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martes, 29 de noviembre de 2011

LA GRAN MÍSTICA ESPAÑOLA

Un místico de Alcalá fr. Dionisio Vázquez




Contamos los españoles con la literatura religiosa más rica y variada del mundo desde la guía de pecadores del p. granada hasta el Audi filia de del beato Ávila. En el siglo XVI una profesión lucrativa era la de copista. Al pie del pulpito unos pendolitas transcribían los sermones del predicador de turno luego se editaban y vendían a buen precio. Dominicos y agustinos se dedicaban a dar misiones por los pueblos. Eran religiosos conspicuos por la oratoria sagrada que era hasta hace poco un género literario. Fray Luis de Grenada y fray Luis de león eran dos oradores resonantes bajo el tornavoz del pulpito de la catedral de salamanca. Tomás de Villanueva, fr. Bartolomé carranza, el padre farfán, pedro castro Velarde y el propio fray Dionisio Vázquez.

Éste era un agustino que perteneció a los claustrales del convento de dicha orden en Toledo. Sus sermones le gustaban mucho al emperador Carlos quinto. Tenía facultades una voz viril y penetrante un gesto comedido y exacto. El año 1479 fue elegido para la cátedra de teología de Alcalá. Había nacido en 1479 y tomó el cordón de loa OSA.

En el siglo xvi hasta las verduleras entendían teología. Dos circunstancias avalan el supuesto: los conversos que llegaron al bautismo con un profundo conocimiento bíblico. En segundo lugar, la fuerza de la iglesia española como poder. Los monasterios estaban poblados y la preocupación por las cosas de dios a la sazón ganaba un predicamento que hoy sólo tienen la economía y la política. Se procesionaba, se predicaba y por todas las partes surgían prédicas acerca del fin del mundo. Hombres como san juan de Ávila el apóstol de Andalucía iban por los pueblos predicando la palabra de dios seguidos por multitudes y es que la religión impregnaba todos los estamentos de la vida pública.

Dionisio Vázquez nació en 1479 en Toledo y vivió uno de los tiempos más interesantes de la historia española el fin de los reinos de taifas y el nacimiento de la unidad española que llegó como todos los partos entre dolores. Fue una época en que los sermones tenían un tinte apocalíptico y fueron estos frailes iluminados que años adelante se convertirían en los iluminati y en los deixado. Vázquez formará bando con este tipo de predicadores comuneros que se oponían al emperador. Desde el púlpito predicaban estos frailes gritando como energúmenos que Carlos V era el anticristo y que su capellán el canónigo Adriano de Utrecht que luego subiría a la cátedra de san pedro era el sacristán del diablo. Fueron tiempos convulsos. Castilla se desangraba en la incertidumbre de la crisis económica cuando la edad media tocaba y era importante la confusión religiosa. Derrotados los comuneros en Villamar y habiendo subido al cadalso los tres cabecillas de las comunidades padilla, bravo y Maldonado, el agustino se subió al carro de los vencedores lo que le permitió granjearse la admiración de cesar y conseguir la cátedra de escritura en la universidad de Alcalá. Allí tuvo fama de santo. Sus sermones hacían llorar a las audiencias. Los pecadores arrepentidos suplicaban a gritos confesión y el propio Carlos quinto se daba golpes de pecho. Tal era la vehemencia de su discurso. Cuando vino a España el cardenal Siliceo para tomar posesión de la mitra primada de Toledo el padre Vázquez celebró los triduos de acción de gracias. Sus incondicionales aseguraban que había sido galardonado con dones del espiritu santo como era la introspección de conciencias y la profecía. – escribe don pedro Sainz Rodríguez- alegando que en sus sermones fustigaba la corrupción de costumbres, la rufianería, las soberbias y tacañerías de los logreros de la corte. Algunos de los sermones preludiaban el estilo tronitonante de Bossuet que pasa por ser el primer orador católico. Los practicantes de aquel misticismo a lo sublime añoraban la luz del Tabor. Salieron a la búsqueda de la carne glorificada, mortificando el cuerpo con intensas penitencias como Pedro de Alcántara, de la familia de los Barrantes, un cacereño que parecía a decir de santa Teresa hecho de raíces de árboles. Al parecer triunfaba el Cristo entre nosotros y el ideal de vida o camino de perfección mediante la vía purgativa, iluminativa, unitiva o el desdén de todo lo mundano que propone el Evangelio era una constante en aquella sociedad creyente. Sin embargo, si el espíritu está pronto, la carne es flaca. Se producen aberraciones y descarrilamientos en aquel fervor. La otra cara de la moneda es la picaresca que era otra forma de desasimiento y desprecio del mundanal ruido. A través de los estudios de los grandes relatos del género “Mateo Alemán”, del “Lazarillo” y del “Buscón” la erudición de este género literario tan español demuestra un paralelismo singular con la literatura religiosa. Los místicos son pícaros de Dios, unos marginados, unos desenganchados de las pompas y vanidades y aceptan la muerte con el mismo senequismo con el que Lázaro de Tormes acepta ir forzado a Cartagena por sus fechorías y remar en la fraternidad de los atunes. Es una suerte de cinismo o senequismo espiritual. El padre de Pablillos el protagonista del gran Tacaño es ajusticiado en Segovia y la descripción de aquel auto da ocasión a Quevedo para escribir una de las páginas mejores de su libro. El ex verdugo y ahora reo marcha ufano subido en una mula cara atrás y portando la coroza saludando a las mujeres que se asomaban al balcón. Dice el autor que “subió a la cabalgudara de un brinco” muy airoso y animoso como el que se dispone a realizar un largo viaje. Camino del calvario saluda a la afición y al subir la escalera encontrando roto uno de los peldaños le dice al alguacil que a ver si llaman al carpintero que lo reparen para otro. Santa teresa de jesús afrontó la hora postrera con igual dignidad hoy lo llamarían cinismo. La santa se despedía de sus monjas haciéndoles toda clase de recomendaciones y advirtiéndola que se sentía feliz de ir al encuentro del esposo. La sorna y familiaridad o el desparpajo con que aquellos iluminados hablan de las cosas de Dios es la misma con que mateo alemán o la pícara Justina refieren impávidos sus aventuras y desdichas. Sólo que mientras los picaros iban a galeras o a la horca los místicos entraban en el convento. Los monasterios, beaterios y cenobios estaban llenos pero también las mancebías, los cuarteles y las cárceles. En muchas ciudades de España queda el recuerdo de ciertos lugares de encuentro de la picaresca. El rollo de León, el Azoquejo segoviano por donde andaban los perailes, las gradas de San Felipe y la puerta de Guadalajara en Madrid, el perchel malagueño, Zocodover tolena y el potro cordobés punto de reunión de los agujeros pues vendían agujas y leznas los rapabolsas. Unos y otros hacían profesión pública de su fe católica porque ser tratado de hereje o de converso era uno de los mayores escarnios para cualquier español. El público parecía conocer bien la Biblia. Por eso gustaba de la representación alegórica de los autos sacramentales. Se pagaban diezmos y primicias. La iglesia era rica pero generosa. Muchos menesterosos sobrevivieron gracias a la caridad monástica y a la sopa boba de los conventos. Con la barriga vacía no era posible aguantar a pie enjuto aquellos sermones de larga duración que largaba el padre Vázquez en alguno de los treinta templos o ermitas censados a la sazón en Alcalá. El número tan abultado el de Sevilla donde se contaban 1200 pero entre tabernas, casas a la llana y timbas casi 4000. Córdoba tampoco le iba a la zaga y ahí tenemos a Góngora lamentando el poco interés de sus paisanos por la cultura

Córdoba ciudad bravía

Más de mil tabernas

Y una sola librería

Los misioneros no paraban de hablar de las penas del infierno pero sus audiencias se arrepentían de momento y volvían luego a las

andadas tomando el consejo de san Agustín al revés: Pecca fortiter. En las comedias de capa y espada estalla el grito de algún espadachín pidiendo confesión.

Fray Dionisio fue un exaltado propagandista de la reforma de costumbres en aquel siglo decimosexto que es conocido por los historiadores como el siglo del amor y de la briba. Ancha es Castilla. El apetito desordenado de los europeos sumidos en guerras religiosas y de debacles trajo como consecuencia enfermedades desconocidas como la sífilis. En las piezas oratorias del agustino de Alcalá resuenan como timbales las invectivas que dirigía a sus audiencias pecadoras. Este campeón de la moralidad pública al igual que San Juan de Ávila pasaron como un reguero de pólvora por los campos de Castilla y Andalucía. Dos siglos antes lo había hecho en Valencia Vicente Ferrer. Iréis al infierno les dice a los rufianes. Os amarrarán blanca los diablos y os tendrán la eternidad entera en el tormento. Volved todos al buen camino. Convertimini. Metanoite. Se escuchaba susurros y suspiros o gimoteos por las tres naves de la iglesia abarrotada y a oscuras. Sólo delante de la grada del altar un crucifijo colocado sobre una mesa aparecía iluminado por dos velones. Era un buen recurso para hablar de las penas del infierno. Eran tiempos recios. Los escrituristas conversos hablaban de la llegada del Anticristo y hasta lo describirían con pelos y señales. Nacido de mujer vil, la barba rala y el mentón saliente los ojos turnos la voz potente para seducir a muchos. Se haría pasar por el Mejías. España se perdería con una nueva invasión del Sarraceno, habría una gran corrupción entere los clérigos, entre las familias cundiría el terror y el desarreglo los hombres se tornarían mujeres y las mujeres hombres y todos batallarían en guerras dilatadas. El hermano contra el hermano el padre contra el hijo la esposa contra el marido. Pese a las apariencias era el hijo de una puta que fue concebido en el ayuntamiento de una yegua y un centauro. Se produciría esa involución a las que se refieren los autores que explican el milenio igualitario. Uno lee las profecías o pseudo profecías de san Isidoro, de san Gervasio y de un tal Gervasio de Ayora que fue rabino veinte años en Osma y se metió a franciscano y los pronósticos formulados tienen tanta vigencia que diríase que no estaban formuladas contra el emperador Carlos V de las revueltas de las comunidades y diríase que se estaba refiriendo a los tiempos actuales. Es lo malo del profetismo que la historia no es más que una Apocalipsis. Perpetum movile. Cambió constante. Pero aterrorizan y dan que pensar. Los justos aparentemente pierden y son perseguidos por la legalidad vigente que es lo que les ocurrió a aquellos pobres desarrapados comuneros. El cordel siempre se rompe por el lado más débil.

domingo, 27 de noviembre de 201

miércoles, 23 de noviembre de 2011

IDUS DE NOVIEMBRE

CATALUÑA Y SARKOZY ¿UN NUEVO RICHELIEU?

Con el mal y con el bien a los tuyos ten, reza un viejo adagio catalán. Voy a votar en una jornada tan triste como el 20 de noviembre, luctuosa fecha para muchos españoles, pero los muertos quieren hoy vestirse de azul en menoscabo del rojo; el colegio electoral semivacío, alegra el triste lugar la bella Francisca, ojala todos los funcionarios fueran igual que ella, regreso por una calella alfombrada de hojarasca.
Esparcidos los zurrones abren como si fueran paxarinos saltando de un nido las castañas caídas del ramaje entre el narvaso, una manta de  amor que calienta el suelo desnudo, resuenan mis pisadas como caricias de la diosa Betulia que tuvo altar por estos montes.
 Otoño es la estación del espolio. Todo desnudo. Nuestros sueños asimismo se desfolian. Los robles al lado de la senda se desnudan los manzanos se quitan el camisón y el cerezo se queda in púribus en medio del prau de la cuesta.  Por aquí debió de andar Clarín y se inspiró en estos parajes para redactar el mejor cuento del idioma Adiós cordera cuya relectura siempre me hizo llorar añorando  viejos amores.
Todo se desnuda y también se desnuda mi corazón. Voto a bríos y voto por España, insaculando mi papeleta en una urna verija. Votar tiene algo erótico, pero una congoja como un mal presentimiento me atenaza. Es como una corazonada. Salimos de Málaga y entramos en Malagón.
 Rajoy es un nombre que recuerda un topónimo infausto en nuestros anales: Rocroi la batalla  perdida ante las huestes de Enrique IV aquel hugonote encubierto el que dijo lo de Paris bien vale una misa, que señala el principio del fin del imperio Augsburgo. En Flandes empezó a ponerse el sol. Al doblar del camino vi una sombra vagar con todos los arreos y capisayos de un gran cardenal. ¿Será Richelieu? ¿Será Mazarino? Me es igual. Los mismísimos perros con otros collares azuzando a los bosh  catalanes que Sarkozy juega a la grandeur y tiene con la Merkel la llave de Europa para sellar nuestros destinos. El Bundestag parece una gran sinagoga. ¿Bundestag o Reichstag? para el caso son lo mismo, desde allí se formulan los ukasse los diktat  del euro y el españolito  de a pie habla de la  prima  y de la deuda soberana. Lenguaje críptico sólo apto para iniciados. Regresaron los nomos de Zúrich de los que escribía yo en mis viejas crónicas desde Wall Street. No entendí nunca esta jerga financiera de iniciados.
 Los dos cardenales  franceses, los dos validos de Su Cristianísima tenían la nariz afilada napias inconfundibles de una raza. Zarkossy tiene también un pabellón delantero bastante considerable.  Erase un hombre a una nariz pegado.
No estuve tomando culines  hoy en la sidrería ni he bebido más de la cuenta pero ese tonsurado de ahí puede ser el culiebre que se esconde en los viales del bosque haciendo que los caminantes vean visiones cuando cruzan un bosque asturiano.  Moros en la costa y fantasmas a la vista. Arredro vayas.
No es una alucinación. Sencillamente es que estoy empapado de historia de España y sé lo que supuso aquella década tristísima la que va desde 1540. El Rey poeta el cuarto de los Felipes tan denostado y muchos se olvidan que fue el monarca de las Meninas, de los sueños de Quevedo, de las letrillas de Góngora y de los autos de Calderón, tuvo el coraje de salir a campaña, su presencia ayudó a tomar Lérida. Claro que era un Austria y el Borbón de hoy está missing con un ojo morado. ¿Se pegó con una puerta o cogió una cogorza? Todo un Borbón.
 A la noche enchufo la tele. Ha ganado Rajoy sí por mayoría pero en Vascongada cierran el puño y cantan el Aberri Eguna y en Barcelona se lían a cantar los nacionalistas de Mas, de Duarte Lérida con su cabeza de polla y  Don Jorge que cada día me recuerda más a un botijo Els Segaors. Alguien está tocando el tantán. Todo parecía atado y bien atado, apalabrado y amarrado antes de estas idus noviembre. Entonces ¿para qué ir a votar? Cosas de esta democracia que tiene algo de despotismo ilustrado vía económica.
 Mis ojos se abren como puños y mi mente retorna a aquel día del Corpus de 1640 cuando lo de la venganza catalana. Las turbas azuzadas por un canónigo de Tortosa se alzaron en armas contra las tropas de Felipe IV que habían ido a combatir la usurpación por los franceses del Rosellón. Fue una revolución con hoces garios horcas y hasta zoquetas exhibían los sublevados al son de consignas antiespañolas. Mataron al virrey Santa Coloma y a los cabos y sargentos de los tercios viejos que encontraron al paso les segaron la cabeza.
Melo un portugués encuadrado en el tercio Moles cuenta en un libro muy circunstanciado e imparcial la crónica de aquellos sucesos. Los catalanes se negaban a pagar los impuestos- siempre la pela- que les reclamaba la corona para hacer frente a los gastos ocasionados por las campañas militares.
El conde duque de Olivares que con todo lo que dijera don Gregorio Marañón era un hombre de estado y un gran político se mostró dispuesto a parlamentar y a garantizar una demora en la recaudación de las tasas de la leña y el vino pero la penuria y la bancarrota se hizo angustiosa.
 Aquel año había azotado Castilla la sequía y a Triana no habían venido los galeones de la flota. Una tempestad y la acción de los corsarios ingleses echó a pique algunos barcos. Los que se libraron del naufragio cayeron en manos de los filibusteros. Dicha circunstancia dio lugar a una larga guerra fratricida de dos lustros de duración. El virrey castellano fue sustituido por un virrey francés y cundió el descontento entre la población del principado.  La pecorea, las exacciones, la fuerza contra mujeres, el pillaje y la quema de pueblos a cargo de la soldadesca gala fue mucho más temible que la de la que pudieron practicar los Tercios Viejos que se cobraron en carne las pagas que no llegaban.
Por eso para bien o para mal con los tuyos. Aquel ominoso año de 164 el día de la Concepción, casi a los seis meses justos de aquella amarga fiesta del Corpus catalán, se sublevó Portugal.
 Franceses e ingleses apoyaron a l duque de Braganza y Lisboa y Madrid al cabo de más de ochenta años de unión quedaron disgregados para siempre. Cataluña volvió sumisa y desengañada al redil de la unidad nacional tras la paz de Westfalia, al cabo de mucha sangre fratricida derramada. Ojo, la antiespaña anda de nuevo al apostadero y han vuelto a resurgir los Cien Mil Hijos de San Luis, las veleidades del Corso,   ya que los  secuaces seguidores del del inicuo cardenal Richelieu y del papa Urbano VIII han vuelto a blandir el hacha de la guerra sobre nuestras españolas cabezas. Mas, Duran Lleida y Puchol parecen los hijos póstumos de aquellos hijos hornecinos de la Flor de Lis. Por eso me salieron a mí en la noche al camino unos  fantasmas cuadrilleros. Claro era  20n.

viernes, 18 de noviembre de 2011

de la grandeza de un cacharro muy querido a los españoles de antaño

BOTIJOS




Llega el otoño. Habrá que guardar los botijos en la alacena de abajo mientras canto a lo zamarro aquella copla oída en la niñez: “ya se va mi botijero… y solita me quedé… dejome su mejor botijo y de lágrimas lo llené”

De buticula # vasija, en latín. Es otro gran invento de los romanos que apagó la sed de los siglos. Venían los botijeros al atardecer con sus burros empavesados de borlas de colores y artolas cimbreantes. Acampaban en la plaza y aguardaban la llegada de las mujeres compradoras. Había que ir a llenarlo a la fuente por orden del abuelo y ay de ti si lo cascabas al tropezar en una piedra del camino. Para ese aliciente también había una monserga: Marcelino fue a por vino, rompió el jarro en el camino, pobre jarro pobre vino pobre culo de Marcelino. Romper un botijo para aquellas menguadas economías familiares de los pueblos de la posguerra era todo un drama. Los botijeros hablaban con acento extremeño. Venían de Salvatierra de los Barros.

Un buen trago de aquellos botijos cuando ibas a trillar y el abuelo lo tapaba para enfriar bajo un ropón o su chaqueta resudada era un deleite sublime que jamás podrá ofrecerte el frigorífico.néctar líquido y de regreso de la faena se oía cantar a los segadores coplas en gallego o castellano.

De segar de los secanos ya vienen los segadores

Cubiertos y sin un cuarto

De beber agua de algibe

Toda llana de gusanos

Entonces no había tampoco Coca-Cola y la tónica era desconocida, aunque ya la gente hablaba de cubalibres y de combinaciones como el gin fizz. Lo mejor empero el agua clarita que manaba alto del pitorro. Agua clara que ni emborracha ni endeuda. El botijo era una institución romana. El aguamanil, árabe.

Vamos progresando pero yo paso los ardores de San Lorenzo con un botijo. La cerveza impla, emborracha, no quita la sed y encima deja un clavo que tú no veas. Donde esté una jícara, una jarra, un jarro, un buen porrón talaverano que se quite todo eso. Ya los botijeros de entonces se han ido mundo adelante. Los busco entre mis pasos perdidos.

-No me vengas con alicantinas, Verumtamen

jueves, 17 de noviembre de 2011

UN ABAD A LA ANTIGUA USANZA FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL

En defensa de fray justo Pérez de Urbel




Leo con cierta indignación un poco de incredulidad y cierta melancolía en LNE del domingo 13 de noviembre 2011 la crónica de un tal José Luis garcía Martin en la que cuenta su visita a Silos una gélida mañana de invierno. Por lo visto le habían encargado una biografía sobre fray justo el que fuera abad mitrado del Valle los Caídos al hilo de un libro mártires de la iglesia escrito por cándido gran columnista de ABC ya fallecido y firmado por el abad. Poco antes de morir Cándido dijo que el libro era una fabricación suya y que él hizo de negro para cobrar 25000 pesetas. Bien. El libro fue un regalo de mi madre en las navidades de 1958. Ciertamente las historias me parecieron algo truculentas pero no así los documentos gráficos en que se recogían acciones sacrílegas de los rojos y sobre todo la foto de una niña muerta a los pies de un simulacro de fusilamiento de unos sacerdotes. Es posible que las historias de Cándido fueran una patraña inventada por un amanuense pero las instantáneas no pudieron ser fabricadas ni trucadas. Fray Justo fue un historiador eminente. De su pluma salió el Año Cristiano en el que supera según mi opinión al del padre Croisset que fue traducido nada menos que por el padre Isla el jesuita autor del fray gerundio de campazas. Él fue un monje de los de antes, prevenido en frontera como los de la Edad Media que tuvo que ver con publicaciones del anterior régimen como Flechas y Pelayos. Ya quisieran muchos periodistas y escribidores de los que andan en candelero y dan a la estampa fruslerías y tomos sin gracia, arte ni concierto tener la pluma que tenía el abad de Silos y luego del Valle de los Caídos. Sus conocimientos de la historia de la Iglesia y en particular de la vieja liturgia hispano-romana eran de una gran perspicacia e intuición. Redactada en un castellano sabroso lleno de arcaísmos en los que adivinaba el gran conocimiento del castellano de este gran fraile benito contra el cual se inició a la caída del régimen una feroz persecución. La infamia y la calumnia trataron de echar puñados de barro a su figura. Para gente como yo que amamos a la iglesia y a su liturgia era un paradigma. Desde luego, era un hombre de iglesia a la antigua usanza, nada cursi – atacó con frecuencia a los jesuitas y su espiritual gazmoña y las entradas que realiza en su Año Cristiano acerca de san Ignacio de Loyola en el que encuentra un aire parecido a Mefistófeles son muy dignas de tener en cuenta- un benedictino contemplativo que practican la máxima del ora et labora de san Benito y que proferían aparte del voto de obediencia, castidad y pobreza un cuarto voto el de estabilidad. Es la orden que toma a las comidas un vaso de buen vino que conserva la gran tradición del canto gregoriano. Austeros pero de una espiritualidad relacionada con la oración en común que con el rezo personal. Puede que en los últimos años de su vida no fuera tan austero y hasta puede que llegase a exclaustrase pero su vida personal nada tiene que ver con la inmensa obra por él legada. Varias veces vino a vernos al seminario de Segovia. Me impresionaron su cruz pectoral auricuajada, su inmensa calva y su voz ronca así como su afectuosidad. Cursaba estudios en dicho seminario un latino que decían que era sobrino suyo. Sobrino o hijo personalmente esas habladurías de la gente no estorban un adarme a su amor a la Iglesia y a mí no me incumben, los reitres y claveros solían tener sus coimas. Ya hemos dicho en este blog que el cristianismo integrado por hombres pecadores no es un problema de bragueta. Los mindundis que ahora se meten con él y entre los que figuraba el tal Cándido un ovetense hijo de uno del Frente Popular si estuviera vivo seguro que le iban a besar la mano, a lamerle los zapatos y de paso a pedirle un gran favor. José Luis garcía Martin que por lo visto fue cura dice que al llegar a Silos desistió de su proyecto. Seguramente porque una buena biografía –aquí muchos españoles debían copiar de los memorialistas ingleses- nunca podrá escribirse desde la infamia y el escarnecimiento, sino a partir del ten con ten. Somos todos pecadores. Nadie es del todo bueno ni del todo malo. Pero en nuestros periódicos que ahora se han vuelto charcas de izquierdas – siguen siendo carcas- cunde el prurito de atacar a la Iglesia. En mi Seminario Vacío no hay ataque sino una denuncia de los miedos y de la jerarquía o de los malos curas que han cambiado de chaqueta. Si Franco volviera a ganar ya los tendríamos amonestado a las muyeres y diciendolas que es pecado mortal acudir a la iglesia sin velo o sin mangas. Cosas veredes dijo Agrajes

APOCATÁSTASIS DE SOLOVIEV RUSO PROFÉTICO

Vladimir SOLOVIEV profeta de los tiempos modernos




Noviembre mes de difuntos. Se han muerto dos amigos. La relectura de Vladimir Soloviev me ayuda a olvidarme de mis tristezas terrenales y a mirar a lo alto en la esperanza de la resurrección. Como buen ruso este autor místico, filosofo, poeta y gran teólogo, muy contradictorio pero lleno de ideas originales propias de un genio es un entusiasta de la resurrección y hace a sus lectores a mirar para arriba no hacia abajo ni a los lados ni para el suelo sino que eleva sus ojos hacia Dios, el dios cristiano y anunció algo que está pasando o ha pasado en la actualidad. Mirada de águila ojos proféticos. Cuando escribió su gran obra Rusia y la iglesia universal un libro denso que tuvo que publicar en Croacia ya que en su propia patria fue muy perseguido e incomprendido poco antes del asesinato del zar muchos consideraron que sus adivinanzas fueron fallidas pues lo que vino no fue la santa Rusia sino la revolución bolchevique, el cataclismo de la segunda guerra mundial en la cual perecieron 27 millones de hombres. Habla del surgimiento de una tercera Roma en Moscú. A mi juicio ese movimiento se inicia en 1989 con la caída de la URSS y la restauración del cristianismo, un hecho que se produce pese a que a algunos les pueda sonar paradójica con Yeltsin y después con Putin y con Mevdevev. No hay más que darse una vuelta navegando por internet y comprobar los muchos programas religiosos y emisiones que se han originado en Petrogrado y en otras muchas partes de aquel gran pais. Una idea con la que juega el sabio Soloviev es el carácter mesiánico que sienten los rusos y su preocupación por la humanidad. Ese espíritu mesiánico lo tuvo un día Israel por delegación divina. Sin embargo, con la restauración de la globalidad atea y descreída esa tarea descansa sobre el pueblo eslavo. Otra profecía que anuncia en sus libros es el resurgimiento del Islam como religión fuerte, fanática y que se impone por la espada y donde la religión y la política van íntimamente unidas. Mahoma predicó la fuerza del número – léase democracia- y la poca importancia que tiene el individuo frente a la totalidad del estado. Esta es una derivada de las herejías cristianas que dieron pábulo al Coram que está basado en los monotelitas egipcios que no creen en la independencia de la voluntad del hombre y consideran que todo acto humano está regido por el fatalismo de los árabes. Makfutt todo está escrito y la iconoclastia o la destrucción de las imágenes con la negación de la fenomenalidad divina en la naturaleza. El ser humano y la deidad están en dos planos superpuestos que nunca llegarán a juntarse a diferencia del cristianismo que predica la divinización del hombre. En tan sólo cinco años de yihad o predicación de la guerra santa cayeron los patriarcados más antiguos de la cristiandad: Antioquia, Damasco y Alejandría. En el evangelio dios se abaja para subir hasta dios y en el Corán el creyente está completamente sometido y ha de estar sometido en alma y cuerpo a la voluntad divina. Profundamente ortodoxo en su concepción del mundo sin embargo defiende la primacía del papado y formula algo muy contendible para cualquier creyente ortodoxo que vieron en Roma la gran ramera de Lutero. Fue por esto por lo que fue atacado en San Petersburgo. El Vaticano versus la Sublime Puerta fue el eje sobre gira el contexto de su gran obra tan discutida y discutible.

Vladimir Soloviev que contaba entre su círculo de amigos a Dostoyevsky quien vio en él a uno de sus personajes de los Hermanos Karamazov el padre Aliocha, el iluminado que interroga al Cristo y a pesar de que influyó en otros escritores como Berdiaev tuvo que marcharse al extranjero. Publicó muchas de sus obras en francés. Su destino fue la persecución, el odio, la risa de las gentes, algo que conocen los grandes escritores de raza. Murió en la pobreza a los 48 años. Fue un yurodivi un loco de Cristo un peregrino de la verdad y gran lingüista.

Manejaba el hebreo y el griego, así como el alemán y el francés pero Soloviev al estudiar el mundo bizantino y las confusas y truculentas relaciones entre Roma y la ortodoxia resulta confuso y parece moverse en un laberinto. Acusa a los griegos de ser partidarios de la letra muerta y de un cesaropapismo vacío obviando el hecho de que el catolicismo latino fue una institución merovingia que vincula trono y altar como fuente de todo poder un poder que viene de Dios, y que sus peleas con Constantinopla no llevaron sino a truculencias escandalosas y herejías cristológicas que acabaron en la decadencia que desemboca en los cismas de Focio 860 y de Miguel Cerulario 1054. Todo acabaría con la irrupción otomano en Santa Sofía . En 1452.

Otra vez nos encontramos con los pecados de la iglesia, la soberbia y el afán de dominio por no querer reconocer unos la primacía de la potestas clavium y la inhabilidad pontificia, un asunto muy difícil de digerir para los hombres de buena voluntad y mejor fe para los tiempos que circulan.

Sin embargo predica la unión de la iglesia y el estado una formula instituida por Constantino y que copia la sede apostólica cuando corona el papa san León emperador a Carlomagno la noche de navidad. Haciendo caso omiso de que el cisma se produce en la edad de hierro del papado cuando la papisa Juana y los papas eran asesinados, depuestos y coronados ad limitum por el colegio cardenalicio siguiendo las directrices del populacho y se prolonga hasta las Cruzadas un tiempo en que los cristianos de Occidente no dieron muy buen ejemplo y de ahí su fracaso en la reconquista de los Santos Lugares Lutero y el protestantismo acabó con ese augusto concepto. Soloviev por su parte ignora que fue España la que se batió en Europa por esta idea y trató de implantar el reino de Dios bajo un solo altar y un solo trono en Hispanoamérica. Atisba que esa nueva teocracia surgirá en el siglo XXI al emerger la Tercera Roma que suplante al papado católico y al patriarcado constantinopolitano. Esa teocracia parece muy cuestionable a pesar de lo acontecido el año 89 pues ningún ruso desistiría de la separación de poderes. El estado tiene que estar en armonía con EL Santo Sínodo pero de ahí a una hipóstasis de ambas instituciones sería caminar demasiado lejos y un poco de espaldas a la historia. Pese a todo el autor ruso define a Roma como el catolicismo que ora y labora frente al monaquismo y misticismo griego que sólo reza por miedo a contaminarse con las cuestiones seculares. Ese es la gran diferencia y una de las razones que alega Soloviev en su defensa del papado pese a sus pecados históricos y los malos ejemplos de algunos de sus pontífices. Otra de sus contradicciones y paradojas proféticas es la creencia de que Rusia tiene una misión sublime en el mundo es su pasión por los Viejos Creyentes una secta perseguida y suprimida por Pedro el Grande que en su reforma trató de crear una iglesia estatal con clero greco-bizantino y una organización a la alemana en 1667 que era una institución de inclinaciones democráticas y sin embargo ensalza el pontificado romano de índole totalmente teocrática, cesaropapista, jerárquica precisamente él que atacó sin compasión el cesaropapismo fanairota y su filetismo, aunque no hace ninguna alusión al dominio turco que sometió a su égida a los sucesores de san Juan Crisóstomo . Era a la vez un vostochni y un kostiol o papista consumado y en sus ataques al zar y al Santo Sínodo cayó bajo la vigilancia de la Ojrana u organización secreta zarista.

Sus conocimientos de la iglesia primitiva y del intrincado mundo de Bizancio a través de la patrística y de los estudios bíblicos causan admiración. El primer patriarcado fue instituido en Jerusalén bajo el báculo de Santiago. Cuando se produjo la retirada de las tropas de Vespasiano éste se instauró en Cesárea de Capadocia en Tracia y ya mucho después en Constantinopla cuando el imperio romano se divide en dos mitades y proclama por patrón a san Andrés Protokleto . No hace ninguna referencia al espiritu demócrata de las heptarquías orientales. Las iglesias autocéfalas proclamaban a sus obispos a sus sacerdotes canonizaban a sus mártires y esta urdimbre les ha permitido de conservar la tradición y el rito y han conservado mantener integro el espiritu del monaquismo al no existir entre ellos ordenes religiosas. San pedro no debe estar nunca en contradicción con san Andrés su hermano, deben de complementarse y los tiempos modernos después de los concilios vaticanos han demostrado que el poderío eclesial en manos de una persona sólo ha servido para introducir innovaciones que son motivo de escándalo y de estupor en la propia iglesia romana que cada día se parece más a una ONG sometida a las veleidades de un poder oculto. Es donde patina el gran aparato crítico de este singular raskolniki quien demuestra sus grandes conocimientos teológicos y teosóficos en todos sus escritos. Escribió y publicó doce libros muy abundantes en controversia religiosa algunos de ellos ya muy añejos y superados pero que en todo caso merecen leerse. Su sino al igual que el de los padres orientales (san Dionisio, san Irineo, san Atanasio, san Crisóstomo, Flaviano, Teodoreto el Bienaventurado, san Máximo y san Teodoro Estudita) fue la persecución, el arrinconamiento, la incomprensión ,el martirio. Es la paga que aguarda a los grandes seguidores deL Crucificado. No importa Vladimir Soloviev siguió escribiendo. Su descubrimiento genial dentro de los errores que caben en todo pensamiento humano fue hablar de la apocatástasis (integración universal y la unión de todas las iglesias, dicho de otra manera y a la rusa: el ecumenismo cristiano tan opuesto a esa globalización que a todos nos aflige bajo la tiranía de los bancos y las instituciones financieras que propalarán por la tierra la misma especie que la torre de Babel prometiendo a los humanos un paraíso material en la tierra. Seréis como dioses. Ja ja ja

sábado, 5 de noviembre de 2011

AVE COLOR VINI CLARI

primeros trancos de una novela onlines



EL ESTUDIANTE DE ALCALÁ QUE SE REENCARNÓ EN ARCHIVERO

La impresión que tuve cuando en el año 2009 llegué a Alcalá una madrugada de enero a cumplir  con mi último año de archivero[1] hube la impresión tenaz de que yo había estado allá antes, quizás una vida pretérita, había paseado por aquellas calles, guarecido del sol  y la lluvia bajo los soportales del Calle Real, haber tenido a un físico la bacinilla mientras practicaba una sangría a un paciente de bubas en el hospital de Atarazanas por cuyas crujías iba y venía un postulante cojo que era cojo y calvo y hablaba con ese tonillo de los de Azpeita proflglando su discurso de concordancias vizcaínas, trayendo orinales y pericos, gasas, sanguijuelas y pomadas, con mucha diligencia pero con algún asco pues había tomado el oficio de enfermero como penitencia por los pecados de su vida anterior, que el veterano de las guerras de las comunidades aseguraba haber sido muchos, y por los que lloraba constantemente hasta salirle surcos en las mejillas de los regueros de tanto llanto, inflamado de orgullo humano y  amor divino - yo no lo vi, claro, me lo contaron los que daban ejercicios-, pero cuando lo dicen… Iba el buen donado arrastrando la pata chula que la tenía tiesa  desde que le pegaron un zambombazo en el castillo de Pamplona. Decían que había sido soldado, acérrimo del emperador- y como buen realista nos miraba por encima del hombre a nosotros pobres comuneros- y que estaba allá viviendo de la caridad de unos teatinos aunque se juntaba con alumbrados y gente de dudosa procedencia.
También me había cruzado con otro estudiante  zambo, corto de vista y largo de lengua, el que luego  tendría entre sus dedos la pluma  mejor tajada para contarnos cómo España por defuera y por de dentro con sus versos castellanos, con sus decires, coplas y donaires, en verso  y en  prosa. Éste andaba con los cuadrilleros dando novatadas y cobrando el portazgo a los novatos del convite al banquete nada más ingresar al pupilaje, La Patente, que se dice, y a unos les arrebataban el sombrero a otros les ponían perdida de gapos la capa nueva, o les traían un jarro para darles a beber cerveza y no era cerveza pues  aquella maldita encella había sido utilizada como sillico donde meara toda la cuadrilla a escote, y de hoy en un año; a otras les mandaban echar calle arriba a la pata coja y les lanzaban piedras mientras el cachicán del rey de gallos prorrumpía en estentóreas risotadas:
-¿Ponen las gallinas?
-Creo que sí. Ya es san Antón. La gallina pon y cacarean las pitas por los corrales, que las estoy oyendo, y se está bien al sol.
-De ¿Dónde es vuesa mercé?
-De Carrión de los Condes, señor.
-No me digas señor. Dime coleguita. Y ahora para ver como andas de recursos te vamos a mantear.
-No. No por vida de mi madre.
Protestas inanes. Entre cuatro o cinco trajeron una cortina de paño morado con las que se atapan los altares en tiempos de Pasión y alzaron por los aires al palentino una y otra vez. Lo subían, lo bajaban y hacían como querer dejarlo caer en el santo suelo hasta descoyuntarse como si fuese una manta palentina a la que la doméstica zurra el polvo en el balcón. Uno de los manteadores dominado por el estro profético había leído el futuro y pronosticó la llegada de guerreros por el aire.
-Así volarán algún día los paracas[2].
-Bajarme de aquí fementidos, hideputas.
-No. Bartolo, no aguanta, no seas caguita. Los soldados de Cristo han de soportar todas las pruebas con buen talante.
-No ésta- exclamó el palentino- que voy a vomitar.
 Implacables no se apiadaron de las voces que daba el neófito que no paraba de gimotear y de proferir ayes y de llamar a su madre.
-Ay madrecita mía que mal día amaneció para mí.
-¿Cómo te llamas?
-Teofilo
-Pues Teofilo te vas a acordar del día de san Antón hasta tu graduación cuando vuelvas a tu obispo con tu bonete y tus cartas dimisorias de misacantano.
Poco después corrieron el gallo y hubo otras bromas, muchas jácaras. Decían que el masto lo había traído de Mastrique un luterano con lo que fue mayor el ahínco con que le sacudían estopa al animalito y el enojo con el que le arrancaron el pescuezo aquellos malos cristianos.
-¿Qué hacéis hijos del gran demonio?
-Pues no lo ves. Cortarle la cresta al hereje.
-Al hereje. Al hereje- gritaron todos a coro.
Los estudiantes estaban ya beodos. Puede decirse que al cuadrillero mayor de estas justas que era un teólogo portugués que de allí a poco iría a parar como capellán santiguador a uno de los tercios viejos creyendo que el ave era el que más zurraba al rey de gallos y cabalgó su jumento a los cuatro pies exhibiendo su trofeo chorreando sangre hasta la plaza.
Tan divertidas escenas no las padecí yo, que siempre me suelo hacer el longuis  y escurrir el bulto en tales situaciones de pintar bastos, por vivencia material, aunque sí espiritual. Creo que las había leído en algún libro picaresco o a lo mejor fueron una nefasta experiencia de los estudiantes de latinidad de los que formé parte en la vida que me precedió.
 Iban avanzando las nubes del entrelubricán y remejaban las sombras los campos yertos con alguna claridad. Amanecía dios igual que entonces sobre las riberas del Henares, y la vida tiritaba bajo la helada, se escuchaba el campanil de las clarisas, y en otras muchas iglesias de la población anunciando que ya habían dado cuenta de maitines y laudes. Sobre la cúpula de la catedral de los Santos Niños las cigüeñas complutenses que son las más elegantes y majestuosas de la península ibérica – se las nota en el volar- descabezaban su último sueño con su singular modo de dormir a la pata coja pues la cigüeña según dice el refrán alta vive, alta vuela y en lo alto toca la castañuela.
-Diga usted que sí. Cigüeñas vigilantes del Henares donde las ninfas moran crotorando silogismo. Son la viva imagen de la castidad, la fidelidad y la paciencia.
A Teofilo por fin lo dejaron en paz los tunos y vino a recogerlo una mujer que, movida a piedad, lo llevó a su aposento donde lo lavó, cepilló su capa llena de salivazos e indignidades.
-Hijo, te han vuelto eccehomo. Dichosos muchachos.
El manteado nada dijo pero las caridades de la dueña le hicieron revivir. Fue al arca y extrajo un bodigo de la última cocedura cortó el corrusco  y se lo entregó junto con un dedal de aguardiente. Su desfallecimiento se debía no al manteamiento sino que no había comido en dos días.
Alcalá lo resucitaba de la misma forma que me reencarnó a mí. Pues yo también  volví en la españolísima ciudad a la vida por un complicado proceso de metempsicosis intelectual. Podía ser uno de aquellos estudiantes  y continos que arrastraban la loba sin mangas y flameaban becas al viento multicolores cada uno con el color y la divisa del colegio del que procedían (granate el de los ildefonsos, amarillos los de atarazanas y verdes los de san Marcos, blancos los cistercienses y dominicos. Acabada la cátedra de prima aquel abigarrado mundo de estudiantes era un espectáculo. Teólogos y minoristas usaban sotanas y los canonistas portaban un bonete de tres puntas en la cabeza que entre los jesuitas era bisunto. Poco después de entrar yo al Estudio General los licenciados en Artes empezaron a gastar balandrán cubridero por cima de los hombres y teja (sombrero sin alas que llevaron los clérigos españoles toda la vida).
Como venía aterido y en tren de cercanías no había calefacción, para entrar en calor me arrimé a la barra de una taberna e estaba frente por frente de un gran seminario vacío de traza neogótica. El chigrero un rumano por nombre Ventila salió a servirme. Le pedí un aguardiente de los Carpamos zwuiska de 40 grados.
-Bona zwuiva.
-Buenos días.
Se sorprendió Ventila de mis conocimientos de la lengua románica hablada a orillas del Ponto por los soldados de Trajano que guarda su raíz latina en conjugación con muchos aditamentos eslavos y turcos por lo cual conserva una prosodia endiablada.
-Sé también decir Xristós enviat[3].
-Ahora no es Pascua.
-Si me das otro chupito de ese coñac hablaré no sólo el rumano sino el griego, el búlgaro y hasta el húngaro que no es idioma indoeuropeo.
-Birak[4] - repuso Ventila que era de una región del Danubio frontera con Hungría, frotándose las manos. A la legua se notaba que aquel fondista extranjero no era tan cruel y áspero como los taberneros nacionales gente odiosa y encanallada y que sabía seguir la corriente a los borrachos y aguantarlos. No echarlos a la calle o pegarles.
Sin embargo aquel aguardiente de los Cárpatos tenía poco que ver con aquel vino chirle que nos servían en el refectorio los días de fiesta de guardar y con el que ayunábamos el viernes Santo para refrescar el gañote de nuestros queridos domines cuando andábamos a pupilaje. De mis labios surgieron  cantos de alabanza al dulce néctar traicionero que pasa bien pero luego habrá que mearlo. Entra acariciando Baco en sus dominios y se apodera. Los que sucumben a los falaces halagos de la bebida saben que no hablo a humo de pajas:
Ave color vini clari
Ave sapor sine pari
Tua nos inebriari
Digneris potantia
Oh felix venter ubi intraris
Et felix guttur
Quam rigabis
Oh felix os
Quod lavabis
Oh beata labia[5]
Y a través de aquellas coplas tabernarias en latín surgió el monje giróvago que llevo dentro de mí. Los parroquianos me admiraban por mi capacidad de ingesta y el don de lenguas aunque estaba inspirado más por Baco que la Blanca Paloma. A sus ojos yo era un resucitado, un español que no se parecía a esos otros españoles taciturnos y reconcentrados en sí mismos del siglo XXI que nada tenían que ver con sus predecesores y me deseaban buena madrugada. Buona diminuta. De todas las horas del día era la amanecida la que más me gustaba. Puerta por puerta de la cantina del dacio estaba la iglesia ortodoxa. Celebraban la navidad. Olía a incienso. Un orfeón esparcía por la nave de la antigua católica preces de un maravilloso y concento retando a las preces que decía deprisa un diacono muy gordo desde el antifonal. Prostérneme en tierra y besé los santos íconos y los ecos de la plegaria diaconal me transportaron miraculosamente al sopista con poca fortuna que había sido hará lo menos quinientos años.
Clareaba el día y Alcalá se había transformado. La vía del tren volvía a ser la estrata romana que había sido durante mil años y los regimientos ilustres como el Villaviciosa XIV volvieron a su antiguo ser de los castra romanos donde practicaban los equites las artes desultorias. Recordando que allí estuvo de asiento la Victrix o la invencible con todos sus escuadrones y acies los cuales dieron el relevo a los tercios viejos los que combatieron en Italia y en Flandes. Por el camino pasaban estudiantes. Me sumergí en aquel bullicio juvenil de mozos camino de la docta casa, la universidad recién fundada por Gonzalo de Cisneros. Y aquel gentío buscando las aulas entremezclado con los escuadrones de soldados que salían al campo a ejercitarse en la instrucción de sus armas me recordó la gran verdad de que la pluma y la espada son hermanas y que la lengua va de cómitre con el imperio. No hay vuelta de hoja. Todos llevaban capa corta, un puñal al cinto, y en la otra cadera colgaban del cinto los cartapacios, las pizarritas los plumieres y los recados de escribir. Confundidos entre la multitud se veía a algún catedrático de mucetas coloradas, amarillas o azules según la disciplina que enseñaran, tocados de la orla con plumas de avestruz. La cátedra de prima comenzaba a las ocho de la mañana. Un bedel somnoliento se acercaba al estrado precediendo al profesor batía sus palmas y formulariamente rezaba una oración luego de lo cual abría las puertas del aula y exclamando en voz alta Propinquate, alumni, lectio incipit se dirigía a los estudiantes y luego al facultativo: magíster, aperta est cátedra . Los pupilos llenaban el aula. Por falta de bancos muchos se sentaban en el suelo. Todos portaban recado de escribir y rayajeaban las palabras del catedrático sobre un palimpsesto en forma de pizarra que luego pasaban a limpio los oidores. Sólo se hablaba en latín. Transcurrida hora y media regresaba el ujier valonado luciendo un espadín y un sombrero chambergo y volvía a dar unas palmadas.
-Satis.[6]
A esta señal el catedrático se quedaba con la palabra en la boca y los alumnos salían al patio en medio de un gran alboroto.
Pasaba entonces un fraile benito cuya presencia de padre del desierto discordaba con la de la alegre muchachada. El benedictino caminaba con los ojos bajos y el rostro inclinado tapándose con la cogulla. Avanzaban todos atropelladamente. Si veían a alguno de su aldea iban a darle los días y a recibir nuevas de la aldea. Los más vivaces espantaban el frío y los sabañones arrojándose bolas de nieve. Uno de los proyectiles alcanzó a un catedrático de hebreo en todo el occipucio. Rodó por los suelos el bonete bisunto en medio de los gritos y juramentos del Dómine en la lengua que enseñaba y el cual yacía por el suelo cual largo era buscando a tientas las antiparras que también se le habían caído y sin las que no veía dos en un burro. Sonaron a su lado carcajadas, maldiciones y porvidas.
Uno de los tunos dijo:
-Comed nieve de una vez, padre mío, ya que nunca os empacharéis de jalufo.
Montó en cólera el cristiano nuevo y retumbaron excomuniones por la Calle de la Hueva
-Pronto pagareis bien caro vuestras truhanerías. Os vamos a echar del mundo, voto a bríos.
Se encocoró el estudiante el muy cabrito hizo la señal de la cruz, después el buz y acto seguido empezó a gritar al hebraísta:
-Marrano… Marrano. Cómete tus biblias. Eres hereje, luterano encubierto y alumbrado.
Oído esto, el catedrático que debía de ser converso cobró temor y levantándose como pudo y sacudiéndose el barro y la nieve de la sotana  tomó el portante  y enfiló por una calle adyacente pues alguien había mentado al Santo Oficio. Con la bulla se hicieron presentes los corchetes. Los estudiantes de que los vieron pusieron aina  pies en polvorosa. La concurrencia asistía alborozada a la escena y todos se hacían lenguas de la puntería con que aquel bellaco había descalabrado al converso pero al pasar junto al portal de la iglesia de la Compañía le echaron mano los alguacilillos, lo trabaron, manearon y subiéndolo en un asnillo las manos atadas; él caminaba cara atrás como los condenados a muerte y así lo llevaron preso a la cárcel del arzobispo. Cuatro días a pan y agua y cien azotes. Lo soltó el alcalde bajo advertencia de que si incurría en otra travesura semejante de descalabrar a un “judío” iría a galeras. Así que por san Antón la gallina pon. Se había acabado Michelmas y empezaba el de Santomatía. El más frío y desabrido. Estudiantes a estudiar pechando contra los cierzos rigurosos que os arrebatan la capa cuando salís del portal y la nieve y el pedrisco jugaban al chito con nuestros respetivos cogotes cuando no eran gargajos de algún truchimán imbele pero maligno. Había venido yo de sopista con mi amo que era de Soria y que se llamaba don Martín de Agreda y bajo la vigilancia de su ayo Muriel de Torrelaguna el cual por ser paisano del Cardenal tenía fuero. Nuestra lavandera era una tal Doña Guiomar que aparte de la colada se encargaba de planchar  el hábito y coser los botones  que eran 75 en recuerdo de los 75 azotes que dieron a Cristo. Habíamos venido desde la alta paramera aquellas navidades por muy malos caminos en una recua de jumentos pero con buenas alforjas y provisiones y una no menguada bolsa pues nuestro señor y padrino el Duque de Agreda era hombre rico. Conducía la recua un arriero morisco el cual en cuanto nos descuidábamos nos sisaba hurgando en nuestros bolsillos estando dormidos y el maldito cuando nos topábamos con una cruz de humilladero se reía o le lanzaba gargajos. Iba en su mula cantando lilailas y no faltaban zalemas y abluciones al alba y a la atardecida ante nuestras propias narices. Pasado Almazán nos encontramos con una estantigua que llevaba el cadáver de un fraile que había muerto santo en Andalucía a un pueblo de Castilla. Recalamos en Aranda en una posada donde a mi amo le robaron un crucifijo de oro que traía. Fue un asunto de picos pardos. Don diego se dejó engañar por unas izas que operaban en conchabanza con unos malandrines, el uno era su cohén y el otro su rufián. Era gente muy despiadada como también lo era el arriero morisco aquel Antón Muñoz fanático de Mahoma. Y a la que nosotros bajábamos para Alcalá por el camino real de Francia subían soldados de las últimas leves que iban a combatir por nuestro rey y nuestra santa religión a Flandes. Unos llevaban escapularios que les regalaron sus madres como por ejemplo una imagen de san Vitorino todo llagado después del tormento al que fue sometido en Panonia. Debía de ser bisoño. Un furriel contaba que en la guerra los santos y las reliquias no sirven para nada. Sólo el valor y la fortuna.  Pasábamos mucho frío porque los días fueron perversos. Hacíamos hogueras y a veces Antón Muñoz perdía su ruta borrada por la nieve y blasfemando contra todo lo divino y humano perdía el tino aunque no se acordaba del maldito Mahoma. Únicamente de Dios y la Virgen. ¿No ahorcarían a aquel malvado?


[1] Me tocaron unos años difíciles de la transición cuando la globalización mandó al desván al arte, a la literatura, el buen gusto y vino la ginecocracia embalada. Seguía siendo a mis 64 años un escritor en barbecho, un autor en busca de editor.
[2] En Alcalá desde los años 50 está ubicada de guarnición la Brigada Paracaidista
[3] Cristo resucitó
[4] flores
[5] salve color del clarete, salve sabor sin igual, dignate emborracharnos  con tu divina potencia. Dichoso el vientre que te porta, dichoso el gañote que regarás, oh feliz boca y dichosos sean los labios que estampan un beso al jarro.
[6] Basta

jueves, 3 de noviembre de 2011

METEMPSICOSIS ALCALAINA

EL ESTUDIANTE DE ALCALÁ QUE SE REENCARNÓ EN ARCHIVERO




La impresión que tuve cuando en el año 2009 llegué a Alcalá una madrugada de enero a cumplir con mi último año de archivero hube la impresión tenaz de que yo había estado allá antes, quizás una vida pretérita, había paseado por aquellas calles, guarecido del sol y la lluvia bajo los soportales del Calle Real, haber tenido a un físico la bacinilla mientras practicaba una sangría a un paciente de bubas en el hospital de Atarazanas por cuyas crujías iba y venía trayendo orinales y pericos, con mucha diligencia pero con algún asco pues había tomado el oficio como penitencia por los pecados de su vida anterior por los que lloraba constantemente, y arrastrando la pata chula desde que le pegaron un zambombazo en el castillo de Pamplona un postulante cojo que era cojo y calvo y hablaba con ese tonillo de los de Azpeita proflglando su discurso de concordancias vizcaínas. Decían que había sido soldado, acérrimo del emperador- y como buen realista nos miraba por encima del hombre a nosotros pobres comuneros- y que estaba allá viviendo de la caridad de unos teatinos aunque se juntaba con alumbrados y gente de dudosa procedencia. También me había cruzado con otro estudiante zambo, corto de vista y largo de lengua, el que luego sería la mejor pluma que contó la vida de España y sus castellanos en sus decires y donaires, en sus coplas, en su verso en su genial prosa. Éste andaba con los cuadrilleros dando novatadas y cobrando el portazgo a los novatos, La Patente, a unos les arrebataban el sombrero a otros les ponían perdida de gapos la capa nueva, o les traían un jarro para darles a beber cerveza y no era cerveza pues el jarro había sido utilizado como sillico donde meara toda la cuadrilla, y de hoy en un año; a otras les mandaban echar calle arriba a la pata coja y les lanzaban piedras mientras el cachicán del rey de gallos prorrumpía en estentóreas risotadas:

-¿Ponen las gallinas?

-Creo que sí. Ya es san Antón y cacarean por los corrales

-De ¿Dónde es vuesa mercé?

-De Carrión de los Condes, señor.

-No me digas señor. Dime coleguita. Y ahora para ver como andas de recursos te vamos a mantear.

-No. No por vida de mi madre.

Protestas inanes. Entre cuatro o cinco trajeron una cortina de paño morado con las que se atapan los altares en tiempos de Pasión y alzaron por los aires al palentino una y otra vez. Implacables no se apiadaron de las voces que daba el neófito que no paraba de gimotear y de proferir ayes y de llamar a su madre.

-Ay madrecita mía que mal día amaneció para mí.

-¿Cómo te llamas?

-Teofilo

-Pues Teofilo te vas a acordar del día de san Antón hasta el día de tu graduación cuando vuelvas a Carrión con tu bonete y tus cartas dimisorias de misacantano.

Poco después corrieron el gallo y hubo otras bromas, muchas jácaras. Decían que el masto lo había traído de Mastrique un luterano con lo que fue mayor el ahínco y el enojo con el que le arrancaron el pescuezo los luteranos. Puede decirse que al cuadrillero mayor de estas justas que era un teólogo Portugal que de allí a poco iría a parar como capellán santiguador de uno de los tercios viejos creyendo que el ave era un hereje se ensañó y cabalgó su jumento a los cuatro pies exhibiendo su trofeo chorreando sangre.

Tan divertidas escenas no las padecí yo que siempre me suelo hacer el longuis en tales situaciones por vivencia material, aunque sí espiritual. Creo que las había leído en algún libro picaresco o a lo mejor fueron una nefasta experiencia de los estudiantes de latinidad de los que formé parte en la vida que me precedió. Iban avanzando las nubes del entrelubricán y remedían las sombras. Amanecía dios igual que entonces sobre el campo yerto y la vida tiritaba bajo la helada, se escuchaba el campanil de las clarisas anunciando que ya habían dado cuenta de maitines y laudes. Sobre la cúpula de la catedral de los Santos Niños las cigüeñas complutenses que son las más elegantes y majestuosas de la península ibérica – se las nota en el volar- descabezaban su último sueño con su singular modo de dormir a la pata coja pues la cigüeña según dice el refrán alta vive, alta vuela y en lo alto toca la castañuela

miércoles, 2 de noviembre de 2011