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lunes, 26 de abril de 2021

 DEMONIOS EN EL JARDÍN


Los que luchamos contra la Bestia conocemos bien al Pateta: siempre vuelve. Una veces disfrazado de sacerdote, otras alentando bajo las páginas de un libro y muy particularmente en los noticieros de la Radiodifusión donde se encuentra ahora primordial mente a través de la red de redes que es su gran campo de acción.En este caso no vino con sotana de cura sino vestido de mujer. Estaba yo en el alguarín que me sirve de biblioteca, despacho y biblioteca ayer por la tarde, acababa de recitar las oraciones de la misa de San Pío V cuando oigo un estruendo.Tintinearon los vasos y las tazas de té, cayeron algunos libros de los anaqueles y todo el recinto empezó a vibrar. Subí arriba a ver si todo el mundo estaba bien y encuentro a mi mujer alarmada.Salgo al jardín y reparo en que mi vecina un tal Cristina estaba subida a la escalera con una maquina perforada tratando de abrir un taladro en la pared del hastial de mi casa que da a su jardín.Mi vivienda es una semiadosada, el último chalé de la urbanización. Hace unos años por evitar líos y ante los gritos e insultos de esta señora le cedí un pequeño pasillo entre su propiedad y la mía con la condición de que no edificase o apoyase habitáculo al hastial de mi casa que es exento.Talé varios arboles que crecían en el pasillo un arce y dos manzanos sólo por complacerla a ella y en aras de la armonía y la buena vecindad. No hizo caso. Adosó a mi pared un chiringuito.Se lo dije: “no has cumplido tu palabra” y su contestación fue satánica: “Tú a rezar y a comerte las hostias a puñados, déjame en paz”. Yo a veces rezo el rosario en alta voz o pongo musica religiosa. Y eso debe de desmelenarla a la señora”.

O está poseída o está loca.

Me dolió la puñalada pero bajé la cabeza rogando la que por favor no edificase más en mi parcela. Oídos de mercader. Pasó algún tiempo. Yo estaba en mi jardín y saludé los buenos días a su marido Eduardo que era un bendito. No me contestó. A los pocos meses falleció de un cáncer en el colon. Encomendé su alma, cuando hete aquí ayer un lluvioso mediodía de abril escucho el estruendo de referencia, creí que era un terremoto. Salí y la vi manipulando la taladradora junto a mi ventana.

-“Oiga, bájese de ahí, está cavando un boquete que puede hundir la casa. Ese es el muro de carga”.

-“Tú cállate”.

Tal desconsideración me exasperó de tal forma que no logré la pasada noche pegar ojo y ahora me doy cuenta de que hay demonios en el jardín. Vivo en un territorio que fue teatro de operaciones en la guerra civil española. Aquí se dio la batalla de Brunete, la más cruenta de la guerra civil.En el suelo del garaje y un pequeño huerto que hay en el jardín de atrás he topado con metrallas, encontré balas y pedazos de bomba de mano Lafitte.Estoy seguro que la muerte cruenta de estos cuarenta mil hombres que perdieron la vida en los enfrentamientos fratricidas de julio de 1937 nos reclaman y culpan. El diablo sabe aprovechar tales ocasiones para hacerse presente en la irritación en la cual vivimos los madrileños en estos tiempos de elecciones, en el odio, la tristeza y las noticias funestas a todas horas. Cuando los informativos no se refieren a la endemia, al último crimen pasional oi violencia de géneros, se entregan a la alcahuetería rufianesca del famoseoRezo por los caídos en este lugar que llaman la Mocha Chica, canto el oficio de difuntos y el réquiem, desgrano las cuentas de mi rosario para alejar de mi mente cualquier conato de violencia, el insulto, la descalificación que es el pan nuestro de cada día de los españoles. Mis compatriotas están irritados y nerviosos en días de comicios. Su cobardía les impide dar un paso al frente y enfrentarse a la Bestia. Actúan por la espalda y a la agachadiza. Se suscriben a la soplonería y las denuncias. Acto seguido vendrán los “paseos”. Sí, ciertamente, han vuelto los demonios al jardín de atrás. Esta Cristina viuda de Eduardo Rute necesita un exorcismo. Quiere derribar mi casa y talare los arboles del herrén que me guarecen de sombra en los ardientes estíos castellanos. Dios se apiade della.

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