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jueves, 20 de enero de 2011

AGATHA CHRISTIE

De modo y manera que doña Ágata que en paz descasen no se escapó al Yorkshire con un cabo de regulares o con un lancero escocés mejor dicho cuando las aguas fluviales de su matrimonio se salieron de madre y amenazaron desbordarse. Se vino a Tenerife hace ahora justo ochenta años y los tinerfeños lo celebran y lo explotan. Me parece de perlas. Pero antes se había dicho que la novelista desapareció víctima de una crisis de ansiedad o de amnesia. Esta noticia me ha hecho recordar cuando se murió hace 31 años y yo que estaba de corresponsal en Londres enhebré una de esas crónicas de campanillas y hasta un cuñado mío Juanjo me felicitó. Todos se quedaron bocas y yo pasé por ser un gran entendido en Ágata Christi. Confieso y yo me acuso de que jamás he logrado terminar un libro suyo en toda mi vida pero habría que ponerle paños al pulpito e inflar un poquito el perro que a veces no viene del todo mal. Pues eso que ni me gustaba doña Águeda y ese francés Hércules Poirot me parece que se pasaba de listo. Se trata de un género que tuvo su auge. Dice Navas que son la de millones de libros vendidos pues por algo será que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Gustos del franquismo y yo que soy muy admirador de Franco pero nada franquistas y entonces se llevaba mucho lo de leer a Estefanía que a mi me parecía un tipo mucho más inteligente y con mayor carpintería narrativa que la inglesa y te marcabas una del oeste. Las chavalas se marcaban una de “jovencitas”. A todo lo más que llegué yo en el subgénero fue a Roberto Alcázar y Pedrín y a la familia de los Ulises en el TBO. Pero Ágata Christie me parecía demasiada complicada por la sencillez zarrapatrostsa de los diálogos, los alibi y las coartadas, los presumos y las trampas para jugar a ver quien es el asesino. La vida es toda ella un thriller y un esperpento pero en ella estos dos son de otra manera. A Rafa García Serrano le gustaba mucho P:G Woodhouse. Era un novelista para zamparse una novela en un cuerpo de guardia por ejemplo. En la mili se leía mucha novela de la Christie y del Oeste. Los cuarenta y los cincuenta fueron los deudores del folletón sicalíptico de los veinte y los treinta. Al gran Pedro Mata creo que la historia de la literatura no le ha hecho justicia pero las christies me repugnan por su excesivo artificio y contribuyeron a esparcir entre nosotros mentiras piadosas: eso de la flema británica, el rito del te, las noches de niebla cuando dan las doce en un carillón de una parroquia de Westminter, el aire frío y poco entrañable. Todo muy deductivo. Me parecían una pérdida de tiempo estas entregas. Preferiría sumergirme en Chejov. Los rusos conocedores del alma humana son mis verdaderos maestros. El papanatismo español también prefiere a los extranjeros. España en las ultimas dos generaciones ha producido grandes novelistas mucho mejores que los ingleses pero estos que son unos vivos nos venden hasta el rosario de nuestra madre. No sé esto del asesinato siempre fue un negocio. La explotación del morbo es algo que llevan muy adentro los seres bimanos. En la novela policiaco hay que buscar un hilo conductor de una trama para descubrir quien es el asesino, algo que no suele suceder casi nunca en la vida real. Sin embargo concedido: la gente de mayor reputación, los intelectuales de amplia busca en el thriller una válvula de escape. Un género muy amplio porque dentro del mismo se entallan lo detectivesco, el suspense, la novela policial lo que llaman los americanos “cops” y la novela negra. Muy difícil de ser diferenciado. Dicen que es el género mas solicitado en occidente. Son los libros que venden. El nudo gordiano de la seducción. La Christie está en deuda verdaderamente con Sherlock Holmes. Resolver crímenes. Visitar las morgues y los departamentos de vivisección. El club de detectives aficionados fue fundado en 1928 poco después de la misteriosa desaparición de doña Ágata. Créate un nombre y échate a dormir. Su desaparición le dio un nombre y el lector morboso quiso saber cómo era aquella señora tan pudibunda y victoriana que se había fugado del hogar y había ABANDONADO A SU MARIDO. ¿Con quien? En las noveles de intriga se refleja la boda como es no como debiera de ser. No tiene que haber intervención divina ni deus ex machina. Por eso viene bien este surtido a una época laica cuando Nietzsche había anunciado la muerte de dios. Cualquier fenómeno preternatural también hay que descartarlo. No cabe la fuerza de la revelación sino la de la deducción lógica. El novelista tiene que adular un poco al lector haciéndole creer que es un tipo inteligente. En realidad esto es falso. Ágata Christie siempre consideraba que sus lectores no eran más que unos pobres diablos con poco que hacer pero que siga la bola. Y ha de tener mano izquierda para que éste le haga trabajar a su magín y deduzca. Tampoco tiene que haber sexo o palabras fuertes. A todos lo más que llegan los personajes de la Christie es a apostrofar a Zeus o jurar por Jingo. Está visto. El lector. No quiere complicaciones y sí muchos convencionalismos. Que no le fastidien la solución de sus crucigramas con las soluciones al dorso. Se me viene a la memoria una imagen que tengo transfixa de la escritora por haber escrito tanto acerca de ella auque no soportara ninguno de sus libros por parecerme soporíferos. El pelo blanco o teñidos de grises perla. Una gargantilla. La vida modesta en una semi en Cornualles. Las horas tranquilas. La meticulosa disciplina del horario y de los ritos como el té y la lectura de las esquelas mortuorias de The Times en el sofá. El gato dormitando junto a la chimenea. Vida placentera y burguesa. Algo prieta de carnes, los ojos siempre bellos pero de vieja la piel se le volvió ajada y muy rugosa como es común entre las inglesas cuya lozana mocedad se agosta al doblar la esquina de los cuarenta. Cuestión de piel. Algo artrítica y una señora muy pensada y con escaso sentido del humor que se tomaba su oficio muy en serio. Escribía siempre a mano y tenía un secretario que le pasaba los trabajos a mano. Ágata Christie era una aldeana de la Inglaterra feliz de la Merry old England tratando de conservar su ritmo de vida y su decencia en medio de los grandes traumáticos cambios que ha experimentado Gran Bretaña y el mundo a lo largo del pasado siglo. Las novelas de Ágata bussines as usual. No nos compliquemos demasiado la vida

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