos abedules algún roble y bastantes castaños. La autopista que lo cruza ha desforestado bastantes hectáreas de monte bajo pero qué se le va a hacer. La misa es a las doce y tocan las campanas. Tambor y gaita. A la hora de alzar suenan los acordes del himno nacional. Luego baile en la explanada. Que la fiesta tiene un origen sincretista y que era una antigua festividad baquica lo denota el que se tenga por costumbre entre el mocerío pixueto darle a la garrafa con menos moderación que mandan las buenas costumbres por lo que se agarran en lo alto y por todo lo alto curdas que son sonadas y los beodos ruedan por las veredas monte abajo casi sin detenerse hasta la misma bocana del puerto de Cudillero. Pero Dios todo lo perdona y los papás de la Virgen hacen la vista gorda. y mira para otra parte la gloriosa Santa Ana Sin embargo, es muy fuerte la devoción que sienten los mareantes pixuetos por su santa Anina así la llaman porque su ermita alta y bien dibujada cuando la ven señalabdoi el horizonte en dias de mala mar les consuela con el pensamiento de que gracias a la intercesión de la Gloriosa Santa ana podrá llegar a tiempo. Para mí esta fiesta es tan importante como la del Rocío pero celebrada sin tanto fanatismo, sin el señoritismo andaluz un tanto chulesco. Por alla arriba somos más llanos y no tan espectaculares pero hecnhidos tambien de fe cristiana y asturiana hasta las cachas. Aquí van unas fotos captadas de la fiesta durante casi cinco lustros que estuve subiendo al alto de Montarez. Que la santa anina dulce y guapina nos valga.





HONREMOS A LA GLORIOSA SANTA ANA

LA GLORIOSA SANTA ANA DE MONTARÉS GUARDE A ASTURIAS Y PRESERVE A ESPAÑA

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ERMITA BLANCA Y BIEN DIBUJADA EN LO ALTO DE UN CERRO

lunes, 3 de mayo de 2010

SANTO SINDONE

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MISTERIOSOS

MILAGROS

DE

LA SABANA SANTA

DE TURÍN

POR



ANTONIO PARRA GALINDO





Según un reciente informe de peritos y paleólogos, es cierto que este ornamento pudo pertenecer al Señor





Es una historia apasionante que comienza en la Edad Media, en la que se funde la verdad con la leyenda y el mito. Unos dicen que se trata del verdadero rostro de Cristo. Otros que es un fraude. En realidad la Sábana Santa de Turín se ha convertido en la reliquia más polémica de toda la catolicidad desde que fue captada en los negativos de un fotógrafo italiano hace justo un siglo. La peripecia experimentada por este trozo de sudario hebreo -  o medieval ? - desde Jerusalén a Edesa, hoy ciudad turca, y de allí a Constantinopla de cuya catedral fue expoliada por los templarios y trasladada a Francia, y de allí a Italia sería materia suficiente como para llenar con libros y documentos toda una recóndita galería de los archivos secretos vaticanos cerrados a cal Sindonología y canto. Ha dado lugar a una nueva rama muy específica de la ciencia histórica que se llama . Y, coincidiendo con la salida a luz pública de las famosas placas de Secondo Pía en 1898, la literatura esotérica es un género con garra en la sociedad de consumo, inquieta por las cosas del más allá pese al cacareado materialismo.

Los cristianos griegos denominan a la famosa efigie  Mandylion , que quiere decir el paño sagrado. En el siglo VI el patriarca Nicolás Mesartes ordenó su traslado desde Edesa hasta la catedral de Santa Sofía. De acuerdo con una leyenda apócrifa, Cristo no murió tras su suplicio en la cruz. Cuando lo dieron por muerto, su amigo Nicomedus pidió sus restos al prefecto Pilatos y saliendo de Jerusalén a favor de la noche se llegó hasta el enterramiento, curó las heridas del crucificado muy maltrecho pero aun con alientos y trasladó al herido hasta Edesa donde el Salvador sometido a un tratamiento de hierbas, pues Nicodemus era médico apotecario, vivió hasta los noventa años una segunda vida oculta. Su mortaja consistente en el paño mortuorio con que los judíos acostumbraban a ceñir a los difuntos quedó impregnado de los rasgos físicos del Señor como consecuencia de las substancias aromáticas y conservantes con las que fue fajado en el acto de inhumación: aloe, mirra y cinamomo y otros aditamentos balsámicos con los cuales los antiguos atajaban el proceso de descomposición. Las cintas y vendajes que encontraron las Santas Mujeres en la mañanita de Pascua aparecieron impregnadas del olor corporal y las marcas de la silueta de Jesús. Según la costumbre judía, depositaron en la cavidad bucal del finado un denario al objeto de poder pagar al Barquero, cuando se presentase a Caronte quién pasaba los muertos a la otra orilla de la laguna Estigia previo pago del salvoconducto. A todos los difuntos se les introducía en el paladar o sobre la frente el óbolo de costas para la postrer singladura. Era un rito griego que los hebreos asimilaron en sus exequias. Curiosamente, en la Sabana Santa quedan vestigios metálicos en forma de redondel que bien podría haber sido producido por un denario. Esta es una historia muy bonita aunque difícilmente creíble.

Todos los viernes del año hasta su expolio por los cruzados de Godofredo de Bouillon era trasladada la reliquia desde la catedral de Santa Sofía a una iglesia extramuros , que llevara por nombre Agios Ivan Xristiteli, emplazada en el arrabal Blancherna, en la propia Estambul. Los otomanos la destruyeron.











El Mandylion o Santo Sudario es seguramente después del lignum crucis que trajo Santa Helena en el siglo IV desde el Monte Calvario la reliquia más venerada y una de las más espectaculares a pesar de que su autenticidad ha sido muy debatida habiendo generado apasionadas controversias dentro de la

comunidad científica. La razón parece amotinarse contra el legado de esta tradición. Sin embargo hay razones que manda el corazón que no entiende la lógica. Los detractores del Santo Síndone no ven ello más que el prurito de la imaginación calenturienta, un embuste que se sacaron los curas de la manga de la estola para enriquecerse a costa de las credulidades del vulgo. El clero sabe estar al santo y a la limosna. Por consabido hay que dar que la religión bien administrada es una fuente de divisas y el soporte más fiel del poder en todas las épocas, porque no vamos a contradecir a Lenin en lo del opio del pueblo. Esto ha pasado algunas veces. Nadie puede resucitar. Va contra las normas físicas y la naturaleza no puede forzar sus propias reglas , establecidas por Dios. ni ir más allá de sí misma. Los detractores de los milagros y los que no creen en la Resurrección - tenían ya un precedente en el pueblo hebreo, una de cuyas sectas, los saduceos, negaban el Seno de Abrahán - y de las sofisterías místicas recalcan que el documento de Turín fue una falsificación del siglo XIII llevada a cabo por un experto alquimista que conocía las reglas cromáticas de las manufacturas textiles y manejaba el pincel divinamente, porque seguramente sería un monje del Monte Athos especialista en representaciones iconográficas...Sea...

Es una opinión respetable, igual que las demás, pero, como dicen los británicos:  there is more than meets the eye . Esto no es todo. Hay aspectos de la cuestión que no los abarca el ojo desnudo. El rostro de Cristo está en todas partes. Se multiplica. Viaja por Internet. La batahola de ondas hertzianas .En 1997 el paño salió milagrosamente indemne de una fuego que se declaró en la capilla del relicario de Turín. Algunos vieron en este hecho fortuito o provocado un signo.







LOS TEMPLARIOS

El legendario Jacques de Molay, maestre del Temple , al que por orden papal se encarceló en la Bastilla y se mandó ajusticiar - subió al patíbulo el 14 de marzo de 1314-, antes de ser pasto de las llamas formuló una profecía escalofriante por su implicación a tres bandas. Contra el trono de Francia. Contra la Sede Romana quien por aquellas fechas vivía los aciagos tiempos del cisma de Avignon con sus retahílas de papas y de antipapas, bulas, interdictos, excomuniones, etc... Era por lo demás un maleficio contra el trono de Francia pronunciado desde una mazmorra de la Bastilla, que se cumpliría matemáticamente en 1789 la noche que guillotinaron a Luis XVI.  Un monarca de la Flor de Lís - profería el augurio - pondrá la cabeza en la toza; al papa lo meterán preso, y el rostro de Cristo nos mirará a todos desde el icono santo donde quedó plasmado por testimonio de su Resurrección al final de los tiempos. Será la contraseña de los signados a los que El vendrá a salvar en su segunda venida . El vaticinio del postrer clavero de los Caballeros del Temple que es muy similar a los que formula Juan en Apocalipsis anunciando que se estampará en la frente la señal del número de la Bestia: el anosmie o 666 entre los elegidos, y sólo ellos podrán vender y comprar ( no pensemos por favor en los intrigantes por lo herméticos y venales códigos de barras estampadas desde las cajetillas de cigarros hasta los paquetes de condones) parece haberse cumplido en la totalidad de sus tres apartados según nuestros vislumbres. Porque no solamente murió en la guillotina María Antonieta y el romano pontífice Pio IX fue internado en Santangelo por Napoleón sino que también se está produciendo una verdadera eclosión de iconos. Las estampas modernas de la imagen de Cristo no son ya las acarameladas calcamonías asexuadas y cursis de hace unos años sino que plasman esa mirada del Hijo del Hombre que puede ser de todos los hombres no de uno en concreto diseñada en el Mandylion o Santo Sudario. Nos referimos al Cristo abstracto posando en majestad y bendiciendo mirando enigmáticamente para nosotros con unos ojos de calor y de comprensión, pero con la frialdad y el hieratismo del Pantocrátor , que ciertamente no son de este mundo, porque trascienden el tiempo y el espacio, y con la caballera abundante y recogida hacia atrás a la manera de los iconos bizantinos .Es la vera efigie de la majestad solemne. Y hablando de iconos, claro está, ésta es la edad de la imagen cuando en cibernética no se podría funcionar sin los consabidos iconos virtuales del ordenador. Iconos es una palabra nueva que ha resucitado el lenguaje emblemático cargado de símbolos de los antiguos para comunicarse por señas jeroglíficas. Fluye por doquier. La proliferación de estas imágenes supone una verdadera revolución iconográfica en el seno de la Iglesia latina que ha adoptado las formas estilizadas y no antropomórficas de la griega a la hora de representar al Señor. En el principio era el crismón, que los cristianos de Roma marcaban sobre las bóvedas ocultas de las catacumbas. Con una ji (X) y la rho (P) griegas fundidas con la prótesis alfa y la apódosis omega, enunciando el principio y el fin de todas las cosas. Lo que abre y lo que cierra. La clave de la vida y de la Historia. El crismón se complementaba con el IXTHIOS,o pez eucarístico, que se corresponde a su vez con la palabra que en griego quiere decir pez y que en la simbología paleocristiana se traduce como CRISTO-JESÚS - HIJO DE DIOS. Estamos delante de la gran sigla, de bruces sobre el arcano de los misterios, a la sombra del Grial, que bien pudiera ser el Santo Sudario.

En los retablos de ahora y en los modernos altares de los templos edificados durante las últimas décadas se representar con harta frecuencia al Mandylion o Santa Faz, y a la Virgen como Odyguitria (la que muestra el camino) de la iconografía ortodoxa, idealización esquemática y escoltada por sendos arcángeles con figura humana con las alas distendidas y por debajo el epígrafe heleno  Mater Theous( Madre de Dios). No se sabe cómo era Jesús en su carne mortal, pero éste es el único dato fiable, pues según las mediciones antropométricas del sudario, debió de medir entre 1,82 metros y 1,90 de estatura. Tenía la cara alargada y debió de ser un varón hermoso y bien proporcionado, la tez trigueña con una cierta retiranza aria más que semita, y los miembros bien proporcionados.

El cuadro de la Odyguitria ( La Virgen del Perpetuo Socorro) se le atribuye al evangelista Lucas que era médico y pintor, pero esta antiquísima tradición ha de ser acogida con reservas ya que tampoco tenemos pruebas precisas al respecto. Sin embargo, este ornamento sagrado, según el dictamen de los expertos que han determinado de un forma categórica e inconcusa las denominadas pruebas del carbono catorce llevada a efecto por científicos yanquis, obsecuentes con el criterio de que era una falsificación de urdimbre medieval.





II





El normando Geoffrey de Charny, un discípulo de Morlay , que estuvo preso en San Juan de Acre durante las cruzadas, llevó a Roma el lienzo funerario, para ser bendecido y cotejado. Con la anuencia del papa Clemente VII lo colocó en la cripta de la iglesia de Lorey.  Formaba parte la famosa reliquia del legendariamente fabuloso tesoro de los templarios tan codiciado por el rey de Francia? Los historiadores se muestran de acuerdo en que una de las causas de la muerte del preboste de la Orden más importante que tuvo la Iglesia en los siglos finales de la Edad Media fue la codicia de Felipe el Hermoso de consuno con las apetencias de la Silla Romana. No se sabe a ciencia cierta bien lo que pasó, pero corría la voz de que los templarios eran grandes alquimistas y que guardaban no solamente el Grial que abría las puertas del cielo y de la felicidad en la tierra, sino que también habían alcanzado la fórmula secreta de transformar cualquier metal en lingotes de oro. Porque, familiarizados con las ciencias ocultas e íntimos conocedores de los arcanos de la crisopeya, habían accedido al ultimo grado de los conocimientos gnósticos . El que da llegar a la piedra filosofal. Pero todo esto es fabuloso. Volvamos a los hechos contrastados por la historia.

El lienzo funerario fue exhibido en París por la viuda de Geoffrey de Charny, del que se decía que era un hijo natural del maestro del Temple, Jacques de Morlay, que murió en el tormento de la hoguera. La condición de sacerdotal no era óbice por tales calendas para que personas consagradas como eran los monjes de las órdenes militares se reservasen el derecho de procrear y tuviesen comercio carnal con mujeres, y esto deshace también la especie vertida contra los templarios de practicar la pedofilia , reduciéndola a la categoría de bulo. Fue uno de tantos infundios que contra ellos fueron propalados por aquella época: la homosexualidad.

Clemente VII publica un rescripto para que la joya pudiera ser expuesta al público en la ciudad de Lirey. En 1578 ya está en Turín donde consigue convertirse en una de las grandes atracciones místico históricas de la capital del Piamonte, pero su ostentación a la devoción popular se restringe a días muy concretos del año. La reliquia había llegado muy dañada como consecuencia de un fuego que hubo en la ciudad de Lirey ; quedaron algunos chamuscones en los bordes, pero la pieza salvó también aquella vez milagrosamente.

Hasta el presente siglo a raíz de las espectaculares fotografías tridimensionales obtenidas en 1898 no se somete al pertinente análisis químico Con técnicas muy depuradas como los rayos infrarrojos y la utilización de sales especiales para rastrear toda su estructura con rigor exacto.

Se observa en la composición una serie de elementos conservantes como el áloe, savia de Terebinto, mirra y otras substancias balsámicas, pero lo que llama la atención de los estudiosos es un hecho poco común: en el lienzo aparecen partículas de plantas liliáceas hoy extinguidas y cuyo florecimiento los palinólogos( especialistas en botánica arcaica) fijan en Asia Menor y Palestina hace muchos siglos; esas yerbas nunca crecieron en Europa, a decir de los expertos, que vienen a ser los arqueólogos de la fitología. No es posible que en la Edad Media pudieran haberse producido estas flores en el Viejo Continente, a no ser que hubiesen sido transportados por vilanos o en alas de algún pájaro migratorio o por el aire mismo. Este es un argumento a favor de los que creen en la autenticidad de la tan controvertida tela.

Los estudios en razón de la polémica mundial suscitada fueron en incremento después de la II.G.M. cuando Turín , tomada por los americanos, a raíz de la caída del fascismo, llega a ser la capital europea del esoterismo. Los científicos USA han capitalizado el asunto desde aquel primer reportaje por la TV. en 1973, y sobre todo, a partir de las conclusiones de un equipo de investigadores de la NASA que detectaron en el paño las secuelas de lo que pudiera haber sido una explosión nuclear. Hay en todo ello materia esotérica para dar y tomar. Un género literario que inunda las librerías del mundo. Hoy muchos se refieren a la Sábana Santa de Turín como el Quinto Evangelio.



CUERPO MÓRBIDO

Todo es tan aleatorio como inconcuso a la vez. Cabe la instancia de que la tela en la cual fue envuelto el Señor fuese una falsificación llevada a efecto por algún ducho  manitas  italiano avezado a la técnica de la reproducción oleográfica precisamente en una época en que proliferaba el culto a las reliquias como retributivo fenómeno de fe en el más allá y en el negocio, que en este mundo pecador no hay ganancia mayor que allí donde se atisba algún hecho preternatural, supuesto o real, porque la aparición da siempre lugar a la peregrinación y, ésta al emolumento y la ganancia, como demuestra el hecho de que Fátima sea el capítulo más importante en el ingreso de divisas que tiene montado el gobierno portugués, y otro tanto podría decirse de Lourdes, y nada se diga de Jerusalén.



Es verdad. Tales apostillas son absolutamente razonables, pero tampoco hay que dar de lado al carisma como categoría inherente a la religión predicada por el Nazareno, que cerró la boca de los leones en el circo de Roma, sobrevivió a las herejías, las revoluciones aguantando el filo de la espada y sobrevivirá a sus enemigos de dentro y de afuera, a los errores de sus ministros, a las modas y a la especulación política. El icono de Turín en esta época iconoclasta e iconográfica a la vez , puesto que domina la imagen que triunfa y vende, la que entra por los ojos, se ha convertido en un símbolo de la espiritualidad de nuestros días, un tanto supersticiosa, la verdad sea dicha, porque no cabía otra fórmula. Puede ser un argumento también de que las relaciones con la divinidad, pese al mecanicismo, el materialismo y el racionalismo de la época no han quedado rotas. El hombre no puede remediar su fascinación por la trascendencia en medio de las dudas y del ambiente propicio a no creer más allá de lo que se plasma delante de nuestras propias narices.

La Santa Sábana con su hermetismo misterioso parece encerrar la clave de ese misticismo gnóstico que fascinó a los Templarios tan vilipendiados pero al mismo tiempo tan en boga. Está volviendo el Temple ? Marcará el milenio entrante el cenit del culto gnóstico como elemento catalizador de síntesis entre todas las religiones en la época del ordenador y de las conquistas espaciales a la sombra del Evangelio? Es a lo que aspiraban estos frailes, grandes constructores de catedrales, introductores en Europa de la tradición caballeresca, apasionados de la sabiduría y de la ciencia ( en todas sus construcciones arquitectónicas introducían como elemento decorativo o mascota de protección un  baffamot que era una especie de cerebro electrónico) pero Roma, que años más tarde procesaría a Galileo, celosa de su poder desmedido, y que nunca ha permitido que nadie le hiciese sombra, como se comprueba a lo largo de los turbios manejos de los papas de la Edad de Hierro, entre el siglo VII y el año 1000, o la oposición con el emperador germano en la siniestra cronología de las Investiduras, sin hacer excepción de los pocos edificantes pontificados Borgia, mandó a Jacques de Morlay al quemadero. Su maldición pesa cual negra sombra sobre Sede Apostólica.  Pedirá ella perdón rehabilitando al ultimo clavero de la Orden de San Juan Bautista - algunos anales lo acreditan como mártir - como ya hizo con Galileo o con Savonarola?

Todo eso está por ver. En cualquier caso , los templarios, iniciados en los secretos gnósticos y teniendo en cuenta su condición militante y penitente, porque en eso siguen al Precursor, tendrían la clave del futuro y pudieran salvar a la Iglesia de tanto poder, tanta regalía, tanto ir y venir en papamovil, rescatandola de las garras de los italianos y del mal más grave que siempre la amenaza: la macrocefalia y el dogmatismo, tan lejos del Mensaje del Sermón de la Montaña Eso pertenece al aparato externo y a la hojarasca vicaria de los intereses humanas. Por eso, la Iglesia que es eterna y se encuentra dominada por la sabiduría del Espíritu , cuando muere un papa, lleva a cabo uno de los ritos funerarios más emocionantes y significativos. El anillo pastoral del pontífice fallecido es machacado con un martillo de grandes proporciones y en torno al cadáver se hacen nueve abluciones y se rezan nueve responsos, no uno como al común de los mortales, porque el pontífice al heredar la tiara se cree que está sujeto a más tentaciones - sobre todo las que otorga la gloria y el poder en ejercicio - que los que nunca tuvieron sobre sus espaldas responsabilidad tan abrumadora como la de ejercer las funciones de representante de la divinidad en la tierra. Suele decirse que casi todos los sucesores de Pedro al llegar la hora de la muerte se sienten atormentados y sobrecogidos pues temen más que las personas ordinarias el juicio de Dios. Su responsabilidad es entonces mayor y al rendir cuentas se le reclamará en grado consonante con las obligaciones. En la ceremonia de entronización hay otro rito pontifical que recalca ese aspecto de la fugacidad de las cosas humanas: el cardenal arcediano va delante de la cruz procesional portando en la mano una tea encendida que pronto se apaga, mientras exclama:

- Pater sancte, sic transit gloria mundi. (Así se esfuma la gloria del mundo, Santidad).

Por desgracia - lo demuestran los anales - muy pocos elegidos para tan alta misión entre los sucesores de San Dámaso hacen demasiado caso del imperativo de rúbrica en el ceremonial de coronación .Solieron caer en la tentación del poder y de la vanagloria por causa de la flaqueza de la condición humana. El poder supone una tentación, porque corrompe, y el poder absoluto más aún.. Sin embargo, portentos como el que nos ocupa, o los sucesos extraordinarios de las apariciones de los que se tienen noticia en el mundo de hoy, pero , sobre todo, esa llamada interior de la fe que sienten en su interior muchos cristianos, esa intuición, esa luz interior, que es lo más maravilloso del cristianismo, que nos ayuda a pechar con las múltiples dificultades de nuestra vida, consuela en las aflicciones, y guía en la oscuridad de los caminos de la existencia plagados de abrojos y de peligros, apuntalan más nuestro compromiso con el Evangelio a despecho de las pompas y vanidades terrenales o las miserias y grandezas del peso de la púrpura, que no todos saben llevarla con dignidad. Es lo de fuera, hojarasca que mudará el viento de los otoños. La savia está en el interior del tronco del árbol y seguirá brotando cada primavera. La Iglesia esotérica siempre estará más viva que la exotérica que es la aparece relacionada con las fuerzas seculares.



III







En el oficio divino se repite con frecuencia un adverbio latino (multifariam = en muchos puntos y lugares) que expresa ese alto concepto sobre la multiplicidad sorprendente y de las formas más inauditas con que se deja sentir la acción divina sobre el mundo. El rostro de Dios es poliédrico y su casa encierra infinidad de moradas. La idea que esbozó el Maestro a lo largo de sus predicaciones por Galilea pertenece a la filosofía gnóstica que fue la primera en descubrir la diversidad de la realidad casi inabarcable por lo complejo de las situaciones en que se manifiesta y recapitula Einstein en su Teoría de la Relatividad. Aquel descubrimiento hizo que el mundo dejase de ser el mismo. Por lo pronto, puso a toda la Física patas arriba, disparó las naves espaciales hacia el cosmos, colocó sobre el frágil planeta nuestro el cartel de:  No tocar .Peligro de explosión nuclear con la tibia y la calavera imbricadas. Jesús insiste en este principio calcado de la ideología de Hermes por lo menos en tres ocasiones cuando dice: No juzguéis y no seréis juzgados... Dejad que los niños se acerquen a mí ... Amáos los unos a los otros  . Es decir: dejaralo estar, no busquéis los cuatro pies al gato, que la verdad está en el amor. Pero el amor es conocimiento y es correlativo a la sabiduría porque sólo el que conoce vive y ama. Por contra, el odio, los prejuicios humanos siempre suelen amancebarse con la ignorancia y con la inquietud. Esa idea la había predicado, casi veinte siglos antes que Cristo, Hermes Trimegisto de Alejandría, el tres veces grandes, tres veces santo, tres veces sabio , convirtiendola en piedra angular de su filosofía. Es un maravilloso canto a la vida interior, atrio inviolable de la libertad de pensamiento y de acción.

El Santo Síndone, curiosamente, en abono de un enigma que no cesa, fue guardado sólo en iglesias y basílicas dedicadas a la advocación de San Juan Bautista ( en Edesa, Lirey, Estambul,Turín) , porque iglesia templaria del Precursor era la de Lirey e iglesia del mismo nombre es la de Turín donde se encuentra la más famosa teca de la Cristiandad. Su primer bastión fue San Juan de Acre orilla de Jerusalén. Es una casualidad o un signo de la Providencia ?

 He aquí el monumento eterno de la gloria de los sufrimientos de Jesús Crucificado. Venid a adorarlo... Ave, o bona crux , spes unica, dijo en un sermón pronunciado el 24 de junio de 1898 en la iglesia de Turín antes mencionada el arzobispo metropolita, Agustín Richelmy en los fastos de la ostentación de la reliquia a la veneración popular. Por tales fechas el mundo entero se conmovió con las impresionantes fotografías obtenidas por un fotógrafo local, SECONDO PIA, el cual en enero del mismo año obtuvo unas placas del Síndone en tres dimensiones, en las cuales los científicos apreciaron signos de haber estado enrrollada la sábana a un cuerpo mórbido en estado de putrefacción. En el pecho quedaban marcas de flagelación. En las sienes, las de las espinas y en las muñecas los estigmas de los clavos. Es el primer testimonio que ratifica que el reo no pendió del madero por las palmas de las manos sino por las muñecas, y que no hubo cruciferagio o rotura de las piernas , como testimonia el Evangelio contraviniendo así las normas del tormento infligido por los romanos a condenados a morir por muerte de cruz. Para acortar la agonía se les partían las piernas a los crucificados , pero con Jesús no hubo necesidad al comprobar sus esbirros que acababa de expirar. El centurión optó por el golpe de gracia de hincar la lanza por los ijares, de donde manó sangre y agua .La Quinta LLaga.

El reportaje de Secondo Pía dio vuelta al atlas. Muchos creerían, pero otros pensaron en un montaje bien amañado por los curas. El rey Humberto I de Italia prohibió hacer más fotografías. Las instántaneas aparecían en todo su esplendor como dotadas de un fuerza indeleble que conmovió a las naciones ante el aspecto sereno de aquel varón de dolores de faz augusta que recordaba la visión del semblante de Cristo ya manejado por la iconografía oriental. El arte de la fotografía estaba en pañales, pero la cámara oscura y el trípode de Secondo Pia utilizando los polvos de oxalato de hierro y de manganeso habían sacado una reproducción perfecta y hasta diríase que inquietante. Tras los baños de plata pertinentes quedaría positivada sobre el negativo la imagen en cuestión proyectando una silueta indeleble del cuerpo del Señor, una composición en la que destaca la faz inalterable del sujeto pese a los sufrimientos. El varón de dolores que profetizara Isaías se muestra ajeno a sus propios padecimientos, porque los ha vencido, los ha remontado.

En diciembre de l899 otro francés aficionado a la fotografía, Ulises Chevalier, fue llamado a declarar ante un tribunal de Lyon, donde un grupo de católicos habían sido denunciados por falsarios, después de haber comercializado y puesto a la venta las famosos negativos de su colega italiano. En la deposición forense que haría Chevalier delante del juez, declaró que las placas habían sido tomadas del natural sobre el original existente y que no estaban pintadas ni retocadas. Francia vivía entonces conmovida por el asunto de Dreyffus y las revelaciones de Ulises Chevalier a muchos les parecía una salida de tono. Se exaltaron los ánimos de los círculos agnósticos y ateos preponderantes en la Francia de fin de siglo. Se reclamó el veredicto del Pontífice sobre el tema, pero ni León XIII ni su sucesor se pronunciaron ni en un sentido ni en otro al respecto del escabroso aliciente del Santo Sindone. Sería Pio XI, un intelectual y escritor que pasó la mayor parte de su vida hasta su elección encerrado en la biblioteca y que, contra todo pronóstico creía en el carisma de los milagros ( él canonizó a Teresa de Lisieux proclamando la  lluvia de rosas ) el que dictaminara que la reliquia del Santo Sudario estaba admitida por la Iglesia.



LAS CARAS DE BELMEZ

Hace unos años la España franquista se sintió conmovida por un hecho que se salía de lo corriente. En una casa particular del pueblo jiennense de Bélmez aparecieron una serie de rostros en el muro perfectamente diseñados. Se comprobó que allí hubo enterrados o emparedados personas. Sucede que el sudor mórbido de los moribundos y de los cadáveres exhala urea , una sustancia química que al fermentar produce amoniaco. Cuando se evapora el amoniaco éste a su vez cría tanino; el tanino determina finalmente que surjan imágenes. Es una reacción química equiparable al proceso que utilizan los fabricantes de calcamonías. El amoníaco de las caras de Bélmez y las impregnaciones de la Sábana Santa obraron ese milagro inexplicable aparentemente, aunque en el fondo estén perfectamente incardinadas sus causas en las leyes físico químicas.

Hubo un factor de sorpresa añadido cuando en 1973 los militares estadounidenses J. P. Jackson y Eric Jünger revelaron que habían encontrado en el sudario marcas de lo que podía haber sido un estallido de radiación solar. Los evangelistas narran cómo las santas mujeres que se acercaron al sepulcro vieron una luz sobrecogedora que las hizo temblar, pero un ángel vino a confortarlas al tiempo que decían que al que buscaban no estaba allí, que había resucitado. Sus declaraciones estallaron como una bomba. Los más aviesos fueron diciendo por ahí que Cristo era un extra terrestre. La Nasa estaba por esos días metida de lleno en la investigación de los platillos volantes. Las teorías de Jackson y Jünger no pudieron concretarse en demostraciones fehacientes pero contribuyeron a que no menguase el interés por la venerable reliquia.

Resulta que ésta era de una textura inconsútil al igual que la túnica de la cual hablan los evangelistas y que los soldados romanos se jugaron a la taba al pie de la cruz. Era de lino sin costuras y en un segundo análisis volvieron a aparecer los restos de pólenes y de yerbas exóticas. Las pruebas del carbono catorce incoadas en la segunda mitad de la década de los 90 dieron resultados negativos sobre la antigüedad del documento, pero, a decir de determinados sindonologos, las pruebas del carbono, que dataron el lienzo hacia comienzos del siglo XIII y nunca en los inicios de la era actual dijeron que no habían sido llevadas a cabo convenientemente. Otros alegaron que dichos experimentos fueron una forma de poner a la Iglesia contra las cuerdas mediante comprobaciones periciales . Ésta hubo de admitir que, si bien es posible que la sabana no fuese el sudario de Cristo lo resulta infalible que se trata de la reliquia más veneradas del orbe. La que ha creado a lo largo de los siglos un mayor nivel de fervor y de expectación..

En éstas estábamos cuando se produce un pavoroso incendio en la capilla de San Juan Bautista de Turín en 1997 con el papa en el estribo del avión para emprender uno de sus múltiples viajes. Todo el edificio fue pasto de las llamas pero el vestigio de incalculable valor sale indemne del fuego, un hecho que unos reputan de milagroso, pero que otros atribuyen a la pericia y al arrojo de un bombero que logra rescatarlo cuando ya el cofre de metales preciosos donde se guarda el corporal daba señales de fundirse. Hay quien atribuye el percance a la acción intencionada de una mente maligna y criminal. Porque ha de ser tenido en cuenta que Turín es una de las ciudades mundiales donde más casos de posesión diabólica se han dado últimamente , al ser la industriosa capital del Piamonte sede de sectas y conventículos que profesan el culto al diablo. A los pocos meses del incendio sobreviene el terremoto de Asís, otro hecho que tampoco los estudiosos de las ciencias ocultas del siglo XX dan por casual, porque así estaba escrito de antemano. Ya lo anunciaban algunas profecía









IV



Cabe la posibilidad de que nos encontremos ante una falsificación, obra de la alquimia que bien pudo ser trocado en la retorta de algún monje oscuro conocedor de las leyes secretas que rigen el crisol de los metales y la combinación de los ungüentos y colores. La alquimia era el arte sagrado , el gran  desideratum  de la sabiduría hermética.. Se cultiva durante toda la Edad Media en Europa. Fue traída por los árabes. Nunca se practicaba a la luz del día sino en el interior de lóbregas cavernas, donde hombres excéntricos de narices corvas y largas melenas de guedejas grises, rodeados de matraces, alquitaras y otros cachivaches y vidrios tallados que contenían líquidos de diversos colores en ebullición llevaban a cabo sus investigaciones. El introductor de la alquimia en España fue Raimundo Lulio el Venerable. El doctor iluminado como se le conoce en los estudios teológicos murió mártir apedreado por los sarracenos fundamentalistas. Si no ha subido hasta ahora a los altares quizás se deba a haber cultivado esa actividad tan sospechosa como es la alquimia.



Hubo un papa, Juan XX, que cultivó la panacea universal o arte de transformar en oro los metales; en su testamento otorgado el l334 legó a sus herederos una suma considerable de 28 millones de florines obtenidos en el alambique secreto que transmutaba en metales preciosos los viles y que practicó las ciencias ocultas toda su vida. Era un alquimista, y alquimista fue el famoso quiromántico y adivino de la corte de Juan II, el marqués de Villena,cuya tumba puede visitarse en los Jerónimos de Segovia. El tal marqués también conocido por  el de Villena, ni palabra mala ni obra buena  - tal debería de ser su catadura moral y su perfidia - se rumoreaba tenía pacto con el diablo y gracias a estas mañas conseguía resucitar a los muertos . Incluso llevó a cabo el primer caso de clonación de la historia fabricando un personaje que era idéntico a sí mismo. Merced a este doble logró salvar el pellejo multitud de ocasiones.

En la época de los magos medievales hacer una réplica o fabricar un sudario semejante al que tuvo en sus manos José de Arimatea no era cosa difícil. Había tecnología suficiente para ello, una tecnología que hoy se ha perdido como se ha perdido el secreto de los maestros que edificaron las grandes catedrales europeas. La alquimia y la sabiduría hermética era la pasión de aquellos siglos , tanto como pudo serlo la cetrería o el conocimiento de las yerbas.

Un médico francés, el Dr. Barbet , comprobó en el lienzo de Turín hasta 120 marcas de azotes o golpes de  flagrum - un palo al que iban unidas unas correas de cuero rematadas por bolas de acero  verbera  con las que se flagelaba a los condenados - llegando a la conclusión de que la paliza fue administrada por dos verdugos diferentes los cuales se habían ido turnando en la tarea.

Cinco hebras de la Sábana escudriñadas al microscopio en 1973 revelaron que la imagen se plasmó sobre un cuerpo mórbido porque había rastros de amoniaco y partículas de sustancias aromáticas y residuos de fanerógamas no habituales en el continente europeo pero bastante frecuentes en Asia . Se encontraron manchas de sangre coagulada y las ya consignadas marcas de clavos en las muñecas. Cristo pesaba unos ochenta kilos y medía poco más de un metro ochenta centímetros. Murió de asfixia a causa de su posición en la cruz que determinaría un encharcamiento de los pulmones al cesar éstos de bombear aire. Las pruebas del carbono catorce fueron efectuadas por William C. Libby, premio Nobel de Química 1960, uno de los investigadores que contribuyeron en 1946 al hallazgo de los tan traídos y llevados Rollos del Mar Muerto . Aunque se trata de una reacción química harto compleja podría sintetizarse de la manera siguiente: cada minuto que pasa los seres vivos crean una cantidad determinada de isótopos carbono catorce , pero cuando esas plantas o animales cesan de absorber oxígeno terminan al punto las emisiones del isótopo. Es posible calcular la edad de un fósil o de cualquier materia siguiendole la pista al carbono catorce estudiando al microscopio las adherencias y trazas que deja en torno suyo todo cuanto tuvo vida. La edad de un árbol se puede colegir al trasluz de los arillos concéntricos .que aparecen como un diagrama al hendir la sierra en el tronco para cortarlo .El surco de cada circunferencia es una floración. Pues muy similar a esto es mutatis mutandis la prueba del carbono catorce. La energía ni muere ni se destruye, sólo se transforma. A tenor con ese axioma hay una interdependencia cósmica o lo que llaman algunos científicos el  EFECTO MARIPOSA. El batir de las alas de un insecto en Nueva York puede provocar un huracán en Mallorca. La biblia traduce dicho principio sinérgico con una frase que nos debe llenar de esperanza a los creyentes:  vita mutatur non tollitur . La vida se cambia o transforma nunca se arrebata. La materia se adapta y adopta otras formas (metamorfosis). Los que creen en la reencarnación se basan en este principio del efecto mariposa  , porque la energía es indestructible y todo lo que vive deja un rastro indeleble en algunos casos como demuestran algunos estudios con fósiles. Las investigaciones palinógrafas a que ha dado lugar el Santo Síndone determinan la existencia de otra flora muy diferente a la que hoy conocemos. Algunos folículos aparecen estratificados cuando se contempla toda la pieza a través del ojo implacable del microscopio, en forma de muescas o adoptando otras formas caprichosas de la naturaleza.

La familia Charny lo tuvo en su poder hasta 1356. El Santo Sudario ha resistido dos incendios, varios intentos de robo. La imagen aparece estampada o impresa mediante una técnica xilográfica, de la misma forma que pudiera ser estampado un vestido a la moda. La faz del Señor emerge con una semblanza muy humana y muy divina al propio tiempo, emanando toda su figura recogimiento y quietud sin convulsiones macabras ante la muerte. Es un rostro de varón muy de antes y después, en el que se funden el hoy , el mañana y el ayer, porque es valedero para el ser humano de todas las épocas. Se da la coincidencia de que la reliquia más venerada por la Iglesia latina presenta una clara tendencia griega. En ello tal vez haya que encontrar un síntoma de hacia adonde apuntan en eclesiología la dirección de los turnos de la veleta que marca el rumbo de los vientos. EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ. Ex oriente, lux . La luz alumbra ya sin más requisitos para los tiempos venideros. Ex Oriente Lux. La luz del día augural de la fe remonta por Levante. Es el rostro del Redentor que viene, y su presencia se siente cada vez con más fuerza también.

En el caso de que sean ciertas las aseveraciones de los científicos americanos que aseguran haber hallado el rastro de radiaciones que impregnaron el cadáver devolviéndolo a la vida, cabría suponer que la fuerza de aquella eclosión hizo saltar por los aires la losa del sepulcro y que Jesús transformado en cuerpo de luz venció a la fuerza de la gravedad . Hay un halo inexplicable en toda la composición. En la región intercostal destacan las secuelas de una incisión o boquete, pero sobre todo, examinada la cavidad bucal, en su interior fue encontrado vestigio de una leptón ( moneda antigua hebrea de los tiempos de Pilatos) en cuya sobrehaz se dibujaba la efigie del emperador reinante, Tiberio.



Los griegos y los rusos celebraban ya en el siglo VIII la fiesta de San Mandylion, o la del Santo Rostro. Este es un dato muy a tener en cuenta para obviar las cábalas de aquellos que datan su aparición en el siglo XIII.

Asimismo, ceba la hipótesis de que la sábana de Turín pudiera no ser la auténtica sino una copia de la original que estuvo mucho tiempo en Constantinopla. Hay en el mundo varios santos rostros. Sin ir más lejos en España hay dos, el de Jaén y el de Oviedo.

Javier Briansó, ingeniero de Minas y miembro del Centro de Sindonología corroborando los trabajos de los profesores italianos Bollone, Ballosino y Zacà,en un interesante trabajo aunque demasiado técnico aparecido en el periódico La Nueva España(10-II-1997) data mediante fórmulas químicas que el lienzo de la Cámara Santa ovetense fue fabricado en el siglo VII, por lo que no puede ser el original. Sin embargo, es del todo seguro de que la reliquia de José de Arimatea existió y que , si no en su estado original, al menos ha llegado hasta nosotros como una señal cierta de la existencia de Cristo y que su espíritu pervivirá hasta el fin de los tiempos. El quinto evangelio se transforma de esta forma en la máxima reliquia de la cristiandad. Su rostro se estampa por doquier y está resurgiendo. Es la mirada que vuelve para dar esperanza a los hombres. Es una luz interior que se siente adentro más allá de las diferencias externas de criterio, las reivindicaciones históricas, la malicia de los hombres o las razones de Estado o de la alta política. Son ojos llenos de misericordia y de perdón, porque pertenecen al orden esotérico ( lo que está dentro ) y que trascienden lo exotérico, lo aparente, lo externo. Sobre ambos planos del Espíritu y la Carne se proyecta el gran combate, el largo camino de la Humanidad hacia su destino. Quizás haya muchos que sigan poniendo en tela de juicio los milagros. Se precipitan sin duda al rechazarlos categóricamente, porque , como escribía Agustín hace mil quinientos años,  un milagro no acaece en contradicción con las leyes de la naturaleza sino en contradicción con las leyes de la naturaleza que nosotros, en nuestros limitados alcances, conocemos. El obispo de Hipona deja así la puerta abierta a la investigación y al progreso.





Antonio Parra Galindo







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miércoles, 28 de abril de 2010

EL VELO

EL VELO. EL OBISPO DE SIGUENZA. MÁS PETICIONES DE PRINCIPIO




A La Virgen María siempre nos la representan, tocada la cabeza con un velo, símbolo de maternidad y de pureza. Y un velo llevaban las vestales romanas. Los mahometanos han conservado esta tradición antigua de las viejas civilizaciones, más que como gesto de sumisión, como propalan algunos imbéciles, como reconocimiento de una realidad sagrada y del papel de la mujer que da la vida. Estéticamente, las mujeres veladas están más hermosas y sugerentes. En España corrompida y desmantelada han reaccionada con ira ante la polémica de esa alumna de Pozuelo, a la que su padre le ha dicho que vaya a clase luciendo el pañuelo. En la edad media el yihab morisco se llamaba griñón y también almaizar. Nada tengo contra esta sagrada tradición. La falsía está en la forma, el tratar de imponerlo. Pero las descocadas mujeres de occidente – yo se lo recomiendo a doña Bibi, estaría más mona- se han revuelto cual lagartijas. España ya no cree en la modestia. Conocí a mis abuelas luciendo ese pañuelo negro y las mozas ortodoxas están guapísimas cuando acuden a la iglesia con el velo de blonda y de encajes. Ahora bien, lo que irrita es por ejemplo que en Marruecos se persiga a los cristianos y se les expulse del pais meramente por practicar la religión del crucificado o que el patriarca de Constantinopla- la segunda cabeza visible del cristianismo, si no es que es la primera- se quejara hace poco en una entrevista de que los cristianos griegos no puedan abrir seminarios, que Santa Sofía esté cerrada a los cristianos. En aquel país el turco los ortodoxos sólo pueden decir misa en algunas iglesias una vez al año. Esto es irritante, mucho más grave que la polémica del velito, que ojalá llevasen las monjas católicas, a las que al mudar el hábito el Vaticano II les ha dado una facha horrible y además se les cae el pelo. Bien analizadas las cosas simplemente el yihab es poco higiénico. Allá cada cual. Lo terrible del tema es que los sarracenos quieren venir aquí a imponer sus costumbres y ahí tenemos al obispo de Sigüenza, que a mi me parece que es tonto, a pesar de ser asturiano, que dice que los inmigrantes no han venido a invadirnos. Yo no sé si han venido a invadirnos pero quieren imponernos sus usos y sus costumbres en esta España corrupta, sin líderes, sin dirigentes y sin obispos. Monseñor, cierre usté el pico para que no vayamos a tener que pensar que usted es un obispo libelático. Aunque yo más bien diría que un auténtico gilipollas.

domingo, 25 de abril de 2010

SI JOSE ANTONIO VOLVIERA






Canto el cara al sol esponjado en mis tristezas cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste rojo ayer me Hallarrá la muerte si me llega y no te vuelvo a ver. Formaré junto a mis compañeros que hacen guardia junto a los luceros y están presentes en nuestro afán si te dicen que caí me fui al puesto que tengo allí. Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y traerán bordados cinco rosas las flechas de mi haz. Volverá a reír la primavera que por tierra aire y mar nos llega. Arriba escuadras a vencer que en España empieza a amanecer. Idealistas incorregibles, creíamos en la mujer, en la patria en la bandera y mira tú como se está poniendo esto pero nos siguen temiendo y la prueba es que nos silencia. Los vaticinios de José Antonio se cumplieron y otra vez por mor del estatuto prostituto peligra la unidad de España: Vasconia, Cataluña, Galicia al desgajase en nacionalidades aparte se asfixiará España. Ayer en Alonso Martínez había mucho más maderos y policías que manifestantes. La sombra de José Antonio que buen caballera, si volviera yo sería su escudero que dijo Dámaso de Garcilasso nos arropaba en cierta manera. Los falangistas somos pobres y desvalidos, los verdaderos, no tenemos dinero, ni ropones mediáticos, ni editoriales ni micrófonos, nada no tenemos nada mas que el escupitajo y el vilipendio de los frentepopulistas que por cierto ahora no proceden de Moscú, son los bolcheviques de Washington, los de siempre con sus retahílas pero no hemos perdido nuestra vocación de servicio y de martirio tampoco, camaradas. Tampoco el sentido del humor como aquel falangista llamado a fusilar en la cárcel de san Antón que contestó al verdugo muy jacarandoso con todo y chupándomela o el propio José Antonio que dio lecciones magistrales de superioridad humana y de impasibilidad ante la muerte jugando al fútbol con los rojos- él no era antinada, ninguna palabra de odio en sus labios incluso para sus enemigos políticos ¿por qué? Porque amaba a España y este capitulo incluía conocer a los españoles. Bueno pues aquel 13 de marzo fatídico de 1936 en que Azaña – el cual le había enviado un propio dos horas antes conminándole a que abandonara Madrid, en el fondo el alcalaino admiraba al fundador de falange y el amaba y perdonaba a Azaña, mejor una España roja que una España rota- jugaba al fútbol en el equipo del penal ubicado en Moncloa de delantero centro. Le hicieron una entrevista.

-me hubiera gustado jugar de extremo izquierdo pero ¿que dirían los del debate?

Y es que sus peores enemigos los tuvo en las derechas, en los monárquicos que derribaron a su padre, en los mediopensionistas de Lerroux, todo un prócer y un abusador sexual, tenía un ford y en los viajes echaba las cortinillas, el auto le servía de nido de amor para pasarse a las secretarias por la piedra. De Gil Robles que en los mítines hacia la bombilla con su cara de pera. Estos son mis poderes… menudos poderes. Del neutro y masonazo Portela valladares, todos los prohombres del bienio melancólico que tanto recuerdan a los políticos de ahora de esta España zapatera y cicatera. Esos cipayos trincones como el Bono ojos saltones, el felipón millonario sin cartera, los meapilas de Rouco- los falangistas defendemos siempre a la iglesia y a la cultura cristiana pero nos horrorizan los líos de sacristía- y de la COPE acaso porque para nosotros el vaticano no es mas que una potencia extranjera enemiga de nuestros intereses. Regresa el puterío en este mundo de absolutos globales y putiferios. Otra cosa que nos caracteriza es dar siempre la cara. No vivimos amagados ni agazapados en la cloaca y en la tronera Y ahora que tanto se habla de memoria historia y de sus muertos. Nosotros pusimos nuestros muertos caídos por amor a España. Voy a citar los que cayeron poco antes de las idus de abril de 1936.

Manuel Conde Cida tiroteado y abatido en las calles de Orense.

- José Alcázar humilde obrero de la construcción con el carne de Falange abatido en el puente de Vallecas al grito de muera España.

- Moisés Nímbela del mismo gremio y abatido en Cáceres en idénticas circunstancias.

- en Vigo muere Luis collazo disparado por la espalda por un pistolero.

- víctor Álvarez Ajuria apuñalado en La Felguera, Asturias.

- Aznalcollar Sevilla dos miembros de falange fueron atacados de arma blanca por mineros, cuando estaban en el Suelo les remataron con un revolver.

La lista era enorme, te mataban por llevar corbata, o si te peinabas de una manera o de otra, te aplicaban la ley de fugas como ocurrió a dos estudiantes en plena calle Sagasta José Olano orive y enrique Valdosel se encontraron con un piquete que les cacheara, redijeron seguir pero no bien anduvieron diez pasos les descerrajaron todo un peine de de una Luger. Estos muertos que son innumerables carecen del derecho a tener una memoria histórica o no entran en lista del juez garzón. La caótica situación de la España de ahora con casi millones de cesantes y la corrupción de tipos tan canallas como bono y su escuadra se parece a aquella del estraperlo. Les cuento lo del estraperlo, dos judíos vieneses Strauss y Perlowith vinieron a España y consiguieron del gobierno Lerroux una concesión para el montaje de maquinas tragaperras y de ruletas rusas que habían sido manipuladas buen negocio, se descubrió el papel pero el bueno del señor Lerroux que estaba en la pomada y contaba con el apoyo de la masonería se fue de rositas lo insacularon en una votación de fichas negras y fichas blancas, salieron las blancas que lo exculpaban. Bien se llenaban los bolsillos aquellos padres de la patria en la España laica. Laica judaica que ha vuelto por donde solía tal vez con más ímpetu. El bolchevique ya no esta en Rusia sino en Wall Street pero este ni fue un error de bulto, sino un lapsus calami en sus vaticinios de nuestro líder que hizo un análisis de lo que es capitalismo en sus tres vertientes el industrial, el agrario y el financiero y la clavó. Este ultimo según José Antonio era el más pernicioso porque no crea riqueza. Es el escudo tras el que se amaga la bestia sin rostro. Y en esas estamos, camaradas, la especulación es la causa de la crisis de 2010, casi lo mismo que la del 36. Onesimo sin embargo que era quizás más periodista y menos poeta que José Antonio lo dijo a las claras: los enemigos de España, los judíos. José Antonio, tan limpio, tan cristiano, tan caballero español jamás mojó su pluma en el tintero del odio como hacen los judíos de hoy contra España, la tal róala. Entonces las iglesias eran quemadas como la de los jesuitas de san Luis en la calle montera o profanadas como en busto de la Bureba que se llevaron el sagrario y titaron las hostias y el copón al pilón o en un piuelo de león donde llegó el tío de la vara y un cura que decía misa lo dobló de un garrotazo. En Bejar transformaron la iglesia en pista de baile. Pero ya digo todos estos atropellos y esos rostros anónimos todo guerreo falangista es siempre anónimo- que montan guardia junto a los luceros no están en la lista de Garzón, que es laico laico judaico y le otorga todos los parabienes la mafia judía del New York Times.



domingo, 25 de abril de 2010

martes, 20 de abril de 2010

MALOS TRATOS Y VEJAMENES EN SEMINARNIOS Y CONVENTOS

LA IGLESIA CULPABLE

El padre Eguillor o la sombra del maligno




Por aquellos días leíamos la “Vida sale al encuentro” o las “Alabanzas a María” de san Alfonso maría de liborio pero yo tenía en mi camarilla que ojeaba a hurtadillas con una linterna por la noche los cuentos de canterbury y la colmena, los cuales estaban prohibidos.

Una gran novela –oh magia divina de la literatura- de José Luís Castillo Puche – “En Camino” me ha retrotraído a aquella mañana del primero de octubre de 1959 en que subí por primera vez la Cardosa comillense. El padre Heras junto con otros dos maestrillos, el gallego Boada y un leonés, había salido a esperarnos a Torrelavega en un autobús; cargamos nuestros baúles y nuestro colchones en la baca y enfilamos la tortuosa carretera que bordea la costa por Santillána del Mar. Mis primeras impresiones fueron sensoriales: el olor a algas y a mar y el olor a cucho. Era mi primer viaje en tren y la primera vez que veía la mar. Ya estábamos en el norte.

Tomamos, el día antes, el correo de Santander en Segovia a las diez de la noche. Éramos siete u ocho. No recuerdo sus rostros pero no se me olvida un nombre el de Roque de Miguel y otro que se llamaba Blanco, ambos hijos de militares. En Valladolid subiría el que luego se convertiría en cura famoso por su enfrentamiento con Rouco, el padre Bermúdez de Castro. En la estación de esta localidad adonde el convoy se presentó a las dos de la mañana- los trenes eran muy lentos en aquella época y el Correo de Santander tardaba doce horas en alcanzar su destino- no se me olvida el padre de Enrique que lucía las estrellas de coronel de aviación. Tampoco se me olvida aquella odisea en un vagón de tercera, el camarote atestado, con dos policías secretas que hacían una conducción carcelaria, una señora gorda que olía a sebo y un campesino de camisa azul palentino que se pasó todo el viaje hablándonos de la guerra. En Palencia subió uno que se llamaba Castrillo y al que yo admiraría mucho a aquel tallo que sería el abanderado del curso, casi dos metros de tío, porque era un forzudo y jugaba muy bien al frontón dándole a la pelota a sobaquillo. La sequedad de Castilla se transformó en frescura y recuerdo la entrada en Reynosa. Gasté los últimos ahorros que me diera mi madre en la compra de unas ricas mantecadas. El padre Heras y los maestrillos nos trataron con mucho afecto y el padre Heras, sobre todo, que a mi me recordaba al cura de Ars y venía a despertarse muchas noches para que me levantara a orinar, fue el justo de Israel que compensó todos los sufrimientos, humillaciones, cabronadas de toda índole que padecí en aquel solitario caserón donde mis sentidos y mi alma se abrieron a la vida en medio de una recia vocación y de amor a Cristo. El verdugo era un vasco que se llamaba el padre Eguillor y era nuestro perfecto de estudios. En mi primera entrevista lo primero que me espetó por toda salutación, muy basto era aquel cura con los ojos encendidos y el pelo de escarpia:

-Tú no tienes nivel para estar en un seminario de elite. Te nos has “colao”.

Recibir de esa forma a un muchacho que quiere ser cura con quince años me impresionó profundamente y me llenó el alma de dudas y fue un activo de las inseguridades que he tenido de por vida. Creo que aquel verdugo con sotana y el pelo en escarpia, orgulloso y sádico inculcó en mí el anhelo de demostrarle que no llevaba razón.

Yo era bueno en redacción y composición, aunque Eguillor me cateó en latín, pero inepto para las matemáticas, la Física y la Química. En el griego adelanté mucho en las clases del padre Mayor, otro hombre de Dios y del padre Penagos un santanderino que hablaba muy deprisa y al que apenas se le entendía. En literatura teníamos al padre Martino, el cual había estado tantos años en Alemania que creo que se le había olvidado el castellano. Otra eminencia del cuadro de profesores era el padre Rábago el cual nos daría una conferencia de su experiencia como traductor en el sequito de Franco que fue a recibir a Eisenhower en su gira triunfal a Madrid el año 58. Los del grupo de propagandistas entre los que se encontraba un periodista que se llamaba Pérez Lozano nos daban charlas en el paraninfo.

Se decían cosas portentosas del padre Nieto un especialista en mística del que se creía que había obrado algún milagro. Era sin embargo un hombre muy feo que tenía una cabeza casi monstruoso que daba un poco de miedo. El padre Prieto a cuya escolanía tuve el orgullo de pertenecer fue una de las eminencias en Música. Aquel curso el seminario estaba abarrotado. Éramos mil quinientos alumnos. Las diócesis con una representación más numerosa eran las de Vitoria y las de Santiago de Compostela. Tampoco se quedaba atrás Pamplona ni Deusto, el otro seminario nodriza.

Aquella misma tarde nada más llegar empezaron los ejercicios espirituales que daba un jesuita especialista al que llamaban fray Mocho con una cara lunar como un pandero y los pelos en punta. Bajamos a la capilla, se apagaron todas las luces y en el presbiterio sentado sobre una mesa a la luz de una vela y esgrimiendo una calavera empezó a dar voces:

-Hijitos míos, sabéis lo que dice esta calavera, lo que tú eres yo fui y como me ves te verás.

Jo, ya empezamos. Se hizo un silencio sepulcral, se escuchaban algunos sollozos sordos, contenidos. Porque fray Mocho en su imitación a Hamlet lo hacía fenomenal. ¿Dónde me he metido? Había sido un verano maravilloso, cargado de ilusiones y de expectativas; mi solicitud para entrar en Comillas tardaría en llegar y no me fue comunicada hasta pocos días antes. Por lo visto los padres habrían estado deshojando la margarita ya que mis notas de Segovia no eran lo suficientemente brillantes. Comprendí entones el varapalo que me dio y el feo que me hizo el prefecto Eguillor nada más entrar “te nos has colao”. Tú no eres de los nuestros, no perteneces a este lugar. Traté de coger la marcha pero permanecí la mayor parte de aquel partido en offside.

¿Por qué no daría yo la talla? Acababa de darme de bruces a boca con esa crueldad casi inhumana del catolicismo que nada tiene que ver con el sentimiento cristiano de amor, caridad, compasión hacia los demás y darle importancia demasiada a cosas que no la tienen. Espabila, Antonio, me dije.

-Tienes que despabilar.

Y creo que espabilé. Apareció un profundo sentido crítico en mi personalidad. Desde entonces no soporto a los tontos ni a los hipócritas que van de santurrones por la vida. Y se exacerbó en mí el mismo sentido de rebeldía del cual hacen galas los Cuatro Evangelios. La naturaleza exuberante del paisaje que rodeaba a los tamarindos de la Cardosa, los bramidos del mar en aquella galerna del año 60 en la cual tantos marineros cantábricos perecieron, los partidos del fútbol en el campo del Stella Maris, las peleas entre seminaristas seculares y los novicios del Máximo, las excursiones a aquellas aldeas que tenían nombres dignos de Pereda como Ruiloba, determinaron una visión de las cosas desde un prisma artístico, aquel curso supe que no tendría otro remedio que dedicarme a la literatura.. El cura de Ruiloba era un hombre gordo como un botijo que bajaba a vernos algunos jueves, se le veía descender por la cuesta de la calella portando un paraguas inmenso, hecho todo un brazo de mar. Recuerdo el claustro del Mayor lleno de retratos de los obispos que cursaron los estudios en aquel centro que eran prácticamente todos los españoles. Comillas era un seminario de elite. Recuerdo el lujo de la escalera noble labrada por Gaudí de la puerta principal adornada de mosaicos bizantinos. Y que recogieron toda la riqueza de aquel buen Marqués que se hizo rico con sus navieras a causa de la guerra de Cuba. La construcción de aquel centro comillense, por cierto, le arruinó. Están mismamente en mi memoria los baños en Oyambre, playa dilatada, muy abierta y peligrosísima, donde todos los años había alguno que se ahogaba y a mi casi me pasa. El agua me arrastraba a la ría. Me encomendé a la Virgen y que mandó al padre Heras. ¡Dios le bendiga! Él no sólo me salvó de morir ahogado en las negras aguas de la ría una tarde de mayo, también fue la recompensa a tantos sufrimientos y al tercer grado continuo del Verdugo. Eguillor por lo visto venía de tirocinio de Palencia donde como maestro de novicios para probar la vocación de los aspirantes les sometía a verdaderas torturas psicológicas o lo que los jesuitas denominan el capelo. Como consecuencia de aquellos malos tratos me hice bastante introvertido e inseguro. Vejámenes sexuales nunca los hubo y si los hubo para mí no tienen ninguna importancia. A unos les echaron por irse al baile a san Vicente de la Barquera. Y el protagonista de en Camino aprovecha una visita al medico para irse de putas. El gran incendio de la bahía de Santander le pilla dentro de un prostíbulo. Impresionante escena para una de las mejores novelas y mejor escritas sobre la mala educación sentimental en aquellos seminarios de postguerra hoy vacíos.

Asimismo, Castillo Puche cuenta en otro de sus libros – la experiencia en el seminario marcó su psicología y su carrera periodística, en cierto modo seguí sus pasos porque él tambien fue corresponsal en Nueva York- cómo un diacono el día mismo en que va a ser consagrado presbítero se vuelve loco. Se miraba a las manos. En el canto de la zurda le había salido callos de tanto masturbarse y se encuentra impuro e indigno de que esas manos toquen el cuerpo del Señor en la primera misa. Fuerte, eh, pero fue fuerte, muy fuerte todo aquello y teníamos tan pocos años.

Eguillor el 13 de mayo de 1960 me llamó a su celda para anunciarme que al siguiente curso no volviera. Me pasé una semana tumbado en el camastro llorando. Como mi padre no podía venir a por mí a causa de los gastos del viaje se acordó que permaneciera hasta el final de curso. Durante unas semanas me arrastré por los pasillos. Los compañeros no me ajuntaban. Mira a ese le han echado y las miradas en el refectorio se clavaban en ti como dardos. Aquellos curas podían ser muy santos, muy castos, pero no tenían ni zorra idea de cómo se trata a un ser humano, máxime cuando éste era un niño. En cuna edad critica cuando el alma y el cuerpo se están formando como una masilla. Pero tuve coraje. La salida se hizo un 11 de julio. Ahora se cumple medio siglo de la mañana que arribé a Getafe. Mi padre vino a recibirme en un camión del ejército. Madrid estaba acordonado por la policía pues había llegado en visita oficial el presidente Onganía. Sentí que no tenía vocación pero ante el disgusto de mi madre que casi se muere. Me mandaron al pueblo un par de meses hasta que a mis progenitores se les pasase el disgusto. De modo que, en resolución, opté por regresar al seminario de Segovia el curso siguiente. Sin embargo, tras aquella experiencia dolorosa presumí que iba a empezar la desbandada. Las torturas, los baticores, las infamias no son para contados y en esta vida todo se paga. Todos estos casos de pederastia son a lo mejor el castigo que envía el Señor para que la iglesia jerárquica se arrepienta y enmiende sus formas. En Comillas muchos abandonaron o se metieron a movimientos como la ETA. Sin embargo, uno de los que alcanzaron las gradas del sacerdocio fue el periodista ilustre de Antena 3 Antonio Pelayo, corresponsal en el Vaticano, y de Valladolid, que no sé si llegó a secularizarse. Pérez Bedoya al que recuerdo con afecto es hoy uno de los mejores críticos religiosos del diario El País. Los jesuitas lo despreciaban porque su padre era socialista. Aquellos reverendos padres sólo tenían ojos para los hijos de los capitalistas vascos.

El asunto comillensis lo he dado de lado en mi novela “Nabos en adviento. El seminario vacío. La puerta cerrada”. Ahora le doy gracias a Dios por haber sobrevivido a la hecatombe. Mi fe sigue incólume, tanto como mi rebeldía a la vista de que el Vaticano II ha destruido la parte más noble de la Iglesia dejando incólumes muchos de sus antiguos vicios. Aquellas torturas y escrúpulos sexuales, aquellos sermones con la calavera en la mano, hoy me hacen reír pero entonces hubo mucho a los que marcaron. Tambien los eclesiásticos cometieron muchos pecados y no vale el arrepentimiento ni la atrición, ni la contrición, ni justificaciones baratas como eso de que las iglesia es eterno y que las fuerzas del infierno etc.. Su victimismo actual no les exonera de la culpa. Ahora pueden sentirse víctimas pero entonces eran verdugos como aquel maldito Padre Eguillor. Todavía se me aparece como un ángel exterminador en mis pesadillas. Tú no vales para nada. Te has colao. Eres un inútil. Dios y el tiempo acaban siempre haciendo justicia y poniendo a cada uno en su lugar.

Sería buena una restitución o una reparación del daño a los ofendidos. Yo sobreviví a Eguillor. Bendito sea Dios. No hay mal que mil años dure.

Miércoles, 21 de abril de 2010

lunes, 19 de abril de 2010

MICER FRANCISCO IMPERIAL Y LA POESÍA LITÚRGICA DEL SIGLO XV.


Por antonioparragalindo.

domingo, 18 de abril de 2010

“divino Apolo, a ti me encomiendo, ayúdame con tu sapiencia. Que en este sueño de escribir atiendo” Así comienza el “Decir de las siete virtudes” un poema alegórico, con muchas claves y que por su frescura recuerda esos dípticos de la pintura de los pequeños alemanes que enmarcan paisajes bucólicos e inocentes de la edad media… “en un florido prado dó un rosal enflora”, con sus vírgenes lactantes, los ropajes principescos o los ángeles rubios que pinta como nadie Fra Angélico.

Actualmente, una época donde se niega la palabra y hasta son capaces de sacar la pistola, ciertos críticos adocenados, cuando hay un verbo que no los suena o tienen que mirar en el diccionario un vocablo, convendría enfrascarse en la lectura de estos artistas de la palabra, para conjurar ciertos fantasmas y demonios familiares. La ramplonería y la vulgaridad se quiere que habiten entre nosotros.

Esta inversión de las calidades lexicografitas y semánticas es una táctica de dominación a cargo de las fuerzas invisibles que tienen miedo a la palabra y en rebelión contra el axioma inexorable de in principio erat Verbum.

El hecho es que este genovés que llegó a Almirante de Castilla y que dedica el poema aludido al nacimiento del rey don Juan II en Toro hijo de la inglesa Catalina de Lancaster en 1404, casada con Juan I, discípulo del Dante ha sido uno de los poetas más estudiados por los hispanólogos.

Su poesía oculta no pocos arcanos y secretos de la mentalidad del mester de clerecía porque no era un autor de masas sino de elites.. Por ejemplo a través de Imperial se no tiene noticia de las conmociones contra los usureros que se suceden una tras otra en motines populares tanto en Castilla como en Andalucía. La bestia yudearra, a su decir, es una sanguijuela himplada de odio y de desesperación. El quincento es el siglo de la alegoría. El símbolo.

La lectura oculta, disfraza el sentido implícito o lo que e oculta detrás de una estrofa o de un verso. Francisco imperial anuncia en sus versos que el nuevo rey de castilla aunque favorecedor de las artes y de los poetas deparará desasido y en manos de validos sus reinos lo que redundará en el descontento de sus súbditos, el hambre, la pobreza, la injusticia, el bandolerismo de los que haría responsable al alto clero y a los rabinos. El reinado de este monarca concluye con una guerra con Portugal que derivaría en civil entre los secuaces de Isabel la Católica y la Beltraneja.

Asimismo, deja caer un aserto que cobra relieve en la actualidad pues dice que el fin del mundo no vendrá por la obcecación de mahoma sino por la ideología fanática de los de moisés que apoyarán al anticristo. Barajemos mensajeros y analicemos el trobar clus de este vate italo- provenzal. De su barajadura se podrán obtener en forma de acertijo las adivinaciones por una iglesia prevaricadora y una nobleza despiadada en la que se anuncia no sólo el fin del mundo sino la destrucción de las cristiandades por otro Judas.

Sus versos recuerdan la riqueza de los camafeos cuajados de pedrería y broslados de seda de las viejas casullas. De vez en cuando invoca a la madona (en latin, en castellano, en árabe y en inglés) oh mother of God, help… salve regina.. saha bici alhanina alquabila mora (a ti invoque piadosa la gente mora). Desde luego se trata de un texto difícil, plagado de recursos retóricos (efodos, mozdobres, poliptoton, exposiciones, extrapolaciones, repeticiones) muy trabajado siguiendo los consejos del pulido constante de los versos, según recordaba Horacio, limae labor et mora.

La literatura ha de tomarse su tiempo y a veces ha de presentarse al lector en medio de velos de oscuridad como las vestales. Pues cuanto menos enseñas, más sugieres. Los antiguos utilizaban una serie de recursos retóricos, hoy desaparecidos, que incentivan la importancia de la literatura oral y que convertían al arte literario en el primero de todas las bellas artes. Otra característica es la relación que tenía el arte poético medieval con la liturgia cristiana grecolatina. Imperial en este largo poema dedicado al natalicio del rey de castilla sigue la estructura de a mesa de pascua con su introito, su doxología, su epiclesía, su eucaristía y su eulogía, de la misa del Sábado de Gloria el novilunio de primavera cuando el sol está en Aries y que ya para los romanos tenía características sagradas. El racional de William Durandus, un cisterciense inglés que estudia la fecha de la fijación de la pascua cristiana y explica todos los cantos y lecciones de ese día, se basa en todo el ceremonial muzárabe al respecto y es el que sigue el poeta genovés, que escribe en castellano, para ensalzar el natalicio de Juan II.

miércoles, 10 de marzo de 2010

CORRIJO GALERADAS DE MI LIBRO SOBRE FRANCO Y LOS JUDÍOS




Uno encuentra otro hombre y otra pluma a lo largo de un texto escrito hace más de veinte años y que durmió el sueño del polvo y que ahora resucita. Lo daré a la estampa en un par de semanas. Es un libro denuncia y esperanza. Tendrán mis enemigos que leerme aunque  a los del régimen les dé un telele y hayan de pasar  mucha saliva.

Francamente, tengo una pluma- y esto no es una presunción- como un berbiquí y someto al escalpelo toda la propaganda a la cual nos uncen los boquirrotos. Soy de los que no comulgaron nunca con ruedas de molino.

 El mensaje cierto es que Francisco Franco Bahamonde aunque ahora derriben sus estatuas fue un caballero cristiano. Y ¿qué es lo que caracteriza a un caballero cristiano? Acudamos a fray Antonio de Guevara, aquel gran obispo mindoniense, polígrafo y espejo de historiadores, moralista, lo que dice a este respecto:

“No se arma a un caballero por ser de sangre limpia. Lo que hace a un caballero cristiano es ser medido en el hablar, largo en el dar, sobrio en el comer, honesto en el vivir, tierno en el perdonar y animoso en el pelear

Eso en lo moral. En lo político la figura del Caudillo se agranda con el paso del tiempo, aunque fuera un legionario de no muy aventajada estatura, el culo bajo, y la voz atiplada, pero con un par de redaños.

 Un hecho irrefragable es que salvó a muchas juderías del Este: Salónica, Bucarest, Budapest, Sofía, Berlín, la Francia de Vichy. Hubo embajadores como Sanz Briz, Vidal, y otros muchos que honran al cuerpo diplomático español. Son los primeros en la lista de Schindler.

Lo que dice la propaganda oficial al respecto de este asunto es que actuaron por su cuenta y riesgo, y eso no es verdad. actuaron bajo directrices oficiales de Madrid.

 Franco estableció el Hogar Judío en Barcelona en 1941 y toda la frontera de Port Bou era un cuele y cuando Londres ahorcaba judíos en Palestina y Washington se lavaba las manos, el régimen franquista, jugando a dos barajas con Hitler, se constituyó en el gran samaritano del pueblo elegido y perseguido. ¿Se lo han agradecido? Una buena pregunta.

Mi texto no niega el Holocausto desde luego pero hace reserva del afán convertir los hornos crematorios en una religión nueva, oficiosa, y oficial, laica, que reemplace al cristianismo, sustituyendo el perdón y la esperanza de la Redención por el odio y la revancha. Una trampa en la cual han caído incluso los de Vaticano.Allí parece que la vieja fe se tambalea porque algunos papas y monseñores han dicho que París bien vale una misa. Afán de poder y desprecio a la verdad.

 Refuerzo el argumento con gran aparato crítico. Y ahí está mi obra para la historia. El libro puede arrasar partiendo de la base de que contra la verdad no hay fuerza en el mundo. Ahí está. Ahí está la Puerta de Alcalá. FRANCO Y SEFARAD ¿UN AMOR SECRETO? Ahí queda eso. Hoy me siento orgulloso de mí mismo. Remando contra viento y marea



domingo, 7 de marzo de 2010

la fuerza del simun

Ayer fue beatificado en Roma el P. Foucault cuya figura cobra una singular importancia en medio de la ola de algaradas incendiarias que vive el país galo. Este santo fue un francés atípico que intentó una aproximación entre el cristianismo y el Islam. Tarea que en vida del misterioso monje no pareció rendir frutos pero la simiente que él esparció por tierras agarenas del Rif puede a la larga rendir sus frutos. Les ofrecemos un capítulo del libro inédito de nuestro colaborador Antonio Parra, La fuerza del simún
















Capítulo I

CHARLES DE FOUCAULD, LA FURIA DEL SIMÚN.

*SERÁ SU VOZ UN CÁNTICO NUEVO.

Exaltación triunfal de un perdedor.













Hizo bandera de la máxima evangélica non turbetur cor vestrum neque formidet(no se turbe ni tenga miedo vuestro corazón) y huyó al desierto. La importancia y reversibilidad de los merecimientos del vizconde Foucauld, ese gran perdedor con Cristo, en el cual ha tenido su triunfo y exaltación (el Bien no es un capítulo cerrado que pueda acabarse en sí mismo y siempre permanece abierto a opciones de vida; la semilla germina en silencio) adquieren gran medida y un relieve gigantesco. Su marcha a un rincón perdido del Atlas fue un gesto cargado de futuro.



Puesta en perspectiva y al trasluz del devenir reciente, la figura de este ex trapense, ex soldado, ex escritor y ex aventurero, se agiganta. Los dedos de la Gracia saben tejer una maravillosa pleita de tela profética sobre el cañamazo de todo aquello que el mundo rechaza. Su voz mesiánica resuena en estos tiempos contundentemente. Foucauld no es un santo de hornacina y casalicio, al que pongan velas las beatas, sino un santo de este tiempo, del milenio. Se trata de una bienaventuranza de gran talla, faro egregio para cuantos navegan por la mar arbolada de estos albores del milenio, cuando hay algunos que se empecinan en propalar la especie de que se ha acabado el tiempo de la Cruz. De un plumazo quieren tachar toda la grandeza del Nuevo Testamento. Sin embargo, se está acercando la hora de los pobres.

La religiosidad de este hidalgo francés se fragua en la renuncia del yo y sobre el afán de unir bajo el signo de Jesús, que es el amor, la tolerancia y el respeto mutuo, a los creyentes de las tres variantes de la fe monoteísta. Una de las oraciones preferidas por este morabito cristiano y que pronunciaba sin cesar en medio de la soledad de una ermita perdida en las estribaciones del Rif [“Invito a los habitantes de este planeta, cualesquiera que fueren, cristianos, judíos, protestantes, agnósticos o idólatras, a que me consideren su hermano universal”] adquiere espectacular magnitud al día de hoy, cuando los descendientes de aquellos hombres del Magreb, con los que convivió y tanto amó el solitario de la hamada de Bení Abbès, llegan a Europa en oleadas en busca de mejoras de futuro en la calidad de vida de sus hijos, siendo a veces objeto de la incomprensión y la discriminación, sin tener en cuenta de que ellos forman una raza de grandes valores sobre todo espirituales y humanos y acaso sepan salvar a Europa, que es víctima de su propio éxito, del marasmo materialista que da opción al egoísmo y la falta de caridad y de amor, Foucauld había fundado en un vivaque sahariano una institución que puso por nombre la Jauna (Casa del amor).

A ellos parecen dirigidas, sobre todo, estas palabras imbuidas de clarividencia profética. Las sellaría con su sangre. Caería víctima casual de la cimitarra fundamentalista. Pero su martirio, cargado de simbolismo anunciador de algo nuevo, y de una Iglesia que retorna a los principios que informaron su ser, representa un primer paso para un tímido acercamiento que enlace entre el Corán y el Evangelio.





Charles de Foucauld, el segundo vizconde del mismo nombre (1854-1916) nació en Estrasburgo en el seno de una de las familias nobiliarias con más alcurnia de Francia. Los Foucauld fueron ayudas de cámaras, ministros o generales en la Corte de San Luis. Se entronca con los Doce Pares, aquellos que fueron testigos del juramento del Delfín cabe la Encina de Vincennes. Quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Él y su hermana Louise fueron recogidos y educados por el abuelo materno, un coronel retirado. Siguiendo con la tradición familiar, a los dieciocho años optó por la carrera de las armas, entró como cadete en la famosa academia general militar que el ejército galo tiene en Saint Cyr. Eligió la rama de Caballería y al cabo de un lustro saldría de teniente, con mando y plaza en el Cuarto Regimiento de Húsares. Bordadas las flamantes dos estrellas en su bocamanga, hizo vida de salones. Novias, saraos, bailes, romances y fiestas. Conoció el gran mundo de aquel París “fin de siglo”de la exposición Universal, el París de Zola. Una época que se caracteriza por la euforia de los nuevos inventos que serían el germen de un desarrollo tecnológico sin precedentes, marchando a la par con el desarraigo social, la miseria precursora a la lucha de clases, junto con las guerras coloniales y la falta de estabilidad política del Bajo Imperio. Era el canto del cisne de Europa. Al otro lado del Atlántico nacía un nuevo poder. Sin embargo, los tiempos de decadencia suelen ser fructíferos en lo que se refiere al campo de las ideas y brindan terrenos fecundos para el desarrollo del genio humano.



Era Charles de Foucauld un hombre de su tiempo: un romántico. Su vida legendaria parece arrancada de las páginas de la novela “Beau Geste“, y asemeja por su contexto a la de la película “ Las cuatro plumas “. Fue un Lawrence de Arabia a lo divino y en versión francesa. En los primeros tiempos de guarnición, el oficial de los húsares, heredero de Cruzados y por cuyas venas corría una de las más linajudas estirpes, no se revela como un hombre de guerra, sino como un oficial decorativo. Podría haber pasado como el protagonista de una novela de Maupassant: galante, perdis, algo borracho y muy sibarita. Las fiestas con los amigos acaban en opíparas cenas pantagruélicas. Se aburría. Engordó... La afición a la perdiz escabechada, al vino de Burdeos y a las setas le depararon algunos problemas con la báscula. Este Foucauld de la primera época fondón “ bon vivant “ y abúlico- el fastidio es el castigo del buen burgués- nada tiene con ver con aquel otro morabito atezado por los soles del Sahara, desmarrido por una pitanza a base tan sólo de dátiles y leche de camella, con aquel penitente enteco de ojos encendidos por el amor de Dios y la alegre melancolía de quién presiente ya el martirio, la opción de muerte que él mismo había elegido.

Por otra parte su comercio con “ cocotes” parisienses y el trato con las mujeres de vida ligera parece ser que le depararon algún disgusto ¿ Padeció gonorrea o alguna venérea de carácter más grave?

Nada se sabe de cierto. Mais, il s´ ennuit...

Se aburría a morir en la caserna.

El advenimiento de la segunda república en Francia implica algunos cambios en el callejero, no menos que la sustitución de todos los distintivos dinásticos. El cuarto de Húsares empezó a llamarse el Cuarto de Cazadores. Fueron movilizados y enviados a una avanzadilla de la frontera en Argelia. Participa en algunas escaramuzas contra las cabilas. Recibe su bautismo de fuego. Aquel cambio de régimen de vida su organismo poco avezado a los agobios de la vida en campaña pronto lo deja sentir. Su salud se resiente. La primera impresión que deja el desierto africano en su retina no puede ser menos favorable. Estaba por llegar su hora. Se acentúa su crisis religiosa. Dios estaba llamando a su puerta con sutiles dedos. Años más tarde, el simún, ese ventalle que alza sus pliegues de arena sobre las dunas a la que proyecta con rapidez sobre la llanura inhóspita, como si fuesen espectros, lo cambiaría por completo. Allí experimentaría la fuerza del siroco, el mismo torrente de energía que derribó a Pablo camino de Damasco.

África lo cambiaría del todo. Sería para él su gran metanoia. Quedaría hechizado por el misterio de sus noches mágicas. Ese silencio duro del desierto, el verdor de los oasis y la belleza de ese mundo moaré de los nómadas que discurren por el mar de arena a la búsqueda de pozos para sus camellos y pastos, al murmullo de las oraciones ensimismadas, y el grito constante de “ Allah alkabar” (Alá es el mayor), según lo recitan las cunas del Corán. Le caló muy hondo esa fascinación africana, cuna de las religiones mistéricas y cuna también del cristianismo. En los primeros seis siglos, sólo en el norte del Continente Antiguo había tres patriarcados, ochenta sedes metropolitanas, amén de cuatrocientos obispos desparramados desde Alejandría hasta Tagaste. Hipona, en lo que es hoy Túnez fue la sede de Agustín. Las arenas de la región sub sahariana están regadas con la sangre de innumerables mártires, e incluso el rostro de Cristo, según lo retrata la iconografía bizantina, de cabellos negros y moreno semblante, pudiera pasar por el de un árabe. Los patriarcados de Antioquía, de Alejandría y de Constantinopla son los más antiguos del orbe cristiano. En los desiertos de Anatolia nacieron la liturgia, el monacato y una forma de vida peculiar. De Oriente nos vinieron la luz y la cruz.



Hoy ya no queda apenas rastros de aquellas florecientes iglesias. En todo el inmenso Marruecos, un territorio dos veces España, no quedaba en tiempos de Foucauld ni un altar, ni una simple ermita en cuyas espadañas campease el símbolo de la cruz. Estos son los predios inescrutables de la Media Luna. ¿ Por qué? Algunos Padres argumentaron que Mahoma era el anticristo. Otros adveran la tesis- mucho más verosímil - de que la pérdida de aquellas iglesias de más abolengo en la historia de la fe (traigamos a colación el nombre de los patriarcados de Antioquía y de Alejandría y a los coptos y maronitas) tuvo algo de castigo por el clima de disidencias entre arrianos, monotelitas, monofisitas, reinante durante los primeros siglos, a los creyentes. Habían malversado los depósitos de la fe con querellas intestinas, guerras de religión, herejías y desacatos. En particular, no se había cumplido el testamento de la Ultima Cena: “ que os améis los unos a los otros como yo os he amado”.





Sin embargo, cabe la sospecha de que el Islam, que en el fondo es un sistema de valores legatarios del Evangelio, nacido al calor de los Apócrifos, sobre las arenas regadas por la sangre de los primeros mártires en la antigua Numidia, Mauritania, Libia, Cilicia, Antioquía, Persia, conserve filiaciones e influencias del monofisismo caldeo y del arrianismo egipcio, que pensaba que Cristo era meramente un hombre enviado por la deidad en su lucha contra el Demiurgo. ¿Podrá Mahoma volver al redil de la fe? El camino de retorno es difícil, pero para Dios o Alá, que ellos dicen, nada hay imposible. Hace falta mucha tolerancia, mucha fe y mucho amor. Los seguidores del Profeta creen en el Salvador a su manera, por lo que la reconciliación podría saldarse. No puede decirse lo mismo del judaísmo sionista, que niega a Cristo, y se opone a Él con toda su protervia, recalcitrante en el error.

En cualquier caso, aquí subyace uno de los grandes enigmas de la Historia de la Iglesia: la fuerza con que irrumpió el Islam en su propio seno. No faltan profecías que señalan que la reconciliación con la Media Luna será uno de los signos de la llegada de la Parusía. A juzgar por las apariencias de la actualidad (conflictos entre palestinos y hebreos en Jerusalén y el estado de “ Jehad” o “djijad” y en castellano antiguo “chijad”, guerra permanente) no parece muy próxima esa convergencia entre las tres religiones mistéricas. Pero es la idea por la cual vivió y murió este noble francés transformado en morabito. Sintió esa llamada del desierto porque en la soledad del yermo aguarda la fórmula ideal de los que quieren ser perfectos.

Detrás de ella están los eremitas que siguieron las huellas de Juan el Bautista y se vistieron de marlota y de piel de camello en el más estricto sentido esenio. Ayunaron e hicieron penitencia conforme al dictamen de la mandaá de los primitivos cristianos de San Juan. Toda la mística del Temple abunda sobre el concepto de“ mandaá”(transformación). Cristo, por su aspecto, era un judío esenio, un hombre del desierto. Y su madre, María de Nazaret, debía de tener la apariencia de una tapada como una de esas buenas mujeres árabes, el chador o flameo de las desposadas, a la cabeza, y tiros largos, que encontramos cada vez con más frecuencia por las calles de nuestras ciudades, porque la avalancha viene y se acerca, para recordarnos que vivimos en un mundo unipolar, que acaba de cambiar de amo. Ellas se resisten a aceptar las modas occidentales y van muy derechas y orgullosas de su fe y de sus costumbres islámicas. Su presencia viene a recordar a muchas de nuestras cristianas sólo de nombre que existe una virtud que se llama el recato y el pudor, que la desnudez no dignifica a la hembra, antes bien la rebaja a su condición animalista - visión pagana- y la convierte en mujer objeto y juguete de deseos. Pero este contraste o protesta por la indumentaria no es nuevo; ocurrió ya en tiempos de los romanos.



María no debió de andar por el mundo como una deslumbrante Madona de Rafael o una moza guapa de la Sevilla de Murillo, mal que nos pese, sino como una de estas humildes doncellas de cabeza inclinada de los frescos griegos. Ella es la Theotokos Panmakaristos (madre de Dios y de los hombres) y también la “ Panagia Paramythia” (madre del Aviso). Esta es la imagen de la Virgen que he contemplado yo sobre el cielo encendido de Prado Nuevo el 13 de mayo de 1995. Nada que se parezca a la bonitura inalcanzable con que nos la presentan los pinceles y gubias de imagineros y pintores de la escuela sevillana, sino un ser de carne y hueso, que, en siéndolo, resulta estampa muy humana y a la vez divina. Su silueta salio dibujada en la corteza del fresno de las Apariciones en instantáneas tomadas con mi cámara de fotos en las primeras fechas de registrados los fenómenos a comienzos de los años ochenta. Eran aquellos días presagos las avanzadas de un cambio que ya se está operando mientras alborece un milenio. La Virgen, tocada del flameo de la castidad, paradójicamente elevaba un grito de protesta contra nuestro necio descoco. Su misión en las tareas de gobierno de la Iglesia ha sido esa presencia opaca de Esclava del Señor, porque, al proferir su “fiat”, asumió con su Hijo un papel mesiánico y soteriológico. Esta voluntad del “ hágase en mí según tu palabra” se cumple todos los días en la vida de esa Iglesia del Silencio mariano. No sé si habrá hablado más de un par de veces en los Evangelios. Una, para ensalzar al Dios de Israel en el canto del Magníficat; otra para increpar al Niño que se había quedado rezagado en el Templo disputando con los Sabios de la Ley, y una tercera, para murmurar en las Bodas de Caná una amorosa y humana advertencia de mujer que se da cuenta de todo”: No tienen vino”. Por lo demás, no hizo otra cosa a lo largo de su vida que “ callar y guardar aquellas cosas en su corazón”. (Et mater ejus conservabat omnia verba haec in corde suo. Luc, II, 51,52). Esta Virgen pudorosa vela, desde su recato de madre del género humano, por todos y cada uno de nosotros.



Según una antigua leyenda en un viejo monasterio de Vatopedi del monte Athos, los frailes llevaban una vida disipada. Dios permitió castigarles enviándoles una banda de piratas. Cuando éstos estaban a punto de irrumpir en el convento para saquearlo, y dar muerte segura por decapitación - era la regla entre los berberiscos -, la Panagia Paramythia se aparece al idumeo o superior avisandoles que se pusieran en fuga. Los monjes escaparon y los proyectos vengativos de Dios quedaron sin efecto. Pasada la horda, los cenobitas regresaron a sus celdas y vivieron en la observancia.

Una imagen de esta Madre del Aviso y Virgen del Consuelo, con todo ese hieratismo bizantino, cargado de simbolismo y descarnado de toda sensualidad, era el único retrato que presidía la austeridad de aquel zaquizamí perdido en el Sahara al que el aventurero francés fue a parar. No es ya meramente la Madre del aviso sino la Escala de la Contemplación. “ Más de dieciséis horas llevo aquí plantado - escribía el 22 de marzo de 1897 Charles de Foucauld- y no he hecho otra cosa que mirarte. ¿ Qué me quieres decir, Dios mío? Yo soy poco lo que tengo que deciros porque mi vida se ha convertido en una completa contemplación del Amado “. He aquí una de la primera muertas de “kenosis” o anonadamiento, sensación quietud, “poustina”, exinanición, muerte del yo, nada divina, alumbramiento, “ Gelassenheit”, santa indiferencia, karma, etc.; todas esas acepciones ha recibido ese estadio en el cual el alma del hombre vierte como un río sobre la mar y se encuentra cara a cara con Dios. Estos términos saltarán con frecuencia a lo largo del libro, que tienes entre tus manos, amable lector, y en el que nos proponemos acometer un estudio de la iniciación a la santidad a través de algunas figuras señeras de la Mística.

Esas moritas que pasan a nuestro lado ¿ no serán un poco las embajadoras del concepto de salvación que transmite a las católicas de la Vieja Europa, caduca y entelerida, que expira asfixiada por su propio éxito, pero ególatra y envejecida, la Madre del Aviso? El Islam es una fuerza. También una bomba demográfica. La Panagia Paremythia, de la misma forma que intercedió ante su Hijo para evitar el castigo a los relajados monjes del monte Athos puede desviar la mano del azote que se acerca a los muros de la ciudad alegre y confiada, haciendola recapacitar. Dios nos libre también de las luchas del pasado. De cualquier guerra santa y de las que los europeos, tanto católicos como protestantes u ortodoxos, somos culpables. Porque aquello fue una forma o un aviso que envió La Sabiduría Inmutable para confundir nuestra soberbia acrisolada en los vicios.

Ellos aportarán el vigor de la juventud, otros valores éticos. Traen en sus rostros quemados por el sol africano esa fuerza irresistible del simún. Foucauld lo percibió muy en sus adentros - esa descarga del mundo que se acerca y se transforma - cuando sintió la llamada de África y concretamente le atraía Marruecos, a cuya lengua tradujo los Evangelios y compiló un diccionario árabe dialectal- francés, que es hoy una herramienta de trabajo de la Filología Semítica. Pero no fue nunca un renegado ni un muladí este gran amigo de los árabes. En Tindouf se decía: “ Es una pena que un musulmán tan bueno como es ese fraile no vaya al Paraíso, por no profesar la fe del Profeta”.



Su vocación fue como un ventalle de gracia divina, una tromba de siroco que transformó de arriba abajo la existencia de aquel elegante y epicúreo teniente de Húsares. El proceso fue lento. En Setif protagonizó un motín con unos cuantos de sus legionarios. Protestaban por el rancho y las degradantes condiciones infrahumanas con que se vivía en aquel fortín enclavado en las mismas entrañas del Sahara. Sobre sus espaldas sintió el peso del saco terrero. Se le formó consejo de guerra y a punto estuvo de ser fusilado. En ultimo término, le fue conmutada la pena capital por la de la degradación.

Con toda la tropa formada ante el adarve, un sargento procedió solemnemente a arrancarle las estrellas de la bocamanga. ¡ Demasiado para un brillante militar de carrera formado en las aulas de Saint Cyr: un “chusquero“ lo expulsaba del Ejército!

Regresó a Francia desanimado, pero todavía más rebelde. Otra vez, la buena vida. Una tarde, estando acodado sobre el velador de un café de Evián y hojeando un diario sin mucho interés le asaltan unos titulares”: Insurrección en Orán. El Cuarto regimiento de cazadores entra en combate”. Inmediatamente, solicita su reincorporación a su unidad, abandona a su amante de turno, una condesa por nombre Mimí, y vuelve a militar baja las banderas de la Caballería Francesa. Su escuadrón operaba en Tindouf. La rebelión es sofocada. Pero esta vez África atrapa al joven para siempre. En su espíritu se opera la decantada metamorfosis. El desierto con sus calinas ardientes, el silencio impresionante, con sus beduinos de ojos de fuego, hechiza a Foucauld. El mundo árabe es como un conjuro, un sortilegio. Pero de nuevo siente escrúpulos ante la posibilidad de estar siendo víctima de un espejismo. La zona de operaciones de su unidad tenía por centro el “ bled”, un blocao de avanzadilla, arenas adentro de Tolbruk, allí donde la bazofia, el calor intenso de los días y el frío de las madrugadas o la falta de agua potable sean todavía menos soportables que el aburrimiento.

Quienes hayan servido en alguna trinchera del desierto saben que el enemigo a batir por el soldado desplazado a estos destacamentos no son las cabilas, ni el sol abrasador que se cuela por el cogote y calienta como una estufa las barbilleras de lona de la galea. Ni siquiera los torbellinos de arena o las moscas insoportables o los insectos. Es el tedio. Muchos no lo soportan. Se vuelven locos o se suicidan. Lo llaman los franceses “ mal du bled”. Es como una resaca de tamo que se te va metiendo por los poros y sube alma adentro. La tierra llama a los hombres a su seno. Se siente entonces la fascinación del espejismo. Entran ganas de huir. El suboficial Foucauld - había sido degradado en el escalafón - desde su garita de centinela en una de las barbacanas del fortín debió sentir la llamada del desierto y le entraron ganas de huir. Otra vez pide la absoluta, ahora ya para siempre, en el Arma de Húsares. Quiere conocer Marruecos. Como estaba vedada la entrada a los cristianos en aquel territorio, se hace pasar por hebreo. Desde la expulsión de los heroicos misioneros franciscanos y de los frailes de la Merced aquel inmenso territorio allende el Atlas quedó huérfano de la Cruz. Era verdadera tierra de moros. Uniéndose a una caravana de judíos que, mandada por el rabino Joseph Alemán, un sefardí, y, empeñado en entrar en la mítica Berbería in pártibus infidélium, se dirige a visitar la alfama de Chauen y otras aljamas del interior.



A tal efecto, aprende algo de hebreo y se deja crecer aladares, según la costumbre de los antiguos israelitas españoles. Aquel viaje le fascina y deja en su espíritu una huella indeleble. Como resulta de esta gira nace un libro en el cual narra sus experiencias por las inmediaciones del reino alauita, prohibido a los no mahometanos. Es el momento de su conversión. Decide hacerse trapense y entra en el convento de Santa María de las Nieves. Sus superiores acceden a enviarlo a una trapa recién abierta en Siria. La severa disciplina cartujana le parece poco rigurosa para la vida de penitencia y de sacrificio que él tiene en mente.



Recorre mendigando toda la región de Palestina y se instala en Nazaret donde lo acogen como hortelano las clarisas. En la huerta construye una cabaña y allí reza y estudia una vez terminada las tareas agrícolas. Se dirige a Jerusalén donde en otro convento de la orden franciscana realiza los humildes menesteres de portero y otros servicios ancilares. Se ordena por fin sacerdote y se une a una expedición que se dirige al desierto, al país de los Tuareg. Quiere fundar una orden contemplativa dedicada exclusivamente a rogar por la conversión - y, si no por la catequización, problema harto difícil tratándose de mahometanos, al menos la reconciliación - del mundo islámico. A lo largo de su más que corrido cuarto de siglo que pasa en los oasis, el hermano Alberic (ese fue el nombre que adoptó al ordenarse) no consiguió bautizar más que a un solo neófito. Sin embargo, él pensaba que Dios opera bajo otros parámetros. Sus caminos no son nuestros caminos. El Señor echa otras cuentas.

Humanamente parece imposible entender cómo pudo aquel aventurero de Jesús de Nazaret, el corazón mordido de desierto, embarcarse en tamaña empresa. Solo. Sin apenas medios materiales, sin más respaldo que el de algunos de sus antiguos compañeros de armas, adscritos a las patrullas de la policía nómada que velaban por la seguridad del protectorado y que cada quince días llegaban al austero “bordj”, especie de capilla mahometana, con víveres y el correo para el anacoreta de Tamanrasset. No hizo prosélitos. La hermandad que se propuso fundar o Jauna que tendría por lema la palabra árabe “ amon” (paz y perdón), aunque Foucauld consiguiera ultimar sus estatutos, tardó bastante tiempo en ser aprobada por Roma. La Santa Sede, consciente de los dificultoso de la empresa que se proponía acometer el hermano Alberic, se tomó lo tomó con calma. En círculos eclesiales lo daban por loco. Entre los militares, por una aventurero. En todo caso, el antiguo conde no era sino un marginal, un inadaptado, pero hasta en eso, y en su pasión por el trabajo manual, quiso parecerse a Jesús Obrero.

Preveía que el cristianismo sólo puede triunfar abrazado a la cruz del silencio, de los que padecen y laboran. Es una religión de perdedores que predican en la tierra con el ejemplo y que son exaltados a la apoteosis final en el Cielo. La vida cenobítica, que tiende a la perfección evangélica, mediante la renuncia al mundo y el desprecio de las sabidurías terrestres a favor de las eternas, constituye algo privativo a la Iglesia Católica. Desde los primeros tiempos atrajo el yermo. Hay tres clases de contemplación, según la disciplina de cada uno de los monasterios. El anacoretismo o congregaciones idio rítmicas es la más vieja, pues era ya practicada en la Tebaida egipcia y antioquena. Los adheridos no llevan un sistema de comunidad. Viven apartados en cuevas o grutas, siguiendo las huellas de María Magdalena, de San Antonio o de San Jerónimo, pero celebran en común algunos oficios de la Sagrada Liturgia. Luego está el sistema cenobítico basado en la salmodia y vida en común. Esta manera de santificación se generalizó en Occidente, con san Benito y los monasterios gaélicos. Por último, está la fórmula hesicasta o eremítica. Vida de unión silenciosa con el Criador. El hesicasmo consiste en la recitación constante y reparadora del nombre de Jesús, con la ayuda de los ritmos del aliento respiratorio y los latidos del corazón. Consiste en un constante estar tranquilo en sintonía con la Creación. Es la fórmula que impone la “pystina” o tradición quietista rusa, apoyandose en parte en los santones de la Mandra hindú. Es la que eligió el venerable charles de Foucauld. Se dice que la hesicasta - del gr.hεσikασθωσ, estar tranquilo, guardar silencio- es la más perfecta.



El tres de diciembre de 1916, bandidos fundamentalistas avisados por el hombre que hacía las funciones de sacristán en la jaima de Beni Abbés y que sería el traidor, que les abrió la puerta de la misión, asaltaron el recinto donde vivía recluido el morabito francés. Murió de un culatazo que le propinó uno de sus asesinos al pié del sagrario. Acababa de hacer la reserva del Santísimo. Lo había profetizado y lo había querido: morir mártir en la tierra que amaba. Trazó con los dedos temblorosos una cruz con la sangre derramada. Su última mirada fue para las cumbres del Atlas. Y murió como mueren los santos: perdonando a los que le mataban, fiel a su compromiso con el Evangelio.

La hora undécima

Hemos elegido la figura del Fundador de los Hermanitos de Jesús como umbral de estos ensayos sobre la actuación del Espíritu Santo en el Tercer Milenio por parecernos un santo típico de la modernidad, apóstol misionero del Tercer Mundo. En su figura se dan cita los dos aspectos: el contemplativo y el de operario de la Hora Undécima. Era consciente, por prognosis profética, de las dificultades de su misión ante el Islam y que no habría, ni en vida ni en muerte, resultados aparentes, pero él fue el primero en esparcir la semilla; en roturar aquel barbecho.

Cuando el numen del Paráclito suscita una fundación en el seno de la Iglesia, es que ésta responde a un situación de necesidad real. La catolicidad tenía una cuestión pendiente, después de tantos descalabros históricos, así con el Judaísmo como con el Islam, pero, sobre todo, con los hermanos separados de Bizancio, depositarios de valores sagrados de la Tradición. Dichas cristiandades del Este puede decirse que sufrieron más que nosotros y supieron a adaptarse a una convivencia positiva - sin que por ello faltasen amargas excepciones, claro es- con hebreos y musulmanes. La peculiaridad de Carlos de Foucauld, obedeciendo a la llamada divina para dejarlo todo e irse a convivir al Sahara con los nómadas Tuareg, es que trató de convertirse en bisagra de fraternidad con todos aquellos prosélitos del patriarca Abrahán por la fe en un Dios único.

Este encuentro con el rostro oculto de Cristo le sobrevino, por iluminación celestial, cuando, recién llegado a Jerusalén, entra a orar en el Santo Sepulcro, en el momento en que los monjes de la comunidad rusa en Tierra Santa celebraban una misa cantada. Entre vaharadas de incienso, escucha el Canto del Querubín y las letanías trinitarias. Las invocaciones al Padre, al Hijo y al Espíritu, con sus tres atributos mayores: deidad omnipotente, fortaleza, e inspiración, constituyen la base de la comunión eucarística, según el rito grande de San Basilio. En ese dúo maravilloso entre el diácono y los coros se alzan al cielo los cantos de piedad y misericordia para una humanidad cansada y llena de miserias, habituada a convivir con el dolor y con la muerte. También se apela constantemente a la intercesión de los Ángeles y de Santa María para ser capaces de soldar esos dos planos: el de Dios y sus criaturas, los infinito y lo finito, la vida eterna y la muerte, la gracia y el pecado.

A la sazón, el humilde peregrino trapense se siente traspasado por el rayo de la iluminación. Esta fuerte conmoción quedaría plasmada en su mente toda la vida, y es seguramente por eso por lo que los miembros del instituto de los Hermanitos de Jesús tienen la obligación, entre sus prácticas diarias, la de recitar la invocación del Veni Creator junto con una oración a los Ángeles directamente tomada del rito de entrada a la misa que entonan los melquitas que reza así:

“Oh Señor, Dios nuestro, Tú que llenaste los cielos de legiones de ángeles y arcángeles para el servicio de tu gloria, haz que nuestro ingreso en tu templo venga precedido por el canto de tus coros, virtudes, dominaciones, potestades, tronos, serafines de seis alas, y que entonemos el Himno del Serafín. Por los siglos de los siglos. Amén.”



Aquí está basada la espiritualidad del original siervo de Dios: la disponibilidad de entrega a partir de la noción de que la gracia presume la naturaleza. No hay que romper con el hombre, sino aceptarle tal cual es, en sus valores, en sus tradiciones culturales que conforman una actitud existencial. Luego el neuma divino será capaz de moldear a su manera el barro en que fuimos fraguados. Decía Charles De Foucauld que “Dios nos llama a la plenitud del amor a cada uno según sus capacidades. Puesto que Él nos creó, sabe cómo somos. Ahí está nuestra perfección. Es una tentación querer ser grande en el Reino Venidero, debemos inclinarnos a ocupar los sitios de abajo, porque el deseo de grandeza personal interfiere con la gloria de Dios”. Semejante contemplación jovial y plenamente optimista de la actitud del hombre frente al Inefable está henchida de Evangelio. De paso, constituye una afirmación de modernidad.

El grano de mostaza

Se hace aquí evidente el parangón que existe entre Foucauld y Teresa de Lisieux. Ella también preconiza el empequeñecimiento y la opción de los pobres, de los ignorantes, los marginados y pecadores, desde un único punto detonante: el amor. El antiguo trapense es, en conclusión de lo expuesto, una santo “pequeñito”, pero que arraigó y se engrandeció. El grano de mostaza, transformado en árbol mayor, hoy da sombra, cobijo y frescura a todo el vergel de María. Siguiendo los pasos de la carmelitana normanda, casi paisana suya, prefiere los diminutivos a la hipérbole.”Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”... Il etait tout petit.

De propio intento, quiso que el instituto nacido en un oasis donde paraban las caravanas tuareg cerca de Orán se llamase la “Fraternidad de los Hermanitos y Hermanitas de Jesús y del Evangelio. Es un rotulo misionero, en apariencia inocente, pero cargado de intencionalidad soteriológica, buscando el acercamiento entre los pueblos separados por discrepancias religiosas así como desigualdades sociales. Nunca rechazaría la tecnología y todas aquellas consecuciones de la ciencia mecánica y de la inventiva que hacen más llevadera la existencia del hombre en la tierra. Sus casas, siguiendo el paradigma de la jaima de Beni Abbés, que toma por modelo la casa de Nazaret, serán a la vez talleres y oratorios, donde se predica con el ejemplo a partir del compromiso con los pobres, huyendo de cualquier proselitismo.

Él entró en la historia eclesiástica como una brisilla de viento solano, que pedía perdón por vestir a la morisca con la chilaba y las babuchas, pero en el pecho un corazón grabado en tela, símbolo de esa alcancía llameante que contemplaron en sus éxtasis María de Alacoque y otros místicos medievales. Era consciente de lo improbo de su ingrata tarea. No suelen pedir las aguas del bautismo los que han nacido en el seno de la Religión del Profeta, pero Foucauld no había huido al desierto para convencer de grado o a la fuerza a los musulmanes de la supremacía de la Biblia sobre el Corán, quería sólo roturar el yermo para que los que llegasen más tarde pudieran recoger el fruto de su labor escarificadora. Ese sueño que tuvo al pie del Atlas nunca llegó a colmo cuando él murió a principios de siglo ni tiene visos de ser realidad ahora, cuando concluye. Más bien, sucede al contrario: el cristianismo en África, lejos de arraigar y de afianzarse, se encuentra en trance de recesión. Como ha demostrado la reciente guerra de Kosovo, también en una Europa descristianizada la Media Luna avanza y la Cruz retrocede. Pero puede que se trate de una mera apariencia con la que Dios castiga nuestra presunción, a veces insufrible por lo populista y triunfalista. La Iglesia no se propone recabar una meta política, ni es de uno solo, sino de muchos, porque diversas son las moradas en la casa del Padre y muy variados y diferentes los inquilinos que la habitan.



Sin embargo, el viento de fronda se ha trocado poco a poco en huracán. El morabito de Tanrasset inició una suerte de Pentecostés. Con su presencia callada y humilde recordó que sigue soplando sobre nuestras cabezas el aire del Cenáculo. Este aire tiene la particularidad de que no se le ve ni le siente. Opera de una forma callada desde los goznes mismos sobre los que gira la rueda de la Historia. No lo notan los sentidos, porque se esparce sobre ámbitos que pertenecen a la contemplación infusa.

Las caldeadas arenas de Numidia sirvieron de base al que, siguiendo la huella de las vetérrimas cristiandades de las riberas del Nilo y de las costas africanas, quería empaparse de soledad y de desierto mesiánico, a un instituto religioso que creció presto, abriendo casas en lugares del Tercer Mundo, como Dakar, Hanoi, Kuala Lampur, el Matto Grosso, la Patagonia, Ciudad del Cabo, Trípoli o Delhi. El Padre Foucauld recomienda en las constituciones redactadas en 1899 que amasen el desierto físico pero, sobre todo el espiritual, que conduce a Dios mediante el desprendimiento de los vínculos que atan al alma con la materiales. Esta es una idea que se repite sin cesar en los faquires orientales, retomadas por los “staretz” de los monasterios rusos de Vaalam y de Optina Pystina, a los que aludiremos en la frecuencia de este libro. Hasta en eso quería parecerse a los santones orientales incorporando a la mística católica metodologías diferentes para la ascésis.

Pero los Hermanitos de Jesús combinan, al propio tiempo, la acción pastoral y misionera con la contemplativa. Formaron a los primeros sacerdotes obreros, una clase eclesial muy discutida en Francia en décadas pasadas. Pero su fundador no tenía en mente parámetros de lucha de clases, porque sentía aversión a las conquistas políticas que durante toda la Edad Media y parte de la Moderna tuvieron apartado al papado de la imagen callada y oculta de la Carpintería de Nazaret. Jesús nació en el seno de una familia obrera. No quiso pertenecer a la clase sacerdotal ni hizo reserva de privilegio. Así y todo, nunca predicó la rebelión ni se enfrascó en las luchas políticas de su tiempo contra Roma. Eso sí; fustigó la hipocresía del Pontífice y la perfidia de los fariseos, que fueron en verdad quienes lo condenaron, y no Poncio Pilatos, un dato real que ahora por desgracia en estos tiempos de grandes compromisos políticos, consensos y pactos, de populismo triunfal y de culto a la personalidad, acérrimos intereses creados y sonrisas y bendiciones de medio lado, ha quedado obviado.

Quizá estemos perdiendo la perspectiva: Cristo nunca quiso ser más que un perdedor y puso en guardia a sus discípulos contra los aplausos y alabanzas del mundo. Desconfía de los ambiciosos de poder. Por eso, su verdadero espíritu, casi siempre oculto, hay que irlo a descubrir incluso hoy a las catacumbas. Se encuentra entre los escombros de un bombardeo, la sangre de los mártires, y prefiere a los que sufren y a los desheredados de la fortuna.

La Madre Teresa de Calcuta copia algunas cosas -no todas- de los rasgos propuestos para la santificación de sus seguidores por el eremita de Tanrasset. Tal es la versátil facultad para predicar el Evangelio en los lugares más remotos e impensables de Pakistán, India, Turquía, el Strand londinense, el Bowry neoyorquino o los bajos fondos de París y de Marsella. Pero con una diferencia de matiz al resto de las ordenes mendicantes que han existido en el mundo católico, Foucauld resalta que la justicia debe tener prelación sobre la caridad. No basta con dar albergue o recoger los desechos humanos. Hay que reconstruir su dignidad de hombres y darles una perspectiva de rehabilitación para lo venidero. Se ha acusado a las monjas del sari, hijas de la famosa religiosa albanesa, de ser el tren escoba del Capitalismo, que, a cambio de recoger sus desperfectos, sus seres humanos hechos añicos, luego pasa la bandeja. Los epulones de hoy en día tratan así de acallar su mala conciencia poniendo un puñado de dólares sobre el cepillo.





El carisma del intrépido legionario francés, convertido a la milicia de Cristo, se basa no ya meramente en el aforismo agustiniano sobre el amor como causa primera de la libertad dichosa, sino que trata de ir más allá que el propio san Agustín y Platón. Foucauld precisa a que para llegar a alcanzar el rostro de Cristo hay dos caminos. Uno externo, litúrgico y deductivo, mediante lo que aparece en nuestro entorno, lo que nos acontece, nos preocupa, nos aburre o nos indigna. Al asomarnos a balcón y contemplar las maravillas de la naturaleza, y comprobaremos que desde allí Dios nos hace señales. Y otro, interior e intuitivo. Éste es un Dios personal e intransferible. En lo más hondo de nuestro ser lo vivimos, lo sentimos. Es sólo amor. Un amor del cual todos hablan, pero difícil de encontrar en medio de las truculencias capciosas, el culto al dinero y al poder, autoridades deíficas de esta sociedad en cambio. Vemos cómo no vence la fuerza de la razón sino la razón. Pero todo eso forma parte del misterio cristiano. Es la religión de volver la otra mejilla y elevar los ojos al cielo en espera de que Aquél que no admite mudanza ni accidente se apiade de los que sufren los atropellos del tirano o los antojos del enalmagrado y el ruin que cambia con facilidad de bando, en loor a una moral de circunstancias. Dejemos a los Zoilos y Aristarcos que se entreguen a sus fantasías despóticas para dar al pueblo la falsa moneda o la menguada medida. Ya les llegará la hora.

Al fin y a la postre, aserraron a Isaías, acantearon a Jeremías, y taladraron las sienes del profeta Amós con un hierro candente, clavaron al Hijo del Hombre en una cruz, dilapidaron a Esteban, decapitaron a Juan, a Lorenzo lo torraron sobre unas trébedes, asparon al dulce Andrés, y crucificaron patas arriba a Cefas. Preponderan los descendientes de Agar y Anteo sigue encontrando no pocos adeptos. Por lo que toca a Nerón sigue siendo como una antorcha. Siempre fue así, pero Dios, que es lento a la ira y proclive a la misericordia, es también el Maestro de Justicia. Hay que acudir al profeta David para adivinar el porvenir de los réprobos. Ninguno llegará a la tercera edad ”Viri sanguinum et dolosi non dimidabunt dies suos“ y en otro versículo “Virum iniustum mala sua capient in interitu”, que se podría verter al romance como”: el mal se vuelve contra aquellos que lo practican y será una fuente de congojas para el malvado a la hora de abandonar este mundo”.



La sombra de Anteo, insisto, acaba de pasearse por los cielos de Yugoslavia. Era un gigante prácticamente invencible en la batalla del aire. Se ha ejercido el chantaje y la fuerza bruta a todas las bandas. Viejos monasterios de Metopia han sido profanados, sus monjas violadas por la chusma enardecida que esgrimía “Kalaschnikoks” y cimitarras. Fueron profanadas aras sagradas y rasgados al filo de la espada los lienzos de los iconos. La sangre de los mártires salpica a los Nerones de turno que regentan los altos estrados, y las Semiramis en edad avanzada han utilizado toda la perfidia y la sed de vindicta de la que son capaces para posar sobre las horcas a toda una nación soberana. Incluso impregna los vuelos de la sotana blanca de un senil personaje obsesionado con giras apoteósicas. Semejantes periplos triunfales, esas misas multitudinarias, oficiadas por un anciano de voz bronca y mano que rila, y no se rinde, pues parece que no se muere nunca, hacen pensar en las sentencia apodíctica de Marcusse de que el mensaje es el medio, o en lo que advertía Marción hace dos mil años sobre la Pontifical Jerarquía”: Roma todo lo asume, todo lo cohonesta, y en todo transige uniendose al poder, para quedarse con todo; ella no es más que la viva expresión del deseo del halago y reverencia ”. Lutero la llamaba combleza del Emperador, y Camilo Torres, un guerrillero, colombiano y sacerdote, la gran odalisca. Pero el fin de Roma no supone el término del mundo católico. Habrá, después del cataclismo que se cierne sobre nosotros, una Tercera Roma. No es a esa Iglesia taraceada de oro y de piedras preciosas, o empapelada de rescriptos a la que nos vamos a referir aquí, sino al íntimo Círculo de los Verdaderos Discípulos, que cargan sobre sus espaldas con la cruz, y se ofrecen día a día de rehenes de la culpa. Es la Iglesia real, de la triunfante verdad, la de los confesores y mártires de la fe. La otra no es más que hojarasca. Nada más. Es nuestro proposito hablar de la Iglesia Escondida, que sufre en el silencio. La de los santos. La que no brilla porque está integrada por Humillados y Ofendidos, y cuya lista no tiene fin. A ella pertenece Charles De Foucauld.

En las cancillerías cunden los lavatorios de manos mientras los enemigos de la Cruz progresan contra una Europa materialista y descristianizada. No sólo se ha matado y se ha bombardeado, sino que se ha mentido con todas las ganas.

El sueño del Padre Foucauld sobre un acercamiento de los sarracenos al Evangelio no sólo se aleja sino que la misma fe de Cristo corre peligro. Sin embargo, ¿qué importa? Él roturó aquellos campos del desierto en agraz. La semilla está echada. Un día germinará. Por lo que se refiera a los gigantes resurrectos y las cohortes bajo las banderas de Satanás cualquier día de estos puede aparecer el serafín de seis alas y arrojar al sanguinario Anteo de sobre las nubes. El trono de los liberticidas y genocidas es poco consistente. Llega cualquier viento y lo derroca. No puede perdurar la maldad. Es conveniente en esta hora de tinieblas no perder el rumbo ni la perspectiva.

Figuras como las de este monje humilde escondido hacen la Humanidad seguir mirando a lo alto sin caer en la desesperación y sin desmelenarse. Liberal, tolerante, demócrata, y de un profundo respeto a los incardinados en otras culturas, lleno de amor a sus semejantes, aconsejada bajo la lectura de otro glorioso africano, Agustín de Tagaste, la fórmula de oro para la santificación: “ama y haz lo que quieras”. Esta divina inconsciencia nos lleva siempre al portal de la Luz. Foucauld rompe los moldes.

Era muy devoto del Santísimo Sacramento, que tenía expuesto día y noche en el altar de su pequeña ermita. Un día que acaba de hacer la reserva lee un pasaje de Marcos”: El Reino de Dios es como un hombre que arroja la semilla en tierra y ya duerma ya vele ésta crece sin que él lo sepa (Mc.IV, 27,28). Esta sentencia, verdadero crédito teologal a la fe viva, se va a convertir en piedra de toque de su espiritualidad; constata de un parte la necesidad de anonadación y de desasimiento o muerte del yo, pero Dios no pide imposibles. Nos conoce y nos ama, y no escatimará pruebas para los que elige pero este triunfo sobre las pasiones no representa un desquiciamiento, ni tampoco una visión de la santidad acaramelada y hecha de estereotipos egoístas. El santo no es un vidente ni un santero. Foucauld rechaza el fervor paniaguado, individualista, pasivo que dimana de una interioridad sospechosa. Su amor a Dios es algo coral, comunitario. El yo que tanto obsesiona a Occidente para los orientales resulta algo contingente.

A cambio propone una vía de participación con Cristo en su Cenáculo más activa, aparcionera y coral, donde tenga prelación el ser sobre la existencia. Hay que sustituir al yo por el nosotros. Al fin y al cabo, el hombre no es más que una partícula del cosmos ordenado por la sabiduría divina en el espacio, el número y la proporción. Es el ángulo exacto sobre el que todo converge desde las estrellas rodantes hasta la más endeble brizna de hierba. Todo gravita en torno a la deidad suprema.



Por otra parte, aspira al conocimiento divino mediante el misterio de la Encarnación en la Eucaristía mediante el cual el hombre puede llegar a ser partícipe de la vida divina. Hay una relación de causa a efecto entre acción contemplativa y liturgia, como esencia de la catolicidad viadora y peregrina hacia la cumbre del Monte Santo, esto es: Jerusalén. Los ángeles santos y María actúan como espoliques de esa andadura. El creyente no puede, sin embargo, deshacerse el cuerpo y necesita símbolos y hasta signos que hablen de la existencia de una vida de gracia mas allá de los sentidos. Por eso en los ritos sagrados se utilizan de adminículos como el canto, el olor a aceite, el bálsamo sagrado, los colores de los ornamentos, el arte arquitectónico insuperable de los templos. Mediante sensaciones exteriores accede a la contemplación interior.

Jerusalén, la Ciudad de la Paz, monte santo de la Liturgia cristiana

Además, ese viaje a la Ciudad de la Paz, esa escalada del Monte Sacro, es de ida y vuelta, porque de Jerusalén mana la fuente de toda virtud. Carlos De Foucauld funda un establecimiento monástico que tiene en cuenta la apetencia de Dios del hombre actual.

Había redactado sus constituciones en vísperas de un nuevo siglo, precisamente por la Nochebuena de 1899. Toda su metodología espiritual estriba en la búsqueda de un dialogo con el Deus absconditus, presente en la Historia, de una forma u otra antes de la Primera Venida, corazón reinante y alcancía que despide llamas de amor a lo largo de dos milenio, y actualmente vivo y presente entre aquellos que lo desconocen o ignoran. Es la noche de la fe. Es el gran trauma de la soledad del justo. Es la travesía del enorme Sahara del alma.

Dios oculta su rostro inefable, pero es próvido, circunstante y testigo de nuestra lucha, absoluta, ente contemporáneo y actual, y se manifiesta en los hermanos. ¿Pero por qué se esconde? Valdría preguntar. La semilla germina y encaña sin que nosotros lo sepamos. Hay que recurrir al texto de Marcos, donde Cristo, que amaba la ecología y las cosas del campo, narra en este símili cómo es el proceso espiritual. Pablo, de su lado, argumenta”: gloriae suae Deus nos fecit compotes” a través de la encarnación de su Hijo en el vientre de la doncella el Padre nos hizo partícipes de la vida divina ¿Quien será capaz de penetrar estos arcanos insondables? Sin embargo, de ese cometido o compromiso de dios con el hombre radica la grandeza y el misterio de la religión de Jesús. Somos contuberniales, concolegas. El salmista utiliza un adjetivo muy hermoso para definir dicho concento: sodales, que suena mucho más bonito que solidario, pongamos por caso, aunque los dos posean la misma raíz.





En definitiva, somos sus hermanos, los compañeros de viaje en esta larga singladura del Cristo Resucitado. Nadie podrá ganarnos. Estos pensamientos sueldan la base del optimismo cristiano que aguarda el siglo futuro, aferrandose a la antorcha de las tres virtudes teologales y que mira más allá de la realidad que nos circunda: calamidades, guerras, apostasías, prevaricaciones, injusticias. Es el mejor antídoto para que perseveren en la fe aquellos que se sienten como expatriados en este revolcadero de infamias, donde los justos sienten enfado y asco, donde la verdad es perseguida y queda a merced de la mentira, porque aquí se hace lo que ellos (siempre unos pocos) quieran hacer o tengan a bien mandar, donde sólo triunfa el malvado y se tacha de necia a la bondad. Ellos siguen con sus cubileteos celestinescos. Las combleza o barragana del tirano u homicida se pasea por el mundo con aires de santa. La “massmedia” acuña sus propios iconos y valores que habrá de imitar la juventud, si no quiere quedarse atrás. La locura de Cristo sigue pareciendo un elemento discordante para un sistema de valores enmarcados en la deificación del dinero, la potencia sexual, la belleza física. De hecho, el monaquismo es una suerte de protesta muda contra los dislates y desafueros de la Iglesia externa o exotérica, que ha de transigir y convivir con los humanos y echarse a las espaldas sus brutalidades, la necia ceguera, y sus tendencias constantes a la superstición. Los anacoretas y ermitaños que junto con los mártires forman la savia interna de esa Iglesia esotérica o interna por oposición a lo que se muestra a los ojos como hojarasca y boato supieron escalar la cumbre de la perfección cristiana, de la verdad y la justicia con proyección.

Hemos querido dar inicio a este libro con la presentación de un solitario moderno, como demostración de que más allá del aparecimiento está la aparición, verdadera epifanía o muestra de la acción del Paráclito a través de los siglos. Estos héroes escondidos resguardan la grey. Soy un testimonio tácito de que la Iglesia es hechura de Dios, porque, a pesar de los escándalos e indignidades y el poco decoro de algunos de sus pastores, el rebaño continúa su marcha. Las ovejas de Cristo seguirán balando. Por eso, nos parece de importancia capital conocer el monaquismo en sus tres manifestaciones(anacoretas, cenobitas y monjes) a la hora de hacer un justo balanza. Foucauld es una figura mayor porque trata de conectar con la tradición perdida de la Tebaida de Asia Menor, imitando la orden basílica - el primer monasterio que se conoce fue el de San Pacomio que llegó a contar con hasta siete mil monjes - y la regla de san Benito al mundo de hoy.

Sin embargo, lo que el mundo brinda es apariencia. La combleza del príncipe será despedida del harén. A la gran diva de la pantalla no la renovarán el contrato o se morirá, porque, por lo general, el impío no suele gozar de vida larga. La culpa atrae a la muerte. El encintado de la Ciudad de Dios se dilata más allá del mundo visible, pues su poder actúa de forma inefable y clandestina. Al justo no le faltará, pese a sus sufrimientos, un gorgojo del pan de Cristo.

Cabe preguntarse, al filo de la esperanza de los que creen en la Resurrección, por qué el cristianismo, originado en África y en Asia Menor, y que germinó como la flor de loto junto a las riberas del Nilo, ha perdido fuerza en aquellas regiones del Oriente, donde ya para siempre quedaría desahuciado, primero, por el arrianismo, y, más tarde, por el islam. Foucauld parece querernos dar la respuesta mediante su testimonio martirial. La genialidad del antiguo oficial del Ejército Francés, así como su profética perspicacia, consiste en haber ido a beber del manantial de la fe en sus fuentes. Aspira, mediante su amor al desierto y a los hombres azules del Tuareg a la reconciliación de Cristo con sus antiguos enemigos sarracenos. Propulsa una renovación de la Iglesia en todos los sentidos (litúrgica, dogmática, carismática) y adopta para sus rezos algunos textos del oficio divino de Crisóstomo y de Basilio, Gerasimo el Sirio o de San Pacomio, traducidos al árabe, y saca partido de las grandezas del rito maronita con sus constantes invocaciones a la Trinidad, la continua impetración a los Ángeles, o la recitación del Akathistos de la Virgen María, cuyas estrofas empedradas de riqueza idiomática y de colorido casi sensual suenan en un oasis del desierto mejor que en ninguna otra parte.



Para él la misa no es sólo la conmemoración de la Cena y de la transubstanciación del Cuerpo de Cristo en vino y en paz sino un acto de comunión con la belleza del Cosmos, el canto eterno a la divina armonía en su apoteosis universal. Cristo ha bajado y se encuentra entre nosotros hasta el fin de los siglos. Allí se establece un puente de conexión entre los adoradores del Padre, con los ángeles, con María y con los santos haciendo de particioneros de este sacrificio incruento que conjunta a todos los participantes del credo trinitario por el bautismo. Todos contemplan su imagen en el hoy en el ayer y siempre. En ella, simbolizada por el Pantocrátor convergen las tres Iglesias: triunfante, militante y purgante. La eucaristía, cargada de simbolismo purificador, acontece esa catarais. El milagro es posible. El hombre puede subir y subir y acercarse cada día al rostro de Dios y cantar con los ángeles. La invocación angélica era casi consubstancial sal santo sacrificio. Hasta siete veces se aludía a ellos en el canto de entrada, el introito, el prefacio o el canon. Y la misa antigua se cerraba con la oración a San Miguel de las abluciones finales. ¿Por qué an sido suprimidas en la rúbrica del post concilio y, sin embargo, los ortodoxos la conservan? El culto angélico es complementario al de dulía, una parte importante de la tradición piadosa de la Santa Iglesia. Lucifer no debía de estar muy conforme con sendas devociones, porque se ve que está haciendo todo lo posible con acabar con la intercesión de la Santísima Virgen y de los coros de las nueve jerarquías. Está claro que trata de suprimirlas, presentandonosla como fórmulas de piedad arcaica, no suficientemente contrastadas. Nunca se saldrá con la suya.

Recién convertido el Hermanito Carlos debió de sentir en su corazón una revelación descubridora del sentido que tenía su existencia, cuando al poco de llegar a Jerusalén entra a orar a la iglesia del Santo Sepulcro en el instante en que se desarrollaba una ceremonia religiosa oficiada por los monjes del monasterio ruso. Se alzaban al cielo las letanías. El diácono abordaba el himno del Querubín (Querubinskaya). Se grabaron en su alma para siempre los ecos de este canto sagrado en el que el hombre devana el misterio de la procesión trinitaria pidiendo misericordia a un Dios Santo, a un Dios Fuerte, a un Santo Inmortal, como si aspirara a comulgar con su grandeza, interpolando el plano de la carne con el del espíritu. En sus escritos, recomendaciones y forma de vida, Foucauld se siente legatario de esa rica tradición del Oriente, recogida por los padres del yermo. Es un quietista a la manera de Pacomio, Epifanio, Irineo, Antón, María Egipciaca, pero quiso instalar esta regla orante de la vivificante Tebaida en los grandes barrios obreros y marginales de las ciudades del mundo, plantando una flor de loto allí donde impera la fealdad del albañal humana, haciendo subir el humo del incienso al pie de las chimeneas fabriles, estableciendo oasis de paz y de recato en medio del desierto de la agresividad, la complicación, el discreteo lujuriosos del hombre anónimo y deprimido de la post modernidad. Parte del principio de que es posible tener vida contemplativa en medio del tráfago del siglo.

Pero también incorpora a la Iglesia latina la oración de sustitución (badalaya) que predica con tanto denuedo el Corán y está basada en los principios evangélicos, resucitando una costumbre muy antigua. Nadie es más grande ni da mayor prueba de más que aquél que da su vida por el que ama. San Paulino de Nola(373-441), el amigo de San Agustín, y aquel que pondera tanto en sus escritos Jerónimo, tuvo uno de esos heroicos arranques y ofreció su persona y su libertad a cambio del hijo de una viuda de su diócesis, amiga de Terasia que era a su vez la esposa del señor obispo (a la sazón, no había obstáculo entre el sacramento del matrimonio y las sagradas órdenes), que había sido conducido por los vándalos tras una incursión en la Campania al norte de África, donde el propio obispo sustituyó al liberto y trabajó como esclavo encargado de las tareas del jardín en casa de un rico. Es el caso, el de Paulino de Nola, al que los fieles han invocado desde tiempo inmemorial contra los demonios, el más viejo del que guardan memoria los anales menologios de oración de sustitución o badalaya.



Esta fórmula de heroísmo se practicaba asiduamente en el mundo árabe y fue puesta en práctica por algunas ordenes hospitalarias como el Temple los Frailes de la Merced, dedicada a la redención de cautivos. Con tal de manumitir a un reo, el ofertante consentía echarse al cuello las cadenas de la persona que quería liberar. Es lo que hizo con frecuencia San Raimundo de Peñafort. En la historia de la Literatura porque sin la entrega de un monje casi anónimo, oriundo de Arévalo y que fue a los baños de Argel para sacar de allí a Cervantes, poniéndose él mismo en el lugar de su cautiverio, nunca se hubiese escrito El Quijote. La caridad vence todos los obstáculos. El Amor todo lo allana.

Es locura de Cristo. Es, por otra parte, la soledad del místico, siempre lidiando con el vacío del dolor, la inseguridad de la tierra y la sucesión de los rostros y de los cosas, pero con los ojos fijos en esa Sombra que carece de mudanza. Es una relación de monologo, más que de dialogo, porque Dios rara vez habla, o se expresa con actos. Solamente la fe es capaz de pegar el gran salto para salvar esta distancia.

Rehén por sus hermanos.

Otros santos grandes del tiempo presente, como la nunca suficientemente ponderada Teresa de Lisieux se ofrecieron, asimismo, como víctimas propiciatorios del holocausto vivificante. Pasaron a ser rehenes del amor por los sus hermanos. Se desentendieron de sí mismos para dejar que el Almo obrara, conscientes de que nadie puede ganar al Espíritu Santo la partida. “ Pasaré mi cielo en la tierra obrando portentos en todo aquel que me invoque”. Así explicaba la Pequeña Flor Normanda su inefable Lluvia de Rosas, en el paroxismo de su donación completa al Misterio del Amor. Era su “ badalaya” votiva. El Señor a ella como a otros muchos les cogió por la palabra. Teresita moriría poco antes de cumplir el cuarto de siglo de su edad. Vivió poco pero en la escala de valores supremos pocas mujeres puede decirse fueran capaces de amar tanto.

Por lo que respecta al Solitario de Beni Abbés, su ofrenda también fue escuchada y Dios permitió que sellara aquel pacto de caridad hacia los árabes con su propia sangre derramada. Desde entonces sobre las arenas del desierto se oculta la esperanza de la vuelta a Cristo de todo un continente, que en los primeros años le fue muy afecto. A ojos vistas, no se ha producido este acercamiento de tolerancia ecuménica, antes bien, el fanatismo fundamentalista cunero y fanático ha vuelto a mostrar su rostro menos amigable, por estas calendas en las que estamos, pero la semilla está lanzada. Algún día germinará. Después de todo, dicen que la fortuna ayuda a los audaces y que este mundo que gobiernan o desgobiernas los políticos, programan y diseñan los matemáticos, sólo lo mueven los soñadores y los poetas.

Foucauld era un idealista, un hijo de la imaginación de Chataubriand. Llevaba muy adentro las brumas del Rin y el tañido de las campanas de Notre Dame. Era demasiado francés para transformase en un vulgar enciclopédico volteriano.

Muerte de las palabras, muerte del Amor.



Hablamos tanto del Amor que se ha gastado el sentido de un término tan preciso como precioso. Anduvo siempre en labios de los poetas de todas las naciones y es casi una herramienta de trabajo de los místicos. He aquí que unos y otros parlan a destajo de sus enamoramientos y tanto abusaron de él que ya no queda otro remedio que escribirlo con minúsculas, porque el odio avanza, el escarnio y el egoísmo se apodera de todo el recinto. Si Cristo volviera, seguramente volverían a crucificarlo. Si enviase a sus ángeles para predicar en Sodoma y Gomorra la penitencia, que detendría el castigo, seguramente que los invertidos, tan abundantes por nuestros lados, intentarían sodomizarlos, porque los Principados aquellos eran hermosos a morir, y quizás por eso se los presenta la plástica piadosa no en vano cargados de pluma... ¡Somos hombres te tan poca fe! Hemos de ver para creer ¡Y así tantas y tantas cosas en este tiempo en el cual parece que el Destino juega al juego del trocado, que al revés te lo digo para que me entiendas!

Debe de ser por que todos parecen empeñados en oficiar una ceremonia de confusión o misa babélica, en la cual se retuerce el pescuezo a la semántica en propio beneficio. Se rinde por todas partes culto al diablo. De ahí que, al escuchar mentar la palabra amor, nos llevemos la mano a la cartera, y no falta quien desenfunde la pistola, muy a sabiendas de que no existe y de que con esa palabra se pretende darle el timo de la estampita. Quiere decir concupiscencia, de la misma forma que ahora paz ha usurpado el sentido de guerra, y régimen de libertades comporta el de sometimiento a la ley, y el que se mueva no sale en la foto. La filosofía de los Derechos Humanos ha degenerado en “limpieza étnica”, refugiados, emigraciones masivas y exterminio de tribus enteras en África o en el Kurdistán, pero estas son movidas a donde las cadenas de la televisión global no envían a sus paniaguados en guisa de Herodotos o de Tito Livios de nueva filiación, para contar en sus oyentes en vivo y micrófono en ristre cómo se desarrollan estas ocupaciones, invasiones y matanzas, o se alzan las tiendas de los campamentos de refugiados. No hay cosa que dé más asco que todas esas tumbas abiertas a la hora del postre. La verdad ni renta ni interesa. No es más que una fantasía de unos cuantos iluminados que suspiran la llegada del Maestro de Justicia. Nadie ha alzado una voz en pro de los serbios, cristianos ortodoxos, profesores de la fe, que están siendo eliminados sistemáticamente y expulsados de sus casas por los kosovares islamitas. Un obispo de cuyo nombre no quiero acordarme ha facilitado a los sarracenos las dependencias vacías del seminario de Sigüenza, antiguo bastión cisterciense, de cuyas paredes ha desclavado previamente los crucifijos que colgaban, para no herir susceptibilidades de sus pupilos mahometanos tratados en la Villa del doncel a cuerpo de rey. Demasiado, ¿no?



Mientras el papa acude a Washington a bendecir al emperador Clinton ¿Para qué queremos un episcopado y un cardenalato católico tan arreado de púrpura y tan cargado de plumas? ¿De qué nos sirve rendir el culto a la personalidad y adorar casi como si fuese un semidiós, si el delegado de Jesús en la tierra no ha dicho ni esta boca es mía a la hora de condenar los apocalípticos bombardeos sobre Metopia, la primera Tebaida en Europa, la tierra de san Jerónimo el Dálmata? El obispo de Roma por intereses creados ha transigido con la justicia. Poco ha cundido el ejemplo del enérgico San Ambrosio, quien siendo arzobispo de Milán hacia el año 389 se enfrentó a Teodosio por haberse excedido en sus expediciones de castigo contra Tesalónica, lo que es hoy Serbia y Macedonia, la de las cartas apostólicas paulinas, hoy sujeta a los horrores de la debelación de la parafernalia de la liga atlántica. Los embudos y cráteres que han dejado las bombas sobre aquel territorio sagrado claman al cielo. Roma, con tal de sobrevivir, transige con todo. Clinton, Blay, Schröder, Solana y ese secretario del FO que tiene la pinta de carnicero del Yorkshire, que se llama Robín Book, se han salido con lo suya, y aquí nadie ha dicho esta boca es mía. Se ha cohonestado la mentira y el asesinato, pero los responsables de este atropello tendrán algún día que dar cuenta a Dios.



Ha venido el Enemigo de las almas y ha empedrado de chinitas el camino de la Verdad, de la Justicia y el Bien. Sembró el campo de cizaña. Crece entonces la espiga de la falacia. Y, desde luego, por de sobre todas las cosas, Satán manipula al dulce bisílabo. Al amor que es fuerza regeneradora de vida el Piloso lo ha convertido en revolcadero de la muerte y de la insidia. ¿ Qué es esto, pues? ¿La cena de Baltasar? ¿Ha comenzado el dedo invisible a escribir en la pared? ¿Siempre fue así? ¡Ay Amor, no sé por donde andas ni que fue de ti!

No sabría qué responder.

Sin embargo, esta manipulación de los hechos objetivos, así como la profanación del Templo del Amor y de la Vida es una marca indeleble de la llegada de la Bestia. Según el Apocalipsis, las generaciones perecerán cuando muera la palabra y falte en el mundo ese amor, que es para el hombre tan necesario como el oxígeno que respira.

“Entonces buscarán los hombres la muerte y no la habrán. Desearán acabar, pero la muerte huirá de ellos”.

Ya los griegos especulaban con el origen y la semántica de este vocablo. Amor es querer transformarse en el otro, según Platón, y esa noción caló profundamente en el Cristianismo, siendo la idea básica sobre la que lucubra San Agustín, y el motivo de inspiración de la Místicas. Los versos de Juan de la Cruz abundan en ese deseo de transformación en el cuerpo y en la sangre del Amado. Plutarco ve en él solamente un movimiento de la sangre pasajero. Para Tulio es sólo benevolencia y Teofastro lo confunde con el ardor del apetito carnal [su tesis no puede ser más apropiada para el tiempo presente], y entre los estoicos cunde la opinión de que el amor es una afección por causa del Bien y la Belleza, la Inmortalidad, la Armonía y el Deleite. Esta afección se haya injerta en todo el tinglado de nuestros mecanismos volitivos, porque el ser está hecho para la vida, no para la muerte.

Antítesis de la muerte, al amor se le compara con el sol, astro patente de energía del cual toda luz irradia. Es el punto al que todo revierte. Se le representa en forma circular por ser eje meridiano. Los antiguos colocaban en la rueda solar los principios del movimiento armónico. Cualquier criatura se vuelve hacia el astro rey y como el ámbar atrae las pajas y el imán al hierro, así el hombre gravita alrededor de sus rayos, en búsqueda perpetua del centro, para transformar y desaparecer en un hondón de deseos, pero en esa búsqueda de la utopía soñada y que nunca llega a catalogar con los ojos del cuerpo, siente perderse en un mar sin fondo. No hacemos pies al escudriñar con el tercer ojo místico las simas inefables. La marcha hacia esa punto configura una peregrinación por le dédalo. Anteo, al fin y al cabo ató su cuerpo a una cuerda atrapada en una aldaba de los guardacantones del Laberinto de Creta. A nosotros, que tratamos de iniciarnos en la vía purgativa a pecho descubierto no nos sirve esa añagaza. Hay que perderse en Dios, en el infinito océano a sabiendas de navegar en una mar aborrascado de tinieblas absolutas, como única antorcha, el candil de la fe. Estamos debelados por la oscuridad. En verdad, nosotros somos la noche, náufragos del amor, en continuo movimiento hacia el Edén.

Abstracción

Este sentimiento de ausencia divina que de describe como una tensión o tendencia hacia la armonía como evasión de un mundo inhóspito y sicalíptico, pues el deseo animal suplanta casi siempre a ese noble sentimiento de inspiración deísta. Somos pecadores. Jugamos con cartas marcadas. Anhelamos el bien, la verdad y la belleza, pero el mal nos retine. El pecado se apodera como maleza inextricable. Por la abstracción de cuanto nos rodea podríamos alcanzar ese nivel de serenidad absoluta. Platón nos ha venido soplando este concepto que nos vuelve utópicos y desacomodados entre la potencia y el acto. Ese es uno de los principios de locura. Nuestras vidas adolecen de ese desequilibrio peligroso o desfase entre lo que queremos ser y lo que en realidad hemos venido a ser. Cristo torna a remachar en este principio platónico. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.



Se vuelve a repetir como motivo central en el Libro de los Libros. San Juan plantea la respuesta a esa dualidad inextricable en la cual los planos del bien y el mal se confunden, la castidad y la lujuria, dolor y deleite, enfermedad y salud. Es una respuesta metafórica. Parece que el evangelista se va por la tangente, pero da su hemina de candeal profético em pócimas selectas. En sus párrafos se contienen como grandes símbolos de gemas de un Lapidario los avatares del pasado, el presente y el porvenir. De ahí que sea vital de todo punto estudiar el anuncio juaneo de las claves, las moradas, los estadios, la pugna en la que se enmarca el provenir del universo. Nadie ha penetrado en el sentido esotérico mesiánico de esta obra cumbre de lo que está revelado como los que huyeron al desierto. Cubre las necesidades escatológicas inherentes a todo ser humano al tiempo se hace una apología de los que en defensa de la Palabra del Cordero sufren escarnecimientos, cárceles del alma y el cuerpo, enfermedades, deformidades físicas, y son apartados de entre los hijos de los hombres como la escrófula o son tachados de locos. Su estilo es un templo que va siguiendo una línea escalonada de purificación, unión, contemplación.

Es la palabra escrita y hablada, que era para los griegos una suerte de talismán, la que brota a partir de la contemplación del rostro del Amado para justificación del vencido acá abajo. El Verbo os hará libres por medio de los libros, y en él encontraremos lo que define a los dioses: paz amistad, concordia. Su contexto, por eso ha sembrado la intranquilidad e incluso el furor y la rabia de los racionalistas que se oponen al Reino. Con sus símiles de pergeño inalcanzable resumen el Apocalipsis ese afán divino por la justificación del vencido, acá abajo, y que, arriba, en la Jerusalén Eterna, será coronado con el lauro de los triunfadores. Aquí los elegidos son los pobres de la Ciudad de Dios y este mensaje recoge un código estético y moral que trasciende al mundo pagano y al judío del que es originario.

Por boca del profeta

El deterioro de la Palabra implica la destrucción de la libertad. Es otro de los signos del fin del mundo. Recordemos a los Beatos o códigos miniados. Todos contienen el texto del Apocalipsis, cifra y compendio no sólo del mundo futuro sino del que fue y del que es. La imagen del Redentor engasta todas las joyas de la almendra mística o esa hendidura oval del Pantocrátor: diamantes, rubíes, la calcedonia, el zafiro, los jaspes y el topacio, la esmeralda y el crisólito. Hablemos de piedras, pero también tendremos que hablar de signos, y la voz de la verdad, hablando por boca del profeta, clamando.

“Vi bajo el altar de la sangre de los mártires, que habían sido muertos por la confesión de la palabra del cordero, a los que daban voces diciendo: ¿ Hasta cuándo, Señor santo y verdadero, no vengarás nuestra sangre?”



Este libro es el que ha poblado regiones enteras con las almas de los aspirantes a un hueco en ese rincón de alabanzas perpetuas, ese prado nuevo, solar de toda ventura, Campos Elíseos prometidos por Cristo a los que creen en Él. Constituye la piedra angular de la especulación lapidaria, que ha llevado al estudio de los astros y de las propiedades físicas de la flora y fauna y fenómenos naturales del planeta, pues en su saber se encierran las siete disciplinas de la gaya ciencia. Es cuna del arte cristiano en todas sus ramas, desde la cronología de los Beluarios y Beatos iluminados hasta las últimas catedrales. Todo lo que el hombre es, ha sido y será está implícito en sus paginas. El ser humano empezó a progresar y a ser algo más que una bestia de carga a partir del Evangelio. Este puede ser el secreto clave para comprender el pasmoso desarrollo que han tenido los pueblos de Occidente a lo largo de dos milenio. Uno no puede estar más en desacuerdo con aquellos panolis que invocan la vuelta al Kamasutra y a Confucio, habiendo nacido en la provincia de Soria, aunque comprendo que somos todos hijos de muchas madres y de haber mamado leches diferentes. Ya decía el Gran Isidoro que no es lícito imponer a los cristianos a la fuerza. Ahí puede que estribe uno de los grandes errores de la Iglesia Jerarquía, causa de tantos males, pero tampoco ésta puede inhibirse de proclamar la verdad que está en sus manos por legación divina, aunque este acto implique descalificaciones, oprobios, descomuniones con el poder establecido e incluso el martirio. No tengáis miedo a los que quitan la vida del cuerpo. Los enemigos del alma son mucho más temibles y formidables.

Cristo preside la esfera. Es el dueño que reina en la ojiva, el alma del Pantocrátor, la columna de apeo de todos los arcos. Su aroma impregna toda el arte desde la música de los trotarios o tractos de la misa griega hasta las sinfonías de Beethoven y nada se diga de Rimsky Korsakov, Tchaikovsky o los compositores rusos. Pero también el Libro del apocalipsis es un alegato contra la tiranía. El que es malo tendrá que hacer recudimiento de sus culpas y expiar su pena algún día. Por el contrario, sus páginas constituyen un manantial de consuelo para el que sufre por la verdad y la justicia y decide huir al desierto en busca del amor encarnado en el Verbo y la palabra viva. ¿ Qué es esto? Me diréis, y yo os contestaré”: Lo inefable”. Porque, si se ciegan las fuentes de la Palabra, se ocluyen los manantiales del amor. Es lo que el mundo no entiende.

Sin embargo, esta idea resulta obvia para la estirpe escogida a la que pertenecen los santos. Charles De Foucauld fundó el instituto de los Hermanitos del Evangelio. Es la orden que más santos ha dado a la Iglesia en las últimas décadas. En 1963 cuando fueron martirizados cuatro de sus frailes, la opción del martirio en la forma de badalaya se asume en los votos de los profesos. Las fraternidades foucauldianas en buena medida han inspirado el espíritu y la letra de las asociaciones de ayuda a los desamparados del Tercer Mundo, las célebres ONG, las cuales participan de ese espíritu laico y casi aconfesional porque lo suyo era la semilla oculta, del carácter reservado, anónimo y modesto de su fundador.

El testimonio y la sangre de los mártires es inamovible. Ahí queda. Ellos entendieron el rumbo a los que se dirige la Nave de la Iglesia en la andadura de los tiempos. Quedó su testimonio y el recuerdo de su rostro, estampado en esa mirada triste y como trascendida de piedad hacia la humanidad que nos quedan del Hermanito tomadas en Beni Abbés cuando presentía ya próximo su holocausto. Para rúbrica de testimonio y signo de los signos. No quieran más los blasfemos hostigar a los ejércitos del Cordero. Han empezado a llover rosas pero ahí está también, para variar, el símbolo de la humanidad mal conducida y desgobernada por los falsos pastores. Ahí están esas denominadas limpiezas étnicas que son el pretexto para sembrar la disensión y el rencor entre comunidades de credo diferente, reavivando viejos odios. Hoy se lucha en todas partes porque vivimos insertos en una suerte de antinomia del amor. La amistas se transformó en enemistad, la concordia en discordia y la libertad en oprobio. Se mueve el cielo y la tierra. Hay como un movimiento cósmico que conduce a la “pressura gentium”. Vemos ante nosotros emigraciones en masa. Sin ningún rebozo se hacen los más audaces experimentos con la vida humana mediante la manipulación genética.

Luzbel otra vez ha clavado el grito en las estrellas. Otra vez quiere ser como Dios.



Mientras, el abanderado de las milicias arcangélicas, vuelve a tocar a rebato al socaire del lema “Quis sicut Deus? Es una lucha que dura ya largo tiempo. El alzamiento de Miguel es un reto de salvación. Los solitarios de la viña del Señor, los operarios de la hora undécima, recogieron el guante marchandose a vivir al desierto, y dijeron lo que Pedro en el Tabor: “Qué bien se está aquí, Señor, hagamos tres tiendas, una ara Moisés, otra para Elías y otra para Ti con todos nosotros”. Subieron participar de la alegría de Dios mediante la renuncia. El yermo les volvió en soldados de Cristo, encuadrados en los escuadrones del Terrible para la satánica hueste y Glorioso Miguel.