MARFEGA
DE LOS SUEÑOS
Tórrida
mirada halcón huido por tales sendas
Aceras
de la ciudad arpegios en el balcón
Clave
de fa clave de sol toca una niña
La
hija de un general
Yo
la ayudaba con el latín
Do-re-
do
Un
balcón
soy
su galán
no
me atrevo a confesar su amor
Barrio
de Chamberí callejas tristes
Las
de la tercera edad sacan al perro a pasear
Un
caniche hacen pipí
Hay
un silencio muchacho en estos laberintos
Que
apesadumbren a un viejo
Guay
de mí
Ya
no toca a misa la campana
Amor
te fuiste
Nunca
vuelves efélide
eras rubia y tenías espolvoreado el rostro de
pequitas
de la sinrazón soledad infinita
Yo
me tumbo a la bartola
En
la márfega del dolor donde todos son pinchos
Y
cascabillos
rencores añejos
cuentas pendientes
do
re mi do
Leves
son mis pasos
soy sombra sutil
Ella
se fue y no vino
Lo
que queda es soledad de libro y proyecto
Y
un poema a medio escribir
Que
esparzo sobre los lomos del viento
Jugasteme
una mala pasada, amor cruel
La
tarde languidece en clave de sol.
Yo
te condeno a un solfeo infinito
Fui
un salteador del carro de los sueños
No
pasé el freo
Me
faltaron credenciales y fetiches
La
culpa la tuvo la metamorfosis del aire
Que
me hizo pensar tanto
Y
ahora en la luna de ese concesionario de automóviles
Se
espeja tu mirada y me dice que ya nada soy si algo fui
Todo
se hacina
nada se perdona
Sobre
la niara del recuerdo
yo
siempre estuve desparramando el trigo
Son
montones de la Nada te lo dije, tío.
No
más susurros de Eolo
No
más concesiones al decoro y no más piedad
Son
muy fuertes tienen la sartén por el mango
Gritar
contra ellos es cabecear el muro
No
harán caso.
¿A
qué escribir?
Dominan.
El poder les estalla por las costuras de sus bancos.
Las
manos del obispo que me impuso las manos
Están
yertas
Penitet
mihi
Absoluciones
inútiles
Del
penitenciario
Y
me dio la bendición de diacono acariciando suavemente.
Ya
nada es igual.
Ha
sonado un trueno. Un relámpago sobre las azoteas tras los estampidos y más
tarde el cubileteo de la lluvia, impia ventisca. Madrid se convierte en mar
De
cieno. Vamonos a casa.
En
el bar de doña Inés unos jubilados echan la partida
De
sota caballo y rey van por la vida
¿Don
Juan vendrá?
Hice
todas las solicitudes pegué bastantes pólizas
Llamé
a tantas puertas que ya ni te digo
Al
llegar veo una tibia humana sobre mi cena.
Por
fortuna debe de ser don Juan mi convidado de piedra
Que
me invita a cenar. Voto a bríos
Los
sobranceros del odio de este verano eligieron a la muerte por mayordomo.
Ella
ni me preocupa ni me domina.
Sólo
soy pechero de tus besos olvidados
En
el alguarín donde guardo mis múltiples papeles encontré esta tarde de lluvia tu
fotografía.