ANASTASIMENE.
Estuve toda la tarde conectado a Internet Radio Grad –Petrov. Los oficios de las vísperas (zagoveñíe) duraron tres horas. Toda cantada y multitudinaria. Desde la catedral de San Isaac en Petrogrado o Petersburgo. En las “sabor” (catedrales) no hay sillas y los fieles asisten a la ceremonia de pié. De vez en cuanto entre el canto angélico de los oficiantes y de las tronadas del coro se escuchaban los chillidos como golondrinas de los niños asistentes a la ceremonia, muchos de los cuales son hijos de los popes. Pese a la largura de la liturgia puedo decir que se desconoce el cansancio. La liturgia es simple y repetitiva. No hay órgano ni instrumentos musicales. Se prolonga a través de las letanías entonadas por un diacono en la cual se hacen rogativas por todo el genero humano, por las iglesias, por los pobres, por los gobernantes, por los enfermos, por los peregrinos y desamparados, los consagrados, los creyentes y descreídos, los judíos, los mahometanos, los budistas. Esto es el Cristo total. En un tono de fabordón. A cada plegaria letanía responde el coro con la invocación mágica del Kyrie eleison que es “Gospodi, pomilui nas” (Señor ten piedad de nos). También las ofrendas y tributos a la Virgen que llaman Blagodoritsa y por la cual siente el pueblo ruso una profunda devoción son incesantes. Lo mismo que las invocaciones Trinitarias que proliferan a lo largo del canon. El nombre de la Virgen Blogotritsa dieva Maria hace sonreír a los labios y alegra los corazones. La consagración por el patriarca también es cantada y el oficiante realiza la epiclesis. “Eto telo moie eto Krobi moie” ) este es mi cuerpo y esta es mis sangre que será derramada “vo stablenia grecov”: para el perdón de los pecados. La comunión la distribuye el arcediano que sale por la puerta de los dones cuando se abre el iconostasio. La misa se oficia a puerta cerrada tras la cancela del iconostasio. No ya meramente cara al pueblo sino de espaldas a él. Los asistentes no ven al archimandrita consagran. Sólo le oyen mientras siguen los cantos y se persignan constantemente llenos de fe.
Uno se siente prendido y cautivo de tanta magia. Es el viejo rito de San Basilio. Un viajero español Andrés Laguna, judío converso de Segovia, que escribió el Dioscorides en su “Viaje a Turquía” hace una descripción de su estancia en Constantinopla y de su visita al Monte Athos y se maravilla por la devoción y atención existente en las pequeñas iglesias griegas. Donde no hay prácticamente sermones. Todo es acto y representación de los grandes misterios cristianos de la Redención. Esta semana es sagrada en muchas ciudades del Oriente. Pero no hay `procesiones. Los días Miércoles, Jueves y Viernes Santo son días de ayuno y de oración. Chejov que era hijo de Pope a veces se lamenta de lo extenuantes que eran estos oficios. Sin embargo su prosa y toda su novelística recibe el plasma de tanta belleza de las casullas, los cálices y los iconos de la Virgen que le entraron por los ojos de niño. Es la filocalía. El amor al libro, a la palabra, y a lo que es bello en la naturaleza y en la vida. El padrenuestro lo cantan por lo menos de modo solemne siete veces a lo largo de la misa y dos diáconos cantan dos pasajes del evangelio del dia con especial unción.
Uno se siente un poco transportado. Y recuerda las palabras del apóstol “fides ex auditu”. La fe entra por los oídos, por los sentidos y Cristo llama a la puerta de las almas no a través del intelecto – fue el gran error de los jesuitas y de muchos de nuestros predicadores a lo fray Gerundio- sino que da con los nudillos en el corazón. Esta liturgia nos hace nadar en un mar de lágrimas y acaso es a lo que se refería san Agustín cuando definía: “Deus Caritas est” Dios es amor. Los ortodoxos celosos guardianes de la tradición quizás tengan la clave de los arcanos del dogma cristiano. Desconocen el culto a la personalidad y consideran que hasta el más humilde pope de cualquier aldea rusa es el sucesor de Cristo en la tierra.
De ahí que Chejov nos haga notar como aquellos rudos clérigos de las aldeas de la estepa cuando se revisten de la casulla y se colocan la estola sobre los hombros parecían transformarse en algo superior. Y ese es el secreto del esplendor de los ornamentos que algunos podrán criticar pero los popes se revisten del esplendor de su casa. Feliz anastasimene o spasimene a todos. Dentro de siete días nos aguarda la baskresiene: la Resurrección. La gran pascua rusa.
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