SE CANTÓ EL HIMNO AL GLRIOSO SAN FRUTOS… MUY MAL
“Al siervo bueno y fiel que rogando sin cesar consigue bienes eternos de la infinita bondad… al que es padre de esta iglesia y socorro universal… bendigan todos… bendigan todos y alaben su virtud angelical… los prodigios… los prodigios y milagros que ejecutó liberal… a favor de sus devotos ¡quien los podrá enumerar!”
Estos solos, esta música de los sollozantes violines que suenan bajo la nave central cabe el lucilo que guarda las reliquias del santo varón que pasó por este mundo allá por el siglo VII, cuando empezaron a venir las primeras oleadas de la invasión sarracena y que huyó a la sierra para contemplar y orar, a gente como yo nos recuerda aquellos sanfrutos de la infancia adolescente, cuando estrenabamos sotana nueva y sonaba el benedicamus domino después de la semana de ejercicios espirituales – no se podía hablar- y el estallido de voces en el refectorio era una aclamación del jolgorio general. Yo canté el himno como tiple. Aquella voz blanca se ha transformado en un bajo profundo. Emoción, melancolía, distancia, por el tiempo que pasó. Aquella era otra patria, otra iglesia, otra ciudad. Delante mía había unas cuantas milanas, debían de ser del PSOE y sufragistas feministas. Hoy las mujeres quieren estar todas en misa y repicando. Andan al santo y a la limosna. Quieren la vara pero las buenas señoras lo hacían muy mal. La música coral, lamento decirlo, es cosa de hombres y ahí están para demostrarlo las voces bajo profundo y tenores de los coros griegos y rusos (los he subido a esta bitácora) y también cabe señalar que la Iglesia que es sabe para subir la melodía a los do de pecho prefería a los “castrati”.
Las milanas delante mía parecían un coro desafinado de un club parroquial y el himno a san Frutos, tengámoslo en cuenta, eché de menos al maestro Flechel, a don Celso Sastre y a don José del Moral, fue compuesto por un precentor (primer cantor) no digan preceptos por favor de la santa iglesia catedral de Segovia a mediados del siglo XIX compuesto para tenores y bajos, sólo lo cantaban los tíos, si quereis voces blancas id a misa a las clarisas. El solo corría a cargo de un tiple. Cuando yo era latino el tiple maravilloso se llamaba Marianillo y después Mochales que era de Cogeces del Monte.
Pero bueno. Non vos preocupar. La serpiente caduceo trepa por esos desmontes de la ETA y ha llegado a mi Segovia y que agresivas y maleducadas son estas señoras. Una me mandó poner bien la corbata y yo pensé largarla un “milana bonita… milana bonita”. Lo que decía el tonto de los “Santo Inocentes” genial composición del maestro Delibes. Un año más. Todos esperábamos el milagro. Pero san Frutos bendito en su concavidad del paramento del portico catedralicio seguía refractario a pasar la hoja de su librote.
El milagro es tanto los que lean como el que esto escribe nos de el milagro de la vida y agarrando su cayado de anacoreta entremos todos en la patria celestial. Hacía frío. Ya había nevado en los riscos de La Mujer Muerta. Otro año más. Y otro menos. Que nuestro santo tutelar el de las barbas patriarcales nos conserve en salud aunque a más de uno yo les correría con su garrota.
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