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sábado, 22 de junio de 2013


ACERCATE, DIACONO (iste confesor I)

 

No bien había concluido sus abluciones en aquella fuente de tres caños, gluglú sedante e infinito bebiendo a morro, tragos que confortan las entrañas, tantas veces abrevada pero la sed no se le acababa, fuente inextinguible –había una cruz de piedra sobre el brocal- y de que despachara con buenas palabras al padre Cantamañanas  que se volvió a la gloria el hombre con las inflexiones y ladeamiento de los palomos cojos, bastante penitencia llevaba pero el querido reverendo padre jesuita se salvó a trancas y a barrancas, el que soba no mata, a dar a los ángeles puericantores sus dulces charlas vio otra sombra como la de un obispo vestido de pontifical pero este obispo gastaba barbas y sus ropajes y su capa pluvial recamadas de oro evidenciaban la pompa del rito oriental. Pudiera ser san Vicente. Pudiera ser san Atanasio. Pudiera ser san Nicolás en persona o pudiera ser el propio patriarca Alejo el que le impuso las ordenes sagradas una mañana alegre de mayo en Londinum, cruzó las estola sobre sus hombros y le dio la facultad para portar la eucaristía y salir con ella a bendecir con el humeral y las hijuela tras la puerta de los dones. Atar y desatar.

 Aquel anciano de voz dulce  al darle la diaconía le había hecho participar de esa visión del mundo nuevo, de ese concepto de servicio y de entrega, que era el sacerdocio y que él ahora arrastraba en sus malos pasos por lupanares, tascas, mercadillos y hospitales. Fuerza de la gracia del Espíritu Santo que a veces va por arriba y a veces es dinamismo que no se ve pues va por abajo. Muchos son los llamados pocos los escogidos pero él había sido elegido. Pertenecía al Cenáculo. Estuvo en la fracción y metió la mano en la llaga. Ah Jerusalén, lejana abroquelada en sus normas y sus principios atada de pies y manos a las filacterias. No había tabernas para echar un trago, ni bailongos y discotecas, sólo templos y soldados con metralleta.

 Todo aquella serie de normas legalistas fariseas, todas aquellas trampas saduceas, que ataban a los seres humanos de pies y manos eran de lo que vivían los levitas y la corbona de las monedas de la ofrenda. Creían andar por la libertad y vivían encadenados no sólo a sus pasiones y a sus vicios sino también a sus mentiras y cambalaches perfectamente legales y democráticos. Sí, se lavaban las manos hasta setenta veces al día pero las tenían manchadas de sangre; rezaban la Shemá pero aquellas palabras al desgaire no eran la verdadera Shemá de Israel. Abrid Señor mis labios para que cante todos tus salmos. Yahvé apenado y dolorido miraba para otra parte ante las reverencias e inclinaciones de aquellos adulteras. Eran los que apedrearon a la pecadora. A Él quieren despeñarlo desde el pináculo de su sinagoga y eso que eran paisanos y conocidos ¿qué harían con Él si fueren extraños?

 En tonos tan escogidos como el ferial y el mayestático cantaban los himnos procesionales. En el unda maris de aquellas letanías venía después el paso y era nuestro querido profesor de Lógica el querido don Chespi alias Chepillas  o don William pues era inglés y había nacido en el mismo pueblo que el Cisne de Avon, no había perdido su acento cockney hablaba lanzando muchos perdigones y escupitajos mientras explicaba a Aristóteles. A los de los bancos de delante los ponía hechos unos cristos con sus silogismos que llegaban de rebaba.

-Eh todo ese banco de ahí atrás, a la calle. Cuando estamos en clase no se habla.

Eran cinco los filósofos y con las mismas cogieron el banco de madera a rastras fuera del aula y luego volvieron a entrar  tan campantes. A don Chespi se le escapó una maldición en su idioma nativo:

-You bloody bastards...[1]

Uno de los alumnos, Monteguí, que era judío o catalán, converso eso sí, no lo recuerdo a punto fijo y que hablaba perfectamente la lengua de don Chespi tratando de seguir el mamoneo se atrevió a decir:

-Sir what do you mean[2].

- pues quiere decir lo que oís y en castellano con todas las letras: vuestras madres, unas santas pero vosotros unos perfectos mamones.

Y siguió explicando el tema de la semana con los ojos inyectados de ira soltando una mansalva de perdigones. Los de adelante tuvieron que aguantar una lluvia dorada en medio de los silogismos, los corolarios, las proposiciones y los nego minorem subsumptam. Los de detrás estaban que se descojonaban. Para acabar su clase el inglés tuvo que hacer de tripas corazón y administrar la proverbial  flema británica en grandes cantidades pensando para sus adentros quizás qué hago yo aquí, por que me vine a este pueblo, abandonando mi religión anglicana a mis padres y a Mary mi girlfriend, la cual hasta que se murió no cesó de llamarme papista y traidor en sus cartas. Desde luego soy un romántico y tuve la desgracia de enamorarme de España, puta España, castles in spain, castillos en el aire, un atajo de tarugos y de fanáticos católicos, sois peores que los irlandeses, pero me enamoré de esta jodida ciudad y me ordené de presbítero, hice oposiciones a cátedras y saqué un beneficio en el coro, voy a cantar a las tres en el coro, si me echo la siesta o llego tarde, el racionero Bernardino que tiene muy mala leche me pone falta y me quedo sin estipendio. William esta noche no cenas en esta tierra de herejes. Con lo bien que hubieras estado tú en tu isla, hubieras podido ganar una cátedra en Cambridgre, tal vez la mitra de York o Canterbury… te dio por leer a Chesterton… te enfrascaste en los sermones del cardenal de Newman y  volviste a la fe romana... has coqueteado con la gran puta… fuiste a Roma a ganar el jubileo y por la plaza de san Pedro viste merodear al diablo disfrazada de meretriz... te vendieron la burra mal capada. Te pagaron sus favores con indulgencia... eres un iluso y tozudo como buen inglés…”. Y vuelta la burra de sus remordimientos. Se decía:

- “Pero que hago yo aquí domando  potros entre estos cafres, explicando lecciones que no entiende ni su padre y además no sirven para nada pues va a venir el concilio y todos estos libros, todas estas tesis ser carne de la hoguera y se acabó lo que se daba… y pa cuando me muera no quiero que me sepulten aquí entre inquisidores I am free thinker… bloody hell[3]. Ay infelice que mala pata”.  Creía que sólo le escuchaba su alzacuellos de canónigo pero Monteguí que poseía la alacridad y desfachatez de los de su raza pensaba que Chespillas estaba pensando cosas raras y le miraba con ojos burlones como diciendo:

-What are you thinking about, brother[4] ?

Los ojos del otro se entornaban al tiempo que le lanzaban excomuniones y anatemas:

-You fucking jew[5]

Luego. Cuando se le pasaba don Chespi el Inglés era un bendito de dios. Daba la vida por los hermanos. Gran parte de sus annatas iban a parar a los más pobres del barrio de San Lorenzo de san Esteban. Le escupían, lo acanteaban y lo sacaban en procesión y él iba subido a la tarima como si nada, sin rechistar cual oveja camino del matadero,  el manteo arrebujado junto al vientre escaso, pues como buen inglés era frugal, comía poco y no se zampaba las comilonas de sus colegas de coro en el Bernardino o en la Tropical que buenos cochinillos se zampaban aquellos tonsurados de capa y muceta y, sentado en su cátedra como si fuera un trono, dejaba que la comitiva integrada por siete seminaristas le portaba a hombros  cantándole de rechiflas el iste confesor en fabardón el Iste Confessor. Un cruciferario abría carrera por todo el aula portando la cruz alzada.

 Tras el venía fumándose un puro  de los buenos don Fausto toda la sotana constelada de medallas por la pechera con las cruces que le impuso Franco por méritos de guerra pues el querido profesor de filósofos había chupado toda la guerra como pacer de la columna de Castejón y tenía, amen de un cuerpo taladrado de metralla  y un patriotismo a prueba de bomba, una brillante hoja de servicios, se le cansaron las manos de bendecir a los moribundos y se le hundieron los brazos de tanto sacramentar novios de la muerte en Badajoz, en Garabitas, la Universitaria, Cerro Muriano. En Belchite, en Brunete donde le arrearon cuando estaba celebrando misa sobre los relejes de una tanqueta, con sus pies fatigados por el polvo y por la pólvora de aquella fratricida en la cual él creyó defender la causa de España y de Dios. Había sido capellán de la Quinta Bandera ungido a los valientes con el crisma y los oleos cristianos preparándolos para la muerte, a la que ellos en un arranque de heroísmo llamaban “fiel compañera”. Ahora enseñaba Metafísica en el seminario un poco a regañadientes y eso en sí en latín porque para él hasta el ama que le servía tenía que estar práctica en la lengua de Horacio...

 Se fumaba buenos vegueros e iba a confesar a los presos y a decirles misa a las monjas de San Plácido. Se le ladeaba un poco la cabeza y ya no miraba un paso al frente sino de través. No estaba tan seguro al paso que iba al mundo de sus convicciones antiguas. ¿Para qué le había servido ganar la guerra si los rojos con el apoyo de las logias y de los judíos volvían a mandar otra vez y estaban infiltrados hasta en el Vaticano? Se le parlaban los pulsos pensando y le rilaban un poco los dedos por las pejigueras del Parkinson pero como era creyente no se desesperaba, tal vez sería la voluntad divina. Hagamos de tripa corazón y no hay mal que por bien no venga le había oído decir al Caudillo una vez que éste le invitó al Pardo a una cacería.

 Le llamaban el cura rico las malas lenguas y no era rico sino en ciencia y en libros porque tenía una gran biblioteca el antiguo soldado. Consideraba que la pluma y la espada han de ir juntas por eso tenía tantos amigos militares y a su casa venían a verle algunos poetas locales como Quintanilla, buen vate que publicaba sus versos en el Adelantado.

 Le ofrecieron una mitra pero él no quiso ser obispo. Había sido buen cazador y dicen que a cazar con él en los campos de Traspinedo vinieron a acompañarle los generales Yagua, Varela, Buruaga y otros muchos.

 Su confesionario –era el penitenciario de la diócesis- estaba lleno a todas horas porque tenía fama de ser penitenciario de manga ancha de haber batido el record de desechar a toda una bandera de la legión a en veinticinco minutos. Absolvía en menos que se persigna un cura loco. No hacían preguntas escabrosas a sus disciplinados ni daba charlas, no se arrimaba, ni acariciaba a los niños como el pobre Mañanas. A él no se le podía ir con mariconadas. A los hombres de voz bronca y velada por el tabaco les preguntaba por las semenceras, las maseras y las cosechas y si habían llegado ya las cigüeñas a los campanarios. El era el encargado de decir la misa de cazadores cuando aun no había despuntado el alba sobre la sombra alargada de la catedral que era como un gran ciprés de piedra labrada velando el sueño y la vida provinciana de los corobinos.

-Dicas dicas in sermone latino... Dicas enim.

-¿Qué hay que hacer don Fausto para hablar tan buen latín como usted?

-Pues fijarse mucho y hacerse con la gramática de Goñi y el diccionario de Miguel.

 Miguel Delibes figuraba entre sus amigos predilectos. Los viejos mutilados de guerra, los veteranos del Tercio venían a visitarle a su casa que estaba detrás de la cárcel y al verlos el canónigo se llevaba un alegrón.

-        ¿Cómo estas muchacho?

-        Algo viejo y achacoso, mi querido pater coronel–

-        ¿Y en qué compañía?

-        La plana mayor de la quinta bandera.

-        Ah sí, ahora que dices tu cara me suena.

Franco le había ascendido a coronel por méritos al valor. Tuvo la laureada a la punta de los dedos pero prefirió que se le dieran al corneta de su sección.

  Decía don Fausto que estaba hecho un cohete con mucha metralla en los entresijos pero siete tiros en el cuerpo y avanzando.

-        Así me gusta.

-        Oye te acuerdas cuando nos coparon los rojos en Teruel. Hacía un frío del carajo veinte bajo cero exactamente pero defendimos el seminario como jabatos. Ostias pero eres tú.

 Y el capellán castrense, al reconocer al antiguo camarada que salvó el pellejo y salió indemne del infierno de Teruel dejaba de ser el canónigo  bien asotanado que hablaba bajo canturreaba ante los becerros catedralicios y con gran prestigio en el cabildo de la santa iglesia mayor para convertirse en un guripa de tantos hablando recio y expresarse en la jerga del lenguaje cuartelero poco cultivado y sin melindres. Joder, ostias de puta padre. Su cagamento favorito era cagarse en los huevos de Mahoma y por esa jodida tendencia tuvo sus más y menos con el capitán Ahmed que mandaba el tabor de refuerzo cuando los regulares les hicieron el relevo.

- No diga mal de Profeta. Eso está muy feo.

-Pero no ves que no miro para el cielo y si no se mira para arriba los cagamentos carecen de categoría blasfema. Se convierten en simples tacos.

-Ya pero esas palabras suenan a sacrilegio en las orejas de un musulmán.

- Si no blasfemo contra Alá pero es que esos putos rojos nos están trayendo por la calle de la amargura, nos han matado está tarde a tres muchachos. Además me sale el mozo de la ribera del Duero. No sabes como nos cagamos en todo lo divino y lo humano por aquellos pater.

-Ya pero nuestros imanes no blasfeman como vosotros. En eso los moros os aventajamos a los cristianos.

-Pues llevas razón. También es verdad.

 El pater pidió perdón y el sacerdote católico  y el fervoroso defensor de Mahoma  donde las dan las toman se reconciliaron en un abrazo de paz. Alá que todo lo mira y todo lo protege desde arriba debió de mirar aquel de reconciliación con beneplácito. Aquí no hay moros ni cristianos. Hay los que luchan contra Dios y los que le defendemos porque lo amamos.

El cura y el capitán de regulares sacaban su petaca y se intercambiaban tabaco formulando sus buenos deseos para que aquel infierno de Teruel se acabase pronto.

-Tú volverás a tu jaima con tus mujeres y yo a mi catedral con mi ama que está sorda como un tapión y tiene mala leche pero que te va a hacer un cuscus de puta madre pues su padre sirvió en  la intendencia de Larache que te vas a chupar los dedos, mustafá.

 Don Fausto no llevaba armas, sólo un cristo clavado a su correaje. Se movía como una ardilla entre las posiciones, saltaba las trincheras y cruzaba las alambradas y las calles de Teruel sin desenfilada jugándose el tipo allá donde perecieron tantos en la plaza del Torico.

-        Ese cura tiene un par de cojones. Son muy finos oye.

-         De Valladolid. De donde son los pijos pero anda anda que a valientes nadie les va a la mano.

 En alguna ocasión menospreciando su pellejo saltó a los blocaos enemigos para confesar a algún soldadito moribundo de los rojos. Que tambien son españoles, españoles equivocaos ostias pero tambien españoles y si podía lo llevaba a rastras echándose al herido al hombro  como el buen pastor con la oveja descarriada a las espaldas o a rastras y lo pasaportaba hasta las líneas nacionales. En los fregaos en los sectores rojos se escuchaban ayes maldiciones pero tambien un ay virgen santísima y había algún combatiente que, herido, pedía confesión. Un cura. Un cura.

-Alto el fuego que venga don Fausto.

-Ahora mismo-

-Poned el bozal a los cañones, parad las ametralladoras, cesad el combate. Os enviamos al cura y vosotros nos mandáis una de esas milicianas tan cojonudas que sirven a ese maldito. ¿Vale el canje?

-Vale. Pero como nos hagais una encerrona os vais a enteras.

El comisario daba la orden;

- parad el fuego muchachos.

 Y aquellas treguas de Dios se intercambiaban comida, mujeres y tabaco y noticias de sus respecticvos pues para bochorno de la historia sucedía que a un lado y a otro estaban un hermano en un bando y un hermano en otro, un padre y un hijo, dos de un mismo pueblo el uno luchando por la republica y el otro por Franco.

Don Fausto, cansado, pues había visto mucho, y no se asustaba de nada y menos de los pecados que algunos creían muy gordos y a él le parecían menudencias disparos de un 635,  la pistola  que tira tiros de señoritas, él que estaba avezada a escuchar la música tremebunda de los organillos de Stalin o los  cañonazos del “Abuelo” una batería de costa que tenían los rojos defendiendo las posiciones de la universitaria los milicianos y que lanzaba peladillas que dejaba unos embudos de veinte metros. Pum. Pum. El silbido de las balas y el rasgar del aire de los pacos no eran lo que se dice música celestial. Los pecados de sus penitentes sí. Las mismas monsergas, la misma canción guerrera. “¿Y que me dicen estos? Que se la machacan cuando se les pone gordas, que se quieren tirar a la maricarmen la mujer del vecino, o si les aprieta el deseo montan a su pollina en la cuadra, la que se tira pedos. Los cagamentos que cuando se dicen no se mira al cielo no ofenden a Dios. Y dicen que van al baile a restregarse y arrimar el material, que juran y blasfeman que no van a misa los domingos, que en unas vísperas estando borrachos pincharon a un bravonel que les quería quitar la novia o se jactaba pregonando que las mozas de su pueblo Escarabajosa de Abajo eran mejores que las de Escarabajosa de Abajo. Celos y procelas. Tormentas en una taza de té… Y que le birlaron a un tendero toda la caja, que por una parcela y un mojón le metieron en el culo toda una perdigonada cuestión de lindes y demás perendengues. Y así sucesivamente. ¿Bueno y qué? Siempre fue así, nunca cambiamos.

-Reza tres avemarias al acostarte, hijo, propón tu enmienda y ahora di el señor mío Jesucristo.

.Acércate diacono.

-¿Qué? Adsum. Presente.

- Que no te vayas de putas que a ti, baranda, te gustan las faldas más que la leche que te dio tu madre. Hombre hay que sujetarse. Y ya sabes haz lo que yo para vencer la tentación. Si la dejas quince días ella te dejara un mes y si la dejas un mes ella te dejará un año y si la dejas un año ella a lo mejor ella te deja toda la vida. Ya sabes que las mujeres son el aguijón del diablo, el ventalle de Aquilón que cuando nos sopla nos derriba.

 No había sacerdote más casto ni tampoco más cachondo en toda la diócesis ni hombre más sano en muchas leguas a la redonda.

 Para evitar habladurías le sirvieron toda su vida amas de llaves viejas y tuertas muy poco agraciadas por lo general. Tampoco soportaba a los que se entregaban al amor de los efebos. Al capellán castrense no se le podía ir con mariconadas porque te echaba a puntapiés de su presencia. Luego se arrepentía y subía a tu cuarto y te pedía perdón.

- Me he pasado tres pueblos, estuve un poco fuerte,

Contigo; perdóname chaval y al irse dejaba un cigarro puro sobre el pupitre que uno se fumaba a escondidas en la camarilla,  el filosofo al que le había dado su padre y permiso para fumas pues don Fausto exquisito en sus gustos y limpio de alma bebía vino sólo de la ribera y fumaba lo mejor de Vuelta Abajo[6].

En la tarde de confesiones,  se retrepaba en la balda y pensaba en los haces de sus campos de Transpinedo, en sus viñas y en sus parvas en sus conejos y en sus liebres en sus trojes y en sus viñedos de albillo que daban muchas cantaras de vino del bueno, vino de la ribera. No escuchaba mucho al penitente con una oreja al penitente y la otra en sus galgos. Cuando confesaba pensaba irremisiblemente que mañana tenía que ir de caza. Porque todo era lo mismo. Los escrupulosos no podían confesarse con don Fausto porque les cortaba en seco, trataba a batacazos a las mujeres. Aquí no estoy yo para escuchar rollos ni para guardar perros señora. Si te pega su marido no sea tan puta y si se emborracha todas las noches, llévale por buen camino, hazle que vaya a misa y al rosario, que confiese y comulgue por pascua florida y si no, pues aguantoformo. El cielo es camino de abrojos. Aquí estamos siempre de duelo.

No en vano y acaso justamente ya en aquellos tiempos se había ganado el lauro de machista ya en aquellos tiempos cuando aun en el mundo el feminismo no había asomado la oreja ni había hecho acto de aparición lo que llaman violencia de género. Hoy no se opera con cloroformo ni es muy popular el aguantoformo. No nos aguantamos a nosotros mismos y claro así está el patio.

-        Acércate diacono.

-        Plakón[7]

 El había venido el dulce Jesús a liberarnos de todas las ataduras. Lo que atéis en la tierra será atado en el cielo y al que tú bendigas será inscrito en la nómina de los santos y al que maldigas réprobo será por todos los siglos. Le habló en ruso:

       -Diakon, prestupiti. Acércate diacono

       - Ya sdiej,gospodi. Estoy aquí, señor. Adsum

       - ¿Cómo es que te lavas?

       - No estoy limpio, patriarca.

El agua seguía manando, chorro de linfa, produciendo un sonido acariciador de brisas mañaneras y murmurios de rosario. Allá adentro en el templo mariano sonaban las melodías de la Salve. Cantaban cuatro viejas corobinas que habían madrugado para el rosario de la aurora que se celebraba todos los miércoles. Misterios gloriosos. Se escuchaban las codas rezagadas pero tiernas del Amante Jesús mío y Sálvme Virgen María.

 La madre de la belleza los presidía desde su camarín estatua siempre en pie como un perenne Akathistos[8]. Recibiendo las suplicas y quejas. De nuevo el turco estaba a las puertas de Constantinopla. Todo el Oeste era una ciudad alegre y confiada y estaba a las puertas de Moscú. El patriarca cabe el brocal de la fuente de allá venía para salvar a la iglesia. Habrá un tercer milenio. Los días de Roma la gran putana la gran embaucadora están contados pero la iglesia se salvará volviendo a sus esencias, a sus raíces apostólicas. Entretanto. Los malos cristianos seguían comiendo bebiendo fornicando servidores del vientre y sus halagos y, adoradores del rey de abajo que el de arriba nada sabemos, se entregaban a la buena vida y hacerse putadas unos a otros. Comamos y bebamos que mañana viviremos. Estaban todos muy preocupados todos de sus respectivos esqueletos olvidando que la carne es para la tierra y que la vida verdadera yace en los confines del espíritu.

La tranquilidad del aire mecía los pámpanos pues ya era a finales de verano... Arriba sobre las rocas grajeras las chovas iniciaban sus laudes saludando a la alborada. Desde alto de aquellas peñas encaramadas los impíos que en esta vida nunca faltan habían defenestrado a la Despernada pero la dulce Raquel a la que el sanedrín de Corobias acusaba de adulterio pidió a la Señora que la salvara. Una judía siempre tiene que echar una mano a otra judía y no era solo judía era tambien mujer formada del barro de Adán. Sopló Dios sobre el lemo y surgieron los senos amamantadores, el cabello hermoso y tentador, las piernas deslumbrantes, el bello púbico centinela del vientre y cancela de la pasión. En su boca puso sonrisas arrobadoras y una lengua falaz, melodiosa voz de Circe y las sirenas desde aquel día se peinaban entre las rocas llamando a los incautos marineros a la sima y puso también en su lengua devoradora de hombre el aguijón del escorpión y la sinuosidad de la serpiente. Eva se parecía unas veces a la animadora rubia de bote que en el salón de baile los domingos cantaba desde el estrado canciones americanas imitando a Marylyn Monroe y otras veces era la viva imagen de una vestal caladas sus túnicas transparentes técnica de paños mojados que ponía a los soldados de un regimiento de caballería alcalino como una moto

-Échelos bromuro en el agua mi capitán a ver si bajamos la fiebre. Si no, no va a haber quien lo resista. Joder.

-Eso digo yo. Joder.

Todo en ella era transparente y a la vez oculto como todo aquel que fue creado para el engaño y la seducción. Circe quería ponerle los cuernos a Queronte que remaba en su barca sin enterarse y cuanto más largo era el remo más barría para casa, los navegantes se anegaban en la laguna Estigia y la moneda que llevaban entre los dientes para pagar al barquero no les servía de nada. Unos se ahogaban profiriendo vivas a la republica y otros cantando el carasol y diciendo vivas a España...

Los mortales se sumergían en la laguna Estigia y al nacer eran condenados al Tártaro. Esa es la fija. Miguel mientras tanto pesaba las almas. Le seducía aquella visión. Era completamente nueva y maravillosa. Venus, según la versión pagana no brotó del barro como una campanilla de los caminos que florece en las riberas tras la lluvia, había nacido de las aguas y el Señor le dijo pare y la mujer parió hijos, muchos hijos y preparaba la comida y  hacía la colada pero la mujer probó del fruto del árbol prohibido y vinieron las voces, los gritos, los desengaños, los miedos, los recelos, las enfermedades que anunciaban la muerte y el hombre y la mujer perdieron el estado de gracia. Palo y mala vida. Parirás entre dolores... Pues vaya. Nos echaron a todos del paraíso y desde entonces a silbar a la vía y nos pusimos a cantar a coro las benditas estrofas de la Salve que nos describe como desterrados hijos de Eva que gemimos y lloramos en este valle de lágrima pero los impíos, los que ordenaron despeñar a la pobre Raquel, querían enmendarle la plana a Yahvé. Nada de enfermedades, nada de trabajos y trajeron móviles, ordenatas y utensilios que servían para incrementar su comunicabilidad pero los hombres y las mujeres sobre los que pesaba la maldición del pecado original estaban más solos, más incomunicados cada vez, desconfiaban unos de otros, la tecnología aportó mucho ocio, mucho parado y orates en las plazas públicas bustos parlantes o se iban al gimnasio a contaminarse de microbios mientras hacían músculo. Las cadenas quedaron inundadas de bellas locutoras  que contaban historias horribles con sus caras perfectas. Eran tan guapas como diabólicas. Anunciaban al Anticristo. Los sanedrines controlaban los discos duros de los bancos, de las magistraturas, de los silos nucleares y el mundo se llenó de sonidos de cajas registradoras, del llanto de las viudas de los guardias civiles asesinados, y de los estertóreas blasfemias de Luzbel proclamando su rebelión contra el Altísimo. Se enfrió la caridad, cundió el miedo entre los justos desparramados por el mundo o escondidos en sus agujeros. El que más chifla capador y allí sólo tenían derecho a voz y a voto la magna caterva de los hijos de puta que estafaban, engañaban, otra vez aquí la raza de víboras y de los sepulcros blanqueados copando los pulpitos, subiéndose a los estrados, escribiendo paginas y paginas que solo eran refritos de NYT e impartiendo por los micrófonos las consignas al oído. Todos eran la voz de su amo. Estaban vendiendo a España por treinta monedas. Sintió pena y rabia a la vez.

       -Acércate diacono

       -Adsum

       -Hoy hacen falta diáconos como tú.

       -¿Quiere  Su Beatitud que entonemos el Evangelio en fa bardón?

       -Eso es para eso te llamo.

       -Os asiste el numen del Espíritu. Os defiende la espada de san Miguel.

Y así la formula –diakon prestupiti- se repitió hasta tres veces según la norma de la vieja liturgia greco-bizantina y el diacono pudo entrar por la cancela de la puerta de los dones portando el pan y el vino que lavaron la culpa. Se le encogieron un poco los ánimos pues magna era la misión que le encomendaba el obispo. Nada menos que proclamar la verdad a unas gentes que se alimentan de mentiras, lleno de peligros y de testigos falsos. Pero bebió del agua de vida, le vino bien aquel lavacro después de una noche insomne rodeado de magdalenas y de moritas que suspiraban por el regreso a su tierra de la cual les desarmaron los desalmados que habían resucitado las viejas costumbres medievales de ominoso tributo de las cien doncellas o de la usura. Los del City Bank cobraban una tasa de atraso de hasta el 30 por ciento.

       -Si yo soy Lorenzo. Aquí está tu diacono

       -¿Podrás beber del cáliz que yo he de beber?

Sintió que aquella voz poderosa le convocaba a altos destinos y  se sentía casi sin fuerzas. Pero dicen que la fortuna ayuda a los audaces. Y como el aposto Pedro, que fue a Roma al encuentro de su martirio él subía a Corobias para ser crucificado.

 Vio gatear hasta los escarpes del alcázar la sombra de Judas. Bien sabía él que era demonólogo que al diablo le privan los pináculos, anda siempre por las chimeneas y por aquellos lugares donde observe sin ser visto. Ojo que las paredes oyen.

       -Pedro llévame contigo yo tambien quiero ser crucificado y que me pongan boca abajo pues no soy digno por mis pecados y negaciones de recibir la corona de pie sino al revés.

Tomó el nazareno y ya atravesaba los puentes de desafiantes tajamares del Rasemir y del Eresma mientras los impíos celebraban parlamento en lo alto de una peña sobre el caso de la adultera. Unos decían que arrojarla desde la cumbre del desfiladero y otros que arrastrarla de la cola de una yegua pero el más viejo de aquel concilio de Anases y Caifases aseveró suspender la ejecución hasta el día siguiente.

       -Hoy es sábado, hermanos, y no es bueno que en sábado se vierta sangre. Lo dice la Ley.

En estas estaban cuando el marido que se encontraba en el tribunal pues fue juez y parte que por lo visto se lo había montado con un capellán optó por la salida más expedita. Fue aquel Jacobo el que empujó a la pobre muchacha al vacío. Raquel amante de su capellán se había hecho cristiana y rezó a la Virgen mientras su marido la insultaba como un poseso…. Puta…. Puta fornicadora... recibe el castigo. Entonces bajaron los Ángeles y tendieron sus alas de pluma como colchón de salvación y la Despernada salió indemne, superó la ordalía. Resulta que era inocente. Desde aquel día aquel paraje se llama el de Esther o María del Salto que es así como lo conocemos los corobinos muy devotos siempre de la Madre de Dios. Ella vele los pasos del pueblo judío y procure su salvación. Mientras tanto los ángeles del cielo entre las melodías de las chovas y el reír de los jilgueros acometían el canto del Querubín que es bálsamo de añoranza del cielo a los que lo escuchan:

       -Diacono, acércate.

       -Da. Si señor aquí me tienes.

Y en esto diciendo ya estaba ante la plaza del seminario, temblándole el alma de añoranza y de piedad.

(Continuará)

 



[1] Asquerosos hijos de puta.
[2] Eh señor profesor ¿qué nos quiere decir?
[3] Soy una mente libre... puto infierno
[4] Hermano ¿qué cosas piensas qué es lo que tramas?
[5] Tú puto judío follador.
[6] Vuelta Abajo región de Cuba famoso por la hoja de sus tabacos
[7] Plakón una inclinación que se hace hasta la cintura según el rito ortodoxo
[8] Akarhistos oficio de la Virgen que se canta de pie

jueves, 20 de junio de 2013

AZNAR TAN RESPONSABLE DE LA CRISIS COMO FELIPE, ZP Y DEMÁS. HAN UTILIZADO EL CARGO PARA ENRIQUECERSE Y DEJAR BIEN COLOCADA A SU MUJER LA ACTUAL ALCALDESA DE MADRID QUE GANA MUCHA PASTA Y A SUS HIJOS


CALLESE SR AZNAR. CÁLLESE

 

Antonio Parra

 

 

Los jefes de gobierno en Democracia cuando les llega el motorista de las urnas, que suelen ser inexorables en su escrutinio, cierran el pico, o se van a cultivar sus dalias o cabucar sus alcorques a domicilio (tampoco les queda tan mala paga) y tratan de no incordiar o al menos no estorbar. Eso es en Democracia y son las reglas del fair play. Juego limpio, pues. En las repúblicas bananeras no aceptan el veredicto popular y andan buscando justificaciones  leguleyas y llamándose a parte. Andan con bravatas y correveidiles de acá para allá alegando pucherazo. Lo que resulta bochornoso si tales dictámenes de revancha se hacen eligiendo foros extranjeros. Entorpeciendo la gestión exterior de sus gobiernos. Eso no es elegante. No es ético. De mi larga estadía en Londres me impresionó el gesto de Harold MacMillan que volvió a los quehaceres de la prestigiosa editorial  familiar y se retiró a su quinta de Kent, con una buena pomarada de manzanas Cox, después de que las urnas le negaran el beneplácito a causa del escándalo Profumo donde cuidaba de su jardín y contestaba con evasivas a los requerimientos de la prensa para hacer entrevista (conservo una carta suya en que de una forma exquisita me da rotundas calabazas Super Mac como le denominaban los caricaturistas de Fleet Street para los que su rostro anguloso y peculiar era una auténtica mina). Sir Alec Douglas Hume, un aristócrata dignísimo, un superclase y un viejo zorro de la política, se compró una caña y se fue a pescar salmones a los lochs de Escocia. De este líder británico guardo buenos recuerdos y una foto en su compañía con él a orillas del Támesis. Le llamaban sus amigos y enemigos The skull (la calavera) no sé si porque era hético y cenceño y lo más parecido a un cráneo humano o porque jamás descomponía el gesto. Helmut Schmidt, el alemán Helmut Schmidt, un periodista brillantísimo y que de teniente de la Wehrmacht pasó a ser el gran valedor de los intereses hebreos en Alemania en su calidad de director de Die ZEIT, cultivó sus aficiones melómanas y tocaba el órgano o la pianola por las tardes en su domicilio de Hamburgo. En un par de entrevistas que le he visto televisión alemana vía satélite sigue fumando como una coracha, algo más gordo pero dueño de su proverbial clarividencia y de su desencanto, y de su sucesor Helmut Kohl, el gordo Kohl, nunca más se supo. Heath, don Eduardo Heath del que he hablado largo y tendido en mis crónicas fue nombrado director del orfeón de su pueblo. Wilson, don Harold Wilson que en paz descanse, se entretenía cuidando de sus nietos, y aferrado a su proverbial cachimba en la cual encuentra inspiración para la redacción de sus memorias, ayudado por su incondicional secretaria Marcia Williams, aguardó, longánimo, la llegada de las Parcas, ya casi nonagenario. James Callaghan cuando dejó la vida política guardó un bajo perfil. Jimmy Carter del que escribí lo mío durante mi corresponsalía en USA se dedicó a la filantropía y a construir manos a la obra como un albañil cualquiera  casas baratas para pobres en Centro América. Y eso que era un experto en la guerra termonuclear. Monsieur Pompidou, muy francés y un orador cabal, hijo de un hispanista, abrió las páginas del Quijote para encontrar consolación en su retiro cerca de Colombé –les- Deux- Eglises, el sitio de la campiña que vio expirar la grandeur de De Gaulle. Pero Giscard d´Estaign, más puñetero y que nunca me cayó bien pues me caen mal los masonazos y masonazo me era él y enemigo acérrimo de España, tuvo varios amantes, flirteó con la mujer de Pierre Trudeau (otro de mi época que ha dejado de fumar) y algunos avisados amigos que tengo en Paris me informaron que se iba de putas al Bois de Boulogne. Jeltsin se aferró a la botella y de eso acaba de morir. Yo creo que era un buen hombre y pese a sus gestos histriónicos y perestoicos le libro al mundo de no pocos baticores, por lo que me parece una broma el “homenaje” que le hizo el Sánchez Dragó, ese petulante mamporrero y enano encaramado en los informativos, llamándole borrachuzo por Telemadrid cuando el cuerpo del ex dirigente ruso estaba aun caliente (eso no se hace, señor Dragó, siga uzté con su rostro asnal y su rosa y su agua mineral sobre la mesa dándonos más de lo mismo y mucha telebasura, mala critica, peor prosa con mucho refrito y “guns and roses” y a los demás, seltz con soda. Y digo esto porque yo vengo de un mundo elegante de confrontación de bloques pero donde se respetaban las reglas del juego, oiga.  A los presidentes y ex primer ministro de los países importantes les viene la sabiduría con la jubilación y para ellos el retiro se convierte en tiempo de reflexión. Aznar, por lo que veo, sigue siendo tan carpetovetónico hasta en eso. No se conforma, no tira la toalla. Es terco como oriundo de navarricos y asoma la gaita en la Georgetown o se va a Moscú a hablar con los rusos de Gazprom sin previo aviso. Lo correcto es previamente evacuar consultas con el Ministerio de Estado o llamar teléfono al Palacio de Santa Cruz. Cállese, señor Aznar. Cállese. Estaría usted mucho más monín calladico. Sus ultimas manifestaciones públicas parecen torpedos a la linea de flotación del gobierno de ZP. Y eso es juego sucio. Me parece a mí. En realidad don José Mari no es más que un chico de los recados (errand boy) de la Fox. Lo tienen de botones y él el hombre se pone finchado como una pava creyéndose una especie de oráculo de los intereses occidentales. A lo largo de mi carrera periodística estudié bien el Departamento de Estado y hasta en una ocasión entré en Pentágono. Allí todo a veces parece lo que no es. Un laberinto en el que confluyen los intereses económicos geostrategicos tecnológicos y empresas. USA carece de amigos y sólo tiene intereses. Se trata de unos negociadores muy duros y las bandas de actuación tanto del Ejecutivo, del Legislativo los militares o la CIA son vetas separadas y comportamientos estancos. Círculos concéntricos hasta llegar al arcano del poder, el módulo íntimo lo mismo que si se tratase del núcleo de la bomba atómica. En unos sitios te hacen el paripé y en la puerta más allá te dan caña. Luego los del New York Times y el Washington Post tienen la última palabra. Aunque la verdad sea dicha todo el poder reside en Wall Street. Paradojas de la vida americana y  del Departamento de Estado donde siguen si fiarse mucho de Aznar. ¿Por qué causa? Bien sencillo. ¿Recuerdan ustedes la crisis de la Isla Perejil? Bueno pues allí Aznar metió la gamba al introducir la mano en el avispero del Magreb. El más antiguo tratado de Amistad y de Cooperación de la Unión es el firmado por unos de los presidentes norteamericanos con el califa de Rabat. Es zona exclusiva a sus intereses estratégicos. No quieren que se les incendie el polvorín del mundo árabe. En ese sentido, comprendo muy bien a ZP que es un político bastante avisado aunque le lluevan vituperios de tonto por todas las partes, pero sus servicios secretos deben de haberle puesto al loro de que ojo con Marruecos, aunque estando todas mis simpatías con nuestra antigua colonia del Sahara. Que nos quitaron los americanos por una razón muy sencilla allí hay fosfatos y puede haber petroleo. Entonces la Cia organizó la Marcha Verde. Eso puede que le costara las elecciones generales no por su servilismo en Azores sino por algo mucho más grave e indiscernible, críptico y paradójico como es la complicada política exterior Usa siempre a cargo de los “wunderkinder” del Pentágono y del Departamento de Estado, casi todos ellos con apellido alemán, de la escuela del físico Von Braun, o de origen judío: Gaspar Weinberger, Kissinger, Harold Brown, Schlesinger [George Bush al poner una negra, Gondoleza Rice (mucho arroz para un pollo), ha roto toda una tradición y es por lo que la gestión externa, por eso, no porque sea mujer una negra, sino que para dirigir ese barco hay que tenerlo bien puestos, o la propia Margarita Albright la que decía “cojones” con tanto tronío y en castellano que  le dio a Bush muchos quebraderos de cojones por causa de la crisis de Yugoslavia y que por poco estuvo a punto de costarle al mundo una guerra nuclear un dia que Boris Jeltsin se levantó con resaca, menos mal que alguien le escondió las llaves del maletín secreto o caja de mandos de los misiles] coparon esos cargos. La norma es que su política sea ambivalente y ambidiestra pero sumamente conjuntada y eficaz. En el State Department mandan los liberales y en el de Defensa los tipos duros.  Los unos tienen los mejores diplomáticos y los mejores espías aunque a veces les falta tacto y son algo manazas. Los otros tienen las mejores armas, los más versátiles aviones de combate, pero les falta infantería y es la infantería lo que gana las guerras y los muchos cojones y no la tecnología. El otro arma poderosa en sus manos es Hollywood el gran altar mediático de donde se oficia un poco la ceremonia de la confusión, se rinde culto a la violencia con películas de buenos y malos, y la bazofia y los líos de cama están a la orden del día para goce de los cotillas de nuestra telebasura española. No es un mito aquello de halcones y de palomas. En cuanto a Aznar, éste ha tenido muchos panegíricos a este lado del charco. Hay quien lo pone por las nubes. El mejor presidente que tuvo España, el que levantó la economía (a base de poner ladrillos y vender parcelas, claro está), el que acabó con Eta (tampoco es cierto) y blablaba. A mí Aznar me pareció un buen alcabalero, un buen funcionario de Hacienda pero un mal presidente de gobierno. Desmanteló el ejercito, quiso liquidar la administración, se llevaba mal con los catalanes, caía antipáticos a los vascos y luego era un señor que hablaba muy serio y se reía con una risita floja de Bud Bunny, el conejo de la suerte. El conejo de la suerte. Sí. Sí. Para mí su mandato coincidió con un tiempo de desgracia y de persecución que no sé ni cómo puedo estar aquí. Tuvo desde luego buenos gestores como Cascos, Rato o superalcaldes como el de Villanueva de la Cañada, Luis Partida en quien yo veo merced a sus capacidades administrativas y dotes de permeabilidad y capacidad para la negociación y los negocios a un buen líder del PP –su figura es más plana y no tan decorativa como la de Rajoy pero hombre eficaz y es eficacia lo que España necesita en estos instantes, no buenos discursos- pero sus chicas a mi juicio no alcanzaron el fiel de la balanza del examen de grado (la Tocino, la de Palacio, la ministra de Insanidad aquella malagueña de cuyo nombre no quiero acordarme, la Espe] Doña Esperanza Aguirre creo que más que ministra de Cultura era la ministra del diseño y de la imagen. Ahora quiere ser reina. Dicen que a su  peluquero lo hizo subsecretario. Premio. Pero en cultura, cero patatero. Aznar no tenía mano izquierda y se hizo antipático al personal. La gota que colmó el vaso fue el hundimiento del Prestige y la explosión de impopularidad estalló con la guerra de Irak. Las bajadas de pantalones con los americanos no suelen ser rentables en la política española. Hay que amarrar y soltar cuerda. Pero Aznar se creyó porque toma una vez el té con pastas en Downing Street que ya era amigo intimo de Tony Blair. No conocía tan bien a la pérfida Albión como creo conocerle yo. Tampoco tienen amigos los ingleses sólo intereses y con su postura en Irak José Mari dio mucho más de lo que recibió. En cuanto a sus manifestaciones patrioteras sobre la unidad de España que todos defendemos y por la cual yo he tanto he sufrido me parecen fuera de lugar haciéndolas desde Washington. Les puedo contar una anécdota de cómo a mi antecesor Félix Ortega, uno de los mejores periodistas que he conocido, nos llamaron al orden porque nos liamos a escribir mucho desde la ciudad de los rascacielos sobre la preeminencia que se daba a los políticos del PNV allá. De hecho el lendakari Aguirre independista recibió asilo en América tras nuestra tragedia civil y se mimaba a los catalanes. Lagarto, lagarto. Bueno pues Aznar es nieto de un exaltado separatista vasco, el simpar don Manuel Aznar el organista y ex seminarista que al final de sus días decepcionados afirmaba que lo que a él le hubiera gustado en realidad es haber sido cura pero fue periodista y de prestigio en el Régimen anterior, amnistiado por Franco de la pena de muerte. Yo creo que era una buena persona pero sin convicciones políticas demasiado estables y un tránsfuga característico. Emilio Romero no le podía ver. Así que Cállese, don José Maria. Cállese. No eche más leña al fuego que están los ánimos confusos y el país muy revuelto. El pueblo desorientado. Y los de la COPE hechos un brazo de mar y todo el país hasta las cejas comiéndose su propia mierda con la telebasura y la pornopolítica. Me hablan de la once eme – once mierdas- y tiro del enchufe del televisor. Escucho la palabra eta y apago el conmutador. Harto de tanto guerra civilismo de tanta ceremonia de la confusión. Por eso a veces me da pena el pueblo español al que suelen engañar con tanta frecuencia los demagogos. Nos la están metiendo doblada unos y otros. Dejen a nuestro presidente gobernar. Sin razón o con ella siempre será mi presidente. Aunque venga de León, no es don Suero de Quiñónes. Se llama tan sólo Rodríguez de primero y de segundo Zapatero. Un chico de otra generación. Y con buenas tragaderas. Vale para político. Todos los días al desayuno, un sapo.

24/04/2007

ARRIBA ÁNIMAS (Iste Confessor, continuación)

 

- Arriba animas.

- Tan. Tan.

-¿Quién es?

-Soy yo.

-Déjalas hijo, rézalas un padre nuestro que ellas solas se irán.

Estaba yo pensando en aquellos cuentos de noviembre cuando había filandón por las casas y nos contábamos cuentos de ánima. Mi anima vagaba por el paraíso de los recuerdos mientras mis labios musitaban avemarías y padrenuestros de réquiem por el seminarista fallecido.Y sucedió- caso curioso- que estando los tres acurrucados en nuestro reclinatorio con el apoyabrazos de terciopelo rojo, casi cagados de miedo con Peralta y Fenogreco que le habíamos ido a rezar al hijo de María la Viuda la lavandera que tuvo la desgracia de ver morir a su marido en presidio y todos los jueves hacía el trayecto que separaba su casa de planta baja en las Escalerillas de san Policarpo donde estaba la judería vieja para traerle al difunto la muda, algún bocata y alguna estampa de san Antonio-todo iba y venía en el talego nuestro matute que esperábamos los jueves a la hora del coche de línea como agua de mayo- meditando sobre la vanidad de las cosas terrenas, algo que no se comprende muy bien a los once años, tampoco aquella absurda muerte, dieron las doce muy solemnes y sonoras con un sonido lúgubre que amedrentaba toque de queda.

Era la hora del curfew o couvre le feu, cuando se cerraban las puertas de la ciudadela, pasaba la ronda y se escuchaban las alarmas de los centinelas. Tapemos el fuego. Vayamos a acostar, apaguemos las hogueras exteriores y encendamos las del alma, y fue en ese momento en que tocaron a clamor las campanas de la Aceitera cuando el muerto al que velamos alzó una de sus piernas. La izquierda. Se escuchó como el crujido de unos huesos. Crac.  Fue un movimiento mecánico pero  su zurda quedó en vilo, como preparada a darle una patada en el culo a todo esto. La cara no se movió. Seguía arrebujada en aquel mórbido pañuelo blanco con que se ataban los maxilares de los difuntos para que no se desprendieran. A los muertos parecía que les dolían las muelas.

Los tres nos miramos lívidos. A Fenogreco se le erizaron los cabellos. Que yo nunca vi tal cosa y clavaba la mirada presa de terror. Peralta salió de estampida y fue dando voces despavoridas por los tránsitos:

        -Ha resucitado. Ha resucitado. Gudiel vive.

Fueron a dar aviso a la comunidad. A los pocos minutos estaba allí el padre rector blanco como una pared pero sereno. Con el jaleo se despertó todo el seminario y pronto un tropel de filósofos y de teólogos con la sotana desabrochada o bien en pijama o en calzoncillos unos cantando el Tedeum, otros gritando:

        -Milagro…milagro

Se preparó una bulla histérica. Los seminaristas se agolpaban a las puertas del salón de grado formándose un tapón como en el callejón de la plaza de los encierros de San Fermín. Querían ver al resucitado. Don Chespi se había revestido de capa pluvial y acudió al lugar con la cruz alzada. Se organizó una procesión con dos velas encendidas, salmos. El coro entonó las primeras estrofas del Iste Confessor. El inglés nos quería llevar a todos a la iglesia del mayor para celebrar una misa de acción de gracias. El padre Rector tuvo que mandarlos parar. Porque no había tal. En realidad la muerte es el triste sino de los nacidos del vientre de una mujer y pocos resucitan. Sólo Xto resucitó y Penajamo no era Lázaro. Todo se debía a algunos actos reflejos que se operan cuando el corazón deja de latir. Mientras, las demás vísceras siguen funcionando. El profesor de Matemáticas el padre Cabezas que era un jesuita muy competente nos explicaba de la mano de la biología que la muerte física es un proceso lento que tarda varias horas a veces hasta dos días en consumarse una vez incoado el rigor mortis.  De ahí que la iglesia oriental sea remisa al levantamiento del cadáver hasta el día siguiente del óbito. Durante el interregno y antes de la putrefacción que acontece cuando el corazón deja de bombear sangre se producen infinidad de movimientos reflejos. Hay partes del cuerpo que continúan funcionando. El pelo y las uñas crecen, pueden moverse las pestañas e incluso el globo ocular al tacto, se entonan los esfínteres, la vejiga exonera orines y la próstata flujo seminal. De ahí que cuando se va a proceder al levantamiento del cadáver de los ahorcados el juez de paz se encuentre en un aprieto al comprobar que el interfecto tuvo una erección al expirar. Es lo que decía el P. Ros jefe de estudios de la Sección de Ciencias y que venía de la Pontificia de Comillas. Tenía tres carreras y al terminar la de Ingeniero de Telecomunicación se había metido a jesuita.

Así que hasta para estirar la pata se toma la muerte su tiempo. No es algo instantáneo, contrariamente a lo que se considera, incluso en las situaciones de muerte súbita. Con tales explicaciones alumnos profesores y criados se volvieron para la cama un tanto decepcionados por la falsa alarma. Don Marciano el Ecónomo entonó otro responso. Estaba el hombre muy compungido pues nos dijo que sentía un gran aprecio por Enrique Gudiel. El coro de los teólogos se despachó por ultima vez con la secuencia del dies irae cuyas notas no podían ser más tétricas máxime pasada la media noche… in die illa tremenda Recordare  Jesu pie quod sum causa tuae viae ne me perdas ille die. La imprecación solemne de Tomas Centano preguntando solemne sobre el misterio de esta existencia y sonando solemne bajo la losa del firmamento en los cementerios o alzándose sobre las cresterías de las catedrales góticas. Así fue siempre. Así será eternamente. El cadáver de nuestro compañero cobraba una lividez amarilla por momentos. Ya empezaba a oler. La pierna volvió a su sitio. Recordaba un poco el cuadro de Van der Weyden lección de anatomía. Su regreso a la vida no fue sino un espejismo.

A Peralta, sin embargo, le dio un taque de nervios. Hubieron de llevarlo a la enfermería y Berengario Fenogreco las monjas de abajo, a las que llamábamos ancilarias por lo de ecce ancilla domini y a esa orden recién fundada por el Rector pertenecían y tambien las invisibles porque nunca se las veía. Nos daban de comer por el torno y era zona de clausura ka cicuta, lo hincharon a tazas de tila. Poco a poco se fueron calmando pero aquella noche mis dos compañeros de terna sellaron el pacto del ángel un convenio bastante macabro. Peralta y Berengario se ajustaron para comunicar el uno el primero que muriese de presentarsele al otro doquiera que estuviera y a la hora que fuese de aparecido para comunicarle cual había sido su suerte el día del juicio particular ese que se celebra en el instante mismo de la muerte según la teología. Tendrían que anunciar se habían salvado o se había comunicado. Ambos asimismo hicieron promesa de entrar en una orden contemplativa. El uno entró cartujo y el otro trapense. Al correr de los años visitando la cartuja de Miraflores algo me dijo un monje de aquel suceso. Peralta fue el primero en morir y cumplió lo prometido. Una noche cuando los monjes celebraban Maitines oyeron un extraño ruido como si hubiera aterrizado un carro de fuego en la nave de la iglesia y tal fue el estremecimiento que hasta la misma estatua de don enrique el Doliente que está allí enterrado al lado del Evangelio experimentó una extraña sacudida y se escuchó una voz muy alegre pero poderoso.

        -Salvado. Soy salvo, Berengario por la misericordia divina.

Ni creo ni dejo de creer pero conociendo lo cabezota que era Jesús Peralta no me extraña que movilizase a toda la corte celestial para ir a cumplir su promesa. El fraile me dijo que cesaron en este punto las misas gregorianas y se le tiene como un santo, uno de los muchos santos anónimos que ha espigado como un florilegio de beatitud la orden de San Bruno, a mi viejo compañero de terna. Misterios de la gracia.

Por lo que a mí respecta, y volviendo a cuestiones más pedestres y menos encaramadas, y aun desconociendo cual seria mi suerte, si estaré en el numero de los cordero o en el de los cabritos, entre los bienaventurados o entre los preditos. Me es indiferente. Sólo acertaré a decir que en aquel viejo caserón me enseñaron a amar a Cristo y he tratado pecador de mí seguir su senda. Lo importante es haber vivido esa fe y esa esperanza. Ir al infierno, a la gloria o al purgatorio me da lo mismo. Me trae al pairo como suele decirse.

Me pregunto si no habré tenido ya suficiente infierno y purgatorio con los dolores que me han deparado mis días: las enfermedades, las humillaciones, los fracasos, los desdoros. ¿No ha sido suficiente mi lote? Tiene usted mucho purgatorio, me dijo una vez un confesor.

        -Padre-repuse- ¿no le parece que no he sufrido lo suficiente para tener que ir a padecer allá? ¿No bastó mi lote?

        -Hijo, hijo, no digas eso. No cometa el mayor pecado de los condenados al averno que es la desesperación.

        -Creo que el papa acaba de suprimir el purgatorio y el limbo.

        -Entonces ¿qué hacemos con el cepillo de las ánimas?

Mi reverendo se quedó de un aire:

        -Eso digo yo

La muerte no me asusta y no tengo miedo a nada, únicamente al pecado y a Dios, por más que en nuestra primera entrevista Aldeorrillo me espetase a bocajarro que era un miedica y en aquella ocasión me quedé clavado en mi reclinatorio viendo cual sería el desarrollo de los acontecimientos. Mis dedos se aferraban maquinalmente al rosario y me dio por reír en lugar de salir de estampida como hicieron Peralta y Berengario. Había algo cómico en aquella situación. No tuve un acojone. Tuve un descojone. El muerto había alzado una de sus extremidades como si estuviera en clase de gimnasia. Ciertos eran los toros: la pierna izquierda de Gudiel se elevó. Arriba España. Se echaba de ver por dentro de la sotanilla los fondillos de sus pantalones bombachos de pana muy corcusidos. En la pernera aparecía una mancha sospechosa color marrón que corroboraba la diagnosis del P. Ros sobre el rigor mortis. Al morir unos se mean de gusto otros se van por la pata abajo y otros eyaculan. Avante toda. No somos nadie.

Diré en conclusión que me dan menos miedo los muertos que los vivos aunque las cosas del más allá y los fenómenos preternaturales incentivaron mi morbosa curiosidad y de ahí mis idas y venidas durante cinco años al prado de las apariciones o de las suposiciones. Huelgo con libros esotéricos que nos hablan de los enigmas y hasta creo en duendes y aparecidos y leo con fruición las vidas de los santos-algunas me parecen infumables pero en fin quien no conoce a los hombres no conoce sus aberraciones y sus vicios. En el Escorial no he visto a la Virgen aunque ocurrieron cosas inexplicables. Por donde anda Dios anda también el diablo. De ello hablaremos más adelante. Por el momento: arriba ánimas.

 

miércoles, 19 de junio de 2013

ANILLITOS DE MIS DEDOS.




Yo me quería casar con un mocico barbero


y mis padres me querían monjita de monasterio


lo que más sentía yo era mi mata de pelo


los pendientes de la oreja


y anillitos de mis dedos. Bellos romance que cantaban los niños en ruedas. Anillos. La humanidad siempre los llevó por adorno, coquetería, signo y como amuleto.


El hombre y la mujer aman lo superfluo lo que no vale para nada. Una sortija era un adorno pero a veces el anillo servía para sellar (sigilum) como el anillo episcopal o el anillo nupcial. Cuando se ajustaba a los tobillos era una ajorca.


A las muñecas, pulsera y a los brazos brazalete o favorita. Los arqueólogos señalan que es el objeto que más se encuentra en las tumbas.


En las egipcias las ha habido de oro, hierro. cuarzo, bronce.


Entre los hebreos se cuenta que los anillos y los pendientes adornaban el becerro de oro. Los anillos de oro de los ricos eran de hierro; los de los pobres no tenían engarce ni dibujo.


Los romanos mas supersticiosos los utilizaban como amuleto (fascinum) y eran preservativos contra el mal de ojo unas veces en forma de serpiente y otras en espiral.


Los etruscos los tenían unidos por un chatón (perla) largo a modo de cartela con placas de oro grabadas o cinceladas. Se lo ponían los funcionarios como recompensa a sus servicios, una costumbre que han adquirido los militares americanos graduados en West Point o en Annapolis y en Roma la costumbre dio en verdadera plaga durante el bajo imperio. Las manos de las damas a veces lucían hasta veinte sortijas, señal de decadencia por lo que Antonio las prohíbe y rebaja a no más de cinco pero las presumidas no encontraban dedos suficientes en las manos para demostrar su prepotencia y su lujo. Anillos dobles y triples unidos por un chatón de todos los colores y materiales (los hay de ámbar, zinc, platón, plomo y marfil, y por supuesto de piedras preciosas.


Los cristianos heredan esta costumbre por partida doble de Roma y de los hebreos el anillo del pescador. y un anillo llevaban los apóstoles. Los obispos lo utilizaban como sello de puridad o secreto y de autoridad y a veces contenían relicarios dentro del chatón con huesos de algún mártir.


También se utilizaba como firma mojando el chatón en tinta y marca la impronta.


Las piedras más frecuentes de estos tampones del séptimo sello eran la cornalina, el ónice o el jaspe o bien la amatista, y diseñaban la figura de un escarabajo que para los egipcios era emblema de buena suerte.


Eso, los egipcios; que los romanos traían en hueco o repujadas la figura de algún dios, alguna diosa (Venus, Ceres, Prosperina) y desde las guerras púnicas se sellan misivas y documentos públicos con la efigie de los dioses fue sustituida durante el cristianismo por el anagrama del crismón la paloma el pez . Otras veces encerraban las llaves de cajitas. Después, los merovingios usan anillos monocromáticos de carácter documental y se llevaban en el dedo o dentro de una bolsa de cuero que llamaban limosnero.


Los matrimonios se bendecían con el intercambio de arras y un sacramentario mozárabe incluye esta oración de desposados en la entrega de anillos: fit hoc nimirum, ut proter mutuam fidei signum, ut propter id magis ut eodem pignore eorum corda jungatur. Bendedite Domine anulum hunc.


El dedo anular es el del anillo.


San Isidoro nos dice más: el anillo había de llevarse en el cuarto dedo de la mano izquierda.


Un anillo es un juramento. Por eso los centuriones romanos lo recibían como signo de obediencia al emperador hasta la muerte.


Lo llevaban los apóstoles y luego lo adoptaron los obispos y en el siglo XI los abades como objetos carismáticos que significan el desposorio místico del obispo con la iglesia. El IV concilio de Toledo habla del anillo episcopal como testimonio de la consagración a la grey. El anillo episcopal ha de ser de oro o con alguna piedra preciosa pero sin grabado alguno, liso. Y así fueron encontrados en Guarrazar varios anillos con esmeraldas incrustadas.


El papa Eugenio III permitió que lo llevasen los doctores en teología como aditamento de sabiduría y prestigio personal.


Las Partidas del Rey Sabio confieren el título de conde al doctor después de veinte años de docencia y por eso muchos catedráticos de origen plebeyo que impartían clases en Palencia, Alcalá o Salamanca fueron elevados a la casta de la nobleza. (continuará