JOSÉ LUIS GUTIERREZ ERA DE LA ESCUELA DE SP
Uuuuuuu. Le llamábamos el Lobo porque en esos momentos tensos que hay en cualquier redacción trataba de distender a la peña imitando el sonido de la muta lobuna. Un ulular por él aprendido de niño cuando manadas de este animal carnicero acechaban los campos de su pueblo Busdongo en la misma raya entre Asturias y León donde era de recibo parar a comprar pan. En Busdongo hay una panadería que cuece hogazas como ruedas de carro.
Hace poco pregunté por él y me dijeron que estaba bien. La noticia del fallecimiento de José Luis Gutiérrez el Guti y también el Lobo nos ha cogido de sorpresa. Era uno de la escuela de SP aquella revista y luego periódico fundado por un falangista valenciano y un hombre de bien Rodrigo Royo que a muchos de nosotros nos enseñó a escribir en libertad.
Sus correligionarios- Rodrigo se marchó a la división azul con 17 años- le hicieron el vacío.
Los tecnócratas y banqueros le negaron el pan y la sal y el Opus le cerró el periódico pero el de Alcira, espiritu generoso, nos dio cobijo a toda una generación de profesionales de la pre-democracia entre los que figuraron Máximo, Luis Ángel de la Viuda, Homero Valencia, Vázquez, Andrés Kramer, Félix Ortega, Juan Carlos Perreta, Miguel Ángel Gozalo y su primo Santos Gozalo quien para mí sigue siendo uno de los más brillantes por su pasión por la verdad y el amor al dato caiga quien caiga y a pesar de que no quiera nunca brillar en los salones. Santos mantiene la llama del fuego sagrado siguiendo los pasos del Maestro de Alcira que concebía esta profesión tan sublime y canallesca a la par donde hay que atravesar muchos desiertos y vivir noches de cuchillos largos como un servicio público.
Así nació SP con vocación de servicio en el afán de huida de toda manipulación vicaria. Éramos todos aquellos jóvenes – miro hacia atrás y se me empaña la mirada de melancolía y ruedan por mis mejillas alguna lágrima de arrepentimiento, éramos demasiado ingenuos porque creíamos en los reyes magos y el mundo es como es y la condición humana poco mejorable- muy de izquierdas. José Antonio y sobre todo Onesimo en sus libros y en sus verdades o en medias verdades constituían la horma de nuestro zapato, como era mi caso, pues ideológicamente soy poco evolutivo, me releo y lo que decía hace cincuenta años lo sigo diciendo cuando aquí medraron los camándulas y los chaqueteros.
Rodrigo Royo no le ponía el veto a nadie. Gaziño un gaditano con los dientes de conejo llegaba a la redacción de Santiago Cordero con el libro de Mao bajo el brazo. Estaba de moda ser maoísta por entonces porque el comunismo soviético se les había quedado a muchos pequeño y este era el caso del Lobo , otro maoísta como Jiménez Lozanitos, lo que no fue óbice a que encauzase su carrera profesional hacia predios más asendereados y lucrativos a la sombra de la higuera del gran cofrade.
La primera vez que lo vi fue en la vieja facultad de San Bernardo. Había ido yo a ver las notas de los exámenes de septiembre pues se examinaba mi hermano Javi – yo había acabado la carrera hacía bastante tiempo- cuando se presentó un tipo moreno alto de casi dos metros y con barba, esgrimiendo unas notables gafas de sol Ryban, las que lucía Robert Redford. Estaba en la lista y al ver su nombre en las actas de aprobado José Luis Gutiérrez… apto prorrumpió en un grito triunfal…uuuuuu, formidable vozarrón que resonó por el claustro. No se me olvidaría aquella tarde de otoño, pensé que en el periodismo había gente que venía pegando fuerte. Ya soy periodista. Uuuuuu. Era aquel clamor algo que representaba al aurrresku o al Ijujú de las montañas de León. José Luis venía de concluir su jornada laboral como fresador. Su orgullo máximo el ser autodidacta. Fue a la merluza a Gran Sol, trabajó de picador en las minas del Bierzo y luego aquel vozarrón de vaqueiro. Pensé que era una mala bestia y la verdad que las pocas veces que lo traté me pareció algo chulo, con un cierto complejo.
La segunda vez fue en el año 80 en el aeropuerto Kennedy. Estaba yo a punto de embarcar en el avión de regreso a España después de cerrar la corresponsalía en Nueva York al quedar disuelta o vendida y malparada la prensa del Movimiento. Yo me sentía un poco derrotado. El Guti al verme me reconoció porque era amigo de mi hermano. En aquel momento de trñansito iba acompañado de una rubia despampanante que debía de ser de la CIA.
Se me ocurrió y en mala hora lo haría objetar que nuestro infortunio profesional se debía al amigo norteamericano. Iban a pasar el rodillo por todos nosotros. La rubia me miró con ojos muy fieros pero yo le dije que el espiritu de SP era de urdimbre libertaria. Habían cerrado la prensa del movimiento de la misma forma que luego cerrarían SP Y después el propio DIARIO 16 del que era director, y eso bien que le debió doler pues no se lo esperaba del amigo americano.
Afortunadamente, para él José Luis Gutiérrez fue de los que supo subirse al carro de los vencedores. Fue director de Cambio 16 y luego tenía una columna en el Mundo bajo la firma de Erasmo. Era un hombre brillante, muy leído y estudioso, aunque para mí gusto nunca llegó a la categoría del gran periodismo de altura que pusieron en órbita Félix Ortega o Manolo Velasco.
Conservaba el candor y el entusiasmo de sus años adolescentes. Para ganarle la partida al Islam lo que tenemos que hacer los españoles es tener muchos hijos, le escuché decir en una tertulia de radio. Gran verdad. Se había formado, según creo, en el seminario de su diócesis donde cursó Humanidades como la mayor parte de la pleyade de escritores que ha dado León y que van desde Merino hasta Luis del Olmo pasando por Magín Revillo, Pepe Cavero y Jesús Torbado quien para mí es el gran escritor que nos representa a los de SP a los inconformistas de la generación de mayo de 1968. Otro que se va José Luis Gutiérrez el Lobo. Hoy me toca escribir tu necrológica entre la tristeza y la autosatisfacción de sentirme superviviente de mí mismo y de todo aquello. Goodbye to all that. Que la tierra te sea leve, chaval
22/05/2012 8:41