LA VIRGEN DEL CARMEN PATRONA DE LA GENTE DE
MAR
Vísperas del Carmen, la fiesta marinera. El carmín
de la Pola es
como unos huevos pintos de pascua en pleno verano. Ella velar. Musito una
cantiga y hay un libro de un francés “Le
Peur en Occident” que tomo y releo; su texto refleja cómo el medioevo ante
las inseguridades de la vida se acoge a la protección de Maria. En los
españoles este amor a la del Carmen tan española es algo visceral
El manto tiene doce
estrellas y mis felicitaciones a las Carmenes hermosa forma de llamar a una
mujer tan española aunque las carmenes que yo conozco sean la hostia empezando por
la Carmen de
Merimée la de la navaja en la liga.
Y a Carmen Chacón que
acaba de parir pues al chaval que trajo al mundo, usted señora ministra, pronto
lo veamos jurando bandera nunca mejor dicha. Es el Carmen. Es julio.
En Luarca sacarán a la Virgen a dar un paseo en
barca, bien atalajada y ornada de hortensias, camelias y lirios, por la costa
rumbo a la Estrella
polar la motora que la lleva carroza por la mar y repicarán gordo abajo en la
hondonada de la Fuencisla
las campaninas del Carmen de Segovia que tanto le gustaba a la Santa y era chico aquel
convento como una palomar. Donde hizo penitencia y escribió la “Noche oscura
del alma” el bueno de Juan de la
Cruz.
¿Adonde
te escondiste, amado y me dejaste con gemido. Salí tras ti penando y eras ido?
La vida es un perpetuo discurrir. Cabalgata de
ilusiones que pasan de largo. Vivir es andar en perpetua congoja e inseguridad
pero no perdamos de vista a la estrella. La mirada fija en el norte.
Maria la estrella del mar de ese mar en el que
trajinamos y todos somos náufragos. Ben com´aos van per mar a estrela guia,
outrossi aos seus guiar vai Santa María Fiesta de plenitud del verano. De
virgen a virgen del Carmen a la
Asunción toda España es un ascua de fiestorros verbeneo y
mujerío. Ella velar. Velad, aljama de los judíos.
Jean Delameu que así se llamaba el francés que
escribió ese libro sobre el miedo glosa uno de los sermones de san bernardo que
aconsejaba a sus monjes blancos que cuando apretase la dificultada mirasen la
estrella e invocasen el santo nombre de la madre de dios. Respice Stellam. Voca Mariam. En ello estamos y en este pensamiento
se centra toda la espiritualidad sencilla y mágica de la cuaderna vía de Berceo
y de las Cantigas de Santa Maria. Somos tan poca cosa que tenemos necesidad de
que alguien allá arriba nos largue una estacha, nos eche una mano. Ella velar.
Alfonso el Sabio refleja en estas composiciones
escritas en el mejor gallego que se escribió hasta Rosalía y que nada tiene que
ver con el de los chambones separatistas de O Bloque el miedo del hombre de su
tiempo el del siglo XIII y que es trasladable al del español del XXI: crisis
económicas, turbulencias sociales, los temores a la muerte y a la peste, la
inguinalis plaga (un lobanillo que les salía en la ingle o bubón, luego el
vómito e iban listos) miedo al moro y al judío, al que es diferente y de pronto
se presenta a nuestra puerta.
Aquellos godos de hace más de siete siglos,
aunque tolerantes porque el Rey Sabio va a ser precisamente el Mecenas de las Tres
culturas lo tenían bastante claro: su religión era la verdadera. Y como así lo
creían trataron de imponerla en el vasto territorio patrio. La fe era bisagra
de unidad entre gallegos castellanos, navarros aragoneses catalanes y vascos.
Todos muy cristianos pero cada uno en su casa y Dios en la de todos. Nunca
fuimos muy solidarios la verdad, mas bien individualistas y sucedía que se entendían
aquellos cristianotes mejor con el mahometano que con el monarca o el conde
castellano
Los documentos oficiales se escribían en latin
o en gallego y en la casa se hablaba cualquiera de las lenguas romances
(gallego, catalán, fabla aragonesa, bable o castellano impregnado de vasquismos
y de arabismos). La línea de separación teológica estaban bien delimitda. Hoy
vivimos en un mundo más ecléctico y en totum revolutum de churras con las
merinas.
Eso es bueno y a su vez es malo. Sin embargo
dentro de este mundo laico donde la creencia pertenece al peculio de lo
interior la autoridad de la iglesia anda un poco de capa caída. Sin embargo es
más fuerte que nunca poner en práctica el consejo de san Bernardo ante la
confusión de los tiempos que vivimos de mirar a la estrella e invocar a María pues ella es el baluarte y el asidero de
nuestra fe. Virgen del Carmen abogada de una buena muerte
¡Qué bonito cuando todos se olvida de la
muerte y rinde culto al cuerpo como si éste fuera inmortal, lo peor de la cultura
laica es el paganismo que ha vuelto y en buena parte de la mano de esos herejes
del Opus Dei, enemigo interior mucho más temible y formidable que aquellos
moros y judíos porque dándoselas de piadosos llevan consigo aparejada la
soberbia satánica de Luzbel y la semilla de la destrucción!
Y otro báculo certero de unidad era la
devoción marial que supone en todo occidente un salto adelante pleno de dinamismo
para vencer los miedos. La oración era toda ella vocal y estaba siempre secundada
con la limosna, el ayuno y el peregrinaje.
Esto en el plano ideal pero en el real los
hombres somos pecadores y Alfonso X para someter a férula a la fiera humana que
es rencorosa, mal hablada y dada a la contumelia y a la calumnia y a veces
asesina, otorga las cartas pueblas y publica el fuero Juzgo donde se condenan
con castigos durísimos el estupro, el robo o la blasfemia.
La ternura de esta
devoción filial a Nuestra Señora contrasta con el furor sin contemplaciones de
aquellos mesnaderos que degollaban por una mala mirada o una palabra vedada o
injuriosa que pronunciase su interlocutor. Si un moro violaba a una cristiana
era condenado a la hoguera, si un pechero no paga sus rentas iba al destierro,
y si un clérigo afrentaba a una moza lo emasculaban sin más como ocurrió en la
historia de Abelardo y Eloisa.
De Juana Chaos lo tendría crudo en aquella
época. Con 25 homicidios a la espalda le hubiera durado a cualquier aportillado
o regidor del tiempo de las dulces cantigas lo que un pito a la puerta de un
colegio. Enseguida le hubiera mandado a los corchetes, luego al matarife.
Aquellos tíos no se andaban con contemplaciones. Ella velar.
El siglo XIII es el candoroso siglo de la Virgen pero es también el
del diablo. Los demonios desatados en jaurías recorren villorrios y ciudades.
Os demos e y los fillos do demo a los que alude el Rey Sabio. Para meterlos en
vereda, mira hacia a la
Estrella, invoca a María.
El estribillo lo dice: moito gran poder à a Madre de Deus de defender e ampará os seus. El
culto de hiperdulía es excesivo. Too much, pero predican el exceso de la
euforia y la seguridad misma para conjurar los peligros que cercan al creyente
que aspira a lo alto y se siente hundido en el barro y en las miserias de la
vida.
Ella es escudo contra el demonio que defiende
al ome boo. Estamos ante esa catarsis
medieval que explica la desmedida del arte románico, por ejemplo. De este modo la Virgen libra al ladrón de
la horca por el mero hecho de rezarla cada
noche un avemaría o al clérigo lerdo que no sabe leer pero se ha
aprendido la misa virgen de memoria el Salve Sancta Parens de las iras del
obispo.
O a la abadesa que se fuga con un juglar y la
sustituye en el convento durante su ausencia. La pobre pecadora era devota suya
y según refiere otra bellísima oración de san bernardo, el “Acordaos”: “jamás
se ha oído decir que hayan sido desatendidas las suplicas de los que acuden a
vos”.
El hombre es
pecador. Sin embargo la Madre
del Verbo nunca conoció la culpa y este concepto explica este elán humanamente
inexplicable porque el culto de hiperdulía y el amor a la virgen del Carmen trascienden
los sentidos.
Va más allá de nuestros pobres pensamientos
fruto de la carne y se repite a lo largo y a lo ancho de las 430 cantigas que
compuso en su loor el piadoso monarca castellano. Estos mundos nos revierten al
mundo de la poesía, del milagro. En todas estas composiciones late algo mágico
en que se secuestra la cruda realidad del mundo medieval. Otra idea a subrayar
es el carácter marinero.
La palabra vela, anquina, náufragos, barca
vientos y olas se repiten y socorre a los cuitados en peligro de irse a pique o
fondo do mar. En virtud de la magia de semejante carisma. Sólo por eso porque
Dios la hizo medianera de todas las gracias.
Ella es capaz tanto de devolver la vida a un muerto
de cuatro días como de ayudar a
levantarse a un “freyre” viejo que está de rodillas y para erguirse pues está
algo torpe lo toma de la mano después de la elevación. Y más: por su
intercesión se convierten a la “fe de
Jehsu-Christo el verdadero mesias mulsimes e judeus”. A los cristianos
tibios cuya fe se enfría les devuelve el fervor. Ese poder salvífico de la Gran Mediatriz se transforma
entre nexo de conexión que allana las diferencias de credo desempeñando el
papel de corredentora.
Los creyentes de las tres religiones sufrían
los mismos traumas, padecían las mismas angustias, los mismos medios. Maria
entonces es patrona de las tres religiones monoteístas de la misma forma que Toledo
bajo el imperio de don Alfonso fue sede las tres culturas y es en el siglo XIII
y traída por los templarios cuando arraiga este culto mariologico a la Virgen del Carmen a la que
honraban los monjes de la Península
del Sinal. Siento el aleteo del misterio como un zarpazo cuando me refiero a
estos temas en fiesta tan significativa como es la del 16 de julio. Y yo a mí
mismo me pregunto por qué se me ocurren estas cosas o por qué puedo yo escribir
esto y sólo se me ocurre una respuesta: el amor. El amor como antidotado contra
la intolerancia y el odio,
La idea puede ser utópica pero puede venirle
como un guante a este mundo de legos. De agnósticos y aconfesionales a las mil
maravillas:
Porque quen a la virgen ven servir nunca
podrá fallir.
martes, 15 de julio
de 2008
LA VIRGEN DEL CARMEN PATRONA DE LA GENTE DE
MAR
Vísperas del Carmen, la fiesta marinera. El carmín
de la Pola es
como unos huevos pintos de pascua en pleno verano. Ella velar. Musito una
cantiga y hay un libro de un francés “Le
Peur en Occident” que tomo y releo; su texto refleja cómo el medioevo ante
las inseguridades de la vida se acoge a la protección de Maria. En los
españoles este amor a la del Carmen tan española es algo visceral
El manto tiene doce
estrellas y mis felicitaciones a las Carmenes hermosa forma de llamar a una
mujer tan española aunque las carmenes que yo conozco sean la hostia empezando por
la Carmen de
Merimée la de la navaja en la liga.
Y a Carmen Chacón que
acaba de parir pues al chaval que trajo al mundo, usted señora ministra, pronto
lo veamos jurando bandera nunca mejor dicha. Es el Carmen. Es julio.
En Luarca sacarán a la Virgen a dar un paseo en
barca, bien atalajada y ornada de hortensias, camelias y lirios, por la costa
rumbo a la Estrella
polar la motora que la lleva carroza por la mar y repicarán gordo abajo en la
hondonada de la Fuencisla
las campaninas del Carmen de Segovia que tanto le gustaba a la Santa y era chico aquel
convento como una palomar. Donde hizo penitencia y escribió la “Noche oscura
del alma” el bueno de Juan de la
Cruz.
¿Adonde
te escondiste, amado y me dejaste con gemido. Salí tras ti penando y eras ido?
La vida es un perpetuo discurrir. Cabalgata de
ilusiones que pasan de largo. Vivir es andar en perpetua congoja e inseguridad
pero no perdamos de vista a la estrella. La mirada fija en el norte.
Maria la estrella del mar de ese mar en el que
trajinamos y todos somos náufragos. Ben com´aos van per mar a estrela guia,
outrossi aos seus guiar vai Santa María Fiesta de plenitud del verano. De
virgen a virgen del Carmen a la
Asunción toda España es un ascua de fiestorros verbeneo y
mujerío. Ella velar. Velad, aljama de los judíos.
Jean Delameu que así se llamaba el francés que
escribió ese libro sobre el miedo glosa uno de los sermones de san bernardo que
aconsejaba a sus monjes blancos que cuando apretase la dificultada mirasen la
estrella e invocasen el santo nombre de la madre de dios. Respice Stellam. Voca Mariam. En ello estamos y en este pensamiento
se centra toda la espiritualidad sencilla y mágica de la cuaderna vía de Berceo
y de las Cantigas de Santa Maria. Somos tan poca cosa que tenemos necesidad de
que alguien allá arriba nos largue una estacha, nos eche una mano. Ella velar.
Alfonso el Sabio refleja en estas composiciones
escritas en el mejor gallego que se escribió hasta Rosalía y que nada tiene que
ver con el de los chambones separatistas de O Bloque el miedo del hombre de su
tiempo el del siglo XIII y que es trasladable al del español del XXI: crisis
económicas, turbulencias sociales, los temores a la muerte y a la peste, la
inguinalis plaga (un lobanillo que les salía en la ingle o bubón, luego el
vómito e iban listos) miedo al moro y al judío, al que es diferente y de pronto
se presenta a nuestra puerta.
Aquellos godos de hace más de siete siglos,
aunque tolerantes porque el Rey Sabio va a ser precisamente el Mecenas de las Tres
culturas lo tenían bastante claro: su religión era la verdadera. Y como así lo
creían trataron de imponerla en el vasto territorio patrio. La fe era bisagra
de unidad entre gallegos castellanos, navarros aragoneses catalanes y vascos.
Todos muy cristianos pero cada uno en su casa y Dios en la de todos. Nunca
fuimos muy solidarios la verdad, mas bien individualistas y sucedía que se entendían
aquellos cristianotes mejor con el mahometano que con el monarca o el conde
castellano
Los documentos oficiales se escribían en latin
o en gallego y en la casa se hablaba cualquiera de las lenguas romances
(gallego, catalán, fabla aragonesa, bable o castellano impregnado de vasquismos
y de arabismos). La línea de separación teológica estaban bien delimitda. Hoy
vivimos en un mundo más ecléctico y en totum revolutum de churras con las
merinas.
Eso es bueno y a su vez es malo. Sin embargo
dentro de este mundo laico donde la creencia pertenece al peculio de lo
interior la autoridad de la iglesia anda un poco de capa caída. Sin embargo es
más fuerte que nunca poner en práctica el consejo de san Bernardo ante la
confusión de los tiempos que vivimos de mirar a la estrella e invocar a María pues ella es el baluarte y el asidero de
nuestra fe. Virgen del Carmen abogada de una buena muerte
¡Qué bonito cuando todos se olvida de la
muerte y rinde culto al cuerpo como si éste fuera inmortal, lo peor de la cultura
laica es el paganismo que ha vuelto y en buena parte de la mano de esos herejes
del Opus Dei, enemigo interior mucho más temible y formidable que aquellos
moros y judíos porque dándoselas de piadosos llevan consigo aparejada la
soberbia satánica de Luzbel y la semilla de la destrucción!
Y otro báculo certero de unidad era la
devoción marial que supone en todo occidente un salto adelante pleno de dinamismo
para vencer los miedos. La oración era toda ella vocal y estaba siempre secundada
con la limosna, el ayuno y el peregrinaje.
Esto en el plano ideal pero en el real los
hombres somos pecadores y Alfonso X para someter a férula a la fiera humana que
es rencorosa, mal hablada y dada a la contumelia y a la calumnia y a veces
asesina, otorga las cartas pueblas y publica el fuero Juzgo donde se condenan
con castigos durísimos el estupro, el robo o la blasfemia.
La ternura de esta
devoción filial a Nuestra Señora contrasta con el furor sin contemplaciones de
aquellos mesnaderos que degollaban por una mala mirada o una palabra vedada o
injuriosa que pronunciase su interlocutor. Si un moro violaba a una cristiana
era condenado a la hoguera, si un pechero no paga sus rentas iba al destierro,
y si un clérigo afrentaba a una moza lo emasculaban sin más como ocurrió en la
historia de Abelardo y Eloisa.
De Juana Chaos lo tendría crudo en aquella
época. Con 25 homicidios a la espalda le hubiera durado a cualquier aportillado
o regidor del tiempo de las dulces cantigas lo que un pito a la puerta de un
colegio. Enseguida le hubiera mandado a los corchetes, luego al matarife.
Aquellos tíos no se andaban con contemplaciones. Ella velar.
El siglo XIII es el candoroso siglo de la Virgen pero es también el
del diablo. Los demonios desatados en jaurías recorren villorrios y ciudades.
Os demos e y los fillos do demo a los que alude el Rey Sabio. Para meterlos en
vereda, mira hacia a la
Estrella, invoca a María.
El estribillo lo dice: moito gran poder à a Madre de Deus de defender e ampará os seus. El
culto de hiperdulía es excesivo. Too much, pero predican el exceso de la
euforia y la seguridad misma para conjurar los peligros que cercan al creyente
que aspira a lo alto y se siente hundido en el barro y en las miserias de la
vida.
Ella es escudo contra el demonio que defiende
al ome boo. Estamos ante esa catarsis
medieval que explica la desmedida del arte románico, por ejemplo. De este modo la Virgen libra al ladrón de
la horca por el mero hecho de rezarla cada
noche un avemaría o al clérigo lerdo que no sabe leer pero se ha
aprendido la misa virgen de memoria el Salve Sancta Parens de las iras del
obispo.
O a la abadesa que se fuga con un juglar y la
sustituye en el convento durante su ausencia. La pobre pecadora era devota suya
y según refiere otra bellísima oración de san bernardo, el “Acordaos”: “jamás
se ha oído decir que hayan sido desatendidas las suplicas de los que acuden a
vos”.
El hombre es
pecador. Sin embargo la Madre
del Verbo nunca conoció la culpa y este concepto explica este elán humanamente
inexplicable porque el culto de hiperdulía y el amor a la virgen del Carmen trascienden
los sentidos.
Va más allá de nuestros pobres pensamientos
fruto de la carne y se repite a lo largo y a lo ancho de las 430 cantigas que
compuso en su loor el piadoso monarca castellano. Estos mundos nos revierten al
mundo de la poesía, del milagro. En todas estas composiciones late algo mágico
en que se secuestra la cruda realidad del mundo medieval. Otra idea a subrayar
es el carácter marinero.
La palabra vela, anquina, náufragos, barca
vientos y olas se repiten y socorre a los cuitados en peligro de irse a pique o
fondo do mar. En virtud de la magia de semejante carisma. Sólo por eso porque
Dios la hizo medianera de todas las gracias.
Ella es capaz tanto de devolver la vida a un muerto
de cuatro días como de ayudar a
levantarse a un “freyre” viejo que está de rodillas y para erguirse pues está
algo torpe lo toma de la mano después de la elevación. Y más: por su
intercesión se convierten a la “fe de
Jehsu-Christo el verdadero mesias mulsimes e judeus”. A los cristianos
tibios cuya fe se enfría les devuelve el fervor. Ese poder salvífico de la Gran Mediatriz se transforma
entre nexo de conexión que allana las diferencias de credo desempeñando el
papel de corredentora.
Los creyentes de las tres religiones sufrían
los mismos traumas, padecían las mismas angustias, los mismos medios. Maria
entonces es patrona de las tres religiones monoteístas de la misma forma que Toledo
bajo el imperio de don Alfonso fue sede las tres culturas y es en el siglo XIII
y traída por los templarios cuando arraiga este culto mariologico a la Virgen del Carmen a la que
honraban los monjes de la Península
del Sinal. Siento el aleteo del misterio como un zarpazo cuando me refiero a
estos temas en fiesta tan significativa como es la del 16 de julio. Y yo a mí
mismo me pregunto por qué se me ocurren estas cosas o por qué puedo yo escribir
esto y sólo se me ocurre una respuesta: el amor. El amor como antidotado contra
la intolerancia y el odio,
La idea puede ser utópica pero puede venirle
como un guante a este mundo de legos. De agnósticos y aconfesionales a las mil
maravillas:
Porque quen a la virgen ven servir nunca
podrá fallir.
martes, 15 de julio
de 2008