VLADIMIR SOLOVIEV
Vuelve
a estar en candelero Vladimir Seguievich Soloviev cuando ayer se cumplían 116
años de su muerte en Moscú y el personal gusta de hablar del fin del mundo.
Adalid
del pensamiento místico ruso publicó "Rusia y la iglesia universal" profetizó
la caída del Vaticano y el advenimiento de la Tercera Roma.
Me
acerco a las páginas de su libro "El anticristo" de puntillas, con
miedo y lleno de dudas cuando vimos el otro día caer durante los actos del
congreso de la juventud en Cracovia al pontífice argentino al bajar un peldaño
del altar donde misaba.
Un periódico
local titulaba "El papa por los suelos". El viril y la custodia que
portaba quedaron derribados. Afortunadamente don Mario Bergoglio no se haría
daño en la cadera pero en la visita al crematorio del Holocausto renqueaba
algo. ¿Una señal divina? Todo un símbolo y un aviso de lo alto para los que
consideran a Francisco más que al obispo de Roma un "compañero de
viaje" de los grandes consorcios enemigos del cristianismo. Pero esto no
es nuevo.
En
el siglo XVI el doctor Laguna medico segoviano y supuestamente autor del Lazarillo
de Tormes glosando el Heuautemtimoremen de Terencio decía que Europa estaba
perdida y flagelándose a sí misma. Esta capacidad crítica por ventura debe de
ahuyentar los temores.
Aun
no hemos muerto. Estamos vivos frente a constantes amenazas desde dentro y
desde fuera. La más fuerte: la irrupción de un tiempo descreído y materialista,
y el acoso de los sarracenos que están a las puertas de Europa nuevamente
Soloviev
vuelve a la carga y trata de descifrar el enigma ruso con sus contradicciones,
grandezas y miserias. Ante ello los atizadores del fuego del pensamiento único
se sienten irritados y confusos y llaman comunistas nazis y antisemitas a esos
europeos que, irritados por el ocaso de occidente vuelven la mirada a Moscú. Mas,
non vos preocupéis. Este escritor fue amigo y mentor del pueblo hebreo.
Defendió a los judíos y publicó un opúsculo contra el asalto a las aljamas y la
pena de muerte a raíz del asesinato del zar Alejandro II (fueron inculpados los
hebreos).
Incardinado
en el movimiento dequiabrista en un principio fue un joven nihilista y revolucionario
(casi todos los agentes de la Revolución del 17 eran hijos de pope al igual que
Soloviev.)
Después
fue dulcificando sus ideas radicales hasta convertirse a la fe ortodoxa de la
que fue baluarte y promotor de un movimiento ecuménico que no dio resultado. A
su juicio existen dos iglesias paralelas la externa que es la que se incardina
en la jerarquía, los cánones, el boato y la interna, que es la iglesia
portadoras del mensaje. Pueblo de Dios.
El
1889 dio a la estampa su obra más famosa "Rusia y la iglesia
universal". Tiempo adelante publicó el "Anticristo" que inspiró
a Aliosha uno de los personajes de los Hermanos Karamazov.
Dostoyevski
le reverenciaba. No así Tolstoi que fue su enemigo declarado. Soloviev condenaba
el irenismo y el buenismo tolstoiano, considerando que la labor de la iglesia
no es tarea social ni política.
Su
fuerza estriba en la tradición, las preces constantes — no dejéis que duerma
hacedme rezar dijo Soloviev antes de morir— y la sangre de los mártires.
Profetizó la revolución rusa, el shoah y el genocidio armenio. En poesía fue el
introductor del simbolismo que marcó la hoja de ruta de los grandes escritores
rusos: Gogol, Berdiaeff, Andreiev, Pasternak el propio Gorki, Chejov.
Para
él el oficio de la escritura era una tarea apostólica y esta tarea le lleva a
una lucha constante entre el alma y el cuerpo. El espíritu aspira hacia lo alto
pero la materia arrastra hacia el lodo. Para Soloviev como para otros muchos
artistas rusos (Modesto Mussorski, Gogol, el propio Chejov y tantos otros) la
vodka era un peligro tan letal que moriría alcohólico a los 48 años.
Luchó
siempre contra esta enfermedad y cuando le daban ganas de tomarse una copita
abría al azar una página del evangelio de san Juan y se le pasaba la tentación.
De esta manera calmaba su sed de Dios y del pensamiento infinito, la tristeza y
el dolor de los vencidos. Acuñó una frase: "Dios perdonará perpetuamente a
los beodos".
Fue
su vida la parábola del santo bebedor. El alcoholismo puede que contribuyera a
su carácter visionario. Algunos le catalogan como una de los grandes profetas
de nuestra era
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