ADIOS SANTI
Se nos ha ido el día de reyes Santiago López
Castillo. Fu mi compañero de pupitre en la Escuela de Periodismo. Elegante,
guaperas, un entrevistador con clase se convirtió en un icono de la tele en la
Transición. Tuvo la mala suerte de ironizar sobre los morros siliconados de la
Leyre Pajín y lo echaron fulminante. La verduga fue precisamente doña Rosa
María Mateos. Quien se acuerda de esa
fulana que se fue a Nueva York ha hacer la carrera. Sin embargo el nombre de
López Castillo pervivirá en la memoria.
Como se las gastan los socialistas. Me siento
solidario con él porque yo formo parte de las escuadras de los perseguidos,
esos redactores y escritores, a los que este Régimen inicuo que nos rige bajo
su férula puso bozal. Nunca hubo menos libertad en este país, en esta España
nuestra que se llama demócrata. Para publicar para escribir hay que ser del
duerno, del afrecho socialista o de la pocilga pepera masónica. Le seguí la
pista en Blanco y Negro. Se retiró creo que a Navacerrada. Cuidaba de su perrita
a la que hace protagonista de una de sus novelas. Libro delicioso. Descansa en
paz Santiago López Castillo. Era hijo de militar. Creo que su padre era
aviador. Espero que la muerte no sea el final. Éramos quintos de la copiosa
añada de 1944. Good soldiers never die. Only fade away. Lo mismo pasa cuando se
es un buen profesional de la información que trata de escribir libre.
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