UNA CUESTIÓN DE HUEVOS.
Y MANDA
COJONES
VII
El primero de enero de 1898 se
publica en París el primer número de la revista La Campaña, que dirige Luis
Bonafoux. El hebdomadario se constituye en un documento de primera mano para
conocer el desarrollo de los acontecimientos de aquel año crítico. La sátira,
el desenfado, el chasquido restallante de su pluma y todo el genio de un grande
de las letras castellanas brota entre sus páginas.
Otrosí, la ternura y la compasión , el
auténtico patriotismo de un cronista que no puede permanecer impertérrito ante
el espectáculo de aquellos españolitos de a pié , los hijos del honrado pueblo,
los que, pagando las consecuencias de la inepcia de los políticos, marchan
inconsciente del destino que les aguarda, hacinados en la cubierta de los
barcos del Marqués de Comillas, al matadero.
Muchos perecerán en los insalubres
manglares del trópico. Es la horrible peregrinación en busca de la tumba
anónima y desconocida por tierras ajenas. Hay pasajes de algunas crónicas
firmadas por Luis Bonafoux y Quintero que alcanzan una arboladura semiprofética
y totalmente escatológica. Recuerdan las danzas de la muerte ,medievales o
semejan un calco a vuela pluma de los cuadros pintados por Brueghel o el
Bosco.
Los supervivientes regresan de la
guerra de Cuba castañeando los dientes a causa de la fiebre, esqueléticos,
viejos prematuros, con mellas en la dentadura y en el alma, enfundados en sus
uniformes de rayadillo, la guitarra sin cuerdas pero la caja aun resonando.
Atrás dejaron una lista de compañeros - doscientos mil nombres, según estadísticas
fiables-. Algunos de ellos héroes anónimos, surgidos del pueblo, como Eloy
Gózalo el inclusero o Cabo Noval, que abarrotan las sepulturas sin lápida. Son
ya sólo una cruz y acaso un nombre de los cementerios de la Perla de las
Antillas o una lápida para poner nombre a una cala. Leopoldo Alas A Clarín A, del que tanto se befa,
a ratos injustamente, y más que nada por repulsión de temples afines, Bonafoux,
cuya concepción estética del mundo resulta por paradoja afín a la del
crítico ovetense, había escrito años antes un cuento maravilloso, acaso el
mejor de todo el idioma , Adiós Cordera, en el que se plasma la epopeya del
mozo que es llamado a filas y marcha a servir al rey, conscripto en una de las
múltiples levas.
Es el testamento literario del ultimo
florón, de la generación de la Restauración. Ya lo dijo el refractario , el
inimitable Bonafoux, con frase irrevocable: España, que había entrado en la
Historia por la puerta grande, tuvo que salir por la escalera de servicio en el
Tratado de París, aguantando la trápala y el diktat de los yanquis... Esto es ,
señores, la descojonación.
Aún en medio de la hecatombe hubo
espíritus selectos que se resisten a perder el buen humor. Se trata ciertamente
de un humor esperpéntico, instalado en la greguería surrealista. Si la razón
pasó a cuchillo a los españoles, éstos se vengan pasando a cuchillo a la diosa
razón. La longanimidad y la resignación llegan a ser también en momentos
críticos una cuestión de A güevos A. Se hizo la guerra por cojones, y por cojones
también fue perdida. Hay que citar a Felipe II, el Job español para encarar con
dignidad esta suerte de despechos de la fortuna.@ No mandé a mis naves a
luchas contra los elementos A y aquella otra
pronunciada por el héroe del Callao, Méndez Núñez: A Más vale honra sin barcos que barcos con
honra@. O el A más quiero yo reinos
sin ducados que ducados sin reino@ del Duque de
Calabria..
Al final la cosa paró en una cuestión de
honra. Quedamos en que en eso no nos pone nadie un pie delante a los españoles.
Hasta el propio Sagasta no pudo resistir la carcajada cuando A Aramis A o la A Víbora de Asnières A en un artículo fechado el 17 de junio del
año fatídico se entrega a la tarea de cotejar hombrías, y medir tamaños
antropométricos, subjetiva labor. Esto es la repanocha. La descojonación. Pero
que el humor negro hizo que aliviase Madrid los lutos y encontrase solaz en el
esperpento o en la greguería ramoniana, tan jaleada, que viene a ser un
esperpento de pie quebrado en el que se echa mucha imaginación. El propio
presidente del Consejo de Diputados y el de la leal oposición se retorcían las
tripas cuando don Luis escribía aquello de los huevos de golondrino.
Todo eso sentimiento de derrota, pero de
ternura y de orgullo incólume queda plasmado en ese cuento rural de la Asturias
profunda y genial del autor de la ARegenta A y en las crónicas que rubrica Bonafoux y
que aparecen en el ya mentado A Campaña A, en el A Heraldo A, en el A Progreso A y en el A País A. La más rotunda es la que titulase A Nuestros güevos A (sic).... Esos huevos nacionales que
a unos les sudan, como los del cura de Villalpando, que los bueyes de la
carreta que los arrastran iban sudando, o cantan como cascabeles, igual que el
del cura de Argamasilla que los usa el monago de campanilla, y a otros les
pingan... Mira que tiene cojones la cosa... Quizá haga falta un Leviathan para
levantar los del almirante don Pascual, que no cogen en la bahía de Santiago...
Sampson los tendrá como un golondrino, pero como está al frente de una escuadra
que no es de cartón piedra, sino que está hecha para pelear contra los
ingleses, con mejores pertrechos y mayor capacidad de tiro, pues nos pondrá
fuera de combate... Es lo que ocurrió con Dewey, el gringo que nos hundió los
barcos en Cavite. Los del tal Dewey quizás no llegaran a la categoría de un
palomo torcaz, pero como fue a Filipinas con una armada mejor preparada nos
echó a pique. Y cincuenta y tantos muertos. No nos valió para nada en América
el precedente del huevo de Colón...
Ambos - Bonafoux y Clarín- son complementarios.
El primero manejaba como nadie el florete del pasquín. Hizo reír a una nación
entristecida mediante sus exageraciones. No venía mal en aquel instante un poco
de sal gorda .La ternura de Clarín se convierte en sátira deletérea y en prosa
de trazo escatológico en Bonafoux. Pero la lira y el violón siguen sonando en
un dúo a cual más poderoso. Nunca el periodismo tuvo una hora mayor, aunque con
su colmillo afilado la A Víbora de Asnières A siga lanzando andanadas terribles contra
algunos de los que se arrogan el título de periodistas y pueblan el avispero de
Madrid. Flaubert ya lo había anticipado : para abrirse paso en la jungla
literaria española hay que ser un buen espadachín. Se conoce que el fondo de
reptiles emponzoñaba ya por entonces las letras de la Villa y Corte.
De lo sublime a lo ridículo hay sólo un
paso. El genio y la ramplonería conviven puerta por medio. Dijo la verdad. Por
eso, al portorriqueño no lo podían ver. La conspiración del más horroroso
silencio se cierne sobre su persona y lo rodea aun después de muerto. Hoy lo
hubiesen acogotado en flor. Aquel noventa y ocho fue mucho más libertario que
éste. A la sazón no se cuestionaba la identidad del ser español. Actualmente,
los herederos de los Sampson, los MacKinley, los Dewey, los Lee cuentan con
bastante predicamento y operan en los mentideros de una forma más sutil, con
guante blanco , pero el puño de hierro rutila amenazante debajo de la manta.
Las grandes crónicas de Bonafoux no tendrían cabida cien años vista de todo aquello,
en este ambiente de cambios milenaristas no por falta de A quórum A, sino porque aquí manda
el dólar patrón. El que se mueva no sale en la foto. Quien no regatee dentro de
la franja de lo políticamente correcto acampa extramuros. Es un sistema de valores
que exalta a los mediocres o a los pastueños y depone al genio mientras desdeña
al hombre honesto, y se lava las manos a lo Poncio Pilatos córam populo cuando
vienen los pregoneros de la verdad. No hay término medio. O lo tomas o lo
dejas.
No deja de tener una importancia clave
a la hora de evaluar los márgenes de libertad y el respeto que sienten desde
siempre los españoles , y mucho más estando el país en guerra y habiendo sido
derramada allende los mares tanta sangre española, el que el antillano se
confortase como un bufón en medio del diluvio, y fuese capaz de escribir lo que
escribió. Por eso, en un arranque de desprecio hacia la causa independista,
cuando España es insultada por un periódico portorriqueño el A Borinquen A pagado por Hearst,
Bonafoux, saliendo en defensa del país al que tanto amaba y zurraba duro con
sus sueltos, se destapa arremetiendo contra los gorrineros yanquis. Hueste
sanguinaria y salvaje, enemigos de la cultura y de la civilización europea, un
pueblo que ha nacido con un complejo, el de gringo.Yo me debo a España, el país
que me ha acogido y me tolera. Lo que yo escribo jamás podría ser entendido en
Nueva York. Les sonaría a música celeste, porque no se hizo el badajo de mi
campana para tocar a vísperas en ese convento. Y hasta puede que me metiesen en
la cárcel o me pegasen dos tiros. Es una pena que a lo que a nosotros nos
sobra, querido compatriota chico, es decir: valor y huevos, a ellos les falte.
Pero aun más penoso es admitir que nosotros carecemos de su poderío militar y
de su fe en el futuro. Ellos hablan de fair play y nunca juegan limpio. Son
odiosos imperialistas que hicieron suya la frase de Roma A divide et impera A. Dominarán al mundo porque no son del
todo buenos. Porque carecen de escrúpulos. Pero un día también a ellos les
llegará su hora. Y caerán.
En este artículo , quizás por un lapsus
calami, cayó en el exceso que tanto abominaba: el patrioterísmo, la
xenofobia, el jingoísmo, pero debajo de sus frases asoma la oreja el español
refractario a todo , el disconforme, porque aquel indiano había hecho bandera
de la consigna de: A yo de entrada me opongo
A.
Sus percepciones, aun en forma de
exabruptos navajeros, no son para ser echados en saco roto. Bonafoux , más que
un gacetillero, era un filosofo de la actualidad. Tenía un poderoso ojo clínico
para calar en los trasfondos de cualquier acontecimiento. Este juicio sobre el
imperio que vendría cobra un interés de primera mano para conocer al coloso que
rige los designios del universo. Ellos son los muñidores de conflictos internos
en las naciones. Bélicos muñidores. A Warmongers@ sin contemplaciones. La frase de A remember the Maine A le había quedado grabada en su alma de
español transplantado a Puerto Rico y advierte de que los vencedores seguirían
pasando factura a los vencidos durante mucho tiempo.
Según él, tardaríamos más de un siglo
en olvidar el 98, y este pensamiento sale a relucir cuando el periodista viaja
por el norte de África y escribe una serie de reportajes sobre nuestros vecinos
al otro lado del Estrecho.
Esto precisamente vuelve los escritos
de este humilde plumífero que no se cansó de corear contra la injusticia y el
avasallamiento de los poderosos mucho más estimables. Un auténtico tesoro para
los anales que siguen ahí guardando el turno del polvo de las hemerotecas en
espera de una mano valiente que lo exhume.
A pelear a Cuba sólo fueron los
pobres. A los ricos se les eximía del servicio previo pago de una fiducia de
levas.
Pues bien, ha vuelto Pinín. Regresó a
morir en la aldea. Rosa se casó seguramente con algún palurdo que, al regresar
cada noche del chigre, la mal trata, y A La Cordera A fue llevada al macelo de Noreña. Era
demasiado vieja. No valía para ser uncida al yugo, ni tirar del arado y la reja
y acabó, hecha cuartos, en la mesa de algún arcipreste, o reclamo de la olla de
algún señorito. Pero las frases de despedida ,cuando se escucha ya silbar al
tren detrás de la sebe, que se va a llevar a la vaca materna al matadero, y al
pobre recluta a la charca infecta de Cuba, entonadas desde el estertor de
poesía que guarda las mejores fibras de la literatura en castellano , seguirán
vibrando como un símbolo de la infancia que se va, de la inocencia que se
pierde, de la injusticia y de la brutalidad del mundo que triunfan. A la corta
y a la larga, todos acabamos siendo derrotados. Pero la belleza nunca
muere.
- Adiós, Pinín. Adios, Rosa. Adiós, A Cordera A...
He aquí la mejor glosa a todo cuanto pueda
decirse a lo acaecido aquel año fatídico. El siglo XX se desayuna con
holocaustos. Muertes. Infamias. Maines. La razón de la fuerza sobrepuja a la
fuerza de la razón. Vienen guerras apocalípticas y nombres de batallas que
cantarán como una amenaza en sus aquelarres, trocados en baños de sangre, las
bocas desdentadas de las sibilas y los casandras. Se habla el inglés en estas
tenidas. A lo mejor es porque a Moloch le gusta disfrazarse de A Uncle Sam A que chapurrea consignas
de destrucción en bajo la apariencia de un candor inocente de niño anciano,
pantalón a cuadros, la chistera de usurero, y entre col y col, perrito
caliente, alguna leche en polvo, envuelta en una página del sesudo A New York Times A. Es el gendarme del mundo, el gran
profeta del dolar, el sacerdote de una nueva religión cuyos templos mayores
abren sus puertas en Wall St. Y en Hollywood. No hay tal. No hay bosques
sagrados. Ese viejito del logotipo, que por otra parte , pese a las canas , da
muestras de una anacrónica agilidad en apariencia inocuo guarda el secreto de
un proyecto diabólico y feroz, fruto de un cierto complejo de inferioridad con
respecto a Europa. Alza la bandera de la fraternidad universal, pero en el
envés se agazapa la añagaza.
Añagazas y pretextos que son buen caldo
de cultivo para los A clownes@, los oportunistas, y los bigardos. El
triunfalismo con que aquí algunos se entregan a hacer la palinodia del euro, la
moneda única que viene, recuerda un poco la euforia con que algunos políticos
de la Carrera de San Jerónimo, bien calentitos al lado de la estufa y sin haber
navegado jamás, hablaban de meter en cintura a la marina yanqui en menos que
se persigna un cura loco. Al revés te lo digo para que me entiendas: el
triunfo del euro comporta la exaltación universal de la valuta norteamericana. El
ambiente está tan enrarecido como entonces. La misma desesperanza. Mitigada por
el optimismo futurista de ciencia ficción. Igual sensación de derrota..
Bonafoux es implacable a la hora de
calificar a las gentes de su oficio. Pero sus inexorables dictámenes A el que tiene una pluma en las manos, y
sobre la mesa unas cuartillas que deben transformarse en pan cotidiano tiene
el A cerebro enfermo, pero un corazón para
sentir y unos nervios que se engarabitan, y no ha querido prostituirse en el
bajo oficio de periodista, ese tal no tendrá otro remedio que escribir lo que
piensa y lo que siente, y, al hacerlo así, veráse fustigado por el ladronzuelo,
por el polizonte, por el imbécil , por el canalluca, por toda esa partida de
malhechores y de mentecatos refugiados en el periodismo, ancho campo de
Castilla, en el que ser periodista suele serlo todo menos una persona decente y
de letras, y equivale a arrastrar la cadena de ingratitud que imponen las
preocupaciones y los convencionalismos de una sociedad retrógrada y podrida...@ para la gente de su oficio.
Es un párrafo que se ofrece a la
meditación ,porque en 1998 guarda una actualidad profunda. ( Consultar las
páginas del A País A, un artículo que lleva
por título A Mi Credo Ade mayo de 1898), uno de
los alegatos más amargo que figuran en los anales del periodismo español.
Sus crónicas de Tánger tampoco han
perdido ahora ápice de una rabiosa perentoriedad. A algunos ilusos aljamiados
se les volverían los dedos huéspedes . Porque es implacables con el muladí: A Este pueblo moro, tan desgraciado hoy y
tan firme en su credo, que se recuesta en la basura y los andrajos de Tánger,
fue el pueblo artista por excelencia. Tenemos los españoles el mismo orgullo;
el mismo fanatismo de religión; el mismo valor personal; los mismos piojos... A
Y sobre las levas que marchaban alegres a
combatir: A Otro refuerzo. Otros miles de jóvenes que
van a la guerra de Cuba, a la manigua, al surco, a la tumba. Hemos enterrado
doscientos mil. Aun hay juventud. Aún podemos enterrar muchos más hombres.
Cavemos. Cavemos...@
A veces sus artículos se convierten en un
epicedio o rito de exequias. Salen de su pluma las fúnebres notas de un
responso, que recuerdan las danzas de la muerte. Los repatriados son escupidos
del interior de los buques transporte y enchiquerados en vagones ovejeros, que
se transforman en lamentables lazaretos ambulantes, anticipo de la huesa. Los
convoyes avanzan por la planicie castellana portando un cargamento de despojos
humanos. Casi eran un pregón estos soldaditos, palúdicos y esqueléticos de los
múltiples holocaustos que estaban a la vuelta de la esquina en el azacaneado
siglo XX. Hecatombes masivas que se llamaron: El Somme. La Marne, Stalingrado,
Brunete, El Ebro, Ausschwitz, Mathausen, Leningrado. Nombres que avalan páginas
teñidas de sangre de nuestro cruento siglo XX sin distinciones de rango o de
categoría
A modo de un nuevo Ezequiel que clama
sobre los huesos calcinados su dolor a orillas del Qbar, el autor es asaltado
por la visión de las calaveras en tránsito, las canillas que suenan, los
dientes que castañean a causa de la fiebre. Es una turba de derrotados cuyos
huesos crujen en el vaivén de los vagones, ese traqueteo fatídico del tren en
el que regresa un ejército derrotado, proyectando sobre el ancho mundo los ecos
macabros de las estrofas de un moderno A Dies Irae A.
Las garganta resecas aun guardan
alientos para entonar una milonga, o una guajira y rasguean las guitarras
desfondadas como para ahuyentar a la muerte o hacer un exorcismo contra su
propia desolación. Vibra en el aire entonces la quejumbre de una jota, grito de
guerra ancestral y misterioso, trasunto de los familiares dioses del terruño.
En las cuerdas de la guitarra rota vibra aún la bravura del ataratxo y del
ijujú celtíberos.
Barcos y trenes fantasmales porteando
la carne que se pudre surcan la llanura o aguardan en los apartaderos a la
espera de la última orden de expedición. Los brazos de los ex combatientes ya
no tienen fuerzas ni para sostener el A Mauser A. Son los navíos que hacen la aguada del
desastre y navegan las postreras singladuras de la carrera de Cuba y de
Filipinas. Hay pocos escritores que, como Bonafoux y Clarín hayan levantado
acta con tanto patetismo de lo que supuso todo aquello.
El 15 de febrero es volado el acorazado
A Maine A. Ningún oficial de alta
graduación se encontraba a bordo. La mayor parte de las dos centenares de
víctimas estaba entre la marinería. El 18 de abril, el Congreso de Estados
Unidos aprueba una resolución conjunta, en el que se responsabiliza a España de
la catástrofe, y son reclamados daños y perjuicios. Es un verdadero ultimátum.
Cánovas se resiste a aceptar las condiciones yanquis que evalúa como un
auténtico reto a la dignidad lacerada de todo un país. El orgullo de estirpe hace
explosión a lo largo y a lo ancho de los titulares de los periódicos de Madrid.
Desplantes, inútil arrogancia, amenazas inocuas. Grandilocuencia española de lo
más cutre. Algún plumífero se atreve a llamar a los gringos A gorrineros A. A Os haremos adobo y embutido de Chicago A, dice.
El primero de mayo de 1898 los cañones
de la armada estadounidense comandada por Dewey en el Pacífico escriben en
Cavite una de las páginas más negras y heroicas de la Historia de España.
Sistemáticamente, son destruidos uno a uno nuestros barcos. Hay 58 muertos y
236 heridos.Todas las bajas en el bando del vencido.
Una semana antes, el ejecutivo USA
había cursado instrucciones a la Escuadra del Atlántico decretando el bloqueo
marítimo de la Isla de Cuba. El 12 de mayo los acorazados de Sampson bombardean
San Juan de Puerto Rico. El 3 de julio , en medio de la confusión imperante y
al cabo de un intercambio de telegramas que iban de un lado a otro del charco
un almirante Cervera perplejo y dubitativo manda izar la grimpola en el
pabellón de combate de su nave capitana. La escuadra sale a la desesperada pero
en perfecto orden a encarar una muerte segura. En frente se apostaba la
poderosa formación naval estadounidense, que se limita a hacer carne sobre
nuestros soldaditos. Algunos historiadores han definido el desigual encuentro
como unas maniobras navales con cebo humano, un ejercicio de tiro al blanco.
Perecen los capitanes Villaamil y Eulate. Cervera y su ayudante fueron
recogidos en un esquife que les largaran por compasión los vencedores. El
grueso de la flota quedó hundida. Los náufragos ganan a nado la costa donde son
recibidos con muestras de afecto a causa de su gallardía por los propios
insurrectos cubanos. Por algunos instantes muchos cubanitos olvidaron a sus
caudillos, José Martí y Antonio Maceo que habían muerto peleando contra los
españoles. En Santiago de Cuba ni en todo el Caribe se podrá olvidar el gesto
que pone a recaudo el honor de todo un pueblo vencido pero siempre
enhiesto.
12 de agosto de 1898. Cuatro de la
tarde. Sala Oval de la Casa Blanca de Washington. Se firma el protocolo de
rendición. España deberá abandonar sus posesiones en Cuba, Puerto Rico e Islas
Filipinas. El primero de octubre se firma el Tratado de Paz de Paris, donde se
da el finiquito a España como gran potencia. Luis de Bonafoux anota el último
acto del drama colonial español con laconismo: A Hoy uno de octubre de
1898, llegaron los señores comisionados por los gobiernos español y
norteamericano para firmar la paz entre la poderosa república y la desfallecida
monarquía.
Pasa a renglón seguido a fijarse en un
detalle: el porte de los diplomáticos estadounidenses, que tenía la piel
sonrosada y el aire de niños grandotes. Trabajaban en mangas de camisa,
mientras el jefe de la delegación hispana, Montero de los Ríos algo cargado de
hombros y cresticaído, no cesaba de toser; iba arropado a un tapabocas y
embutido en un gabán de alpaca. Contrastan los coloradotes gringos con los
españoles demacrados y tristones.
El comienzo de las reuniones en el
Quai d´Orsey coincidió con la hora en la cual los vendedores de periódicos
coreaban las últimas noticias del asunto Dreyfus.
Se comió bien , pese a todo. El
periodista, testigo de aquel encuentro en la cumbre, hace la siguiente
anotación.@ Los platos del banquete estuvieron en
consonancia con la índoles del mismo. Hubo una salsa A Rosette A, un A canard A helado y una ensalada A mimosa A. Todo el mundo estuvo
muy digno, rivalizando los comensales en le buen deseo de no mentar la soga en
casa del ahorcado. Se almorzó bien. Se bebió mejor. Y a los postres se fumaron
buenos vegueros procedentes de la Cuba que se han fumado a nosotros los
yanquis...
Difícilmente se puede expresar con tanta
cordialidad y humor el paso de un momento tan trascendente.El marcado contraste
de la euforia joven del vencedor con la dispepsia y astenia del vencido. Se
enfrentaban dos formas de entender el mundo. La Europa, caduca, y la américa ,
vigorosa. La vida sigue. La firma de Bonafoux empezó a ser cotizada y
temida en los salones. Sin duda se trataba de uno de los grandes cronistas y
corresponsales en el extranjero. El gobierno francés se rendía a sus
píes. Otro día recibió un sobre de 20.000 libras esterlinas. Chamberlain ,
premier inglés había dicho: A hay que tapar esa
lengua viperina de la víbora de Asniéres A. El interesado tampoco
hizo demasiados ascos al soborno. Después de todo no era tan incorruptible como
parecía. Con esa suma se compró una casa de campo en la costa de Normandía
.
Su fama subía como la espuma, pero
llegó la hora de las envidias y de los recelos. Durante la primera guerra
mundial el periodista español recibió el sambenito de germanófilo. Él, que
odiaba a los A bochos A, el imperialismo prusiano y toda suerte
de imperialismos, pero que no podía menos de ensalzar la filosofía y la música
alemana - no se callaba nunca - es invitado por orden del gobierno Clemenceau a
abandonar París en el término de cuarenta y ocho horas. Tuvo que malvender sus
enseres y sus queridos libros y huir a Londres. Desde allí sigue despachando
crónicas para el A Heraldo de Madrid A. Vive en un sotabanco del barrio de
Hammersmith. Tanto su esposa Ricarda como sus hijos Tulio, Clemencia y Lágrima-
la bautizó con el nombre de Lágrima, a sabiendas de las muchas lágrimas que ha
de derramar la familia de un periodista - pasan estrecheces y
privaciones.
El último envío lo data la víspera de
su muerte ocurrida el 28 de octubre de 1918. De un aneurisma, a las once de la
noche en su domicilio londinense, número 148 de la calle King Street, de
Hammersmith. Tenía sesenta y tres años de lucha quijotesca contra la adversidad
aquel pugnaz atlante de la pluma, aquel banderillero toreando en las mejores
cuadrillas del 98, abogado de todas las causas perdidas. El A Heraldo A inserta el 29 de
octubre el cablegrama del audaz cronista que murió a pié de página en portada
junto con una sentida nota necrológica, en la que vuelven a endilgarle el
sobrehúsa de A humorista A a él que era el pensador serio y
profundo. Tuvo que ser inhumado casi de caridad en el cementerio de Kensal
Green, donde yacen sus restos al lado de su querida esposa fallecida tan sólo
unos días antes, Ricarda Valenciaga - por ironías del destino: el que había
tachado a las españolas de histéricas y cursis vino a casarse con una vasca
afincada en Madrid -, que había dejado este mundo unos meses antes. No lo pudo
soportar. A partir de agosto el león se desploma.
Había gritado la verdad sin ropones
dialécticos. Sin ambages. Todos los grandes escritores de su tiempo- Baroja,
Azorín, Joaquín Dicenta, Galdós, Unamuno - reconocieron su inmenso prestigio.
Vieron en Bonafoux, conocido por su seudónimo de A Aramis A o el apodo de@ la Víbora de Asniéres@ a un digno heredero de la trayectoria de
Larra y de Quevedo. Era todo un escritor de la mejor vitola. Hoy casi
olvidado
En 1974 al visitar su tumba en el cementerio
de Londres sentí una extraña emoción. Está el lugar al lado del hospital
maternidad de la Princesa Beatriz, donde casualmente un 20 de mayo nacería mi
hija
Bonafoux le hace sentirse a uno
orgulloso de haber abrazado esta bronca, pero maravillosa profesión del
periodismo. Como él, yo también he sido corresponsal en Londres y he sentido la
mordedura emponzoñada de las culebras del fondo de reptiles.
Yo también sangro por la misma herida.
Comprendo la cólera nazarena de este caribeño que amó a su patria sin haber
sido nunca ni comprendido ni correspondido.Fue él de todas el rey de los
cronistas. La cólera disfrazada de ternura. Tenía que ser así, porque vivió
momentos difíciles. Un heraldo de lo que habría de venir, aunque al egregio A Aramis A le cupo en suerte tener
donde escribir. Este nazareno de la literatura, este paciente Job, que vino a
los suyos y los suyos no le recibieron, por más que lo temieran, lo odiaran, y,
transpuesto el dintel eterno de la sepultura escupieran sobre sus restos y lo
quemasen en efigie, porque España , si de algo nunca adoleció fue de algún que
otro auto de fe, alguna ordalía, siempre tuvo un órgano de opinión en el cual
exprimir sus conceptos
*
* *
VIII
MUCHOS MONTEROS LA GARZA COMBATEN ****
M. DELS SANTA OLIVER, EL GANIVET CATALÁN
La poesía tradicional española es
no sólo fuente de conocimiento y de experiencia sino también una especie de
analgésico que brota de la boca del pueblo en los instantes más solemnes. Aquí
se sabe bastante de sufrimientos y de infamias, pero pocas naciones del planeta
tienen a su alcance una riqueza cultural tan prestigiosa para pechar contra las
dificultades. Este patrimonio hace al habla castellana única, por más que
muchos hoy traten de obviar este hecho. De la pléyade de autores - esto es una
verdadera desgracia nacional - sólo se conocen unos cuantos que en la mayor
parte de los casos no suelen ser los mejores, aunque sí los famosos. Pero
vinimos insistiendo en que el concepto de famoso, según la acepción antigua, se
ha devaluado. Hoy contamos con un sinnúmero de famosos instalados, calderilla
mitótico, tonadilleras y toreros de quita y pon, pero es muy escasa la lista de
celebridades.
No hay más que echar mano del
romancero , o de las Soledades de Góngora para adentrarse un poco en la riqueza
órfica, ese laberinto maravilloso que es la gran literatura española. Aquí está
el ejemplo:
Muchos monteros la garza combaten.
Por altos oteros los perros la llaten.
Neblíes, muy veloces, sobre ella se
abaten.
Bueno será no la maten. ( Anónimo del romancero
tradicional)
Este madrigal , atribuido a Cristóbal
de Castillejo, resume en esencia lo acontecido en el año fatídico. La garza
que huye del acoso de los podencos , tantos interiores como exteriores, que la
persiguen, es un símil de España en la tesitura del desastre. Detrás vienen arreando
las rapaces, buitres, gavilanes, esos halcones inconfundibles de pico curvo y
mirada penetrante - Cronos que devora a sus hijos -, gesto fosco y el corazón
helado, pajarracos encaramados, aves de presa en alcándara que aquí con alta
frecuencia ocuparon los podios de privilegio..
El peor enemigo del español y lo
español es... El cainismo hizo siempre aquí más daño que las termitas. Puede
que el sarcasmo de Bonafoux se ensañase con algunos estamentos de la clase
dirigente, pero no marra, cuando, al hilo de la visita que hizo el Sr Castelar.
Que comía con los dedos y tenía la fea costumbre de aplastar los garbanzos en
la calva, a París, dice: A Estos políticos
nuestros, ay, que a los plumíferos españoles no les dan ni una tagarnina, se
dedican a regalar cigarros puros y a sobornar al francés y pagan fuertes sumas
de dinero por una entrevista A. Resulta casi un
apotegma infalible a la hora de definir el papanatismo nacional. Lo serviles y
espléndidos que podemos ser con el de fuera, y lo cicateros y ruines con el que
tenemos dentro. Que es mejor en cualquier caso que el que se llama Thompson, o
Schmidt, o monsieur Dupont, pero que tuvo la desgracia al nacer de apellidarse
López. Otro gallo le cantaría, si en lugar de ser Pérez, fuese un - Mac Pherson
o perteneciese a un clan de familias de doble dígito. Este atavismo bien puede
venir del tiempo de los godos. Un anhelo que ha estado siempre entre nosotros
de probar que somos mejores que el vecino, que nuestra ejecutoria de hidalguía
es más probada y despampanante que la ajena.
Así nos pinta. Dicen los ingleses:@ The green in the other side is greener
than my own A El verde del prado de
enfrente es más verde que el de mi cerca. Pero es ésta, la de cuño anglosajón
otra clase de envidia muy diferente a la hispana que se siente todavía dominada
por el concepto de tribu. No es el odio africano, quizás un legado del
soterrado carácter moruno corriendo por nuestro torrente sanguíneo, que a
nosotros no nos deja vivir, y puede ser que explique la falta de una habilidad
manifiesta para establecer un clima de estabilidad en la convivencia.
Sin solución de continuidad aquí está
el cerrilismo de los que viven aferrados al BOE, los amantes de
las menudencias, masa funcionarial donde sólo descuella el gregario y el
mediocre, pero que es un lince en la aplicación de los artículos competentes,
apasionado de la letra muerta, y el ácrata, el ultramontano y el conspirador.
No hay término medio. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
Ahí, sin ir más lejos, tenemos el caso
de CJC, que se pasó muchos años metiendose con la España del boletín y tente
tieso, y es ahora parte de los VIPS. El otro día le arrearon unos milloncetes
para su fundación de Iría Flavia, cuarenta, que es un buen pico. A Os pimentos do Padrón unos pican e outros
non A. A las veces, y de qué manera en otras
partes, se convierten en guindilla y en pimentón. Porque, mientras a nuestro
laureado Nobel le caían esos verdes a montón , hay editoriales como A Opera Prima A entregada a la loable labor de fomentar
la lectura y abrir la puerta del Parnaso a los inéditos, que tan crudo lo
tienen, y que están al borde del cierre, y que no reciben un céntimo del
Ministerio del ramo. Se conoce que la fórmula del que A aguanta gana A le ha dado buenos réditos al coloso de
nuestras letras, a nuestro Nobel, en detrimento de los jóvenes y los que
pretenden abrirse paso en el reino de la literatura, que sigue siendo avispero
más abigarrado y zumbón hoy que cuando el bueno de Bonafoux bajaba al Tártaro
de los cenáculos literarios matritenses y tiraba de la manta. Allí ,en los
sotabancos de la hedionda cloaca, madriguera del fondo de reptiles, se
enroscaban sapos y culebras.Los postmoderno puede que les saquen ventaja a
aquellos castizos agamenones Afin de siècle@. Pero nada se puede hacer al respecto.
Con estos bueyes hay que ir a labrar.
Actualmente, a efectos del engorde de
la res ,y por los apoyos que brinda la ingeniería genética, cunden batracios y
ofidios de envergadura mayor. Se han sofisticado. Ululan y pululan por entre
bastidores con gran alacridad. Las lagrimas de Larra, el que dijo que en este
país escribir es llorar se multiplicarían por diez. Ya no son aquellos muertos
de hambre de A pasen los periodistas y
coman , señor marqués A, sino de auténticos
millonarios con caja blindada ,talonario de cheques, y su nombre todos los días
rodando por los papeles, hasta en la prensa rosa ,You have to sell, baby, a
los que habría que echar de comer aparte.
A Miro los muros de la
patria mía A. Dicen que el mejor amor a España es
aquel que nunca tiene que decir nada. Pero hay algo de trágico en este mutismo
y mansedumbre. Vengan cajas de puro a estos señores, que hablan en inglés y
parecen tan listos. Pero a nuestros pobres A pelaos A ni un mataquintos. Ha dicho el jefe que
te presentes. ) Quién yo ?. Sí, tú.
Aquí, el que se mueva, a lo poco, lo meten mano y a lo mucho, un zurrío.
Quevedo, el monstruo de nuestras letras, se tiró un lustro en un penal por una
mala coplilla. Eh, tú, espabila.
Pero ni puto caso.
Si tú te llamaras Paúl Preston, aunque
seas un merluzo, o un torrezno de esos con que se adoba el Yorkshire Pie, pues,
todas las puertas francas. Pero , como te apellidas Parra, y encima te gusta el
vino, tu padre se llamaba Silvino - que predestinación más dulce y carismática
a las dulces caricias de Baco - y a mucha honra, que fue el mejor padre del
mundo, por mucho que le hayas enseñado el castellano al historiador ese, cuando
desasnabas potros y les metías en la sesera las normas de la Gramática de
Nebrija en aquella High School de Hull,aquellos chiquitos privilegiados,
algunos de los cuales acabaron en Oxford, como Preston, el caso que nos ocupa,
te dan con ellas en los hocicos. Te sueltan aquello de A Hagame usted el favor, señora A o A Vuelva usted mañana A. O algo por el estilo.
Ya digo: aquí, donde todo es cuestión
de rangos y bien que distinguimos a los caballeros mutilados de los jodidos
cojos, eso de adornar nuestros blasones con algún roel extranjero mola
harto.
Muchos monteros la garza combaten... El
estro de este inspirado poema, rutilante espasmo donde brinca la pena por
nuestras desdichas nacionales, en su tono elegiaco es una rigurosa profecía de
lo que sucedió y de lo que aun puede suceder. Si continua la caza, de la pobre
zancuda no van a quedar ni pluma. Se la comerán los lobos y la rapacería de los
A ligeros neblíes A dará bien pronto cuenta de ella.
Habrá que hacerse la misma pregunta que
se formulaba Ganivet por estas fechas, hace justo cien años.) Habremos llegado al finis Hispaniae ? ) Han empezado a escribir en la pared y la
ominosa frase que vio Daniel A mane tetzl fa res A crepita sobre nuestras cabezas ? No hay
respuesta posible a tal interrogante. Muchos no leen la Biblia y tienen a San
Daniel, el gran profeta, metido en el pozo de los leones. Quieren aherrojar su
voz tremenda, que, desde el hondón del pozo de los siglos, prosigue lanzando el
tremendo aviso del Señor: mane tetzl fares ( mañana vas a morir;
mañana me has de rendir cuentas).
)Quién piensa en eso ? La
ciudad vive alegre y confiada.) Oniromancias decían
vuesas mercedes? Aquí el único mago autorizado- está visto que en España la
guija de los astrólogos y A veoras Ada a dos calles: al aire de la briba y al
de la decadencia- es el brujo de los famosos, ése de las túnicas recamadas de
oros y la melenita rubia A de bote A que les lee las cartas a los personajes
del papel rosa, y les palpa la chequera y entra arrollador como una elefante de
la ciencia infusa en la cacharrería de la fatalidad ( Maldito Rasputín ! Vale ya de tanto
vidente y de tanto horóscopo
. A Cristo lo han convertido en un
curandero o un demagogo. Más no quieren saber. Y comamos y bebamos que mañana
moriremos.. La palabra solidaridad ha venido a ocupar el lugar de la caridad.
De justicia no se hable. La fe y la esperanza andan por los suelos. De la vieja
religión de nuestros mayores está haciendo mera filantropía. Siempre es un
peligro convertir a la Iglesia en una ONG que se encargue de las
tareas menestrales del A remedial work A y dar el visto bueno y cohonestar los
atropellos de un sistema injusto , que practica el A dumping A con todas las
bendiciones papales , vende armas a los contendientes reavivando las llamas de
antiguos enconos étnicos y de las reivindicaciones nacionalistas de signo tan
feroz como troglodita y mostrenco para que se maten unos a otros en el
Continente de la Sed, y luego manda unas monjitas a curar a los pobres negros.
Así se lava la mala conciencia. Lo que hacen esas monjitas es heroico ,pero
mucho más heroico sería que el misionerismo no hubiese tenido que ser nunca, ni
que tuvieran que salir esos religiosos de sus conventos. Porque aquí en la
Europa finisecular , tan católicos como somos, no andamos muy sobrados de la
Palabra de Dios, y muy ternes en la practica del Mandato Nuevo, esto es el
Amor, piedra basal de todo lo que en el pasado constituyó nuestra civilización.
Se quiere buscar al prójimo en las chimbombas, cuando es nuestro vecino al que
no le damos los buenos días, o el hermano con el que no nos hablamos desde hace
mucho tiempo. La mujer a la que se falta al respeto, o el marido al que se
grita o al que se ponen los cuernos
) Es este el estilo y la
clase de civilización que queremos inculcar a los pobres negritos?
Luego se presionará a los gobiernos
para que levanten las restricciones a la inmigración, porque aquí lo que parece
haber empezado es el tiempo de angustia y congoja , pressura gentium , anunciadas
por el Evangelio , estando en marcha todo un plan de inculturización de río
revuelto, que no es - a nuestro modo de ver - sino un proceso de
descristianización a marchas forzadas. El descepe de la viña del Señor .La
caridad empieza por el A gnosce te ipsum A pero, aquí ni caso. Eso sí: nos perdemos
en altos conceptos y maximalismos sin tener la retaguardia a cubierto ni poner
el orden en nuestra propia casa . Nos metemos al oficio de redentores cuando
nosotros mismos estamos perdidos en la barahúnda de nuestros propios
desarreglos. El viejo aforismo reza lo de juntos pero nunca en cama redonda. El
río ahora por desgracia anda muy revuelto, con lo que estará habiendo mucha
ganancia de pescadores, pero corre peligro de salirse de madre.
Por eso, hay veces que pujos de bilis
vomitiva se nos sube a la punta del gañote. Casi dan arcadas. Y, goteando
cólera, la pluma tiene el deber de alzarse contra toda esa morralla de
charlatanes, vividores y pancistas, hermanos de la Orden de la Garduña, que
Dios los cría y ellos se juntan. Es la mayor institución junto con los jesuitas
( porque aquí la muleta del perista y la boina del pordiosero marchan
concomitantes con el escapulario y la camándula del fraile, y el puñal que defiende
la honra ) ha dado este país a Europa. La Contrarreforma es cosa de místicos,
iluminados y de valientes capitanes y conquistadores por un cabo y , por otro,
de pícaros, hampones y busconas. Todos ellos iluminados , provenientes de
conversos, que en un país de castas como éste, nunca podrán lavarse de la
sospecha de sangre manchada. La palabra de doble acepción, la expresión
retorcida como en esos cristos de Gregorio Hernández en que la gubia ha querido
arrancarle quejumbres y ayes de dolor al pino y estrellas al pedernal. Teresa
de Ávila cuando cuenta cómo fue transverberada no hace otra cosa que relatar un
orgasmo, y no lo decimos en son de irreverencia, sino para explicar esta
visceralidad a la vez hipócrita, desmadrada siempre como buena extremista,
fruto del cálculo. Los marranos, como se sentían un pueblo cercado, ponen en
juego sus recursos. Utilizan por primera vez el metalenguaje.
Ellos apuntalaron la tambaleante fe
muriendo por el Papa en las llanuras de Flandes o, licenciados de las levas, se
convirtieron en mendigos, patibularios desharrapados, carne de horca. Para su
consuelo, y el nuestro, recordemos que Cristo fue el personaje más ninguneado y
triunfante entre los hijos de los hombres. España , una nación a la cual, por
defender la fe del Gran Perdedor - nación grande y eterna- le ha tocado
desempeñar el papel de antagonista en la Historia, papismos aparte. Tantas
veces hemos tenido que ir por la vida de nones. Pero en nuestro fracaso estará
algún día nuestra exaltación. Será la compensa a tanto menoscabo, a tanto
silencio, a tanta cólera. El símbolo de la garza acosada por los monteros,
latida por los podencos y abatida por el gavilán es un símil deslumbrante de la
tragedia que comporta en unos cuantos casos el sentirse español. Y cristiano.
No judío, ni mahometano. Cristiano como el Cid, un mozárabe. El término católico con
el paso del tiempo se ha desgastado y no responde a su sentido de universalidad
ecúmenico, sino a una particularísima forma de interpretar el mundo desde el
dogma romano. No se ha de perder de vista que la reacción contra Lutero fue
llevada adelante por conversos. Santos y místicos que venían del Judaísmo:
jesuitas, Teresa y Juan de la Cruz, el propio Francisco de Sales. Desde el
Renacimiento las arcas de los papas, el dinero de San Pedro, ha estado en manos
de financieros hebreos. Las obsesiones sexuales, el culto a la personalidad, la
frialdad sibilina, la visión personal de Dios, están en el Levítico.
Ante semejante espectáculo, se nos
amotina la sangre en las coronarias. España contra todos. Violada, escarnecida, risum
teneatis de la historia. Ya lo avisó Quevedo en la A Hora de todos A. Pero ese aviso le valió primero el
destierro y luego una mazmorra . Acabaron por llamarle A jodio cojo A y , por haber
proclamado la verdad, todo un exorcista de los demonios familiares o un diácono
en su mejor hora que sube al púlpito a proclamar el Evangelio ( A no recibiréis poderes contra la carne y
contra la sangre sino contra los espíritus inmundos que pueblan el aire A les amonesta el obispo en la liturgia de
ordenación a sus diáconos ) le siguen ninguneando la gloria, alegando Dios sabe
qué historias de que se metió con los genoveses y de que hace chirigota del
judío, él que ha sido el mayor hebraísta que dieron las Españas. Doble
sambenito. Triple coroza. Por eso, el grueso de nuestras letras está integrado
de grandes desconocidos. Los Olvidados del 98 sirven para alimentar el fuego
sagrado. Para guardar la memoria.
Dentro de ese rango habría que evaluar
a Miquel dels Sants Oliver, autor de uno de los grandes libros
sobre esta gran encrucijada, la enorme incógnita que, a lo que se ve, permanece
sin aclararse. Se llama la obra literatura del Desastre. Es la versión
más perspícua y circunspecta de lo acontecido y contada por un catalán, nacido
en Mallorca, que fue periodista y director de A LA VANGUARDIA A. Es un hombre avisado y diserto , desde
la franja mediterránea , la del A seny@, del A cap i cassal de
Catalunya A, apasionado catalanista pero español de
cuerpo entero. Sus escritos y percepciones acrisolados de serenidad reflejan
ese juicio ecuánime que falta siempre en Madrid, donde las cosas tienden por
fas o por nefas a ser sacadas de juicio. Aquí se cae en la adulación lisonjera
o en el desmelenamiento. En la altiplanicie las cosas se ven con harta
frecuencia sin proporción. Quizá sea un vértigo de aceleración centrípeta, un
mareo en el que no suelen incurrir, a diferencia de los mesetarios, los
españoles de ribera.
De la misma forma que el mejor canto a
España está en catalán- brotó de la pluma la pluma de un cura de Vich , mosén
Cinto Verdaguer, en la AAtlántida, han hecho
aquí mucho más daño los separadores al uno y al otro lado del Ebro que los
separatistas.@ De Castilla nada, menos
la lengua y de Catalunya, todo, menos la lengua A. Al socaire de dicho
tropo en el que se condensa el drama misterioso o el extraño fenómeno de por
qué a nivel oficial el idioma de Llul deja de utilizarse a partir del s. XVI.
Se produce una parálisis, una especie de afasia, pero es una afasia
enriquecedora para la cultura española, porque , pensando en catalán, la mayor
parte de los autores, desde Boscán para atrás - nació en Barcelona en 1501-
escriben en castellano.Hoy afortunadamente la lengua del A sentit comú A y del A Virolay A está en vías de recuperación.
Lo demás ya se conoce: muchos abusos.
Desde la desproporción aquellos profesores años atrás que negaban a ese inmenso
idioma de Corominas la entidad de lengua endosándola la categoría de dialecto
hasta los que pretenden volver el cuadrante del reloj muchos siglos en
dirección inversa.
El Principado fue el gran perdedor
industrial de la derrota del 98. Ese es un hecho inconcuso. Representaría una
pérdida de masa salarial y de riqueza. Industria naviera y tabaquera, emporio
textil, etc. Ello redundaría en los luctuosos sucesos de la Semana Trágica de
1909. La liquidación del último florón del imperio comportó el derrumbamiento
financiero de no pocas empresas. Por eso tiene importancia la versión de la
catástrofe vista desde el blanco de mira de esa ciudad moderna, industriosa ,
adaptada a los cambios y de un perenne aire cosmopolita que ha sido La Ciudad
Condal Es una región con fuero y lengua propia, pero la que ha ido tirando del
carro de este proyecto de futuro que se ha dado en llamar España
. Sants Oliver es otro de la pléyade ,
innumerable estirpe del gran canto diaconal de la literatura hispánica, canto
tanto más sublime cuanto más anónimo y entonado por diletantes. Su austera voz
se confunde dentro del guirigay de los charlatanes de feria. Los que más
gritan,- porque aquí se lleva también aquello de que el que más chifla,
capador-se llevan la flor de la grana.
AOscuro nací, oscuro me
hallo. Nada fui en los cinco lustros que llevo consagrados a mi pobre pluma;
nada he de ser en los pocos que el promedio de la existencia humana me pone por
delante. Nada más que un hombre que dice la verdad: que la dice en alta voz
sin componendas ni flojedades sobre asuntos y en momentos de tanta gravedad
como los presentes@ M. Sants Oliver, A La cuestión previa@1915.
. Habiendo escrito más de una docena
de libros, todos yacen en los cajones olvidados. Su obra de pensador y de
ideólogo que escribe en los papeles fue exhumada y rescatada por Gregorio Mir,
que escolia alguno de sus textos en una obra publicada en 1975.El oscuro
periodista palmesano es una de las figuras significadas del movimiento de la renaixença, un
movimiento literario periférico, coincidente con la Restauración y el fuerte
impacto psicológico que produjo en Castilla la derrota por Estados Unidos.
Añade a su condición de catalán la de mallorquín.
Poca gente sabrá que las Islas Baleares
fue tierra de asilo y de libertades durante las conmociones ideológicas que
conmueven a Europa durante el s. XVIII, las guerras napoleónicas y carlistas
del siglo subsiguiente. Es la provincia española que tuvo una relación más
estrella con el Caribe. A partir de la Desamortización de Mendizabal se produce
una gran emigración de capitales. La sublevación independentista de Maceo
determina un regreso del rentista balear.El espíritu mercantilista , abierto,
liberal, pero siempre sobre los límites de una moderación ejemplar ( el
liberalismo no es más el respeto de las ideas del contrario y la creación de un
ambiente de armonía en la convivencia que para nuestra desgracia los liberales
de tierra adentro rara vez pusieron en práctico y ahí está el nefasto ejemplo
de Fernando VII) posibilita esta singularidad mallorquina. El retorno del
dinero indiano determina el establecimiento de inversiones en la industria
zapatera y textil, y la modernización de su agricultura.
Nunca perdió su librea de moderación.
En su obra, tanto la redactada en castellano como la que escribe en catalán,
asoma el rostro un hombre del centro. Miquel del Sants Oliver se acerca al
perfil de A santo laico A, de intelectual íntegro que va a ser un
predicado encomiable del que participan bastantes krausistas y algunos epígonos
de la Generación del 98. Trata siempre de ser un regeneracionista, que hace
titánicos esfuerzos para abrir al país a la modernidad, una modernidad que ha
de basarse en ciertas condiciones atávicas de lo español: la variedad regional,
nuestra glosolalia o riqueza idiomática, el respeto del fuero y
de los usos y costumbres, un concepto amachambrado en nuestros códices de
jurisprudencia desde el Fuero Juzgo, todo eso que allanaron el centralismo
borbónico y la revolución francesa.
Y da una serie de ideas para crear un
pacto de convivencia entre los españoles, que son tan aprovechables a lo que
parece que el propio presidente Jordi Pujol, que será todo lo que se quiera,
pero que es un gran demócrata y ha dado grandes señales de paciencia tolerante,
porque en estos años de cambio a un nuevo régimen no se ha producido un sólo
muerto a manos del independentismo catalán .Otros no podrán decir lo mismo.
Aunque los retos y peligros siguen siendo los mismo. Se puede abominar
del centralismo francés, o del español, para caer en las garras del europeo o
del norteamericano cuyas garras pueden ser más deletéreas y perniciosas para el
espíritu catalán empapado de sol y de mediterraneidad. Todo es un ten con
ten.
Nacido en Palma de Mallorca en 1868,
hijo de un profesor, en la adolescencia empezó a colaborar en el diario local La
Almudaina ( La Muralla) , se trasladó a estudiar Derecho a
Barcelona. Allí fue alumno de M. Milá y Fontanals, el egregio filólogo y
preceptista literario, y entra en contacto con círculos del importante
movimiento de resurrección cultural catalana, renaixença, y asiste con
poesías y colaboraciones en los llamados Juegos Florales. Es la primera
modalidad de concurso literario, que en una país donde escribir siempre es
llorar abre las puertas a los escritores y poetas noveles, que se originaría
precisamente en Cataluña. El ANadal@ y el A Planeta A no serían sino una glorioso corolario de
esta invención hija del A seny A, que lleva el sello del posibilismo y del
mercantilismo que los catalanes, maestros en el difícil arte de hacer negocios,
imprimen a todo cuanto tocan, y que tanto hizo en pro de la cultura. Fruto de
este espíritu regeneracionista que honra a Cataluña, después de los grandes
desastres, y que tira del carro de España cuando parece que ya no quedan horizontes,
de los Juegos Florares son Prat de la Riba, Verdaguer, el gran periodismo del
diario de LA VANGUARDIA, los prestigiosos grupos de filólogos, latinistas,
medievalistas que nacen al pairo de la cátedra de M. Milá i Fontanals y que han
dado figuras tan eximias como Corominas, con sus discípulos destacados: Martí
Riquer, Mariner Bigorra, etc.Sin ellos, en política, no hubiera sido Antonio
Maura realizable. Y, en filosofía , Balmes.
De otro lado, sin premio Nadal, que
inicia su andadura en el difícil año de la postguerra 1944, hubiesen quedado
inéditos Delibes, Carmen Laforet, Ferlosio, Gironella, Vidal Cadellans,
malogrado autor de A Cuando amanece A, una de las mayores novelas de las
escritas en la segunda mitad del presente siglo y también, ay ,casi un
desconocido.
Renaxainça catalana , un movimiento
esteticista- historicista, similar al que se registra en Inglaterra con los
prerafaelitas, contó con figuras como Mariano Aguiló, J. Yxart, Narciso Oller y
otros literatos ilustres.
No fue profeta en su tierra. Aún
teniendo la isla una gran tradición de tolerancia, este autor nunca pudo
liberarse de los recelos que suscitaba allí hasta hace poco tiempo la condición
de su origen chueta - cosa que parece atestiguada -. De consiguiente Sants
Oliver en 1904 se traslada a Barcelona, la ciudad que amó y en la que mandó ser
enterrado. Allí en contacto con figuras prominentes de la Lliga es nombrado
redactor del A Brusi@, el periódico más antiguo de España y que
no es otro que el A Correo Catalán A. Los angustiosos momentos vividos en la
ciudad durante la Semana Trágica, prólogo de la revolución rusa y de la Gran
Guerra, harían que el joven escritor se desconectasen de los sectores del
nacionalismo exaltado y empieza a pensar en una solución ecléctica para
resolver la problemática del binomio castellano-catalán. Bajo la protección de
su paisano, aquel otro gran mallorquín que se llamó Antonio Maura, es nombrado
director de A La Vanguardia A y colabora asiduamente con el ABC de
Madrid.
Escribe con profundidad y maravilla a
sus lectores con las galas de un estilo depurado que siempre está a muchas más
atmósferas de alturapor encima de la media general. Tiene ideas propias sobre
su oficio y mantiene una concepción original de la historia de España, que es
un eco de las ideas formuladas por Marcelino Menéndez y Pelayo para quien las
Españas han de enriquecerse mutuamente bebiendo en los caudales de la tradición
y de la lengua, nunca excluirse mutuamente ni autoaniquilarse. Ese concepto le
conduce a mantenerse a cierta distancia de los afrancesados.Recuerda que
Cataluña tuvo una papel relevante en la lucha contra Napoleón. El tambor del
Bruch sonó como primerizo grito de guerra del pueblo español sublevado frente
a la invasión en las laderas de Montserrat. Agustina de Aragón nació en
Barcelona, en realidad.
Él divide a los escritores en cuatro
apartados: los A satanizados A que todo los destruyen; los impasibles A stendhalianos@, que cuentan lo que ven o lo que ellos
creen ver pasando el espejo al lado del camino, pero sin comprometerse; los A olímpicos A que están más allá del
bien y del mal y su título de consagrados les vuelve intocables. Y, por último,
están los A humanos A, aquellos que utilizan
el genio no en beneficio propio sino para ayudar a sus semejantes. Por ese
espíritu imbuido, no hace más que referirse al A sentit comú A catalán, y quiere que se exporte a todas
las demás comarcas de la Península Ibérica. En este matiz se muestra, si se
quiere, profético Sants Oliver al hablar del papel mediador que ha de jugar
Catalunya en la reconciliación de las Españas.
En 1918 aquejado de una parálisis,
enfermedad que, a causa de la vida sedentaria y de su vida estudiosa y llena de
trabajos - había envejecido prematuramente - es recluido en un hospital. Con
todo y eso, hasta su muerte, en el lecho del dolor, que acontecería dos años
más tarde, a los 56 de su edad, no cesó de escribir. Su obra bilingüe es una de
las más interesantes, por lo que tuvo de callada y de titánica,y porque está
tamizada por una visión profética en lo que respecta al porvenir de la España
de las autonomías históricas, una idea de su inspiración, y tendrá que ser
consultada por los historiadores . Debería de ser, por lo pronto, un libro de
texto en las Facultades de Periodismo.
Su talante humanitario, su A santidad laica A de hombre bueno y solidario se refleja,
por ejemplo, en el alto concepto que tenía de su oficio. Dice al respecto:@ El periodista debe ser una especie de
vigía de la sociedad, y un vigía ejemplar. Yo llamo periodista no al hábil ,
primoroso y mágico , hilvanador de artículos deslumbradores, cuyo sentido, cuya
deslealtad, cuya falta de verdad objetiva e intención elevada, se hace evidente
a los ocho días de su publicación, sino a aquellos a los que puede someterse a
un juicio de residencia su pasada labor y su artículos pueden ser leídos sin
perder lustre muchos años más tarde. Estos son los grandes periodistas.
Aquellos a los que su obra les sobrevive@.
Pero aquí andamos entre medias de A satanizados A, pasotas a lo Stendhal con la sangre de
horchata y olímpicos alzados sobre la cima de la cucaña. Los que escriben con
la mano en el corazón, los de la expresión honrada, el pensar alto y el vivir
austero, corren el riesgo de situarse extramuros de la ciudadela de lo político
correcto.La cultura de lo leve significa eso, pero el fenómeno no es de ahora.
Pasaba lo mismo a primeros de siglo. No sirve darle más vueltas. Es cosa
averiguada el que el estigma de la desolada incomprensión ha afectado durante
generaciones enteras a muchos españoles de bien. Sants Oliver , menos
atrabiliario que Bonafoux, viene a decir lo mismo que él, aunque con más
suavidad, con menos sarcasmo, pero con la misma profundidad. Es mejor pensador
aún este sesudo catalán.
De consiguiente, también le pusieron la
proa, condenandolo al ostracismo del silencio, que en un periodista viene a ser
una suerte de muerte civil. La garza cayó presa de sus perseguidores: monteros
de pimpampum, los galgos y los podencos de la envidia, la banda de buitres ojo
avizor. Su filosofía, con todo, es relajante y terapéutica, como la de Picanea.
Como la de Costa y otros grandes navíos de altura que navegaron en las aguas
bravías, llenas de vaivenes y de turbulencias de la España de la Restauración.
Si hubiese sido un panfletario a palo seco, tal vez su obra hubiese alcanzado
mayor renombre. Pero está ahí. A disposición de los investigadores y eruditos
que algún día se vieren en la obligación de exhumarla para gloria de la
verdad. Sants Oliver demostró que se puede amar a España incluso pensando y
escribiendo - y de qué manera - en cualquiera de sus lenguas.
Pero era un quijote luchando contra
los molinos de viento del destino que vuelcan el aire con sus aspas
implacables. El canto de la verdad proclama un reino que tampoco pertenece a
este mundo. El sueño de España es un sueño en bancarrota sujeto a las
veleidades de la razón sutil y a los extremismos desaforados. Hoy se mitifica a
Picasso, un pintor de elites que los apasionados de la filomanía continuamos
sin entender a que tanto ringorrango ( no se trata de un pintor sino de todo un
montaje político ) con la misma exacerbación con que otrora se hizo un mito de
Ignacio de Loyola o de Teresa de Cepeda y Ahumada.
Pronto el péndulo se disparará hacia la
otra cúspide, porque en este mundo no hay deuda que no se pague ni plazo que no
se cumpla. A los poetas y a los profetas les toca cantar la verdad, de igual
manera que a los diaconos pertenece el canto de la Angélica la noche de la
Resurrección. Hombres absconditos como Sants Oliver honran esa sagrada función
sin que les preocupe ni poco ni mucho el ser o no ser oídos. A lo largo del
tiempo seguirán desenmascarando caretas, alzandola la tapadera de las ollas
podridas, o tirando la manta. Porque ello forma parte de su sagrada
misión.
Este mallorquín se anticipa a lo que
puede venir. Huele a pólvora. Los campos se teñirán de púrpura . Teme que no se
cumpla su sueño acerca de las cuatro categorías bien diferenciadas entre los
que se dedican al cultivo de las letras. Al final, los hombres de corazón
limpio que empuñan la pluma tensa e inmaculada entre los dedos , como un píxide
eucarístico , son preteridos, se les tiene como a penitentes en Semana Santa o
por tontos del capirote, o sufren mermas y desprecios a manos de los literatos
de relumbrón, los olímpicos monstruos sagrados, los stendhalianos cínicos o los
simple y meramente satanizados. Cataluña pierde su A seny A. Incurre en el vicio
que tanto fustiga: la chulería del de los madriles o el cerrilismo retrechero
de un navarro recién acabado de comulgar.
Pasada la moderación de figuras
significativas del grupo A renaixança A les toca el turno a los exacerbados
militantes de A esquerro A ( los Rahola, los Cambó, los
Companys con todo el aparato de secuaces, aristarcos y corifeos de A terra lliure A. Entre ellos se encuentra uno que pasaría
a la historia con fama de circunspecto payés y que gozó de inmensa popularidad
en los tiempos de Franco: Josep Plá . Durante los años 50 y los 60 sus
artículos en A La Vanguardia A y en A Destino A eran ampliamente jaleados. Nadie hubiera
acertado a suponer que tras aquella gorra de campesino bajo la que se
enmarcaban unos ojillos irónicos como punta de alfiler y aquella parsimonia
cazurra con que liaba los caldo de gallina se escondía la indómita casta de
viejo revolucionario y uno de los hombres más estrechamente ligados a Cambó.
Vivir para ver. En el laberinto español ( no podría ser de otro modo para
sobrevivir) el tránsfuga es una especie de institución..
**********
*******
.
(X)
FERNANDO VILLAAMIL,
EL HÉROE ASTUR
DE LA BAHÍA DE SANTIAGO
111 *** 111
Dicen los astrólogos: las estrellas
no fuerzan sino que inclinan. Virgilio, por su parte, ya advertía que la
fortuna sólo ayuda a los que la intentan o la combaten y entablan la búsqueda,
lo que es un equivalente al axioma cabalístico de que Dios ayuda a los que se
ayudan a sí mismos. Estas reflexiones nos llevarían bastante lejos. Como, por
ejemplo al misterioso plano de las relaciones entre la fatalidad y el libre
albedrío que dio pie a finales del medioevo al sañudo enfrentamiento entre
la teología católica y la protestante.
Sin embargo, cualquier historiador o curioso
que se meta en los anales de la crónica de los hechos y de los dichos, las
guerras con la espada y las polémicas con la palabra, los absurdos más o menos
pintorescos o las leyes de la casualidad que marcan el rumbo de las personas y
de los colectivos, se dará de bruces contra un muro
Hay cosas que parecen dictadas por el
capricho y la veleidad, jamás por la lógica, en el complicado dédalo de las
relaciones humanas y de los hechos objetivos
Es un acontecimiento singular que
instiga a la reflexión el que la mayor parte de los cabezas de lista de lo que
se ha dado en llamar generación del 98 no fuera a la mili.
Existe un callejón sin salida. Por esos
andurriales se acaba en la charca de la incongruencia fatídica. Pero, si es
cierto que no caben futurologías a estas alturas y que también hayan de ponerse
en tela de juicio los ensalmos y conjuros de la brujería tan corriente por
estas fechas en que la superstición asoma la oreja, tampoco hay perder de vista
una realidad contrastada: que hay naciones e individuos sobre los cuales parece
cebarse el infortunio.
El signo astrológico ( y mira que no
nos gusta volver a los horóscopos ) que les da el nacer parece guardarles
ojeriza. O lo que es lo mismo: unos nacen con estrellas y otros A estrellados A y los perseguirá el infortunio a lo largo
de sus días.
Merece ser recalcado que es una
incongruencia , resultado más bien de la fatalidad que la casualidad, el que
nombres como el de Fernando Villaamil, quien contribuyó más que nadie a
apuntalar el prestigio de la Marina española, de cuyas rentas todavía vivimos,
mal que les pese a los derrotistas y aguafiestas de siempre, representa sólo
un lugar de referencia en el callejero de Madrid.
Estos errores , involuntarios o
amañados por la malicia y la ingratitud, suelen ser letales a la larga en la
historia de los pueblos y luego pasan factura, que se suele cobrar en albaranes
de sangre. Es un despropósito reducir la magnifica promoción del año del
desastre, que los mejores patriotas intentaron convertir en año de la
regeneración, porque en verdad anhelaban una metempsicosis o
apocatástasis del valetudinario espíritu nacional, que venía coleando desde
aquella tarde de noviembre de 1700 cuando el último Austria acaba de entregar
su alma a Dios, a unos pocos epígonos de la literatura, que, por cierto, no
fueron a la mili, por haber sido declarados excedentes de cupo, o bien porque
eran hijos de viuda, o porque venían de casa rica.
Hubo inventores, arquitectos,
profesores, químicos, artificieros, médicos, marinos. Por ese cabo, Ramón y
Cajal, un apellido que las últimas generaciones conocen meramente por las
referencias de un gran hospital, encarna ese espíritu de renovación
palingenésica, en todos los ámbitos del tejido socioeconómico, al que algunos
aleves tratan de negar ahora mismo el pan y la sal.
Fernando Villaamil Fernández Cancio
no perdió un brazo en una riña tabernaria Dio su vida por una causa en la que
creía. Escribió poesías , no esperpentos, a esa mar ocena cuya llamada siente
dentro de sí en los primeros años de su juventud. Era un poeta, un soñador, que
pereció con todos sus hombres en el ataque naval del comodoro Sampson contra
nuestra escuadra un tres de julio de 1898. Inventó el destructor y hoy es un
hito de referencia en las grandes escuelas de náutica ( Plymouth, Annapolis,
Ferrol, La Rochelle, etc ) del mundo. El poco prestigio que pueda tener España
en los ámbitos internacionales ha sido conseguido a estos héroes epónimos, que
aun en medio de la hecatombe supieron morir con dignidad por su país.
Desde entonces el Army y la Navy
estadounidenses suelen decantarse por los hispanos en sus levas , que tienen
fama de sufridos y de valientes.
A Valle Inclán, a Pío Baroja, por ahí en
eso, andando mundo adelante, no los conoce ni su padre. Hay que desengañarse.
Son una especie de genios para andar por casa y en zapatillas.Que plasman sobre
el papel nuestras múltiples luchas tribales de exaltados carpetovetónicos,
nuestro inane onanismo literario, el talante entre místico y trabucaire de una
tierra de caudillos, toreros, manolas y de caciquiles vasallajes. Se da en
política. Se da en literatura. Otra vez, la vaca en los trigos, pero unos por
otros la casa sin barrer y la hogaza sin encentar.
Algún critico de los que andan en la
pomada ha hecho concesiones a la hipérbole diciendo que el bueno de Don Ramón
es todo un idioma. El señor de marras, un poco pedante, que imita en todo al
autor de las A Sonatas@ y hasta imposta la voz como un oráculo,
hierofante que oficia la liturgia de lo epatante, igual que el de Puebla de
Carmiñal, y se coloca bufandas y tapabocas sobre los hombros, creyéndose el
ombligo del mundo ,tiene la habilidad para sacar las cosas de quicio .
Ni tanto , ni tan calvo, mícer Umbral.
Ni usted nunca podrá escribir como Valle, por más que adopte muchas de sus
poses y trate de caer en su manierismo. Ni tiene la exclusiva de la voz de la
calle. Porque la calle que usted dice puede ser chusma, sus jaboneros,
candongos, su claque y sus@ negros@y a los espías que mete usted en todas las
redacciones, liendre y buharro. El mayor defecto que suelen cometer los que
escriben en los papeles es darselas de bien informados porque cultivan el trato
y el comercio con taxistas.
Las intuiciones suelen conducir a las
barricadas. Uno, en su modestia ,prefiere el análisis a la corazonada .El mejor
periodista es aquel que no hace alardes desultorios de funámbulo. Sólo quiere
ser un notario del acontecer y, cuando más, un filosofo de la actualidad. Puede
que los taxistas se enteren de lo que pasa en su entorno, pero rara vez sabrían
razonadamente prever lo que ha de seguirse. Que aquellas lluvias derivaron en
tales lodos. Por las mismas, en este horno puede estar cociendose otro 98
Está visto que aquí el que más chifla ,
capador y el más tonto hace relojes. Por esa regla de tres del A vox populi A- la fuerza del número y
el grito energúmeno de mano alzada - condenaron a Cristo y a Dreyfus lo
enviaron a pudrirse en la Isla del Diablo. La Democracia no puede ser degradada
a los ámbitos de la chusma ni del populacho. No es para tanto, pero aquí
siempre se toma el rabo por las hojas y confundimos al columnista de raza con
el quintacolumnista. El pueblo soberano reclama los poderes mágicos de los que
piensan. Pide ser orientado, reconducido,consolado , entretenido, y hasta , si
se quiere, redimido. Nunca engañado.
***
La biografía de Fernando Villaamil es
una bonita novela romántica de principio a final. Nacido en un paradisiaco
lugar frente a la ría de Eo, en Serantes, concejo de Castropol , apéndice
oriental de Asturias, en la raya misma con Galicia . Sobre la galería de su
casa blasonada aún puede descifrarse la leyenda de A Los Villaamil de Serantes, abante, y con
esta cruz por delante A. Es la cruz de san
Andrés.
En una carta puebla otorgada por el rey
Alfonso VIII después de la batalla de las Navas de Tolosa, en recompensa por la
lealtad y bravura mostrada por Yáñez de Villaamil se concede a los
descendientes del prócer a no pagar pechas y se les exime de cualquier
ingerencia o persecución a cargo de cualquier alguacil o representante de la
justicia.
En esa leyenda del escudo nobiliario de
una de las familias con más abolengo de Castilla se sella el destino del héroe
de la Batalla de Santiago. Fernando era pequeño de estatura, de un rostro
atezado, moreno, simpático, el pelo algo crespo, y dotado de un humor
típicamente ovetense. Villaamil , abante, y con esta cruz por delante. Dicen
que Leopoldo Alas Clarín, que era amigo personal suyo, aunque siete años más
joven que él , se inspira en este aristócrata, de acrisolada tradición liberal
y uno de los instigadores de la revolución de 1868, cuando fue arrastrada la
estatua de Isabel II por las calles de Oviedo, y padre del marino, se inspira
para pergeñar uno de los personajes de su novela, La Regenta.
El tatarabuelo, que se llamaba también
Fernando Villaamil, era regente de Oviedo y promovió la junta de defensa contra
Napoleón en 1808.Luego, durante la época absolutista sería perseguido y
desterrado al igual que uno de sus descendientes. Don Fermín fue desterrado a
Filipinas y sólo pudo regresar llamado por el general Prim. Sería durante unos
meses gobernador de La Coruña. El general Pavía irrumpiendo con su caballo en
los escaños del Congreso truncaría esos planes.
La nobleza y el liberalismo más ilustre
cobran carta de naturaleza entre los miembros de la casta que tiene sus lares
en la casona solariega de Serantes. La familia se arruina y hasta se pierde por
los vericuetos de la política decimonónica, lleno de sobresaltos y de
paradójicos contrastes. Estas paradojas fueron las que determinaron la
abdicación de Amadeo de Saboya en 1873.
Para él el pueblo español era un A puzzle A. Nunca sabría
comprender la razón por la cual toda una nación parece enferma de muerte a
causa del descontento carlista, la agitación cantonal, el amago separatista, y
los españoles en incesante discordia civil.
Sea como fuere, resulta un hecho
incontrastable el que el `paterfamilias , inficionado por el veneno de la
política, pasa el tiempo fuera de sus lares, ora en prisiones, o en exilios o
escondido en el monte.
Hay un enorme paralelismo entre la vida
del capitán de corbeta asturiano, al que llamaban sus compañeros de armas A El Lobo de Mar A, y el general Francisco Franco, cuyo
padre era también marino y fue aposentador de la Armada en Cavite. Ambos son de
baja estatura, de un enorme arrojo y valentía personal, apasionados de la
milicia, y de carácter enigmático. Su destino pasa por Oviedo. Allí casó Franco
con una Polo, cuya casa enrejada y bajo el amor de palmeras reales se alzaba
cerca de la Universidad , justo al lado de la de Doña Rosario Fernández Cueto y
Argüelles, de ilustre familia ovetense, y madre de nuestro personaje.
Ante las ausencias del padre, ella toma
las riendas del hogar. Fernando, al igual que Francisco Franco adoraría a su
madre y tendría sus diferencias más o menos notorias con el progenitor, que
también mantenía una ideología liberal.
La familia venida a menos, Doña Rosario
habría de vender alguna que otra finca. Sin embargo, la infancia de Nando y de
Pachín , que así se llamaba el mayor de los vástagos, pasó sin privaciones. Fue
un niño soñador y feliz, que sintió desde un principio esa llamada de la mar en
los retumbos sordos de las olas al chocar contra los recifes en las noches de
galerna. Tenían que pasar todos los días en barca la ría del Eo para ir a la
escuela. Dice uno de sus biógrafos que Fernandín era algo canijo y cansaba en
la larga caminata hacia la escuela, que discurría entre pomaradas y carbayedas
, pasajes de égloga y de novela pastoril, sin perder nunca de vista el trazado
ciclópeo del océano sobre el horizonte marino, por lo que tenía que ser llevado
por su hermano Pacho A al recostín A, A en cuellu A o a la gigantilla.
En el sobrado de la casa solariega se
guardan algunos libros viejos, infolios y cartas de marear, legajos depositados
por algún antepasado navegante. En 1599 un descendiente de Yáñez de Villaamil ,
comisionado por Felipe III, organiza la lucha contra los piratas y corsarios
ingleses que de tarde en tarde llevaban a cabo razzias y expediciones contra
las poblaciones del litoral cantábrico.
Años antes, Menéndez de Avilés, casado
con una Villaamil, había partido desde Artedo en su singladura que le había a
la descubierta de La Florida. Todas estas historias empapan su imaginación
infantil. Escucha la poderosa voz de Neptuno que muge sobre los cantiles de la
playa de Colambre y de santa Gadía.
En 1857 la familia se traslada a vivir
a Oviedo, pero los veranos regresa a la casona de Serantes. Las mañanas nítidas
de julio contempla el que habría de ser capitán de corbeta pasar media milla
adelante a los veleros de alto bordo, los bergantines y goletas que cubren la
carrera de Filipinas y de Cuba.
A los 16 años ingresa en la Escuela
naval de San Fernando. Ese mismo curso sale de guardiamarina de primera clase
.En las operaciones que se llevan a efecto en la Isla de Santo Domingo para
sofocar la rebelión independentista recibe su bautismo de fuego. Es herido y
gana la Medalla Militar con Cruz Roja. Al poco recibe el nombramiento de
teniente de navío con destino en el cañonero A Bojeador A al que el gobierno de Pi i Margall ordena
abandonar las Antillas y poner proa rumbo a Filipinas. Allí precisamente visita
a su padre a punto de ser repatriado tras su destierro en el Archipiélago.
España - esa es la impresión- estaba
en venta. El general Prim, cansado de feriar la corona de Carlos V y de Felipe
II por las cortes europeas, confiere el trono a un miembro de la casa de
Saboya. Breve reinado el de Don Amadeo. Su primer acto fue el de ir a rezar
ante el cadáver de su valedor que había sido alevosamente asesinado poco antes
de su llegada. Tristes destinos
Sin embargo, arda Troya o se caiga el
mundo y golpee la desdicha a todos los azimutes un marino asturiano, un
castropol ense, y además bien templado con un buen sentido del humor, resulta
difícil e domeñar. En 1875, ascendido al empleo de capitán de navío, manda la
fragata A Berenguela A. A bordo de este buque
regresa a la patria e, inasequible al desaliento, es consciente de que España ,
aún minada por las desgracias y las disputas, es una gran nación que ha dejado
su impronta.
En consecuencia ha de ser dotada de una
fuerza naval para estar a la altura de sus responsabilidades coloniales y de su
prestigio. Empieza a pensar en la creación de un buque bien artillado, versátil
y con capacidad de repulsa a cualquier ataque: el destructor. Se le nombra
profesor de la Escuela Naval Flotante.
Vive en Madrid. Asiste a las reuniones
y saraos. Asiste a la ópera y a las tertulias de Fornos, La Fontana de Oro.
Tiene fama de simpático y de galante. Se le conocen algunas aventuras y en la
corte destroza algunos corazones femeninos, al igual que antes lo había hecho
en los bailes de Zamboaga , donde se le rendían las tagalas con piel de color
de cobre al igual que lo habían hecho las mulatas café con leche allá en La
Habana. Es el soltero de oro. Viviendo un tiempo maravilloso de juventud que no
ha de volver.
No cabe duda de que la capital de
España durante la Restauración tenía sus encantos. Pero pronto el Lobo de Mar
iba a sucumbir a los hechizos de una gallega, en el rincón mariñán de Cambre,
cerca de Coruña. Le queda poco de canto al mirlo de larga veste y pico amarillo
que alegra la tarde con su pío enigmático y triunfal.
La boda con Julita Cancio Villata. Hija
del Intendente de la Armada, Mariano Cancio Villaamil - el que fue su mentor a
raíz del abandono de hogar por su progenitor - se celebró el 9de octubre de
1876 en la iglesia románica de Cambre, una joya del siglo XII,en plena mariña y
en los últimos trancos del Camino Jacobeo. Ofició la ceremonia el cura Romualdo
Calvo. Actuaron de testigos Julio Merás; Manuel Porto y José Cancio Villaamil.
Como los contrayentes eran primos, hubieron de llevarse a cabo trámites para
solicitar dispensa de consanguinidad. Había sido precedida la boda por un
noviazgo muy bonito. El aspirante a la mano de la hija de la bella cubana venía
a cortejar a su amada en lancha, sorteando los peligrosos bajíos de la Costa de
la muerte, sujetando con una mano la caña del timón y con la otra la escota del
velámen.
No le arredraban mares arboladas ni
ventiscas. Se presentaba en la finca de Cambre a tomar el té todas las tardes.
El que no se arriesga no surca el vado. Y A el que pasó la Marola
surcó la mar toda@ , que dicen por Coruña.
Todo igual que en un cuento de hadas. Había mucha fuerza viril. La poesía
misteriosa le estallaba en el pecho a aquel marino entre embestidas y
ramalazos de ola contra los rompientes. Se había des`posado con la bella
Julita, pero en el fondo de los mares sentía la llamada del canto de la
ondina.
Las xanas peinaban los rubios cabellos
de sirenas en los castillos del acantilado de su Peña Gadía , a un tiro de
ballesta de Serantes. El había sentido este canto de la mar desde niño, a la
que amaba. Sería una amor trágico, pero de ineludible destino, porque las
estrellas no fuerzan sino que inclinan y los héroes mueren jóvenes para que
otros puedan alargar sus días hasta la edad provecta y fallecer tranquilamente
en el lecho de su alcoba.
) Eran las xanas, era un
sirena o era una sirte ?
Nunca tuvo un hogar estable. Recién
casado , es enviado al apostadero de la Habana. El ocio de las travesías lo
gasta en la lectura. Devora libro tras libro. Se incuba en su mente una idea
que ha de ser profética. De nada ha de servir que España cuente con una
Ejército y una Marina donde se derroche el valor a raudales sino existen unos
medios técnicos para la promoción de la defensa nacional, y si no nace en la
opinión pública una conciencia patriótica verdadera, algo que nada tiene que
ver con el lo patrioteril.
Para alcanzar tal objetivo es menester
utilizar los canales de la opinión pública, porque el joven teniente de navío
piensa que la prensa es un poco la palanca que mueve el mundo. De regreso en
Madrid, se instala con su mujer, que empieza a habituarse a las ausencias a
sabiendas de no haberse casado con un boticario, en la calle Tabernilla. Pero
se siente un poco descorazonado por el atolondramiento en que vive la política
española. Madrid , el Madrid de la Restauración, es un poco la ciudad alegre y
confiada benaventina, que vive de espaldas al infortunio que se cierne sobre
sí.
Muerto Alfonso XII, A viva la Rubia A, grita el pueblo de Madrid. El Congreso
de los Estados Unidos había a`probado una moción para el fomento de soborno y
la compra de los políticos en Madrid. Los yanquis le habían echado ya el ojo a
nuestras colonias en las Antillas. El proyecto no se lleva a efecto al estallar
la guerra de secesión en dicho país.
Villaamil vuelve a escribir en los
periódicos. En el A Carbayón Jovial A, donde le mete algunas colaboraciones su
amigo, el catedrático de Prima de Leyes de la universidad ovetense, Leopoldo Alas
Clarín y Urueña, y en el A Globo A del cual es propietario Emilio Castelar.
Hijo de un revolucionario, el oficial exprime algunos conceptos revolucionarios
relacionados con la estrategia. La idea que lanza es la del rearme nacional
para hacer frente a los compromisos internacionales a los que ha de hacer
frente la nación.
La propia reina se maravilla de la
audacia y acometividad de sus planteamientos defensivos. Hay sencillamente que
primar la producción nacional de navíos de guerra. Si no se pueden fabricar en
los astilleros de Sevilla, Bilbao o Ferrol. Este proyecto fue el germen de
nuestra poderosa industria naviera ( hasta hace poco era España el tercer país
en la producción de barcos del mundo ).
Secundan los planes del navegante
asturianos otros cuatro marinos de prestigio: A. Piñeiro, V. Concas, F. Ardois
y R. Auñón. Nace así el A Pentágono magnífico A. A este quinteto se suma el
contraalmirante Antequera y se constituye el A Hexágono de la
Excelencia A. Por desgracia, la fatalidad quiso que la
falta de sentido de previsión de las altas instancias, o lo caustico de la
política española de los tiempos, impidiese que aquel grupo de funcionarios
responsables fuesen escuchados. De haberse seguido la pautas indicadas por el
Pentágono ( Villaamil aspiraba a una escuadra con dotaciones , autonomía y
poder artillero como el de la inglesa ) los yanquis no hubieran jugado con
nuestros hombres al tiro al blanco en la bahía de Santiago o en Cavite.
Se había adelantado un poco a los
acontecimientos diciendo en el Congreso:@ Todo nuestro material
flotante se encuentra en estado de ruina A.
España es una país donde se dilapida el
dinero en gastos decorativos y se restringen los fondos nacionales para
cuestiones que importan al buen funcionamiento de la cosa pública. El proyecto
fue desestimado por costoso. Sin embargo, en 1885 el Káiser iba a darnos el
primer susto al colocar la bandera germana en una de las Islas Carolinas. Se
suceden las manifestaciones anti alemanas por todo el país. Están a punto de
quemar la embajada. Pese a todo , las carolinas hubieron de ser vendidas a
Bismark por una ridícula cantidad.
Villaamil tenía razón. España había
mostrado flancos débiles. El nipón miraba para Filipinas con sus ojos oblicuos.
Britania imperaba en las olas y nadie se atrevía a disputarle su poder
marítimo indiscutible a no ser su ex colonia, los Estados Unidos que se
aprestaba a conseguir el relevo de su Madre Patria en el dominio de la
estrategia global, a sabiendas de que todo aquel que rija en los mares tendrá
en sus manos el poder del mundo.
Pero aquí quemamos la pólvora en
salvas. Todo el dinero se lo llevan los políticos o va a parar al fondo de
reptiles. Entonces, el conde de Romanones decía: A que pasen los
periodistas y coman A. Hoy no lo podría
decir. Hay cabezas de series en el periodismo hispano o en la radiofonía que
son millonarios. Aquella moción del Congreso de Washington aprobando fondos
para la compra de voluntades en Madrid no era una cuestión baladí, sino una
razón premonitoria de lo que habría de seguirse.
Sobornando o chantajeando - y sin
necesidad de hacer un sólo disparo - puede caer bajo el peso del martillo en la
mesa de la almoneda lo que ha dado en llamarse soberanía nacional. Lo malo de
esas granjerías y prepotentes mangoneos de los don Opas y de los libeláticos
obispos de turno suelen terminar por estos tesos con la maldición de la Cava,
al grito de A no es esto; no es esto A o saldarse con regueros de sangre en las
calles o en la zanja ante el pelotón de fusilamiento... Quiera Dios que nos
equivoquemos.
* *
*
Hombre diserto en la historia de la
navegación, cuyos descubrimientos había conseguido penetrar a través de
extensas lecturas en aquellos cronicones , infolios y mamotretos olvidados en
el desván de la casona de Serantes y de las actas legadas por un antepasado
suyo, comisionado por Felipe III para luchar contra las incursiones corsarias
en el Cantábrico en 1599, sabía de antemano que la defensa estratégica de España
- uno de los países de Europa con mayor longura en su línea de costa- ha pasado
siempre por el respeto y cultivo de su tradición náutica. Por desgracia, esta
peculiaridad ha sido dada de mano por la falta de visión de muchos políticos en
Madrid que sólo han sabido barrer bajo la alfombra, por el narcisismo endémico
de los que aquí vienen creyendo que fuera atan galgas con longaniza y reparten
duros a cuatro pesetas, las trifulcas de corrala y la estupidez que llegó a
situaciones tan lamentables como la que ofrecen los españoles por falta de un
entendimiento mutuo de ir pordioseando por ahí la corona de Castilla en el
extranjero.
Se ha dicho que el eclipse del poderío
marítimo español vino a raíz del desastre de la Invencible. Esto no es cierto.
La Armada no fue más que un episodio del forcejeo que sostuvo el Rey Prudente
contra Inglaterra. Por causa de las guerras de Flandes. Se contabilizan hasta
cuatro expediciones españolas a las Islas. La conquista y colonización de
América no hubiera sido posible sin la Flota. Todo el pueblo en los años de
escasez y de esfuerzo descomunal a causa de las guerras de los tercos en el
norte de Europa sólo se hace una pregunta:@) Llegó la flota ? A. El oro de las Indias era indispensable
para apuntalar nuestra penuria y satisfacer la usura de los mercaderes
genoveses o hanseáticos. Y los barcos solían llegar , excepto cuando sucedían
los famosos argaviesos en el Golfo de México que echaban a pique las naves o
eran hostigadas por los corsarios de Drake o Walter Raleigh.
Mal que bien los ansiados galeones
estuvieron enfilando la bocana del Guadalquivir y dando vistas a Triana durante
casi tres siglos. El fin del poderío marítimo de la corona de Castilla tiene
lugar en Trafalgar y en Callao. Por ese orden.
Durante ese espacio largo de tiempo,
lleno de avatares y de incidencias, hubo un duelo sobre los mares entre la
embarcación mediterránea ( galeras, goletas, galeones, bergantines, carracas,
etc ) de mayor velamen y consistencia y la embarcación atlántica utilizada por
los ingleses, mucho más ligera y versátil. Se comprobó que en el Canal de la
Mancha el enfrentamiento entre el galeón y el dúctil A man of war A( actuaria ) británico
se saldó a favor del segundo, porque eran naves con menor trapío y por ende más
maniobreras en consonancia con la brega en el océano. Por contra, en el
Mediterráneo, de aguas pandas y régimen de vientos más tranquilo, el combate
naval se hacía al abordaje. Lepanto fue una carnicería. En 1588 , en cambio,
los buques del Marqués de Medina Sidonia apenas si conocieron el cuerpo a
cuerpo. Los A men of war@ de la Reina Isabel
evitaban el encuentro. A causa de su mayor velocidad podían huir o deshacer la
formación de las lineas españolas para atacar por sorpresa en el momento
culminante. resistían mejor las galernas y conservaban una superioridad táctica
y para marear con bolina.
Raleigh y Drake enseñaron a los marinos
españoles e italianos que en la mar prepondera el astuto, no el más bruto.
Porque en la mar más vale maña que fuerza y hay que ir siempre sobre seguro y
poder A regatear A a base de golpes de
mano y de maniobras envolventes. Les llaman los de A la Pérfida Albión A, pero su secreto no es la perfidia sino
la paciencia, el autocontrol en combinación con la astucia. Y las guerras hay
que ganarlas. No sirve gallear a lo bravucón porque de lo contrario no se
declaran. Si uno no está seguro de sus fuerzas, es preferible no salir a dar
batalla , en espera de mejor coyuntura. Un buen marino, un militar profesional
es aquel que está siempre preparado a la guerra, amando por encima de todas las
cosas la paz. Es aquel que evita la efusión de sangre, ya que demasiadas bajas
convierten en un chusquero deplorable a un valiente capitán, a tenor con los
criterios castrenses anglosajones.
Por el contrario, en la larga tradición
militar hispana prima el numantismo. Aquí hubo que echarle huevos a la cosa.
La reconquista se llevó a efecto siguiendo la norma del A ars tormentaria A ( asedio a las plazas fuertes ) y
poliorcética. Quiero decir su defensa. Los ingleses, que arrasaron la mayor
parte de sus castillos y monasterios medievales reinando los Tudor, más
refinados aunque no por ello menos sangrientos, inventaron una estrategia naval
que sustituiría a la navegación con vela latina. Son expertos en la celada, el
ataque por sorpresa y la guerra psicológica, que posteriormente los alemanes
concretaron en el A blitzkrieg@, ofensiva inesperada y a gran escala que
deja sin capacidad de reacción al contrincante.
La metonimia que , parafraseando a
Felipe II, pronunciada en 1886 por el héroe de la batalla del Callao , Méndez
Núñez ( A más vale honra sin barcos que barcos sin
honra A), el último de los grandes marinos de
velacho y driza, para significar ese empeño, ese valor derrochado a raudales
pero sin fortuna que ha perseguido a los españoles a lo largo de los siglos, no
valía para describir las modernas tesituras, donde se tendría la honra en
menoscabo, y se rendiría tributo a la fuerza física. Villaamil se dio cuenta de
que un portaviones es el elemento disuasorio más contundente al alcance de una
nación poderosa. Por eso propuso mandar al desguace los bajeles de madera (
zabras, galeones con mucha obra muerta, barloventeadores veleros, y navíos de
línea , carracas , trirremes y actuarias, del tiempo de los griegos y los
romanos ), porque el arrojo personal no ha de estar en conflicto con las
aportaciones de la técnica al viejo arte de marear. En otras palabras, menos
madera y más acero.
Era preciso, si quería España defender
lo que le quedaba de su antiguo imperio, acorazar la escuadra toda haciendola
invulnerable y a prueba de bomba. Los británicos habían fletado el acorazado -
y algunas de estas unidades habían sido asignadas a los rusos-, pero el
acorazado es un buque de difícil conducción, y muy parsimonioso, a criterio del
almirante Antequera, que fue quien lanzó la idea de un navío de combate de
rango medio, que fuese acometitivo como un bergantín y ágil para ponerse a
cobro de las andanadas enemigas como una fragata, y que plasmó en el proyecto
de un nuevo bajel de guerra de su invención, y al que puso un nombre el marino
de Serantes. Se llamaría A destructor A.
Corría el año 1885. Los alemanes acaban
de arrebatar a España las islas Carolinas.
El papa León XIII dictó laudo de
reconciliación entre las dos naciones, pero los rescriptos pontificales no
servían de nada. Bismark obligó a la corona española a cederle los derechos
sobre aquel territorio descubierto por Elcano por cuatro perras. Se sucedieron
por toda la península algaradas y manifestaciones de protesta. Cundió acervo el
sentimiento antigermánico. A la chusma sin embargo estos furores pronto se le
pasa.
El almirante Pezuela y el
contralmirante Antequera continúan trabajando en silencio y desde la sombra;
hacen pasillos por las cortes, proponiendo soluciones a la indefensión
estratégica. De los políticos reciben buenas palabras. Es preciso una
reestructuración de la armada para hacer frente a eventuales compromisos
internacionales. Desguazar la obra muerta de bergantines, goletas y activar la
construcción en astillero de buques con cuadernas de acero, con blindaje
suficiente y capacidad operativa para responder a las andanadas de las
formaciones navales e Japón y de los Estados Unidos.
Pero la falta de previsión y la
improvisación parecen ser vicios endémicos del carecer español. Villaamil hubo
de marcharse a Londres con los planos de su maqueta del destructor bajo el
brazo. En el Almirantazgo quedan boquiabiertos ante la conferencia de aquel
pequeño capitán de corbeta asturiano en la Sala de Mapas del Alto Estado Mayor
y respaldan sus pretensiones. El A destroyer A entra en agujas y empieza a estructurarse
en los astilleros del Clyde escocés. Podría haber sido construido en Nervión,
en Muros o en Portugalete para dar trabajo a tantísimo desocupado y paliar la
pobreza de los barrios marginales de Sevilla, Bilbao o Ferrol.
Pero no había entonces estructura. Es
la misma canción guerrera de siempre. Los vaivenes políticos en las alturas que
hacen bailar a los gobiernos el rigodón de las bazas torneantes, con sus
cesantías, la inmoralidad administrativa , esa superficialidad tan española y
tan falta de rigor que hace medrar a los mediocres en perjuicio de los
mediocres.
Los mandos de la Escuadra Real Inglesa
no pueden dar casi crédito a sus ojos. El destructor inventado por el capitán
Villaamil es justo el cabo que le falta al tridente de la diosa de los mares
para cantar su famoso himno de A Britannia rule the
waves A. La patente nos la roban prácticamente y
hacen un cambalache - titbits - en el que, como compensación y por cien
mil pesetas de las de entonces nos venden un A destroyer A que causa verdadera sensación cuando
asoma por la bocana del puerto de Ferrol el A Nautilus@, que había salido de Faltmouth el 24 de
enero de 1887 y, viajando a una velocidad de 24 nudos, daba vistas a tierra
española el día de Navidad, todo un récord para aquellos tiempos.
Pese a la popularidad - y las
envidias- de que gozara durante algún tiempo el insigne marino se encontraba
muy solo es la soledad del Lobo de Mar. Es la soledad del poder. La del español
que ama a su patria . Sirve al Estado y las ve venir. A Si nos empeñamos en vivir de espaldas al
mar, nuestro futuro está en entredicho . Nuestra supervivencia como nación es
cuestionable A, había escrito en el A Carbayón A. Sus clamores de
advertencia no tuvieron demasiado eco. En Trafalgar se perdió una oportunidad
de oro para medular una política naval de coherencia que resguardase la
soberanía de la patria. El país contaba con una aureola y tradición naviera
impecable. A los antiguos descubridores, Colón, los Hermanos Pinzón, Elcano,
Vasco de Gama, Magallanes, había que agregar los nombres de Jorge Juan,
Malaespina, Churruca, Gravina.
Los amaños , frivolidades e
inconsistencias de la época de la Restauración ahogaron los gritos de aquel
grupo de grandes marinos y de hombres de ciencia al bautizó la prensa de Madrid
con el mote del Pentágono ( Piñeiro, Concas, Ardois, Auñón, Villaamil). La
arboladura de bajeles de combate podría ahorrar en adelante no sólo vidas
humanas y poner nuestros intereses a salvo. Es triste esa falta de tacto.
Desconsuela tanta miopía.
El capitán vive solo. No se mezcla para
nada con la bulla o marinería. Se le sirve el mismo rancho de a bordo que al
resto de la tripulación, pero en su camarote. Es una reminiscencia de los
tiempos en que la pena de muerte se conmutaba por el servicio en galeras.
Y las dotaciones se nutrían de galeotes, facinerosos, ex convictos y
personajes de toda ralea. El arráez a golpe de rebenque , los cabos de vara y
sargentos se encargaba de meter en cintura a los que bogaban. A los ladrones
les amputaban la mano. Al que mataba se le ahorcaba del trinquete. La
embriaguez se castigaba con diez azote. La sodomía con veinticuatro. Los que se
dormían en la vela llevaban el saco terrero a la espalda y un brete a los pies.
El sospechoso de motín era sin más tirado por la borda. La vida en la marina
imperial española es descrita con todo lujo de detalles y en toda su crudeza
por la gran novela picaresca. El protagonista del Lazarillo de Tormes, por una
judiada que debió de cometer o algún desfalco - que en el texto no se explica
muy bien - tiene la obsesión de convertirse en atún y sueña como Jonás metido
en el vientre de la ballena resucitar a la vida convertido en cachalote.El
buque de guerra era un mundo estanco, con sus propios códigos y reglas. Y el
capitán del navío una especie de dios. Al que todos temían, o del que habían
oído hablar. Pero nadie había visto. Se trataba de un dios, de un juez, de una
suerte de mago que conducía la nave a puerto en pelea con las fuerzas de
Neptuno. Ese prestigio del primer hombre a bordo se mantiene en todas las
marinas de guerra de todas las naciones hasta hoy.
La soledad del curtido marino es un
símbolo de la soledad del poder ante un inminente peligro. El sabía que se
acercaba la hecatombe, pero sus ordenes de mando no llegaron a ser obedecidos o
se perdieron en la gritería de la bulla. La chusma se le sube a las barbas a
los grandes hombres. Pero esto parece formar parte de nuestro destino. Esa
ramplona inconsciencia del español, producto de muchos siglos de degeneración y
de decadencia.
*
* *
En Puerto de Santa María otro
científico , Isaac Peral, trabajando sobre la base de los planes diseñados por
el ingeniero catalán , Monturiol, que había construido el A Ictíneo A o barco de guerra
invisible, diseñaba la maqueta del submarino. Era justamente lo que la Escuadra
necesitaba. Algunos pensaron que el murciano era un loco. Azorín hace befa - un
sarcasmo imperdonable - de esta inventiva de su coterráneo y en su novela, A La Voluntad A, ridiculiza a través de uno de sus
personajes que acaba de construir un ingenio al que denomina A Toxpiro A. Se llevan a cabo las pruebas del ingenio
con toda la prensa nacional e internacional y éstas no dan resultado. El tiro
sale por la culata. El cohete , en principio con capacidad de vuelo para
taladrar la atmósfera, no se alza más allá de una docena de metros y está a
punto de quemarles las narices a los espectadores que presenciaban el
ensayo.
La generación literaria del Desastre
era antimilitarista y misoneísmo(desdén para con las novedades; aversión a
cualquier invento). Se atenía a la pauta unamuniana del A inventen ellos A. Pero ellos se estaban preparando para la
guerra. Los epígonos del 98 eran tan cortos de vista que no supieron verlo. No querían artilugios.
Se conformaban con el quietismo del paisaje. Cantaban a Castilla como emblema
de la generación de una raza. Si alguien demostraba que era capaz de aportar
soluciones o nuevas ideas, se liaban con el a cantazo limpio. Lo tiraban al pilón
como ocurrió con el audaz inventor del A Toxpiro A azoriniano, que parece un calco del
Licenciado Vidriera cervantino. Sólo unos cuantos sabios como Cajal , unos
cuantos ingenieros y arquitectos o militares luchaban por sacar a su patria del
marasmo de la abulia y de la ramplonería impenitente, la rutina feroz , el
caciquismo oscurantista. Ese fue , a nuestro modo de vera las cosas, el gran
mensaje redentorista e innovador de los grandes olvidados de esta generación.
Grandes funcionarios, españoles de verdad, prometeos esforzados en lucha
permanente contra la abulia y el conformismo alicorto e hipócrita de todo un
pueblo. Su paso por el mundo es un grito de advertencia a las promociones
venideras de que aun queda esperanza. Que la nación entera no tiene por qué
tirarse al surco.
No queremos jefes. Ni salvadores.
Queremos seguir siendo la sombra de nuestra propia historia. Ser la corambre en
el tendal de nuestros propios espantapájaros esperpénticos. A veces leyendo a
los de la firma magnífica y cotizada de los apellidos insignes, los ases del
grupo, ronda la aciaga sensación de no si no serían estos escritores y
periodistas marcianos. De si no escribían para el Turco. ) Estos de qué país habrán salido ?
La incuria, la gazmoñería, los
lingotazos de cazalla, el torerismo y la incompetencia nacionales determinaron
la soledad de Peral, de G. Hontoria, de Villaamil y posteriormente de La
Cierva. Verdaderamente nos encontramos ante hombres geniales con complejo de
isla. De gigantes copados por una turba de enanos... Muchos monteros la garza
combaten.
Isaac Peral, cansado de llamar a tantas
puertas y de hacer antesala en el vano de los despachos de los ministerios, se
fue a Berlín con su proyecto bajo el brazo. La idea lanzada por Fernando
Villaamil de arbolar el buque de su diseño, el destructor, en cualquier
maestranza española, cayó en barbecho. También tuvo que resignarse a ver
materializado su barco en la rada de un astillero extranjero. Se hacía cargo de
que, pese a la popularidad que le iba a acarrear su invención, lo que estaba
haciendo era regalar la patente al enemigo. Los americanos , abundando en su
idea, la perfeccionarían luego.
No deja de ser un sarcasmo fatídico. La
andanada que echó a pique a su torpedero el A Furor A la mañana del 3 de julio de 1898 donde él
iba a encontrar la muerte con sus mejores hombres,- salió de la forja y de las
bocas de fuego del A Indiana A un navío de la clase A destroyer A. La soledad del
navegante de Castropol es la soledad de la oveja consciente de ser arrastrada
al matadero. Una soledad inteligente en medio de la recia y necia algarabía. De
haber seguido sus consejos de prócer demostrando la evidencia de que España no
puede vivir de espaldas a los océanos y mares que lo circuyen a menos sienta
deseos de inmolarse - y que hoy siguen vigentes y frescos porque la amenaza de
una nueva hecatombe o peligro de secesión, porque alguien va a tener que parar
a Pujol y a sus hombres de paja, porque entonces como ahora al país le crecen
los enanos -, por lo que exhortaba al establecimiento y la coordinación de un
política naval congruente, , el bloqueo de Santiago por la armada enviada por
Mac Kinley no hubiese sido un paseo militar.
No le hicieron caso. Esa desatención
supuso marejadas de sangre al correr de los años. Desde un primer instante se
había dado cuenta de la gravedad del momento. Los negocios coloniales habían
sido conducidos imperitamente por los gobiernos en continuo relevo, que,
primero, desoyeron las voces que reivindicaban una modernización de las fuerzas
armadas. Luego reclamaron de los hombres con guerreras sacrificios, mientras la
canallesca prensa de aquellos días con páginas henchidas o bien de patriotería
llena de jactancia o de amenazas revolucionaria, adolecía de un pecado de
deontología imperdonable para aquellos que se dedican a la profesión de
informar, encauzar criterios, nunca corromper y exacerbar.
Pero el amarillismo irresponsable
por aquellas calendas marcaba pauta. Los hombres bien informados como el almirante
Cervera, que estuvo en un tris de desobedecer las ordenes de Madrid de poner
proa a las Antillas cuando la flota , apostada en Cabo Verde, carboneaba y
hacía reparaciones en los buques antes de zarpar con rumbo a la muerte, o
Villaamil que había propuesto llevar a efecto no una guerra en campo abierto
contra la escuadra de Sampson, sino en maniobras de hostigamiento y represalia
por sorpresa, y golpes de mano imprevistos . Si el casus belli seguía
adelante ciertos oficiales se decantaron por la idea de bombardear Nueva York
en represalia. Un afán no del todo descabellado.
La sugerencia fue rechazada so color de
que la guerra naval es una lid entre caballeros, en la que hay que evitar , a
ser posible el sufrimiento innecesario a la población civil. La Navy,
menos escrupulosa que aquellos hidalgos ( Claudio Alvargonzález,Manuel Somoza,
Francisco Arderius, Antonio Rizo, de la rocha, Villaamil, Pedro Vázquez,
etc)
no tuvo ningún escrúpulos en lanzar la
bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.
Ademas los yanquis prioritariamente al estallido de hostilidades habían
hecho sus deberes. Para neutralizar cualquier ofensiva en su contra coparon los
mercados de combustible. La flotilla que salió a defender la Isla de Cuba y que
aportó en Cabo Verde - una condescendencia del gobierno portugués porque
previamente el Departamento de Estado norteamericano presionó a todos los
gobiernos para que fueran declaradas non gratas las personas y los bienes
españoles y dio orden a los bancos para que se congelaran sus capitales en el
exterior - sólo contaban con un barco nodriza y se disponía de únicamente medio
millón de toneladas para hacer el carboneo durante la eventual campaña. Por si
fuera poco esto, sus espías visitaron en más de una ocasión la dársena cartagenera
donde se arbolaban dos acorazados y un destructor a punto de su botadura para
la Armada española . Los rotativos sensacionalistas de la cadena Hearst
establecieron un lobby ante el Gobierno de Su Graciosa Majestad para
impedir que los astilleros ingleses no vendieran a los españoles ni un barco
más. Habían creado atmósfera, una atmósfera antiespañola, habían comprado
voluntades en Madrid y,expertos en la guerra psicológica, esparcido el humo de
la confusión aprovechando el atolondramiento y la impericia o falta de
preparación de algunos círculos allegados a los ministerios de Madrid. En una
palabra, sabían bien los que se traían entre manos los robustos muchachotes
del norte , según lo plasmó muy bien en aquella crónica memorable desde Paris
contando cómo fue el Día de la Capitulación el ínclito Bonafoux para sus
lectores del Progreso, en franco contraste con los diplomáticos
hispanos, llenos de señorío y de cachaza, pero aturdidos y desainados.
Advierte una antigua conseja: Defenderse
del peligro es de hombres y meterse en él de brutos, porque la prudencia es
guarda de la vida y la temeridad correo de la muerte. Los nueve oficiales
mentados ( Claudio Alvargonzález, comandante del torpedero A Azor@;Manuel Somoza, del A Ariete A;Francisco Arderius,
ayudante del almirante Cervera; Antonio Rizo, comandante del A Rayo A; Francisco de la
Rocina, del cazatorpedos A Terror A; Fernando Villaamil , jefe de
escuadrilla, y Diego Carlier, al frente del A Furor A) no eran unos bisoños. Tenían las suficientes
horas de navegación como para saber que, al comprometerse a una lucha desigual
frente a un enemigo más poderoso, rolaban hacia una muerte segura.
Así se lo comunicaron al ministro del
ramo, Moret, en cablegrama dirigido al presidente del consejo de ministros. El
propio almirante Cervera estuvo a un paso de ser fusilado porque era
refractario a una ofensiva abierta contra el comodoro Sampson. Cervera le había
pedido a Villaamil, que era el hombre de confianza de la Reina, con la cual se
comunicaba en clave a través del jefe de alabarderos, general Calderón, que
tornara a España. Éste declinó una invitación que hubiera supuesto el salvar
el pellejo.
) Por qué lo hizo ? Hay
en la vida de cualquier hombre de honor motivos más altruistas que la propia
vida. Él se unió a la expedición para impedir que España se desangrase en una
revuelta revolucionaria. Y, sobre todo, porque amaba a su Reina fervientemente.
Las relaciones que sostuvo el marino con Doña María Cristina hoy son un enigma
que intrigan a los historiadores. ) Se amaron en secreto ?
Nada tenía de extraño que el apuesto y simpático A lobo de mar A asturiano, un hombre bondadoso y muy
galán, que en los bailes de Zamboaga partió los corazones de las alegres
tagalas y que era el terror de las mulatas cuando estaba destinado de
guarnición en el apostadero de la Habana, y cuyos asuntos amorosos trascendían
al pueblo allá en aquellas romerías gallegas de Seijo o en las fiestas astures
de la Regalina de Cadavedo , hubiera tocado la fibra más entrañable del
soberano corazón de La Rubia. Doña María Cristina le invitaba a
palacio cuando el capitán de corbeta regresaba de sus travesías y un verano lo
pasó enteramente en su compañía en San Sebastián. Sea lo que fuere, de todas
formas se oculta detrás de esta relación que la mayor parte de los biógrafos
enmarcan en una simple afección platónica, una bonita novela romántica, que por
el momento no ha sabido, porque no pudo o porque no quiso, o, porque, en
pudiendo, no quiso ni supo contar el cine español. He aquí un buen guión para
una buena película, que yo brindo al Ojopipa. Mas, (quia!. Andan deslumbrados por lo del
hundimiento del Titanic y otras cursilerías. El amor que siente una reina,
doblegada por el infortunio, que no puede fiarse de nadie, hacia el mejor de
sus vasallos: un capitán de corbeta asturiano. Un fin de raza. Villaamil,
abante y con esta cruz por delante...
* * *
En el mismo brete de incomprensión se
vieron, cuando las altas instancias les hicieron el vacío, el artificiero
Bustamante, que patentó la carga de profundidad - y que estuvo con el
propio Villaamil en la ratonera de Santiago de Cuba, al pié del cañón, al pie
de la muerte, nunca mejor dicho - y el artillero González Hontoria, padre de la
cañonera. Por lo que respecta a nuestro héroe que había comandado el acorazado Doña
Berenguela recién salido de la Escuela de Náutica ( el acorazado era un
buque de alto consumo y mucha aguada, muy arduo de pilotar y vulnerable en su
lentitud) era partidario de un navío resistente y a la vez veloz. Fue por esto
que diseña el destructor. El fue su inventor.
Cuando el almirante Cervera solicitaba
a los diputados que tuviesen a bien arrumbar los barcos de madera, materia
combustible y se pronuncia por un paulatino tránsito tecnológico de la tracción
de sangre, al remo o eólica - con la que había escrito páginas gloriosas
nuestra marina - hacia la mecánica, a la cual seguiría la eléctrica y la
termonuclear por la cual andan ahora los norteamericanos, estaba ofreciendo una
receta contra la indefensión endémica de nuestras costas, porque solamente
puede ser libre aquel país que se siente seguro dentro de sí mismo.
El ofrecimiento del valiente marino (
fue él quien, habiendo cablegrafiado a Madrid dando cuenta de que todos sus
hombres estaban copados sus hombres careciendo de combustible y de munición,
recibe el incomprensible mandato de salir a toda costa, y el quien por toda
arenga antes de hacerse a la mar pronunció aquellas palabras de Pobre
España... Pobre España y se enrolla al cuello un escapulario de la Virgen
del Carmen) quedó desatendido. En la neblinosa mañana tropical del 3 de julio
de 1898 leva anclas y en su nave capitana, la María Teresa, ante la
estupefacción del enemigo que no podía dar crédito a sus ojos, se lanza contra
la escuadra yanqui que bloqueaba la boca, a tiro seguro, y en la esperanza de
ofrecer cobertura de sotafuego al resto de la formación ( Vizcaya, Oquendo,
Cristóbal Colón, Plutón , Terror. Furor) y abrir una brecha de escapada.
Dio ejemplo. Porque las leyes de la mar establecen que en caso de naufragio
sea el capitán el último por la borda y el primero en presentar batalla cuando
se produce un ataque.
Villaamil era el hombre de confianza
de Cervera en toda la estrategia, que no fue un desastre en términos reales
sino autoinmolación para salvar el prestigio y el honor de todo un pueblo, y
para ahorrar la efusión de más sangre o mayores zozobras. Cuya fue la idea de,
en vista de la inferioridad de condiciones , burlar el acoso norteamericano,
yendo a aportar en Santiago, no en La Habana , cuyas aguas eran vigiladas por
el grueso del dispositivo naval gringo. Durante unos días mantuvieron a raya
con tan sólo unas baterías de cañones arqueológicos fundidos en 1724 y con un
alcance de tres millas a los americanos. Hizo lo imposible y hasta el último
momento mantuvo alto el prestigio de su pabellón. Había dado ordenes al izar la
señal de levar de salir en hilera pisando la estela de la nave capitana y
navegar gritando: VIVA ESPAÑA.
Aquellos oficiales sabían lo que se
traían entremanos. Habían captado al vuelo las intenciones que se fabricaban en
Madrid de una salida airosa del gran tremedal cubano, cubriendo las espaldas del
honor del país, aunque para ello fuese indispensable el sacrificio de un puñado
de valientes.
El prestigio, por lo que se refiere a
don Fernando, les venía de lejos. En 1885 cuando se presenta en la rada del
puerto de Ferrol al mando del primer destructor, Carrick Castle, todo
el país se sume en una explosión de júbilo. Había sido comprado a los ingleses
por la cantidad de cien mil pesetas, lo cual era un fuerte desembolso para
aquellos tiempos Era su invento. Bajo la toldilla del buque se siente dueño de
su propia obra, aunque de vez en cuando, en medio de la alegría, una nube de
tristeza vela sus ojos, como si adivinase el trágico y heroico destino que
Dios le tiene reservado en bien de su Patria.
Hubo fiestas en toda Galicia. Llueven
sobre el capitán aclamaciones y peticiones de recomendación. Es un hombre
caritativo y generoso. A la pobre mujer de un pescador, enferma del estómago
consigue que la opere una cirujano amigo suyo en la Corte. La `paciente sana de
su mal y desde aquel día muestra su entusiasmo por el marino, cuyo retrato luce
a la cabecera de su cama junto a un cromo de la Virgen del Carmen. Algunos
hasta lo tienen por un santo. No era un santo en el sentido mentecato y
misticoide de la palabra sino un español de bien , que ayudaba a sus semejantes
y se daba cuenta de la pavorosa cuestión social , de la miseria e ignorancia
que vivía el pueblo. Los pobres de Castropol y los de Serantes todo le conocían
por sus espléndidas limosnas. No había necesidad que don Fernando no socorriese.
Su esposa, doña Julia, que le fue fiel hasta la muerte, como saben serlo sólo
las mujeres de los hombres de la mar españoles, y miraba para otra parte
cuando la gente le llegaba con chisme de tal o cual aventura amorosa de su
marido. Porque sentía pasión por las faldas. Y era un tanto mocero.
Tan estricto y severo como era a bordo
( en todos los barcos en los que sirvió se le tenía por un oficial que no
admitía confianzas ni rechiflas de la marinería, guardaba las distancias y
gustaba de almorzar solo en su camarote ) en tierra su talante se transformaba
en locuaz y dicharachero. Tenía ese sentido del humor y esa jovialidad - Oviedo
viene de Jupiter Jovis, que en el nominativo quiere decir tonante y en
el genitivo latino se identifica con la idea de jovialidad - idiosincrásica y
ese señorío que es prelativo a sólo unos pocos nacidos en Vetusta.
Ya de cadete había adquirido fama de
gran bailarín. En los bailes de Zamboaga, allá en Filipinas, era el número uno.
En los saraos de palacio, la reina doña María Cristina solía echar con él un
vals. En la zona del Occidente asturiano todavía queda memoria de alguna
correría del donjuán legendario, a la que difícilmente se resistían las
mujeres, una prerrogativa como otra cualquier que sólo Dios da. Y no había
romería ni fiesta de rumbo por aquellos arcádicos parajes en los valles
escondidos, cabe los brazos de la cruz de algún humilladero o la ermita de la
aldea perdida que no contase con su presencia:
- Hale gustado la moza un poco de más
la moza al Señor de Serantes.
- Esu echáse di ver por como se
acaramelaban en el agarruo.
- Pues habrá la madre de andar con uellu
(ojo). Que las consecuencias vienen de nueve meses.
Pelillos a la mar. Para captar ese
ambiente lúdico orgiástico que sólo conservan Asturias y Galicia, como un
remanente de aquella España mítica del medievo, pletórica de fuerzas y llena de
ganas de vivir y de gozar, finiquitada con las guerras de religión y la reforma
y la Contrarreforma protestante que rematan en la austeridad castellana, es
preciso releer los cuentos de Palacio Valdés y de Clarín, ambos amigos
personales del héroe de Santiago de Cuba, y sus acompañantes en las romerías y
arreboladas de los tiempos de folixia. Esta quizá sea una de las razones
por las cuales entusiasma tanto el Principado. Porque en él se conservan
tradiciones y costumbres perdidas en el resto de las regiones españoles.
A todos aquellos que se las ha pasado
el tiempo de cortejar parece que la recuperan cuando se plantan en Pajares.
Hermosa provincia, legataria del sentimiento framontano del romancero.
*
* *
Siguiendo la ruta que marcaba su
estrella y el epígrafe que subraya el blasón de su casa solariega A Villaamil, abante y con la cruz de san
Andrés por delante A, en su capacidad de
director de la Escuela Naval es comisionado por la Reina para que se haga cargo
de un buque escuela para el entrenamiento de los guardiamarinas en seguimiento
y procura de los trazados cartográficos señalados por los descubridores
portugueses y castellanos. Con motivo de los fastos del centenario colombino de
1892 se le nombra capitán del A Nautilus A para que dé la vuelta al mundo.
Es su hora magna. La goleta zarpa del
puerto de Cádiz en olor de multitudes con quinientos guardiamarinas a bordo, y
un destacamento de oficiales, suboficiales y cabos de mar. Los vigías se
encaraman de las vergas. Se escucha el pito de los contramaestres. El serviola
de proa efectúa las señales heliográficas. Izánsen las señales de levar. Se
repiten escalonadas las órdenes del capitán, que van rebotando como un diábolo
que baja rebotando desde la torreta de mandos hasta la sala de máquinas.
- Avante toda.
Suenan los aires de la Salve marinera.
Siempre le profesó una tierna devoción a la Virgen del Carmen. Moriría aferrado
a su escapulario.
La ciencia de navegar es un arte que
sólo se aprende en la brega: la caña del timón, a la mira de la vara del
bauprés, manejando driza y cebadera, porque el marino no nace. Se hace sobre la
marcha. Es una técnica y una jerga conseguida a fuerza de soledades, mucho
sufrimiento, los hielos del polo, las calmas chichas de los mares del sur, y
experiencias inigualables de aquel que hizo de su oficio, el de arar las olas
en pos del rastro de espuma de las semitas maris ( los senderos
líquidos), una vocación sublime conforme al aforismo de D´Anunzio A Vivir es aleatorio. Navegar,
indispensable A.
El marino suele ser un hombre
diferente a los demás. Mira para las cosas desde otra perspectiva. Villaamil se
siente realizado anímica y profesionalmente. Pasa largas horas en cubierta
dirigiendo todas las operaciones de ruta y las maniobras constantes en un
velero, donde no hay un sólo minuto de descanso a lo largo de las veinticuatro
horas del cuadrante. Durante los períodos de asueto escribe poemas y también
esboza algunos apuntes de lo que luego será un gran libro, escrita con prosa
viril, llena de desenfado, y esa palabra justa y escueta que siempre parte de todo
aquel que ha mandado alguna vez un barco.
A Viaje de circunnavegación de
la corbeta Nautilus Ase publicó en edición
restringida el otoño de 1893. Es un relato de aquel viaje tras las huellas de
Elcano y de Magallanes. Si éstos invirtieron en la carrera tres años
menos catorce días, los pupilos del Señor de Serantes derrotaron por todo el
hemisferio sur durante dieciocho meses. No tuvieron tantas bajas. Sólo una. La
del cabo Esteban Letamendía que cayó del palo de trinquete mientras se
realizaba una maniobra de izada del velacho a los pies del segundo oficial
de guardia. El autor describe en su carga de tristeza y de dramatismo y con
trazos maestros el momento en que sucede la desgracia: AYo sentí el golpe terrible que produjo el
infeliz al destrozarse sobre cubierta y , desgraciadamente, no lo confundí con
otro ninguno. En el transcurso de mi carrera había oído ese golpe varias veces
que no se parece a ninguno y que no puede olvidarse jamás.. Al día siguiente se
dispuso arrojar al mar el cadáver del pobre Letamendía con las salvas de
ordenanza y las formalidades prefijadas para estos casos. Toda la dotación
subió a cubierta y cuatro cabos de mar condujeron al féretro, que iba sujeto a
un lastre, hasta la toldilla, mientras el toque de la campana de proa anunciaba
que un compañero de viaje iba abandonarnos para siempre. Rezamos todos con la
cabeza descubierta y los ojos arrasados en llanto... Observé lo mucho que
sufrían los compañeros que aguardaban un balance para echar por la borda el
cadáver con su correspondiente lingote sujeto a los pies. Y yo dije al segundo
comandante ocultando mi triste emoción:
- Que rompan filas...@
Desde entonces es una tradición
dentro de la Marina de Guerra este viaje de instrucción alrededor del orbe que completan
en el clíper Juan Sebastián Elcano los cadetes de la Armada. El libro
que escribió este gran navegante es hoy un tesoro bibliográfico porque no sólo
aquilata una particularísima visión del mundo desde el puente de mando de un
buque escuela sino una narración ilustre de sabrosas peripecias al socaire de
la metopa de aquel insigne navegante de Guetaria muerto en la mar en 1526 (
parece ser el sino de los grandes navegantes a los que la mar reclama para sí)
cuya leyenda decía A primus circumdedisti
mihi A. Los guardiamarinas de Elcano, de
acuerdo con una costumbre consolidada en la vida española todos los años A pisan la estela A de sus predecesores.
La vida pertenece a los idealistas y el
amor a los soñadores. Por eso, cuán grato resulta releer al cabo de más de un
siglo las anécdotas de aquel viaje. La aurora austral, espectáculo
incomparable que tuvo la suerte de contemplar la dotación del A Nautilus A cerca de la Polinesia.
A apoteósica recepción en Auckland. Los estragos que hicieron los jóvenes
cadetes en el corazón de las colombianas en Cartagena de Indias. Las fiestas de
sociedad en Sidney y aquella señora australiana, esposa del embajador inglés,
que le declaró al comodoro hispano su amor, declaración empañada de tristeza.
Porque anota el escritor la siguiente observación: A Por primera vez en mi vida sentí que ya
no era un niño A.
Y en Argentina y en Uruguay pusieron
como aquel que dice la plaza boca abajo. La acogida en España fue no menos
triunfal. Cuando el navío , doblado el cabo Machichaco, y navegando en demanda
del Golfo de Vizcaya, da vistas a San Sebastián. Una cañonera en cuya antena
luce el paño carmesí del pendón real sale a recibirles. Es la propia reina doña
María Cristina. El A Nautilus A lanza al viento las veintiuna salvas de
ordenanza. Se arrían sobre y petifoques que vuelven a izarse coincidiendo con
el estampido del ultimo cañonazo. Se baja la escala de una de las escotillas y
por ella desciende el comandante para ayudar a subir a la misma Soberana,
acompañada de su primogénito, el rey Alfonso XIII. La Reina pasa un día
embarcada con sus marineros. Tenía una predilección muy particular por A su A Villaamil. Luego, el agasajo
en los jardines del Palacio de Miramar Aquel año del centenario
colombino ) sería el año del romance entre la reina
de España y su oficial de marina, su bravo comandantín ovetense ? La
discreción no permite elaborar más allá de los rumores , del arcaduz de la
oreja, el manantial de los chismes y las estafetas que van y vienen con
correos de lo que sucede y no sucede en el mundo, por más que a veces caer
en los brazos de la murmuración sea algo inevitablemente inherente a la
condición humana.
Es cierto que sus visitas a palacio se
hicieron más frecuentes, lo que suscita no sólo las habladurías de mentideros y
tertulias sino también la envidia de los mezquinos, de aquellos que sufren lo
indecible ante el éxito ajeno. ) Acaso es esta privanza
regia el motivo en virtud del cual Villaamil no es ascendido ? Era un hombre
egregio, un militar brillante. Querido y popular. En Seijo ningún quince de
julio faltaba a las fiestas de la Virgen del Carmen. El , gran devoto de la Estrella
del Mar y Socorro de navegantes, era el encargado de hacer la ofrenda floral a
la Patrona. Toda la aristocracia de Europa se daba cita en las monterías en su
finca de Romancos ( Guadalajara ).
Todo el mundo lo quería. Su fama ha
traspasado las fronteras. El 26 de abril de 1898 el diario londinense Daily
Mail en un despacho de su corresponsal en Madrid escribe lo que sigue:@ El comodoro Villaamil , que manda la
flota de torpederos, es un oficial de gran energía y de conocimientos
científicos, de valor y determinación. Sólo cuenta cincuenta y dos años de edad
y tiene gran experiencia en el mando de torpederos. Como hombre de ciencia, sus
escritos sobre el arte de guerra naval le han conquistado una reputación
europea. Su espíritu es tal que, de ser vencido, no sobrevivirá a la derrota. Y
cuando hizo su célebre voto a la Virgen del Carmen, antes de zarpar, diciendo
esto mismo, su patria se dio cuenta de que no fallaría en su promesa...@
Así fue. No faltó a su palabra. Cuando
los negros nubarrones se formaron sobre el horizonte de España y saltó la
sorpresa de la declaración de guerra por parte de la república de EE.UU. ,
pidió audiencia con la Reina.
- Majestad, quiero el mando de un
buque.
- ) Está usted loco ?
- Quiero ir a la guerra.
De esa manera conjuraba los rumores
sobre su privanza y hacía honor a su fama de valiente. Pero, sobre todo, se
ofrecía como víctima para salvar a la Corona y garantizar el futuro de la
dinastía. Hombre inteligente se había dado cuenta lo mismo que Cervera que esa
era la única forma de supervivencia. Sabedor de que el gobierno norteamericano
había colocado topos en Madrid, que había comprado escritores como Blasco
Ibañez y de alentaba los movimientos republicanos , separatistas y nihilistas
como la A Mano Negra@ y amparaba a
terroristas como a Angiolillo y Malatesta e intrigaba para derribar a la
Monarquía, dando un paso al frente, dijo: adsum ( aquí estoy dadme un barco) Se
trataba de un acto de heroísmo para contrarrestar tanta torpeza, tanta infamia
y comportamiento ambiguo, la conducta solapada. Y heroica fue su muerte. Se
hacía cargo de que con el estallido de un nuevo siglo se impondría un mundo
nuevo, con un poder distinto. En el que las guerras se hacían por encargo, a
modo de una boda por poderes en la cual el novio sería una tapado, un poco la
Bestia Sin Rostro de la cual hablaría Churchill. Por eso se presentó voluntario
y a pecho descubierto ante los que sólo saben la cara en los A westerns@. Quiso ir en derechura
contra la carabina de Bufffalo Bill.
Su actitud aquella mañana del 3 de
julio de hace un siglo tuvo algo de aquel personaje del cuadro de Goya. Un
hombre con la camisa blanca y el rostro desencajado que ofrenda su pecho a las
balas del piquete de fusilamiento.
El A Furor A fue el último de la fila, pero nada más
tramontar la dársena recibe fuego de mortero que deja una vía de agua. En vez
de echar el ancla e izar bandera blanca, el comandante ordena irse a toda
máquina contra el A Indiana A pañol partió la andanada certera. Hizo
varios disparos pero el cañón de 15 milímetros carecía de ángulo de tiro
suficiente para alcanzar al acorazado agresor. Tampoco pudo alcanzar el
objetivo porque zozobraría a los pocos minutos de recibir a estribor la
andanada, pero el bravo Villaamil buscaba el abordaje. Trató de hacer de su
barco un torpedo, un proyectil viviente.
Francisco Arderíus, su segundo, que
sobrevivió a la terrible agresión, aunque quedó manco de un brazo y las dos
piernas tronzadas lo vio morir. A Estaba en el puente en
mangas de camisa. Llevaba sobre el pecho las medallas y escapularios que le
había dado su mujer a guisa de detente, bala. Pataleaba de rabia y
miraba para el enemigo como si quisiera desafiarlo. En cubierta yacían unos
cuantos cadáveres. Algunos marineros se habían lanzado al agua y trataban de
ganar la playa a nado. Muchos eran acribillados por las ráfagas de
ametralladora ; los yanquis seguían haciendo sobre nosotros desde el Indiana . Un
marinero se ha puesto el chaleco salvavidas pero se llega a él y le dice: no sé
nadar mi capitán. Entonces, quedate - le contesta con una triste sonrisa
porque incluso en esos momentos no perdió la sangre fría ni el sentido de humor
- que más vale morir a bordo que con las ranas. Nuestro buque estaba hecho una
boya y seguían tirando. A Don Fernando - le
dije- ( qué inhumanos son ! A. A Sí A, contestó. Ya no le volví a ver más.
Junto a mí yacía el cadáver del fogonero Tomás Manzanares@.
Arderíus fue recogido casi exangüe por un
bote del Gloucester junto con el marinero de segundo Carlos Boado. A pocos
instantes de la operación de salvamento, el Furor el único de los buques
de la escuadrilla española que no quedó embarrancado, lo cual dice mucho de la
pericia de su comandante, saltó por los aires con el pañol, los torpedos, la
caldera, llevandose para siempre a aquel gran capitán español que quizá hubiera
merecido mejor suerte o estar al servicio de mejor bandera. Su maniobra para no
encallar y burlar el acoso rival - otro gallo les hubiera cantado de haber estado
artillado su buque con piezas de alcance y de una coraza más resistente - puede
ser calificada de libro.
La pluma se estremece de pavor y de
indignación ante tamaña heroicidad - ) inútil? -. Llegado el
caso, España no vacila en ofrendar en holocausto a Moloch a sus hijos mejores,
para que los otros, más mediocres y segundos, puedan seguir viviendo de las
rentas. Su muerte hace pensar en aquellos versos de Cristóbal de Castillejo,
otro soldado alistado en los tercios de Flandes, cuando ve caer a sus
compañeros en derredor y diezmada toda la compañía durante el asedio de Viena
por el Turco:
) Quién te engañó,
Castillejo,
Estando tan bien en España.
A venirte en Alemania
Para dexar tu pellejo
En tierra ajena y extraña ?
No me engañara esperança,
Ni apetito de favor
Ni deseo de privança,
Mas engañóme el amor;
Y éste dio causa al yerro, porque
amó
A su rey demasiado,
Con lo cual se han engañado
Otros muchos como yo
Al capitán asturiano también lo engañó el
amor. Esa mentira excelsa por la que merece la pena vivir y morir. Porque
significa creer en algo. El evangelio lo afirma tajante:@ el que busca su vida la perderá y el que
la pierde la ganará A. Y no hay cosa más
grande que darla por los demás o en aras de un ideal. Por eso el escudo de la
casona de Serantes sigue mostrando su blasón sin tacha bajo la cruz de san
Andrés: Villaamil, abante y con esta cruz por delante.
Quizá sea un presagio nada ominoso y
lleno de esperanza sobre el futuro de esa cruz que defendieron tantos
valientes, que sigue estando regada con la sangre de los mártires, feraz
semilla de bienandanza para este país, pese a los tiempos que corren. He aquí
un hidalgo que murió por algo. Su A Villaamil abante A se complementa con aquel otro grito del
cocinero de Cajigas qu´inda etoupes. Son dos formas de mostrar su
disconformidad contra la injusticia. La de un oficial y la de un ranchero de La
Habana. Pero, al fin y al cabo,) qué más da?
Millán SACRAMENIA ARTEDO
EDUARDO ZAMACOIS :
LA NOVELA DEL PRISIONERO
por ANTONIO PARRA GALINDO
Martín Santoyo era un mozo sin tacha.
Labraba la tierra y atendía un molino en la comarca seguntina de Guadalajara
alta. En el riñón de Castilla. Por la heredad de sus mayores pasó el Cid camino
del destierro valenciano a ganar su pan. El paisaje es recio allí, áspero y
desolado como el alma de los que lo habitan, pero noble y definitivo sin
medianías ni contrapuntos. Tiende al extremismo y a la unilateralidad. En su
pueblo era conocido bajo el cognomen del A Aceñero A. De una fuerza física fuera de lo
corriente, como demostraba al juego de la pelota en las partidas de los
domingos después de misa. Nadie atizaba tampoco al chito con tanto poderío ni
era capaz de arrojar la barra tan lejos como él.
Esta temible energía de sus musculos la
contrarretaba Martín con las mansedumbre de su caracter, el sentido del honor,
la lealtad a carta cabal y un estricto espíritu religioso que le había ganado
nombradía de santo, porque, cuando iba a arar, caía de rodillas cuando
escuchaba el son de las campanas del Ángelus o en medio de la trilla detenía el
rodar de la yunta por la parva y se ponía a rezar el rosario. Su devoción hacia
la Virgen frisaba los bordes del fanatismo.
No obstante lo cual jamás había salido
de su boca una palabra más alta que otra. El molinero era la vera efigie de la
paciencia. No juraba, no bebía ni fumaba, carecía de vicios. Amaba a una mujer:
Agueda con la cual estaba próximo a casarse. Se querían. A Santoyo sus padres
le habían enseñado a ir de frente y a caminar en linea recta. No es este un
consejo del todo recomendable. La vida, tan complicada, con sus recodos,
derrumbaderos y cuchillares tajados a pico no permiten siempre esa estrategia
del camino llano. Las almas talladas de una sola pieza
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