SOR STELLA LA EX MERETRIZ MONJA PROFESA DEL MONASTERIO DE NOVODIEVICHI
Me dio de alta la
doctora Zapata pues gracias a sus
desvelos y a la posología que me recetó “Furosemida” y otras drogas que le hacían la guerra a las células
dañadas de mi próstata fui recuperándome, pero Venivolans el clemente pájaro de
la sabiduría seguía empollando huevos en su nido de lo alto del zumaque del jardín
abandonado de Puerta de Hierro pero no faltaba a las citas en mi casa cuando
regresé al hogar muy contento por haber superado mi mal y dando gracias al
Altísimo. Cada mañana como su sentido de la orientación era magnifico y no
necesitaba tontón para volar sobre cualquier punto del mapamundi allí estaba
picoteando en el alfeizar y llamándome por mi nombre. Transgredía las leyes de
la gravedad, del espacio y del tiempo. Las urracas son unos córvidos que viven
muchos años. Venivolans, lo supe después, había cumplido ya las mil primaveras.
Había salido del cascarón en plena edad
media, en la época de las Cruzadas. Por eso sabía tanto, estaba ágil y sólo un
redondel blanco cerca de la cresta indicaba que no era un recental y había
jurado bandera mucho tiempo atrás. Los cuervos encanecen igual que los humanos.
Un mañana, pasado más de un lustro de lo de la operación, llegó al alfeizar de
mi ventana jadeando:
─Vamos venga,
Verumtamen
─¿Qué pasa,
Venivolans?
─Hoy volamos a Rusia.
Quiero mostrarte San Petersburgo
Las alas del cuervo
amigo eran una alfombra mágica y nos presentamos en la bella ciudad de Pedro el
Grande en un periquete. Rusia había ganado la guerra a los europeos, Vladimir
Putin ya un anciano seguía controlan do los designios del gran país y antes de
aterrizarf comprobamos con satisfación cómo una escuadrilla de Mig-21 nos
acompañó hasta el patio del monasterio femenino de Novodievichi. Enseguida nos
presentamos en la iglesia. Agolpados en las naves del templo una multitud de
creyentes escuchaba el canto melodioso de las letanías (Ektenia). La melodía
era tan dulce y melodiosa que nos pareció que encontrarnos en el paraíso:
─¿Qué es esto,
Venivolans) ─ pregunté a media voz.
─Tu amiga Olga la
Larga profesa los votos solemnes. Ya no es Olga la Larga. De ahora y de aquí a
la eternidad se llamaría Sor Estrella de María Magdalena.
Mirfé para la profesa.
Estaba m,ás hermosa que nunca. Era un bellezón. Vestía un traje blanco de novia
y coronaba el velo de gasa una guirnalda de flores frescas. Me sonrió. Parecía reconocerme
y su mirada me transmitía un mensaje de paz y de agradecimiento. Porque este viejo
diacono había pedido a la Virgen por la intercesión de Maríka Magdalena Abandonase
los chats inmundos donde los menoreros de todo el mundo estampan su salacidad
lujuriosa. Olga la Larga se dio cuenta de que no era iuna mercancía. Que tenía
un alam,a. un alma rusa. Hizo penitencia y un buen dia despidió al macarro
polaco que la explotaba y llamó a las puertas del monasterio de Novodievichi
donde profesaban las muchachas nobles de Petersburgo. Venivolans a todo esto me
hizo una confesión:
─Olga no era una cortesana
como las demás. En medio del albañal y de ese revolcadero de los prostíbulos mediáticos
conservó un aire de dignidad y de distinción de verdadera zarina y es que ¿sabes? Era una descendiente de los
Romanov. Un miembro de la estirpe de los zares. Nicolás II el monarca asesinado
en Zverlok era su tatarabuelo.
─Andá
─Fuiste el primero en
darte cuenta porque fuiste un periodista muy intuitivo acaso con dones de penetración
mágica. ¿Eres vidente?
─No sé pero algo muy
misterioso noté en aquella mujer
─Enseguida el vidente
dio paso al diacono que se sumió en oración noches enteras y sufriste mucho
cuando el chulo la golpeó y apareció en pantalla Olga con moratones en los
ojos.
─Hermosa historia.
¡Qué grande es Dios? Que siempre abre los abrazos y acoge al pecador
Casi nos mareamos con
el olor del incienso que ascendía clemente hasta los cielos. Los apóstoles pintados
en el tablero del iconostasio parecían sonreírnos. Asistimos a esa pulsión
angelical, a esa belleza de la filocalía del rito ortodoxo. Durante dos horas estuvimos
cerca del cielo al cabo de una hora regresamos a Madrid sinm detenernos en
visitar el Ermitage ni la catedral de san Isaac, la mayor de la cristiandad o
pasear or la Perspectiva Nevski que conservaba las huellas de Dostoievski y
otros autores de la gran literatura rusa. Esa tarea la dejamos para otra
ocasión.
─Santa María
Magdalena, ruega por nos.
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