LA CIGÜEÑA, SAN BLAS, SANTA ÁGUEDA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
San Blas (la cigüeña verás) y mañana santa Águeda vino la cigüeña machaca el ajo en lo alto de los campanarios pero yo no la he visto tan ostentosa y limpia en la torre durmiendo a la pata coja. Debe de ser cosa del cambio climático.
Resuena, a todo esto, en mi memoria junto al frufrú de los manteos sacados del arca para honra de santa Águeda un viejo canto de corro que de los niños de la escuela en Valdesoto:
“Cigüeña malagueña
La casa se te quema
Los hijos se te van
A Pecharromán
Escríbeles una carta
Que ya volverán”
Asimismo he sentido esta mañana piar a una golondrina en mi alero. Y me acuerdo de aquellos versos de Bécquer tan melancólicos “Volverán las oscuras golondrinas” Su canto fue siempre aquí nuncio de primavera junto al primer brote de los almendros que no son veceros
Y quedarán sus flores yertas por las heladas de marzo. Es la clarividencia de las estaciones. Dios quiera que la naturaleza imponga sus reglas y deje con el culo al aire a los catastrofistas del cambio climático.
Recuerdo un titular del New York Post cuando yo andaba por la ciudad de los rascacielos y todo el mundo vivía, como ahora, preocupado porque no llovía. Cayó entonces una gran nevada y el titular del Post sentenciaba inexorable su veredicto “Mother nature rules”. Todo un bodocazo contra los demiurgos del juicio final. Alabado sea Dios
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