INCENDIOS
MENTALES
Mis
incendios mentales me llevaron a controlar los vientos, domeñar las aguas pero
nunca podré cabalgar sobre el tritón de las maldades humanas las traiciones las
estafas, el puterío turco a renglón seguido las mafias rusas ¿y quien hay
detrás de estas mafias que han
convertido mis Españas en país de acarreo paraíso del delincuente? Cargar en
Castilla para descargar en Flandes. Nos la llevan. Estamos haciendo las diez de
monte. El enano funesto, el viejo enemigo, se ríe a carcajadas. Es el cachondeo
de siempre y aquí nadie hace nada. No mueve un dedo. Es tu problema, tío. I am on my own. La nómina de fin de mes lo demás
nada.
¿Qué madre parió a los bolcheviques?
Homúnculos de narices ganchudas caftanes talares ojos de fiebre que se
deslumbraron por las treinta monedas de los campos de Haceldama. Y se
desparramaron por el mundo, errantes, tramando conjuras, costeando guerras
propalando mentiras. Todas las mañanas le dicen al diablo:
-Oh rey del
mundo aquí te traigo tantas almas.
La maldición sigue perenne. Acantean, en sus
ojos la misma saña de Judas que es de su raza, al crucificado pero Él dijo
cuando yo sea elevado a la cruz todo lo atraeré hacia mí.
-
No sufras, diacono, yo te elegí, yo te conferí el
sacerdocio de Melquisedeq. Clama no ceses.
Las palabras del Santo de los Santos me
cercioran en mis angustias de muerte. Los pontos, los nereos, los glaucos y los
hijos de la furia de Poseidón abrieron sus pulmones. Pasa de pronto la ninfa
Egeria pero no es más que un espejismo de consolación en medio de las noches de
alcohol cuando te picó una serpiente ojos de víbora y palabras de mujer la
cabeza apepinada, una fregona en una tasca que observa a la clientela dende su
cocina-cuchitril, hija de Bellido Dolfos, de Zamora la bien cercada, una
Euménide que no sabe leer, el pelo corto que trajina en los fogones de Helgoro.
Allí celebran sus reuniones todos los hijos de la gran puta, echan las cartas
en inanes aquelarres ni quito ni pongo rey, insufribles personajes y Eolo tomaron
el nombre de Manolo y es el tabernero carnudo capón marida de la ínclita Leonor
Euménide que le habla con reverencia y voz de pito.
-Una caña
por favor.
-Que sean
dos.
Pasan
transeúntes despeados y desorientados jubilatas que no tienen donde ir y por la
avenida de Reina Victoria ya no bajan estudiantes. Quedan los bulevares y algo
de ilusión. Las ratas se han subido a los cajones y anuncian la gran
desolación. Una cañita de cerveza. Por favor que sean dos. Un pincho de
tortilla y un arenque no pueden calmar el hambre ni la sed de amor. Hay que
dejar hablar a lo-s perversos.
Juanito
Madrazo, cuando la Leo Euménide lo insultó y le dijo que sus hijos no eran
suyos sino del lechero, estuvo a punto de sacar la charrasca. Pero la poderosa no la sacó. Hubiera caído en
su misma trampa. La navaja le tembló en bolso pero no abrió el alfanje. Hubiera
hecho justicia allí mismo. Le hubiera cortado la lengua al áspid. Nerea vino y
lo sacó del Helgomar y de menudo lío lo libro pero escupió el Juanito odio
eterno a los paletos que montan chiringuitos infames tupís comidas caseras
mesas de formica incómodos espacios. Que
se vuelvan pa Zamora estos cabrones.
Los confines de los mares son inabarcables y
tú oh alada ninfa estás más allá de mis fuerzas. Quería dormir aquella tarde de
julio y sumirse en un cielo de linfa y descender hasta los palacios donde
habita Neptuno pero en lugar de eso, el vino derramado y con unas cuantas cañas
al coleto, buscó las derivaciones del Babilonia donde un sultán aparecía
rodeado de huríes a 50 euros la copa. Putas turcas a las que ya él no
conseguiría hacer felices pues se le había acabado la mecha y tenía la pólvora
mojada. Ah Madrazo, vida, ya no puedes conocer la gracia de dios pero crédulo
incitó a una y las otras cien se invitaron, le descuajaron la cartilla. Corrido
y confundido por la gran estafa bizcó hacia las querencias de la madrugada
deslumbrado por la luz cadavérica de las farolas de neón. El amor confidente de
un beodo es una farola.
Amanecía. Las aceras de Gran Vía estaban
llenas de borrachos. Bajó hasta la fuente de Neptuno pero Madrid es un mar sin
olas donde naufragan todos los marineritos de agua dulce del mundo todos los
impostores. Putas. Putas. Putas. Putas
garitos y tabernas.
En su
juventud un polvo costaba tres pesetas en el Cerro la Plata con las viejas
cantineras de la legión que servían su género en dosis de sífilis y de
permanganato. Ahora las meretrices extranjeras profesaban el robo y todas
exigen el condón cuando entonces se hacía a pelo.
Poseidón debía de habitar en alguna parte en
el fondo de los mares. Scylla y Caribdis se habían dado cita en el golfo del
Retiro y allí engullían a los borrachos viejos padres de familia sin porvenir.
Vio a la hidra entonces.
-¿Quién es esa que tiene siete cuellos y
siete cabezas?
-Scylla la llaman y su hermana Caribdis
es la que viene detrás resoplando con su gran bocaza de ballena.
-Entonces ¿esto no es Madrid?
-No es el estrecho de Messina
Voces daba
el marinero que la muerte se lo llevaba y le ha respondido el demonio al otro
lado del agua. Iba a ahogarse en el furor del güisqui de garrafón sin
importarle nada su hígado. Invocó a los vientos y se presentó Aquilón
disfrazado de policía municipal.
-¿Qué pasa?
-Que esta señorita me acaba de levantar
toda mi cuenta corriente
-Te han tomado de pendejo
-Puede que sí pero Baco se contradice con
Venus y tú creías….
-Sí yo creía tantas cosas en la vida….
Historias. Ahora ya no creo en nada.
-Vamos andando a la comisaría… habrá que
tramitar una denuncia. Ha quebrantado la ley.
-¿Qué mal hice?
-Hablar con las farolas.
-¿No se puede?
-Yo hablo con quien me salga de….
-Va; eso se lo explicará usted al juez
Denuncias… denuncias. Yo lo que quiero es
mi dinero que esta turca arrambló. Poco sabía Madrazo que esta es una sociedad
conflictiva. Jueces y policías se han convertido en sanguijuelas. Más
polizontes. Más rábulas y más incautos que Madrazo caen la lazada que les
tiende su puta vida
El policía
dijo:
-¿Y de lo que te di?
-Con putas y rufianes me lo fundé.
-Nunca aprenderás, viejo escritor.
-Estoy escribiendo una novela sobre los
bajos fondos.
-No seas primavera. Eres el cazador
cazado y el novelista novelado. Te han cogido de primo.
-Ayúdeme guardia
-Yo te ayudaré pero antes habrás de
aprender tú a ayudarte a ti mismo.
Arrellanado
en el coche celular vio que le cuadraban bien las esposas y que el brete de la
pihuela le iba como un guante a sus galindos porque había nacido hijo de la
gleba para ser forzado ser carne de cañón y el viaje a galeras le era siempre
reconocido. Los hados lo habían condenado a la poca fortuna. Irás al país de
irás y no volverás, morarás en la casa do no se come ni se bebe. Para calmar su
cólera por los seiscientos del ala que le había soplado aquellas prójimas
jineteras de la Habana Vieja chicas que vinieron de Ghana y Angola meretrices
peruleras y rusas y búlgaras muchas rusas las del Este se acordó del nombre de
todos los vientos y les fue repitiendo en el furgón policial camino de la
comisaría mentalmente el nombre de los vientos. Austro, Favonio, Aquilón…
Boreas y Aquilón son los vientos del norte y
Aquilón llega de las tierras do nace el anticristo por eso los diáconos cantan
el evangelio mirando para aquilón. Es el viento sin embargo el de vuelo rápido
el que marca la ruta de las águilas. Y se compagina con el Euro o viento del
Este el que trajo las putas y los engaños bolcheviques. El Euro es el que
eligieron los judíos para someter a Europa y a las cristiandades con sus
engaños. Por eso es un viento terrible y profanador. Soplaba el viento del este
en aquella noche de julio. De pronto se helaron todas las acacias de los
bulevares de Velásquez. Se lo dijo al poli que le condujo a la comisaría pero
el policía no era un agente del orden sino del desorden imperante. Además era
el cohén protector de las putas. Se había enamorado de una rumana de la calle y
decía que era su novia. Todo está corrupto pensó con horror el detenido y
suspiró porque soplasen otra vez los céfiros gallegos que en España siempre
trajeron el patriotismo, el que volverá a barrer a los argonautas, los sacará
de sus telonios mercachifles y de sus sinagogas. Luego Favonio hará el resto de
la labor. Acabará con todos los impostores y los hijos de puta y un día a doña
Aguirre habría alguien que la despeluje, tronzará las arillas de la serpiente
que se arrastra por la tierra informativa evoluciones y circunvoluciones de la
Sienene. Invocó a Némesis. Que venga Miguel con su espada de fuego y los
despeluce.
Es
importante saber de qué dirección sopla el viento y hacia qué cuadrante apuntan
las veletas. Ese fue su error. El carecer de tales miramientos y en su audacia
se jugó la vida. Poco importaba aquella noche que lo desplumaran de sus casi
doscientas mil pesetas que fueron a parar al turco o a los bolcheviques a los impíos
implacables a sus comparsas a sus empresas de alubión. Por una vez os tendréis
que quitar la careta. Yo os desjarretaré malditos. El ángel de la venganza
tendría que llegar algún día y todos los Ángeles velarán por España y volverán
a traer al Maestro de Justicia en esta Madrid que es Sodoma y Gomorra. Y Océano
volverá a ser el dios de las aguas dulces. Se abrirán las compuertas del agua
de salud y manará raudal salutífero de la fuente Castalia no esta agua
pestífera y contaminada de cieno que avienta la peste porcina. Para ellos el
ser humano no es más un cerdo. Un goy. Se descontaminarán los ríos y se
edificarán puentes. La efigie de un dios protector en cada una de estas
construcciones. Rhea y Cibeles protegerán las cosechas. Y la Magna Mater se
paseará por Gran Vía en un carro de fuego del que tirará una reata de veinte
leones. Yo seré el auriga o automedonte de esa carroza:
-Yia… yia.
A golpes de
rebenque echaremos de Madrid a todos los macarras, emplumaremos a todas las
putas. A Dionisio le diremos que se esté quieto en sus tabernas y chiscones.
Las bacanales quedarán proscritas. No habrá más Menades borrachas y los sátiros
y siluros quedarán sin oficio ni beneficio porque los maridos guardaran
celosamente a sus esposas. No más cuernos por favor. En la actualidad en este
putiferio que es Madrid toda la licencia y todo estrago tiene su asiento.
Mandaremos al Hades a los políticos. Pìncharemos a ZP con un tridente. Ya le roen. Ya le roen por do más pecado
había y allí le darán de su medicina que es la alianza de las civilizaciones.
A Rajoy de
un puñetazo del ángel fuerte se le quebrará su mandíbula de cristal. Al caganet
Puchol lo instalaran como figura de nacimiento, decorativa, y ahí se quedará
para siempre adornando los diciembres por supuesto parlando catalán. Los niños
de Barcelona preguntarán a las noyas.
-¿Quién es ese señor que nos hace un
calvo con ese culo tan grande y ese ojo tan profundo?
-Hijo mío-dirán las abuelas-es nuestro
“president”
Al rey que no nos merecemos lo esperarán en
Arévalo para destronarlo con una gran pantomima. La historia de España tendrá
un nuevo pelele y su nombre irá unido al de Enrique IV y al del gran felón su
abuelo Fernando VII. Cerbero se los llevará a todos y habrá una conducción
solemne de monarca y de jerifaltes políticos y de periodistas a la laguna
Estigia. Allí resplandecerá la calva del pedrojetas haciendo pedorretas y allí
sí que no le valdrán maulas. Los magistrados serán condenados a hacer puñetas y
a los jueces les ahorcarán por los cojones y a las juezas les rebajarán los
humos con un tridente candente que sólo pincha en tetas y culos. Y eso por toda
la eternidad. Para siempre… para siempre.
Las Moiras entorno bailarán la danza de la
muerte y ataránles a la comitiva Hypnos (el sueño) y Tanatos (la muerte)
compañero inseparable de Eros, Castor y Pólux cabalgando el alazán de la vida y
a todos ellos les dejaremos en manos de Alecto (la furia por el remordimiento)
y Tisipore y Némesis administradoras de todas las venganzas se sentarán en el
gran escabel. Minos les tomará la filiación a las puertas del Averno y algunos
de ellos – ya veo a don Juan Carlos I dar vueltas como un pingajo en el gran
carrusel- serán condenados a las ruedas de Ixtion colgados por los pies y con
la cabeza abajo. Orcus o el Erkos será su morada y redil sempiterno. Su padre
moraba también en los infiernos y estaban al fuego muchos papas y cardenales.
Pudo ver en
su visión de los condenados al propio Wojtyla con una escolta de obispos y
arzobispos y cardenales. Al bueno de Benedicto lo habían enviado al limbo.
-¿Por qué?
-Por ser un
papa que ni fu ni fa.
Y allí en
su curia del limbo Rouco le hacía compañía con gran escolta de neonatos. Muchos
niños muertos había que estranguló la Bestia en el propio claustro materno. La
Iglesia oficial no supo decir no, ni se enfrentó al peligro. Apostató de Cristo
sustituyó la verdad de la Resurrección por una patraña loca que se inventaron
ciertos leguleyos y políticos los que ganaron la guerra y la historia la
escriben siempre los vencedores como un trágala para los vencidos.
El estigma
de la culpa les perseguirá eternamente. Se habían unido a ellos deslumbrados
por el brillo del oro y del poder. Ni que decir tiene que en aquel lugar se
hablaba inglés porque abundaban los americanos y los brits todos muy
circunspectos y al de por junto.
Pero Teseo
volverá de nuevo a vencer otra vez al minotauro y Filomela la amante desdichada
se convertirá en ruiseñor y su canto dolorido y mañanero recordará a todas las
madres el dolor de los hijos muertos.
En esto llegaron
a la comisaría que era como una gran estación de servicio donde repostaban los
delincuentes aquella noche. Era una casa con dos puertas difícil de guardar.
Por una entraban y por otra salían. A él lo introdujeron en una mazmorra oscura
que tenía una puerta verde y en medio una mirilla que se abría de tarde en
tarde para dejar ver el ojo amenazante de un centinela con cara de pocos
amigos. Al día siguiente lo trasladaron a los juzgados y una jueza lo mandó a
la sombra por nueve meses y un día. Madrazo cuando le llevaban a presidio se
acordó de un versículo del libro de Job que decía:
-Vermis sum et non homo.
Sí sentía
más que un hombre un gusano pero ofreció alegre y animoso su carne a la reja,
contento de su martirio y de ser un verdadero justo de Israel. Había proclamado
la verdad. Por eso lo enchiqueraron y lo perseguían porque era justo. En la
cárcel aguardaría la llegada del Maestro de Justicia… oh que noche la de aquel
día.
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