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miércoles, 12 de agosto de 2015

juan roldan rip


AQUELLOS AÑOS DE LA ESCUELA DE PERIODISMO DE LA IGLESIA

 

 

La recepción de una carta con membrete oficial del Ministerio de Educación de Gran Bretaña una mañana calurosa de junio fue la noticia más hermosa de aquel verano del 66, mucho más que la victoria del once británico, en una apasionante final contra Alemania de la Copa del Mundo, o la derrota de Cooper a manos de Cassius Clay quien aun no se había convertido al Islam y no se llamaba Mohamed Ali, cuando los Beatles eran la locura de la juventud y dieron un concierto en la plaza las Ventas. Unos decían que les hacía falta a los del quinteto de Liverpool un buen corte de pelo a navaja. Sería un verano de músicas sonando en las emisoras populares la Inter y Radio Madrid en los patios de vecindad. Por las ventanas de los cuartos emanaban las canciones de los melenudos mezclándose con las exhalaciones de las fritangas de tortilla y pimientos frisos. Los domingos había que ponerse el traje nuevo tras del aseo en las pilas de lavar, mira cuanta roña llevas pegada a los calcaños, so cochino. Así olía cuando te apretujabas en el metro contra el culo de alguna jamona en el metro. Las aguas bajaban fétidas por los bajos de la estación de Tribunal. Lo que no mata engorda. Teníamos salud y ganas de reír con los gags del Zorro aquel genio argentino que la había tomado con los talaveranos.

Las tiernas muchachitas en flor se desplomaban histéricas cuando el conjunto apareció sobre el escenario una atardecida de agosto para actuar en la Plaza de las Ventas. Se puso el cartel de entradas agotadas y los grises tuvieron que emplearse a fondo con la porra para mantener a raya a las histéricas que se desmelenaban a los pies de los caballos. Qué noche la de aquel día. A mí me gusta Paúl, a mí Ringo. ¿Y a ti? Todos. Son guapísimos. John Lennon tenía un aire de guru y se expresaba en un inglés con acento del Norte que las volvía locas. La vida era un gran baile. Silvie Vartan y John y Holliday pour aller dancer eran el rey y la reina del microsurco en el idioma de Moliere, los más bellos del baile. Si sa va pas on fait y aller. El inglés estaba desbancando en sus preferencia a las tribus urbanas pero a mí me gustaba Aznavour y Brassens. Empezaba la gran movida. Era la hora del cambio pero a qué ton cambiar si en aquel Madrid con veinte años y treinta duros de huelga en el bolsillo los domingos se vivía tan bien. We never had it so good, nunca lo tuvimos tan a huevo, que dijo Harold Mac Millan y con Franco estábamos tan ricamente.

Hubo un golpe de estado en Argentina. Onganía entró con los tanques en la Casa Rosada. Los del diario hablado se pusieron muy nerviosos con aquel flash de Upi menos mal que él únicamente trabajaba en la sección de Deportes y aquellas trascendencias del revuelto cotarro no le afectaban. El redactor jefe don Francisco Garrote, un falangista rechoncho bajito que fumaba cigarros interminables aquel día se puso la camisa azul para dar el parte. As todas horas estaba llamando a don Camilo Alonso Vega, ministro de gobernación. Hilo directo con el Pardo teléfonos, por aquello del efecto llamada, echaban humo. A cuadrarse. Descanso. Las tropas estaban acuarteladas en Campamento y todo el mundo guardaba un silencio angustioso en la redacción de RN. Arozamena el querido Joaquín Arozamena tartajeaba más de lo habitual. Por poco nos puso el señor Garrote, que pese a su apellido era un gaditano muy buena persona había sido ayudante del general Varela en Brunete y contaba chistes verdes como ninguno, firmes a los redactores. “Este ahora ya verás lo que digo nos va a poner a cantar el cara al sol”·. Tampoco fue necesario aquel gesto. Estábanse celebrando los XXV años de paz y no iba a ser cosa de que volvieran los rojos. Pero nosotros pasábamos o empezábamos a pasar de política. Queríamos vivir. La mayor parte de los redactores eran rebotados seminaristas que se habían matriculado en Filosofía y Letras o en Periodismo y arrastraban algún trauma y bastantes complejos a causa de lo que algunos denominaban la colgadura de los hábitos y otros la gran decisión de su vida que les indujo a dejar de ir a misa los domingos, ya habían escuchado bastantes en el seminario y se adhirieron a la cultura laica o se afiliaron al PC como fue el caso de Jesús Torbado aquel leonés de Gordaliza del Pino que fue compañero de estudios en la escuela de periodismo autor de una enorme y ancha novela un caso de precocidad y genialidad literaria que nos definió a los de la generación del 68: “Las Corrupciones”.

Moreno con el pelo rizado algo cargado de hombros, mirada muy viva y penetrante algo cansada. Muy enamorado por aquel entonces de la novia que había de ser su mujer y creo que para toda la vida aunque sus libros estén descatalogados y su personalidad un tanto missing después de haber dado a la imprenta grandes libros sobre peregrinos y caídas del caballo, era un especialista como Lutero en la epístolas de san Pablo, Jesús hablaba poco y observaba mucho. Había estado en un noviciado de los dominicos y, a punto de cantar misa, optó por la vida civil. Lo suyo tenía bastante mérito. Venía a clase con los dedos tiznados de yeso, abiertas por el cemento pues arrimaba material en una obra de las afueras como peón albañil. Un caso parecido al de José Luis Gutiérrez al que apodaban el Lobo otro de León que sería brillante corresponsal y director de periódicos y revistas de la transición. Era muy amigo de Pepe Oneto otro simpático andaluz, un tipo muy fino de los que ven crecer la hierba y se dejó crecer ese flequillo que le pinga ahora ante las cámaras y antes no tenía. Le copí la idea a nuestro profesor de inglés que también se hacía un egregio recorrido por la calva tiñéndose de rubio.

También falleció hace un bienio en extrañas circunstancias. De aquellos viejos colegas en la época del cambio dos que yo se sepa se suicidaron, otros desaparecieron en el exilio interior, se dieron al alcohol o la droga, o se conformaron con la nueva situación de proscritos porque la democracia nos talló a todos por un mismo rasero sois unos nazis unos fascistas, no os adheristeis al pensamiento único. Nuestros hermanos nos echaron de casa cosa habitual en una España tan dada a los despilfarros cainitas. Padecimos el síndrome de la guerra que ellos perdieron pero que luego ganaron cuando vinieron pidiendo paso los mandiles y triángulos, pero otros medraron los más afortunados y subieron como la espuma adornados en el olimpo mediático con la corona de laurel y los dineros.

Se vino el Lobo a Madrid desde Vizcaya donde aprendió el oficio de fresador. Con las prisas no le vagaba para cambiarse de ropa y quitarse el mono para asistir a las clases de inglés mr. Peter Miles

Sus manos encallecidas eran un orgullo para todos nosotros y él se las miraba llenas de callios, orgulloso como biuen leonés. Su semblanza podía cotejarse por lo bien bragado con la de un anarquista. No en vano provenía de la tierra de Buenaventura Durruti,.

Miles un tipo extraño que por entonces se escondía en el armario, misterioso personaje, que no era inglés sino polaco pero que hablaba un inglés con acento de los barrios de Londres, con sus americanas cobalto que hacían aguas, hombreadas para realzar el busto, el perfil de cachas y corcho en los tacones al objeto de alzar unos codos de estatura. Siempre con pajarita o bow tie. Sus clases en lugar de lecciones de inglés parecían actuaciones festivaleras, se movía por la tarima con mucho garbo y mandaba sentar en los primeros bancos a los más guapos.

Sus clases interesantes eran todo un show de gestos, era nuestro ídolo. Buen comunicador nos entusiasmó con la lengua inglesa y con aquel país que sedujo a la juventud española de los 60 estábamos acomplejados por no parlarlo fluido. Era la estrella de la escuela de Periodismo de la Iglesia. Pobre Peter Miles; cuando cerraron la escuela de periodismo quedó sin empleo, fue abandonado por su novio y se abrió las venas en la bañera. No aguardó a conocer los tiempos del esplendor del arco iris. No se atrevió a salir del armario.

Rafael de Salazar, Nicolás González Ruiz, Bartolomé Mostaza, Antonio Ortiz Muñoz y Alejandro Fernández Pombo, un bondadoso manchego de la escuela del “Debate”, formaban un experto e ilustre tándem en el cuadro de profesores. Entre clase y clases leyendo su breviario veíamos pasear por el patinillo reducto de una pequeña huerta en las dependencias a un cura alto y delgado que lucía sotanas impecables de cachemir —detalle nada desdeñable y corajudo pues los aires renovadores postconciliares habían barrido del mapa los alzacuellos y manteos y los curas iban de traje aunque en nuestro curso el P. Abel Hernández y Pepe Freixenet uno de Murcia no se la habían quitado aún pero sí el P. Urciti un navarro muy simpático que venía de una conocida familia carlista— era el director. Olvidé su nombre pero creo que llegó a obispo y formó parte a regañadientes como un elefante en la cacharrería de la Conferencia Episcopal o poderoso sindicato de obispos que siguen mandando tanto en España. Juan Roldán otro ex seminarista malagueño discípulos del lectoral de la catedral malacitana el P. Ruiz, se ganaba la vida como profesor de latín en un colegio mayor.

Roldán, un muchacho agradable rubiales bien parecido y de un estilo muy norteamericano ocuparía las corresponsalías de Efe en Londres época Fraga y en Washington  durante la transición, sería director de la Asociación de la Prensa y se casaría con otra colega Encarnación Valenzuela que no era guapa pero demostró ser mujer de mucho tronío. Curri. ¿Dónde curra ahora Curri? Juan acaba de fallecer este julio de 2015 no sé si de melancolía o de asco a los 72 años. Él era un periodista de los pies a la cabeza y no ha sobrevivido a las purgas que orquestaron contra nosotros los de la vieja ola los nuevos instalados en ese periodismo baladí de las tertulias que se pronuncian ex cáthedra a todas horas con un gesto solemne y aires de gángster.  Forman parte de un circuito cerrado una mafia en la que no dejan entrar a nadie. Closed shop, numerus claussus, compañero; el que venga atrás que arree. Son los grandes acaparadores de esta democracia llena de resabios dictatoriales. Son los vigilantes de la playa los comisarios del sistema siempre guardando la línea y a la que salta, parecen haber pegado un brinco a nuestra actualidad, a la que miran, remiran, comentan y hasta soban explotando el morbo con gesto algo despectivo y canalla pues no les duele la patria. España se las refanfinflar.  Sólo les importa el dinero. El que más gana (se embolsó cerca de cuarenta mil euros del ala el año pasado, lo colocó en la tele pública ese espantapájaros que habitó en la Moncloa durante un lustro siniestro y al que llaman ZP (pasen y coman los de León y a llenarse los bolsillos), un tal Maraña, el hermanísimo de un canalla que amargó mi existencia en Nueva York y dijo en una conferencia de Prensa en la ONU oficiada por Felipe González que había que acabar con la Prensa del Movimiento. Jugaban al viejo juego del robaterrenos quítate tú que me pongo yo y donde no hay harina todo es mohína y así se hicieron amos de la TV pública y vendieron los periódicos de la Cadena a los ingleses. Se produjo una auténtica involución de las rotativas. Algunos de ellos, sólo unos pocos porque los estudiantes de periodismo lo tienen crudo para obtener un puesto de trabajo y si lo logran les pagan miserias de becarios. Encontraron en su remunerativo, milagros de la publicidad, blablablá una fórmula de enriquecimiento.

El encono la envidia la emulación y el odio constituyeron los peldaños de la escalera por donde subieron para alzarse con el santo y la limosna estos trepas. La corrupción imperante les brindó la oportunidad de su existencia dentro de un oficio noble aunque menesteroso como fue el de juntar palabras en España. A fuerza de adular a los políticos con sus torrenciales parrafadas y sus conclusiones de pata de banco, al objeto de enajenar o cabrear al lector o al telespectador. Es una literatura hablada no de información ni de educación elemental sino de provocación. Ganan con esto millonadas. Y ahí está para muestra valga un botón Alfonso Rojo el “exsísimo” o ex maridísimo de la Anaconda. Que después de echarlo de su tálamo hay que ver lo bien que lo colocó.

Este viejo oficio por aquellos días abundaba en epígonos notables como David Cubedo [la voz carismática la locución de terciopelo del “parte” de las tres de la tarde], Fernández de Asís, Pedro de Lorenzo, Álvaro de la Iglesia, Torcuato Luca de Tena, Tomás Salvador, Félix Ortega todos los cuales murieron pobres. O el mismo Juan Roldán que se nos acaba de marchar.

Voluntariosa y con buenos contactos, la Valenzuela hija de un general laureado según creo, se ha convertido en la musa del PP habitual de las tertulias de la tele. Estábamos angustiados y confusos dentro de nuestros traumas y el cascarón de un pasado del que había que salir para enfrentarse a la modernidad. Ésta estaba hecha de canciones y de apuntes y de papeletas de exámenes. Dentro de lo que cabe, nunca como entonces había sido Bermejo tan feliz. Los de la Eta no habían aparecido, los curas seguían llevando sotana y se decían misas en latín pese a las admoniciones renovadoras del concilio. Se podía ir a esquiar a Navacerrada los fines de semana del invierno o bañarse gratis en el charco del obrero como llamaban al parque sindical.

Leyó la carta cincuenta veces y se compró un pequeño diccionario de bolsillo el Collins para traducir las palabras que no entendía. El comunicado le informaba que le había sido concedido un puesto como profesor asistente en la ciudad de Hull como ayudante del catedrático de lengua castellana en dos colegios: El colegio Marista y un instituto de segunda enseñanza el Kingston upon Hull. Informó a sus parientes amigos de irse a Inglaterra el próximo curso. Muchos vituperaron su decisión:

—Tú estás tonto. Has conseguido un puesto fijo en radio Nacional y ahora haces la tontería de largarte a un pueblo de una lejana provincia a pasar hambre.

Bermejo estaba tan embebido con la idea de aprender la lengua de Shakespeare que puso oídos de mercader a tan sabios consejos. El mecanismo de la utopía volvió a vagar por sus meninges atolondradas. Le estaban vendiendo la burra mal capada. Era la decisión más importante de su vida pero Bermejo le dio la ventolera y (entonces pensaba así hoy no) se puso el mundo por montera, tiraba la casa por la ventana. Claro que le habían enseñado desde pequeñito a renunciar al mundo sus pompas y vanidades. Es la idea que gira en torno al libro de cabecera “Las imitación de Cristo y menoscabo del mundo” de Tomás de Kempis tantas veces manoseado y leído a lo largo de su adolescencia. Un lector subido a un púlpito declamaba sus capítulos a la hora del desayuno durante sus años de seminaria.

—Te comportas como un gilipollas, Remigio— fue la sentencia de su hermano Xanti el que siempre estaba calculando sus pasos.

Le contestó él con el título de una película de Bing Crosby que echaban por aquellos días en el Cine Cristal de Cuatro Caminos:

 —Siguiendo mi camino.

A lo mejor estaba en un yerro pero interiormente sentía que al renunciar al trabajo en la radio estaba respondiendo a una poderosa llamada. Su vida en adelante estaría entretejida de renuncios de grandes triunfos y grandes fracasos. El destino suele ser inexorable. Todo está escrito. Hasta el número de los pelos están contados en nuestra cabeza. Al menos, es lo que se dice y yo no me desdigo de nada ni renuncio a nada, seguiré en mis trece. No vendo mi pluma ni la vendí a nadie que es baluarte de libertad. No tengo vocación de mercenario

 

sábado, 8 de agosto de 2015

romería asturiana en honor de santa ana


















Santana 2015

 

Todos los cojos van pa Santana y arriba subo yo con mi pata galana. Ay santa Anita de Montarés que guapina yés. Ermita blanca en lo alto de un cerro mirando para Cudillero con amorosos ojos marineros. Danos tú protección ruega por nos. Cuando atisbaban las lanchas que embocan la rada del puerto pixueto toda la tripulación cantaban alegres su himno. Pasaron la marola y tuvieron buena pesca y navegación.

Ella estaba en lo alto en el trono que tiene en aquella ermita blanca y buen dibujada sobre un paisaje de ensueño que hace pensar que estamos en el paraíso los días de sol como este 26 de julio del año de gracia 2015.

Otra vez acometimos las vargas de las pistas madereras como todos los años, tantos años ya. Quico el alcalde de la villa de Cudillero, tan calumniado, fue el que hizo posible que la maravillosa autopista que cruza el valle de Artedo y las Luiñas sobre grandes puentes arbotantes y macizos pilares, no destruyera las vistas y el monte de Montarés al cual los romanos llamaban Betulia (abedules) se salvó al trazar la vía sin detrimento a los pueblos circundantes. Una grandiosa obra de ingeniería.

Muchos no se lo reconocen. Yo sí que para eso he vivido cuatro años en Norteamérica y de allí regresé por primera vez en 1975 y subí a la romería que se celebra a finales de julio.

Me sentí tan impresionado y feliz que no deseaba volverme para Nueva York. Aquello no era civilización. La Asturias de mis sueños sí.

Ha querido Yahvé en sus inescrutables designios que este pobre pecador fuera a aparcar la boina en un “ñero” a pie del monte sagrado de Betulia anidando con el miruello la golondrina el avefría la collalba y el ruiseñor astur que es el pájaro que mejor canta del mundo.

Media hora zarceando por la calella entre tojos y zarzamoras y a las doce ya estábamos arriba cuando tocaban a misa. El tañido de la campana se mezclaba con los sones de la gaita. Dos guapas gaiteras vestidas con sayas de vuelo, jubón y pañoleta, atacaban la marcha real mientras un gallardo gaitero buen mozo hacía arpegios maravillosos que me ponían los pelos de punta con el roncón. Me recordaban a Demetria la heroína de Palacio Valdés en la Aldea Perdida. Una misa entrañable de tambor y gaita. Hijas mías de mi vida y corazón con esos capisayos lucís más guapas y atractivas que las “girls” de Telecinco en porreta viva, les dije.

El cura ay don José mucho madruga usted nos recordó en aquella iglesia aldeana de toscos bancos y de una piedad de sencillez rústica en la cual el cristianismo se combina con las viejas creencias sincretistas y paganas que el templo fue reconstruido en 1886 y a él alude Armando Palacio Valdés en alguno de sus cuentos. Esto forma parte de la Asturias mágica. Los fieles se ciñen las partes doloridas de su cuerpo con los eslabones de la cadena de la santa y sanan —es fe— de sus enfermedades: el reuma, la artritis, litiasis, dolor de aguijada fiebres pauperales el terror de las parturientas desde tiempo inmemorial encomendadas a Santa Ana en espera de una hora corta. El tabardillo el baile de san vito y las bubas porque la ermita está en emplazada en plena ruta jacobea y me da a mí que fuera antiguamente una iglesia de asilo integran parte de la lista “inter alia” de las dolamas que curaba milagrosamente la gloriosa Santa Ana.

De las paredes cuelgan exvotos de los “quebraos” a los que se les mitigó la hernia al hacer un esfuerzo con la fesoria que aquí se trajo lo suyo, compañero; gorras de plato de soldaditos de la armada que regresaron con bien de la marina o de la guerra, muletas de “coxus” y bragueros de baldados y hasta observo entre las colgaduras el pecho de cera de una operada de cáncer de mamá.

Uno a la fuerza tiene que creer en los milagros que “si non la vida non vale pa nada”, me dice una paisana de cerca de ochenta años y que viene subiendo al monte santo desde niña.

Montarés es para los cudillerenses el monte Horeb donde Jehová le dio a Moisés las Tablas, el monte Moria o el Carmelo, el monte de las Bienaventuranzas o el Tabor donde se transfiguró Cristo Salvador patrono de Oviedo y cuya fiesta ayer celebrábamos.

Es posible que antes de nuestra Era ya los astures veneraran en este lugar a la diosa Volutia la que les mandaba estar callados como en misa. Chist… en las iglesias hay que estar callados como en misa, y puede que también a Dionisios.

La fiesta se compadece con reminiscencias paganas. Empina el codo la muchachada, son jóvenes, hacen bien y una vez al año no hace daño. El señor cura no baila porque tiene corona, baile, señor cura baile que Dios todo lo perdona. Estos cantares así como el gusto por las libaciones báquicas evidencian un aire de relajo pero que siga la fiesta.

Sin embargo ya no hay peleas ni navajazos, como antaño, por una moza, por una mirada de través o por un simple pisotón que entonces se armaba la de Dios y las peleas eran homéricas (consultar de nuevo a don Armando Palacio Valdés). Algo progresamos.

Uno de los cofrades va repartiendo azumbres y herradas de tintorro. Observo que algunas chicas beben a morro aunque sin ganas. Como si honrar a la Abuela de Jesús fuese una obligación avalada por tradición milenaria. Cantemos a Baco sus alabanzas.

Toda España es una fiesta de Virgen a Virgen esto es desde el Carmen hasta la Asunta, del 15 de julio al 15 de agosto y entre medias, la Virgen Blanca cuando baja hasta Vitoria el aldeano Celedonio con su paraguas.

Bulle medio país a pesar de la crisis con el toletole de las verbenas las ruedas de tiro al plato, los tiovivos, los caballitos, las pistas de coches eléctricos o las carreras de saco sin que falten encierros y corridas de toros. Por San Fermín siete de julio los navarros lanzan el primer chupinazo y sigue la fiesta por todo el verano.

Creo que estas ganas de vivir y el dinamismo característico al mocerío hispano es una prueba de la superioridad del catolicismo sobre sus religiones hermanas. En el Islam el vino está prohibido. El Talmud veda el acceso de los judíos a las bebidas fermentadas excepto una vez al año. Entre nosotros que bebemos lo que nos legó Noé y nos deleitamos con la sidra que no quiso probar el Bautista como buen nazareno, cuando se tercie, nos podrán llamar borrachos pero somos más tolerantes y humanos.

Además el vino es sangre de Cristo.  Y eso lo saben bien los ingleses entusiastas secuaces de Dionisios el dios oscuro traidor y jovial y no hay más que darse una vuelta por Mallorca. Cómo soplan esos tíos hasta caer redondos.

Ello tiene una explicación: de los sacramentos sólo admiten dos el bautismo y el Supper of the Lord aunque sin transustanciación. Así y todo son un pueblo de lo más eucarístico. El vino de la cena del Señor es uno de los 48 Artículos de la Fe según la reforma protestante que mandó practicar la Reina Virgen a fines del siglo XVI.

Este articulista que también pasó diez años de su vida en Reino Unido da testimonio de esta pasión por las bebidas espiritosas y por la gran devoción que siempre tuvieron los ingleses hacia la Abuela de Cristo.

Una bula del papa Calisto III de junio de 1426 estableció el Día de Santa Ana como fiesta nacional en Inglaterra. No se trabajaba y ese día se organizaban peregrinaciones a la catedral de Lincoln donde se venera una imagen milagrosa de la Madre de Santa María. Su devoción fue difundida por san Hugo y los agustinos recoletos a través de las Islas Británicas.

Es una tradición que se remonta a la alta edad media y tiene relación con la mujer como ama de casa que pare los hijos cuida al marido y ordena el hogar. Administra. Mulierem fortem quis inveniet

Por más que las citas a esta buena mujer cuyo nombre en hebreo signifique la “llena de gracia”, sean mínimas en la Escritura, la escasez de datos biográficos se remplaza, como acontece, con el fervor de la fe y los sueños del corazón que acarician el mito soteriológico, en demanda de la intercesión divina ante nuestras necesidades.

En España es un culto que se relaciona con el de hiperdulía y con el  culto miguelino, el más antiguo en Occidente. En mi pueblo, Sacramenia, hay una iglesia románica dedicada a su advocación que se emplaza en lo alto de un cerro. El de Santa Ana.

Toda aquella zona fue repoblada por asturianos, de acuerdo con el Fuero de Avilés, y es posible que este culto estuviera muy arraigado en el pueblo visigodo.

En los barcos de nuestra escuadra siempre acompañaba a la imagen de Nuestra Señora otra de su madre y un galeón que salvó del naufragio de la Invencible se llamaba el “San Ana”. Seguramente que los pixuetos buenos mareantes sintieran hacia la santita de Montarés una especial veneración en la creencia de que ella siempre les acompañaba al surcar las olas y les devolvía a puerto seguro.

El 26 de julio del año que viene, si dios me da vida, volveré a ascender la cumbre de Montarés. A besar su manto de airosos caireles, porque la imagen siempre fue muy prestosa y atalajada, pasarme las cadenas, y poner una vela por la paz de España, por mis hijos por mi mujer. Y a todos paz y bien. De hoy en un año.