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miércoles, 27 de abril de 2011

666





¿Será Charles? Tiene un par de buenos orejones. ¿Será la reina? Esa ni sufre ni padece por nada.¿Será el heraldo de las tinieblas el príncipe de Edimburgo al que le gustaba en las juergas de los años 60 cuando lo del escándalo Profumo disfrazarse con máscaras y caminar desnudo entre las chicas luciendo la cifra del 666 colgada de sus augustos compañones ciego de vino y apestando a grifa? Desde aquí en España con esto de la boda del príncipe Guillermo y Kate anda el personal de cabeza. Hasta Raúl del Pozo que dicen que era comunista de toda la vida ha sacado el incensario de pedrojota y se derrite en alabanzas y epitalamios a la monarquía inglesa.

Aquí todos se matan por hablar inglés y traban apuestas por saber quién de nuestros políticos, de nuestros periodistas, tiene el mejor acento British. La mudanza de pareceres y cambios de chaqueta ha llegado al colmo que esto parece una colonia del imperio británico. Pronto veremos a dos bobees con salajó dirigiendo el trafico por Gran Vía y hablando del “nasty weather” en vez de política o de religión. Eso no ha llegado todavía y seguimos siendo españoles. Nos olvidamos que si hay un pueblo en el mundo que nos odia y nos desprecia y nos ha calumniado a lo largo de la historia eso han sido los ingleses gente sanguinaria y lenguaraz a la que le gusta barrer para casa y debajo de la alfombra.

Pero adulando a la monarquía inglesa nuestros pelotilleros de turno le dan un lametazo en la rabadilla a nuestros royals. Cantando la palinodia de los Windsor porque así se asegura la corona del heredero del juancarlismo hacemos patria viva el rey y muera España, esa es nuestra cruz y nuestro gran contrasentido. La Sofi y el Juanca se conocieron en un hospital precisamente el día en que a Charles lo operaban de apendicitis. De vez en cuando van a ver a sus primos que los reciben como parientes pobres porque la corona que lucen los españoles monarcas sobre sus testas coronadas se los puso un dictador y eso no es pedigree para una monarquía que blasona de ser el alma mater y la casa cuna de la democracia pura y dura, una de las sedes de los Rochild que son los reyes del mambo los que coronan y destronan.

Ellos siguen sin tener rey en Israel y a Felipillo esto de que le llamen el pariente pobre cuando va a Londres le encocora. Así que todo queda en casa. Los ingleses un pueblo de tratantes y de tenderos son raros como ellos solos pero se las pintan para situaciones como éstas: saben vender la burra. Consumados malabaristas en el arte del engaño, expertos en las operaciones del disimulo. Saben ser feroces y sanguinarios pero al propio tiempo tiernos y candorosos como una flor de Cornualles y nunca hay que perder de vista que fuero nuestros enemigos históricos. En nuestra flaqueza basaron su fortaleza y la decadencia de España no sólo les conviene sino que les aprovecha.

Y en Gibraltar están levantando un emporio del contrabando. Retranquean la costa con vagones enteros de tierra traída de España y Gibraltar va a convertirse en un nuevo Hong Kong ante nuestras mismas barbas. Por si esto fuera poco tratan de explicarnos y vendernos nuestra propia historia con el beneplácito de nuestros escritores paletos, nuestros políticos pelmas o locos como Anson, quien disparaba el otro día nubes de incienso a ese Paúl Preston que se dice historiador pero trabaja para los servicios secretos británicos. ¡Oh loores de la Cámara de los Lores! Precisamente los que dan la orden de atacar a lanchas de la guardia civil cuando estos persiguen a contrabandistas en aguas próximas a Algeciras. Muchas de las cosas que estan ocurriendo en esta nación durante el nefasto reinado de Juan Carlos I- el peor rey que tuvo España en la historia de esta corona- tienen una British Connection.

El anticristo ya digo reside en Londres. Puede que en Buckinham Palace puede que en Southkensington. Puede ser una persona física o un consorcio que deparas movidas por el mundo o conciertos de rock and roll. Cuando yo trataba de abrirme paso en la dura brega del periodismo me especialicé en “royals”. Vendí algunos reportajes a la prensa del colorín. Cualquier vaina de la casa real me la pagaban a precio de oro. Pronto supe cómo de grandes tenía el príncipe Carlos las orejas o las burradas que le decía a Camila por teléfono “quiero ser tu tampax para mejor apretarme y estar cerca de ti, corazoncito” o cómo se llamaban los corgis de Isabel II.

Si llega a reinar el actual principie de Gales que lo dudo porque Keith y Brenda como les llamaba la pareja son de los que viven mucho y “they go on for ever” lo haría con el nombre de Carlos III. Lo más probable es que el trono le corresponda a su hijo Willy que sería Guillermo II. De Carlos de Edimburgo se decía que era muy corto de luces. Rather thick actually. Mente espesa y muy cabeza dura. Su aspecto no era el del príncipe constante sino el del príncipe pasmado. Podía matarlas callando. Es algo disléxico. No habla muy bien en público y no les caía bien a las mujeres cuando yo andaba por aquellas islas.

Los servicios de propaganda en los cuales son consumados virtuosos ingleses han tratado de silenciar el oscuro asunto de la muerte de Lady Di en Paris cuando iba acompañada de su amante. No fue un accidente sino un hecho provocado.

Detrás de lo que ocurrió en el túnel de Alma subyace una mano negra que hizo un job perfecto. A manos de un killer profesional pereció Diana Spencer. Eso estaba también escrito en las profecías. Otra cosa en la que son muy duchos los ingleses: el cover up. Anson modestia aparte al igual que la magna caterva de nuestros pundits anglófilos aduladores saben mucho menos de cosas de aquel país que me sé yo. Hablo con conocimiento de causa.

Para vender, para cazar, para piratear para sobrevivir un inglés se mete en la piel del diablo. Por eso no me extrañaría nada que el Anticristo el heraldo del juicio final se pasee a estas horas entre Marble Arch y Picadillo circus y tan pichi.



martes, 26 de abril de 2011








































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