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sábado, 8 de agosto de 2015

romería asturiana en honor de santa ana


















Santana 2015

 

Todos los cojos van pa Santana y arriba subo yo con mi pata galana. Ay santa Anita de Montarés que guapina yés. Ermita blanca en lo alto de un cerro mirando para Cudillero con amorosos ojos marineros. Danos tú protección ruega por nos. Cuando atisbaban las lanchas que embocan la rada del puerto pixueto toda la tripulación cantaban alegres su himno. Pasaron la marola y tuvieron buena pesca y navegación.

Ella estaba en lo alto en el trono que tiene en aquella ermita blanca y buen dibujada sobre un paisaje de ensueño que hace pensar que estamos en el paraíso los días de sol como este 26 de julio del año de gracia 2015.

Otra vez acometimos las vargas de las pistas madereras como todos los años, tantos años ya. Quico el alcalde de la villa de Cudillero, tan calumniado, fue el que hizo posible que la maravillosa autopista que cruza el valle de Artedo y las Luiñas sobre grandes puentes arbotantes y macizos pilares, no destruyera las vistas y el monte de Montarés al cual los romanos llamaban Betulia (abedules) se salvó al trazar la vía sin detrimento a los pueblos circundantes. Una grandiosa obra de ingeniería.

Muchos no se lo reconocen. Yo sí que para eso he vivido cuatro años en Norteamérica y de allí regresé por primera vez en 1975 y subí a la romería que se celebra a finales de julio.

Me sentí tan impresionado y feliz que no deseaba volverme para Nueva York. Aquello no era civilización. La Asturias de mis sueños sí.

Ha querido Yahvé en sus inescrutables designios que este pobre pecador fuera a aparcar la boina en un “ñero” a pie del monte sagrado de Betulia anidando con el miruello la golondrina el avefría la collalba y el ruiseñor astur que es el pájaro que mejor canta del mundo.

Media hora zarceando por la calella entre tojos y zarzamoras y a las doce ya estábamos arriba cuando tocaban a misa. El tañido de la campana se mezclaba con los sones de la gaita. Dos guapas gaiteras vestidas con sayas de vuelo, jubón y pañoleta, atacaban la marcha real mientras un gallardo gaitero buen mozo hacía arpegios maravillosos que me ponían los pelos de punta con el roncón. Me recordaban a Demetria la heroína de Palacio Valdés en la Aldea Perdida. Una misa entrañable de tambor y gaita. Hijas mías de mi vida y corazón con esos capisayos lucís más guapas y atractivas que las “girls” de Telecinco en porreta viva, les dije.

El cura ay don José mucho madruga usted nos recordó en aquella iglesia aldeana de toscos bancos y de una piedad de sencillez rústica en la cual el cristianismo se combina con las viejas creencias sincretistas y paganas que el templo fue reconstruido en 1886 y a él alude Armando Palacio Valdés en alguno de sus cuentos. Esto forma parte de la Asturias mágica. Los fieles se ciñen las partes doloridas de su cuerpo con los eslabones de la cadena de la santa y sanan —es fe— de sus enfermedades: el reuma, la artritis, litiasis, dolor de aguijada fiebres pauperales el terror de las parturientas desde tiempo inmemorial encomendadas a Santa Ana en espera de una hora corta. El tabardillo el baile de san vito y las bubas porque la ermita está en emplazada en plena ruta jacobea y me da a mí que fuera antiguamente una iglesia de asilo integran parte de la lista “inter alia” de las dolamas que curaba milagrosamente la gloriosa Santa Ana.

De las paredes cuelgan exvotos de los “quebraos” a los que se les mitigó la hernia al hacer un esfuerzo con la fesoria que aquí se trajo lo suyo, compañero; gorras de plato de soldaditos de la armada que regresaron con bien de la marina o de la guerra, muletas de “coxus” y bragueros de baldados y hasta observo entre las colgaduras el pecho de cera de una operada de cáncer de mamá.

Uno a la fuerza tiene que creer en los milagros que “si non la vida non vale pa nada”, me dice una paisana de cerca de ochenta años y que viene subiendo al monte santo desde niña.

Montarés es para los cudillerenses el monte Horeb donde Jehová le dio a Moisés las Tablas, el monte Moria o el Carmelo, el monte de las Bienaventuranzas o el Tabor donde se transfiguró Cristo Salvador patrono de Oviedo y cuya fiesta ayer celebrábamos.

Es posible que antes de nuestra Era ya los astures veneraran en este lugar a la diosa Volutia la que les mandaba estar callados como en misa. Chist… en las iglesias hay que estar callados como en misa, y puede que también a Dionisios.

La fiesta se compadece con reminiscencias paganas. Empina el codo la muchachada, son jóvenes, hacen bien y una vez al año no hace daño. El señor cura no baila porque tiene corona, baile, señor cura baile que Dios todo lo perdona. Estos cantares así como el gusto por las libaciones báquicas evidencian un aire de relajo pero que siga la fiesta.

Sin embargo ya no hay peleas ni navajazos, como antaño, por una moza, por una mirada de través o por un simple pisotón que entonces se armaba la de Dios y las peleas eran homéricas (consultar de nuevo a don Armando Palacio Valdés). Algo progresamos.

Uno de los cofrades va repartiendo azumbres y herradas de tintorro. Observo que algunas chicas beben a morro aunque sin ganas. Como si honrar a la Abuela de Jesús fuese una obligación avalada por tradición milenaria. Cantemos a Baco sus alabanzas.

Toda España es una fiesta de Virgen a Virgen esto es desde el Carmen hasta la Asunta, del 15 de julio al 15 de agosto y entre medias, la Virgen Blanca cuando baja hasta Vitoria el aldeano Celedonio con su paraguas.

Bulle medio país a pesar de la crisis con el toletole de las verbenas las ruedas de tiro al plato, los tiovivos, los caballitos, las pistas de coches eléctricos o las carreras de saco sin que falten encierros y corridas de toros. Por San Fermín siete de julio los navarros lanzan el primer chupinazo y sigue la fiesta por todo el verano.

Creo que estas ganas de vivir y el dinamismo característico al mocerío hispano es una prueba de la superioridad del catolicismo sobre sus religiones hermanas. En el Islam el vino está prohibido. El Talmud veda el acceso de los judíos a las bebidas fermentadas excepto una vez al año. Entre nosotros que bebemos lo que nos legó Noé y nos deleitamos con la sidra que no quiso probar el Bautista como buen nazareno, cuando se tercie, nos podrán llamar borrachos pero somos más tolerantes y humanos.

Además el vino es sangre de Cristo.  Y eso lo saben bien los ingleses entusiastas secuaces de Dionisios el dios oscuro traidor y jovial y no hay más que darse una vuelta por Mallorca. Cómo soplan esos tíos hasta caer redondos.

Ello tiene una explicación: de los sacramentos sólo admiten dos el bautismo y el Supper of the Lord aunque sin transustanciación. Así y todo son un pueblo de lo más eucarístico. El vino de la cena del Señor es uno de los 48 Artículos de la Fe según la reforma protestante que mandó practicar la Reina Virgen a fines del siglo XVI.

Este articulista que también pasó diez años de su vida en Reino Unido da testimonio de esta pasión por las bebidas espiritosas y por la gran devoción que siempre tuvieron los ingleses hacia la Abuela de Cristo.

Una bula del papa Calisto III de junio de 1426 estableció el Día de Santa Ana como fiesta nacional en Inglaterra. No se trabajaba y ese día se organizaban peregrinaciones a la catedral de Lincoln donde se venera una imagen milagrosa de la Madre de Santa María. Su devoción fue difundida por san Hugo y los agustinos recoletos a través de las Islas Británicas.

Es una tradición que se remonta a la alta edad media y tiene relación con la mujer como ama de casa que pare los hijos cuida al marido y ordena el hogar. Administra. Mulierem fortem quis inveniet

Por más que las citas a esta buena mujer cuyo nombre en hebreo signifique la “llena de gracia”, sean mínimas en la Escritura, la escasez de datos biográficos se remplaza, como acontece, con el fervor de la fe y los sueños del corazón que acarician el mito soteriológico, en demanda de la intercesión divina ante nuestras necesidades.

En España es un culto que se relaciona con el de hiperdulía y con el  culto miguelino, el más antiguo en Occidente. En mi pueblo, Sacramenia, hay una iglesia románica dedicada a su advocación que se emplaza en lo alto de un cerro. El de Santa Ana.

Toda aquella zona fue repoblada por asturianos, de acuerdo con el Fuero de Avilés, y es posible que este culto estuviera muy arraigado en el pueblo visigodo.

En los barcos de nuestra escuadra siempre acompañaba a la imagen de Nuestra Señora otra de su madre y un galeón que salvó del naufragio de la Invencible se llamaba el “San Ana”. Seguramente que los pixuetos buenos mareantes sintieran hacia la santita de Montarés una especial veneración en la creencia de que ella siempre les acompañaba al surcar las olas y les devolvía a puerto seguro.

El 26 de julio del año que viene, si dios me da vida, volveré a ascender la cumbre de Montarés. A besar su manto de airosos caireles, porque la imagen siempre fue muy prestosa y atalajada, pasarme las cadenas, y poner una vela por la paz de España, por mis hijos por mi mujer. Y a todos paz y bien. De hoy en un año.  

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