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miércoles, 19 de octubre de 2011

UN BUEN EJERCICIO DE RELACIONES PÚBLICAS A CARGO DEL MOSSAD

EL CASO DEL SARGENTO SHALIT

Hoy no he podido por menos de estremecerme a la vista de este joven soldado que regresaba al hogar en Judea al cabo de cinco años de cautiverio. El rostro manso y humilde, el cuerpo frágil (en apariencia no hay señales de haber sido torturado) del sargento Shalit nada tiene que ver con los tópicos de Shylock ni con los prejuicios de maldad y perfidia que atribuimos al pueblo errante.
Anás y Caifás, DSK, Cristina Laguardia o Legarde son otra historia.
 He visto en esa cara la santidad de Israel. Ciertamente, uno de los 666 preceptos talmúdicos- la escuela de Hillel añade al computo otros 2222- es no derramarás sangre, no yacerás con menstruante ni parturienta, no te contaminarás con el semen humano ni comerás animal inmundo.
 Y el que salva una vida humana salva al universo entero. Franco lo hizo. Era un gallego de origen converso pero no era un sionista y su carácter semita causaba veneración entre los musulmanes de su ejército.
Su respeto hacia la vida humana procedía de sus convicciones cristianas. El quinto no matar.
Le guiaba una estrella. Tenía “baraka”. Tampoco se lo agradecido pero ahorrar vidas, evitar la saña o la pecorea y la vindicta eran su santo enseña de comportamiento como militar.
 El horror que siente el pueblo elegido hacia el homicidio determinó que a Cristo lo crucificaran por interpuesto. “Matadlo vosotros” les dijo Poncio Pilatos y ellos clamaron ante el prefecto:
-Nobis non licet interficere quemquam.
A nosotros nos está prohibido matar a nadie. Bueno muy bien. Pero el estado de Israel a costa de la liberación de este sargento tanquista ha montado un cirio. Buen trabajo del Mossad. Un diez. Desde luego la vida de un soldado bajo las banderas del rey David vale mucho.
 Pero ¿y la de los árabes, los palestinos, los que luchan por defender las tierras de las que son expulsados es que no vale un denario? Pues al parecer sí. Esa es la creencia teológica del judaísmo que distingue entre elegidos e infieles, predestinados y preditos, ovejas y cabritos? Unos a la gehenna y otros al paraíso.
La teología católica por el contrario insiste en lo inverso: que todos somos iguales a los ojos del altísimo que nos dio el tesoro mayor: la vida también sagrada para el pueblo cristiano. Sólo nos diferencian las buenas obras.
 El  caso luego se ha politizado.
 Hoy un periódico de Madrid echando más carnaza al perenne contencioso del ME que no parece tener fin, titulaba: “Hamás celebra el canje de prisioneros como una derrota israelí”.
Más que estupor me produjo esta entrada horror porque el conflicto de Oriente Medio va a seguir Ya estamos con el monotema de vencedores y vencidos. Nos han vuelto a pasar la película.
 La prensa occidental silencia las muchas muertes de palestinos, libaneses, sirios causados por el ejército más poderoso del mundo cuando sacude con todo su potencial bélico.
¿Y las bajas ocurridas durante la primavera árabe? En Siria concretamente las armas automáticas los sublevados contra el régimen de Assad y las que se exhibieron en Libia y en Túnez proceden de Israel y de Estados Unidos.
 Van cerca de dos mil muertos. ¿Es que esos pobres seres humanos por ser hijos de Alá y no de Yahvé pertenecen a otra categoría? Al parecer sí pero los de uno y otro bando adoran al mismo dios. En esa siniestra realidad, en esa espiral de violencia nos encontramos. Que venga la paz pero con justicia.
 A nuestros telediarios, a nuestros “newsreels” (me asusta la parcialidad y la alacridad con la que se expresan los comentaristas radiales desde Cesar Vidal hasta Eduardo García Serrano, en un tono altanero y quasi fascista vertiendo vitriólicos comentarios contra Irán, Siria, Hamás, y vitoreando a Israel sin ambages) se le hace la boca agua de sofismas. ¿Donde está la imparcialidad y objetividad periodista?
Toda noticia tiene dos caras. Cuando sólo se maneja una carta, una información deja de ser información para convertirse en propaganda y nuestro periodismo español tiene mucho de propaganda. Y de provocación.
 Mi única receta ante este caos es una plegaria que rezábamos en el oficio parvo den el seminario:
-Speret Israel in Domino. Confie Israel en el Señor su Dios.
Muy lejos estamos de alcanzar esa raya de bienquerencia. Lo que priva es el odio, la malandanza.
Cristo es el único príncipe de la paz.
Bienvenido a casa, soldado Shalit. Y sean bienvenidos por el mismo orden los del millar de musulmanes beneficiarios de este trueque de prisioneros.

19/10/2011   

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