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martes, 17 de marzo de 2015

JESUITAS


JESUITAS ODIADOS Y TEMIDOS. EL VATICANO REBELIÓN EN LA GRANJA

Papa negro papa blanco. Al papa blanco lo portaban en la silla gestatoria. El negro era el que manipulaba los hilos desde la sombra de su austera celda del Iesu la casa madre de la compañía. ¿Quién mandaba más? El cuervo. El otro en muchos casos era un mindundi preso entre las garras de la curia, era la blanca paloma, a veces no tanto, como fue el caso de Alejandro VI un Borja valenciano que decía de los españoles “donde posan el pie estos cabrones no vuelve a crecer la hierba pues son de la estirpe de Atila, chiquets” y al proferir tal aserto cumplía el aserto de que donde hay un inglés se hará lenguas de su patria británica, un francés cantará la marsellesa y dirá que nada mejor que la Francia,  un alemán se enorgullecerá de su patria (heimat), el hogar, mientras un español dirá pestes de su propio país. No pasa nada y que nadie se escandalice de las letras que voy a poner aquí. Yo también fui jesuita y me prepararon para el Rusicum, sentía la vocación de ir a predicar a Rusia y ahora es precisamente Rusia la que que me evangeliza a mí, me enseña a ser paciente, no desesperar y confiar en el gran Corazón Sacramentado que viva y de todos sea amado. Jesus hominum Salvator sí pero Cristo nada tiene que ver con las maldades, pufos, maniobras dilatorias e intrigas, conspiraciones, corrupciones y maldades de algunos jerarcas de la Iglesia. Está por encima de las bajezas del pecado y ello no es óbice a mi fe católica apuntalada por el ritual ortodoxo que tanto sufre en estos momentos. El Corazón de Jesús llora lágrimas de sangre.  

“Compañía de JHS ven a reinar – cantábamos- y algunos le daban vuelta a la letra de la canción guerrera profiriendo injurias antijesuitinas “Compañía de Jesús, fuera de aquí”…

Ahora con la entronización de un jeuita argentino del que hablan efusivamente y con fervor los enemigos de la Iglesia mientras muchos curas y obispos andan perplejos y confusos la vieja controversia vuelve a asomar. Los jesuitas fueron expulsados de España por Carlos III en 1767, de Francia un poco antes al igual que de Portugal y de Malta. Clemente XIV suprimió la orden por esas fechas siendo restaurada en 1814 por un breve de Pio VII. Los jesuitas en España nunca tuvieron buen cartel. Siempre se arrimón al lado de los poderosos. Eran los que mandaban mediante el confesionario y sus prestigiosos colegios para la formación de la juventud durante el reinado de Felipe IV. Se les acusó de ser los responsables de la decadencia española, de intrigantes, hipócritas y regicidas. Fuer el padre Mariana el que lanzó la teoría de que no es pecado matar al tirano. Por otro lado, controlaron el negocio de esclavos en Brasil y de administrar a su modo evitando las interferencias de los ordinarios del lugar donde actuaban yendo a su bola.

El cuarto voto le libraba de obedecer a los obispos. Una orden fundada por un vasco tuvo a gala actuar contra la monarquía española. Los ejercicios ignacianos predicaban las dos banderas: la del rey eternal y la del rey temporal. Eso en teoría porque en la práctica su adhesión clara por aquello de que el fin justifica los medios – Iñigo había estudiado a Maquiavelo- preponderaba del lado de los poderes seculares. “Un ojo en el cielo y otro en el suelo” que decía el segundo prepósito general el padre Laínez quien fue rector de una de las primeras casas de la compañía en Segovia hoy seminario. Atesoraron inmensas riquezas y todo el arte barroco es de cuño jesuítico profesando la vieja enseñanza del Talmud de que el oro compra la libertad y es el mejor salvoconducto.

Otro escándalo que les atribuyen los historiadores es el  de la democión del obispo de Puebla en México don Juan de Palafox y Mendoza apóstol de Nueva España. Resulta casi un milagro analizar a estas alturas entender el cómo cuando y en donde pudieron ser bautizados millones de indios, sin embargo los padres jesuitas en rebelión con sus formas de apostolado quisieron matar al mitrado y no cejaron hasta que lo expulsaron de su sede. Tuvo que regresar a España donde lo desterraron como titular de la mitra de Osma donde murió al poco tiempo. Su proceso de canonización se incoa al mismo tiempo a finales del XVII junto con el de su benefactora la monja que pedía por él y que dicen que en un maravilloso caso de bilocación predicaba a los aztecas sin haberse movido de su convento, sor María de Agreda, la mística doctora que se carteaba con el rey Felipe IV y al que recriminaba por su salaz conducta. Sin embargo Palafox solo sería proclamado beato después de ríos de tinta y del correr del dinero (en Roma el que paga avanza y vencen dificultades) hasta 2011.

A sor María no la canonizaron. No deja de extrañar que esto de las canonizaciones parezca con frecuencia el cuento de nunca acabar.

Si la beatificación del padre Palafox tardó más de trescientos años, la de Carlos Wojtyla en no menos de un lustro. Por la vía rápida y sin miramientos a la polémica vida de este pontífice, haciendo tabla rasas de las animadversiones del procurador o abogado del diablo. Un escándalo más que a mí no me arrebata mi fe en Nuestro Señor Jesucristo pero me hace ponderar lo mucho que valen los criterios humanos que van por otra senda diferente a los caminos de Dios, en definitiva con el papa Pancho parece haber llegado la marabunta. Ya no hay papa negro ni papa blanco. Es uno solo. Un gran cabeza. Se percibe que en el Vaticano y en toda la Iglesia, conmovida hasta los cimientos, un brisa que es zozobra espero que todo sea Ad majorem Dei Gloriam

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