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domingo, 7 de agosto de 2016


EL ANTICRISTO MORA EN ROMA ¿QUIÉN ES?

 

Agosto es para mí el mes mejor del año luces claras el sol en lo alto para mayor honra de Júpiter y su gran patrocinado el emperador Augusto. La cencellada de la amanecida trae barruntos de la llegada del otoño, agosto frío en rostro.

Resulta difícil cuando tengo paz interior y no me puedo quejar de la vida meterse en tema tan abstruso y complicado como es el de la Apocalipsis, un libro de un judío escrito en griego en el cual el salmista vierte su ira contra el pueblo romano. ¿Revelación cambio? Qui lo sa.

Sin embargo el alquimista físico y médico—entre otras cosas descubrió las propiedades curativas del alcohol— catalán Arnaldo de Vilanova profiere dictámenes sorprendentes en su Confesión de Barcelona exculpándose ante el rey de Aragón de las imputaciones de sus enemigos los dominicos.

Su amistad con san Vicente Ferrer y con el papa de Aviñón paisano suyo no le cohíbe para lanzar anatemas contra los franciscanos y la Orden de Predicadores.  Los mendicantes fueron piedra de escándalo por sus abusos en los años de la baja Edad Media. De ellos surgen los grupúsculos de los “iluminati” y los “catherinati” en el norte de Italia y en el midí galo.

Los franciscanos trataban por todos los medios mediante las visiones de Rita de Casia de conseguir que los papas volvieran a la Ciudad terna y había aparecido en Provenza (Arnau de Vilanova, que era defensor del papa Benedicto XIII amigo y paisano suyo, escribe en limousin que era el catalán antiguo y una muy bella lengua) la herejía albigense de cuyo anhelo de pureza parece contaminarse el alquimista ilerdense. Sin embargo, emite juicios que parecen acordes con la realidad del tiempo presente, la sexta era del tiempo de la Iglesia (guerras, “presura gentium” o desplazamientos en masa de pueblos enteros, falta de amor, ansias de poder y de imagen, mentira, prevaricación y pastores de la iglesia que abandonaron la grey rindiéndose a los poderes del Maligno.)

El reinado del anticristo se caracterizará por un enfriamiento de la caridad y todos negarán a Jesucristo. El abominable será fuerte y tendrá gran prestigio a tenor con la profecía de Daniel pero los teólogos de la Sorbona tachan al ilerdense de iluminado y falaz.

Vilanova, con el visto bueno del Papa Borja, no se rinde y apela al monarca de Aragón y en su “Confessió” de Barcelona aduce que sus visiones son ciertas porque se basan en la Escritura y la Tradición de los Santos Padres sobre todo las profecías de san Cirilo y san Metodio evangelizadores de los pueblos eslavos, los escritos de san Eusebio y las confesiones de una mística alemana, santa Hildegarda, la cual vio a Cristo en persona.

El Señor le hizo a esta mujer vivir en propia carne las escenas de la pasión. El reinado del Interpuesto durará un milenio —el que va del año 2000 al 3000— y a su muerte empezará la Parusía con el fin del mundo cinco años después.

Divide la historia de la iglesia en siete eras:

A.                 El tiempo de los apóstoles

B.                 La era de los mártires

C.        La de los doctores

D.        Eremitas y padres del yermo

E.         Cenobitas y monjes

F.         La de los prevaricadores y herejías que será la más confusa. Vendrá el tiempo de los malos pastores y de los falsos profetas, la de los sacerdotes obispos y papas indignos

Apoteosis luego en la etapa final de la iglesia con la derrota de los secuaces del Interpuesto. El regreso al redil y el triunfo de la Ortodoxia.

Otros apoyos que intercepta Vilanova en respaldo de su tesis son las epístolas paulinas.

Carta a Timoteo: “Serán años de angustia y peligrosos porque se enfriará la caridad. Los hombres solo se amarán a sí mismos, serán altivos y orgullosos, lascivos y comilones, ignorantes, incontinentes, ciegos y desenfrenados en sus pasiones y en sus vicios”.

Explica el ilerdense que el anticristo vendrá vestido de hábitos religiosos y podrá llevar mitra o tiara sobre los hombros. Devorará al rebaño dentro del aprisco. Abrid bien los ojos y a los falsos profetas no les creáis.

Podrá mostrarse en figura de ángel aunque sus alas se convertirán en cuernos con que amurque a los desprevenidos. Dice que los frailes abandonarán sus celdas quedarán los monasterios desiertos y los seminarios vacíos. A misa no irá nadie porque el Impostor se habrá adueñado del ritual del sacrificio. Tiempos lujuriosos y avarientos pronostica pero el peor de los vicios serán la envidia y la emulación. Entre los eclesiásticos predominaría la arrogancia la vanagloria y la simonía. Dirán: “date nobis et nos orabimus pro vobis” (rogaremos por vuestras almas a cambio del estipendio) Al místico catalán no le complacía demasiado la devoción de las almas del purgatorio.

Vilanova se adelanta a Lutero y a Erasmo cuatro siglos en sus invectivas contra los frailes “necios laxos y bodoques” que quieren vivir sin trabajar en medio del regalo y la lujuria abusando de los monagos o de sus madres. Es en Roma donde tiene según él la morada el anticristo entre los profanadores del templo los vendedores de indulgencias poniendo pesadas cargas sobre el pueblo y usando del engaño y la burla de los oprimidos en su propio beneficio, comiendo entre carcajadas a las cuestiones más venerandas de la religión a dos carrillos.

Arnau de Vilanova firma su denuncia ante el notario barcelonés Bartomeu Marcha en agosto del año 1305. Sus palabras tienen un aire profético. El enemigo está dentro. No hay que ir a buscarlo extramuros.

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